SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.22 número37Trabajo social en favelas de Rio de Janeiro: notas introductorias.Talcott Parsons y sus sepultureros. Perspectivas sobre romanticismo y contracultura índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.22 no.37 Santiago del Estero jun. 2021  Epub 01-Jul-2021

 

PERSPECTIVAS DE LAS DESIGUALDADES: IMÁGENES Y MAGNIIUDES

Las políticas del “otro lado del mostrador”. Los encuentros entre las organizaciones de trabajadores de la economía popular y la burocracia estatal en clave etnográfica

Public policies from the ʺother side of the counterʺ: The encounters between popular economyworkersʹ organizations and state bureaucracy in an ethnographic key

As políticas do ʺoutro lado do balcãoʺ: Os encontros entre as organizações de trabalhadores da economia popular e a burocracia estatal em chave etnográfica

Dolores Señorans1 

1 Doctora en Antropología Social - Universidad de Buenos Aires y Écoles des Hautes Études en Sciences Sociales. Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico: dolisenorans@gmail.com

RESUMEN

Partiendo de los resultados de una investigación etnográfica junto a dos organizaciones que integran la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, este artículo analiza los encuentros cotidianos entre las organizaciones y el estado a partir de la implementación de políticas públicas orientadas al trabajo asociativo y la economía social. Muestra que para las organizaciones lidiar con los papeles y documentos administrativos (planillas, formularios, etc.) requirió establecer relaciones personalizadas con técnicos y funcionarios estatales, así como también con determinados profesionales expertos en el dominio del lenguaje del estado. En el marco de estas relaciones, los militantes llevaron adelante un trabajo de traducción que buscó contornear creativamente los constreñimientos impuestos por la burocracia estatal a partir de saberes aprendidos e imaginando sus propios proyectos en función de sus historias y formas de construcción política. En esta dirección, se sostiene que a partir de este trabajo de traducción, encontrarse con la burocracia también abrió posibilidades para la imaginación política y para crear trabajo con derechos.

Palabras clave: Trabajo; Economía popular; Militancia; Políticas públicas; Burocracia; Etnografía

ABSTRACT

Based on the results of an ethnographic research together with two organisations take part in the Confederation of Workers of the Popular Economy, this article analyses the daily encounters between organisations and the state in the implementation of public policies aimed at associative work and the social economy. It shows that for these organisations dealing with administrative papers and documents (forms, sheets, etc.) required to establish personalised relationships with technicians and state officials, as well as with certain professionals experts in the domain of state language. Within these relations, activists carried out a work of translation that sought to creatively contour the constraints imposed by the state bureaucracy. For this, they drawed onlearned knowledge and imagined their own projects based on their previous histories and forms of political construction. In this sense, it is argued that this translation work in the encounters with bureaucracy opened up possibilities for the political imagination and for creating work with rights.

Keywords: Work; Popular Economy; Militancy; Public Policies; Bureaucracy; Ethnography

RESUMO

Com base nos resultados de uma investigação etnográfica em duas organizações que integram a Confederação dos Trabalhadores da Economia Popular, este artigo analisa os encontros cotidianos entre as organizações e o estado a partir da implementação de políticas públicas orientadas ao trabalho associativo e à economia social. Mostra que para as organizações lidarem com papéis e documentos administrativos (formulários,cartões, etc.) foi necessário estabelecer relações personalizadas com técnicos e funcionários públicos, bem como com certos profissionais especialistas no domínio da linguagem do estado. No âmbito destas relações, os militantes levaram adiante um trabalho de tradução que buscou contornear criativamente os constrangimentos impostos pela burocracia estatal a partir de saberes aprendidos e imaginando seus próprios projetos em função de suas histórias e formas de construção política. Neste sentido, sustenta-se que a partir deste trabalho de tradução, encontrar a burocracia também abriu possibilidades para a imaginação política e para criar trabalho com direitos.

Palavras chave: Trabalho; Economia popular; Militância; Políticas públicas; Burocracia; Etnografia

SUMARIO

1. Introducción; 2. Las cooperativas: entre las formas jurídicas y las formas de lucha; 3. Imaginarse en las categorías; 4. “¿Ustedes son los del ministerio?”; 5. Reflexiones finales; 6. Bibliografía.

1. Introducción

En noviembre de 2015 tuve la oportunidad de participar de un taller de formación política para trabajadores y militantes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) como parte del trabajo de campo para mi investigación doctoral sobre prácticas de militancia y formas de organización colectiva en la economía popular.Durante el taller, un colaborador de la CTEP de reconocida trayectoria de trabajo en el estado1 se abocó a la explicación de los distintos planes y programas estatales orientados a los trabajadores e iniciativas colectivas de la economía popular. Se trataba de una de las temáticas que mayor interés suscitaban entre los participantes de los talleres. Antes y después de cada encuentro, solían desarrollarse consultas sobre procedimientos burocráticos tales como cómo armar una cooperativa, qué programas estatales existían para la economía popular y cómo presentarse, cómo inscribirse al monotributo social, etc.Promediado aquel taller, se detuvo en describir los requisitos y procedimientos para presentar proyectos2y acceder a dichas políticas enfatizando que “hay que mostrar que va a funcionar, los montos”. Luego dijo:

Docente: Esto nos lleva a una cuestión sobre cómo está organizado el estado, ¿qué necesita el estado para aprobar un proyecto? Estudiante: La fundamentación Docente: Si, pero más que nada la viabilidad. ¿Cómo verifica el Estado la viabilidad de un proyecto determinado? Estudiante: Van a conocer la organización…hacen una visita Docente: Si, a veces ocurre. Pero en general se convierte en un expediente y el estado mira más los papeles que circulan por distintas oficinas que el trabajo en las organizaciones, aunque se hacen algunas visitas de campo. Después cuando se rinde también se miran papeles. En decir, todo se aprueba con papeles y se verifica el resultado con papeles. ¿Qué pasa en la economía popular con los papeles y la documentación? Estudiante: No nos resulta fácil. Eso traba mucho porque a uno les cuesta manejar esas cosas de presupuestos, balances.(Registro de campo, 2/11/2015)

Finalmente, el docente cerró su reflexión enfatizando que en la economía popular se está más acostumbrado a la “oralidad, el vínculo con los fierros, el laburo, el trabajo en el barrio y la militancia”:“Vivimos más al día, no hay tanto vínculo con lo formal. El estado es formalista: los requisitos son papeles. Si no lo manejás, aunque vivas al día y lo necesites no lo van a aprobar”. Concluyó, por tanto, que el modo de organización del estado era diferente - y a menudo incompatible- con la forma en que se organizan los trabajadores de la economía popular. Durante mi trabajo de campo junto a organizaciones de la economía popular observé que gestionar cotidianamente el “papelerío” o los “papelitos” -como se referían a menudo- necesarios para formular proyectos y acceder a políticas públicas implicaba lidiar con las tensiones emergentes de las diferencias a las que se refería el docente entre el funcionamiento cotidiano del estado basado en “los papeles” y la documentación y las formas de organización en sus espacios.Se trataba de tareas que insumían un gran esfuerzo cotidiano por parte de las organizaciones y requerían de saberes específicos o incluso del contacto con profesionales de diversas disciplinas como contadores o abogados. Pero además, cotidianamente los militantes ayudaban u asesoraban con gran paciencia y dedicación a otras personas para que pudieran llevar adelante alguna diligencia a título personal ante diversas agencias estatales: desde cómo tramitar una Asignación Universal por Hijo (AUH), hasta cómo solucionar problemas con las tarjetas a través de las cuales cobraban variadas ayudas estatales.

Estos esfuerzos cotidianos se vinculaban a una serie de políticas que cobraron fuerza a partir del año 2003 y que, diferenciándose de las políticas “asistencialistas” y “focalizadas” de décadas previas (Hopp, 2009; Cross, 2012), se centraron en la promoción de las formas asociativas de trabajo y la creación de cooperativas en lo que denominó “economía social” (Hintze, 2007; Massetti, 2011; Grassi, 2012). Las más extendidas fueron el Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la Obra” y el Programa Ingreso Social con Trabajo “Argentina Trabaja” implementados en los años 2003 y 2009 respectivamente. En esta dirección vale señalar aquellas políticas que extendieron derechos tradicionalmente garantizados para los trabajadores formales (Danani y Hintze, 2011). Entre éstas se destacaron la AUH que extendió las asignaciones familiares a los trabajadores informales o desempleados; y el Monotributo Social que buscó registrar a los trabajadores informales otorgándoles la posibilidad de emitir facturas, jubilarse y acceder a una obra social.

El conjunto de estas políticas orientadas a las iniciativas y trabajadores de la economía social y popular ha recibido una atención sostenida por parte de los cientistas sociales. En particular, un importante eje de debate se centró en la relación entre las organizaciones y el estado a partir de la implementación de dichas políticas públicas. Así, algunos estudios focalizaron en las dinámicas políticas desencadenadas enfatizando que estas intervenciones estatales reorganizaron el campo político de las organizaciones y las disputas territoriales (Natalucci, 2012; Trenta, 2017). En esta clave, para algunos autores el diseño de las políticas supuso un “proceso de asimilación política por parte del estado” que desradicalizó la movilización de base institucionalizando sus prácticas imaginativas (Dinerstein, 2014).Otros autores, en cambio, pusieron el foco en los modos en que las organizaciones gestionaron las políticas enfatizando cómo debieron adaptarse a los requerimientos de la racionalidad técnico-burocrática del estado (Massetti, 2011; Gradin, 2014) y en las limitaciones impuestas por las formas de “participación” de los beneficiarios y organizaciones definidas desde la normativa de los programas (Hopp, 2011). En particular, algunos trabajos analizaron cómo los beneficiarios otorgaron sentido a su participación en las cooperativas de trabajo que se conformaron en el marco del programa Argentina Trabaja (Hopp, 2015; Maneiro, 2019). Así, Hopp (2015) sostuvo que el sentido que adquirió el programa en la vida de los destinatarios marcó una ruptura respecto de los planes con contraprestación laboral anteriores. Por su parte, Rius (2011) indagó en las modalidades de compromiso de los trabajadores de cooperativas creadas en el marco de una organización social destacando que se trataba de un “trabajo militante”.

Este artículo busca aportar al debate en torno a la relación entre organizaciones y estado recuperando las contribuciones de estudios etnográficos que, desde la perspectiva abierta abierta por la obra de A. Gramsci y E.P. Thompson, pusieron en cuestión la escisión entre estado/sociedad civil para analizar el modo en que las modalidades de intervención del estado modelaron prácticas cotidianas y formas de organización y, al mismo tiempo, cómo las organizaciones configuraron creativamente márgenes de autonomía respecto de las orientaciones estatales(Fernández Álvarez, 2007, 2009; Manzano 2008;Grimberg, 2009). Partiendo de estos aportes, en particular, me propongo analizar los “encuentros” cotidianos con el estado (Aretxaga, 2003; Lazar, 2013; Fernández Álvarez, 2014) focalizando en el modo en que las organizaciones debieron lidiar con la burocracia y sus procedimientos.

