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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.25 no.42 Santiago del Estero  2024  Epub 01-Ene-2024

 

Imágenes y magnitudes sobre el trabajo

Los trabajadores en los discursos políticos de Vargas y Perón

Workers in the political speeches of Vargas and Perón

Os trabalhadores nos discursos políticos de Vargas e Perón

María Mercedes TENTI1  **

1Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). Correo: mmtenti@yahoo.com.ar

Resumen

Este trabajo aborda los gobiernos de Getulio Vargas en Brasil y Juan Domingo Perón en Argentina (1930-1955), enfocado en el estudio de los discursos de ambos líderes dirigidos a los trabajadores, en un análisis comparativo entre los enunciados discursivos de ambos en los que se observan diferencias en la forma que se dirigen a los destinatarios, las referencias a los trabajadores y al pueblo y la relación amigo-enemigo que marcan estilos y formas de hacer políticas disímiles.

En lo que respecta a las alocuciones dirigidas a los trabajadores y a la interpretación sobre las relaciones de Perón y Vargas con estos actores sociales, si bien se advierten semejanzas en cuanto a las formas de movilización, su intencionalidad política y el papel de los líderes como protectores de la masa trabajadora, se ven diferencias notables en lo referente a la conformación de identidades políticas y de clase.

Los problemas planteados nos permiten vislumbrar las características de los regímenes populistas en ambos países y, a través del análisis de los discursos de los gobernantes, vislumbrar sus intencionalidades manifiestas en cuanto a la conformación de identificaciones y la adhesión de sus seguidores. El estudio comparativo permite distinguir similitudes y diferencias que caracterizaron a unos y a otros y procesos y actores políticos, en tiempos y contextos similares, que proporcionan pistas para un examen profundo de los problemas planteados.

Por fuentes se recurrió a la biblioteca del Congreso de la Nación y al Archivo Peronista y se realizó una muestra con los discursos pronunciados los 17 de octubre para el caso argentino y para el caso brasileño se apeló a documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores y al sitio de la Cámara de Diputados de Brasil de donde se seleccionaron discursos proferidos anualmente los 1º de mayo.

Palabras clave: Populismo; Trabajadores; Discursos

Abstract

This paper deals with the governments of Getulio Vargas in Brazil and Juan Domingo Perón in Argentina (1930-1955), focusing on the study of the speeches of both leaders addressed to workers, in a comparative analysis between the discursive statements of both in which differences are observed in the way they address the addressees, the references to workers and the people and the friend-enemy relationship that mark dissimilar styles and ways of doing politics.

Regarding the speeches addressed to the workers and the interpretation of Perón's and Vargas' relations with these social actors, although similarities can be observed in terms of the forms of mobilization, their political intentionality and the role of the leaders as protectors of the working masses, there are notable differences in terms of the shaping of political and class identities.

The problems posed allow us to glimpse the characteristics of the populist regimes in both countries and, through the analysis of the rulers' discourses, to glimpse their manifest intentions in terms of the shaping of identifications and the adhesion of their followers. The comparative study makes it possible to distinguish similarities and differences that characterized one and the other, and political processes and actors, in similar times and contexts, which provide clues for an in-depth examination of the issues raised.

For sources, we resorted to the library of the National Congress and to the Peronist Archive and we made a sample of the speeches delivered on October 17th for the Argentine case and for the Brazilian case we appealed to documents of the Ministry of Foreign Affairs and to the site of the Brazilian Chamber of Deputies from where we selected speeches delivered annually on May 1st.

Key words: Populism; Workers; Speeches

Resumo

Este artigo trata dos governos de Getúlio Vargas, no Brasil, e Juan Domingo Perón, na Argentina (1930-1955), centrando-se no estudo dos discursos de ambos os líderes dirigidos aos trabalhadores, numa análise comparativa dos enunciados discursivos de ambos em que se observam diferenças na forma de se dirigirem aos destinatários, nas referências aos trabalhadores e ao povo e na relação amigo-inimigo que marcam estilos e formas de fazer política díspares.

No que se refere aos discursos dirigidos aos trabalhadores e à interpretação das relações de Perón e Vargas com esses atores sociais, embora haja semelhanças quanto às formas de mobilização, sua intencionalidade política e o papel dos líderes como protetores das massas trabalhadoras, há diferenças notáveis quanto à conformação das identidades políticas e de classe.

As problemáticas colocadas permitem-nos vislumbrar as características dos regimes populistas em ambos os países e, através da análise dos discursos dos governantes, vislumbrar as suas intenções manifestas em termos da formação de identificações e da adesão dos seus seguidores. O estudo comparativo permite distinguir semelhanças e diferenças que caracterizaram os diferentes processos e actores políticos, em épocas e contextos semelhantes, que fornecem pistas para uma análise aprofundada das questões levantadas. Como fontes, recorremos à biblioteca do Congresso Nacional e ao Arquivo Peronista e a uma amostra de discursos proferidos a 17 de outubro no caso argentino, e para o caso brasileiro utilizámos documentos do Ministério das Relações Exteriores e o site da Câmara dos Deputados do Brasil, de onde seleccionámos discursos proferidos anualmente a 1 de maio.

Palavras-chave: Populismo; Trabalhadores; Discursos

Sumario

1 Introducción, 2 Breves trayectorias de los populismos de Vargas y Perón 3. El populismo de Vargas durante el Estado Novo en los discursos dirigidos a los trabajadores 4. El populismo de Perón a través de discursos dirigidos a los trabajadores los 17 de octubre 5. Conclusiones comparativas 6. Fuentes y bibliografía

****

1. Introducción

Si se toman los gobiernos de Getulio Vargas en Brasil, en particular las dos últimas presidencias (1937-1945; 1950-1954) y los de Juan Domingo Perón en Argentina en su primera y segunda presidencia (1946-1955), las diferencias que se observan en los discursos de ambos en las formas de dirigirse a los destinatarios, las referencias a los trabajadores y al pueblo, el vínculo amigo-enemigo y la relación con los opositores marcan estilos y formas de hacer políticas disímiles. Las hipótesis comparativas permiten realizar un análisis más abarcador del discurso político que la que puede realizarse en términos estructurales. Por ello se recurre a dos metodologías centrales para este trabajo que son el análisis del discurso y el método comparativo.

En lo que respecta a las alocuciones dirigidas a los trabajadores y a la interpretación sobre las relaciones de Perón y Vargas con estos actores sociales, si bien se advierten semejanzas en cuanto a las formas de movilización, su intencionalidad política y el papel asumido por los líderes como protectores de la masa trabajadora, se observan diferencias notables en lo referente a la conformación de identidades políticas, especialmente en el caso argentino en donde se identifica trabajadores con peronismo, dando lugar a una identidad partidaria más que de clase1. El estudio comparativo permite distinguir similitudes y diferencias que caracterizan a uno y a otro, también resulta útil para observar el acceso y control sobre los diferentes recursos que se despliegan en la enunciación de los discursos políticos (texto, contexto e interacción del discurso social) para comprender puntos en común y diferencias entre las alocuciones de ambos líderes. Asimismo, al confrontar los enunciados discursivos en unidades de análisis, procesos y actores políticos, en tiempos y contextos similares, permite un examen profundo de los problemas planteados en la investigación.

