En memoria de Carlos Walter Porto-Gonçalves, que alimentó generosamente nuestros corazones y mentes latinoamericanas.
Poner a circular a un clásico, dar un salto en su interpretación
Notas preliminares sobre la traducción, por Carolina Paula Ricci
Nota 1
Desde el Comité Editorial de la Revista Boletín de Estudios Geográficos, tras recibir la traducción del artículo de Sergio Nunes Pereira, se me invitó a escribir una nota preliminar a esta producción. En su invitación, Diego Bombal expresó su interés en conocer por qué decidí traducir este artículo y cómo llegué a conocerlo. El “por qué” de la traducción de este texto en particular y el conocimiento sobre el importante libro que lo contiene están estrechamente relacionados con el "para quién". La razón detrás de esta traducción se vincula con mi experiencia de traducir por primera vez el artículo en febrero de 2020 para ofrecérselo a lxs estudiantes de primer año de la cátedra de Introducción al Pensamiento Geográfico en la carrera de Geografía de la Universidad Nacional de Córdoba. Este fue mi primer año como profesora asistente de esta materia, y junto al titular, decidimos llevar a cabo una serie de modificaciones en el programa académico, que incluía alteraciones en el contenido acerca del tradicional debate Ratzel-Vidal de la Blache. Nuestro objetivo era enriquecer dicho debate y explorar perspectivas diferentes a las interpretaciones convencionales de estos clásicos. Fue entonces cuando recordé el libro "Vidal, Vidais" (Haesbaert, Nunes Pereira y Ribeiro, 2012), que había descubierto de manera fortuita durante un intercambio académico en Brasil en 2013. Dado que ya era parte de la cátedra como ayudante alumna en aquel entonces, su contenido me llamó la atención y decidí adquirir el libro. Durante el primer semestre de 2020, cuando las clases aún se dictaban de forma virtual debido a la pandemia de COVID-19, la introducción y traducción de este texto, la incorporación de nueva bibliografía y el trabajo en la cátedra fueron esfuerzos destinados a acercarnos a lxs estudiantes en un contexto que nos tenía fragmentadxs, cansadxs y asustadxs. Aunque podríamos haber proporcionado el texto en su idioma original, decidí traducirlo como un gesto de acercamiento, un gesto pedagógico de pensar en ellxs y con ellxs. La lectura del texto enriqueció las interpretaciones y perspectivas de lxs estudiantes. Este "gesto pedagógico" es una tradición arraigada en el marco de esta cátedra, cuyos titulares anteriores a Lucas Palladino fueron Perla Zusman y Gabriela Cecchetto. Desde la creación de la carrera en 2003, esta cátedra ha promovido la formación en la traducción de textos de clásicos y literatura secundaria para mostrar los ricos y complejos debates que caracterizan la tradición geográfica (Livingstone, 1995). Esta práctica ha fomentado el debate y la traducción de textos del inglés y el portugués al español con dos objetivos: formar a lxs ayudantes alumnxs y adscriptxs y producir materiales para las clases, a fin de difundir estas producciones de manera más amplia. Entre las traducciones más destacadas en el marco de esta asignatura se incluyen: "Una breve historia de la Geografía" David N. Livingstone (1992)-Perla Zusman y Gabriela Cecchetto-, capítulos del libro "Geografía e Modernidade" de Paulo Da Costa Gomes (2003) -equipo de cátedra 2013/2014-, "Geografía y pensamiento descolonial: notas sobre un diálogo necesario para la renovación del pensamiento crítico" de Valter do Carmo Cruz (2017) -equipo de cátedra 2022- y, finalmente, este artículo que aquí presentamos con mi traducción. Este contexto debe resaltarse para mostrar que esta traducción es parte de una rica y larga tradición de cátedra que, desde sus inicios, ha propuesto la traducción de textos como un ejercicio pedagógico y epistemológico, con el fin de facilitar el acceso de los estudiantes de la Universidad Pública a estos materiales. Por lo tanto, es el resultado de un esfuerzo colectivo de mayor alcance. No obstante, el texto de 2020 no es idéntico al que presentamos en este dossier, como señala Archie Davis, lxs traductores deben cierta "transparencia" a sus lectores, ya que la traducción no es una tarea mecánica, sino que implica interpretación y adaptación a su contexto, por lo que, para esta publicación, trabajamos en una nueva versión.
Nota 2
Si concebimos esta traducción como un ejercicio pedagógico-epistemológico que tuvo que reformularse a la luz de su publicación, surge la pregunta de lo que entendemos por traducción y su relevancia en el campo de la geografía. Para abordar esta cuestión, nos interesa recurrir a las reflexiones de la filósofa Barbara Cassín, quien al analizar la obra de Cicerón y su visión de la traducción filosófica -donde se refiere a la actividad de "trasladar" (transferre) las obras de filósofos griegos al latín- sostiene que la traducción se entendía en este contexto como un acto creativo. Traducir implica trasladar y crear al mismo tiempo. Crear porque no consiste en una transferencia mecánica de palabras de un idioma a otro, sino en enriquecer la lengua de destino con nuevos significados y sentidos, de manera análoga a cómo se crean metáforas. Trasladar porque esta concepción de traducción como creación se basa en la idea de que la lengua de origen puede aportar un brillo y una riqueza que faltan en la lengua de destino, un brillo que se obtiene a través de un uso de la lengua que no es propio ni familiar, sino que se apoya en préstamos lingüísticos (Cassín et al, 2018, p.1642). Otro conjunto de significados proviene del estudio de la perspectiva de Martin Heidegger sobre la traducción, y su concepción de la traducción como "Über-setzung" (Cassin et al, 2018), que puede entenderse como una "trasposición" o "traslado" de un pensamiento de un idioma y contexto a otro. Según la interpretación de estos autores, Heidegger sostiene que la traducción implica una profunda transposición del pensamiento contenido en el texto original hacia el "espíritu" de la lengua de destino. Esto significa que el traductor no cambia únicamente las palabras, sino que también debe capturar y transmitir el significado y la esencia del original. Al realizar esta transposición, la traducción no solo comunica ideas, sino que también las transforma de manera fecunda. En un sentido análogo, la traducción como un traslado implica transferir de un significado a otro, mientras se desplaza del sentido original hacia la transferencia de un nuevo significado. Heidegger entiende, por tanto, la traducción como un "salto por encima de un foso". La noción de "salto por encima de un foso" o "trasponer" implica que la traducción no es un simple acto mecánico, sino un movimiento audaz que lleva el pensamiento más allá de las limitaciones de un solo idioma y cultura. Este acto de trasponer implica un cambio en la relación con el mundo y una reinterpretación del mismo. Por lo tanto, traducir ya no es un simple traslado, sino la inscripción en otra relación con el mundo, en otra interpretación o comprensión global del mundo, según la estructura general del comprender (Cassín et al, 2018, p.1655). Es importante destacar que la creación de este texto en español fue posible gracias a la colaboración activa de su autor, Sergio Nunes