En efecto, el estudio de la burocracia estatal ha sido un vasto campo desarrollado desde la antropología política. Numerosos estudios que abordaron las burocracias en todo el mundo han puesto el foco en la materialidad de sus procedimientos cotidianos destacando que una de sus cualidades principales radica en la centralidad que adquieren las prácticas escritas y los papeles, documentos y archivos en tanto modos legítimos de verificación y control (Das y Poole, 2008; Mathur, 2017). En particular, David Graeber (2012) ha propuesto un provocativo análisis en torno a la burocracia y su “papelerío” (paperwork) que enfatiza más bien su ineficacia y sinsentido. El autor sostuvo que las formas de simplificación características del conocimiento burocrático se basan en la violencia (o en la amenaza de la aplicación de la violencia). De allí que sostenga que se trata de “zonas muertas para la imaginación” (dead zones of imagination) en la medida que limitan el “trabajo interpretativo”3 (interpretive labour) que -tanto los burócratas como las personas que con ellos se encuentran- desarrollan en esa interacción, trayendo como consecuencia comportamientos que el autor caracteriza sin pudor como “estúpidos” (2012).

En cambio, una serie de autores que aportaron cuidadosos análisis etnográficos de los “encuentros” con el estado problematizando tanto la pasividad atribuida a las poblaciones como la aparente solidez del estado (Das y Poole, 2008). Estos autores dieron cuenta de los procesos creativos de apropiación y contestación de leyes y políticas por parte de los grupos subalternos (Fernandes, 2010; Harvey y Poole, 2012; Poole, 2012; Fernández Álvarez, 2014) destacando el modo en que las organizaciones disputaron las racionalidades de mercado implícitas en las formas de regulación estatal (Fernandes, 2010; Fernández Álvarez, 2014, 2015). En particular, una serie de trabajos cuestionaron la visión weberiana de las burocracias como actor “desinteresado” impulsado exclusivamente por la racionalidad técnica y gubernamental a través del análisisdel modo en que las relaciones con funcionarios estatales está permeada por relaciones personales y a menudo afectivas (Lynch Cisneros, 2012) y resaltaron las implicancias que esto tiene para las personas y organizaciones que intentan hacer oír sus demandas (Wanderley, 2009).

Retomando esta perspectiva, en este artículo analizo el modo en que los “encuentros” cotidianos con la burocracia estatal modelaron las posibilidades y formas de llevar adelante iniciativas de la economía popular, tanto a través de la interacción cotidiana con funcionarios estatales, como por la necesidad de lidiar con documentos escritos y papeles (planillas, formularios, etc). Muestro que en estos “encuentros” los militantes jugaron un rol destacado para contornear creativamente los constreñimientos impuestos por la burocracia estatal a partir de saberes aprendidos e imaginando sus propios proyectos en función de sus historias y formas de construcción política. En esta dirección, quiero sostener que la burocracia también abrió posibilidades para la imaginación política. Los proyectos (estatales) se convirtieron también en oportunidades para “proyectar juntos/as” en los términos propuestos por María Inés Fernández Álvarez (2016),lo que les permitió contornear los límites y términos propuestos por el estado. La conceptualización de esta autora habilita una mirada que pone en el centro a la imaginación y las formas de proyectar el futuro como constitutivas del modo en que se producen prácticas política colectivas, dando cuentadel modo en que las relaciones de dominación imprimen límites a los modos de hacer y proyectar, pero también reconociendo márgenes de autonomía y creatividad por parte de los sujetos y colectivos. Como veremos a continuación, para imaginar y llevas adelante sus proyectos las organizaciones debieron lidiar con los papeles y documentos administrativos tramando relaciones personalizadas con funcionarios y determinados profesionales expertos en el dominio del lenguaje del estado. En este sentido, con ayuda de los funcionarios, debieron aprender a dominar el “lenguaje de los proyectos” estatales -un lenguaje hecho de categorías técnicas específicas- (Señorans y Litman, 2013) y traducir sus propios proyectos en los esquemas propuestos por estos documentos. Traducir tal como lo propongo en este artículo marcó el modo en que se hacía con y a pesar de que militantes y técnicos o funcionarios no siempre imaginaban lo mismo ni tenían las mismas prioridades. Construir relaciones personalizadas con los funcionarios fue central para poder llevar adelante el trabajo de traducción que les permitiría acceder a las políticas públicas y concretar su objetivo de construir trabajo con derechos en la economía popular.

Este artículo recupera los resultados de mi investigación doctoral junto a dos organizaciones de trabajadores de la economía popular que forman parte de la CTEP4: la Organización Social y Política Los Pibes y la rama textil del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)5. Ambas organizaciones impulsaban la conformación de iniciativas de trabajo a partir de la conformación de cooperativas y la gestión cotidiana de una multiplicidad de políticas públicas. Los Pibes es una organización de larga trayectoria ubicada en el barrio porteño de La Boca que nació como un comedor infantil hacia 1996. Cuando desarrollé mi trabajo de campo, la organización sostenía diversos “emprendimientos” de la economía popular: una radio comunitaria, una cooperativa textil, una cooperativa de vivienda y una feria popular. Por su parte, el MTE es una organización de alcance nacional que reúne a trabajadores de diversas ramas de la economía popular: reciclado, textil, rural, construcción y socio-comunitaria. En particular, la rama textil del movimiento se conformó hacia fines de 2015 y se centró en la propuesta de creación de polos textiles junto a trabajadores costureros -en su mayoría migrantes- que previamente desarrollaban sus tareas en los propios domicilios. Los polos son espacios con condiciones dignas y seguras que fueron registrados como cooperativas de trabajo y permitieron que se trasladen las actividades laborales fuera del hogar familiar.

Mi trabajo de campo se desarrolló entre junio de 2013 y noviembre de 2016.Durante ese tiempo realicé observación participante en los espacios cotidianos de interacción entre quienes integran ambas organizaciones. Acompañé sus jornadas de trabajo y militancia, asambleas y reuniones, protestas y actividades especiales junto a otras organizaciones o funcionarios estatales. A su vez, reconstruí historias personales y colectivas a través de conversaciones informales y de entrevistas en profundidad. Además, analicé documentos producidos por el estado como materiales que habían sido de las propias organizaciones tales como videos, producciones radiofónicas, flyers, publicaciones impresas y de difusión. Desde los inicios de mi investigación manifesté la voluntad de llevar adelante mi trabajo colaborando al mismo tiempo con las actividades cotidianas de las organizaciones. En numerosas oportunidades las actividades en las que colaboré involucraron entrar en contacto con la burocracia estatal para realizar trámites o formular proyectos. Por ello, los argumentos expuestos a continuación retoman esta experiencia compartida y la colaboración en el campo.Vale destacar también que el trabajo de campo realizado-incluyendo el material que se presenta en este artículo- se desarrolló durante los últimos años del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y el primer año del gobierno de Mauricio Macri tras su asunción en diciembre de 2015. En este sentido, el análisis presentado también pone en evidencia ciertas continuidades que hacen al funcionamiento de la burocracia estatal aún en períodos de transición gubernamental.

En un primer momento, analizo el modo en que mis interlocutores lidiaron con los procedimientos burocráticos requeridos para crear cooperativas de trabajo y desarrollar procesos de militancia que buscaron concretar su proyecto de generar trabajo con derechos en la economía popular. A partir de la reconstrucción de escenas etnográficas, en los siguientes dos apartados focalizo en el modo en que los militantes se relacionaron con técnicos y funcionarios estatales tanto en las oficinas públicas como en los barrios y espacios cotidianos de las organizaciones. En este sentido, mostraré, por un lado, las relaciones establecidas en la formulación y presentación de proyectos estatalesy en el desarrollo de “operativos” de inscripción al Monotributo Social. En las conclusiones, propondré una reflexión sobre el modo en que encontrarse con la burocracia abrió posibilidades para la imaginación y construcción política.

2. Crear cooperativas: entre las formas jurídicas y las formas de lucha

Los Pibes es una organización territorial con una trayectoria de lucha que se remonta a mediados de los años noventa. Quienes la integran sitúan su nacimiento el 25 de mayo de 1996. En aquello momento se propusieron dar respuesta a un problema y una “necesidad urgente” de los vecinos del barrio: la alimentación. Para ello organizaron un merendero que funcionaba los fines de semana y feriados -los días que los chicos no iban a la escuela- y posteriormente organizaron el “reparto”: la distribución semanal de alimentos para cada familia. A partir de esta experiencia comenzaron a organizarse para afrontar otros problemas comunes como la vivienda y la desocupación. Desde el año 2001 al 2004, Los Pibes integró la Federación de Tierra y Vivienda (FTV), uno de los movimientos de trabajadores desocupados más activo durante el período. Desde entonces la organización fue adquiriendo una gran capacidad de acción y movilización en/desde el barrio lo que les permitió establecer relaciones con diversos organismos estatales y acceder a “planes” y programas. Por aquellos años, nacieron los primeros “emprendimientos”: galletitas, textil, serigrafía, etc. Para el año 2013 cuando los visité por primera vez la organización sostenía una cooperativa de vivienda, una textil y una radio comunitaria. Por aquellos días estaban impulsando la conformación de un cooperativa de producción de alimentos y una carpintería. Cada uno de estos espacios era considerados consideradas al mismo tiempo como espacios de organización productiva y política. Como lo planteó uno de sus dirigentes en una asamblea: “en un momento la herramienta fue el comedor infantil, pero no lo hacíamos solo por repartir comida, no, esa herramienta estaba al servicio de una lucha, de una política. Por eso decimos que lo importante no es el eje de trabajo o de vivienda, sino que son excusas para desplegar una política (…) Sin poder popular no llegamos a ningún lado” (Registro de campo, 14 abril de 2014).

En 2013 la incorporación de Los Pibes a la CTEP había desencadenado agudas reflexiones y debates en torno a cómo consolidar su forma de organización como iniciativas y espacios de trabajo de la economía popular, una cuestión que aparecía indisolublemente vinculada a la conformación de cooperativas. La FM Riachuelo, la radio comunitaria de Los Pibes, no fue la excepción. En abril de ese mismo año habían recibido la matrícula de inscripción como cooperativa lo que había generado importantes efectos en sus rutinas cotidianas. Lidiar con la burocracia y el “papelerío” se habían convertido en tareas que revestían una gran importancia política en la medida que, según evaluaban, les permitiría concretar su proyecto político y consolidar su espacio de militancia. En un taller sobre “cooperativas y economía popular” destinado a los integrantes de la FM Riachuelo que acompañe en diciembre de 2013, se planteó que la conformación de la cooperativa era una “herramienta de lucha por derechos”. Reproduzco a continuación el intercambio mantenido en aquel taller:

Moderadora: La importancia de las herramientas que hay, mejores, peores, con contradicciones, con tener que buscar un abogado que no nos convence, también es que entremos en la legalidad. Porque entonces también es una manera de demandarle al estado, que es el paso que ustedes están dando, formar esta cooperativa, que las actas…. Es una herramienta que dice al estado “ves que estamos acá organizados, danos más derechos, como los que tienen los empleados”. Permite otra lucha. Participante: ¿Y qué sería entonces? Carolina: Hacer las formalidades horribles que estamos haciendo que es lo que ayuda a eso. Inscribirse como cooperativa, ir a hacer el trámite al banco…Hacerse el monotributo social… Son maneras que por ahí, son más nuevitas, no son por ahí las ideales, pero son las pequeñísimas conquistas que desde este lado se están haciendo para que te reconozca el estado. Si nosotros nos inscribimos como cooperativa, como de hecho lo hicimos, hacemos las actas, te tenés que anotar en la AFIP [Administración Federal de Ingresos Públicos], toda esas cosas son todos pasos que nos van poniendo en mejores condiciones para que las poquitas herramientas que están apareciendo desde el estado por la misma demanda nuestra, hagan que desde ahí vayamos obligando al estado y demandarle lo que nos va faltando. Si nosotros nos armamos una cooperativa, nos inscribimos en la AFIP, tenemos las actas, existimos. “¿Vieron estado que acá existimos?”. Que somos una cooperativa, que hacemos esto, que hacemos… que tenemos este CUIT [Clave Única de Identificación Tributaria], que tenemos este libro, que tenemos Ingresos Brutos, que tenemos esta cuenta bancaria, somos, ve, existimos. Bueno, dale, dale, aflojá. Danos más derechos porque ves que somos… Igual que como los empleados lucharon para esas conquistas, nosotros también.(Registro de campo, 5/12/2013)

En aquel debate se había propuesto que las cooperativas constituían una conquista y a la vez un medio de lucha por derechos para los trabajadores de la economía popular. En otras reuniones del equipo de trabajo de la FM, Carolina había reforzado esta idea sosteniendo que “formalizar es una manera de dignificar o de hacer más digno el trabajo que ya venimos haciendo” ya que tener una persona jurídica constituida habilitaba al reconocimiento por parte del estado y, por lo tanto, al acceso a recursos estatales.A su vez, en aquel taller Carolina y la moderadora habían enfatizado que lo “formal”, es decir, los trámites y requisitos solicitados para el funcionamiento de estas entidades también eran una “herramienta” para la “lucha por derechos”.