Tomando al populismo como categoría analítica, se observa que, según los numerosos autores que abordan el tema, el concepto se caracteriza por su ambigüedad, de allí las numerosas acepciones e interpretaciones que se hacen de él. El vocablo fue usado peyorativamente o, contrariamente, con una connotación prestigiosa que, al decir de Incisa (1983) -en el diccionario de Bobbio y Matteuci- “Pueden ser definidas como populistas aquellas fórmulas políticas por las cuales el pueblo, considerado como conjunto social homogéneo y como depositario exclusivo de valores positivos, específicos y permanentes, es fuente principal de inspiración y objeto constante de referencia” (p. 1247).

Gino Germani en el marco de la teoría de la modernización y del estructural-funcionalismo, presenta al peronismo como un modelo dicotómico dentro del tránsito de una sociedad tradicional a una moderna, en el que se observa la fusión de expresiones ideológicas, actitudes y creencias de contextos avanzados con atrasados, producto de la movilización e integración de sectores provenientes de estos últimos (Germani, Di Tella, Ianni, 1973, pp. 12-37). Para Murmis y Portantiero (2011) en el populismo se insinúa la racionalidad en el comportamiento de las masas, en medio de una crisis de hegemonía burguesa, producto de la industrialización tardía en consecuencia, se produce la construcción y deconstrucción de alianzas en la sociedad civil. Torre (1989) advierte en los obreros cierto criterio de racionalidad en la acción política que refuerza la cohesión y solidaridad de la masa trabajadora y consolida la identidad política por medio de una alianza de clases.

Laclau (2005) considera al populismo como ‘la esencia de lo político’, como un orden ideológico que puede estar presente en el interior de movimientos, organizaciones y regímenes de bases sociales y en orientaciones políticas muy divergentes; “un modo de construir lo político” (p.91). Centra su análisis en la consideración de un discurso ideológico. Ianni (1989) sostiene que para América Latina corresponde a una etapa “en la evolución de las contradicciones entre la sociedad nacional y la economía dependiente” (p. 9). Freidenberg (2013) propone un análisis centrado en la nueva figura del liderazgo que plantea este fenómeno con sus características particulares (como la relación directa con el público, el paternalismo y personalismo, entre otros) y se bosqueja la discusión entre populismo y democracia. Indudablemente hay muchas más interpretaciones, pero, como todas, algo tienen de aplicable y ninguna de exclusiva.

En este trabajo se coincide con Ansaldi y Giordano (2012) que, en América Latina apareció el populismo luego de la crisis de dominación oligárquica y acompañó al surgimiento político de las masas (p. 187) a través de una alianza policlasista con el Estado, según la definición de sistema populista de Weffort (1980, pp. 84-85). De cualquier manera, se reconoce que es un término escurridizo y que las interpretaciones varían según las influencias teóricas e ideológicas de los autores y autoras, la época en que fueron escritas y el enfoque dado al tema-problema. Se cuerda con Mackinnon y Petrone (2011) que se trata de un término vago e impreciso, que abarca una heterogeneidad manifiesta de fenómenos (p. 11).

Para esta investigación se tomaron dos casos de populismo clásico, el Brasil de Vargas (1945-1954) y el de la Argentina de Perón (1946-1955). Si bien se realizaron otros análisis comparativos de ambos líderes, entre ellos el más exhaustivo de Groppo (2009), el objetivo es desentrañar las características propias del populismo latinoamericano en los discursos de uno y otro, dirigidos a los trabajadores en particular y al pueblo en general, tratando de descubrir qué connotaciones le daban a estos términos en cada caso, según las circunstancias históricas, recurriendo al método comparativo y al análisis crítico del discurso, sin poner en discusión las cuestiones ideológicas que Groppo plantea.

Para Sartori (1984) el método comparativo tiene como objetivo la búsqueda de similitudes y disimilitudes. Dado que la comparación se basa en el criterio de homogeneidad, siendo la identidad de clase el elemento que legitima la comparación, se confronta entonces lo que pertenece al mismo género o especie o cómo una persona o un grupo piensa de sí mismo en relación con los otros en la sociedad en función de su posición económica y social. La decisión metodológica fue seleccionar estos casos que en general parecen similares, para destacar las variables explicativas del populismo en los discursos dirigidos a los trabajadores que ayudaron a consolidar tipos de identidades propias de cada país. Si bien se desarrolla un fenómeno equivalente que, a primera vista impresiona como que las diferencias encontradas entre estos reconocen más bien matices en vez de tratarse de expresiones desiguales, sin embargo, ahondando en los mensajes a través de un análisis político comparativo, se advierten diferencias marcadas en cuanto a la configuración de identidades.

El análisis del discurso político, siguiendo a Sigal y Verón (2003) no se reduce a un estudio de contenido, sino que además se infiere el comportamiento social de los actores intervinientes y del sistema de relaciones sociales que originan las manifestaciones colectivas y los discursos mismos. De manera tal que no se formulan teorías desde la perspectiva subjetiva del actor, sino que se asume el rol de observadores para interpretar lo que se quiere decir a través de los discursos. El análisis crítico del discurso, según lo desarrolla van Dijk (1993), más allá de los discursos propiamente dichos, pretende indagar la acción e interacción entre los actores involucrados, busca entender las acciones recíprocas entre el discurso y la sociedad, en particular para este caso entre las disertaciones en sí mismas y los trabajadores. Por ello se realiza el análisis de los discursos de Vargas y Perón, enmarcados en el contexto de la sociedad y de su época. Las alocuciones pronunciadas en grandes concentraciones masivas, en especial para el 1º de mayo en Brasil y para el 17 de octubre en el caso argentino, coadyuvaron a potenciar el liderazgo y a consolidar las identidades en juego. Los discursos y las manifestaciones fueron factibles para sustentar y fortalecer la superioridad del líder. Se coincide con Angenot (2010) en que los discursos sociales, son hechos sociales y políticos, hechos históricos, en los que se da una interacción entre quien pronuncia el discurso y quienes lo reciben. “El discurso social une "ideas" y "formas de hablar" de manera que a menudo basta con abandonarse a una fraseología para dejarse absorber por la ideología que le es inmanente” (p. 27).

Para la búsqueda de fuentes se recurrió, en primer lugar, a la Biblioteca Peronista de la Biblioteca del Congreso de la Nación en donde se obtuvieron varios libros de la colección de discursos de Perón, además de los bajados de Internet del sitio de la Biblioteca; del sitio web del Archivo peronista se seleccionaron los discursos referidos a los trabajadores. Se realizó una muestra con los pronunciados los 17 de octubre para el caso argentino. Para el caso brasileño, la selección fue más compleja. En el sitio del Ministerio de Relaciones Exteriores se obtuvo un corpus interesante y en el de la Cámara de Diputados brasileña los discursos dirigidos a los trabajadores, en especial los de los 1º de mayo; en todos los casos hubo que traducirlos ya que se encontraban en portugués. En ambos se recurrió también a discursos reproducidos por YouTube en donde se pudo examinar los documentos audiovisuales que brindaron otra perspectiva de observación.