Pereira, quien participó en todo el proceso de traducción. Pudimos dar juntos “ese salto”, debatiendo y pensando colectivamente cuáles podrían ser los términos y las formas expresivas más apropiadas para lograr una interpretación enriquecedora en español. Sergio leyó con atención y propuso mejoras en cada una de las versiones que le envié. El autor no solo fue generoso permitiendo esta traducción sino que fue parte activa de este proceso propiciando que encontrara nuevos brillos al texto y también comprendiese de manera más acabada lo que intentaba señalar sobre la obra de Vidal. Así, la traducción de este artículo no solo significó un enriquecimiento en mi conocimiento de la lengua portuguesa, sino también una comprensión más profunda de la obra del autor. Esta colaboración es relevante en el contexto del campo geográfico de América Latina, donde la labor de leer, traducir e interpretar obras desde nuestras latitudes y las particularidades de nuestras culturas académicas y lingüísticas es fundamental. Ferretti (2019) ha señalado que en el "Sur" se están desarrollando fuertes tendencias para revisitar y traducir al portugués y al español las primeras geografías europeas y diversas producciones anglosajonas. Estas diferentes lecturas latinoamericanas de los clásicos europeos y autores críticos anglosajones, son interpretadas por Ferretti como inversiones de la mirada colonial ya que presuponen un esfuerzo por comprender desde nuestras latitudes estas contribuciones y así generar la “inversión de la tradicional mirada europea de Norte a Sur” (2019, p.9). Entre varias revistas brasileñas, autores latinoamericanos que se dedicaron al estudio de diversas obras, tesis de grado (a las que me gustaría agregar la reciente publicación de Gonzalo Lus Bietti, 2022) y posgrado, entre otras, destaca como parte de este esfuerzo la escritura del libro “Vidal, Vidais” editado por Sérgio Nunes, Guilherme Ribeiro y Rogério Haesbaert (2012) al cual pertenece este capítulo. Este libro, tiene una centralidad muy importante en aquella tendencia destacada por Ferretti. A mi entender su valor reside no sólo en la traducción de escritos originales de Vidal de la Blache sino en la lectura y recorrido que nos proponen de su obra. Con un prefacio de Paul Claval que invita a una discusión más amplia, el libro se organiza en tres grandes secciones -gegrafía humana, geografía regional y geografía política-, en cada una de las cuales los compiladores presentan un estudio preliminar de las obras de Vidal. Estos son mapas posibles para orientarnos dentro de la vasta obra del autor y otorgan luz sobre aspectos novedosos y enriquecedores para repensar a Vidal de la Blache y, en última instancia, entender la pluralidad de sus producciones y la importancia que las diversas traducciones -en algunos casos tardías- han tenido en su interpretación y difusión en América Latina. Por ello, el provocador título “Vidal, Vidales”. El artículo de Sergio Nunes Pereira se detiene especialmente en lo que podríamos denominar “la geografía política vidaliana”, luego de su análisis la secuencia de textos originales de Vidal de la Blache presentada en este apartado son los textos: Estados y Naciones de Europa en torno de Francia (extractos 1889); La Zona fronteriza entre Argelia y Marruecos conforme Nuevos Documentos (1897); La Geografía Política. A propósito de los escritos del Sr. Friedrich Ratzel (1898); La disputa franco-brasileña (1901); La Misión Militar Francesa en Perú (1906); La Columbia británica (1908); La Carta Internacional del Mundo al MIllonésimo (1908); la Conquista del Sahara (1911); Sobre el principio de agrupamiento en Europa Occidental (1917) -todas en portugués-. Es importante destacar que en español tampoco se cuenta con un gran bagaje de traducciones y/o disponibilidad de textos originales de Vidal de la Blache. Este artículo, particularmente, -introductorio a estas fuentes del autor en referencia a la Geografía política- da luz sobre nuevas interpretaciones de la obra del francés, sus búsquedas disciplinares y personales y su particular relación con la vida y producción de Friedrich Ratzel. Podemos aventurarnos a decir que este libro significó entonces una revisión/reinvención de lo que reconocemos como la tradición disciplinar (según Livingstone); ya que, como mencionamos, la traducción de las fuentes de Vidal y las interpretaciones realizadas por los compiladores generaron una nueva circulación de las ideas y de las interpretaciones posibles del autor. Su traducción al español pretende continuar impulsando esta dinámica y, por lo tanto, requirió una serie de operaciones para preservar la interpretación de Nunes Pereira y, al mismo tiempo, hacerla "transparente" para los lectores de habla hispana. Esto se hizo teniendo en cuenta especialmente el gran impacto que tuvo la obra de Vidal en Argentina y la larga tradición de la geografía regional en la enseñanza secundaria de nuestro país. Volviendo a lo que planteamos acerca de la traducción, este artículo representa un "salto" que nos acerca a una nueva comprensión de la obra de Vidal y nos motiva a explorar nuevas vías de interpretación. Además, esta versión incluye nuevas contribuciones del autor, más de diez años después de su primera publicación.
Nota 3
Espero que la traducción que ofrecemos sirva para que esta interpretación de la obra de Vidal llegue a más aulas y más estudiantes y también contribuya a la larga y rica tradición que tiene la Historia del Pensamiento Geográfico en Argentina. Creo que, a futuro, es necesario avanzar en la traducción total del libro “Vidal, Vidais”, a los fines de tener traducido al español las fuentes originales y todos sus estudios preliminares que ampliarán este debate. Al igual que destacamos los esfuerzos realizados en la cátedra de la UNC en términos de traducción para enriquecer este campo y reinventar la tradición desde nuestra perspectiva, es importante señalar el trabajo realizado por colegas de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Cuyo y la Universidad de Mar del Plata, gracias a los cuales nuestro país cuenta con un rico acervo de estudios y contribuciones. Deseo que esta generosa invitación que me hizo el comité promueva una serie de contribuciones de traducción de artículos en las que lxs traductores puedan expresar su perspectiva y aportar nuevos significados sobre lo que ponemos a circular.
Introducción
La naturaleza no establece leyes ni forma de antemano a los marcos en los que se mueve el destino de los Estados. Establece las condiciones y deja que sea la competencia, ley universal de los seres vivos, la que consiga los resultados. Nunca ha sido tan activa como ahora. Cada día se manifiesta con más violencia: de Europa a América, de América a Asia. De ahí la necesidad de que cada pueblo se informe seriamente sobre los recursos que aporta a la lucha. Hay que establecer un balance exacto de las fuerzas que el país, al que está unida nuestra acción mundial, emplea o tiene en reserva. Francia, por la posición que ocupa en contacto con los grandes centros de actividad, vecina de cinco o seis Estados diferentes, sería la última de las regiones en sustraerse a las leyes de la competencia. Respecto a esto, la geografía también es una buena consejera.
