SUMARIO
Introducción 1 Precariedad laboral en la periferia 2 Mendoza: precariedad, intensificación y bajos salarios 2.1 Composición de los ocupados por rama de actividad 2.2 Registración por rama de actividad 2.3 Evolución de los salarios 3 Expansión de la “Superpoblación Relativa”. Conclusiones. Bibliografía
Introducción
La precariedad ocupa buena parte de la discusión actual en el campo de la sociología del trabajo, contorneada por múltiples facetas: la naturaleza del trabajo realizado, la subjetividad política de este sujeto; la novedad o no del fenómeno. El debate latinoamericano sobre trabajos típicos/atípicos o clásicos (De la Garza 2010; Antunes, R, 2005) pone en cuestión aquel modelo de trabajo y trabajador característico del Estado de Bienestar europeo. No obstante, al momento de abordar empíricamente la precariedad laboral recurrimos a mediciones tradicionales que no nos permiten comprender la peculiaridad del fenómeno en América Latina.
Este trabajo busca contribuir a la reflexión y revisión de algunas premisas conceptuales que atraviesan el abordaje de la precariedad, así como poner en cuestión la visión y matriz de la formalización del trabajo, que desatiende la configuración de las relaciones laborales, así como la especificidad que asume la relación capital-trabajo en la región (Vejar, J. 2014).Partimos de considerar que la precariedad laboral en Latinoamérica y en Argentina, en particular, se ha relacionado con las condiciones endógenas de desarrollo capitalista y con la forma de inserción en el mercado mundial. El capitalismo en la región ha estado condicionado históricamente por su carácter periférico, dando lugar a un modo de acumulación de capital basado en la precarización y superexplotación de la fuerza de trabajo (Marini, 2008).Esta diferenciación estructural de América Latina ha implicado que la precariedad laboral (en términos de informalidad, malas condiciones de trabajo y bajos salarios) haya sido un fenómeno presente en amplios segmentos de los y las trabajadores/as (Neffa, 2010; Busso, 2010).
En el año 2003 en Argentina comenzó un período de sostenido crecimiento económico y reactivación del mercado laboral denominado por el discurso oficial, como “Modelo de Desarrollo con Inclusión Social”. Con ello, se buscaba marcar la diferencia con la etapa neoliberal (1989-2001) instalando un relato que acentuaba la centralidad del Estado en el nuevo período así como la inclusión social mediante el trabajo. Esta caracterización generó debates al interior de las ciencias sociales con disímiles miradas respecto de las transformaciones en la ocupación durante los gobiernos kirchneristas (2003-2015). Una de ellas, sugiere que el mejoramiento en los indicadores laborales supuso el surgimiento y consolidación de un nuevo régimen de empleo, que se caracterizó por otorgar centralidad a la creación de empleo con protección social, en contraposición a lo ocurrido durante el neoliberalismo. Asimismo, señalaban que la mejora en el empleo estuvo relacionada, en parte, con la recuperación del Estado en su capacidad de arbitraje, con la política del Salario Mínimo Vital y Móvil y la reapertura de las negociaciones colectivas (Palomino, 2008; Palomino y Trajtemberg, 2006; Novick,2000, 2006).
Frente a esta mirada, encontramos otra que hizo énfasis en las continuidades estructurales presentes en el mercado laboral y en la inserción laboral de los/as ocupados/as, al sostener que dicha reinserción fue precaria debido a la persistencia de un sector de la fuerza de trabajo ocupada en la informalidad y por la continuidad de una heterogeneidad estructural, que se manifestó en la estratificación sectorial del empleo, la segmentación del mercado de trabajo y la disparidad remunerativa (Vera y Salvia, 2011).
Este artículo busca realizar un aporte a la discusión sobre la precariedad laboral en el marco de una gestión gubernamental que tuvo como eje central de sus políticas laborales la creación de empleo con protección social. En este sentido, a partir del abordaje conceptual propuesto, realizamos el análisis de un conjunto de variables como forma de aproximación al estudio de las condiciones y nivel de explotación de la fuerza de trabajo. En particular, indagamos la evolución de los principales indicadores laborales y su interrelación; la composición de los/as ocupados/as por rama de actividad; la intensidad laboral (cantidad de horas trabajadas), la no registración (evolución comparativa por sectores de actividad del nivel de empleo registrado y no registrado) y la evolución de los salarios nominales y reales (remuneraciones promedio de los asalariados registrados del sector privado1). Por otra parte, examinamos la evolución de la superpoblación relativa como contracara de los procesos de acumulación capitalista. Para ello analizamos, la dinámica que presentaron el desempleo y subempleo; la composición de los/as trabajadores/as cuentapropistas (según nivel educativo y rama de actividad). Finalmente, consideramos la población que recibe subsidios económicos (laborales y/o sociales) como forma de complementar sus ingresos, para lo cual realizamos un breve recorrido por los principales programas de empleo y/o sociales.
Para este trabajo utilizamos una metodología de tipo cuantitativo de investigación social y analizamos datos2 -fundamentalmente series estadísticas- provistos por fuentes secundarias tales como las Cuentas Nacionales, la Encuesta Permanente de Hogares (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos -INDEC- y Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas -DEIE-), el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social -MTEySS), entre otras.