2. Breves trayectorias de los populismos de Vargas y Perón

La figura política de Getulio Vargas cobró notoriedad como consecuencia de la crisis mundial de 1930 que repercutió con fuerza en América Latina y que en Brasil terminó desencadenando un golpe de Estado que lo llevó a la presidencia con carácter provisional. Producida una revolución constitucionalista, dos años después se inició un proceso de democratización que culminó con la reforma constitucional de 1934 y que llevó a Vargas a la presidencia hasta 1937. En ese año, y ante la supuesta amenaza de un intento comunista por tomar el poder, el propio Vargas encabezó un nuevo golpe de Estado, dictó una nueva constitución que le permitió controlar los poderes legislativo y judicial e instauró el Estado Novo -período nodal en el populismo varguista- hasta 1945 en que fue derrotado por otro golpe de Estado. En esta etapa se suspendieron los partidos políticos, salvo los controlados por el gobierno, se acentuó el lenguaje nacionalista y se adoptó una forma de gobernanza corporativa con fuerte presencia del ejército y los sindicatos. En lo económico se concentró en modernizar el Estado con un fuerte intervencionismo estatal en la economía y un gran impulso a la industrialización del Brasil, especialmente concentrada en San Pablo. Luego de ocupar bancas de diputado nacional, asumió como presidente electo en 1951 hasta que, en 1954, en medio de una severa crisis política y militar terminó con su suicidio, su agitada tercera etapa de gobierno.2

Juan Domingo Perón, si bien participó en el golpe de Estado que derrocó a Yrigoyen en 1930, irrumpió en la arena política con otro golpe de Estado en 1943 en el que ocupó cargos relevantes -en el Departamento Nacional del Trabajo, Secretaría de Trabajo y Previsión, Ministerio de Guerra y Vicepresidencia- en los que cumplió un rol estratégico que le permitió llegar a la presidencia de la nación en dos períodos consecutivos (1946-1952, 1952-1955), con una reforma constitucional de por medio que lo habilitó para la reelección, aunque fue derrocado por otro golpe de Estado en septiembre de 1955. Su gobierno se caracterizó por una alianza policlasista en la que el Estado jugó un papel aglutinador (Weffort, 1980 y Ansaladi y Giordano, 2012) y una organización política de fuerte impronta corporativa. Desde su desempeño en la etapa del golpe de Estado y en sus dos presidencias se caracterizó por implementar una política con enérgico intervencionismo estatal y la creación de un partido político identificado y bajo las órdenes directas del líder y conductor y una fuerte dimensión clientelar basada en la reciprocidad entre las burocracias sindicales y los trabajadores en particular y el pueblo en general (Ansaldi y Giordano, 2012, p. 191; Knigth, 2005, p. 248).3

El propósito de este trabajo es analizar los discursos políticos de ambos líderes dirigidos a los trabajadores y al pueblo para indagar la intencionalidad política y la conformación de identidades en clave comparativa. En consecuencia, no se examinarán las políticas llevadas a cabo en ambos países en los períodos señalados, sólo en aquello casos que tengan relación directa con los discursos seleccionados para su interpretación.

3. El populismo de Vargas durante el Estado Novo en los discursos dirigidos a los trabajadores

El estudio comienza desde los discursos más antiguos para poder apreciar la evolución a lo largo de los años, de acuerdo al contexto nacional e internacional, y concluye en su tercera presidencia. Inmerso en la crisis del 30’ es posible comprender la emergencia del populismo en Brasil, período en que tanto las oligarquías como el liberalismo estaban en crisis y el desarrollo urbano iba de la mano del crecimiento de los sectores populares que necesitaban respuestas a sus reclamos y a un movimiento que los contuviera. A partir de la revolución de 1930 se observa, al decir de Weffort, "…una tendencia a la ampliación institucional de las bases sociales del Estado” (2011, p. 137). Si bien en este golpe de Estado que buscaba la caída del poder oligárquico el antiguo tenentismo4 se alió al Partido Comunista, sus integrantes no lograron aglutinarse lo suficiente para continuar en el poder. Las masas populares que no estaban incluidas en el golpe comenzaron a emerger como problema a solucionar, espacio que fue aprovechado por Vargas para consolidar su poder como protector de los sectores subalternos.

Ya instalado el Estado Novo5, el discurso varguista fue más contundente. Para el análisis se seleccionaron especialmente los pronunciados los 1º de mayo, día del trabajo, transformados en grandes actos que exaltaban la figura del líder populista, con gigantografías con su retrato como telón de fondo en el escenario e imponentes desfiles militares y de aviones, además de la marcha de los trabajadores agrupados detrás de las banderas de sus sindicatos. El 1º de enero de 1936, (BDCD, CDECB, 2011) en los primeros minutos del nuevo año, Vargas apuntó su alocución contra el comunismo el cual beneficiaba sólo a un grupo pequeño -a su juicio- y uno de sus fines era terminar con las conquistas sociales de los trabajadores ya que los sometería al “trabajo forzado y colectivo”. (p. 348) En este momento, la relación amigo-enemigo en el entramado discursivo se centraba entre el proletariado nacional y el comunismo soviético. Como su idea era consolidar una identidad nacional frente a las fracciones que siempre amenazaron la unidad brasileña, incluía en el llamado a la unión a

Todos vós - trabalhadores das cidades e dos campos, professores e intelectuais, magistrados e militares, comerciantes e industriais, educadores e jovens estudantes, mães amantíssimas, mulheres de alma fortalecida na piedade cristã -, todos quantos me ouvis, através dos mais longínquos rincões da nossa bela e gloriosa terra, ponde os vossos sentimentos bem alto e estreitai vontades e corações, num voto ardente e sincero de tudo sacrificar pela integridade e engrandecimento da pátria brasileira! BDCD, CDECB, 2011, p. 348).

En este caso la convocatoria era más amplia dada la situación política, recién asumido en el gobierno y con la fuerte oposición del comunismo, en un período de entre guerras en el que Brasil no terminaba de definir su postura ante la crisis mundial. No solamente plantaba las banderas del nacionalismo, sin exclusiones de clase ni de género, sino que también se afianzaba en una perspectiva cristiana como atributo de la nacionalidad. Una vez afianzado en el poder e iniciadas las reformas del Estado Novo aprovechó el discurso del 1 de mayo de 1938 para destacar a los trabajadores la importancia del orden, de la armonía entre el capital y el trabajo y de las leyes sociales. Dos imperativos que refrendaban su discurso respecto del ‘orden y trabajo’ necesario en una sociedad en transición.

Nenhum governo, nos dias presentes, pode desempenhar a sua função sem satisfazer as justas aspirações das massas trabalhadoras. Podeis interrogar, talvez: quais são as aspirações das massas obreiras, ¿quais os seus interesses? E eu vos responderei: ¡a ordem e o trabalho! Em primeiro lugar, a ordem, porque na desordem nada se constrói; porque, num país como o nosso, onde há tanto trabalho a realizar, onde há tantas iniciativas a adotar, onde há tantas possibilidades a desenvolver, só a ordem assegura a confiança e a estabilidade. O trabalho só se pode desenvolver em ambiente de ordem. (BDCD, CDECB, 2011, pp. 373-374)

Aparentemente parece una contradicción el planteo de orden y trabajo que nos remite a períodos oligárquicos -en particular por lo de orden- sin embargo, al considerar al trabajo como el mayor factor de elevación de la dignidad humana, lo que quería transmitir era la idea de instaurarlo como motor del progreso individual, familiar y social, dentro del orden. Todo ello se conseguiría con la organización sindical impulsada desde el propio gobierno y con la conciliación de clases, en contra de la lucha de clases planteada por el comunismo.