Vidal de la Blache y la Geografía en la escuela primaria
El presente texto se escribió para introducir la tercera y última parte -denominada “Geografía Política”- del libro “Vidal, Vidais. Textos de geografía humana, regional e política”1 (2012), libro sobre la vida y obra de Vidal de la Blache organizado con dos colegas brasileños, Rogério Haesbaert y Guilherme Ribeiro. En aquel momento, nos pareció oportuno traducir 24 textos del maestro francés a partir de las versiones originales, con el fin de divulgar su pensamiento entre las nuevas generaciones -ya poco habituadas a la lectura de los clásicos de la Geografía y de otras disciplinas-. También era nuestra intención ofrecer a los lectores un contacto directo con las ideas vidalianas, cubiertas por capas y capas de interpretaciones posteriores, a veces críticas, a veces complacientes. En este movimiento de vuelta a las fuentes, nos parecía lógico abarcar los subcampos naturalmente asociados a la producción textual de Vidal, como la geografía humana y la geografía regional; pero también incursionar en áreas menos destacadas en su obra o consideradas menos representativas de su pensamiento original, generalmente relacionadas con el estudio de las regiones y los paisajes humanos o con cuestiones metodológicas de la Geografía.
Dentro de ese espíritu, pretendemos arrojar luz sobre un campo temático tratado hasta ahora de forma insatisfactoria en la obra de Vidal de La Blache: la geografía política, entendida aquí como una reflexión académica sobre las acciones estratégicas y de control del territorio desarrolladas por los Estados a nivel nacional, continental o, en caso de los europeos, en relación con los dominios de ultramar. Al concentrarnos en la tarea, encontramos dos perspectivas predominantes que deben evitarse, para no empañar el debate previsto. En la primera de ellas -dominante aún en los manuales de introducción a la Geografía- encontramos un Vidal alejado de formulaciones geográficas revestidas de connotación política, para construir la imagen del autor como polo opuesto de Ratzel (también blanco de simplificaciones reduccionistas). En la segunda, asistimos a la "rehabilitación" de Vidal gracias a la publicación, en 1917, de La France de l'Est, "un libro geopolítico silenciado durante sesenta años", como se anuncia en la edición francesa de 1994 presentada por Yves Lacoste. Fruto tardío de la copiosa producción del autor, la obra se explicaría por las circunstancias excepcionales en que llegó a la imprenta -durante la Primera Guerra Mundial, en la que Vidal perdió un hijo-.
Es cierto que un número razonable de trabajos académicos recientes han contribuido a superar tales perspectivas, situando al maestro francés al margen de las construcciones sesgadas (Berdoulay, 1988; Andrews, 1986; Nicolas Obadia, 1988; Sanguin, 1988; Claval, 1998; Ribeiro, 2010b; Gomes, 1996). Dentro de esta nueva orientación -anclada en una investigación más que en interpretaciones- examinamos la incursión de Vidal en el ámbito geográfico-político a través de artículos, reseñas o capítulos de libros. De acuerdo con esta historiografía, pretendemos abordar el tema de forma exhaustiva, considerando, además del contexto histórico, la influencia de las ideas de Ratzel en el autor y su impresionante cultura científica, que le proporcionó formulaciones originales en diversas ramas de la Geografía.
A partir de estas referencias, Vidal realizó una lectura de la situación europea y de la influencia francesa en el mundo que constituye un importante registro de su tiempo, en un contexto de redefinición del papel de las principales potencias en la escena global. Como señala Peter Taylor (1994: XIV), la geografía política avanza siempre en momentos en los que la sociedad mundial se enfrenta a cuestiones de gran importancia histórica, como las que circunscriben el periodo intelectual activo del autor. No es de extrañar, por tanto, que la practicara con soltura, dejando importantes huellas que pretendemos identificar y examinar.
En esta breve presentación, hemos optado por comentar los textos seleccionados siguiendo un orden diferente al de la secuencia cronológica adoptada en el libro2. Este camino obedece a la intención de no perder de vista la historicidad de la geografía política, para considerarla tanto en la fase previa a la institucionalización del conocimiento geográfico como en su desarrollo posterior, conviviendo con las nuevas elaboraciones derivadas de la formulación del campo disciplinar -como la geografía humana, pronto convertida en marca de Vidal y su Escuela-. La elección nos impuso alinear inicialmente los textos que mejor permiten situar la geografía política frente a la geografía humana en el pensamiento del autor, para deconstruir la imagen de la primera como un borrador o rama subordinada de la segunda, consolidada en ciertas versiones de la historia de la disciplina.
Comenzamos, así, con un comentario sobre États et nations de l’Europe autour de la France, obra de geografía política “a la vieja usanza” escrita cuando la noción de geografía humana ni siquiera era contemplada por Vidal; seguimos con su defensa y favorable apreciación de los “escritos de Friedrich Ratzel”, definidores de una geografía política renovada de la cual la futura versión “humana” vidaliana será confesamente tributaria; por último, concluimos la secuencia con un examen de un texto tardío que no esconde su suscripción geográfico-política -Du principe de groupement dans l’Europe Occidentale- , no obstante, el autor ya tenía su geografía humana plenamente desarrollada. Todo esto parece indicar que la geografía política no fue un mero “momento” de la obra de Vidal, ni tampoco un género subordinado a cualquier otro, al punto de merecer críticas a su existencia autónoma:
"La Geografía Política propiamente dicha solo es, y no puede ser más que, una parte de este orden general de estudios dedicados al papel (...) de los hechos geográficos en el desarrollo de la historia total (no solo política, sino también económica y social) ...". (Brunhes, 1962, p: 406, n.31).
Tal actitud parece poco razonable si tenemos en cuenta la totalidad de la obra de Vidal. Su geografía política se hace notar también en textos de menor alcance teórico, liberados de la preocupación por instituir "principios" o por dialogar con la geografía alemana. Inadvertidos en las revalorizaciones del pensamiento del autor, tales escritos fueron evidenciados por Guilherme Ribeiro (2010a, 2010b) a través de un rastreamiento de los Annales de Geographie desde su fundación (1891) hasta la muerte de Vidal (1919), con especial atención al apartado Notes et correspondances. Siguiendo ese camino, encontramos en esta sección una serie de reseñas y comentarios bibliográficos que, si bien no se incluyen entre los marcos de la epistemología vidaliana, son testimonios notables de la manera en que el académico se involucró en los problemas de su tiempo, comprometiendo su autoridad intelectual en el debate de los grandes temas políticos en boga. Desde su institucionalización, la Geografía francesa ha estado ligada al movimiento colonial (Berdoulay, 1981), hecho que la ha llevado a reflexionar sobre los dominios establecidos en el exterior y, por extensión, a conjeturar sobre el papel que desempeñará Francia en el ámbito internacional.
Sobre la base de lo anterior, se incluyeron en esta sección del libro cinco textos que implican directamente la problemática colonial y la influencia francesa en el mundo: La zone frontiere de l’Angerie et du Maroc, d’apres de nouveaux documents; La conquete du Sahara d’apres E.F Gautier; Le contesté franco-brasilien; y La carte internationale du monde au milionieme. Cerrando el conjunto, se añade un interesante comentario en el que Vidal parece profetizar sobre el fin de la era colonial: La Colombie Britannique, par A. Métin.