En la organización Los Pibes estas tareas eran llevadas adelante desde cada “área” o cooperativa específica. En el caso de la FM Riachuelo, Andrea era quien llevaba adelante buena parte de las actividades que conformaban lo que dieron en llamar “administración”. Cuando en 2013 comencé a realizar mi trabajo de campo, Carolina, la directora de la radio, me pidió que colaborara con Andrea en algunas de sus tareas. Todos los miércoles por la mañana me sentaba junto a ella para trabajar en los documentos y los libros que se exigen para las cooperativas legalmente registradas. Así, juntas redactábamos actas de asamblea, de consejo directivo o completábamos registros de asociados. Algunos días salíamos a encontrarnos con la contadora o recorríamos oficinas públicas para realizar diversos trámites. A menudo Carolina nos acompañaba en estos recorridos. Ella era la presidenta de la cooperativa y se requería su firma para numerosos trámites. Pero además había trabajado 10 años en el estudio de una abogada que hacía sociedades comerciales y asociaciones civiles. “Estas cosas ya me las sé”, me explicó una tarde camino a la AFIP. En 1998 ella había sido la encargada de hacer la asociación civil de la organización y conocía bien los procedimientos. En aquel entonces la organización requería de la personería jurídica para inscribirse un programa del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA) que otorgaba mercadería a los comedores comunitarios. “Me sé el caminito IGJ [Inspección General de Justicia] de memoria, después de 10 años ya me conocía a las personas entonces iba y hablaba directamente con cada uno ‘bueno, dale, sellame acá. El otro te cobra más rápido por esa ventanilla’… lo odiaba”, recordó en voz alta. De todas formas, hacía 10 años que había dejado ese trabajo, había olvidado algunas cosas y además reconocía que “el INAES hace las cosas diferentes”. Esa tarde en la AFIP nos habíamos dado cuenta que, en el estatuto que ella misma había armado, había olvidado cambiar los períodos de ejercicio de las autoridades a dos años -en lugar de uno- para evitar tener que realizar una serie de trámites engorrosos cada tan poco tiempo. “Estas cosas me las sé, eso es lo que me da más bronca, porque me fijé solamente en las cosas que no entendía, los tipos de actividades y eso, pero esto que me lo re sabía me olvidé de fijarme”, se lamentó. Luego me explicó su confusión: “Estaba segura que había puesto que las autoridades duran dos años en el cargo, pero puse que duran un solo ejercicio”. La palabra técnica “ejercicio” - que significa un año contable desde el primero de enero al 31 de diciembre- selló la necesidad de atenerse a cambiar las autoridades cada año o bien iniciar un trámite de cambio de los estatutos que podía durar años. Además, el empleado nos había reclamado - de un modo no muy compresivo- que volviéramos otro día porque según él habíamos completado erróneamente los formularios necesarios para obtener el CUIT de la cooperativa. “Te bajan los brazos, si vos no entendés bien y te tratan así, te terminan bajando los brazos. Te volvés a tu casa diciendo, yo no sé, yo no entiendo, fuiste”, me comentó Carolina a la salida y tras unas dos horas de un trámite infructuoso.

Durante muchos años Carolina había sido la coordinadora del “área de política alimentaria de la organización”. Había sido la encargada tanto de la organización del grupo de compañeros que llevaban adelante las tareas en la cocina y en el comedor, pero también de llevar los gastos y hacer las rendiciones de los proyectos del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (MDS) con los cuales financiaban esas tareas. Una serie de estudios etnográficos señalaron que los “planes” - como se denominó popularmente a los programas de empleo implementados a inicios de los 2000- configuraron la cotideaneidad de las organizaciones de trabajadores desocupados (Quirós, 2011; Manzano, 2013). En el caso de la organización Los Pibes, había sido la gestión de políticas alimentarias lo que les había otorgado experiencia y conocimientos sobre cómo lidiar con la burocracia estatal que luego se volcarían a la conformación de las cooperativas, aún con importantes diferencias.

Antes de formar parte de la radio, Andrea había colaborado durante muchos años con Carolina en el “área de política alimentaria”. Por eso me explicó que cuando la eligieron para este rol no le molestó porque allí había aprendido a realizar tareas similares: “ya estaba acostumbrada a manejar la plata y me siento cómoda”, me dijo con confianza. Una de las tareas que Andrea cumplía con mayor esmero era llevar la “caja” de la emisora: conservar el dinero recaudado por los aportes de los programas que tienen un espacio de aire, pagar los impuestos, cargar los gastos en planillas. Siempre que había que hacer una compra, quien estuviera encargado de hacerla le pedía el dinero, ella anotaba los gastos e ingresos en un cuaderno, elaboraba recibos para quienes le pagaban y luego transcribía cuidadosamente todos estos movimientos en una planilla digital. Cada miércoles revisábamos la planilla digital para chequear que los montos se sumaran y restaran correctamente y que no faltara nada, ni siquiera un número de factura. Periódicamente, dichos datos eran enviados a la contadora para que elabore los balances contables que debían ser presentados año a año ante el INAES. Los balances aprobados y firmados por un contador público constituían un requisito para poder presentar nuevos proyectos y así acceder a recursos estatales.

************

El MTE es un movimiento que desde el año 2002 agrupa a cartoneros y recicladores que trabajan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde sus inicios ha buscado la conquista de derechos para los trabajadores que llevan adelante esta actividad y desde el año 2008 lograron que las cooperativas pasaran a formar parte del sistema público de recolección de residuos a través de la implementación del Sistema de Gestión Social del Reciclado. Hacia fines del año 2015 y comienzos del 2016, el movimiento había iniciado la tarea de organizar a trabajadores de actividades afines como los carreros, pero también de actividades aparentemente muy disímiles como los trabajadores textiles. Sin embargo, éstos últimos compartían una serie de circunstancias comunes con los trabajadores cartoneros: elevados niveles de informalidad, incumplimiento de derechos laborales, condiciones riesgosas de labor y situaciones de recurrente hostigamiento hacia los trabajadores por parte de la policía o de los organismos estatales de control.

El momento elegido para impulsar la conformación de la rama textil dentro del movimiento no fue en absoluto azaroso. El 28 de abril de 2015 se había incendiado -otra vez- un taller textil ubicado en el barrio de Flores dejando para lamentar la muerte de dos niños. La problemática del “trabajo esclavo” y los “talleres clandestinos” - en los que se emplea a trabajadores en su mayoría migrantes- había recibido gran atención por parte de los medios de comunicación desde un incendio ocurrido en 2006 en un taller de confección “clandestino” ubicado sobre la calle Luis Viale 1269, Caballito. Tras esta nueva tragedia desde la CTEP se presentó un proyecto de ley de protección a trabajadores de la indumentariaque incluía la declaración de la emergencia sociolaboral en la industria y un programa de registro y formalización de los trabajadores. Aquel proyecto de ley nunca fue aprobado, pero eso no impidió que los militantes del MTE avanzaran con la conformación de la rama textil para “pelear” por los derechos de estos trabajadores. Para ello propusieron la conformación de Polos Textiles, es decir, espacios comunes (en su mayoría galpones y plantas adecuadas para la producción) donde desarrollar las actividades laborales que les permitieran dignificar sus condiciones de trabajo dejando de trabajar en sus domicilios y asegurando buenas condiciones de seguridad e infraestructura. Además, proyectaban que trabajar en conjunto en los polos les permitiría también mejorar las condiciones de negociación con quienes los contrataban para, eventualmente, saltar a los intermediarios. Los polos fueron registrados como cooperativas y los trabajadores fueron inscriptos al régimen del Monotributo Social para garantizar su acceso a derechos laborales básicos. En este sentido, proponían una forma de construcción política que no se limitara a la promoción de denuncias y la clausura de establecimientos, sino que ofreciera a los trabajadores una salida laboral digna y con derechos.Solo en 2016 se crearon 5 polos: 1 en la provincia de Buenos Aires y 4 en la Capital Federal.

Sin lugar a dudas, para conformar los polos y llevar adelante su proyecto político de construir trabajo con derechos quienes integran la rama textil del MTE debieron lidiar con la burocracia estatal. En el Polo Textil Miró, ubicado la zona sur del conurbano bonaerense, un grupo de 4 militantes de la organización colaboraban cotidianamente con Ana -referente histórica de su barrio y presidente de la cooperativa- para llevar adelante los múltiples trámites necesarios: la inscripción de la cooperativa, la tramitación de la habilitación municipal, o la presentación de proyectos ante diversos organismos estatales. En el polo Miró conformarse formalmente como cooperativa había sido un requisito para poder realizar diversos trabajos tanto para el sector público como privado, una cuestión que resultaba central para su proyecto político en la medida que se proyectaba que mejorara notoriamente las condiciones de trabajo siendo mejor remunerados. Para poder cobrar estos trabajos, hacia mediados del 2016 Nicolás había sido el encargado de llevar adelante los trámites asociados para el funcionamiento legal de la entidad. Para ello había comenzado a hacer las presentaciones e inscripciones correspondientes en ARBA (Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires) y la inscripción como proveedores del estado. Nicolás era estudiante avanzado de la carrera de contabilidad y, trabajando en el estudio contable de su padre, había adquirido mucha experiencia sobre cómo trabajar con este tipo de entidades.

Todas estas gestiones requerían de la presencia de Ana, presidente de la cooperativa. Para ella encontrarse con el estado no era una cuestión nueva. Paraguaya de origen y costurera de oficia, Ana era también una reconocida referente de su barrio. Desde los inicios de la ocupación de tierras que le dio origen, ella había “procurado” por el barrio como solía recordar lo que implicaba recorrer oficinas estatales y de empresas de servicios públicos para mejorar las condiciones de vida. Así había logrado la instalación de desagües pluviales y transformados de electricidad que mejoraron la estabilidad de la provisión de energía. Además, había conseguido la colaboración de sus vecinos para construir un centro comuntario para los niños. En el curso de esas acciones, llevar de manera ordenada los “papeles” siempre había sido una preocupación para ella. Años después todavía conservaba fotocopias y comprobantes de trámites y los cuadernos donde registraba cuidadosamente desde las gestiones realizadas y los nombres de los funcionarios con los que había hablado, hasta los datos de los niños que asistían cada día al centro comunitario. Por eso, cada vez que se llevaba adelante un trámite de la cooperativa, Ana pedía que le entregaran los papeles con tiempo antes de firmarlos, para además poder conservar en su casa las fotocopias.