El 10 de noviembre del mismo año, en ocasión de la inauguración de los edificios del Ministerio de Trabajo, Industria y Comercio en Río de Janeiro, insistía con la necesidad de elevar las reservas “de energía patriótica, integridad moral y devoción al bien público, dentro del orden, para el mayor bien de la familia brasileña y la tranquilidad del trabajo”6, sin distinción de clases ni profesiones, tanto para intelectuales, artistas, obreros, empleados de comercio, bancarios, agricultores, etc. (BDCD, CDECB, 2011p. 39). Se advierte siempre presente la idea de integrar a los sectores medios y bajos con los principios de justicia social y con el respaldo de las fuerzas armadas para garantizar el orden, dejando de lado los extremos de derecha e izquierda quienes eran, a su juicio, los que acechaban al gobierno,

El 1º de mayo de 1940, con motivo de la celebración del día del trabajo, Vargas exaltó al trabajador como fuente de progreso, desarrollo e independencia económica y anunció la sanción de la ley de salario mínimo, una promesa no cumplida hasta entonces por la revolución de 1930, vieja aspiración de los trabajadores. En ese discurso, pronunciado en el estadio Vasco da Gama, ensalzó la figura del trabajador como colaborador directo en la obra de reconstrucción política y económica de Brasil; el mérito era sin dudas suyo y los trabajadores colaboraban para su concreción, como patriotas que aportaban su esfuerzo individual y colectivo para lograr la independencia económica. “Nuestro progreso no puede ser obra exclusiva del gobierno, sino de toda la nación, de todas las clases, de todos los hombres y mujeres, que se ennoblecen a través del trabajo, valorando la tierra que los vio nacer”, (BDCD, CDECB, 2011, p. 394) afirmaba; gobierno y trabajadores conformaban la nación, eran la síntesis de la nacionalidad.

En la misma fecha del año siguiente, Vargas realizó una retrospectiva de la legislación social a la vez que anunciaba la regulación de la justicia laboral descuidada hasta entonces, reformando a su juicio así, la estructura social del país y aboliendo los privilegios del pasado, con el apoyo de los sectores medios:

A Lei dos Dois Terços - na realidade, da nacionalização do trabalho -, a sindicalização unitária, o seguro social, o horário nas indústrias, a regulamentação do salariado de mulheres e menores, as férias remuneradas, os cuidados de assistência médica, os restaurantes populares e o salário mínimo são outras tantas etapas vencidas do programa trabalhista. (BDCD, CDECB, 2011, p. 435).7

En primer lugar, elogiaba la lealtad de los trabajadores hacia el gobierno, relacionándola con el patriotismo y la unidad en pos de aspiraciones colectivas. Si se toma la concepción de Balbi (2007) que considera leales a quienes son fieles y cumplen con su compromiso a determinadas personas, en este caso al líder, los traidores eran quienes quebrantan la lealtad o compromisos asumidos (p. 25). La lealtad de los trabajadores aparece reiteradamente reclamada en los discursos de Vargas, en la mayoría de los casos relacionados con la patria y la identidad brasileña. Asimismo, destacaba la colaboración entre empresarios y obreros puesto de manifiesto en la confraternización en un gran banquete laboral del aniversario del Estado Novo, coronado por un impresionante desfile de las fuerzas armadas y también del trabajo, entrenadas por técnicos en educación física del ejercito que formaban paramilitares entre los obreros que así lo deseaban, como masa de reserva de las fuerzas para que, en caso necesario, se movilizasen en defensa de los principios del Brasil emergente. Los trabajadores se transformaban en soldados para la salvaguardia de la Patria.

Propugnaba la organización del pueblo para apoyar la economía popular, la formación sindical como bloque fuerte y cohesionado, la organización de trabajadores y pueblo en torno al gobierno en contra de los “saboteadores y explotadores” de ese mismo pueblo; nuevamente surgía la oposición binaria: leales y traidores. Indudablemente existía la idea de unir la nación con su proyecto político, con la idea firme de conformación de una identidad nacional, relacionada no sólo con el líder populista sino también con la modernización e industrialización de Brasil y la centralización administrativa en estrecha relación con los actores militares y sindicales. El discurso nacionalista siempre estuvo presente en todos los eventos, los más diversos que fueran; la retórica nacionalista y la exaltación del proyecto varguista constituyen un solo núcleo discursivo dentro del marco político del populismo a la brasileña, en un esquema policlasista entre los grupos dominantes y los sectores desposeídos.

El 1º de mayo de 1944, declarada la guerra al Eje dos años antes, Vargas pronunció el discurso del día del trabajador en el estadio de Pacaembu, por primera vez en San Pablo, considerando que allí se congregaban más de medio millón de obreros que proporcionaban riqueza y progreso al país, representados por 270 sindicatos y 6 federaciones. (BDCD, CDECB 2011, p. 282). La alocución la dirigió a los trabajadores de Brasil en general, a quienes elogió su carácter pacífico, solidario y comprensivo de los intereses nacionales; consideraba que en ese momento eran excelentes trabajadores como lo serían en el momento que les reclamase la patria, magníficos soldados; trabajadores y soldados eran una sola unidad, una parte compacta de la nación.

Luego de referirse a las reformas en curso de los servicios de asistencia y seguridad social, convocaba a los trabajadores a la cooperación nacional, imprescindible en la hora crucial que atravesaba el país. Consideraba que al apoyar económicamente a los obreros equivalía a darles un verdadero sentido de libertad y seguridad para expresar sus opiniones políticas, aunque en la práctica estuvieran restringidas a las propias del varguismo. En su discurso se mezclaban los alegatos en favor de la unión, de la conformación de una fuerte identidad brasileña y de la unidad sindical, aunque alineada a su gobierno.

El 1º de mayo de 1951 el discurso pronunciado en el estadio Vasco de Gama es considerado como una expresión simbólica del reencuentro de Vargas con los trabajadores, luego de su alejamiento de la primera magistratura durante seis años y a partir de su asunción como presidente electo entre varios candidatos, a fines de enero de 1951. En este encuentro se enfrentó la acusación de sus adversarios que consideraban que incitaba a la violencia popular, tratando de calmar los ánimos al respecto, pero reconociendo los problemas económicos y sociales no sólo de Brasil sino de toda América Latina, que conmocionaban la región. En ese día del trabajador sostenía que el gobierno se dirigía al pueblo como un amigo a otro, con lealtad y franqueza como fueron los trabajadores “leales, abnegados y valientes”. Luego de exaltar la grandeza de los destinatarios subrayaba su rol de candidato, no de un partido, sino de los trabajadores, del pueblo, “por lo tanto gobernaré con este pueblo que me ha elegido y me esforzaré siempre por proporcionarle la mayor suma posible de confort, seguridad y bienestar” (BDCD, CDECB 2011, p. 666). Vargas unificaba esta vez trabajadores y pueblo como una sola entidad que lo respaldaba y apoyaba.

Una vez más apeló a la sindicalización para defender los derechos individuales y sociales, para luchar contra la carestía de la vida, los especuladores y lograr el bienestar social, para ello, era necesario que los trabajadores y el pueblo en general se organizasen en torno al gobierno” (BDCD, CDECB 2011, p. 678); trabajadores, pueblo y gobierno constituían una amalgama indisoluble; debía impulsarse la formación de cooperativas, asociadas a una buena organización sindical.

El discurso pronunciado durante las celebraciones del Día del Trabajo el 1º de mayo de 1952, Getulio se dirigió a los ‘trabajadores de Brasil’ -haciéndolo más inclusivo- a participar en el gobierno y la política a través de los sindicatos, en este sentido señaló al final de su discurso:

Trabalhadores, meu apelo está lançado e conto convosco, com as vossas organizações, com os vossos dirigentes, com a força coesa e disciplina do vosso prestígio para que colaboreis melhor com o governo na gestão dos negócios públicos. Que no 1º de Maio do ano vindouro já possais mostrar um grande avanço no sentido dessa renovação para a qual vos conclamo - são os meus votos mais sinceros, e é a grande esperança de todo o povo brasileiro. (BDCD, CDECB 2011, pp.718-719).

No solamente les pedía alinearse con el gobierno, sino también disciplina y colaboración, además de anunciar sus proyectos para darles la dirección de los organismos de seguridad social y ampliar la legislación social a los trabajadores rurales con referencia al tratamiento de una posible reforma agraria, que quedaba como una deuda pendiente.

4. El populismo de Perón a través de discursos dirigidos a los trabajadores los 17 de octubre

Juan Domingo Perón a lo largo de su actuación política entre 1943 y 1955 se distinguió por jalonar sus días con múltiples discursos dirigidos a los más variados interlocutores, a los trabajadores en general y a los de cada gremio en particular, al ‘pueblo’, a legisladores, a funcionarios nacionales y extranjeros, etc. Si se revisan los diarios de la época se puede observar cómo todos los días pronunciaba varias alocuciones en distintos lugares y frente a diversos públicos. Por contar con un abundante caudal de fuentes de material discursivo, se optó por seleccionar en particular los pronunciados los 17 de octubre desde 1945 hasta 1954, poniendo atención en la evolución y cambios producidos a lo largo de los años en su forma de dirigirse a los trabadores.

17 de octubre de 1945, íntimamente ligado a los orígenes del peronismo, transformado luego por acción de la propaganda oficial en el día de la ‘lealtad popular’, se convirtió con el correr del tiempo en el día peronista por excelencia. Congregada la multitud en la plaza de Mayo para pedir por la libertad de su líder, que en realidad ya se encontraba en el hospital militar, el presidente Farrell lo convocó para que hablara a la muchedumbre desde los balcones de la casa de gobierno con el propósito de calmar los ánimos con la presencia directa de Perón.

El discurso lo dirigió a los trabajadores, en referencia a los presentes, aunque en otros momentos los nominaba como masa o como pueblo para hacerlo más inclusivo, pero haciendo una distinción bastante sutil cuando se refería al “auténtico pueblo”, en ese momento al que se movilizó a la plaza. Por su parte, se presentaba como un soldado, un patriota y el ‘primer trabajador argentino’, título autoproclamado a partir de su desempeño en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Soldado-patriota-primer trabajador, las tres cualidades que lo distinguían y, frente a las circunstancias de la hora, les aconseja a sus seguidores: “Trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra, la unidad de todos los argentinos”, a quienes debían sumar a los díscolos que se confundirían “con esa masa hermosa y patriota que constituyen ustedes”. (BCN: 2002, pp. 26-28). Por entonces, y en vísperas de las elecciones presidenciales anunciadas por Farrell, la unidad de los desposeídos, de los trabajadores, de hombres y mujeres obreros y obreras le podía garantizar el triunfo anhelado, a pesar del contenido de su mensaje que anunciaba su retiro.

La presencia de esa masa sudorosa por lugares exclusivos hasta entonces de la burguesía porteña fue anunciada por el diario conservador La Prensa, el 8 de diciembre, en el que se refería “al ex funcionario Perón y a las chusmas descamisadas” (Luna, 1984, p. 412). Para defender a los trabajadores de este agravio el 14 de diciembre Perón usó por primera vez el término descamisados en forma propositiva, manifestando su repudio a la discriminación de clase afirmando: “Tendremos el corazón bien puesto debajo de una camisa, que es mejor que tenerlo mal debajo de una chaqueta” (p. 413). Al año siguiente se apropió del término y la camisa se convirtió en símbolo de lucha cuando los trabajadores le pidieron que se sacara su chaqueta para igualarse a los presentes, acción que repetía en uno y otro acto una vez electo presidente, transformándose en un ritual peronista.

Su discurso del 17 de octubre del año siguiente comenzó con la frase “mis queridos descamisados”, presentándose a la plaza vestido de civil pese a ser ya el primer magistrado de la nación. A partir de entonces, no utilizó el término como adjetivo sino como sustantivo: los descamisados se contraponían a los ricos de galera y frac que despreciaban a los pobres y no entendían la causa de la patria. Para Perón el descamisado fue “carne de cañón en la independencia”, fue el que hizo grande a la patria, “el hombre humilde, el hombre que todo lo hizo y nada reclamó para sí", por ello prometió ante la multitud erigir el monumento al descamisado (BCN, 2002, pp. 32-35) y él, como un descamisado más, decretó el feriado para el día siguiente que, con el tiempo, pasó a ser ‘San Perón’, para las multitudes que lo exigían a viva voz. La camisa se convertía en un símbolo de lucha. En su alocución distinguía al ‘verdadero pueblo’ identificándolo con los asistentes a la plaza; él se postulaba como un hombre de pueblo y por ello se unía luego a los festejos populares, tradicionales después de cada acto. Este fue el primer año que preguntó a los presentes acerca de su conformidad con la gestión peronista, tradición que se mantuvo hasta 1954, antes de su caída.

El acto del 17 de octubre de 1947 fue el primero convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT); en consecuencia, las columnas marcharon portando carteles identificatorios de los gremios a los que pertenecían. Trenes gratuitos partieron de los cuatro puntos cardinales rumbo a Buenos Aires para participar de este encuentro fraterno entre los descamisados, llevando también pancartas que registraban su origen territorial.

Por entonces, los descamisados eran para Perón

…hombres laboriosos y patriotas congregados en apretado ramo para exteriorizar sus sentimientos. Pueblo maravilloso de una Patria inmortal, que está construyendo, para ejemplo de los siglos, una nueva doctrina y una nueva idealidad que el mundo no ha de olvidar jamás.

Qué importa que algunos no nos comprendan; qué importa que algunos nos combatan, si en el devenir del tiempo la historia ha de decir un día que el pueblo no se ha equivocado y quiénes han sido los traidores de la Patria. (BCN, 2002, p. 38).

Al igual que Vargas, equiparaba a los trabajadores con soldados de la causa del pueblo. A partir de entonces, los trabajadores, los ‘hombres laboriosos y patriotas’, ese ‘pueblo maravilloso’ fue consolidando su verdadera identidad detrás de la doctrina peronista que los invitaba a construir un mundo al que aspiraban todos llegar. Quienes se oponían eran los ‘traidores de la Patria’. Remarcaba bien la diferencia entre un nosotros y los otros, entre leales y traidores, estos últimos una inepta minoría que no podía competir con los logros del gobierno peronista que había declarado la independencia económica. Descalificaba al adversario; la oposición entre oligarcas y descamisados la mayoría de las veces se transformaba en el eje del discurso.

Al año siguiente, en 1948, inauguró la serie de discursos el secretario general de la CGT José Espejo y, por primera vez habló Eva Perón desde el balcón de la Casa Rosada, ante la ovación del público; a partir de entonces comenzaba la institucionalización de la maquinaria oficial del peronismo para instaurar públicamente el mito de Evita. Los rituales que se acentuaban servían para oficializar el carácter carismático del líder y de su esposa. El objetivo de Perón, por entonces, era lograr la reforma constitucional y, para ello, apuntaba contra los ‘enemigos’ de la oposición que se resistían a su reelección. Para ello debía contar con la total adhesión popular y la de las mujeres, luego de sancionada la ley de voto femenino.

…cada descamisado debe ser un soldado que vele con el arma al brazo, vigilante, con ojo avizor y penetrante, porque la traición trabaja, porque el mal se arrastra, porque la maldad se oculta en cualquiera de los que caminan y marchan al lado nuestro.

Por eso en el ejército de descamisados, cada uno en su puesto, cada uno en su lugar de trabajo, es un centinela y es un combatiente. Es menester, que así dispersos, en el trabajo, en la calle, en el paseo, dejen sentir en su mirada que están orgullosos de ser descamisados y peronistas.

Descamisados y peronistas eran ya una sola identidad inseparable. En caso de ruptura podían caer en la traición al pueblo y a la Patria. A la vez debían constituir un verdadero ejército no sólo para combatir, en caso necesario, sino también para estar atento a lo que sucedía a su alrededor ante la amenaza de los traidores. La recurrencia temática no solamente surgía en la contraposición binaria sino también en categorías jurídico políticas, como ciudadano, nacionalismo, soberanía, progreso, etc.

El 17 de octubre de 1949 el presidente volvió a iniciar el discurso con “compañeros descamisados”, frente a un público de más de 100.000 personas trasladadas de los más recónditos lugares del país, en trenes fletados gratuitamente para la ocasión Las figuras centrales fueron Perón, Evita y el coronel Domingo Mercante, gobernador de la provincia de Buenos Aires. Por los parlantes se difundía por primerea vez la marcha ‘Los muchachos peronistas8, coreada por la multitud. De esta manera, según afirma Plotkin, se fusionaban el partido y el Estado (2013, p.135), el partido peronista y el Estado peronista eran una unidad indisoluble que los identificaba. A partir de ese día comenzaron a entregarse las medallas peronistas en reconocimiento a los servicios prestados a la Patria y al movimiento, a militares y a deportistas destacados, entre otros a Juan Manuel Fangio.9 Deporte y movimiento se amalgamaban tras un solo objetivo, respaldar al conductor.

En su discurso el líder enumeró los avances logrados a partir de la promulgación de la constitución justicialista: dignificación del trabajo y del trabajador, elevación de la cultura social y de la educación, humanización del capital, respeto y solidaridad hacia el hombre y hacia el pueblo. “Como gobierno del pueblo, hemos llevado el pueblo mismo al gobierno”, sostenía, y resaltaba la conquista de la sanción de los derechos de los trabajadores y de la ancianidad. (BCN, 2002, pp. 49-51) en la constitución reformada; a continuación, pasó a enumerar los servicios y empresas nacionalizadas y el plan de gobierno puesto en marcha. Utilizaba las expresiones fe peronista, resumida en una mujer, un estudiante y un hombre, sacrificio, maternidad y deber, galardonados y saludados por el presidente y su esposa y, en contraposición, falsos apóstoles para referirse a los oligarcas, imperialistas que actuaban en contra del pueblo. Hablaba de pueblo y peronismo como dos categorías diferenciadas, pero a la vez, unificadas, y dentro del concepto amplio de pueblo agradecía a los trabajadores como volviendo a desagregar aquello que había conjugado en un solo término previamente.

El 17 de octubre de 1950 trascendió porque con la presencia de Perón y Evita se inauguró el edificio de la CGT en Azopardo e Independencia, para luego trasladarse la comitiva al palco frente a la casa de gobierno, en la plaza de Mayo, en donde los rituales comenzaron con la entonación del Himno Nacional y la marcha peronista, la entrega de medallas peronistas -esta vez a sindicalistas- y del obsequio de la Central de trabajadores a Eva Perón del Gran Collar del reconocimiento "por su esforzada acción a favor del proletariado y, en general, de las clases humildes del país”. Evita respondió valorizando la significación social del descamisado y sosteniendo que habían desterrado “la limosna para exaltar la solidaridad como obra de justicia”. (BCN, 2002, p. 57) La justicia social siempre estuvo presente en los discursos como un protagonista más desde 1945 hasta el derrocamiento de Perón.

A lo largo de su alocución Perón hacía permanentemente una diferencia dicotómica entre la “vieja Argentina” y la” nueva Argentina”, bifurcación que también podía verse reflejada en los afiches de la época que contrastaban el ayer del hoy, oposición que se veía plasmada en la totalidad del discurso, en el cual avanzaba y retrocedía permanentemente sobre cómo era el país antes y cómo era a partir de los cambios introducidos por el peronismo. La distancia entre pasado y presente marcaba una discontinuidad, pero también una continuidad en lo personal ya que él se consideraba el mismo hombre de ayer. Como afirma de Ípola (1986):

Podemos ahora empezar a comprender el papel eficaz que cumple en el discurso, la magnificación ficticia de la distancia entre el pasado y el presente: ella permite, en primer lugar, presentar las iniciativas sociales y políticas de Perón como la expresión más clara e incontestable de sus virtudes personales […]; ella permite, en segundo lugar, pensar la amalgama entre lo continuo y lo discontinuo no como contradictoria sino como complementaria” (pp. 181,182).

El sexto aniversario de las jornadas de octubre, en 1951, estuvieron dirigidas especialmente a homenajear a Evita, gravemente enferma. El ritual frente a la habitual multitud comenzó con el discurso del secretario general de la CGT, José Espejo, quien entregó a la esposa del presidente el laurel de gloria que era una distinción al merecimiento que le concedía la central obrera. Luego el propio Perón le otorgó la ‘medalla peronista en grado extraordinario’ por su gestión en pro de los humildes. Este día de la lealtad se inauguró oficialmente los servicios de televisión y las imágenes del acto fueron las primeras transmitidas a nivel nacional. Se alteró el orden de oradores ya que Evita estaba demasiado debilitada para hablar. El discurso de Perón, dirigido a sus ‘queridos descamisados’, a “este pueblo maravilloso, que ya hemos calificado como lo mejor de esta tierra”- sostenía identificando pueblo con trabajadores y descamisados como un todo único- fue casi en su totalidad dedicado a alabar la figura de su esposa, “guía y abanderada del movimiento”, fundadora del Partido Peronista Femenino, “ejemplo de organización, de disciplina y de subordinación a la doctrina peronista”, marcando el verticalismo de dicho movimiento y, en especial de la rama femenina que dependía directamente de la señora. Relatataba cómo Evita, desde su lecho de enferma, como una mártir, veía desfilar en las crónicas diarias a los vendepatrias y traidores que respondían a intereses foráneos para lo cual, los descamisados debían sentirse soldados en un puesto de lucha; contra la traición, instigaba a la masa a mantenerse alerta. (BCN, 2002, pp. 65-68) A pesar de su debilidad, Eva Perón cerró el acto con breves palabras recibidas eufóricamente por la multitud.

El acto del 17 de octubre de 1952 estuvo marcado por el recuerdo a Eva Perón, fallecida el 26 de julio. Como telón de fondo, un enorme retrato de Evita, vestida de negro, cercado por los escudos peronista y de la CGT le daba más dramatismo a la escena. Luego del minuto de silencio se entonaron las estrofas del Himno Nacional y la marcha ‘Evita capitana’, que reemplazó a la tradicional marcha peronista. Un locutor dio lectura al capítulo del libro Mi mensaje, anunciado como el testamento de Eva Perón.

En su breve discurso, el general anunció la creación de la Fundación Evita y señaló que la misma se sostendría con los beneficios obtenidos por la venta de los libros La razón de mi vida y de Mi mensaje, de lectura obligatoria en las escuelas. Casi al final del mismo, concluyó afirmando que “Este 17 de octubre, de recuerdo a la ilustre compañera desaparecida, es también una lección peronista para todos los argentinos, buenos o malos, ricos o pobres, humildes o encumbrados” y que “nosotros no la olvidemos y sepamos imitarla siempre, es cuanto pido al pueblo en nombre de los valores superiores y permanentes de la Patria”. La Patria, el Estado y el peronismo se combinaban como un ente único y sin fisuras. Al día siguiente, el feriado no sería de ‘San Perón’ sino de ‘Santa Evita’, ratificando así, un nuevo mito. (BCN, 2002, pp. 71-73).

1953 estuvo signado por el ataque terrorista del 15 de abril, en plaza de mayo, mientras se realizaba un acto sindical organizado por la CGT para darle un masivo respaldo a Perón ante el desabastecimiento reinante. Juan Domingo Perón había comenzado su discurso afirmando:

Compañeros, desde hace tiempo vengo diciendo que está llegando la hora de los pueblos y me siento inmensamente feliz frente a esta grandiosa asamblea, porque observo que este pueblo es digno de esa hora y porque veo que este pueblo está capacitado para realizar lo que esa hora impone a los países. (…) Más que órdenes e impartido consejos. Un presidente que aconseja, más que presidente es un amigo…

Ante el estallido de dos bombas en zonas cercanas al acto la multitud comenzó a gritar la consigna “¡Leña, leña!” y “¡La vida por Perón!” Perón redobló la apuesta: “Esto de dar la leña que ustedes me aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?” Sin embargo, Perón cerró su discurso exigiendo a los opositores que se pusiesen a favor de la República y haciendo un llamado a la muchedumbre a regresar al trabajo y a mantenerse “activos y vigilantes”. El pueblo era el destinatario del discurso y hacia él dirigía toda la alocución, insistiendo en la necesidad de su unidad, del gobierno y del Estado. A los trabajadores les competía “producir, producir y producir”. 10 Como respuesta a los muertos, heridos y mutilados, luego del estallido de las bombas, grupos peronistas atacaron e incendiaron la Casa del Pueblo (sede del Partido Socialista), el Partido Radical, el Jockey Club. La revancha y los enfrentamientos enlutaron la Argentina a partir de entonces.

Tensados los ánimos de peronistas y opositores, el 17 de octubre de ese año tuvo características diferentes. (BCN, 2002, pp. 80-86). En primer lugar, el enunciado inicial fue solamente compañeros, más inclusivo, no directamente dirigido a los descamisados o a los trabajadores como hasta entonces. Disertaron además de Perón, el presidente-dictador de Nicaragua, general Anastasio Somoza, el secretario general de la CGT, Eduardo Vuletich y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, mayor Carlos Aloe. Luego de la entrega de las habituales medallas peronistas el discurso esta vez estuvo dirigido a sostener el Segundo Plan Quinquenal, haciendo hincapié en la obligación de la organización y del trabajo, por ello era necesaria la unidad del pueblo y, en especial del pueblo peronista. La división entre peronistas y antiperonistas se perfilaba cada vez con más fuerza y era difícil calmar los ánimos de por sí bastante caldeados. Esta percepción binaria de la sociedad llevó a duros enfrentamientos, aún después de la caída de Perón en 1955.

Otro aspecto interesante de destacar de este discurso es su alusión a la política internacional, frente a la crisis económica por la que atravesaba el país. Por un lado, mostraba el acercamiento a los Estados Unidos de Norteamérica, con la visita del hermano del presidente Eisenhower, y la unión de los pueblos latinoamericanos con sus viajes por Chile, Paraguay bajo la presidencia del general Alfredo Stroessner y el acercamiento con Nicaragua, traducido en la vista y presencia del dictador General Anastasio Somoza.

El último discurso de un 17 de octubre fue al año siguiente, en 1954. (BCN, 2002, pp. 89-95). En esta oportunidad no se entregaron las medallas peronistas y el tono de las palabras del líder se caracterizaron por su dureza que apuntaba directamente en contra de los opositores. Comenzó dirigiéndose a “los compañeros peronistas de todo el país ya que ‘la suerte de la república estaba en juego’”, según sus palabras. Por ello los peronistas debían asumir la gravedad de la hora, nadie podía estar exento de la adhesión a uno u otro bando porque los indiferentes eran, a su juicio, verdaderos traidores. Señaló a tres tipos de adversarios: “los políticos, los comunistas y los emboscados” y cómo se debía obrar con cada uno de ellos. Convocaba a la unidad de los peronistas para luchar por ‘las conquistas y la libertad del pueblo’.

El pueblo ha llamado a este día 17 de octubre, el Día de la Lealtad y yo quiero también llamarlo el día de mi inquebrantable lealtad al pueblo, reafirmando, sobre todos los hechos acaecidos y sobre todas las circunstancias pasadas, que no he reconocido, ni reconoceré jamás, ninguna fuerza ni ningún soberano que no sea el pueblo de mi Patria. En nombre de esa lealtad, prometo hoy, como siempre, seguir luchando incansablemente, día y noche, por la felicidad del pueblo y por la grandeza de la Patria. Y sólo pido al pueblo que me ayude a conseguirlo.

Ante el peligro de una guerra civil y de un enfrentamiento entre hermanos que se avizoraba, Perón apelaba al ‘pueblo’ y a su lealtad para tratar de aplacar los ánimos, aunque las diferencias y oposiciones eran tan marcadas que resultaba ya muy difícil revertir la situación. Además, como observa de Ípola (1983) “la violencia simbólica se ejerce y se disimula presentando los juicios valorativos como simples constataciones de hechos y a las exhortaciones y consignas como lógicos corolarios de aquellas". (p. 139) El discurso, en el fondo apelaba también a la violencia, no sólo simbólica.

5. Conclusiones comparativas

Tratar de hacer interpretaciones discursivas en clave comparativa entre los discursos de dos líderes populistas contemporáneos, de países diferentes como Argentina y Brasil, en contextos socio-económicos y políticos también diferentes no es tarea sencilla. En primer lugar, hubo que situar brevemente el contexto de los discursos y por razones de opción metodológica se tomaron como casos a estudiar los de Getulio Vargas pronunciados los 1º de mayo, día del trabajador, y los de Juan Domingo Perón de los 17º de octubre, de gran significación para el peronismo, día de la lealtad popular. Los discursos de ambos líderes eran transmitidos por radio en cadena nacional, según la costumbre de la época, hecho que les permitía llegar no sólo a los interlocutores directos que asistían a los actos, sino a todas las personas a lo largo y a lo ancho de ambos países. Si bien se disiente en algunos aspectos con los análisis que realiza Groppo (2009), que sigue en líneas generales los postulados de Laclau sobre todo en lo referente a la carga ideológica de los discursos, se coincide en que las diferencias son más marcadas por los contextos y las circunstancias históricas que atravesaron ambos líderes. Groppo denomina “identificación sublime” a una forma de identidad característica del populismo como lo fue la identidad peronista (2004, p. 22).

Lo que interesó analizar es la identificación discursiva hacia los trabajadores además de las estrategias de argumentación según las circunstancias y la construcción de un nosotros que, en el caso de Vargas serían los trabajadores brasileños y en el de Perón los trabajadores peronistas, aunque en los discursos de ambos, según los escenarios, se equipara a ellos con el pueblo. Se considera que aquí radica la principal diferencia. En Brasil Vargas debió enfrentar a sectores de la extrema derecha y de la extrema izquierda que, al principio los tuvo de aliados y que luego pasaron a engrosar, junto con la oligarquía en general, los otros, la oposición, los traidores, de allí la necesidad imperiosa de afianzar una identidad brasileña de la mano del líder carismático, para lo cual era necesario ‘sacrificarse’ con el fin de lograr la integridad y el engrandecimiento de la patria brasilera. En Argentina, en los discursos de Perón del 17 de octubre la dualidad se centraba en los descamisados vs. la oligarquía, los primeros para identificar a los trabajadores con el partido oficial que los aglutinaba y convocaba, los leales, y los segundos, los traidores, es decir quienes se oponían a los postulados del partido gobernante. Ambos aparecen como conocedores de sus interlocutores que eran, en cierta medida, sus pares; los líderes se consideraban uno más de ellos. Un nosotros en oposición a los otros, los enemigos del pueblo, la alteridad. La relación amigo-enemigo siempre estaba presente.

Vargas planteaba la dicotomía orden versus desorden; las masas obreras debían responder al primero, con el segundo, la vieja oligarquía a la que se oponía. También exaltaba -al igual que Perón- el patriotismo, la familia y el trabajo como reservas morales. Ambos consideraban que el progreso de la nación estaba en el trabajo de todos los sectores de la sociedad, sin distinción de clases, sin lucha de clases como pregonaban los comunistas. A los trabajadores, erigidos como soldados de reserva en caso de conmoción interna o externa, también los equiparaba. Si bien ambos elogiaban en los discursos el carácter pacífico de las masas obreras, por otro lado, incitaban a la violencia simbólica o a otro tipo de violencia más directa, según los casos. Trabajadores y pueblo se transformaban en una sola entidad sumados al gobierno y, en el caso de Perón, distinguiendo el verdadero pueblo del resto no integrado.

El primer 17 de octubre de 1945 Perón comenzó nominando a los presentes como trabajadores, masa, pueblo y verdadero pueblo, incluyéndose en el colectivo como el primer trabajador. Luego tomó el término peyorativo de descamisados -usado por la prensa opositora- como propositivo, transformándolo en una síntesis del concepto de peronistas y de trabajadores, en oposición a los ricos, a la oligarquía. Al igual que Vargas sostenía que los trabajadores debían ser patriotas y soldados de la causa del pueblo. En sus discursos, especialmente en su segundo gobierno, sale a la luz la vieja Argentina contra la nueva Argentina de Perón, el ayer como antagónico al hoy, el retroceso versus el progreso. El líder brasileño también insistía en los progresos materiales y sociales logrados durante sus gestiones, en contraposición con los de la vieja oligarquía.

Aunque tanto en Vargas como en Perón no se observa una identidad ideológica, si tienen en común la portación de una identidad política, aunque en el peronismo es más marcada y perdura hasta el presente -la identidad peronista-, mientras que en el varguismo se centraba en la identidad nacional, en la identidad brasileña. Los análisis de los discursos seleccionados permiten claramente vislumbrar estas diferencias. Respecto al contenido, se observa en el peronismo una crítica al liberalismo como un todo en su primer gobierno, especialmente al proclamar la tercera posición, mientras que Vargas adoptó una postura más equidistante impulsando el proyecto industrialista brasileño, alentado por su alianza con los Estados Unidos. Ambos politizaban la cuestión laboral y social en el sentido de considerarse como principales protagonistas de los procesos gestados en beneficio de los trabajadores y sus conquistas sociales gracias a su intervención desde el gobierno. En lo que respecta a otras fuerzas políticas Vargas buscó en algunos casos la integración, mientras que Perón marcó la separación con las fuerzas antagónicas.

Lo que se pretende, en síntesis, es comprender el fenómeno populista, tanto de Vargas como de Perón como fenómenos políticos con aspectos contradictorios en lo discursivo -sin contenido ideológico como sostiene Laclau- e interpretar las alocuciones en el contexto de la época y según las circunstancias históricas que debieron atravesar cada país. Indudablemente con este trabajo no se cierra el intento de interpretación de las fases discursivas de ambos mandatarios ya que las dos son muy interesantes y variadas según los destinatarios hacia los que iban dirigidos. Queda todavía camino por recorrer y ampliar el panorama de análisis.

Fuentes y bibliografía

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Notas

1Se entiende por identidad partidaria cuando se observa la aceptación que existe un vínculo con un partido político, valoración de las propuestas y candidatos del partido y participación en sus actividades, además de la intención de voto (Aguilar López, 2008, p. 41)

2Para profundizar ver Ansaldi y Giordano (2012), Halperin Donghi (2005), Skidmore (2010), Hirst (1981), entre otros

3Para profundizar el peronismo ver Nueva Historia de la nación argentina. T 8, 9 y 10 (2010), Torre, J. (2002), entre otros

4El tenentismo fue un movimiento político militar, integrado por jóvenes oficiales del ejército brasileño, la mayoría tenientes, que a partir de la década del 20 iniciaron rebeliones en contra del poder político. Cuando asumió Getulio Vargas, luego del golpe de estado de 1930, algunos se plegaron a sus filas y otros se pronunciaron abiertamente en contra.

5Se conoce con el nombre de Estado Novo a la democracia autoritaria instaurada durante los gobiernos de Getulio Vargas en Brasil, ya que disolvió el Congreso federal y las legislaturas estaduales gobernando con plenos poderes.

6Todas las traducciones son propias.

7Los discursos eran transmitidos por radio, de manera que llegaban a lo ancho y a lo largo de Brasil.

8Como todos los discursos, fue transmitido por radio por cadena nacional.

9Juan Manuel Fangio fue un famoso piloto del automovilismo que logró cinco títulos mundiales y dos subcampeonatos.

** Esta investigación fue financiada por la Facultad de Ciencias Políticas, Jurídicas y Sociales de la Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE),

Recibido: 05 de Agosto de 2023; Revisado: 23 de Septiembre de 2023; Aprobado: 11 de Octubre de 2023

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** Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).Coordinadora de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). Correo: mmtenti@yahoo.com.ar

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