Los primeros relatos occidentales acerca de los individuos que habitaron el extremo austral de América provienen de las primeras expediciones que surcaron el Estrecho de Magallanes, y se centran en el mito del gigantismo patagónico (Pigafetta, 2012; Hernández et al., 1998; González-José, 2003). Sin embargo, no es hasta el s. XIX cuando se empiezan a encontrar los primeros estudios metódicos1 acerca de las características físicas de los individuos de Patagonia Austral (PA; Guichón, 1993; González-José, 2003). Los estudios que se desarrollaron en aquel momento, y hasta mediados del s. XX, se enfocaron en estudios craneométricos y en la caracterización de los mismos de acuerdo con tipos morfológicos (e.g., dolicocéfalo, braquicéfalo, mesocéfalo). Los autores de este tipo de estudios son numerosos, aquí se señalan algunos de aquellos han analizado restos esqueléticos procedentes de Patagonia: Blumenbach, Morton, d’Orbigny, Retzius, Welcher, Davis, Janka, Moreno, Virchow, Ramón Lista, Dreising, Garson, Sergi, Ten Kate, Verneau, Lehmann-Nitsche, Outes, Marelli, Lahille y Gusinde (para más información ver D’Angelo del Campo, 2020). Estos estudios están desarrollados a partir de un registro fragmentario2, por lo general sin control arqueológico sistemático, siendo un factor limitante para el conocimiento generado (Carnese, 2011; Carnese et al., 1991-1992; Cocilovo y Guichón, 1999-2000; González-José, 2003; Guichón, 1993). De especial importancia son los trabajos realizados por el sacerdote austríaco Martín Gusinde, quien abordó el estudio de los grupos humanos australes desde varias perspectivas, relevando información etnográfica, biológica y demográfica. Sus trabajos presentan numerosos análisis somatométricos y antropométricos, teniendo en cuenta variables como el grupo étnico, el sexo o la edad aproximada de cada persona o restos óseos humanos observados. Hasta la actualidad, han pasado más de cien años y, los trabajos realizados por Gusinde continúan siendo una referencia relevante (Cocilovo y Guichón, 1999-2000; Hernández, 1992).
El paradigma tipologista constituyó el abordaje predominante3, dentro del cual es posible distinguir diferentes líneas, como la propuesta de Von Eickstedt (1934). Dicho paradigma fue seguido y modificado por Imbelloni (1937, 1938) y desarrollado para Patagonia por Bórmida (1954), quien planteó cuatro tipos raciales arcaicos: pámpidos, fuéguidos, láguidos y ándidos (González-José, 2003; Guichón, 1993; Guichón y Borrero 2017). Hasta fines de los años setenta y principios de los ochenta los estudios realizados en el ámbito de la antropología biológica en América del Sur se centraban en la identificación de la “raza”. Sin embargo, a partir de este momento, se produjo un cambio en el abordaje de los estudios antropológicos y lo que podría denominarse paradigma evolucionista o síntesis evolutiva (Guichón, 1993, 2017) fue ganando espacio. Sin embargo, este cambio no se produce súbitamente, se da poco a poco con una variedad de matices y tensiones4. En ese proceso, se descartaron la concepción tipologista y de raza, cobrando especial relevancia el concepto biológico de población, recuperado desde la genética de poblaciones (Carnese et al., 1991-1992; González-José, 2003; Guichón, 1993, 2002, 2017; Mendonça de Souza y Guichón, 2012).
A partir de los años ochenta se retoma el interés por la antropología biológica de PA, desde una perspectiva cuantitativa y mediante la aplicación de análisis uni y multivariantes. Es destacable el vacío de cerca de 30 años que se produce en la disciplina en la región y que recoge Guichón (1993; 130): “la Antropología Biológica de Tierra del Fuego no fue abordada de una manera especial ni actualizada con anterioridad a que iniciáramos nuestro proyecto de investigación en 1984”. Se ha de señalar que buena parte de estos primeros trabajos utilizan las medidas somatométricas y craneométricas tomadas por Gusinde (1982) en su estancia con poblaciones originarias en Tierra del Fuego y que cuando hablan de las poblaciones de PA hacen referencia a tres grupos originarios: Kawésqar, Selk’nam y Yaganes (Cocilovo, 1981; Cocilovo y Guichón, 1985-1986, 1999-2000; Cocilovo y Di Rienzo, 1984-1985; Guichón, 1993, 1995; Guichón et al., 1989-1990, 1991; Varela et al., 1993-1994, 1997).
El origen de la variación entre los grupos humanos que habitaron PA es un tema en discusión desde hace cuatro décadas. Los primeros trabajos en el campo de la morfometría, específicamente craneometría, sugerían aislamiento geográfico y desarrollo biológico independiente en el extremo sur del continente, presentando los grupos australes cierta uniformidad y una clara diferenciación con respecto a los grupos del centro de la Patagonia y del resto del continente (Cocilovo, 1981; Cocilovo y Di Rienzo, 1984-1985; Hernández et al., 1997a; Lalueza et al., 1996; Rothammer y Silva, 1990). Sin embargo, dentro de la uniformidad se aprecian diferencias, pero sin una línea de interpretación uniforme para estas. Algunos autores (Cocilovo, 1981; Guichón et al., 1989-1990; Hernández, 1992; Hernández et al., 1997a; Lalueza et al., 1996, 1997b; Pérez et al., 2011; Turbón et al., 2017; Varela et al., 1997) indicaban la existencia de diferencias entre etnias (normalmente se refieren a Káwesqar, Yaganes y Selk’nam, en algún caso Aonikenk, y sólo en un estudio se tiene en cuenta a los Haush; Hernández et al., 1997a). Otros investigadores, basados en el tipo de subsistencia, agrupaban por un lado cazadores-recolectores marítimos, i.e. Yaganes y Kawésqar, y por otro, cazadores-recolectores terrestres, es decir Selk’nam y Aonikenk (Cocilovo, 1981; Guichón et al., 1989-1990; Hernández et al., 1997a; Turbón et al., 2017). Hernández (1992) mostró diferencias entre Selk’nam y Yaganes y situó a los Káwesqar en una posición intermedia indefinida. Otros apuntaban a una mayor proximidad entre Selk’nam y Káwesqar (Lalueza et al., 1996). Por último, Varela et al. (1997) encontraron diferencias entre Selk’nam, Yaganes y Káwesqar, pero a su vez existía una relativa superposición, idea que ya señaló Martín Gusinde (1989, citado en Hernández et al., 1992; 90), “cualquier observador se convencerá, no sin gran sorpresa de su parte, de que muchas características importantes en los cráneos de las tres tribus coinciden ampliamente entre sí”.
A partir de los años noventa, los individuos de PA cobraron un importante papel en la discusión acerca del poblamiento de América, aunque su posición dentro de este proceso es ambigua (González-José, 2003; González-José et al., 2001a, 2001b, 2002; Lahr, 1995; Pérez et al., 2007, 2011; Pérez y Monteiro, 2009). El modelo de los dos componentes biológicos o de las cuatro migraciones (Neves y Pucciarelli, 1989, 1990, 1991; Neves et al., 1999) consiste “en agregar una cuarta capa migratoria (cronológicamente la primera) al modelo de Turner para explicar ´el origen de los esqueletos paleoindios encontrados en América del Sur desde mediados del siglo XIX que por pequeño número fueron ignorados por los bioantropólogos o considerados extremos de variación en el contexto de los mongoloides´ ” (Pucciarelli, 2004; 229). Los esqueletos con rasgos morfológicos considerados “antiguos”, a los cuales denominaban “paleoamericanos”, presentaban un conjunto de caracteres comunes, y habrían llegado anteriormente que los individuos con rasgos mongoloides, denominados “amerindios” (González-José, 2003; González-José et al., 2001a, 2008; Lahr, 1995; Marangoni et al., 2014; Neves et al., 1999; Neves y Pucciarelli, 1989, 1990, 1991; Pucciarelli, 2004; Puciarelli et al., 2003; Sardi et al., 2005; Turbón et al., 2017). Por tanto, Neves y Puciarelli proponen dos componentes o stocks biológicos, uno más antiguo que daría lugar a los paleoamericanos que mostrarían semejanzas con africanos y australianos, esqueletos que abarcan una cronología de entre 12.000-8.000 años AP; y un segundo componente, más moderno, que se correspondería a los amerindios cuyo origen estaría en algún lugar de Asia y que habrían migrado al continente a partir de 9.000-8.000 años AP (González-José, 2003; González-José et al., 2001a; Lahr, 1995; Neves et al., 1999; Neves y Pucciarelli, 1991; Pucciarelli, 2004; Puciarelli et al., 2003; Sardi et al., 2005).
Los individuos de PA, al presentar una morfología robusta, alejada de los patrones típicos mongoloides, estarían preservando caracteres de los primeros habitantes del continente, siendo un relicto que presenta cierta afinidad con las series denominadas “paleoamericanas”. A este hecho se sumaría la ausencia de los haplogrupos de ADN mitocondrial A y B, y presencia de variantes del haplogrupo D, lo cual es considerado un indicador de ancestralidad (Lalueza, 1995; Lalueza et al., 1997a). Sin embargo, la relación entre los individuos de PA respecto a paleoamericanos y amerindios no está clara, ni tampoco los procesos evolutivos que modelaron la variación de la población ancestral de PA en relación con el poblamiento de América (González-José, 2003; González-José et al., 2001a, 2002; Lahr, 1995; Pérez et al., 2007; Pucciarelli, 2004). Se considera a los Fueguinos, junto a los Pericúes de Baja California (México), como los individuos recientes más similares al patrón craneométrico descrito para los paleoamericanos (Galland y Friess, 2016; González-José et al., 2003).
Por otro lado, varios trabajos que analizan la morfología de cráneos de PA en comparación con otros grupos humanos de América encuentran numerosas similitudes morfológicas con poblaciones del norte del continente, tales como los Inuit (Lahr, 1995; Lalueza et al., 1997b; Hernández et al., 1997b). Este hecho ha llevado a proponer una serie de hipótesis que intentan explicar la existencia de estos caracteres craneofaciales específicos en poblaciones geográficamente distantes, más allá de la hipótesis filogénetica, que emana de la observación de caracteres craneofaciales ancestrales, tales como la robustez, que relacionan a las poblaciones de PA con individuos originarios de Australia y África (Gusinde,1982; Imbelloni, 1938, 1939; Lahr, 1995, Neves y Pucciarelli, 1990; Pucciarelli, 2004). Otras tres hipótesis han sido formuladas: 1) biomecánica (Lahr, 1995), asocia la robustez craneofacial y desgaste dental al elevado grado de estrés biomecánico, específicamente el estrés masticatorio. 2) Climática o ambiental (Hernández et al., 1997; Lalueza et al., 1997b), relaciona las similitudes de estructuras anatómicas con el ambiente, siendo la morfología de la cavidad nasal una de las primeras en llamar la atención, más alta y estrecha que las observadas en otros grupos humanos. La cavidad nasal, a priori, parece encontrarse poco afectada por la biomecánica masticatoria y se suele destacar como un rasgo modulado por el ambiente (Hernández et al., 1997; Lalueza et al., 1997b). Esta evidencia llevó al planteamiento de esta hipótesis, según la cual dos poblaciones distantes en el espacio comparten una climatología extrema, pudiendo contribuir en los cambios morfológicos que dieron lugar al fenotipo (Hernández et al., 1997; Lalueza et al., 1997b; Bernal et al., 2006; Pérez et al., 2007; Pérez y Monteiro, 2009). 3) Multicausal (Bernal et al., 2005, 2006; González-José, 2003) apunta a una combinación de las hipótesis anteriores, y destaca la dificultad en la evaluación sistemática de cada una de las hipótesis anteriores, siendo complicado establecer de forma concreta los factores causales, presentando cada uno de los modelos pros y contras.
Como se ha descrito en párrafos anteriores, los estudios métricos craneofaciales han sido los predominantes en el ámbito de la morfología de PA, si bien también se han realizado estudios sobre otros elementos esqueléticos. Destacan los estudios de huesos largos (Alfonso-Durruty et al., 2017; Auerbach y Ruff, 2004, 2006; Béguelin et al., 2011; Béguelin y Barrientos, 2006; Béguelin y González, 2008; Hernández et al., 1998; Pearson et al., 2008; Pearson y Millones, 2005; Stock, 2006; Stock y Shaw, 2007), caja torácica (García-Martínez et al., 2018) y pelvis (Betti, 2014; Betti et al., 2014; Betti, 2017; Stock, 2006). El primer estudio de morfometría post-craneana es el llevado a cabo por Hernández et al. (1998). En este se desterró el mito del gigantismo de los patagones mediante el estudio de la longitud huesos largos a fin de estimar su estatura, la cual sitúan por encima del 1,70 m, posiblemente de las más altas entre los nativos americanos. Esta estatura sería probablemente unos 10cm mayor que los europeos que atravesaron en 1520 junto con Magallanes el estrecho homónimo. Sin embargo, el rasgo más destacado de los huesos largos de estas poblaciones sea su robustez (Pearson y Millones, 2005; Pearson et al., 2008; Stock, 2006). Alfonso-Durruty et al. (2017) mostraron que los cazadores-recolectores terrestres eran más altos y pesados que los cazadores-recolectores marinos, existiendo un gradiente fenotípico longitudinal, de oeste a este, más acusado en hombres.
De igual manera que los estudios de elementos post-esqueletales en PA se inician a finales del siglo pasado, los primeros estudios que aplicaron morfometría geométrica (MG) en PA tienen lugar a principios de este siglo. La MG o síntesis morfométrica surge a finales de los ochenta como un enfoque alternativo a la manera en la cual se cuantifica y analiza la forma. El mismo está inspirado en los trabajos de D’Arcy W. Thompson (1917) y David G. Kendall (1977), capturando la geometría de las estructuras morfológicas de interés y preservando la información biológica durante el proceso analítico (Adams et al., 2004, 2013; Bookstein, 1991; Dryden y Mardia, 2016; Slice, 2005). Este nuevo enfoque se concibe como una “revolución” dentro de la morfometría (Rohlf y Marcus, 1993). La primera vez que se utilizó la MG en restos óseos humanos de PA fue sobre cráneos y se enmarcó en la tesis doctoral de González-José (2003). Desde entonces han sido numerosos los trabajos que han empleado la perspectiva geométrica para el análisis de los individuos de PA (de Azevedo et al., 2011, 2015; Bernal et al., 2005, 2006; Betti, 2014; Betti et al., 2014; Betti, 2017; Galland y Friess, 2016; García-Martínez et al., 2018; González et al., 2010; González-José et al., 2008; Pérez et al., 2007, 2011; Pérez y Monteiro, 2009).
A fin de conocer cómo se han desarrollado los estudios morfológicos en individuos procedentes de PA, se realizó un diagnóstico de la información publicada en 75 trabajos morfológicos que vieron la luz entre 1937 y 2020. Se espera que los resultados de este estudio den cuenta de las debilidades y fortalezas de la información publicada, ayudando a delimitar y pensar desafíos futuros. De igual manera, se espera observar un aumento en cantidad de las publicaciones con el tiempo, un cambio en las formas de abordaje y de los elementos esqueléticos estudiados. En lo referente a los metadatos (i.e., datos contextuales de los datos finales; Borgman, 2012), teniendo en cuenta que D’Angelo del Campo et al., (2018) observaron deficiencias en su uso y publicación en el ámbito de la bioantropología en general, no se espera encontrar un buen desarrollo de estos en investigaciones morfológicas de individuos procedentes de PA.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se analizaron las publicaciones centradas en estudios morfométricos de individuos de PA que se encuentran en la Base de Información Bioantropológica de Patagonia Austral -B.I.B.P.A. https://www.quequen.unicen.edu.ar/bibpa/- (D’Angelo del Campo et al., 2020), disponibles al 1° de enero de 2020, que suman un total de 75. A fin de realizar el diagnóstico bibliográfico se utilizó la propuesta desarrollada anteriormente por D’Angelo del Campo et al. (2018), con algunas modificaciones que se pueden observar en las Tablas 1, 2 y 3. Se analizaron ocho variables, agrupadas en tres conjuntos:
1) Publicación: concerniente a las características específicas del estudio, se apuntan cinco variables: año de publicación, tipo de publicación, tipo de estudio, objeto de análisis y muestra estudiada (Tabla 1). 2) Metadatos primarios: aquellos que contextualizan al individuo, que contemplan dos variables: procedencia y disposición actual (Tabla 2). 3) Metadatos secundarios: vinculados a los análisis realizados para conocer algún tipo de información específica acerca de los individuos en estudio, en este caso, analizamos la variable datación (Tabla 3).
A fin de desarrollar un estudio de las variables cualitativas anteriormente mencionadas (Tablas 1, 2 y 3) se realizaron análisis descriptivos univariantes, que permitieron ver las frecuencias y porcentajes de cada una de estas y las relaciones existentes entre ellas, así como la evolución temporal de las publicaciones de PA. Se utilizó el programa libre R (R Development Core Team, 2008) para la realización de los análisis estadísticos univariantes y la elaboración de gráficos y diagramas disponibles en su paquete base.
Variables | Descripción de variables | Código | |
---|---|---|---|
Año de publicación | -1949 | 1 | |
1950-1959 | 2 | ||
1960-1969 | 3 | ||
1970-1979 | 4 | ||
1980-1989 | 5 | ||
1990-1999 | 6 | ||
2000-2009 | 7 | ||
2010-2019 | 8 | ||
Tipo de publicación | Artículo en revista regional | Revistas chilenas o argentinas | 1 |
Artículo en revista internacional | Revistas ni chilenas, ni argentinas | 2 | |
Artículo de congreso en libro | 3 | ||
Artículo o capítulo de libro | 4 | ||
Libro o Tesis | Tesis de licenciatura, máster y doctorado | 5 | |
Base de datos | 7 | ||
Tipo de estudio | Morfometría tradicional | 1 | |
Morfometría geométrica | 2 | ||
Objeto de análisis | Cráneo | 1 | |
Post-cráneo | 2 | ||
Muestra estudiada | Acotada | Proveniente de un yacimiento específico | 1 |
Conglomerado regional | Individuos de PA | 2 | |
Conglomerado continental | Sujetos de América | 3 | |
Conglomerado supracontinental | Individuos de todos los continentes | 4 |
Variable | Descripción de variables | Código | ||
---|---|---|---|---|
Procedencia | Geográfica | Proveniencia de restos esqueletales, en sentido específico, un yacimiento; así como a escala regional. | No reportada | 0 |
Yacimiento | 1 | |||
Región, área | 2 | |||
Algunos individuos reportados | 3 | |||
Georreferenciada | Latitud y longitud del lugar de proveniencia de los restos | No reportado | 0 | |
Si, información presente | 1 | |||
Algunos individuos reportados | 2 | |||
Étnica | Etnia (Selk'nam, Yagan, Kawésqar, Haush, Aonikenk y Tehuelches) como indicador de procedencia | No utilizado | 0 | |
Si utilizada | 1 | |||
Algunos individuos reportados | 2 | |||
Disposición | Localización | Institución o emplazamiento donde se albergan los restos | No reportada | 0 |
Si reportada | 1 | |||
Algunos individuos reportados | 2 | |||
Individuo | Explicitación de los restos óseos analizados, bien por el nombre de excavación o por el número recibido al ser incluido en las colecciones de instituciones | No reportado | 0 | |
Si reportado | 1 | |||
Algunos individuos reportados | 2 | |||
Información reportada en anexo, info. Suplementaria y/o agradecimientos | 7 |
Variable | Descripción | Código | |
---|---|---|---|
Muestra | Utilizada para hacer el estudio | No reportado | 0 |
Si reportado | 1 | ||
Se indica en algunos casos, en otros no | 3 | ||
Laboratorio | Instituciones que realizan el análisis | No reportado | 0 |
Si reportado | 1 | ||
Varios laboratorios | 2 | ||
Se indica en algunos casos, en otros no | 3 | ||
Técnica | Metodología empleada en la datación | No reportado | 0 |
Si reportado | 1 | ||
Se indica en algunos casos, en otros no | 2 | ||
Identificación | Presenta o no el código que el laboratorio que realiza el análisis, le da | No reportado | 0 |
Si reportado | 1 | ||
Se indica en algunos casos, en otros no | 2 | ||
Información reportada en anexo, info. Suplementaria y/o agradecimientos | 6 | ||
Rango temporal | 7 | ||
Realizado en otro trabajo pero sin indicar en cuál | 9 |
RESULTADOS
Se analizaron un total de 75 publicaciones, 68 de las cuales se redactaron en los tres últimos períodos analizados (90,7%). Tras un largo período de escasez de publicaciones (1937-1981), la última década del s. XX y las dos primeras de este s. XXI son las que muestran una mayor frecuencia de publicaciones, alcanzándose el máximo entre 2000-2009 (38,7%) y un ligero descenso en la siguiente (Tabla 4, Fig. 1). Este incremento se ha visto acompañado por la expansión en los últimos 20 años de la morfometría geométrica, que en esta última década presenta un mayor peso que la morfometría tradicional; si bien se ha de tener en cuenta que los trabajos realizados mediante morfometría clásica o tradicional representan el 69,3% del total (Tabla 4, Fig. 2a). Por otro lado, en las tres últimas décadas se aprecian trabajos cuyo objeto de estudio no es el cráneo sino elementos post-craneales, a pesar de que siguen siendo más numerosos los trabajos que analizan el cráneo, 25,3% vs. 74,7% (Tabla 4, Fig. 2b).
Año de publicación | ∑ | |||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
-1949 | 1950-1959 | 1960-1969 | 1970-1979 | 1980-1989 | 1990-1999 | 2000-2009 | 2010-2019 | |||
n (%) | n (%) | n (%) | n (%) | n (%) | n (%) | n (%) | n (%) | |||
Tipo de publicación | Revista regional | 1 (1,3) | 3 (4) | 2 (2,7) | 7 (9,3) | 2 (2,7) | 15 (20) | |||
Revista internacional | 1 (1,3) | 11 (14,7) | 18 (24) | 21 (28) | 51 (68) | |||||
Artículo de congreso en libro | 1 (1,3) | 1 (1,3) | 2 (2,7) | |||||||
Artículo / capítulo de libro | 1 (1,3) | 1 (1,3) | ||||||||
Libro / Tesis | 1 (1,3) | 1 (1,3) | 2 (2,7) | 1 (1,3) | 5 (6,7) | |||||
Base de datos | 1 (1,3) | 1 (1,3) | ||||||||
Tipo de estudio | Morfología tradicional | 1 (1,3) | 1 (1,3) | 5 (6,7) | 14 (18,6) | 21 (28) | 10 (13,3) | 52 (69,3) | ||
Morfometría geométrica | 8 (10,8) | 15 (20) | 23 (30,7) | |||||||
Objeto de análisis | Cráneo | 1 (1,3) | 1 (1,3) | 5 (6,7) | 12 (16) | 21 (28) | 16 (21,3) | 56 (74,7) | ||
Post-cráneo | 2 (2,7) | 8 (10,7) | 9 (12) | 19 (25,3) | ||||||
Muestra estudiada | Acotada | 0 | ||||||||
Conglomerado regional | 1 (1,3) | 1 (1,3) | 2 (2,7) | 4 (5,3) | 1 (1,3) | 3 (4) | 12 (16) | |||
Conglomerado continental | 2 (2,7) | 2 (2,7) | 16 (21,3) | 8 (10,7) | 28 (37,3) | |||||
Conglomerado supracontinental | 1 (1,3) | 8 (10,7) | 12 (16) | 14 (18,6) | 35 (46,7) | |||||
∑ | 1 (1,3) | 1 (1,3) | 5 (6,7) | 14 (18,6) | 29 (38,7) | 25 (33,3) | 75 |
Por un lado, 51 de los trabajos analizados (68%) se han publicado en revistas internacionales; 20 de estos utilizan morfometría geométrica, representando el 86,9% de los trabajos de morfometría geométrica realizados (Tabla 4, Tabla Suplementaria S1. Tras las revistas internacionales, los artículos publicados en revistas regionales representan el 20%; el resto de los formatos de publicación suman el 12% (Tabla 4, Tabla Suplementaria S1). Por otro lado, en lo referente al tipo de muestra utilizada para el estudio, se ha de destacar que no hay ningún caso en el que se analice una muestra acotada, por el contrario, en todos los casos se estudian conglomerados (Tabla 4). Entre los conglomerados, el supracontinental es el utilizado en prácticamente la mitad de los estudios (46,7%), seguido del continental (37,3%), y del regional (16%). Se ha de destacar que los estudios de morfometría geométrica no utilizan conglomerados regionales y que el 84,2% de los trabajos que analizan elementos post-craneales utilizan conglomerados supracontinentales (Tabla Suplementaria S2).
En lo que se refiere a los metadatos primarios (Tabla 5), los términos utilizados para referirse a la procedencia y disposición de los esqueletos son poco específicos. En cuanto a la procedencia, se suele indicar la región (82,7%) por encima del yacimiento de procedencia (10,7%). La gran mayoría de los trabajos no se suelen señalar la georreferenciación del sitio arqueológico (92%). En más de la mitad de los casos se usa la etnia como indicador de procedencia (53,3%), situación que se ha mantenido a lo largo del tiempo; si bien, se aprecia una reducción de la utilización de la etnia como señalador de procedencia en las dos últimas décadas (Tabla Suplementaria S3). Respecto a la disposición, el lugar en el cual se albergan actualmente los restos, se indica en el 66,7% de las publicaciones, no así los “individuos” analizados, que no se indican en el 81,3% de los casos (Tabla 5). Si bien parece que en los últimos períodos una mayor cantidad de estudios aportan información acerca de la localización, la forma de reportar la variable “individuo” no presenta modificaciones respecto a periodos anteriores, manteniendo valores bajos, cercanos al 10% (Tabla Suplementaria S3). En el caso de los estudios que aplican morfometría geométrica, los individuos analizados en dichos estudios se indican en un único trabajo. Si cruzamos los resultados de las variables de disposición (Tabla 6), se puede observar que el 28% de los trabajos no presenta ningún tipo de información acerca de la disposición y únicamente un 9,5% presenta información completa acerca de localización y los individuos analizados.
Metadatos primarios | n (%) | ||
---|---|---|---|
Procedencia | Geográfica | No indicada | 4 (5,4) |
Sitio yacimiento | 8 (10,7) | ||
Región, área | 62 (82,7) | ||
Algunos individuos reportados, otros no | 1 (1,3) | ||
Georreferenciada | No presenta | 69 (92) | |
Si presenta | 5 (6,7) | ||
Algunos individuos reportados, otros no | 1 (1,3) | ||
Étnica | No reportada | 34 (45,3) | |
Si reportado | 40 (53,3) | ||
Algunos individuos reportados, otros no | 1 (1,3) | ||
Disposición | Localización | No indicada | 24 (32) |
Si indicada | 43 (57,3) | ||
Algunos individuos reportados, otros no | 3 (4) | ||
Información reportada en anexo, info. Suplementaria y/o agradecimientos | 7 (9,4) | ||
Individuo | No reportado | 61 (81,3) | |
Si reportado | 8 (10,7) | ||
Algunos individuos reportados, otros no | 5 (6,7) | ||
Información reportada en anexo, info. Suplementaria y/o agradecimientos | 1 (1,3) | ||
∑ | 75 |
Localización | ∑ | |||||
---|---|---|---|---|---|---|
No indicada | Si indicada | Indicada en algunos casos | Info. reportada en anexo, info. sup. y/o agrad. | |||
n (%) | n (%) | n (%) | n (%) | |||
Individuo | No reportado | 21 (28) | 33 (43,2) | 1 (1,3) | 6 (8) | 61 (81,3) |
Si reportado | 1 (1,3) | 6 (8) | 1 (1,3) | 8 (10,8) | ||
Indicada en algunos casos | 3 (4) | 2 (2,7) | 5 (6,7) | |||
Info. reportada en anexo, info. supl. y/o agrad. | 1 (1,3) | 1 (1,3) | ||||
∑ | 22 (29,3) | 43 (57,3) | 3 (4) | 7 (9,3) | 75 |
Los metadatos secundarios apuntan a que no se indica la datación de los individuos analizados en cerca del 60% de los casos y en otro 27% se indica mediante un rango temporal. Es decir, cerca del 90% de los trabajos bien no aportan esta información o bien la presentan, pero sin brindar la datación específica de cada individuo (Tabla 7). Este fenómeno es independiente del periodo (Tabla Suplementaria S4), del tipo de publicación (Tabla Suplementaria S5) o el tipo de muestra (Tabla Suplementaria S6). Sin embargo, se observa que los trabajos que utilizan el abordaje geométrico tienden a utilizar rangos temporales (Tabla Suplementaria S7); y que los estudios que analizan el cráneo tienen mayor tendencia a utilizar los rangos temporales, que los post-craneales que directamente no suelen indicar el fechado de los sujetos (Tabla Suplementaria S8).
Datación | n (%) | |
---|---|---|
Muestra | No reportado | 44 (58,7) |
Si reportado | 1 (1,3) | |
Si, pero no cuál hueso | 1 (1,3) | |
Algunos individuos reportados, otros no | ||
Reportado en anexo, info. suplementaria y/o agradecimientos | 1 (1,3) | |
Uso de rangos temporales | 20 (26,7) | |
Realizado en otro trabajo pero sin indicar | 8 (10,7) | |
Laboratorio | No reportado | 45 (60) |
Si reportado | 1 (1,3) | |
Varios laboratorios indicados | ||
Algunos individuosreportados, otros no | ||
Reportado en anexo, info. suplementaria y/o agradecimientos | 1 (1,3) | |
Uso de rangos temporales | 20 (26,7) | |
Realizado en otro trabajo pero sin indicar | 8 (10,7) | |
Técnica | No indicada | 44 (58,7) |
Si indicada | 1 (1,3) | |
Algunos individuos indicados, otros no | 1 (1,3) | |
Indicado en anexo, info. suplementaria y/o agradecimientos | 1 (1,3) | |
Uso de rangos temporales | 20 (26,7) | |
Realizado en otro trabajo pero sin indicar | 8 (10,7) | |
Identificación | No | 44 (58,7) |
Si | 1 (1,3) | |
Algunos individuos especificados, otros no | 1 (1,3) | |
Especificado en anexo, info. suplementaria y/o agradecimientos | 1 (1,3) | |
Uso de rangos temporales | 20 (26,7) | |
Realizado en otro trabajo pero sin indicar | 8 (10,7) |
DISCUSIÓN
Los trabajos morfológicos realizados sobre individuos de PA son un magnífico ejemplo para observar el abandono del enfoque tipológico y sus diversificaciones y, su superación en los años ochenta y noventa, con la introducción de la síntesis evolutiva y la estadística multivariante (Carnese et al., 1991-1992; Guichón, 1993, 2002; González-José, 2003; Mendonça de Souza y Guichón, 2012). Los resultados del presente diagnóstico muestran ese escenario con nitidez. A partir de la década del noventa, se produjo un aumento exponencial de las publicaciones, a la par que al que se estaba produciendo en el ámbito científico y bioantropológico a nivel mundial (Azberger et al., 2004; Bell, 2009; Borgman, 2008, 2012; Borgman et al., 2012; Boulton, 2012; Capocasa et al., 2013; Hanson et al., 2011; Hey y Trefehen, 2003; Kullmer, 2008; Milia et al., 2012; Reed et al., 2015; Torres-Salinas et al., 2012; Uhlir y Schröeder, 2007), alcanzando su máximo en la primera década del s. XXI y manteniendo en la segunda valores similares, con un ligero descenso. Dos datos son elocuentes con respecto a la situación actual en la investigación bioantropológica sobre las poblaciones de PA: en cualquiera de las dos décadas del s. XXI se han escrito y publicado más estudios que en todo el conjunto del s. XX. Este resultado se encuentra sesgado por las publicaciones compiladas en BIBPA, que presenta una escasa representación de los textos escritos en los siglos XVIII, XIX y las primeras décadas del s. XX. El cráneo ha sido, y continúa siendo, la región anatómica que más atención ha recibido por parte de los bioantropológos (Hefner et al., 2016; Slice, 2007). En las últimas décadas, ha aumentado el número de estudios de las partes constituyentes de este, así como de las piezas dentales (Slice, 2007). A través del estudio del cráneo se pueden inferir numerosas características relacionadas con el sexo o las adaptaciones geográficas a lo ancho del orbe, así como afinidades inter e intragrupos humanos (Kuzminsky et al., 2013; Urbanová y Ross, 2016). Los resultados observados en PA, donde el 74,7% de los trabajos han estudiado el cráneo, confirman lo señalado. En el último período encontramos numerosos trabajos dentro del ámbito de la craneometría que han utilizado MG para analizar cráneos de PA con intereses diversos (de Azevedo et al., 2011, 2015; Bernal et al., 2005, 2006; Galland y Friess, 2016; González-José, 2003; González et al., 2010; González-José et al., 2008; Pérez et al., 2007, 2011; Pérez y Monteiro, 2009). En la década anterior, destacan numerosos estudios que aplican las técnicas clásicas y, específicamente, los trabajos de morfometría craneana funcional (González-José et al., 2005; Pucciarelli et al., 2003, 2006; Sardi et al., 2005).
El diagnóstico realizado en este trabajo muestra que la mayor parte de los trabajos morfométricos se publican en revistas de ámbito internacional, dato que está en consonancia con lo observado por D’Angelo del Campo et al. (2018), aunque en este diagnóstico se aprecia mayor frecuencia (68% en este trabajo - Tabla 4, frente al 41,2% en el citado trabajo). En el citado trabajo se concluía que los trabajos que utilizan métodos morfométricos son, dentro del ámbito de la bioantropología de PA, los mejor representados en las publicaciones en revistas internacionales. El incremento observado se podría explicar por el aumento del número de trabajos de MG en los últimos años, que se publican en su mayoría en revistas internacionales (86,9%).
En lo referente al tipo de muestra, los trabajos morfométricos no hacen uso de muestras acotadas sino de conglomerados, situación que ya había sido apuntada anteriormente (D’Angelo de Campo et al., 2018). Según el análisis aquí realizado, el incremento de trabajos de morfometría geométrica y elementos post-craneales en la última década, han impactado aumentado el peso de los conglomerados supracontinentales en trabajos con individuos de PA. Los numerosos trabajos que utilizan muestras continentales y supracontinentales dan cuenta de la importancia de los individuos de PA, tanto a nivel regional como global, en lo que se refiere a estudios de poblamiento de América, adaptación a climas extremos, o semejanzas y diferencias con respecto a otros grupos humanos. El uso de conglomerados puede tener varios orígenes; por un lado, el registro bioantropológico de PA se caracteriza por hallazgos de individuos de manera aislada y dispersos en un amplio espacio (Suby et al., 2008). Por otro lado, las características propias de los estudios morfométricos, los cuales se encargan del estudio de la forma caracterizando y cuantificando las variaciones observadas entre individuos y/o especies, utilizan para ello análisis estadísticos uni y multivariantes, que suelen requerir muestras amplias (Adams et al., 2004, 2014; Bookstein, 1991). Por tanto, para la realización de estudios poblacionales, que son característicos de las aproximaciones morfométricas de PA, es necesario utilizar individuos procedentes de diferentes yacimientos a modo comparativo.
En cuanto a los metadatos primarios, conocer dónde se hallaron los restos esqueléticos es una información relevante para reconstruir el pasado. Sin embargo, la mayoría de los estudios de morfometría utilizan términos vagos y poco precisos; se usan las áreas en lugar de los yacimientos, en el 98,1% no se indica la georreferenciación, y en más de la mitad de los estudios se utiliza la etnia como indicador de procedencia. Si se tiene en cuenta que cuanto más precisa es la información reportada mejor será la comprensión, la calidad y potencial de interpretación de los datos (Borgman, 2012; Boulton et al., 2012; Destro Bisol et al., 2014; Smith, 2009), se encuentran limitaciones en cómo se indica este tipo de información en los trabajos morfométricos. A esta situación, se ha de sumar el uso de la etnia como indicador de procedencia, que si bien se ha reducido en las últimas décadas sigue estando muy presente a pesar de una leve tendencia a dejar de lado dichas categorías como clasificadores. Dos factores abogan por este cambio. En primer lugar, los grupos humanos que la expedición de Magallanes observó, y con los que posteriormente interactuaron los conquistadores, fueron clasificados y nominados; de esta manera, se les identificó y diferenció tempranamente. Sin embargo, las evidencias históricas que se utilizan para hablar de estas etnias abarcan un período de más de 400 años (ss. XVI-XX), un lapso enorme en el cual las posibilidades de que los cambios y reagrupaciones transformasen por completo la estructura cultural de los grupos en cuestión son muy altas. Casos claros de esas transformaciones son el uso y posterior dependencia para los desplazamientos en caballo, el uso de perros para la caza, o el rápido éxito que tuvieron el vidrio y el hierro en la sustitución del material lítico y óseo para la confección de herramientas. La velocidad en la que se produjo el cambio cultural tras el contacto fue especialmente alta, siendo las fuentes de innovación más variadas y amplias (Acuña, 2016; Borrero, 2001; Martinic y Quiroz, 1989-1990; Vidal, 2011). En segundo lugar, la otra dificultad con respecto al uso de categorías étnicas es el intento de reconstruir las sociedades del pasado en una escala equivalente al presente, la cual de por sí, como acabamos de señalar, es cuanto menos compleja y dudosa. Como indica Borrero (2001):
“Todo lo dicho sobre las dificultades para captar el tiempo etnográfico en el pasado, o siquiera para deslindar los grupos étnicos, contribuye a explicar los problemas que han experimentado los arqueólogos patagónicos que han tratado de asignar sitios a etnias. Simplemente carecemos de una fórmula de conversión de determinadas clases de artefactos en indicadores de determinadas etnias. Algunos arqueólogos actúan como si ya dispusiéramos de dichas fórmulas, pero aún no las han hecho públicas. Las razones para estas limitaciones son simples, los etnógrafos han estado enfrentados con una muestra limitada de un patrón muy amplio de actividades humanas, y parte del trabajo del arqueólogo es colaborar para exponer la variedad. Intentar revertir este proceso, tratando de entender la variabilidad del pasado dentro de los estrechos límites impuestos por nuestro desconocimiento del presente, constituye un error metodológico que le quita sentido a la labor del arqueólogo. Quizá debamos aprender que no es defendible usar el registro etnográfico como principal recurso para estudiar el pasado. Pero más importante que eso es comprender que si nos resulta tan difícil lograr unanimidad para comprender el momento mejor documentado y más cercano en el tiempo, deberíamos ser más humildes con respecto a lo que creemos saber acerca del pasado remoto”. (p. 163-164).
En general, arqueólogos y etnógrafos argumentan que, si no se tiene claro cómo categorizar los distintos grupos humanos, si no se pueden asignar sitios a etnias, si las fronteras son difusas, si existen registros históricos y arqueológicos que apuntan a intercambios materiales entre los distintos grupos humanos, e incluso hay escritos que apuntan a intercambios humanos (exogamia); quizás el uso de la etnia como atributo de procedencia no sea apropiado.
Los datos observados acerca de la disposición de los restos óseos humanos dan cuenta de una situación preocupante: únicamente el 9,5% de los trabajos reportan la información necesaria para saber qué individuos se han examinado y donde se encuentran. Este dato es menos de la mitad que el 26,2% observado previamente por D’Angelo del Campo et al. (2018), en las publicaciones en el área de bioantropología en PA. Sin embargo, el caso más llamativo es la variable “individuo”, que no se indica en el 81,3% de los casos. Para los estudios bioantropológicos de PA5, D’Angelo del Campo et al. (2018) observaron para esta misma variable una frecuencia de 36,3%, es decir, el resultado en los estudios morfométricos duplica el elevado dato que se apreció en los trabajos del área. Por tanto, se puede señalar, que las publicaciones morfométricas tienen un peor tratamiento de los metadatos primarios que el conjunto de los trabajos de bioantropología en PA en general. Esta situación, dificulta la replicabilidad y verificabilidad de los estudios; de igual manera conlleva a que investigaciones futuras puedan ser redundantes y de baja eficiencia, desperdiciando la gestión de fondos a tales fines.
El desconocimiento de la información acerca de la datación dificulta la inclusión de individuos de PA para la realización de trabajos acerca del poblamiento del continente, y, acerca de las diferencias y semejanzas entre los distintos grupos que habitaron la región. Aparte de que aproximadamente el 60% de trabajos que no indican información alguna acerca de la datación, un 27% utiliza el rango temporal. El uso de este último conlleva: 1) omisión de los metadatos del proceso de obtención del fechado, si lo hubiese, 2) ausencia de información acerca de la distribución de los individuos dentro de dicho rango. Al desconocerse esta información, se ha de tener precaución con las interpretaciones de los resultados que pueden dar lugar a imágenes distorsionadas sobre lo que pudiera haber acontecido. 3) desconocimiento acerca de si el datado es un fechado directo o cronología relativa de tipo indirecta.
El diagnóstico realizado aquí apunta que parte de las pesquisas que se diseñen a futuro pueden ser una duplicación de estudios anteriores, dado que en más del 80% de las publicaciones se desconoce los individuos analizados. Y decimos pueden, porque no es posible determinar si los restos esqueletales han sido analizados o no previamente desde una perspectiva morfométrica. Escenario que esperamos que tanto este tipo de diagnósticos como el uso de herramientas, como la BIBPA, mejoren dicho escenario en un futuro, permitiendo optimizar recursos que redundarán en avances y beneficios para la comunidad científica, así como para la sociedad.
Por último, es importante señalar que, como se mencionó anteriormente, parte de los trabajos redactados durante los ss. XVIII, XIX y la primera mitad del s. XX, no se han podido analizar debido a que no se ha conseguido acceder a ellos. Actualmente, no tenemos conocimiento de dónde pueden localizarse de manera física y no se han encontrado en formato digital. Se trata en general de trabajos encuadrados dentro de la corriente tipologista, que si bien es un enfoque que la antropología biológica ha dejado atrás, la información y detalladas descripciones de estos trabajos podrían aportar información acerca de los restos óseos humanos de PA, así como de su contexto.
CONCLUSIONES
Los estudios morfológicos en PA son un caso singular que permiten ilustrar la historia de la bioantropología de los ss. XX y XXI, viéndose de manera clara el cambio desde el enfoque tipologista a su superación en los años ochenta y noventa. A partir de los ochenta se produce un incremento exponencial de las publicaciones de la disciplina. El elemento esquelético más analizado, al igual que sucede en otras regiones del mundo, es el cráneo; aunque en las últimas décadas se aprecia un incremento de los trabajos realizados sobre material post-craneano. En los dos períodos del s. XXI han aparecido los primeros trabajos de morfometría geométrica, siendo predominantes durante la última década. Los trabajos morfométricos de PA destacan por publicarse mayoritariamente en revistas internacionales, más aún si son trabajos de morfometría geométrica. Por norma, se analizan conglomerados, destacando los continentales y supracontinentales, adquiriendo mayor relevancia estos últimos dado el incremento de estudios que aplican morfometría geométrica y elementos post-craneales.
El trato de los metadatos, tanto primarios como secundarios, es deficiente y puede ser objeto de mejoras a futuro. Los términos utilizados para definir la procedencia suelen ser vagos y poco precisos y se suele utilizar la etnia como indicador de procedencia de los esqueletos analizados. La información sobre la disposición de los restos esqueléticos es escasa, destacando los escasos trabajos que indican los sujetos utilizados en los análisis. La información acerca de la datación es escasa o difusa, en el caso de la utilización de los rangos temporales.
La falta de atención a la comunicación de datos y metadatos da lugar a un escenario en el cual la replicabilidad y verificabilidad de los estudios se ve dificultada, por no decir inhabilitada, conllevando investigaciones futuras redundantes y de baja eficiencia, con una mala gestión de fondos públicos para la realización de investigaciones científicas. A su vez, este escenario complejiza las investigaciones e interpretaciones derivadas de estas que se tenga intención de realizar a futuro, dificultando las pesquisas acerca de semejanzas y diferencias entre los grupos humanos que habitaron la región, así como el poblamiento y los desplazamientos que estos realizaban. A futuro, es importante que se reviertan estas prácticas, reportando correctamente la información publicada. Esperamos que diagnósticos como este y el uso de bases de datos como la BIBPA ayuden en ese camino.