Sin embargo, la construcción del polo suponía nuevas formas de vincularse con la burocracia estatal. En este sentido, la formalización de la cooperativa les había permitido, por un lado, acceder al Programa de Trabajo Autogestionado (PTA) y al Programa de Empleo Independiente (PEI)6 del Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social (MTEySS). Ambos programas fueron creados durante la administración de los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner - en 2004 el primero y en 2009 el segundo- y se mantuvieron tras la transición al gobierno de Mauricio Macri. Estos programas que garantizaban también un ingreso mensual para los trabajadores inscriptos requerían una serie de nuevas tareas y gestiones. Carla era la militante responsable de llevar el registro de los trabajadores del polo y de los interesados en sumarse a trabajar allí. Periódicamente actualizaba los datos y se comunicaba telefónicamente para avisarles las fechas de los próximos “operativos” de inscripción al Monotributo Social o informales los trámites que deberían realizar para inscribirse o continuar en los programas. Además, estaba regularmente en contacto con los funcionarios de la Gerencia Local de Empleo del MTEySS en ese municipio y cotidianamente “seguía” los trámites, presentaba los pedidos de alta o baja en los programas, “peleaba” que se le pagaran los incentivos o retroactivos adeudados a los trabajadores, en articulación con un equipo centralizado de gestión del movimiento. Esta comunicación directa con los trabajadores era considerada necesaria porque a menudo los complicados pasos burocráticos necesarios para poder permanecer inscriptos hacían que algunos “se cayeran”. En este sentido, resulta ilustrativo el modo en que Josefina -militante del MTE- me relató cómo habían acompañado el proceso de inscripción de trabajadores costureros de la Ciudad de Buenos Aires al PEI. Me explicó que habían hecho una convocatoria para registrar a los interesados a través de una radio de la colectividad boliviana y elaboraron una lista con quienes se contactaron:

En el listado eran unos 200 en total. Pero fue bajando el número porque algunos nunca fueron al curso, otros abandonaron, con algunos ni siquiera nos pudimos comunicar porque cambian el celular o estaban mal anotados. Después otros se cayeron porque los PEI había que anotarse primero en un seguro de desempleo digamos y después hacer un traspaso a otro plan que ahí muchos no siguieron. Nosotros los acompañamos pero los compañeros tampoco son muy ordenados o sistemáticos con esas cosas. Y así al final quedó el grupo de 50.(Registro de campo, 9/7/2017)

En el polo Miró, Carla garantizaba el acompañamiento para evitar estos problemas. Pero además, la comunicación directa y el diálogo con cada persona era una tarea militante sumamente valorado porque permitía reponer el sentido político de acceso a derechos que le imprimían a la gestión de planes y programas. Por ello, Carla también se quedaba una vez por semana durante toda la tarde en un espacio del polo para poder reunirse allí con quienes tuvieran consultas o problemas a resolver antes diversas oficinas estatales.

Como hemos visto, en ambas organizaciones crear cooperativas y gestionar políticas estatales requirió de un cotidiano trabajo con la burocracia estatal en el que se movilizaron saberes aprendidos desde distintas trayectorias y experiencias previas, pero que también habilitó una proyección u imaginación política desde sus propias prácticas e historias de organización. Si bien la literatura ha tendido a focalizar en las cooperativas creadas a partir de programas estatales tales como el Argentina Trabaja, en estas organizaciones crear las cooperativas había sido una forma de construir trabajo y demandar derechos. En este sentido, las experiencias relatadas abonan al análisis propuesto por María Inés Fernández Álvarez (2010) quien mostró el modo en que “armar cooperativas” y presentar “proyectos” (productivos) definió una forma de hacer política en la que el lenguaje del trabajo cobró centralidad para legitimar demandas y disputar recursos de agencias estatales.A continuación quiero detenerme en el modo en que para que sus proyectos políticos se hicieran realidad debieron crear y sostener relaciones personalizadas con los funcionarios y técnicos estatales. Estas relaciones habilitaron la posibilidad de desarrollar el trabajo de traducción necesario para promover las iniciativas que imaginaban contorneando los los constreñimientos impuestos por la burocracia estatal.

3. Imaginarse en las categorías

“Así que ahora estás del otro lado del mostrador…sos el único que hizo el camino inverso, eso habla muy bien de vos”, le dijo un militante de la Asociación de Trabajadores del Estado del MTEySS a Julián, uno de los coordinadores de la radio de Los Pibes. Corría el mes de agosto del año 2015 y estábamos esperando el inicio de una reunión en el pequeño espacio que separaba la puerta del ascensor de la oficina de una de las direcciones del Ministero. Durante algunos años ambos habían sido compañeros de trabajo en esa oficina hasta que en el 2011 Julián decidió dejar su puesto de técnico para dedicarse “full-time” a la militancia en Los Pibes. A pesar de conocer muy bien el espacio y a las personas, lo noté extrañado. “No entiendo cómo tanta gente sigue trabajando en este mismo lugar después de tanto tiempo”, comentó. Daniela, que también nos acompañaba ese mediodía porque recientemente se había incorporado a Los Pibes para ocuparse de cierta tareas vinculadas a la “administración”, le respondió rápidamente: “Y…este no es el tipo de trabajo que la gente deja”, dijo para luego aclarar que se refería a su relativa estabilidad y buen sueldo.

Ese mediodía habíamos ido a una reunión con la directora del área- y ex jefa de Julián - para iniciar la presentación de un nuevo proyecto. Se trataba de un proyecto de “fortalecimiento” para el Centro de Formación Profesional que lleva adelante la organización a partir de la gestión de una serie de políticas implementadas por dicho ministerio y que se orientaban a mejorar “la empleabilidad de los trabajadores desocupados que se encuentran en situación de desventaja frente al empleo”7. Este centro -que fue denominado Centro de Capacitación Popular Los Chisperos- había sido inaugurado en 2009 cuando Julián todavía estaba “del otro lado del mostrador”. De hecho, él había formado parte del equipo que contactó a la organización para poner en marcha una línea de trabajo en la que se incorporaba por primera vez a las organizaciones sociales como “organismos ejecutores”8. La presentación de este proyecto le permitió a la organización financiar las obras de infraestructura necesarias para adecuar el espacio en el que dictaban los cursos y acceder a dos programas de capacitación para el empleo9 que se empezaron a implementar durante el 2009: el programa de Formación Profesional por Organizaciones de la Sociedad Civil y el Programa de Entrenamiento Laboral.

Según me explicó Julián, para poner en funcionamiento el centro de formación los integrantes de la organización debieron llevar adelante un trabajo de “articulación” - entre programas y ministerios- lo que les permitió acceder al financiamiento estatal necesario. Esta “articulación” consistió en la presentación de un proyecto para comprar equipamiento informático a través del Programa Mi PC, por aquel entonces perteneciente al Ministerio de Economía. Este programa buscaba lograr la alfabetización digital llevando computadoras a “zonas de vulnerabilidad” y exigía como “contraparte” que los equipos se utilizaran para cursos y capacitación. La organización pudo “cubrir” esta exigencia con el proyecto presentado ante el MTEySS que le permitiría, además de hacer la adecuación edilicia, pagar los honorarios de los docentes de los cursos. Por otro lado, la incorporación de Julián había sido una contribución importante para poder llevar adelante estos proyectos, en tanto permitió agilizar su presentación y así mantener constante la oferta de cursos. Su experiencia previa como trabajador del ministerio fue fundamental para aportar contactos y vínculos personales tanto en el MTEySS como en la Gerencia Local de Empleo, así como también para organizar los documentos “técnicos” y “administrativos” que se exigían para las rendiciones finales cuya aprobación abría la posibilidad a la presentación de nuevos proyectos. Para ello, Julián estaba cotidianamente en contacto con los técnicos y funcionarios para el seguimiento de los proyectos en curso.

Volviendo sobre la reunión con la funcionaria del MTEySS mencionada más arriba, siendo un poco pasadas las dos de la tarde la funcionaria nos hizo pasar. Atravesamos en pocos metros una importante cantidad de escritorios hasta que entramos en una oficina separada a un costado y nos sentamos alrededor de la mesa. Sacó un cuaderno y comenzó a hacer una serie de preguntas para dar comienzo a la reunión:

- ¿Cómo se llama exactamente el centro? - Centro de Capacitación Popular Los Chisperos- respondió Julián. - ¿ Por qué tiene ese nombre? - Bueno, ese nombre tiene que ver con nuestra lectura de la revolución de Mayo. En nuestra lectura la historia no es solo de los grandes nombres sino de la organización popular, los chisperos fueron el pueblo organizado en la plaza y sin ellos no hubiese sido posible la independencia. - ¡Qué interesante! Bueno, contame un poco en qué andan porque yo los conozco de haber escuchado a otros técnicos que llevan los proyectos, pero no mucho más. Y además, ¿En qué estado estamos?(Registro de campo, 18/8/2015)

Mientras él respondía ella iba tomando notas en un cuaderno. Para comenzar, Julián se detuvo largamente en desarrollar la trayectoria de la organización, su nacimiento como comedor comunitario, la fuerte inscripción barrial que se había logrado con los años, y finalmente sus líneas de trabajo: la comunicación, la vivienda y la economía popular. Le habló de la FM Riachuelo, la cooperativa de vivienda y la reciente inauguración del Paseo de la economía popular. Tal como ha sostenido Fernanda Wanderley (2009), el encuentro en las oficinas del estado como parte de un colectivo otorga dinámicas particulares a dichas interacciones. En este sentido, las palabras de Julián en torno a la historia de la organización reforzaban la pertenencia a dicho colectivo y enfatizaban la larga historia de lucha y trabajo junto a los sectores populares en el barrio.

Luego se refirió específicamente a los proyectos que llevan adelante con el ministerio:

- Tenemos un proyecto de cursos que lo estamos gestionando ahora. Ya rendimos la primera parte y estamos esperando el segundo desembolso. Con eso hicimos dos cursos de producción periodística, uno de textil, informática y gastronomía. Pero además, después de rendir todo, vamos a tener unos fondos que nos van a sobrar, algo de saldo a favor. Y con eso lo que pensamos hacer es dar dos cursos más: uno de ellos va a ser de textil porque eso lo veníamos laburando y hay varias compañeras que están muy enganchadas con el curso, tienen ganas de seguir incluso haciendo algún emprendimiento. La idea es hacer un curso para acompañar a ese grupo de compañeras para que puedan terminar de ver todos los contenidos necesarios. Y el otro sería de producción periodística. - Bueno, perfecto- dijo la funcionaria- ¿Y tienen algún otro proyecto presentado o por entrar? - Si, estamos armando otro proyecto de 7 cursos para arrancar el primer cuatrimestre del año que viene. Serían un grupo de cursos de radio porque como te decía es la herramienta de la organización que está laburando el tema de los cursos y dos más bien vinculados a la economía popular.(Registro de campo, 18/8/2015)