Precariedad laboral en la Periferia
La crisis del capitalismo industrial a fines de los años ’70 y principios de los años ’80 suscitó una reestructuración económica que trajo aparejada cambios e innovación de los procesos de trabajo, así como, una revolución científico-tecnológica de los medios de producción. Este proceso permitió refundar las bases sociales de la acumulación capitalista y recuperar los niveles de rentabilidad, así como, restablecer el proyecto de dominación del capital. En este contexto, la precariedad laboral emergió como parte de una respuesta del capital a su propia crisis (Antunes, 2005).
Este proceso provocó grandes transformaciones en el mundo del trabajo, debilitándose los lazos sociales que garantizaban la extensión y estabilidad de la relación salarial fordista, así como el conjunto de protecciones sociales propias del Estado de Bienestar (Castells, 1995). La generalización de formas flexibles y precarias de empleo impulsaron la heterogeneización, fragmentación y complejización de la clase trabajadora (Antunes, 2005), lo que llevó, a la sociología del trabajo latinoamericana, a hablar de un concepto de trabajo y sujeto laboral ampliados (De La Garza, 2010).
En este marco, los debates europeos fundamentalmente, asociaron la precariedad laboral al debilitamiento de los vínculos de integración social que brindaba la relación salarial típica del Estado de Bienestar, como al deterioro de las condiciones laborales y a la inseguridad en el empleo -entre otros aspectos- (Mosoetsa, Stillerman,Tilly, 2016). No obstante, consideramos que analizar la precariedad laboral sólo desde estos aspectos, no permite advertir las características específicas que asume el fenómeno en América Latina, donde el empleo formal y estable ha sido una condición objetiva de sólo un segmento de trabajadores/as y la precariedad un continuum para gran parte de trabajadores/as latinoamericanos/as (Vejar, 2014; Mosoetsa, Stillerman, Tilly, 2016; Quijano, 2004).
Por ello, consideramos que el eje para comprender la precariedad laboral en América Latina es la relación capital- trabajo, en tanto relación antagónica en vistas de la subsunción del trabajo al capital (Marx, 2006). El carácter periférico de América Latina -que hace de la precariedad un fenómeno diferenciado en su emergencia y desarrollo- ha dado lugar a un modo de acumulación capitalista centrado en la superexplotación del trabajo (Marini, 2008), con una estructura productiva desigual centrada en la exportación de materias primas (Feliz, 2011a, 2011b).
Marini (2008) señala que en los espacios capitalistas periféricos la intensificación del trabajo “se convierte en uno de los principales mecanismos para enfrentar a la competencia internacional en condiciones de atraso tecnológico” ya que
“el aumento en la intensidad laboral (tanto en la porosidad de la jornada como en su duración) permite a los capitales individuales aumentar la producción de valor sin alterar las condiciones de producción (composición orgánica del capital) y por lo tanto ayuda a compensar el efecto negativo que la expansión de la producción sobre la base de la innovación tecnológica tiene sobre la rentabilidad (efecto de la tendencia a la caída de la tasa de ganancia)” (Marini, 1979, citado por Féliz, 2011, p. 150).
No obstante, “al incrementar el desgaste de la fuerza de trabajo, aumenta el costo de reproducción social (valor) de la fuerza de trabajo”, por tanto “para que la mayor intensidad laboral se traduzca en una mayor tasa de plusvalía, la misma deberá traducirse en una remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, es decir, deberá ser acompañada de una superexplotación del trabajo” (Marini, 1979, citado por Féliz, 2011b, p. 151).
Esta tendencia a la precarización y superexplotación laboral se intensifican en procesos de reestructuración productiva y social como los que se produjeron en la Argentina durante la década de los ’90, que acentuaron las tendencias a la centralización y concentración del capital (Azpiazu y Schorr, 2010; Basualdo, 2006), así como, una reorganización del trabajo social y un impulso a la racionalización de los procesos que llevaron a una creciente explotación del trabajo (Feliz, 2011b).
Al mismo tiempo, en el marco de la modernización del Estado, comenzó a tomar fuerza el argumento que sostenía que la eliminación de la intervención estatal pondría a las empresas locales en la disyuntiva de transformarse en más “eficientes” para enfrentar con éxito la competencia externa, y progresivamente, luego de un lapso “razonable” todo ello se “derramaría” sobre el conjunto de la sociedad bajo la forma de más empleo, mejores condiciones laborales, mayores salarios. De esta manera, a partir de la Ley Nacional de Empleo, se materializó la idea que la protección de los trabajadores representaba un “costo” para la economía nacional. Así la flexibilización laboral, impulsada vía legislación, institucionalizó condiciones informales-precarias de empleo, cuestionando la dualidad teórica de trabajo formal-regulado-protegido y trabajo informal-no regulado-desprotegido (Neffa, 2010).
La precariedad y el aumento del desempleo implican un cambio notorio en las relaciones de fuerza, una asimetría mayor entre capital y trabajo: se impuso el desmantelamiento de leyes, instituciones gremiales y mecanismos administrativos que permitían a los trabajadores negociar condiciones, modalidades y límites de la explotación (Quijano A., 2004). La precariedad como situación generalizada apuntó al quiebre de solidaridades (sociales, laborales y políticas), fragmentó aún más la experiencia de los individuos e insertó la vida en un horizonte signado por la inestabilidad e incertidumbre (Svampa M., 2008).
