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RIA. Revista de investigaciones agropecuarias

versión On-line ISSN 1669-2314

RIA. Rev. investig. agropecu. vol.43 no.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2017

 

NOTAS

“El compromiso con la realidad y la producción científica se potencian”
El investigador del INTA, Roberto Cittadini, destaca la creciente valoración e inclusión de las ciencias sociales en la visión interdisciplinaria para el tratamiento de problemáticas en organismos de investigación agronómica y de desarrollo. Entre otros temas, se refiere a “la necesidad de producción científica de calidad”

 

Por Mario Migliorati

El INTA reposa sobre una organización que integra las dos principales funciones para hacer frente a las problemáticas de la producción agropecuaria: la investigación y la extensión. En este reto también ocurre la integración con el resto del mundo, donde sus investigadores buscan comprender lo que pasa a nivel científico y agropecuario en las distintas regiones geográficas del país y más allá. Y ese más allá involucra las relaciones de cooperación bilaterales, sobre una certeza que ya no se discute: el mundo de la investigación y de la formación se construye en una perspectiva global. Perspectiva en la que Roberto Cittadini, reconocido cientista social, examina de su tránsito por Francia, como parte del INTA Labintex Europa donde estuvo los últimos 4 años dedicado a analizar y a comparar los diferentes dispositivos de investigación sobre dinámicas territoriales. Esta estrategia del instituto le permitió, junto con otros investigadores, participar de discusiones en temas importantes para el desarrollo agroindustrial nacional e integrarse en los debates sobre la prospectiva de los sistemas alimentarios y a los grandes desafíos contemporáneos, tales como el cambio climático y la emergencia de nuevos paradigmas productivos, como la agroecología.
Sobre esta mirada aborda la entrevista con la Revista RIA y responde sobre la importancia que tiene “la validación científica de las producciones de las disciplinas sociales y del desarrollo, imprescindible para avanzar en la producción de conocimientos generalizables”. Para retomar al pensador francés Pierre Bourdieu desde la frase: “No hay nada más práctico que una buena teoría”, y apoyarse en que las teorías, los conocimientos generalizables, solo pueden emerger “a partir de investigaciones de calidad”.

¿Cómo percibe la producción de conocimiento en ciencias sociales en organismos de ciencia y técnica? ¿Encuentra similitudes con el sistema francés?

Existe una creciente valorización de las ciencias sociales en los organismos de ciencia y técnica. El INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica, según sus siglas en francés) en Francia, por ejemplo, tiene un importante departamento de ciencias sociales, pero, a su vez, en las investigaciones del resto de los departamentos también se integran las ciencias sociales, ya sea con personal propio o en trabajo colaborativo con dicho departamento o con grupos científicos de otras instituciones.

Al respecto, ¿cómo organiza la investigación?

A nivel regional, por ejemplo, en Montpellier, que es la ciudad en la que tenemos instalado el Labintex Europa y primer laboratorio virtual del INTA en el exterior, la investigación se organiza por Unidades Mixtas de Investigación (UMR, según sus siglas en francés) que se ocupan de problemáticas estratégicas y complejas para cuyo abordaje reúnen investigadores pertenecientes a diferentes instituciones de investigación: INRA, CIRAD, CNRS, IRD, IRSTEA, entre otras; y de enseñanza de la agronomía como Supagro y Agroparistech.

¿Cómo ha sido el desempeño de los investigadores del INTA en Labintex?

Desde INTA fuimos 4 investigadores del Labintex que nos sumamos a algunas de dichas Unidades Mixtas de Investigación. Esto se dio en QualiSud, que se ocupa de la calidad de los alimentos, donde se integró Adriana Descalzo; en el LEPSE, que se ocupa de ecofisiología de plantas, Cecilia Vazquez Rovere; por su parte, Daniel Rearte trabajó con las UMR ocupado de la sustentabilidad medioambiental de los sistemas pastoriles intensificados. Y, en mi caso, me integré a la UMR Innovation que se dedica a las relaciones entre innovación y desarrollo. Los equipos de estas unidades son en todos los casos interdisciplinarios, con investigadores ligados tanto a las ciencias biológicas como a las ciencias sociales.

Se propone un importante trabajo interdisciplinario…

De hecho, actualmente la interdisciplina se impone en la mayor parte de las problemáticas que tratan los organismos de investigación agronómica y de desarrollo. El antecedente más significativo se remonta al año 1979 con la creación del Sistemas Agrarios y Desarrollo (SAD), hoy llamado Ciencias para la Acción y el Desarrollo, que nace como un departamento interdisciplinario para el abordaje de la complejidad de los procesos productivos, el sistema familia-explotación y los sistemas agrarios.