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¿Cómo clasificar États et nations de l’Europe autour de la France (1889), tercer libro de Vidal, en términos temáticos? André-Louis Sanguin (1993, p: 128), por ejemplo, no dudó en considerarlo el “primer verdadero manual de geografía política”, debido a sus detalladas explicaciones sobre la formación territorial de los Estados europeos, sus atentas observaciones acerca de las diversas nacionalidades existentes en el interior de aquellos y, en especial, por su “geopolítica prospectiva”, - en términos de Sanguin- con relación al expansionismo alemán. Una impresión similar aparece en la evaluación de Armen Mamigonian (2003), pionera en llamar la atención del libro en medio de los numerosos escritos de Vidal. El geógrafo brasilero enlista los mismos puntos marcados por Sanguin, destacando además de estos el aspecto militar; finalmente concluye su argumentación de un modo en el cual no podemos discordar: “Toda obra de La Blache está imbuida de una visión política al servicio del colonialismo francés” (Mamigonian, 2003, p: 25). Cabe verificar, de todas maneras, lo que era llamado como geografía política en el momento en que États et Nations fue escrito, con base en el estado en que se encontraba la Geografía de entonces.
Para ello, recurrimos a la historia del pensamiento geográfico, entendiéndose como un denso ámbito de investigación anclado en marcos textuales, fuentes documentales y en constante diálogo con la historiografía. Desde esta perspectiva, en uno de sus estudios seminales sobre el desarrollo del conocimiento geográfico, Horacio Capel (1989) señaló la dualidad de este conocimiento, caracterizado por una matriz matemática -interesada en aspectos de la esfera terrestre y su estructura física- y otra matriz histórica -basada en información descriptiva derivada de la observación y el inventario-. Esta dualidad atravesó los tiempos desde la antigüedad hasta el siglo XVII, pero se debilitó en el siglo siguiente debido a la aparición de las ciencias especializadas de la Tierra y la cartografía topográfica, que absorbieron los contenidos de la geografía matemática para desarrollarlos en sus propios campos. De ahí que, a partir de entonces, el conocimiento geográfico se identificara casi exclusivamente con su matriz histórica, lo que dio lugar a los manuales de geografía política o civil -así llamados desde finales del siglo XVII- y a las llamadas corografías -descripciones enciclopédicas de estados y provincias-, ampliamente difundidas en el siglo XVIII y la primera mitad del XIX. Estos géneros, sin embargo, se mezclaban a menudo, de modo que "(en) la geografía política o civil se incluía a menudo la descripción corográfica de países y regiones, con los rasgos fundamentales de los diferentes pueblos" (Capel, 1989, pp. 11). Dichos escritos, según su autoría o finalidad, también podían contemplar temas como la influencia del clima, la composición de la población, la religión, las formas de gobierno y la información sobre la actividad comercial de los países estudiados (ibidem, pp.11).
Estamos, cabe decir, ante un modelo cognitivo persistente, sometido, sin embargo, a constantes actualizaciones. Véanse las sucesivas Geografías Universales elaboradas en el siglo XIX (como la de Maltre-Brun, con sus siete volúmenes publicados entre 1810 y 1829) y también la Geografía General Comparada de Ritter, publicada en 1817-1818 y reeditada en 21 volúmenes entre 1822 y 1858. La institucionalización efectiva de la Geografía, en la década de 1870, se produciría incluso antes de que contara con nuevos paradigmas que le dieran coherencia y legitimidad científica (tarea que realizarían los creadores de la nueva disciplina, como Ratzel, Davis y Vidal). Mientras tal empeño no se completó, los viejos modelos aún en boga mantuvieron su utilidad, marcando la pauta de la enseñanza y las publicaciones. La situación era quizás más válida en el caso de Francia, donde la geografía histórica mantenía una fuerte influencia académica, bajo la sombra de (Auguste Himly Berdoulay, 1981). Pronto este panorama se transformaría sensiblemente con la creación de los Annales de Geographie y la aparición de la geografía humana; sin embargo, debemos considerar a Vidal como un autor “en construcción”, en beneficio de su mejor comprensión.
Sobre la base de lo que acabamos de exponer, vemos Etats et Nations como obra de geografía política, pero en el sentido tradicional anteriormente apuntado. Si, por un lado, los contenidos políticos son evidentes, por el otro, el estudio cubre prácticamente todo el universo temático posible en un compendio geográfico. Para darnos una idea, solamente en su parte general (introductoria) son abordados temas como la posición, la configuración, la geografía física y la distribución de las poblaciones y de las lenguas en el continente europeo. En la parte más extensa dedicada a los Estados, los aspectos físicos son retomados fuertemente, sirviendo de preámbulo para las consideraciones sobre la relación de las sociedades locales con sus respectivos medios y algunos ensayos de clasificación regional. La importancia política de los imperios (británicos y alemán) y reinos (los demás países) es discutida a partir de criterios históricos, geográficos y militares3; por fin, el contenido enciclopédico ya presente es acentuado a través de artículos de desarrollo urbano, vías de comunicación, actividades comerciales y concentraciones industriales, los cuales dan al libro, igualmente, un aspecto de geografía comercial o económica.
Todo esto no vacía el interés de Etats et Nations, innovador en diversos aspectos. Nuestra intención de evaluar el significado geográfico-político del libro no debe llevarnos a buscarlo solo en su objetivación más común, procedente directamente de la obra de Ratzel: las relaciones entre el Estado y el suelo. En este sentido, cabe señalar que Vidal se mostrará como un atento lector del maestro de Leipzig, sin incorporar necesariamente la totalidad de sus concepciones. Ello es evidente en este libro, aunque, en aquella época, ni el geógrafo francés había alcanzado la madurez de su pensamiento científico, ni el alemán había desarrollado su versión más actualizada de la geografía política, plasmada en la obra homónima de 1897. Al escribir Etats et Nations, Vidal dispuso de las consideraciones presentes en el primer volumen de Anthropogeographie sobre la acción de los estados y grupos humanos frente al sustrato material donde se asientan y establecen una vida común. Su forma de llevar a cabo la discusión propuesta, sin embargo, diferirá de Ratzel en al menos dos aspectos, que comentaremos brevemente a continuación.
La primera, bastante evidente en la estructura del libro, es el énfasis dado a los modos de existencia social y cultural de los pueblos europeos, que, en cierto modo, contradicen la primacía estatal del análisis ratzeliano, tan frecuentemente subrayada (Raffestin, 1993; Souza, 1995). Al desarrollar el tema, Vidal recurre varias veces a los términos "nación" y "nacionalidad", diferenciándolos de "pueblo" o "raza". Así, el pueblo holandés estaría formado por tres razas principales (los frisones, los francos y los sajones), del mismo modo que la amalgama entre los anglos y los sajones habría originado el pueblo inglés de finales del primer milenio. Los pueblos, por tanto, serían el resultado de una superposición o mezcla de razas, transcurrida a lo largo de los siglos. La nación y la nacionalidad, en cambio, aparecen vinculadas a procesos de afirmación identitaria, sustentados en argumentos lingüísticos, religiosos o, entonces, en vicisitudes históricas. Vidal no parece querer sacar ninguna conclusión general sobre el problema de las nacionalidades, explorando, por el contrario, las diferencias que representan los ejemplos sueco, holandés, escocés, irlandés y catalán. La referencia a Suiza, bastante elogiosa, adquiere para nosotros una importancia especial al revelar ciertas preocupaciones no explicitadas por el autor. El país es alabado por haber construido una cohesión nacional por encima de cuestiones de religión y raza, por lo que puede ser señalado como "una alta expresión de la civilización europea" (Vidal de la Blache, 1889, pp.65). Se trata, como podemos observar, del mismo modelo de nacionalidad asociado por el autor al caso francés.