Para explicarle de qué se trataba la economía popular, Julián volvió sobre el trabajo de la organización en el último tiempo. Le explicó que la radio funciona en el edificio de la calle Suarez y que en un terreno contiguo a la cooperativa de vivienda se había inaugurado una feria popular de venta de alimentos -el Paseo de la Economía Popular Martín Oso Cisneros- de la que participaban organizaciones del cinturón frutihortícola de La Plata y una cooperativa de pescadores de Pipinas, entre otras inciativas de la economía popular. Julián se detuvo en la “mirada política” de esta iniciativa y le explicó cómo esta feria se vinculaba a lo que ellos definían como “hábitat”, enfatizando que la vivienda no es solo un techo sino también es una zona vivible. Comentó que esa zona del barrio era la “zona roja”: “no te ponen ni el cable, la prefectura aleja a los turistas diciendo que es inseguro, por eso durante el paseo se hace un cordón para llevarlos hasta ahí”. Enfatizó que la política del GCBA era de “exclusión”: “lo que buscan es sacar a los sectores populares del barrio”. Después les contó el proyecto de que el Paseo sea un centro de acopio: “para eso se consiguieron dos contenedores y ahí se van a construir unas cámaras frigoríficas, para verdura y para el pescado. Ah! Y Además una máquina de hielo”. Además, le explicó que la organización forma parte de la CTEP:

- Entonces en ese marco uno [de los cursos] sería de promotores de economía popular y el otro de manipulación de alimentos en ferias, no de gastronomía sino conservación, transporte, exposición en una feria propiamente. - ¿Y cuáles serían los objetivos del proyecto? Digamos, ¿para qué? - Nosotros lo que vemos es que hay un salto que es muy difícil de dar entre gestionar los cursos y construir el centro como tal. Porque eso requiere de un equipo y otros recursos como por ejemplo diseñar un logo que permita generar una identidad, tener otras herramientas como la página de internet. Esas cuestiones ustedes saben que son difíciles de lograr sin un proyecto como este. Y nosotros creemos que nos puede servir para esto y para construir una mejor condición para los compañeros que lo llevan adelante.(Registro de campo, 18/8/2015)

La funcionaria aceptó avanzar con la presentación y propuso que nos reuniéramos en la sede del Centro algunos días después para “trabajar directamente sobre el proyecto”. Ese mismo día también harían la “precalificación” que consistía, según nos explicó, en una evaluación del funcionamento del Centro. Para ese día sugirió que “vayamos pensándonos en las 4 dimensiones”, haciendo alusión a las cuatro secciones del formulario para la presentación de este tipo de proyectos:

Pero piensen cosas concretas y que tengan que ver con ustedes, por ejemplo esto de la economía popular me parece central. Tenemos que pensar cosas a medida de ustedes, de su trabajo, de la gente con la que laburan. Porque qué sé yo, por ahí de vinculación con el contexto, o de orientación…quizás hay cosas en la Resolución que no les sirven y no es necesario que lo hagamos. Hay cosas que no podemos financiar como capacitaciones así puesto. Pero piensen ese tipo de cosas, acciones y para quién serían, qué se haría.(Registro de campo, 18/8/2015)

A continuación sugirió que leyéramos la resolución del Programa, sobre todo para tener presentes los “montos y porcentajes” que se permite para cada ítem. Finalmente concluyó: “Bueno, piensen digamos 3, 4 acciones bien concretas que tengan que ver con lo que ustedes hacen y números’”. Esta tarea de “pensarse en las categorías” como proponía la funcionaria implicaba, por un lado, un conocimiento de cómo manejar “los números” en la medida que debíamos también proponer el “proyecto” a presentar en los “porcentajes” aceptados por el ministerio. Pero también nos impulsaba a imaginar qué posibilidades de acción tendríamos en el marco de lo que la burocracia nos habilitaría.

En los días que siguieron a la reunión relatada Julián, Daniela y yo nos dedicamos a formular una propuesta para trabajar en la posterior reunión. Mi principal insumo para colaborar en dicha tarea era lo que Julián nos transmitió a la salida del ministerio. Había destacado que debíamos preocuparnos fundamentalmente por “meterle nuestra mirada política”. Mientras la funcionaria había insistido sobre adecuaciones edilicias, uno de los puntos centrales de aquello que Julián imaginaba hacer era un relevamiento tanto cualitativo como cuantitativo de la economía popular en la comuna. Un proyecto de la Universidad Nacional de Avellaneda había capturado su imaginación: hacía unos meses habían recibido los resultados finales de un relevamiento cuantitativo de medios comunitarios en el barrio del que habían participado junto a un equipo de dicha universidad. Los resultados de aquel proyecto lo habían cautivado y por eso aquella tarde lo puso como ejemplo de lo que proyectaba hacer: “también lo haríamos con metodólogos, todo”. Luego planeaba convertir dichos resultados en material de difusión, folletos impresos, informes, volantes tanto de los resultados como de difusión del Paseo, e incluso lo que llamó un “hecho político”, una actividad de presentación de resultados a la que invitar para debatir a otras organizaciones del campo de la economía popular.

Para la posterior reunión con la funcionaria, que se desarrollaría en el espacio de la radio, Daniela y yo habíamos traducido estas ideas en las “categorías” que incluía el formulario. En base a ese documento fuimos discutiendo junto a aquella los términos en los que lo habíamos formulado de modo tal que se adecuara a los requerimientos del ministerio. Por ejemplo, cuando llegamos a la última “dimensión” titulada “formación” la funcionaria nos preguntó como lo estábamos pensado:

- Bueno, ahí yo lo que quiero es generar un documento escrito que sistematice la gestión del centro digamos, pero no solo lo administrativo sino también cómo dar la clase, cómo evaluar - explicó Julián- Porque para nosotros por ejemplo la formación no es que venga un docente y de una serie de contenidos, sino que la orientamos a la resolución de problemas o a proyectos si querés. Que los estudiantes sepan que al final del curso tienen que producir un programa, por ejemplo, y laburar desde ahí. Pero eso no lo saben todos los docentes, algunos si porque nos conocen, pero no todos. - Y…¿pero eso no sería formación basada en competencias? Porque eso no lo podemos financiar. - No, no exactamente porque la formación basada en competencias los docentes la conocen porque han hecho las capacitaciones del ministerio, pero esto sería algo específico nuestro, o sea, como traducir nuestra mirada política en un hecho educativo. - Ta, perfecto, sería la bajada bien específica para este centro que tiene esta impronta fuerte de la economía popular, perfecto. Pero entonces yo acá no lo llamaría “taller”, ni tampoco pongan que es para los docentes… pueden poner para los- duda- colaboradores del centro, para el equipo por ejemplo. Podrían ponerle seminario de formación en comunicación popular o educación popular por ejemplo. Pero ¿ustedes tienen quien lo dé? - Si, acá funciona un apoyo escolar y un centro de terminalidad educativa orientado a trabajar con población adulta, sí, tenemos compañeros que se especializan en lo educativo. - Ta, bueno, me parece bien. Después a ver.. en actividades- dice mirando a Daniela que iba escribiendo- ponés el seminario y en medios de verificación el programa del seminario donde ponen estas cosas de contenido …y bueno después ahí también se pone el acta del seminario y el listado de los asistentes al seminario. Ah sí, y en el objetivo ponés, esperá que pienso, no ponés ‘capacitar’, ponés ‘implementar una estrategia de educación popular’ que va a ser específico de este centro. (Registro de campo, 20/8/2015)

El intercambio que mantuvimos en aquella reunión junto a la funcionaria muestra el modo en que tomaron forma las intervenciones del estado en el encuentro con las organizaciones. En este punto, el modo en que Julián había establecido y sostenido relaciones personalizadas con los técnicos y funcionarios a quienes conocía por su experiencia laboral previa fue central. Una vez que Julián estuvo “del otro lado del mostrador” se esforzaba siempre por marcar su carácter de representante de un colectivo de larga trayectoria. Así, además de exponer la historia de la organización en las reuniones mantenidas también se había dado gran importancia a que la funcionaria y la técnica que la acompañaba realizaran una visita para conocer el espacio de la COVILPI y el Paseo. A su vez, la relación con la funcionaria habilitó a la traducción de lo que se proyectaba hacer desde la organización al “lenguaje de los proyectos” estatales (Litman y Señorans, 2013). Esta traducción, que se realizó en conjunto, permitió plasmar aquello que se imaginaba en términos políticos en un particular lenguaje y una serie de categorías específicas. En este sentido, el conocimiento burocrático implicaba cierta “simplificación” o “esquematización” como señaló David Graeber (2012), pero en esta tarea - a diferencia de lo que señala este autor- ambas partes estábamos desarrollando un “trabajo interpretativo” que fue la condición de posibilidad para llevar adelante proyectos propios. En este sentido, lidiar con la burocracia e imaginar (proyectos y acciones políticas) no eran formas de hacer contradictorias. En esta labor la funcionaria no había sido un actor pasivo. Cuando nos proponía cambios de términos, nos estaba otorgando un lenguaje técnico específico que resultaba central para poder plasmar en los formularios burocráticos el proyecto que teníamos en mente. No era una funcionaria “gris”, sino que como ella misma dijo durante la reunión, “lo importante es que el proyecto se adapte a sus necesidades”, aún cuando sus énfasis y prioridades pudieran serdistintas a las que le manifestábamos. A su vez, el conocimiento personal que ella y Julián tenían hacía varios años, la confianza y el respeto construidos inclusive como organización -en la medida que siempre habían cumplido con los requerimientos y rendiciones administrativas solicitadas- eran sin duda centrales para que esta labor conjunta pudiera desarrollarse.

Fue justamente este trabajo de traducción aquello que permitió que Los Pibes transformara esta política formulada en otros términos para promover su proyecto de conformar iniciativas de la economía popular. Tal como solía enfatizar Julián, el objetivo de los cursos era “sumar capacidades que demanda el crecimiento político”, por eso seleccionaban los temas en función de las “herramientas productivas” de la organización. Así, por ejemplo, una tarde se referió a esta cuestión enfatizando que “por definición política sabemos que queremos tener una radio, ahora la radio no se maneja igual que la cocina o que una olla popular, se maneja de otra manera y hay que aprender técnicas necesariamente”. Por ello, convocaban a los cursos a quienes formaban parte de la organización y sus cooperativas, pero también a familiares, amigos o vecinos que quisieran incorporarse. De esta manera, la gestión de esta política permitió fortalecer su proyecto político de generar trabajo en la economía popular.

4. “¿Ustedes son los del ministerio?”

Cuando llegué al polo una helada mañana de julio de 2016, Ana estaba preparando café y Api una bebida boliviana elaborada a base de maíz en polvo- para recibir a los que vendrían al “operativo” de inscripción al Monotributo Social en el polo. En realidad unas 10personas ya estaban allí y esperaban la llegada de los técnicos del MDS. Mientras ofrecía las bebidas también repartía los números que había elaborado un momento antes: unos cuadraditos de papel escritos a mano. Carla había llegado con su computadora y una enorme fotocopiadora que conectó sobre un escritorio detrás de una cortina que dividía ese sector del polo en dos espacios: una parte de donde los asistentes aguardaban sentados frente a dos escritorios donde se ubicarían “los de desarrollo” y otro sector atrás donde ella también tomaría los datos de los inscriptos y les haría las fotocopias de DNI que se necesitaban para poder hacer el trámite.

En aquel momento, la realización de los “operativos” en los espacios de trabajo del movimiento era algo relativamente novedoso. Tiempo antes los militantes acompañaban a los trabajadores en grupos al MDS para que se inscribieran al Monotributo, “formalicen” su actividad y accedan a derechos. Dada la cantidad de interesados que se acercaban en cada jornada, el ministerio había aceptado enviar a entre 3 y 4 técnicos para inscribieran a las personas directamente en sus lugares de trabajo. En el polo Miró estos operativos se realizaban cada aproximadamente 3 meses y se anotaban entre 20 y 30 personas cada vez. Para Danilo, uno de los militantes que había acompañado desde el inicio la conformación del polo, hacer estas actividades eran centrales porque como me dijo ese día: “El Monotributo Social les sirve para frenar a los inspectores de AFIP, incluso a los inspectores truchos que solo quieren cobrar coimas y el talonario (de facturas) les permite mostrar cierta legalidad”. Pero además añadió:“Más allá del beneficio para el compañero, es una forma de consolidar también, de que se vaya contagiando la organización en el barrio”. Desde su perspectiva, el Monotributo Social era propiamente una “herramienta de construcción política” que permitía convocar a más trabajadores a participar de la experiencia de trabajo colectivo en el polo.

