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RIA. Revista de investigaciones agropecuarias

versión On-line ISSN 1669-2314

RIA. Rev. investig. agropecu. vol.39 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./abr. 2013

 

NOTAS

H2O: calidad de vida y producción
Contar con fuentes mejoradas de agua es, para muchas comunidades del mundo, un requisito para poder decidir firmemente cómo vivir y qué producir.
Un recurso estratégico para alcanzar la Seguridad Alimentaria.

 

Por Florencia Castilla

En América Latina y el Caribe existe un escenario que revela la riqueza de sus recursos hídricos: en la totalidad de sus principales cuencas, entre las que se destacan la del Amazonas y el Paraná, se transporta un poco menos de la mitad del agua superficial continental del mundo. Por esa razón, la problemática del agua no está relacionada con su escasez sino con las limitaciones en su acceso para consumo humano y uso productivo.
"La disponibilidad de agua permite que las poblaciones puedan mejorar su calidad de vida, el lugar que habitan y, fundamentalmente, la producción de la cual dependen", revela a la Revista RIA el investigador en materia de agua del INTA IPAF NOA, José García.
Por esa razón, dada su importancia como recurso estratégico en múltiples campos de la vida, es fundamental que las acciones estén dirigidas a garantizar a las poblaciones el acceso a ese recurso para que el hábitat se convierta en un entorno limpio y seguro, con mejor salud y una mayor disponibilidad para trabajar y contribuir al desarrollo y al crecimiento económico de sus comunidades.
Sumado a esto, si se tiene en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) develaron que hay en el mundo cerca de mil millones de personas que carecen de acceso a fuentes de agua mejoradas y 2.600 millones que no utilizan servicios de saneamiento, es necesario revertir esa situación para que no convivan con los múltiples problemas derivados de la carencia de ese recurso.
Las limitaciones en relación al acceso al agua son complejas y diversas, pueden darse por factores ambientales (sequías y zonas desfavorables por lejanía a reservorios de agua, entre otros), como así también por falta de políticas de gestión y uso del recurso (financiamiento y construcción de infraestructura). A su vez, a esto se suma el hecho de que la probabilidad de que una comunidad obtenga ese recurso depende del lugar en el que habita. Según los datos aportados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cantidad de personas que residen en áreas rurales y no cuentan con una fuente mejorada de agua es cinco veces mayor que en las áreas urbanas y, a su vez, esta brecha se incrementa si se trata de asentamientos en países con menor desarrollo.
Por estos motivos, los pequeños productores y agricultores familiares son los que presentan mayor vulnerabilidad y se enfrentan a situaciones que reducen la productividad de sus tierras, condicionan el volumen de sus ganados e intensifican los procesos migratorios.
Por su parte, el técnico asesor de la Secretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar de la Nación, Juan Herrero, destaca que "en el diagnóstico que se realiza en el trabajo con las comunidades rurales surge como principal necesidad la resolución de los conflictos en relación al tema del agua", y remarca que "el acceso a ella es un derecho humano".
A su vez, el especialista que se desempeña en la Dirección Nacional de Agua, Tierra y Hábitat agrega que "a ese recurso para la producción se lo considera como un derecho a la alimentación, por lo que hay que trabajar en conjunto desde diferentes ámbitos del Estado para institucionalizarlo y que no exista ningún hogar rural en la Argentina sin agua potable, en calidad y cantidad".