La diversidad de situaciones evocadas y sus implicancias encuentran así una explicación. Reflejan la intención del autor de situar en otro plano el debate sobre el sentido de la nación, estallado en Europa durante la Revolución Francesa y sometido a un sensible desplazamiento en el ámbito cultural alemán, a través de Herder y Fichte. El primero propuso a finales del siglo XVIII la noción de Volksgeist -que puede traducirse como "espíritu nacional"4-, mientras que el segundo pronunció, en el invierno de 1807-1808, sus famosos Discursos a la Nación Alemana. En ambas elaboraciones, el término nación tiene básicamente un sentido étnico-lingüístico, que corresponde, además, a un territorio concreto: el de la raza y la lengua alemanas. Debido a su manifestación territorial, el Volksgeist tuvo evidentes implicaciones para el pensamiento geográfico en Alemania y en otros países, a menudo de forma reactiva.
Paul Claval ha captado bien el impacto de tal formulación a ambos lados del Rin, ofreciendo un argumento que nos ayuda a entender los escritos de Vidal. En Alemania, con su particular concepción de nación, la cuestión crucial era dónde fijar las fronteras del recién constituido Imperio, para permitir que todo el pueblo alemán formara parte del Estado; en Francia, en cambio, el problema era diferente. La geografía francesa tendría una motivación distinta: explicar Francia. Explicar cómo un pueblo de orígenes diversos -celta, romano, germánico- acabó constituyendo una entidad política original (Claval, 1996, pp.199). Esta es exactamente la preocupación implícita en Etats et Nations, aunque no se mencione directamente a Francia. Cabe recordar que, en el momento de la publicación del libro, la anexión de Alsacia-Lorena por parte de Alemania era todavía una herida abierta en el orgullo francés. Esta herida no solo reavivó las pasiones nacionales, sino que reavivó la discusión teórica en torno a la Nación, es decir, entre el contrato-nación -de los que "quieren vivir juntos"- y el concepto fundado "en la comunión de lengua y costumbres" (Rossolillo, 1992, pp.797).
Discutiremos, brevemente, el segundo aspecto que difiere de Ratzel en Etats et Nations -dado que también se manifiesta (y más claramente) en el comentario posterior a los escritos del maestro alemán, que examinaremos próximamente-. Se trata de la causalidad definitoria de la evolución de los pueblos y los Estados, que Vidal encuentra un tanto rígida en las páginas de Anthrogeographie. Así, sin devaluar los aspectos físico-naturales a los que, en numerosos casos, estarían ligados dichos pueblos y Estados, el autor recurrirá sobre todo a la historia para darles sentido. En el prefacio de la obra, un pasaje lapidario intenta resumir el principio defendido: "La influencia del suelo no se traduce hoy directamente en las manifestaciones de la vida contemporánea. Esencialmente múltiple y fluida, ella circula a través de la vida de los pueblos" (Vidal de la Blache, 1889: V-VI).
Del mismo modo, encontramos en el cuerpo del texto pasajes que parecen denotar que la evolución histórica no resulta necesariamente del ambiente físico, presentando una dinámica más compleja. Veamos un solo ejemplo: "la unidad italiana no es uno de esos resultados a los que los hombres son empujados lentamente por la influencia de causas geográficas, es una obra de la pasión y la voluntad" (Vidal de La Blache, 1889, pp.531). Por otra parte, hay que reconocer que el principio histórico al que se hace referencia no siempre es capaz de proporcionar explicaciones coherentes, dando paso en cambio a formas de razonamiento naturalizadas. Es así como leemos, en el mismo ejemplo citado, que la unidad italiana estaba en cierto modo predestinada. No por medios geográficos, sino obedeciendo al "(deseo) apasionado de un pueblo, ya aproximado por la historia y la lengua, de alcanzar en el mundo un lugar digno de su pasado" (1889: 531-32).
Aunque presenta rasgos originales y distintivos, Etats et Nations no podía dejar de presentar, como toda obra geográfica francesa de la época, un fondo ratzeliano. Esto reside, en gran medida, en una de las formulaciones más queridas por el geógrafo alemán: la noción de situación (lage), resignificada a partir de una idea de Karl Ritter5. En el contexto del libro, sin embargo, es la elaboración de Ratzel -también llamada situación político-geográfica- la que resulta más útil. Es un hecho conocido que Vidal recurrió directamente al maestro alemán durante su periodo de formación, meses antes de asumir la cátedra de Geografía e Historia en Nancy (enero de 1873). Descrita como "de las más amistosas y frecuentes" (Broc, 1977, pp.80), la relación entre los geógrafos se prolongó probablemente en los años siguientes al viaje, de lo que se infiere un seguimiento de las ideas de Ratzel por parte de Vidal. Seguramente asistió a los cursos impartidos por el primero en Leipzig en los años anteriores a la publicación de Etats et Nations. Según Luciana Martins (1993, pp.127), los títulos de los cursos hablan por sí mismos: "Introducción a la geografía política" y "Geografía política de Europa" (1887-1888); "Alemania y sus vecinos" (1888-1889).
Estados y naciones de Europa en torno a Francia... Después de todo, ¿qué sería el libro sino una lectura geográfico-política de la situación6 francesa en el continente europeo? Ciertamente, a Vidal no se le escapó que su país era al mismo tiempo un país atlántico, continental y mediterráneo, rodeado por cinco o seis estados diferentes. De ahí la importancia de conocerlos, utilizando el concepto revisado por Ratzel, ya desprovisto de finalismo ritteriano. Ahora se trata de tener en cuenta "un gran número de consideraciones sobre la civilización de los vecinos, la riqueza y los recursos naturales, las combinaciones de intereses (...). Todos los hechos geográficos que determinan la posición tienen su interpretación, o, mejor dicho, su valor político relativo. En realidad, no hay reglas fijas" (Delgado de Carvalho, 1935, pp.195).
Más allá del contexto francés implícito, en algunos pasajes del libro Vidal analizó la situación de los pequeños Estados europeos en función de su posición desfavorable. En este sentido, Suiza, Bélgica, Luxemburgo, Holanda y Dinamarca son retratados como "Estados alemanes exteriores en la órbita del nuevo Imperio" (Vidal de la Blache, 1889, pp.204, énfasis nuestro). Más elocuente aún sería el caso irlandés: "demasiado cerca de Inglaterra para escapar de ella, demasiado grande para ser absorbida por ella, Irlanda es víctima de su posición geográfica" (1889, pp. 301).