Aquella mañana, los tres técnicos del ministerio llegaron juntos en un auto, saludaron y se ubicaron detrás de los dos escritorios que habían puesto delante de la cortina. Colocaron sus cosas, ordenaron los formularios en papel que deberían completar y se pararon para hacer una breve introducción. Para comenzar, uno de ellos explicó en qué consistía el Monotributo Social y el procedimiento de inscripción. Explicó que tenían que optar por una obra social y pagar todos los meses 210 pesos por cada “adherente”10. Después de anotarse con ellos, pasarían detrás de la cortina a “seguir los pasos” con Carla. Otro técnico pidió hablar:

Bueno, mi compañero ya dijo todo. Quiero agregar que ustedes tiene que optar por una obra social, cada uno nos lo va a ir diciendo pero elijan la obra social que les cubre la CTEP y garantiza que ustedes se puedan atender. Porque ustedes están acá anotándose en el marco del gremio también y son ellos los que los van acompañar en lo que sigue de los trámites y garantizar que tengan todo en orden y se puedan atender.(Registro de campo, 21/7/2016)

La presentación hecha por los técnicos destacaba el rol de la CTEP en el desarrollo del operativo y del seguimiento de los trámites. Reforzaba ante los presentes que eran ellos quiénes garantizaban la cobertura de la obra social y que más tarde incluso podrían ayudarlos a resolver problemas u obtener información. Para Danilo está actitud de su parte se fundamentaba en que iban a hacer el operativo al barrio producto “de un acuerdo político”. Él mismo -junto con el equipo centralizado en la CTEPcoordinaba la realización de los operativos con los técnicos y les enviaba los listados de los inscriptos. Ese día incluso me explicó que, más allá del “acuerdo” establecido con el ministerio para poder hacer el trámite directamente en las cooperativas, consideraba que era importante tener una buena relación con los técnicos “porque ellos también son laburantes”. Evaluaba que esto era posible porque “no mandan cuadros políticos” y me comentó que, de hecho, tras el cambio de gestión a nivel nacional los técnicos habían continuado en sus puestos de trabajo, lo que les permitió sostener la relación con ellos directamente. En efecto, estos técnicos podían incluso ser muy cercanos a sus ideas políticas. Una de las técnicas que había participado de un “operativo” previo se había acercado posteriormente a una reunión de un espacio de género de una organización cercana al movimiento.

Mientras los técnicos inscribían a los interesados, más y más personas fueron llegando. Algunos se acercaban porque habían visto un cartel que anunciaba la fecha del operativo pintado en un muro del polo. Otros, porque les había avisado un vecino del barrio o un trabajador conocido de la propia cooperativa. Cuando tras anotarse con los funcionarios las personas pasaban a la parte de atrás, Carla les explicaba nuevamente qué era el Monotributo y les aclaraba que lo que hicieron no era pagarlo, sino anotarse. Luego les informaba que en un mes estaría listo el trámite y que podrían pasar a retirar el talón de pago por el polo. También les entregaba un folleto con los lugares donde podían atenderse por la zonaa través de la Mutual Senderos, la obra social de la CTEP11. Y explicaba que podrían hacerlo desde ese mismo día y sin demoras con solo mostrar el talón de inscripción en cualquiera de los consultorios propios de la mutual ubicados en Lanús, Villa Caraza y Constitución. Después con el primer pago del Monotributo y el carnet podrían ir a cualquier centro de la cartilla como en “cualquier obra social”.

Está dinámica generaba no pocas confusiones entre los asistentes. Algunos llegaron a preguntar si los militantes eran también “de desarrollo”. El modo en que se desarrollaban los “operativos” hacía borrosa la frontera entre los técnicos y los militantes, y éstos últimos se ocupaban de restablecerla cuidadosamente. Así, cuando esta pregunta surgía, Carla les explicaba que no trabajaba en el ministerio, que eran de la CTEP y aprovechaba para contarles con paciencia qué era esta organización y qué hacían en el barrio. Sin embargo, por esas confusiones no dejaban pasar la oportunidad de resolver dudas o problemas. Así, por ejemplo, cuando una mujer confundió a Carla con una técnica, ella le explicó que no lo era y le preguntó en qué la podía ayudar. La mujer sacó un comprobante de inscripción de su bolsillo y se lo enseñó. No sabía a qué se había anotado y ahora quería averiguarlo, así que Carla se tomó el trabajo de inspeccionar el talón para ayudarla. Más tarde otra chica quería averiguar por la AUH. Ella era “líder de Avon”12 y para eso necesitaba el Monotributo común pero le habían dicho que teniendo ese tipo de inscripción no podría pedir la AUH para su hijo. Consecuentemente quería hacer el Monotributo Social y no sabía cómo hacer el cambio. Carla le recomendó que hablara con su jefa para ver si le aceptaban ese Monotributo en su trabajo y que volviera a averiguar a ANSES porque se decía que iban a empezar a permitir tramitar la AUH con Monotributo común. De todos modos le aclaró, “Después de ir a ANSES si no te dan respuesta pasate por la oficina y vemos cómo podemos hacer para darte una mano”.

Además, Danilo y Carla intervinieron frente a los funcionarios en varios casos en los que las personas decían que eran “desocupados” y les rechazaban la inscripción. Danilo me explicó que era “típico de la economía popular”: “en realidad hacen algún laburo en negro, pero ni siquiera consideran que lo que hacen es un laburo de verdad…”. Carla agregó que a veces dicen que no tienen trabajo porque para anotarse en muchos planes o beneficios del estado es lo que corresponde decir. En este caso, en cambio, definirse de ese modo había traído problemas porque el Monotributo requiere que se ingrese una “categoría ocupacional”. De hecho, los técnicos tenían un largo listado de aquellas categorías que eran admitidas, cada una se correspondía con un código que luego pasaban al formulario del interesado. Por ejemplo, “ama de casa” no era de una ellas, tampoco “remisero”. En esos casos Danilo conversaba con los interesados y traducía lo que implicaba encuadrarse en una “categoría ocupacional”: las “changas” también podían ser definidas como un trabajo y debían traducirse en una de las tantas categorías admitidas por los formularios que los técnicos completaban. Luego intervenía antes los técnicos haciendo que la persona explicite las actividades que desarrollaba para ganarse el sustento, aunque fueran esporádicas. Y tal como él creía “al final todos tienen alguna ocupación”. Los técnicos fueron siempre comprensivos de estas aclaraciones y finalmente aceptaban inscribirlos.

Una vez inscriptos formalmente por los técnicos y con el talón comprobante en mano, las personas pasaban detrás de la cortina. Allí Carla los recibía y les explicaba que el primer viernes de cada mes hay una reunión ahí mismo en el polo en la que comentan informaciones y si hay alguna posibilidad de trabajo. Enfatizaba que la idea es ver qué se puede hacer en conjunto, darle un marco “colectivo” al trabajo. Además, anotaba en una planilla los datos para hacer el “seguimiento”: nombre, apellido, fecha de nacimiento, nacionalidad, DNI, ocupación. Para aquellos que eran costureros, anotaba también si trabajaban en la casa, qué maquinas tenían y si tenían trabajo en ese momento. Uno de los datos que consultaba insistentemente era quién era el que les había avisado de la realización del operativo. Explicaba una y otra vez que lo hacía porque “así si pasa algo y no me puedo comunicar con ustedes les aviso a través de esa persona”. Para los militantes, el conocimiento personalizado de cada uno de los vecinos y trabajadores que se acercaban era fundamental. Incluso Carla imaginaba elaborar una ficha con foto de cada uno para reconocerlos con mayor facilidad. Era justamente este conocimiento personal lo que les permitía encontrar los modos de “contagiar la organización” en el barrio.

A continuación quiero detenerme en cómo los militantes entendían que debían llevar adelante este “acompañamiento” y cómo pensaban su propio involucramiento en el modo en que acercaban y traducían el lenguaje de las políticas a las personas. En el “operativo” relatado, ya promediada la jornada, Danilo se acercó a conversar con dos mujeres y un hombre que estaban sentados a un costado. Los tres habían llegado juntos y luego de preguntar qué era lo que estaban anotando, el encargado de repartir los números se los dio enseguida, lo que llamó la atención de Danilo:

- ¿Les explicaron? - Si, pero no sabemos muy bien porque ella por ejemplo no trabaja - dijo la joven. - Pero ¿por qué vinieron? ¿quién les avisó?- volvió a preguntar Danilo - Nos dijeron en el barrio, el boca en boca digamos, que estaban anotando pero nos dijeron que vengamos a averiguar para qué es. - Bueno, les explico. La idea del Monotributo es regularizar, blanquear el laburo que uno hace. Ese es el espíritu de esta herramienta. Por ejemplo, si vendés en la feria o en la calle y te quieren sacar podés mostrar ese papel de que lo tenés pago y no te pueden sacar. Y se puede regularizar cualquier actividad ¿Ustedes qué hacen? - Dos de ellos respondieron que eran desocupados y la mayor de las dos mujeres afirmó que era ama de casa. - ¡Qué bien! Entonces tenés campos ¡vivís de rentas! - le dice bromeando al hombre que decía estar desocupado. - No, no- dijo riendo- hago changas - Bueno, ¡entonces tenés un laburo! ¿Changas de qué haces? - Y de lo que haya, pero principalmente soy carpintero. - Perfecto, bueno, te podés anotar como carpintero entonces. Le decís eso a los que están inscribiendo. Después, vos como ama de casa tendríamos que pensarlo a ver si te sirve, si te conviene¿Vos porque te querías inscribir? - No tengo obra social y tengo 59 años. Fui a averiguar para jubilarme pero no me da la edad y además me dicen que no tengo aportes… - Bueno, sí para eso te sirve. Pero a ver, lo que nosotros hacemos desde la CTEP es defender y garantizar derechos para los laburantes. Si vos sos vendedor y la policía te quiere sacar de la feria, o sos costurero y te quieren sacar los cortes, ahí está la organización para bancar la parada. Hay herramientas como el Monotributo Social que nosotros pedimos y armamos estos operativos con el Ministerio de Desarrollo porque lo que permiten es darle más derechos al laburo que hacemos: obra social, la jubilación, etc. Pero no se tienen que anotar ya. Lo pueden pensar tranquilos.(Registro de campo, 21/7/2016)

Luego Danilo le comentó al hombre que dijo ser carpintero que no era el primer trabajador del rubro en anotarse y que tenían los datos de contacto anotados: “Nos podemos juntar todos y capaz que entre ustedes se pueden dar una mano”. La mujer, por su parte, respondió:

- Bueno bueno, lo voy a charlar con mi hijo, mi familia porque tengo que ver si él me puede pagar la cuota todos los meses… - Por eso, no tiene que ser ya. Incluso les voy a anotar mi teléfono para que me llamen cualquier cosa, cualquier duda y nos podemos juntar acá a tomar un mate y charlar tranquilos, pensar un poco porque quizás hay otras cosas que les vienen mejor en función de su situación. Tampoco es anotarse por anotarse.(Registro de campo, 21/7/2016)