1. Mendoza: precariedad, intensificación y bajos salarios
A partir del año 2003, el nuevo gobierno coloca al empleo como eje de la inclusión social y abre de esta manera un nuevo período en el ciclo de acumulación de capital en la Argentina. La política de empleo formulada e implementada por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social fue presentada como una política de desarrollo con inclusión social:
“la idea central es reconstruir un capitalismo nacional que regenere la recuperación de una sociedad integrada, con empleo, con salarios dignos y protección social ascendente. En este escenario el trabajo es el gran ordenador social y el Estado cobra un papel principal. Esto, significó situar al empleo en el centro del modelo de crecimiento y constituirlo en eje de las políticas económicas y sociales” (Deibe, 2008)
Con la salida de la crisis de 2001-2002, se inició en la Argentina un crecimiento acelerado de la economía que se tradujo en un mejoramiento de los principales indicadores laborales. En este contexto y con el objetivo de conocer las características que presentó la explotación del trabajo en la Provincia de Mendoza en el período 2003-2015 y sus efectos visibles en el mercado de trabajo, analizamos los principales indicadores laborales y su interrelación.
En la provincia, la devaluación del año 2002 favoreció la profundización de un perfil económico orientado a las exportaciones manufactureras de origen agropecuario, principalmente vinos finos3, combustibles y energía. También, contribuyó a la consolidación de los sectores vinculados al Turismo, como ‘Comercio’, ‘Hoteles y restaurantes’. Esta orientación de la economía hacia el sector externo, provocó una mayor vulnerabilidad y dependencia de los vaivenes de la economía internacional(Canafoglia et al, 2012).
Sector de Actividad | 2005 | 2006 | 2007 | 2008 | 2009 | 2010 | 2011 | 2012 | 2013 | 2014 | 2015 |
Totales | 4.1% | 7.5% | 3.6% | 2.8% | -1.7% | 2.3% | 3.3% | 0.1% | 3.5% | -2.9% | 5.3% |
Agropecuario | 4.8% | 13.8% | 3.0% | -2.4% | -13.0% | 1.4% | -0.6% | -17.7% | 21.4% | -16.8% | 6.5% |
Explotación Minas y Canteras | -5.5% | 3.8% | 11.7% | 9.9% | -16.5% | -3.5% | -6.5% | -3.1% | -2.1% | -2.5% | 4.5% |
Industrias Manufactureras | 0.7% | 4.0% | -0.9% | -0.6% | 1.5% | -1.6% | 0.1% | 0.5% | 5.4% | -4.7% | 6.5% |
Electricidad, Gas y Agua | 4.6% | 10.7% | -1.3% | 1.6% | -6.8% | 6.7% | -1.7% | -1.0% | 4.5% | 0.5% | 1.4% |
Construcciones | 38.9% | -6.3% | -8.2% | -14.4% | -3.7% | -2.0% | 27.5% | -14.7% | 7.6% | -0.3% | -9.4% |
Comercio, Restaurantes y Hoteles | 7.1% | 10.2% | 6.0% | 1.5% | -3.8% | 7.9% | 9.9% | 1.4% | -2.5% | -5.4% | 5.2% |
Transporte y Comunicaciones | 2.3% | 9.8% | 1.9% | 8.8% | -0.8% | 10.0% | 4.6% | 1.2% | 8.2% | 12.7% | 13.3% |
Establecimientos Financieros | 4.5% | 4.6% | 4.7% | 1.3% | 0.0% | 2.2% | 4.9% | 2.7% | 3.0% | -2.2% | 4.2% |
Servicios Comunales, Sociales y Personales | 6.5% | 9.7% | 2.4% | 8.9% | 15.2% | 0.1% | 0.8% | 7.4% | 3.9% | 1.0% | 3.2% |
Fuente: Cuentas Nacionales, DEIE, Área de Estadísticas Económicas.
La reactivación económica a partir del año 2003, se manifestó en el mejoramiento de los indicadores laborales. La tasa de actividad presentó un comportamiento estable con oscilaciones alrededor de un promedio del 44,3%. Dicha tasa se mostró sensible a los momentos del ciclo económico, registrando picos máximos en los años 2007 (46,2%) y 2015 (46%), años con tasas de crecimiento del orden del 7,5% y 5,3% respectivamente. Por otra parte, las variaciones negativas en la tasa de actividad se anticiparon a la disminución en el ritmo de crecimiento del Producto Bruto Geográfico (PBG), como sucedió en el periodo 2007-2009, cuando la tasa de actividad cae 2 pp y el PBG registró un crecimiento negativo de -1,7% entre 2008 y 2009.
La tasa de empleo mostró una tendencia creciente durante el periodo 2003-2007, incrementándose significativamente en 7,4 pp (36,8% a 44,2%). Luego se advierte una tendencia decreciente a partir del año 2008 -3,5 pp menos entre 2008-2011-; caída relacionada con el impacto de la crisis económica internacional y el descenso en las tasas de crecimiento del PBG. Esta tendencia se revirtió en el año 2012, cuando se retoma el crecimiento del empleo hasta el final del periodo en estudio, llegando a 44,6% en 2015. Como se observa, las variaciones en la tasa de empleo en el Gran Mendoza registraron un comportamiento similar al de las variaciones en la tasa de actividad, así como también mostró una reacción sensible al ritmo de crecimiento del PBG. Las tasas de desempleo y subempleo decrecieron de manera sostenida en el periodo de mayor recuperación económica (2003-7), mostrándose sensibles a los momentos del ciclo económico, como el incremento que se registró durante la crisis económica internacional de 2008-9.