Publicado en 1898, La Geographie politique. A propos des escrits de M. Frederic Ratzel no es la primera apreciación de este autor que aparece en los Annales de Geographie, ya con siete años de antigüedad. En el primer número de la revista, Louis Raveneau había escrito una reseña de Antropogeographie -que acababa de publicar su segundo volumen-, en términos muy favorables7. El intervalo entre ambos textos es relativamente corto, pero suficiente para que la geografía francesa dé sus primeros pasos hacia la autonomía epistemológica y profundice sus lazos académicos en la Facultad de Letras, donde estaba inserta. También hay que tener en cuenta las tres importantes obras escritas por Vidal8 en este intervalo, que añadieron más solidez a su pensamiento geográfico, tanto teórico como empírico. No es de extrañar, por tanto, que su texto tenga un tono menos complaciente que el anterior, aunque acepte en general las proposiciones de Ratzel y las considere fundamentales para el desarrollo de la entonces más tímida rama de la Geografía -la dedicada al "elemento humano", según la expresión de Raveneau-.
A finales de un siglo en el que las ciencias naturales habían alcanzado un enorme prestigio, era comprensible que la geografía física ocupase un lugar destacado en la disciplina. Autores como Fröbel, Peschel y Gerland, de formación naturalista, cuestionaron abiertamente la cientificidad de los estudios geográficos de inspiración unificadora, que además aspiraban a incluir el estudio del hombre en su proyecto cognitivo (Capel, 1981). En este contexto, la sistematización ofrecida por Ratzel fue bienvenida, aunque algunos de sus aspectos eran cuestionables. Vidal no se limitará a comentar la recién publicada Politische Geographie, abarcando, en la primera parte de su texto, toda la obra ratzeliana escrita hasta entonces. Allí encuentra, en esos "volúmenes impregnados de mucha sustancia" (Vidal de la Blache, 2002:124), la cuestión central que guiará todas sus reflexiones: el papel de las influencias geográficas en la historia. A partir de esta premisa, muchos de los puntos de vista de Ratzel serán aceptados casi por completo por el geógrafo francés, pareciendo incluso salir de su propia pluma. El papel intermediario que desempeña la geografía de los seres vivos en relación con los fenómenos de la geografía física -el mundo inanimado- y los de la llamada geografía política -el mundo socialmente organizado- es uno de estos puntos. Otra es, sin duda, la preocupación por dotar al estudio del elemento humano en la Tierra de medios de investigación tan precisos como los utilizados por las ciencias naturales, a través de mapas topográficos y temáticos e información censal (Vidal de la Blache, 2002, pp.130-31).
Por otra parte, al igual que en Etats et Nations, Vidal no deja de ver problemas en la forma un tanto dogmática en que Ratzel pretende enmarcar sus objetos de estudio en términos de causalidad. Sin embargo, al examinar de cerca el texto de 1898, cabe señalar que la objeción parece deberse menos al énfasis natural que se encuentra en dicho marco que al desprecio del autor por la "relatividad de los fenómenos" (Vidal de la Blache, 2002, pp.124). Un breve pasaje al final del artículo refuerza esta impresión: "(en) la perpetua movilidad de las influencias que se intercambian entre la naturaleza y el hombre sería, sin duda, una ambición prematura querer formular leyes" (2002, pp.137). El problema, por tanto, estaría más en la cadena de determinaciones establecida por Ratzel que en su construcción ambientalista9 (Capel, 1981, pp. 331, 332), un motivo más para revisar el debate sobre el determinismo ambiental.
Otro aspecto importante del texto es el cuestionamiento de la exhaustividad y la imprecisión propias de la geografía política, manifestadas tanto en las versiones clásicas como en los enunciados de la Politische Geographie (Ratzel, 1897). Este último, en efecto, habría redimensionado el problema estableciendo, a partir de nociones ecológicas y biológicas, los medios analíticos necesarios para el desarrollo de la geografía política. El nuevo enfoque amplió el dominio de la geografía política hacia áreas que abarcaban prácticamente todo el espectro científico, desde la fisiología humana hasta la ciencia política, la ecología y la etnografía. Mucho más de lo que Vidal consideraba saludable para una ciencia en formación, que, por el contrario, tendría que perfeccionar su discurso científico y su metodología. De ahí su preocupación por relacionar la geografía política con la Geografía en su conjunto, una base supuestamente adecuada para discernir entre los hechos "que debe reclamar como patrimonio, y los que debe eliminar como parásitos" (Vidal de la Blache, 2002, pp.124).
Basándonos en lo que leemos en el texto podemos afirmar que las objeciones de Vidal a la amplitud del campo son básicamente de naturaleza cognitiva, sin ninguna preocupación por el contenido ideológico que pueda amenazar su integridad científica. No hay ningún tabú o fantasma que implique a la geografía política. No es más que una rama de la disciplina que alcanzó el estatus académico principios de la "era imperialista", al igual que la geografía comercial (o económica) y la geografía colonial10 (Flint, 2009, pp.549). Sin embargo, entre todas ellas es la que mejor expresa el propósito de realizar un tratamiento sistemático del "elemento humano" de la disciplina, antes de que Ratzel propusiera su antropogeografía. Fuera del circuito académico, en el ámbito "profano" de los Congresos Internacionales de Geografía, el área encontró aceptación en forma de comisión o sección de estudio, atrayendo la participación de una fiel legión de diletantes. Por lo tanto, era un término de uso común en la época.
Por tal motivo, Vidal la aceptó sin limitaciones para designar fenómenos geográficos más allá de la geografía física, como las relaciones entre el hombre -organizado en sociedad o en grupos- y el medio donde se desarrolla la actividad humana (Vidal de la Blache, 2002, pp.123). Esta fue exactamente la concepción de Halford Mackinder (1996, pp.158), claramente expresada en un texto clásico de 1887: "se acepta que la función de la geografía política consiste en descubrir y demostrar las relaciones existentes entre el hombre en la sociedad y las variaciones locales de su medio". El geógrafo británico manejó la denominación como bandera insignia de su discurso, llevándola del ámbito académico al terreno de las hipótesis estratégicas sobre el poder mundial. Ratzel, por su parte, se trasladó decididamente al subcampo como un despliegue de su antropogeografía. La trayectoria de Vidal, en cierto modo, sugiere lo contrario. En el texto en cuestión, el autor trata la "geografía política" y la "geografía humana" como términos estrictamente equivalentes, aunque no consideraba a esta última, en ese momento, como una perspectiva particular de estudio11. Son los "hechos de la geografía humana" (es decir, la geografía de los hombres sobre la superficie terrestre) los que le interesan aquí, y deberían ser estudiados -diría al final- por la "geografía política o humana", entendida como parte del mismo conjunto: la geografía general (Vidal de la Blache, 2002, pp.129, énfasis nuestro)
Un último aspecto a destacar en el comentario de Vidal consiste en el sutil desplazamiento operado por el geógrafo francés en la perspectiva de estudio dominante de su colega alemana, centrada preferentemente en la relación Estado-suelo. La cuestión fue bien detectada por Rogério Haesbaert (2002, pp.117, 118), quien señaló dicho desplazamiento y lo resumió en los siguientes términos: "más que el debate sobre el Estado, el texto de La Blache hace hincapié en el de la ‘sociedad’, la ‘humanidad’ o ‘los grupos humanos’ en su relación con el espacio". De hecho, si nos fijamos en la última parte del artículo (la más sustancial), encontramos allí una rica demostración de cómo los fenómenos de la geografía política deben ser apreciados en las escalas geográficas más diferenciadas (Haesbaert, 2002, pp.121). Vidal de la Blache habla de establecimientos políticos elementales, como las aldeas, los pueblos y las tribus; del papel central de las ciudades como elementos articuladores del poder estatal; y, finalmente, de lo que denomina "regiones políticas", cuyos ejemplos serían Europa Occidental -como se pondrá de manifiesto en el siguiente texto analizado- y ciertas zonas fronterizas inciertas existentes en Asia Central y el África Sudanesa (Vidal de la Blache, 2002, pp. 133-35). En el desarrollo de su argumentación, el autor hace uso de una noción recurrente, empleada casi siempre en plural. Se trata de agrupaciones humanas, a veces llamadas agrupaciones políticas, como en los escritos que más nos interesan aquí.