Por estas confusiones, Carla opinaba que durante los “operativos” necesitaban tener un espacio separado - fuera de la vista de los técnicos- para “poder hablar con los compañeros”. A veces “les dicen cualquier verdura”, opinó. Además remarcaba: “Así podemos hablar yrecién después de un momento te hacen las preguntas que realmente tienen. Dándoles el espacio para que elijan estás construyendo autonomía y conciencia de lo que están haciendo”. En esto radicaba para ella el eje de cómo debían conducirse en esta relación. Danilo estaba de acuerdo, opinaba: “Claro, sino es como marcar ganado, vienen acá y anotás y anotás, pero capaz que no tienen ni idea. O no les sirve…”. Y luego agregó “Nosotros no tenemos esas prácticas”, refiriéndose a lo que denominó “manejos de puntero”. Quería enfatizar que ellos no pedirían nada a cambio de anotarlos en el Monotributo, pero que tampoco los anotarían para aumentar los números en sus planillas sin explicarles de qué se trata. Un conjunto de estudios de la antropología política problematizó las miradas sobre prácticas políticas de sectores populares que tienden a enfatizar la existencia de dos polos: el “clientelismo” y la “resistencia”, imágenes que son asociadas a actores particulares definidos como “punteros” y “piqueteros”. Señalaron que se trata de categorías que operan como dicotomías estereotipadas que clasifican normativamente las prácticas políticas de quienes reciben recursos estatales dirigidos contra la “pobreza” (Manzano, 2013; Quirós, 2011; Vommaro y Quirós, 2011;Ferraudi Curto, 2014). En particular, Julieta Quirós (2011) señaló que se trata de imágenes morales que operan tanto en los debates académicos sobre el involucramiento de sectores populares en la política, como entre los propios sujetos. En esta dirección, las palabras de Danilo ponían el énfasis en diferenciarse de un “otro”, de los “punteros”, énfasis que se inscribía en una trama política local donde estos estereotipos operaban como caracterización de una forma de hacer política. Marcar esta distinción le permitía definir -por la negativa- el modo de vincularse con las personas y el trabajo de traducción que militantes y técnicos llevaban adelante durante los “operativos”. En este sentido, para los militantes reforzaba el sentido que tenía acercar estas políticas -muchas veces a través de la traducción- a los trabajadores y vecinos desde la apuesta por la construcción de una organización gremial que “pelee” por los derechos de los trabajadores.

En definitiva, llevar adelante los “operativos”, lidiando para ello con la burocracia, era para los militantes una práctica central en la construcción del polo y de la rama textil del movimiento. Esto les permitía garantizar derechos para los trabajadores y, a su vez, construir relaciones con las personas para promover organización. Por ello se esforzaban en relevar ellos mismos información sobre quienes se acercaban y se inscribían -fundamentalmente sus actividades laborales y sus datos de contacto- para poder continuar esa relación y proponer cursos de acción y organización comunes.

5. Reflexiones finales

En este artículo analicé los encuentros cotidianos entre las organizaciones de trabajadores de la economía popular y la burocracia estatal desde una perspectiva etnográfica. Por un lado, este análisis pone de relieve el modo en que las intervenciones estatales tomaron forma en dichos encuentros desarrollados tanto en las oficinas públicas como en los barrios y espacios cotidianos de las organizaciones. Pero además, señala que las formas y posibilidades de organización política fueron modeladas por los procesos administrativos del estado y sus burocracias. Para construir trabajo con derechos en la economía popular, quienes integran las organizaciones debieron lidiar con papeles, planillas, documentos y formularios de múltiples agencias estatales y en el marco de una diversidad de planes y programas. Esta tarea requirió de un enorme y sostenido esfuerzo cotidiano que transformaron en una oportunidad para imaginar acciones y modos de llevar adelante sus propios proyectos a partir de las posibilidades que las políticas abrieron. Así, crear y formalizar cooperativas, presentar proyectos antes diversas agencias estatales u organizar la inscripción de trabajadores al Monotributo Social se convirtieron en actividades centrales de la militancia y del modo en que imaginaron desarrollar iniciativas propias y alcanzar sus objetivos políticos. En este sentido, lidiar con la burocracia no era opuesto a la imaginación, sino todo lo contrario. Los proyectos (estatales) se convirtieron también en oportunidades para “proyectar juntos/as” (Fernández Álvarez, 2016) contorneando así los límites y términos propuestos por el estado.

En segundo lugar, mostré la importancia que adquirió la construcción de relaciones personalizadas y de confianza con los funcionarios y técnicos estatales para trabajar con los papeles y formularios. A pesar de que la posibilidad de acceder a ciertas políticas fue en ambos casos entendida como parte de un “acuerdo político” con funcionarios de mayor jerarquía, los militantes buscaron sostener y consolidar en el cotidiano relaciones con los técnicos y funcionarios que actuaban en el terreno. A partir de estas relaciones y del trabajo realizado en conjunto fue posible que los militantes tradujeran sus propios proyectos y prioridades a partir del dominio de un lenguaje específico: el “lenguaje de los proyectos” (Señorans y Litman, 2013). Dicho en otros términos, requirió el conocimiento sobre cómo llevar adelante ciertos trámites y en dónde, de las categorías que estructuran planillas y formularios estatales, las líneas posibles de financiamiento, los requisitos necesarios y cómo conseguirlos. Este saber hacer en torno a cómo se formulan y presentan cooperativas o proyectos fue aprendido en las relaciones con los técnicos y funcionarios, pero también un recurso que algunos integrantes de las organizaciones tenían de experiencias de trabajo o formación universitaria previas.

Al reflexionar sobre las relaciones entre los integrantes de estas organizaciones y los técnicos o funcionarios estatales destaqué el trabajo de traducción que realizaron en la formulación de los proyectos o para acercar las políticas a sus “beneficiarios” contorneando en conjunto los márgenes impuestos por las políticas públicas y las formas de organización de la burocracia estatal. Así, mostré cómo políticas que fueron definidas desde el estado como formas de incidir en la “empleabilidad” de las personas desocupadas o como modos de “registrar” el trabajo informal - políticas que continuaron en vigencia tras el cambio de gobierno - fueron apropiadas por las organizaciones para desarrollar sus propios proyectos políticos desde las formas de entender la política que definen esos espacios. En el caso de Los Pibes las políticas habían permitido capacitar a sus integrantes para desarrollar emprendimientos productivos contribuyendo así a la generación de trabajo en el marco de la economía popular. Por su parte, para los militantes del MTE el Monotributo Social era una oportunidad para fortalecer el polo, “generar organización en el barrio” y extender derechos a los trabajadores. Fue justamente este trabajo de traducción el que permitió a quienes integran las organizaciones poner en tensión los términos desde los cuales fueron formuladas desde el estado para promover sus propios proyectos y formas de imaginar políticamente.

Agradecimientos

Este artículo fue posible gracias a dos becas -doctoral y posdoctoral- del CONICET. Mi trabajo se inscribe en un proyecto colectivo de investigación centrado en el estudio etnográfico de las prácticas de organización colectiva que trabajadores no asalariados llevan adelante para garantizar la producción y reproducción de la vida, atendiendo a su dinámica de relación con variados modos de dominación y gobierno (Proyecto PICT “Política colectiva, (re)producción de la vida y experiencia cotidiana: un estudio antropológico sobre procesos de organización de trabajadores y trabajadoras de sectores populares en Buenos Aires, Córdoba y Rosario”, Programación 2019- 2022, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica; Proyecto UBACYT "Prácticas políticas colectivas, modos de agremiación y experiencia cotidiana: etnografía de prácticas de organización de trabajadores de sectores populares", Programación 2018-2021, Instituto de Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA). Quiero agradecer muy especialmente a la Dra. María Inés Fernández Álvarez - directora del equipo- y a mis compañeros sin cuyo acompañamiento y valiosos aportes este trabajo no hubiera sido posible.

6. Bibliografía

Abrams, P. (1988 [1977]). “Notas sobre la dificultad de estudiar el estado”. En: Journal of Historical Sociology, Vol. 1, Nº 1, Marzo 1988, pp. 58-89. [ Links ]

Aretxaga, B. (2003). “Maddening states”. En: Annual review of anthropology,Vol. 32, Nº 1, Octubre 2003,pp. 393-410. [ Links ]

Bruno, D. (2020). “Los/as trabajadores/as de la economía popular y sus estrategias colectivas de acceso a la salud. El caso de la CTEP en Argentina”. En: Trabajo y sociedad, Nº 35, Invierno 2020, pp. 645-675. [ Links ]

Cross, C. (2012). “Mercado de trabajo, vulnerabilidad social y movilización política en Buenos Aires (1988-2008)”. En:Ensayos de Economía,Vol. 22, Nº41, Julio 2012, pp. 153-174. [ Links ]

Danani, C. y Hintze, S. (2011). “Reformas y Contrarreformas de la Protección Social: la seguridad social en la Argentina en la primera década del Siglo”. En:Reflexión Política, Vol. 12, Nº 24, Diciembre 2010, pp.18-29. [ Links ]

Das, v. y Poole, D. (2008). “El estado y sus márgenes. Etnografías comparadas”. En: Cuadernos de Antropología Social,Nº27,Enero 2008, pp. 19-52. [ Links ]

Dinerstein, A. C. (2014). “Disagreement and hope: The hidden transcripts in the grammar of political recovery in post-crisis Argentina”. En: Levey, C., Ozarow, D., Wylde, C. (eds.) Argentina since the 2001: Recovering the past, reclaiming the future. Nueva York: Palgrave Macmillan. Pp 115133. [ Links ]

Fernandes, S. (2010).Who Can Stop the Drums? Urban Social Movements in Chávez’s Venezuela. Durham: Duke University Press. [ Links ]

Fernández Álvarez, M.I. (2016). “La potencialidad de las situaciones truncas para el estudio de la política colectiva”. En: Fernández Álvarez (ed.).Hacer juntos(as). Contornos, relieves y dinámicas de las prácticas políticas colectivas en sectores subalternos. Buenos Aires: Biblos. Pp 223-244. [ Links ]

Fernández Álvarez, M.I. (2015). “Contribuciones antropológicas al estudio de las cooperativas de trabajo en la Argentina reciente”. En: Revista del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo,Nº7, Abril 2015,pp. 37-63. [ Links ]

Fernández Álvarez, M.I. (2014). "El lenguaje de la eficacia interpelado. Contribuciones antropológicas al campo de las políticas sobre trabajo asociativo". En: Revista de la Escuela de Antropología ,NºXX, pp. 15-32. [ Links ]

Fernández Álvarez, M.I. (2010). “La productividad en cuestión. La formación de cooperativas en el proceso de recuperación de empresas en la Ciudad de Buenos Aires”. En: Cross, C. y M. Berger (comps.).La producción del trabajo Asociativo: Condiciones, Experiencias y Prácticas en la Economía Social. Buenos Aires: Ediciones CICCUS. Pp 19-40. [ Links ]

Fernández Álvarez, M.I. (2009). “Expropiar la fábrica, apropiarse del trabajo. Procesos de construcción de demandas y prácticas de acción estatal en recuperaciones de fábricas en la Ciudad de Buenos Aires”. En: Grimberg, M., Fernández Álvarez, M. I. y Carvalho Rosa, M. (eds.).Estado y movimientos sociales: estudios etnográficos en Argentina y Brasil. Buenos Aires: Antropofagia. Pp 131-156. [ Links ]

Fernández Álvarez, M.I. (2007). “De la recuperación como acción a la recuperación como proceso: prácticas de movilización social y acciones estatales en torno a las recuperaciones de fábricas”. En: Cuadernos de Antropología Social, Nº25, Agosto 2007, pp. 89-110. [ Links ]