Resulta relevante mencionar las desigualdades que enfrentan las mujeres en su situación laboral. En el año 2015, las mujeres exhibieron una menor participación en el mercado de trabajo, que se observó en la menor tasa de empleo de éstas (44,7%) en comparación con la de los varones (66,9%). Asimismo, se ven más afectadas por el desempleo -la tasa de desempleo de las mujeres (5,6%) fue 3,3 pp más elevada que la de varones (2,3%)- (EPH-INDEC). Esta marginalización en el mercado laboral puede relacionarse con la desigual distribución de las tareas dentro de los hogares. Las mujeres dedicaron en 2013, en promedio, 6,8 horas diarias a actividades no remuneradas (que incluye quehaceres domésticos, apoyo escolar y cuidado de personas), mientras que los varones sólo dedicaron 2,3 horas. Por otra parte, advertimos que esta diferencia no varía según la condición de actividad, ya que, las mujeres -estén ocupadas o desocupadas- dedicaron mayor cantidad de horas a las tareas de cuidado que los hombres5.
Principales tasas laborales | 2003 | 2004 | 2005 | 2006 | 2007 | 2008 | 2009 | 2010 | 2011 | 2012 | 2013 | 2014 | 2015 |
Tasa de Actividad | 44.3 | 44.7 | 42.5 | 44.3 | 46.2 | 45.3 | 44.4 | 44.6 | 42.9 | 43.4 | 43.4 | 44 | 46 |
Tasa de Inactividad | 55.7 | 55.3 | 57.5 | 55.7 | 53.8 | 54.7 | 55.6 | 55.4 | 57.1 | 56.6 | 56.6 | 56 | 54.6 |
Tasa de Empleo | 36.8 | 39.5 | 39.1 | 41.1 | 44.2 | 43.3 | 41.8 | 41.9 | 40.7 | 41.4 | 41.8 | 42 | 44.6 |
Tasa de Desempleo | 16.9 | 11.6 | 8 | 7.2 | 4.2 | 4.5 | 5.8 | 6 | 4.9 | 4.7 | 3.7 | 4.5 | 3.1 |
Tasa de Subempleo | 16.7 | 14.6 | 11.8 | 9 | 7.3 | 9.3 | 7.8 | 8.1 | 7.2 | 6.5 | 5.2 | 10 | 8.4 |
Fuente: Elaboración propia en base a datos EPH-DEIE.
La variable “intensidad de la ocupación” nos permite aproximarnos al análisis de la explotación de la fuerza de trabajo en el Gran Mendoza. Entre los años 2003 y 2015, un promedio del 37% de los trabajadores/as se encontraban sobreocupados/as (trabajaban más de 45 horas semanales) y dicho nivel ascendió a un 40% en los años de crisis, 2005 y 2009. Por otra parte, si consideramos la cantidad de ocupaciones por trabajador/a, se pone de manifiesto que en general poseían una ocupación principal el 85% de los y las trabajadoras. En síntesis, si la mayor parte de los/as ocupados/as poseían una ocupación principal y existían altos niveles de sobreocupación, dichos datos sugieren una probable intensificación en el uso de la fuerza de trabajo durante el periodo en estudio.
1.1 Composición de los ocupados por rama de actividad
La estructuración sectorial del empleo muestra características específicas durante el periodo en estudio. Al analizar la composición de los/as ocupados/as por rama de actividad advertimos que para el año 2015, los tres sectores que concentraron mayores porcentajes de ocupados/A fueron: en primer lugar, Comercio con el 19,5%; en segundo lugar, Servicios Inmobiliarios, Empresariales y Financieros con un 11,8% y en tercer lugar, la Industria con el 10,2%. Resulta importante destacar, que el sector Servicios en general (que incluye servicios de hotelería, transporte, almacenamiento y comunicación, intermediación financiera, inmobiliarios, empresariales y de alquiler, sociales y de salud y de organizaciones y organismos extraterritoriales -CAES Mercosur-) concentró el 32% de los ocupados del Gran Mendoza.
Al examinar la evolución de estos sectores de actividad durante el período 2003-2015, notamos que el sector Comercio mostró una tendencia levemente decreciente hasta el año 2008, revirtiéndose durante los años de crisis (2008-2010) con un crecimiento de 3pp. Los últimos años del periodo exhibió una caída de 6,2 pp entre 2010-2015, perdiendo un 24% de ocupados en esos 5 años. En síntesis, el sector Comercio pierde peso relativo en términos de ocupación al final del periodo analizado. En el caso del sector Servicios Inmobiliarios, Empresariales y Financieros, el mismo presentó una tendencia creciente durante todo el periodo analizado, pasando de un 7,7% a un 11,8% de los ocupados. Finalmente, la Industria mostró una tendencia levemente decreciente, con oscilaciones, durante los años 2003-2015, perdiendo hacia el final del periodo 21,5% de los ocupados. Esta tendencia estuvo relacionada, en parte, con la pérdida de 3pp en la participación relativa en el PBG provincial entre 2004-2015.
En términos de tasas de crecimiento, los rubros que han registrado variaciones positivas relativamente importantes en la cantidad de ocupados en el período 2003-2015 son: Hoteles y Restaurantes que incrementó un 77,8% la cantidad de ocupados y Servicios Inmobiliarios, Empresariales y Financieros que exhibió un aumento del 53,2%. El importante crecimiento de la ocupación en el sector Hoteles y Restaurantes, se vincula con la evolución favorable que tuvo el turismo durante el lapso de tiempo en cuestión y con el incremento paulatino de la inversión en establecimientos hoteleros y para hoteleros (Blazsek, 2007). Es importante destacar que, en general, el comportamiento en cuanto al dinamismo ocupacional sectorial ha sido más bien dispar, sin corresponderse necesariamente con la evolución de la tasa de empleo.