Agua para la Agricultura Familiar
Según el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el 84 por ciento del total de las explotaciones agropecuarias del Cono Sur son consideradas como Agricultura Familiar campesina (AF) y proporcionan gran parte del suministro mundial de alimentos. No obstante, son quienes ocupan tierras marginales, su producción depende principalmente del agua de lluvia y constituyen la mayoría de los habitantes en las zonas rurales del mundo.
Si bien el agua no es el único condicionante para la mejora de la producción de estos sectores, las intervenciones que se quisieran realizar sobre otros factores no podrían llegar a concretarse sin antes garantizar un acceso seguro para los productores, ya que eso proporcionaría seguridad para invertir en fertilizantes, semillas mejoradas o, simplemente, dedicarse a la producción de cultivos de mayor valor.
Según explica el técnico del INTA IPAF NOA, "nos hemos encontrado con esas demandas durante la intervención en el terreno y, aunque quizás nuestro objetivo principal era abordar cuestiones productivas, no podíamos avanzar en otros temas de investigación si no resolvíamos asuntos prioritarios como es el acceso al agua".
De acuerdo al diagnóstico realizado por el Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF), la problemática hídrica representa el 81 por ciento de las demandas priorizadas por ese sector y es el principal desafío a resolver para mejorar la calidad de vida de la agricultura familiar, ya sea para consumo humano, abre vado de animales y riego para la producción agrícola.
En este sentido, el INTA y la Subsecretaria de Agricultura Familiar de la Nación junto con otros organismos trabajan sobre la problemática en diferentes casos según las particularidades de cada región. Entre ellos, se destacan las obras e inversiones destinadas a la captación, a la conducción, al almacenamiento, a la mejora en la calidad y a la distribución del agua, además de capacitaciones, seminarios y talleres para instalar capacidades en la población y abordar actividades productivas vinculadas con la administración y gestión del recurso.
Bajo esa premisa, en la Argentina el trabajo desde el INTA permitió que decenas de familias en la Puna tuvieran asegurado el acceso al agua. En este sentido, García indica que "contar con la seguridad de tener riego, les permitió recuperar las parcelas en abandono, diversificar los cultivos y ampliar las superficies hortícolas y forrajeras, como así también diversificar la dieta familiar y mejorar los ingresos prediales" sumado a las mejoras del agua en cantidad y de calidad para su uso doméstico.
El éxito de estas iniciativas se tradujo en que una gran cantidad de comunidades que efectivamente pudieron percibir un cambio en sus actividades productivas y su calidad de vida, tal es así que fue posible trabajar desde la institución sobre la misma problemática pero en un escenario más complejo como es el de Haití (ver recuadro: "Misión: agua para Haití").
Por su parte, el coordinador nacional del proyecto de Manejo Integral del Agua para la Agricultura Familiar, Mario Basán Nickisch, señala que "la respuesta tiene que ser exhaustiva, porque si los sistemas no se diseñan en función de las premisas que aseguren la calidad del agua para consumo propio, riego o abrevado de animales, difícilmente se pueda elevar la calidad de vida de las personas".
Para ello, agrega que "se utilizan tecnologías apropiadas que dan una respuesta a las demandas integrales del agua según los diferentes ambientes e idiosincrasias para asegurar que su uso sea seguro y sustentable". Por ejemplo, para transformar las fuentes de agua para el consumo humano "se tratan las que están contaminadas con elementos tóxicos y excesos de sales y se utilizan filtros de arena para clarificarlas si contienen sólidos y, así, permitir su desinfección con cloro o con sistemas con rayos ultravioletas", explica.
El agua en cantidad y calidad para los diferentes usos es un factor clave para promover el desarrollo integral de las comunidades rurales y, como asegura Basán Nickisch "permite cambios visibles en términos de arraigo, de salud y de trabajo. Si simplifica y se reduce el tiempo destinado para la recolección de agua, se puede pensar y trabajar en la mejora de las huertas y de la infraestructura para las actividades productivas".

 

Acceso equitativo, responsabilidades compartidas
Al ser reconocido el acceso al agua y saneamiento como un derecho humano esencial, se constituye en sí mismo como un marco sólido para que las comunidades, las organizaciones, la sociedad civil y los Estados puedan planificar y concretar acciones que ofrezcan a todos la posibilidad de tener fácil acceso a las cantidades necesarias de ese recurso de forma práctica y segura.
Sin embargo, los profesionales destacan que es importante que las estrategias y las políticas públicas implementadas desde el Estado y los organismos técnicos se ajusten a cada situación en particular, ya que existe una diversidad de problemas y situaciones registradas en la extensión del país en relación al acceso y al uso del agua.
A su vez, junto con la transferencia de conocimientos y tecnologías, es importante la concientización para que sea más eficiente y sustentable el uso de los recursos hídricos y de la tierra. Para ello, una línea de trabajo importante es la gestión de usos múltiples del agua, como sucede en las experiencias registradas en Seclantás, provincia de Salta, donde las familias trabajan en el tratamiento de aguas grises (aguas con jabón) como una forma de reutilizar el insumo para el riego de pequeñas huertas.
En el caso del riego, las acciones de los productores deberían dirigirse a incrementar su productividad, perfeccionar y mejorar esos sistemas para reducir las pérdidas por escape y asegurar una mayor disponibilidad de agua para su uso doméstico y su presencia en la naturaleza.
No obstante, el reto principal sería poder compartir equitativamente los recursos hídricos para que cada comunidad tenga poder de decisión y acción sobre su destino ya que el agua es indispensable para la vida y si escasea no hay otro recurso que pueda sustituirla.
De esta manera, Herrero concluye que "el acceso al agua y a la tierra son dos derechos que deben ser garantizados en cada rincón de la Argentina ya que nos permite fortalecer a los sujetos productivos que desde la agricultura familiar campesina pueden elegir qué producir y cuánto en el camino a la Soberanía Alimentaria."

Anexo

Misión: agua para Haití

Desde hace siete años, el INTA trabaja a través del ProHuerta, junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y la Cancillería, en materia de cooperación internacional para la mejora de la calidad de vida de la población haitiana a partir de la autoproducción y diversificación de la dieta alimentaria, de herramientas para producir localmente y, desde el 2010, de tecnologías para garantizar el acceso al agua.
Esta última cuestión surgió como demanda del propio gobierno haitiano porque se trata de un recurso escaso: sólo el 51 por ciento de la población tiene acceso al agua potable y menos del 10 por ciento accede a sistemas de riego. A través de la red de trabajo del ProHuerta Haití, se capacitan técnicos locales para la gestión y construcción de cisternas, pozos de agua y canalización de vertientes como así también filtros y procesos de cloración para asegurar agua de calidad diferenciada para consumo y riego.
Asimismo, el gerente de Misiones de Cooperación Técnica Internacional, Daniel Díaz, asegura a la Revista RIA que "se comenzaron a construir 80 pozos con sus respectivas bombas de soga y 125 sistemas de captación de agua de lluvia" y se prevé que, tras la firma del acuerdo de cooperación con la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), se pueda duplicar el número de obras y se llegue a proveer del recurso hídrico a cerca de 11 mil haitianos.

A trabajar por el agua

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en el marco del Decenio Internacional para la Acción "El agua, fuente de vida" (2005-2015), proclamó el 2013 como el Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua con el objetivo de instar a la comunidad internacional a generar oportunidades de vinculación en la gestión de ese recurso. Para ello, proponen trabajar de manera conjunta para crear confianza y respeto mutuo entre los usuarios con el fin de promover la paz, la seguridad y el crecimiento económico sostenible.
En este sentido, el agua formará parte de los temas prioritarios en la agenda mundial de los decisores políticos y por eso será prioritario establecer vínculos sólidos entre las naciones, los Estados y las comunidades para trabajar por el derecho humano al agua potable y al saneamiento, la mejora de su calidad y eficiencia, y la protección de los ecosistemas y su conservación. Asimismo, será una oportunidad para continuar las líneas de trabajo que comenzaron durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río +20), fundamentalmente en la formulación de nuevos objetivos que contribuyan al desarrollo sostenible de los recursos hídricos. Del mismo modo, esta ocasión permitirá concretar discusiones y trabajos conjuntos desde diferentes ámbitos y bajo su dimensión cultural, educacional, científica, social, política, legal, institucional y económica, ya que es preciso realizar un enfoque multidisciplinar sobre este tema para comprender sus diferentes aristas y abordar la problemática de manera integral.

Más información: Mario Basán Nickisch- basannickisch.mario@inta.gob.ar José García - garcia.jose@inta.gob.ar Daniel Diaz - diaz.danieln@inta.gob.ar

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