Destaca que es habitual que el INRA promueva la integración de las ciencias sociales…

La investigación para comprender las prácticas de los productores fue siempre un eje importante de las investigaciones de ese departamento, con el cual tuve mayor relación en Francia. Y claramente la visión interdisciplinaria con inclusión de las ciencias sociales ya es lo habitual en el conjunto de los departamentos del INRA.

Con respecto a esta afirmación, ¿qué sucede en el INTA?

En el INTA, hace 15 o 20 años éramos uno o dos sociólogos. A menudo nos veían como una rareza. Pero desde entonces las ciencias sociales ha ganado espacio. Actualmente es habitual encontrar profesionales de las ciencias sociales en todo el INTA, tanto en investigación como en extensión. Los Institutos de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF), por ejemplo, se constituyeron desde el origen con un planteo interdisciplinario que dio pleno espacio a las ciencias sociales. Es muy importante la relativamente reciente creación del Centro de Investigación en Ciencias Sociales, así como la existencia del Programa Nacional para el Desarrollo y la Sustentabilidad de los Territorios, en donde se produce un trabajo interdisciplinario para estudiar los problemas del desarrollo, en los cuales el rol de los cientistas sociales es relevante. Posiblemente faltan espacios de articulación para que en el resto de los Programas Nacionales del INTA encontremos la manera de integrar mejor a las ciencias sociales.

¿Cuáles son los debates que se abrieron para las ciencias sociales y cómo llegaron al territorio? En un organismo que reúne la investigación y la extensión en sus objetivos.

En las primeras épocas, en los años 60 y 70, el problema central del INTA era el logro de la modernización del productor rural mediante el desarrollo de “la tecnología” y la extensión, para lograr así “el bienestar de la familia rural”. Los objetivos estaban claros y ampliamente consensuados. Se recurría poco a las ciencias sociales y cuando se lo hacía era solo para preguntarse sobre las causas por las que los procesos de adopción no eran tan rápidos o tan generalizados como el modelo postulaba. Por un lado, hoy las problemáticas se han complejizado notablemente y los desafíos son múltiples. Ya no tenemos a “el productor”, sino que tenemos un gran abanico de actores con quienes interactuamos y coexisten diferentes modelos productivos con sus actores clave, desde el pool de siembra desterritorializado hasta el pequeño agricultor familiar, hasta pasar por productores empresariales insertos aún en sus territorios, contratistas de diferente tipo y dimensiones, prestadores de servicios varios, entre otros. Por otro lado, los objetivos de modernización tecnológica ya no resultan tan consensuales y las problemáticas del desarrollo se complejizan, se reconocen multidimensionales, multisectoriales, multiescalares y dinámicas. En tanto, en Argentina, al igual que en Europa, hay una creciente crítica a las externalidades negativas que ha generado la modernización basada en la incorporación creciente de insumos, la especialización y la prioridad absoluta dada a la productividad. Los grandes desafíos emergentes son los problemas de contaminación, el deterioro de los recursos naturales, el sostenimiento de la vida social rural en el campo y en las pequeñas localidades, por citar algunos. Y más globalmente la urgencia de revertir la tendencia de cambio climático, proceso sobre el cual los actuales modos de producción agropecuarios son importantes contribuidores. Por otro lado, el justificativo central de la carrera por la productividad, que es lograr la correcta alimentación de la humanidad, está lejos de haberse alcanzado y en algunos casos se ha agravado. Actualmente, hay entre 800 a 1.000 millones de personas que pasan hambre en el mundo, pero a esto se ha sumado un número mucho mayor de personas que están sobrealimentadas o mal alimentadas y que sufren problemas de obesidad, con efectos directos sobre su calidad y esperanza de vida. El cambio en las dietas y los hábitos alimenticios es un nuevo problema para resolver. Toda esta complejidad que describimos no es posible abordarla como lo hacíamos hace 30 o 40 años, sino que es esencial el abordaje interdisciplinario.

Sin duda, entre estas problemáticas se destaca el conflicto con los agroquímicos, que toma relevancia en publicaciones científicas. Al respecto, ¿qué pueden aportar las ciencias sociales?

La creciente conflictividad que se genera en los periurbanos por el uso de agroquímicos requiere de capacidades para la concertación de actores, al igual que el manejo de cuencas en donde el agua es un bien común que debe administrarse para beneficio del conjunto de los actores implicados, que incluye al habitante urbano que requiere preservar la calidad de la provisión de los acuíferos. Los cuatro años en los que trabajé en Francia en el marco del Labintex coincidieron con una política explicita del Ministerio de Agricultura francés orientada a promover la agroecología como alternativa para superar los problemas generados por el anterior proceso de intensificación productiva basada en la incorporación masiva de insumos. La agroecología se propone también lograr buenos niveles de producción, al favorecer y potenciar los procesos ecológicos. Se promueven entonces la biodiversidad, la combinación de cultivos, las estrategias naturales de recuperación de la fertilidad del suelo, las formas más equitativas de comercialización, entre otras. Pero estos procesos que implican cambios de comportamiento y fuerte implicación del productor no son fáciles. El Ministerio de Agricultura de ese país financió grupos que se propusieron la transición hacia la agroecología y recurrió al INRA para realizar un estudio sociológico sobre los factores que favorecían o dificultarían dicha transición. Tuve la ocasión de integrar la red de sociólogos que realizó un seguimiento de diferentes grupos que se propusieron encarar este proceso de transición para producir conocimientos que permitan la implementación de políticas cada vez más pertinentes. Puedo anticipar que el trabajo grupal y la existencia de animadores capacitados para facilitar estos procesos resultan esenciales para el éxito de la transición.