En síntesis, podemos destacar que la estructura ocupacional durante el periodo analizado presentó como rasgo fundamental que la mayor parte de los/as ocupados/as se concentraron en el sector terciario (comercio, hoteles y restaurantes, servicios inmobiliarios, empresariales y financieros, administración, enseñanza, servicios sociales y servicio doméstico): el 69,5% para el año 2003 y 70,2% en 2015.
2.2 Registración por rama de actividad
Al analizar la calidad de empleo creado luego de la crisis del 2001-2002, se observan tendencias estructurales que, tanto la reactivación económica como las políticas de inclusión, no pudieron revertir. En este sentido, pese a la disminución del nivel de no registración respecto a los peores valores alcanzados durante la crisis, hacia el año 2015 los/as asalariados/as no registrados/as superaban los valores de la primera mitad de la década del noventa, incrementándose el piso estructural luego de la crisis.
Según datos relevados por la EPH (INDEC) las ramas de actividad que exhibieron mayores niveles de no registración para el año 2015 fueron: Servicio doméstico (79,8%), Construcción (78,9%), Comercio (39,5%) y Hoteles y restaurantes (35,1%). En cuanto a la evolución de los niveles de no registración, el sector Servicio doméstico mostró una tendencia decreciente con oscilaciones, disminuyendo 18 pp en el período 2003-2015 (97,8% en 2003 a 79,8% en 2015). El sector Construcción tuvo un promedio de 74% de trabajadores/as no registrados/as en el periodo estudiado, mostrando valores que superaban el 70% -salvo para los años 2009, 2011 y 2012, cuando el sector mostró crecimiento negativo en términos de Valor Agregado Bruto (VAB) -.
Comercio exhibió una tendencia decreciente con grandes oscilaciones, pasando de un 56,2% de trabajadores/as no registrados/as en 2003 a un 39,5% en 2015. Cabe destacar que, los elevados niveles de no registración que presenta Comercio resultan más preocupantes si tenemos en cuenta que nucleó a un 19,5% de los/as ocupados/as para 2015. Finalmente, Hoteles y Restaurantes presentó altos niveles de no registración durante todo el periodo, con un promedio de 48,6% de trabajadores/as no registrados/as. Resulta importante señalar que los niveles de no registración se incrementaron en los momentos de mayor crecimiento económico del sector (2004-63%, 2007- 64,2% y 2013-63%) y, si tenemos en cuenta que fue el más dinámico en términos de crecimiento del empleo en el periodo, podemos concluir que el incremento del empleo en el sector tiende a privilegiar la precarización del mismo.
2.3 Evolución de los salarios
Otra de las variables a analizar a fin de conocer las condiciones en que se realiza la explotación de la fuerza de trabajo es la evolución salarial. A nivel nacional advertimos una recuperación de las remuneraciones, que se ve matizada al realizar una mirada de largo plazo, advirtiendo que el salario real en 2012 se encontró apenas por encima del nivel del año 2001 -el que a su vez era el piso de 5 décadas previas-. Por otra parte, también se advierten disparidades sectoriales -los/as trabajadores/as registrados/as del sector privado percibieron mayores incrementos salariales que los del sector público- así como entre trabajadores/as registrados/as y no registrados/as (ODS-CTA, 2012, pp. 3-4, fuente: INDEC).
En el análisis de las remuneraciones promedio de los/as trabajadores/as registrados/as del sector privado de la provincia de Mendoza (Cuadro N°3) advertimos que, tanto la devaluación como el proceso inflacionario de los últimos años, impactaron negativamente en el poder adquisitivo del salario. Durante la depresión económica (1999-2002) conjuntamente con la devaluación e inflación a partir del año 2002, se observa una caída de los salarios reales. Este decrecimiento de las remuneraciones fue de -23,30% en dólares. Mientras que, si se contempla lo ocurrido a lo largo del período 2003-2014, podemos verificar que el crecimiento del salario real fue de 10,3 pp menor que en términos nominales.
PERIODO | SALARIO NOMINAL en valores corrientes | SALARIO en dólares (TC Nominal6) | ||
Promedio | Tasa de crecimiento | Promedio | Tasa de crecimiento6 | |
1996/2015 | 2914 | 15,73% | 732 | 3,54% |
1996/1998 | 670 | 1,04% | 670 | 1,04% |
1999/2002 | 673 | 0,55% | 556 | -24,30% |
2003/2014 | 4121 | 23,41% | 801 | 13,15% |
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la BADE-OEDE y BCRA.
2. Expansión de la ‘Superpoblación relativa’
La precariedad implica una asimetría mayor entre capital y trabajo, la centralización y concentración del capital tiene como contracara la expansión de excedente de población. Marx señala que la acumulación capitalista llevada a cabo en medio de un continuo cambio en la composición orgánica del capital (aumento de su parte constante a expensas de su parte variable) “(...) produce constantemente, en proporción a su intensidad y su volumen, una población obrera excesiva para las necesidades medias de explotación del capital, es decir, una población obrera remanente o sobrante» (Iñigo Carrera, 2012). Dicha población excedente se manifiesta en tres modalidades: superpoblación fluctuante, superpoblación latente y superpoblación estancada o intermitente (Marx, 2006). Esta superpoblación es producto necesario de la acumulación capitalista, ejerciendo presión en los períodos de estancamiento y limitando las exigencias de los trabajadores en épocas de crecimiento económico.
En un análisis de medición de la población excedente para las necesidades medias del capital en Argentina, Iñigo Carrera (2012) muestra que desde la década del noventa existe una tendencia creciente de la producción y de la productividad del trabajo, así como una expansión de la superpoblación relativa independientemente de las fluctuaciones del ciclo industrial. Realiza, a través de su investigación de la superpoblación en Argentina una propuesta de medición de las diferentes modalidades de población excedente. En base a ella, orientamos el presente trabajo para aproximarnos a conocer la magnitud de dicha población en la Provincia de Mendoza en el período 2003-2015.
a. Modalidad fluctuante:
Esta dimensión de la superpoblación relativa está compuesta, fundamentalmente, por desocupados y subocupados, y ha sido generalmente asimilada a lo que Marx define como “ejército industrial de reserva”. En el caso de la Provincia de Mendoza, la tasa de desempleo decreció de manera sostenida en el periodo 2003-2007, coincidentemente con la recuperación económica iniciada en el año 2003 -cae 12,7 pp, pasando de 16,9% en 2003 a 4,2% en 2007-. Luego, en el contexto de la crisis económica internacional, registró un incremento de 1,8 pp entre 2008-2011, para retomar, a partir de 2012 una tendencia decreciente, aunque con fluctuaciones, hasta el final del período analizado, llegando a 3,1% en el año 2015.
Si comparamos la evolución de la tasa de desempleo en relación a la de empleo, observamos que en general, para el periodo analizado, la tasa de desempleo disminuye cuando la tasa de empleo aumenta y al revés, a excepción de los años 2005 y 2011 en los que se advertimos una caída conjunta del empleo y desempleo, momentos en los que es posible pensar en la aparición del fenómeno del desaliento7. Cabe resaltar la caída del ritmo de crecimiento del PBG observado durante los periodos 2004-2005 y 2011-2012. Es decir que, en esta situación, la caída de la desocupación se debe en parte, al retiro del mercado de la fuerza de trabajo, lo que se evidencia en una baja significativa en la tasa de actividad en esos años.
En cuanto a la tasa de subempleo, advertimos una tendencia decreciente en el periodo 2003-2007 -pasando de 16,7% en 2003 a 7,3% en 2007-; caída que se debe al crecimiento del empleo producto de la reactivación económica. No obstante, advertimos un aumento del subempleo durante la crisis económica de 2008-2009, para luego retomar la tendencia decreciente a partir de 2011 y volver a aumentar en 2014-2015.
Estas variaciones intra-periodo muestran que en momentos de creación de empleo, desciende la subocupación, pero, cuando la tasa de empleo crece levemente o se estanca y la tasa de desempleo se mantiene estable, la tasa de subocupación aumenta, como sucedió en los años 2008 y 2014. Esto indicaría que “la subocupación funciona como un mecanismo de contrarresto parcial a la desocupación” (Blaszek, 2007, p. 52).
b. Modalidad Latente:
Esta modalidad hace referencia al flujo de población que proviene de las esferas no capitalistas de la producción. Consiste en parte de la población rural que migra a las ciudades, expulsada por la introducción de formas de producción capitalistas en el sector agrícola tradicional. Otra posible manifestación de superpoblación latente que incluye Iñigo Carrera (2012) es parte de los asalariados de las administraciones estatales en sus diferentes niveles: municipal, provincial y nacional. Ambas manifestaciones encuentran una gran dificultad en cuanto a su medición mediante las estadísticas oficiales.
No obstante, a partir de investigaciones sobre condición de los trabajadores del sector público de la Provincia de Mendoza (Cortese et al, 2016) podemos observar la multiplicidad de modalidades de trabajo fomentadas por el Estado durante el período en estudio: becas de pre-capacitación, becas pre-profesionales, becas de prestación de servicios, contratos de locación de servicios, pasantías, talleristas, trabajadores bajo la figura de “convenio”, entre otras. En la misma línea, advertimos una multiplicidad de modos de remuneraciones como pagos fuera de término -lo que se traduce en casos en los que los/as trabajadores/as pasan meses sin cobrar-; pagos una vez finalizado el proyecto, es decir, pagos por productividad; pagos por partidas presupuestarias extraordinarias o pagos dependientes de organismos ajenos a las entidades para quienes realizan el trabajo contratado.
Esta multiplicidad de situaciones laborales da cuenta de la inexistencia de una herramienta adecuada que arroje datos precisos para poder abordar dicha problemática de manera cuantitativa. Un instrumento que ofrece cierta información al respecto es el Anexo 19 del Informe de Responsabilidad Fiscal del Tribunal de Cuentas, en el que se detalla anualmente, desde el año 2005, el personal según corresponda a “Planta Permanente”, “Personal Temporario” y “Contratos de Locación de Servicios”, el cual, no obstante, subregistra la cantidad de trabajadores/as estatales, ya que no informa sobre las modalidades antes descriptas.
c. Modalidad Intermitente
Esta modalidad comprende las actividades de ocupación irregular, es decir, aquellas caracterizadas por el máximo tiempo de trabajo y el mínimo de salario. Incluye a ‘Trabajadores por cuenta propia’, en condiciones de trabajo precario y otras manifestaciones en ramas o actividades en las que las condiciones productivas son obsoletas (Iñigo Carrera, 2012).
En este sentido, al analizar la composición de los y las trabajadores/as por cuenta propia en el Gran Mendoza en el período 2003-2015, observamos que alrededor del 50% tenían hasta secundario incompleto (cuadro n°4), un posible indicador de la baja calificación en las tareas desarrolladas. A su vez, advertimos un aumento de trabajadores/as por cuenta propia en los años de crecimiento económico negativo, pasando de representar el 24,3% en el año 2001 al 29,9% en el año 2002. Nuevamente, mostró un fuerte incremento en el año 2009 (19,6%), año en el que aumentó 4.5pp respecto al año anterior y marcó un nuevo piso que los años siguientes no pudieron revertir.
Año | Hasta secundario Incompleto | Secundario completo | Universitario incompleto | Universitario Completo |
---|---|---|---|---|
2003 | 56,70% | 19,20% | 15,90% | 8,20% |
2004 | 59,90% | 21,30% | 8,20% | 10,70% |
2005 | 60% | 15,80% | 13,40% | 11% |
2006 | 57,10% | 14,10% | 15,20% | 13,60% |
2007 | 57,30% | 18,90% | 12,60% | 11,30% |
2008 | 45,70% | 24,40% | 15,20% | 14,60% |
2009 | 49,40% | 20,90% | 12,60% | 17% |
2010 | 45,90% | 21,70% | 12,80% | 19,70% |
2011 | 33,40% | 27,10% | 12,50% | 27,10% |
2012 | 49,60% | 28,30% | 7,50% | 14,40% |
2013 | 40,60% | 36,30% | 11,9% | 20,6% |
2014 | 50,20% | 21,30% | 11,90% | 16,20% |
2015 | 46,90% | 25,60% | 7,70% | 19,80% |
Fuente: Elaboración propia en base a datos EPH-DEIE.
Por otro lado, al analizar los trabajadores cuentapropistas por rama de actividad en el año 2012 -año de estancamiento económico en la Provincia de Mendoza-, advertimos que las actividades que concentraron mayor proporción de trabajadores por cuenta propia son Comercio (38,2%), seguido de Construcción (13,2%) e Industria (10,7%). Si analizamos esta variable en relación con la evolución de los salarios y la intensidad de la ocupación en esas ramas, podemos dar cuenta de las condiciones laborales precarias que sufren los/as trabajadores/as cuentapropistas: ramas como Comercio, Hoteles y Restaurantes, Construcción y Servicio Doméstico presentaron el promedio de salarios más bajos durante ese año y la mayor proporción de trabajadores sobreocupados (Comercio, 48,5%, Hoteles y restaurantes, 47,3% y Transporte y almacenamiento, 55,3%).
La misma tendencia se observa al finalizar el período en estudio, en el año 2015, por ejemplo, la mayor cantidad de trabajadores por cuenta propia se concentra en actividades vinculadas al Comercio (28.7%), seguido por Industria Manufacturera (14.2%) y Construcción (13.5%). Nuevamente, en ramas como Comercio y Construcción gran parte de los y las trabajadoras se encuentran sobreocupados/as, 41.6% y 41.4% respectivamente, presentando en promedio niveles de ingresos más bajos.
d. Población con subsidios laborales y/o sociales
Esta población refiere a aquellos que “reciben una parte de los medios necesarios para reproducir su vida bajo la forma de subsidios estatales o privados, sea en especie o sea bajo forma dineraria” (Iñigo Carrera, 2012). Es importante aclarar la dificultad en la medición de dicha población, no solo por la ausencia de datos públicos referidos al tema sino también porque una misma persona puede recibir más de un subsidio ya sea laboral y/o social.
Como hemos venido analizando, la precariedad, el deterioro de las condiciones laborales y el aumento de la desocupación, fueron trazando una fuerte transformación en las pautas de integración y exclusión social. En el año 2002, la presencia de movimientos sociales como el movimiento de desocupados o el movimiento piquetero obligaron al gobierno de Duhalde a actuar sobre la urgencia (Svampa M., 2005). En efecto, el Programa “Jefes y Jefas de Hogar Desocupados” (JJHD) fue una iniciativa masiva con la intención de atender, en plena crisis, la demanda de empleo de los grupos de desocupados/as. Fue el programa, dentro del MTEySS, que mayor cantidad de beneficiarios tuvo, tanto a nivel nacional como provincial, llegando a 64.228 beneficiarios en la Provincia de Mendoza y a más de 2 millones a nivel nacional en el año 2003.
En el 2004, en el marco del crecimiento económico del país, el gobierno de Néstor Kirchner decidió que era necesario “ordenar” a los/as beneficiarios/as del masivo Plan JJHD. Aquellos/as evaluados/as con muy poca probabilidad de encontrar empleo, sobre todo mujeres con más de dos hijos, fueron derivadas/os al Plan Familias por la Inclusión Social dependiente del Ministerio de Desarrollo Social y quienes eran considerados “empleables” fueron derivados/as al Seguro de Capacitación y Empleo. A partir del año 2008, sumado a las repercusiones de la crisis internacional, comenzaron a manifestarse los límites del modelo y se revirtieron las tendencias registradas entre los años 2003 y 2007. Esta situación impulsó al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner a intensificar el tutelaje estatal sobre los sectores populares: en el año 2009, se extiende el Seguro de Capacitación y Empleo y se crea el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, que luego deriva en el Programa de Respaldo a Estudiantes en la Argentina (Progresar); y se crea la Asignación Universal por Hijo, programa que concentró a la mayor cantidad de trabajadores desocupados o informales.
En la provincia de Mendoza, en el año 2012, no sólo se mantuvieron, sino que se incrementaron los/as adultos/as titulares de los principales programas laborales y/o sociales (SCyE, PJMMT Y AUH): en el año 2003 existían 64.228 titulares de Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupado y diez años más tarde- en el año 2012- más de 99.000 personas mayores de 18 años continúan recibiendo subsidios laborales y/o sociales (Bertolotti &Espeche, 2014). Más allá de las particularidades de cada uno de los programas -que requiere un análisis más detallado-, buscamos mostrar la persistencia de trabajadores y trabajadoras que necesitan complementar sus ingresos mediante políticas sociales y/o laborales. En este sentido, coincidimos con lo expuesto por Verónica Gago (2014) “los planes sociales dejaron de concebirse como paliativo temporal de la desocupación para asumir un escenario estructural más complejo de reconfiguración del universo laboral. La alianza entre las economías populares y las políticas gubernamentales cuestionan las nuevas formas de ‘inclusión’ ” (pag. 215).
Asimismo, en este contexto, las organizaciones populares expusieron a través de la consigna “somos los que faltan” que, en el marco del ‘Modelo de Desarrollo con Inclusión Social”, aún quedaban ‘fuera’ alrededor del 30% de la población económicamente activa. En el año 2011, se crea la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y a través de ella se instala en la agenda pública el reconocimiento de los/as trabajadores/as de las economías populares, sino también “las necesidades que tienen como sector, que no sólo es ser destinatario de políticas de transferencia monetaria por parte del Estado, sino que se organiza, participa, brinda servicios comunitarios en los barrios, sostiene comedores, recupera y fortalece los componentes sociales existentes en los territorios” (Bertolotti &Ortubia, 2020, pag.83 ). Sin embargo, consideramos que, tanto las propuestas de estas organizaciones, como las políticas públicas destinadas a este sector de trabajadores/as reproducen la dicotomía inclusión-exclusión y mantienen “las jerarquías impuestas por la frontera del salario formal” (Gago, 2018: 14).
Conclusiones
La precariedad laboral en Argentina tiene múltiples aristas que complejizan el fenómeno. Al tomar como punto de partida la relación capital-trabajo como eje para comprender dicha problemática, dejamos de entenderla como contracara del trabajo formal y la consideramos una condición estructural del proceso de concentración y centralización del capital. Consideramosque el desarrollo económico desigual y dependiente característico de Argentina, se manifiesta en una estructura productiva heterogénea y en una segmentación de los mercados de trabajo. La reestructuración productiva que se produjo a partir de los años ’70, representó, antes que el crecimiento de los sectores modernos de la economía con una clase trabajadora polivalente y de calificaciones amplias, un crecimiento del sector informal (De La Garza, 2000; Salvia & Vera, 2011).
En este sentido, el crecimiento económico de la Argentina a partir del año 2003produjo un mejoramiento de los indicadores laborales con un incremento del empleo y caída del desempleo y subempleo. Asimismo, implicó un fortalecimiento del mercado interno a partir de la recuperación del poder adquisitivo del salario. Todos estos factores se conjugaron con una recuperación del rol de control y arbitraje del Estado, el cual promovió el restablecimiento de las negociaciones colectivas y la definición del Salario Mínimo, Vital y Móvil. No obstante, tal como vimos, dicho mejoramiento de los indicadores laborales fue insuficiente, ya que se observaron tendencias como un nuevo ‘piso’ estructural de trabajadores/as no registrados/as -producto del incremento de los niveles que se produjo luego de la crisis económica de 2001-2- que no pudo ser revertido por la reactivación económica y las políticas de inclusión.
La provincia de Mendoza también presentó una heterogeneidad productiva -con un gran peso del sector servicios- que mostró un escaso dinamismo dada la importante presencia de establecimientos con baja productividad (Yañez, 2013). Este mayor peso de las actividades del sector terciario se vio reflejado en una estructura ocupacional que concentró a la mayoría de los/as ocupados/as en dicho sector. Dentro del sector terciario, es importante señalar los casos de Comercio -que concentró el mayor porcentaje de ocupados/as- y Hoteles y Restaurantes -más dinámica en términos de creación de empleo-. En estas ramas, la creación de empleo tendió a privilegiar la precarización del mismo, lo que se observó en los altos niveles de no registración.
Entre los aspectos relevantes a destacar en términos de deterioro de las condiciones de trabajo generales, podemos mencionar: la intensificación en la ocupación horaria -dados los elevados niveles de sobreocupación-, la dispersión salarial y los altos niveles de no registración. Asimismo, también observamos el incremento de trabajadores/as por cuenta propia con emprendimientos de baja inversión de capital y trabajo intensivo (baja calificación y bajos salarios) y la persistencia de una masa de trabajadores/as que reciben subsidios laborales y/o sociales como principal fuente de subsistencia.
Para finalizar, consideramos que estos datos ponen de manifiesto las dificultades que presentó el modelo de acumulación que se fue delineando en Argentina durante ese período, en la creación de empleo y en reducción de las desigualdades sociales. Por otra parte, consideramos que sería relevante analizar la precariedad laboral desde una mirada que dé cuenta de las desigualdades regionales y territoriales presentes en la Argentina, ya que la modalidad de desarrollo capitalista asume características específicas y singulares en cada región, así como también, los mercados de trabajo regionales y su capacidad o no para absorber fuerza de trabajo.