Ferraudi Curto, M. C. (2014). Ni punteros ni piqueteros: urbanización y política en una villa del conurbano. Gorla: Buenos Aires. [ Links ]

Gradin, A. (2014). “Estado y mediaciones sociales: El estilo de gestión del Movimiento de Desocupados Barrios de Pie en el territorio (Argentina 2002-2011)”. En: Estudios digital, Nº 32, JulioDiciembre 2014, pp. 49-78. [ Links ]

Graeber, D. (2012). Dead zones of the imagination: On violence, bureaucracy, and interpretive labor”. En: HAU: journal of Ethnographic Theory, Vol. 2, Nº2, pp. 105-128. [ Links ]

Grassi, E. (2012). “Política socio laboral en la Argentina contemporánea. Alcances, novedades y salvedades”. En: Revista de Ciencias Sociales, Nº135-136, No. Especial, pp. 185-198. [ Links ]

Grimberg, M. (2009). “Poder, políticas y vida cotidiana un estudio antropológico sobre protesta y resistencia social en el área metropolitana de Buenos Aires”. En: Revista de Sociología e política, Vol. 17, Nº 32, Febrero 2009, pp. 83-94. [ Links ]

Harvey, P. y Poole, D. (2012). “Estados experimentales. Presentación”. En: Revista Anthropologica, Vol. 30, Nº30,Diciembre 2012, pp. 77-82. [ Links ]

Hintze, S. (2007). Políticas sociales argentinas en el cambio de siglo. Conjeturas de lo posible.Buenos Aires: Espacio Editorial. [ Links ]

Hopp, M. V. (2015). “Identidades laborales de destinatarios del Programa Ingreso Social con Trabajo Argentina Trabaja”. En: Trabajo y sociedad,Nº24, Verano 2015, pp. 207-223. [ Links ]

Hopp, M. V. (2011). “Relación Estado-sociedad civil en las políticas de desarrollo socio-productivo en Argentina contemporánea”. En:Revista Katálysis, Vol 14, N º1, Enero-Junio 2011, pp. 13- 22. [ Links ]

Hopp, M. V. (2009). “La construcción de nuevos sentidos del trabajo en las políticas de promoción de desarrollo socio-productivo en la Argentina post-convertibilidad”. En: Revista Margen de Trabajo Social, N° 55, Septiembre 2009, pp. 1-13. [ Links ]

Lazar, S. (2013). El Alto, ciudad rebelde. La Paz: Plural Ediciones. [ Links ]

Lynch Cisneros, J. (2012). “Reconfiguraciones del poder y la gestión local: afectos y tensiones que reinventan al Estado”. En: Anthropologica,Vol. 30, N º30, Diciembre 2012, pp. 151-168. [ Links ]

Maneiro, M. (2019). “Entre la asistencia, el empleo y autogestión. Las representaciones sociales de los miembros de una cooperativa de trabajo del Frente Popular “Darío Santillán” sobre el Programa Argentina trabaja”. En:Revista de Estudios Marítimos y Sociales, N º15,Julio 2019, pp. 3-38. [ Links ]

Manzano, V. (2013). La política en movimiento. Movilizaciones colectivas y políticas estatales en la vida cotidiana del Gran Buenos Aires. Rosario: Prohistoria ediciones. [ Links ]

Manzano, V. (2008). “Etnografía de la gestión colectiva de políticas estatales en organizaciones de desocupados de La Matanza-Gran Buenos Aires”. En: Runa, N º28,Agosto 2008, pp. 77-92. [ Links ]

Masetti, A. (2011). “Las tres transformaciones de la política pública asistencial y su relación con las organizaciones sociopolíticas (2003-2009)”. En: Entramados y Perspectivas,Vol.1, N º1,EneroJunio 2011, pp. 9-36. [ Links ]

Mathur, N. (2017). “Bureaucracy”. En: F. Stein, S. Lazar, M. Candea, H. Diemberger, J. Robbins, A. Sanchez y R. Stasch (eds).The Cambridge Encyclopedia of Anthropology. En línea: http://www.anthroencyclopedia.com/entry/bureaucracy. F/c: 10/12/2017 [ Links ]

Natalucci, A. L. (2012). “Políticas sociales y disputas territoriales: El caso del programa Argentina Trabaja”. En: Revista Perspectivas de Políticas Públicas, Vol. 2, N º3, Julio-Diciembre 2012, pp. 126147. [ Links ]

Poole, D. (2012). “Corriendo riesgos: normas, ley y participación en el Estado neoliberal. En: Anthropologica, Vol. 30, N º30,Diciembre 2012, pp. 83-100. [ Links ]

Quirós, J. (2011). El porqué de los que van: peronistas y piqueteros en el Gran Buenos Aires: una antropología de la política vivida. Buenos Aires: Antropofagia . [ Links ]

Rius, P. V. (2011). “Del Movimiento de Trabajadores Desocupados a la cooperativa social: Trabajo y formas de militancia en la economía social”. En: Trabajo y sociedad, N º17, Invierno 2011, pp. 265283. [ Links ]

Señorans, D. y Litman, L. (2013). “El lenguaje de los “proyectos”: prácticas, saberes y relaciones en la gestión cotidiana de políticas públicas de promoción del empleo y el trabajo asociativo”. Ponencia en las VII Jornadas de Investigación en Antropología Social, ICA-FFYL-UBA. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Noviembre 2013. [ Links ]

Trenta, A. (2017). “Políticas sociales y organizaciones populares en argentina (2003-2011): mediación social y movilización política en los barrios periféricos de Buenos Aires”. En: Caderno CRH, Vol. 30, N º81, Septiembre-Diciembre 2017, pp. 523-538. [ Links ]

Vommaro, G., y Quirós, J. (2011). " Usted vino por su propia decisión": repensar el clientelismo en clave etnográfica”. En: Desacatos, N º36,Mayo-Agosto 2011, pp. 65-84. [ Links ]

Wanderley, F. (2009). “Prácticas estatales y el ejercicio de la ciudadanía: encuentros de la población con la burocracia en Bolivia”. En: Íconos Revista de Ciencias Sociales, N º34, Mayo-Agosto 2014, pp. 67-79. [ Links ]

1A lo largo del texto me referiré al “estado” con letra minúscula recuperando el trabajo de Philip Abrams (1988) quien sugirió que su uso en mayúscula denota la reificación del concepto.

2Utilizo la categoría de proyectos en itálica para enfatizar que se trata de una categoría social que mis interlocutores utilizaban para referirse a los formularios y presentaciones que realizaban antes diversas agencias estatales con el objetivo de obtener recursos. Utilizaré en cambio la noción de proyecto o el verbo proyectar sin itálica en el sentido de imaginar o “proyectar juntos/as” tal como fuera formulado por M.I. Fernández Álvarez (2016).

3Para el autor esta noción está vinculada a la idea de imaginación e implica por un lado la capacidad de “identificarse imaginativamente” con un otro para comprender su perspectiva. Se trata para el autor de una forma de conocimiento que en el marco de relaciones de dominación suele relegarse a los subalternos quienes deben asumir la tarea de comprender cómo debe darse una determinada relación social (Graeber, 2015). En términos más amplios, hace alusión al trabajo de reflexionar, clarificar o incluso negociar en términos interpersonales el sentido y la importancia de una acción o un suceso.

4Esta investigación se inscribe un proyecto colectivo más amplio orientado al estudio etnográfico de las prácticas de organización colectiva que trabajadores no asalariados llevan adelante para garantizar la producción y reproducción de la vida, atendiendo a su dinámica de relación con variados modos de dominación y gobierno. Proyecto PICT “Política colectiva, (re)producción de la vida y experiencia cotidiana: un estudio antropológico sobre procesos de organización de trabajadores y trabajadoras de sectores populares en Buenos Aires, Córdoba y Rosario”, Programación 2019- 2022, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica; Proyecto UBACYT "Prácticas políticas colectivas, modos de agremiación y experiencia cotidiana: etnografía de prácticas de organización de trabajadores de sectores populares", Programación 2018-2021, Instituto de Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA. Ambos proyectos son dirigidos por la Dra. María Inés Fernández Álvarez.

5Utilizo comillas para citar el discurso directo de mis interlocutores o de los autores consultados y cursiva para categorías sociales. He decidido utilizar el nombre real de las organizaciones en función del acuerdo establecido con quienes las integran. En cambio, los nombres propios de las personas han sido modificados para respetar la confidencialidad.

6Se trata de programas pertenecientes al MTEySS. El Programa Trabajo Autogestionado tiene como objetivos “mantener y generar puestos de trabajo, promocionando y fortaleciendo unidades productivas autogestionadas por los trabajadores y mejorar su competitividad y sustentabilidad, así como las condiciones de higiene y seguridad de los trabajadores, promoviendo la mejora de las condiciones y el medio ambiente de trabajo” (https://www.argentina.gob.ar/trabajo/autogestionado). Incluye 5 líneas de financiamiento que contemplan tanto el apoyo económico individual a cada uno de los trabajadores, como apoyo técnico y económico para las unidades productivas. Por su parte, el Programa de Empleo Independiente se orienta al acompañamiento de “emprendedores” a través de capacitaciones en “gestión empresarial”; una ayuda económica mensual para el beneficiario y un subsidio en concepto de capital inicial para la compra de herramientas, maquinarias, insumos, habilitaciones y acondicionamiento del lugar de trabajo y elementos de seguridad. Pueden acceder trabajadores desocupados que participan de otros programas o se capacitaron a través de cursos ofrecidos por el ministerio (https://www.argentina.gob.ar/trabajo/empleoindependiente).

7Documento de la Dirección de Fortalecimiento Institucional para Instituciones de Formación Profesional (IFPs) co-ejecutoras de las políticas de formación del MTEySS.

8Hasta ese momento el MTEySS focalizaba sus políticas de formación para el empleo en la articulación con sindicatos, empresas o instituciones educativas públicas. Este cambio se dio en el marco de las primeras acciones de la campaña Filmus-Tomada para las elecciones a Jefe y Vicejefe de Gobierno de la CABA.

9Sus destinatarios eran las personas incorporadas al Programa “Jóvenes Por Más y Mejor Trabajo” y al Seguro de Capacitación y Empleo. Como contraprestación a la asignación mensual percibida, el MTEySS requería que concurran a los cursos de formación brindados por las organizaciones prestatarias del ministerio. En el caso del Programa de Entrenamiento Laboral se les otorgaba un complemento a la asignación mensual básica a partir de la realización de una “pasantía” en uno de los “organismos ejecutores” del programa.

10Se denomina “adherente” a aquellas personas que se inscriben como parte del grupo familiar del inscripto para que puedan hacer uso de la obra social.

11La Mutual Senderos fue creada por la CTEP en el año 2013 como una obra social específica para los trabajadores de la economía popular. Actualmente cuenta con aproximadamente 40.000 afiliados que reciben atención médica tanto en centros de salud propios como a través de prestadores contratados. Para un análisis de esta experiencia ver Bruno 2020.

12Avon es una marca de cosméticos para mujeres que se caracteriza por no disponer de locales propios, sino de ofrecer sus productos a través de “revendedoras” - en su mayoría mujeres - que los comercializan a través de sus círculos de contacto. Las “líderes” pueden a su vez invitar a otras mujeres a ser “revendedoras” de la marca.

Recibido: 28 de Septiembre de 2020; Revisado: 31 de Marzo de 2021; Aprobado: 15 de Abril de 2021

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons