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Astrolabio. Nueva Época

versión On-line ISSN 1668-7515

Astrolabio  no.28 Cordoba jun. 2022

 

Reseñas

Vidas revolucionarias: Martin Monath y la lucha de los trotskistas durante la Segunda Guerra Mundial

Revolutionary Lives: Martin Monath and the Trotskyists struggle during Second World War

Velia Sabrina Luparello1 
http://orcid.org/0000-0001-9588-5232

1 Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba

FLAKIN, Nathaniel. Martin Monath: A Jewish Resistance Fighter among Nazi Soldiers. London, Pluto Press, 2019.

La publicación de un libro como el de Flakin es de gran valor para quienes investigamos la dinámica de la lucha de clases durante el tumultuoso siglo XX. Y remite mayor importancia para aquellos que emprendemos la difícil tarea de abordar una de las corrientes políticas más controvertidas y dinámicas de la izquierda: el trotskismo. Martin Monath: A Jewish Resistance Fighter among Nazi Soldiers es el primer libro de este periodista e historiador berlinés. Su interés por la vida de Martin Monath está ligado no solo a una contribución al conocimiento en clave marxista, sino también a su propia militancia. Flakin resulta ser además uno de los redactores del periódico Left Voice en Estados Unidos y autor del blog alemán Klasse gegen Klasse.

Luego de su primera edición en su idioma original alemán (Flakin, 2018), la traducción al inglés de esta obra forma parte de la colección Revolutionary Lives de Pluto Press, que cuenta ya con numerosos volúmenes biográficos de figuras como Salvador Allende, Frantz Fanon y Leila Khaled, entre otras. ¿Quién fue Martin Monath? ¿Por qué reconstruir su biografía en este momento? En el prefacio a la edición inglesa, el autor reconoce que su objetivo inicialmente era otro. Motivado por las experiencias de confraternización con los soldados alemanes por parte de varios grupos de izquierda revolucionaria durante la Segunda Guerra Mundial, Flakin fijó su interés en un boletín editado por la IV Internacional llamado Arbeiter und Soldat (“Trabajador y Soldado”). La buena conservación de este documento permitió que fuera traducido del alemán al francés, y del francés al inglés. Sin embargo, el boletín no había sido hasta ahora fielmente traducido del alemán al inglés. Dado que su lengua nativa es el alemán, la idea inicial del autor proyectaba hacer una nueva traducción del periódico con una introducción sobre quién lo editaba. La historia de su editor resultó ser mucho más compleja y rica de lo que esperaba.

El libro está estructurado en dos grandes partes. La primera, dividida en seis capítulos cortos, se dedica a la reconstrucción de la vida de Monath. La segunda se constituye con el ya mencionado anexo de traducción del boletín Arbeiter und Soldat. En términos generales, sumado al trabajo de traducción, el gran fuerte de esta obra radica en esbozar satisfactoriamente, a través de una historia particular, el contexto político y social de sus condiciones de existencia y resistencia.

Martin Ludwig Monath nació el 5 de enero de 1913 en Berlín. Hijo de una familia de la clase trabajadora, estudió matemáticas, compuso música, escribió obras de teatro y también trabajó en una granja durante un año para aprender sobre agricultura. De adulto, aprendió hebreo, polaco y francés por su cuenta. En la década de 1930, se convirtió en líder de la organización juvenil sionista con influencias socialistas Hashomer Hatzair en Alemania. Durante años luchó por una mezcla de nacionalismo judío y socialismo utópico como líder del movimiento juvenil sionista. Huyendo de Berlín a Bruselas en 1939, se unió al partido clandestino trotskista en Bélgica, y pronto se convirtió en un miembro destacado de la IV Internacional en Europa. Su traslado a París en 1943 vio el nacimiento de Arbeiter und Soldat y de su trabajo organizando células ilegales de soldados alemanes para una lucha revolucionaria contra los nazis.

A lo largo del libro, Flakin decide nombrar a su objeto de acuerdo a su seudónimo en cada etapa de su vida. Así, el lector se sumerge en al menos tres vidas distintas: la del adolescente Martin, luego el joven sionista de izquierda “Monte”, y finalmente el trotskista “Viktor”. En cada una de estas etapas de la vida de Monath, nos acercamos un poco más a la comprensión de determinados procesos históricos, como el ascenso del fascismo en Alemania, los primeros fundamentos del movimiento sionista y, por sobre todo, una de las experiencias más ricas, pero también una de las más fatales, del trotskismo europeo durante la Segunda Guerra Mundial: la confraternización con los soldados alemanes del Weimar.