Veamos cómo la noción en cuestión aparece de forma central en otra obra de Vidal. En este caso, el texto en cuestión es un capítulo de La France del Est (Lorraine-Alsace), titulado Du principe de groupement dans l'Europe Occidentale. De entrada, nos sumamos a las observaciones de Guillherme Ribeiro (2011) en cuanto a la improcedencia de considerar el libro en su conjunto como una obra esencialmente geopolítica, como pretende Lacoste (1994). Más propiamente, La France de l'Est es una brillante síntesis de varios subcampos de la ciencia geográfica, representando la maduración de la propuesta de geografía humana lentamente cultivada por el autor (Ribeiro, 2011, pp.4). No pretendemos hacer abstracción, sin embargo, del conflicto militar que subyace en la elaboración del libro, ni del contenido geográfico-político -Ribeiro diría geopolítico- de los capítulos de la parte IV, dedicados a temas como la influencia alemana en Europa, las agrupaciones políticas, las fronteras y las vías de comunicación. Al contrario. Intentaremos destacar dicho contenido a partir del mencionado capítulo, para percibir no solo los intereses de Francia (que Vidal no dejará de expresar), sino también la propia forma francesa de ver el tema.
El texto se divide en dos partes muy diferenciadas. En el primero, Vidal reflexiona sobre la necesidad de que los países de Europa Occidental combinen sus intereses políticos y ensayen formas de cooperación internacional. Podríamos ver en estas agrupaciones una prefiguración de la Unión Europea lanzada muchas décadas después, pero esto, en cierto modo, ocultaría el contexto inmediato que dio lugar a esa reflexión. De hecho, se trataba de una situación de guerra entre el Imperio Alemán y Francia y sus aliados occidentales, que debían definir una acción coordinada. El geógrafo, sin embargo, considera la cuestión más allá de los imperativos de las nuevas situaciones de amenaza, buscando criterios de agrupamientos estables - y fundados en principios civilizadores y racionales-. Descarta, así, afinidades basadas en similitudes raciales y lingüísticas que, además de no reflejar la realidad histórica del continente -marcada por una intensa mezcla étnica-, alimentarían peligrosamente "razones místicas extraídas de supuestas superioridades raciales o (...) resentimientos de luchas pasadas" (Vidal de la Blache, 1994, pp.207).
En contraposición a esta perspectiva, el autor propondría una agrupación política basada en principios sociales y nociones como la libertad y la justicia, precisamente aquellas "con las que Europa Occidental construyó los fundamentos de su existencia política [y los difundió por todo el mundo]” (Vidal de la Blache, 1994, pp. 208). Se daba a entender que Francia, con sus valores ilustrados y republicanos, ocuparía un lugar central en esta asociación continental, junto a una serie de pequeños Estados con sólida cohesión política y de rivales históricos como Gran Bretaña, dispuestos a olvidar viejos agravios y a definir bases cordiales de entendimiento. Alemania, según la misma lógica, no encajaría en ese orden, estando de hecho en directa oposición a él. Su tendencia expansionista, intolerable a nivel continental, rompió los cimientos de una Pax Europaea.
La segunda parte del texto pretende ampliar la noción de agrupación para incluir también a Europa del Este. Más concretamente, son las posibilidades de acercamiento a Rusia12 las que atraen la atención de Vidal, anticipando el escenario que debería dibujarse con el restablecimiento de la paz en el continente. Este enfoque, según el geógrafo, reanudaría un movimiento natural, ya que "desde el siglo XVI, Rusia no ha dejado de intentar abrir sus horizontes organizando comunicaciones libres con Europa Occidental" (Vidal de la Blache, 1994, pp. 210). Pero se trataba, a su juicio, de un movimiento bloqueado por Alemania -que pretendía ser el mediador exclusivo del contacto-, así como limitado por la enorme precariedad de la economía y las infraestructuras en el vasto imperio euroasiático.
Sin embargo, había razones para creer que este panorama iba a cambiar. La perspectiva de una derrota alemana en el conflicto en curso era ciertamente una de ellas. Otra razón radica en factores menos circunstanciales, relacionados con tres transformaciones operadas en el Imperio ruso a finales del siglo XIX al XX, como la abolición de la servidumbre, la industrialización y la expansión del ferrocarril hacia el Este. "Gracias a este progreso", escribe, "(...) [Rusia] alcanza la voluntad y el poder de participar en las transacciones generales y de asegurar para su inmenso Imperio (...) el acceso al mercado mundial" (Vidal de la Blache, 1994, pp.211, 212). El establecimiento de este puente abriría a los consumidores y capitales occidentales los productos agrícolas de la Rusia europea y los vastos recursos del interior de Asia, haciendo un camino considerado inevitable y beneficioso para todas las fuerzas económicas y políticas implicadas.
¿Cuál sería la relación entre esa lectura de la situación europea en 1917 y los intereses franceses y, en el plano del pensamiento geográfico, con otras reflexiones sobre el tema producidas en la época? Intentemos responder a estos dos aspectos de forma articulada, a partir de datos históricos y de una breve comparación con un autor contemporáneo a Vidal. En cuanto al primer aspecto, nos hace pensar que las ideas del geógrafo están en perfecta sintonía con las prácticas estratégicas, diplomáticas y comerciales de su país. Por si el anti-alemanismo presente en todo el texto no fuera suficiente, la preocupación por atraer a Rusia al conjunto europeo liderado por Francia, explicada en la segunda parte, refleja exactamente la tendencia principal de la política exterior del Estado francés a escala continental. Establecida en 1892 y en vigor hasta la Revolución de 1917, la Alianza franco-rusa fue la alianza militar más estable de Europa en las décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial. Fuera del aspecto militar, el acuerdo dio a Rusia acceso a la bolsa de París, proporcionándole el capital que necesitaba para modernizar su economía y su aparato estatal. Desde entonces, Francia se convirtió en el principal inversor extranjero en Rusia13, profundizando sus lazos políticos con el Imperio (Néré, 1981, pp.286).
Así, en Du principe de groupement, se entiende el tono hostil y condenatorio utilizado hacia Alemania y, en marcado contraste, el tratamiento dado a Rusia. Si la nacionalidad de Vidal fuera distinta, la perspectiva sería ciertamente diferente. Como ejemplo, tomemos el caso de un influyente geógrafo británico de finales del siglo XIX y primera mitad del XX, el mencionado Halford Mackinder. En 1904, este académico de espíritu militar (Flint, 2009) presentó a la Royal Geographical Society su teoría geopolítica sobre las bases del poder mundial, basada en el antagonismo entre Gran Bretaña y Alemania y Rusia. Para Mackinder (2004), el mundo estaba compuesto por una única gran isla (World-Island), formada por un núcleo continental -el Heartland, situado en la parte central de Eurasia-, un "anillo periférico interior" y otro anillo exterior, de menor importancia. La idea clave de la teoría era que el Heartland, debido a sus características intrínsecas -gran extensión, abundancia de recursos, movilidad interna y protección natural contra las invasiones- tenía una importancia geopolítica vital, constituyendo así la base del poder mundial.
Ahora bien, ¿no es esta idea similar a la caracterización que hace Vidal de Rusia? No se ahorraría ningún halago al caracterizarla como "una de las principales reservas de recursos futuros" (Vidal de la Blache: 1994, pp.211), comparable a Estados Unidos como frontera de expansión y superior a Alemania en cuanto a posición geográfica: "(si) Alemania es central en relación con Europa, Rusia lo es en relación con esa parte de Asia incomparablemente mayor que podemos designar con una expresión que los geógrafos han tomado prestada con razón de los geólogos: Eurasia. Desde allí controla los caminos de China y, sobre todo, dispone de recursos agrícolas e industriales que se extienden desde el Donetz hasta el Altäi y que aparecen, desde entonces, como una de las principales reservas del globo" (1994, pp.213).
Sin embargo, la convergencia de opiniones sobre Rusia coexistió con una diferencia crucial. Mientras que el geógrafo británico lo veía como una amenaza, debido al antagonismo señalado, el francés lo exaltaba como "un mundo lleno de promesas" (Vidal de la Blache, 1994, pp.213), considerando la posición privilegiada de su país como aliado político e inversor de capitales. Para cerrar esta presentación, cabe añadir que un dimensionamiento de la geografía política en la obra de Vidal no estaría completo si no se tuviera en cuenta la reflexión del geógrafo sobre el papel de Francia como potencia mundial, dado su vasto imperio colonial y su poder económico.
En cuanto al tema colonial propiamente dicho, centrándose en los ejemplos africanos, la preocupación de Vidal parece dirigirse al problema de mantener el control político en zonas de difícil gestión, ya sea por su entorno "inhóspito" y las distancias implicadas, o por la diversidad potencialmente conflictiva de las poblaciones nativas. Esto es exactamente lo que se muestra en las consideraciones sobre la zona fronteriza entre Argelia y Marruecos, así como en las relativas a la conquista del Sahara (Vidal de la Blache, 1897, 1911). Los textos revelan los retos que plantean a la autoridad colonial la regulación de los movimientos, el arbitraje de los conflictos, la lucha contra las tribus insumisas y la organización de los flujos económicos "modernos", todo ello en zonas donde la soberanía estatal/metropolitana estaba enrarecida. Más allá de los aspectos conceptuales, la vigilancia de las fronteras de los dominios franceses con Marruecos14 y el control del territorio y la población, en los primeros, eran exigencias de la empresa colonial, asociadas a prácticas estratégicas que definían una geopolítica (Ribeiro, 2010a, 2010b).
Con relación a las colonias francesas, otro tema que mereció la atención de Vidal fue el de los límites territoriales de esas colonias con otras soberanías, como en Le conteste franco-brésilien, que consideramos oportuno incluir en el libro por tratarse de un episodio de la formación territorial de Brasil. Aquí vemos al académico asumiendo el papel político de asesor técnico de la diplomacia de su país, sin dejar de ser un científico, capaz de reconocer -con valor en sí mismo- el conjunto de conocimientos producidos como resultado del litigio (Vidal de la Blache, 1901).
Pero no solo los dominios franceses interesaban al geógrafo. De hecho, quizás Vidal ya intuía que el vasto conjunto territorial acumulado por la expansión europea, en el siglo XIX y anteriores, tenía algo de inestable en un mundo que cambiaba rápidamente, especialmente en el continente americano. Su preocupación por el problema aparece claramente en la reseña de la tesis de A. Métin sobre la Columbia Británica (Vidal de la Blache, 1908), en la que el autor reflexiona sobre la dilución de las estructuras tradicionales frente a la aparición de nuevas formas de organización económica en la provincia canadiense, que denomina "americanismo".
Teniendo en cuenta estas tendencias o procesos en curso, cabe preguntarse qué lugar tienen todavía las potencias europeas en la reconfiguración del planeta. Al encarnar los ideales de progreso y civilización ampliamente reconocidos, Francia no debe omitirse en la disputa por la hegemonía mundial, luchando con las mejores armas de que dispone: la fuerza de su cultura política y científica. Así se entiende la elaboración de textos como el dedicado a la misión militar francesa en Perú (Vidal de la Blache, 1906) -interesante registro del intento de expansión de la esfera de influencia del país- y el mapa internacional del mundo a escala millonaria (Vidal de la Blache, 1910), motivado por el temor del autor a ver a su país excluido de un proyecto que suponía un auténtico "reparto" de las áreas cartográficas del globo -con evidentes implicaciones para la representación construida sobre él-.
Toda esta atención prestada por Vidal a la colonización e influencia francesa en el mundo, complementada con las reflexiones sobre la situación europea producidas en distintos momentos de su trayectoria -desde la primera obra hasta el último libro escrito en vida-, ayudan a replantear la imagen del autor como un académico ajeno a los temas de geografía política. En el libro que dio origen a este texto, presentamos un análisis de los escritos de Vidal sobre la coyuntura internacional y, más brevemente, un comentario sobre los espacios coloniales franceses y otras áreas periféricas, disputadas por las potencias europeas. Ahora que retomamos el tema, una década después, parece oportuno estimular a los lectores a ir más allá de los límites de nuestras observaciones sobre los textos coloniales de Vidal, recurriendo a estudios más específicos que han sabido reconocer el valor de esta producción, en medio de otros temas desarrollados por el autor (Soubeyran, 1997; Clerc, 2006; Mercier, 2009; Ribeiro, 2019). Al ampliar el repertorio textual anterior y analizarlo críticamente, tales estudios servirán para profundizar los elementos de este texto y abrir nuevos horizontes interpretativos al tema.