A pesar de la escalada fascista en Alemania, las organizaciones juveniles judías estuvieron permitidas hasta finales de la década de 1930, aunque su existencia se desarrollaba bajo grandes restricciones y vigilancia. Algunas asociaciones utilizaron esta oportunidad para entrenar a los jóvenes judíos en técnicas agrícolas como forma de prepararlos para la emigración a Palestina. Fue en el seno de esta agrupación que “Monte” vivió una de sus primeras experiencias militantes. A diferencia del sionismo de Theodor Herzl, que buscaba crear una nueva nación capitalista judía en Palestina, los miembros de Hashomer Hatzair fueron influenciados por las ideas socialistas y soñaban con crear una nueva comunidad judía sobre bases colectivistas. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Hashomer Hatzair contaba con 70.000 miembros en todo el mundo y estuvo activa liderando la resistencia en los guetos, los bosques y los campos de concentración (Harvey, 2007).

Entre 1939 y 1940, Martin Monath se vio obligado a emigrar de su ciudad natal a causa de las persecuciones antisemitas. Su travesía culminó con su instalación en la ciudad de Bruselas, Bélgica, donde entró en contacto con militantes trotskistas. Su rápida incorporación a la sección belga de la IV Internacional, el Parti Communiste Revolutionnaire, trajo consigo la adopción de una nueva identidad clandestina. De ahora en más sería conocido como “Viktor”. Hacia 1940, el movimiento trotskista se encontraba dividido por la profunda crisis que había afectado a las secciones más importantes de la IV Internacional: la francesa y la norteamericana. Por su parte, la sección alemana, los “Comunistas Internacionales de Alemania” (International Kommunisten Deutschlands - IKD), quedó particularmente devastada. En la conferencia de alarma se informó que de los 1.000 miembros del IKD, aproximadamente la mitad se había exiliado en 1933, mientras que 150 estaban en prisiones y campos de concentración. A pesar de estos problemas, un cuerpo de liderazgo colectivo surgió en la organización en París durante julio de 1943. El acercamiento se llevó a cabo por medio de la redacción de un boletín mensual llamado Arbeiter und Soldat. Los trotskistas franceses solicitaron un hablante de alemán nativo para dirigir el trabajo de confraternización con el ejército alemán instalado en Francia. Debido a su experiencia política y habilidades idiomáticas, “Viktor” fue llamado a centralizar y dirigir este trabajo, mudándose a París en mayo de 1943 (Gerd-Rainer, 1989). Su presencia resultó fundamental para el desarrollo del boletín, siendo uno de sus principales redactores y editores, así como también por su facilidad para acercarse a los soldados alemanes.

El inicio de esta política de confraternización debe ser entendido en el contexto del fortalecimiento de la Resistencia antifascista a lo largo de Europa y del rol que ocupaban los soldados y los trabajadores alemanes en la lucha contra el fascismo. Desde mediados de 1941, los movimientos antifascistas habían avanzado en estructuración y lograron extender su influencia más allá de sus regiones de origen o donde mantenían núcleos de organización. A partir del aterrizaje anglo-americano en el norte de África, en noviembre de 1942, las esperanzas de vencer al fascismo se hacían más reales. Luego de las victorias soviéticas en Stalingrado, en febrero de 1943, la invasión de Sicilia y la caída de Mussolini, en julio del mismo año, todos los elementos apuntaban a una victoria relativamente inminente de los Aliados. Ya en mayo de 1941, el Partido Comunista Francés (PCF) comenzaba a proyectar la estructura del Frente Nacional, que tenía como objetivo el reagrupamiento de todas las fuerzas patrióticas más allá de sus propias filas. Asimismo, conformó un brazo armado: los Franc-tireurs et Partisans, dirigidos por Charles Tillon. No obstante, las relaciones entre los movimientos de la Resistencia y el PCF no fueron exactamente fluidas. Muchos guardaban un profundo recelo hacia el comunismo desde antes de la guerra, el cual fue alimentado por el pacto germano-soviético y la política “pro alemana” que el PCF había seguido entre 1939 y 1941. Sin embargo, las victorias del Ejército Rojo despertaron admiración y los sacrificios de los militantes comunistas fueron reconocidos por algunas organizaciones como Libération-Sud. En pos de lograr la coordinación de fuerzas necesarias, las organizaciones de la resistencia se acercaron al PCF, aun desconfiando de sus objetivos políticos cuando llegara la liberación (Wieviorka, 2016).

Logrando una posición influyente en el pueblo francés y en la resistencia partisana, la política del PCF hacia los soldados alemanes continuó considerándolos como el enemigo. El diario L’Humanité del 16 de agosto de 1943 llamaba “a la huelga general por el pan y la libertad contra los boches y los traidores” y “para que las manifestaciones, para que el sabotaje del enemigo, para que la lucha armada cada vez más intensificada, para la huelga general, preparamos decididamente la Insurrección Nacional sin la cual no hay liberación nacional”. Así, proponía “12 acciones de sabotaje en empresas e instalaciones eléctricas de los boches” y apelaba “a la juventud a renunciar en masa a los comandos de trabajo les chantiers para evitar las deportaciones, y que se unan a los Francs-Tireurs et Partisans, a participar de la lucha contra los boches y no a ir a arriesgar su vida en el Frente del Este” (Parti Communiste Français, 1943a: 2-6). Nuevamente, en la edición de noviembre de 1943, encontramos una nota titulada “Importantes acciones de sabotaje contra los destacamentos boches”, que relataba lo sucedido en Lyon y otras ciudades francesas destacando que “dichas acciones no son solo obra de los grupos FTP sino también de trabajadores patriotas en las fábricas”, para demostrar que el PCF expresaba y contaba con el apoyo popular (Parti Communiste Français, 1943b: 2).

Simultáneamente, pero con una perspectiva muy diferente al PCF, entre julio y octubre de 1943, los trotskistas belgas, franceses y los trotskistas alemanes exiliados en Francia llevaron a cabo una política de confraternización hacia los trabajadores alemanes en uniforme. Este trabajo se inició con el asentamiento de un grupo de militantes del Parti Ouvirer Internationaliste (POI) en la ciudad francesa de Brest, en abril de 1943. La razón por la cual Brest fue el lugar elegido se debía a que, desde octubre de 1942, se encontraba allí una gran base naval donde las tropas alemanas permanecían estacionadas durante meses, junto a cientos de trabajadores franceses que estaban bajo la orden del Service du Travail Obligatoire (STO) para construir los búnkers de los submarinos (Flakin, 2018). Los objetivos de la política de confraternización estaban relacionados con la perspectiva de la revolución internacional de la IV Internacional, que defendía la lucha del pueblo trabajador alemán en contra del fascismo. Los trotskistas querían convertir a los soldados en sujetos políticos y luchadores para la revolución socialista, tal como muchos soldados al final de la Primera Guerra Mundial habían estado a la vanguardia de los movimientos revolucionarios en varios países. Armados con esta concepción estratégica, los trotskistas intentaron organizar la fraternización entre los soldados de ocupación alemanes y los trabajadores franceses. En ese sentido, la confraternización también se mostraba como la contracara y la crítica de la propaganda chovinista del PCF, la cual asumía que el soldado alemán era tan obediente que solo rompería con el régimen de Hitler si sus oficiales lo hacían primero.

La labor de reconstrucción histórica de la vida de Martin Monath reconoce ciertas dificultades propias para todo estudio de un periodo de guerra. Debido al contexto político desfavorable, las fuentes en soporte papel sufrieron un proceso de dispersión que determinó que su acceso se encuentre fragmentado entre archivos privados, bibliotecas, sindicatos o centros de documentación, y muchas veces, de manera incompleta. En este sentido, se destaca el trabajo de Flakin por la necesaria perseverancia para encontrar su objeto de estudio dentro de textos que ofrecían distintos nombres para el personaje. Así, el autor recurrió obligadamente a una gran diversidad de archivos y fuentes, como el Archivo Federal de Alemania, archivos privados y la colección del historiador Rodolphe Prager, guardada en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam, entre otros. Un recurso valioso para el autor fueron las cartas que Monath enviaba regularmente a su hermano, pero esta comunicación fue interrumpida con el estallido de la guerra. A partir de ese momento, los recursos biográficos de personas que conocieron a Martin Monath, y de militantes de la IV Internacional, como Ernest Mandel y Abraham Léon, fueron de vital importancia para intentar comprender ese período de su vida en la clandestinidad. Monath se encontraba disperso por muchas vidas y, al mismo tiempo, parecía no tener una propia. En palabras del autor:

“Se han transmitido muchos nombres para Viktor. Los Thalmann, que compartieron una casa con él en París en 1943-4, terminaron sus recuerdos de él con la frase: «El verdadero nombre de Viktor era: Paul Wittlin». Pero ese no era ni su nombre ni su apellido. En la biografía de Ernest Mandel, como en otras fuentes, encontramos una grafía diferente: «Paul Widelin». En dos obituarios publicados en el periódico trotskista estadounidense The Militant en 1946, fue llamado «Martin Widelin». Uno de estos artículos era una traducción del periódico trotskista francés La Vérité, excepto que allí se llamaba «Marcel Widelin». Rudolf Segall, quien estuvo activo con Viktor a principios de la década de 1930, lo nombró en una entrevista de 2006: «Martin Monat». Este nombre se ha utilizado con mayor frecuencia en los últimos años”. (Flakin, 2019: 13)

Producto del trabajo de confraternización con los soldados alemanes liderado por Viktor, la formación del grupo de Brest probó que el trotskismo fue capaz de atraer a los soldados que deseaban un final rápido de la guerra pero que aún no tenían una comprensión sólida de los principios de la IV Internacional o del comunismo en general. Aun así, el entusiasmo ante el rápido éxito de la operación hizo que se flexibilizaran ciertas medidas de seguridad y las redadas de la Gestapo, que comenzaron en octubre de 1943, se llevaron la vida de numerosos militantes socialistas. El 8 de mayo de 1945, luego de sobrevivir a varias persecuciones policiales y un intento de asesinato por parte de la Gestapo, Viktor, de 31 años, murió a manos de la policía fascista.

Una vez finalizada la historia de Martin Monath, el libro cumple con su promesa inicial e incluye un anexo con la nueva traducción del alemán del boletín Arbeiter und Soldat de mano del propio Flakin. Este dato no es menor, primeramente por el aporte que significa al estudio de un período histórico harto complejo y cuyo acceso documental, como ya mencionamos, se encuentra limitado seriamente. En segundo lugar, resulta un material significativo para el abordaje de la experiencia de los trotskistas durante la Segunda Guerra Mundial y el debate suscitado en sus filas por la resistencia partisana. Distribuido con una interrupción temporaria, entre julio de 1943 y julio de 1944, se editaron solo seis números. La publicación estaba destinada a los trabajadores alemanes que fueron forzados a servir en el ejército nazi, y tomaba esta doble identidad (trabajadores y soldados) como base de su posible movilización en favor de la revolución proletaria. En los primeros tres números se incluyó una cita de Karl Liebknecht en el encabezado: “La revolución alemana es la revolución mundial”. El nombre de la publicación se inspiró en el periódico bolchevique Rabochii i Soldat, que apareció por primera vez en Petrogrado el 23 de julio de 1917, después de que el gobierno provisional de Kerensky prohibiera Pravda (Flakin, 2018). En líneas generales, el folleto explicaba en lenguaje simple y concreto la situación de Europa en aquel momento, arengando por el levantamiento de los soldados en contra del régimen fascista. Así, la experiencia adquirida por los trabajadores alemanes jugaría un rol muy importante en la futura revolución ya que, por un lado, sus ilusiones con el sistema y con la democracia burguesa estaban agotadas; y por otro, fueron los más afectados finalizada la Primera Guerra Mundial. La situación de la Alemania de 1918 estaba repitiéndose, pero con dos diferencias a favor de la revolución: la experiencia del proletariado y la “etapa agonizante del capitalismo”.

A lo largo de todos los números se encuentra una reseña detallada del estalinismo y sus políticas, sobre todo en la España de 1936, remarcando la importancia de consolidar una dirección independiente de los propios trabajadores en sus movimientos revolucionarios. Entre los tópicos desarrollados se incluían el establecimiento de comités de trabajadores y soldados; la necesidad de pelear por los “Estados Unidos Socialistas de Europa” y la “República Socialista Alemana”; y la defensa de la URSS de los ataques imperialistas. La revolución estaba cerca y los soldados alemanes debían estar a la cabeza del proceso siendo “la revolución alemana la respuesta a la invasión anglo-norteamericana que brindará al proletariado de Alemania, Europa y de todo el mundo un avance masivo contra la reacción” (Arbeiter und Soldat. For revolutionary proletarian unity, 1944, 2).

La tirada del folleto dio sus frutos: entre los contactos del POI había 15 soldados alemanes opuestos a las políticas nazis. No obstante, Arbeiter und Soldat no fue el único periódico en su tipo. Un tiempo después, los trotskistas de Brest estaban ayudando a un pequeño grupo de soldados alemanes a producir su propio periódico. Se han conservado pequeños restos de un Zeitungfur Soldat und Arbeiter im Westen (“Periódico para soldados y trabajadores en Occidente”). El periódico pedía “una república de consejos socialistas” para proporcionar paz, trabajo y pan para todos y concluía con el lema del final del Manifiesto Comunista: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”. Los trotskistas franceses apoyaron este trabajo, cuya responsabilidad política recaía en los propios soldados alemanes, y de hecho fue tipografiado por el militante André Calvès (a pesar de que no sabía leer alemán) en un escondite bajo su casa:

“De París, recibimos el periódico clandestino «Arbeiter und Soldat» presentado por el camarada emigrante Paul Widelin … Robert también redacta folletos en alemán. No he olvidado la dolorosa tarea de escribir una plantilla en un idioma que no conoces. Además, lo escribo en un escondite cerca de la casa en el jardín. No es muy cómodo. Sin embargo, no está mal hecho. Un primer pozo de dos metros de profundidad. A un lado de este pozo comienza el escondite, que baja un poco más, un metro cincuenta de largo, un metro de ancho y un metro sesenta de altura. El escondite está cementado y el techo está reforzado”. (Calvès, 1993: 95)

De todas maneras, muchos factores hicieron que la política de la confraternización fuera extremadamente difícil: la rivalidad histórica entre los franceses y los alemanes, la ideología propagada dentro de la Wehrmacht, la brutalidad cotidiana de la ocupación, y especialmente la terrible represión de la Gestapo y de la fuerza política paramilitar del régimen colaboracionista de Vichy (Flakin, 2018). Los estalinistas también hicieron propaganda en alemán, pero su objetivo era que los soldados de la Wehrmacht se rindieran voluntariamente y se convirtieran en prisioneros de guerra. Por esta razón, fundaron un “Comité Nacional para una Alemania Libre” (NKFD) y una “Liga de Oficiales Alemanes” (BDO) con un programa adaptado a los generales de la Wehrmacht. La Alemania “libre” que pedían debía ser dirigida por oficiales monárquicos. El NKFD incluso rechazó los colores republicanos alemanes, negro-rojo-dorado: el comité usó los viejos colores imperiales (y nazis), negro-blanco-rojo (Flakin, 2018).

La intensificación de la represión y la persecución fascistas tuvieron consecuencias catastróficas para la continuidad de la confraternización. En total, hasta 50 soldados alemanes y 50 activistas franceses fueron arrestados a principios de octubre de 1943. La organización de soldados perdió un número considerable de sus militantes. Arbeiter und Soldat no volvería a aparecer hasta el 1 de mayo de 1944, motorizado por otro equipo editorial.

La relevancia de traducciones como la de Flakin también radica en que la historia de la IV Internacional, como de cualquier corriente socialista, requiere de investigadores capaces de abordar fuentes en una amplia variedad de lenguas, la construcción de redes académicas y de colaboraciones entre investigadores de distintas partes del mundo. Si bien la mayoría de los documentos fueron traducidos al inglés y al francés, es necesario reconocer el trabajo de traducción como una forma de ampliar el acceso a documentos escritos en idiomas académicamente no hegemónicos, y como una necesidad concreta para este campo de estudio.

El estudio de las organizaciones de izquierda, y de la IV Internacional particularmente, se percibe hoy como un campo relativamente virgen de investigación y como un ámbito en constante revisión en el cual proliferan los trabajos que amplían y reformulan las viejas hipótesis sobre la historia de la izquierda no comunista durante el siglo XX. En esa línea, la obra de Flakin también resulta una contribución a la historia de la IV Internacional en Europa, y del socialismo en general.

Notas

1 Karl Liebknecht (Leipzig, Reino de Sajonia, 13 de agosto de 1871 - Berlín, República de Weimar, 15 de enero de 1919) fue miembro de la socialdemocracia alemana desde 1900. Fue el único parlamentario de este partido que se opuso el 4 de diciembre de 1914 a votar los créditos de guerra. Dirigente del ala izquierda, por sus manifestaciones contra la guerra fue expulsado del partido y encarcelado en 1916-1918. Junto a Rosa Luxemburgo creó el grupo Espartaco y el 1 de enero de 1919 creó el Partido Comunista de Alemania. Fue asesinado por soldados del régimen de la alianza del ala derecha de la socialdemocracia con generales kaiseristas el 15 de enero de 1919.

Fuente: https://www.marxists.org/espanol/liebknecht/index.htm

Referencias bibliográficas

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Recibido: 13 de Mayo de 2021; Aprobado: 22 de Junio de 2021

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