¿Qué se requiere para mejorar los procesos de producción científica en ciencias sociales y qué aportes son necesarios?

Por mi parte, es necesario decir que, en el marco de la defensa que hacemos, la interdisciplina solo es fructífera si los que nos integramos en ese proceso tenemos excelencia también en nuestras respectivas disciplinas. Por otro lado, avanzar hacia trabajos interdisciplinarios que aborden la complejidad no es reunir especialistas de diferentes campos, eso sería solo multidisciplina; ni tampoco reunir a un grupo de investigadores que sepan de todo un poco.

Pero entonces, ¿qué se requiere?

Los estudios interdisciplinarios implican un trabajo en equipo desde la problematización y el diagnóstico, pasando por la definición metodológica y el análisis hasta la interpretación de los resultados, lo cual demanda excelencia en cada una de las disciplinas. En este sentido, es posible que la progresiva incorporación de profesionales de las ciencias sociales en el INTA no se haya visto acompañada de un espacio apropiado para favorecer la excelencia disciplinaria, volcándose muy rápidamente a apoyar las urgencias del desarrollo, pero sin tener esos espacios de enriquecimiento disciplinar y de producción científica de calidad. La reciente creación del Instituto de Ciencias Sociales debería cumplir ese rol.

¿Qué otros espacios se reconocen?

Es necesario nombrar dos dispositivos que favorecen la investigación social e interdisciplinaria: Agriterris y el Labintex. La Red Internacional de investigación Agriterris permite, a cientistas sociales y agrónomos orientados al desarrollo, participar de investigaciones y estudios comparativos a nivel internacional, con colegas de alto nivel científico, integrándose en numerosas publicaciones en revistas nacionales e internacionales. Algo similar sucede con el Labintex que, al priorizar un área ligada a las ciencias sociales y el desarrollo, nos permitió integrarnos a grupos de investigación de excelencia en Europa y apoyar numerosos intercambios y realización de doctorados por parte de profesionales de INTA.

¿Cuál es el interés de los cientistas sociales en abrir o integrarse a discusiones transversales y en la construcción de interpretaciones integrales?

Los cientistas sociales, en particular los del INTA, tienen una fuerte vocación para integrarse en discusiones transversales y en la construcción de interpretaciones integrales. Una prueba de esto es la alta proporción de profesionales de las ciencias sociales que participaron en el excelente seminario sobre la complejidad organizado por el INTA en julio de 2017, donde tuvimos oportunidad de seguir la enseñanza de dos pioneros de estos abordajes como fueron el argentino Rolando García y el francés Edgard Morín. Pero también observamos que muchísimos profesionales de las ciencias agropecuarias, tanto jóvenes como gente con mucha trayectoria, buscan ampliar sus miradas y manifiestan una gran motivación para el trabajo en equipos interdisciplinarios. Creo que en esto hay un gran potencial que, si se consolida a través de una estrategia institucional, dará excelentes frutos en los próximos años.

¿Cómo es visto hoy el lugar del extensionista? Y, además, ¿qué sucede con la sistematización del conocimiento que genera desde sus experiencias, enfoques y visiones?

En el INTA tenemos una gran chance de tener en la misma institución el sistema de investigación y el sistema de extensión, algo que no es habitual en el mundo. De hecho, nuestros colegas franceses nos manifestaban una sana envidia ya que es una situación óptima para favorecer los procesos de innovación y desarrollo. La innovación no se genera por una simple invención o el desarrollo de una determinada tecnología en un laboratorio. Solo hay innovación cuando los actores de un territorio, de una cadena de valor o de un sector son capaces de generar cambios al integrar o desarrollar tecnologías de insumos o de procesos que les permiten mejorar su situación a través de una mayor eficiencia de la producción primaria, el agregado de valor, la mejora en la comercialización y en las condiciones de trabajo, el cuidado del ambiente, por nombrar algunos.

Acompañar a los actores centrales del desarrollo territorial…

Los actores territoriales son los actores centrales de la innovación y el extensionista es el nexo estratégico entre ellos y la investigación. El extensionista es la persona que conoce al territorio y a sus actores, en especial a los productores; está en óptimas condiciones de captar sus demandas y necesidades, comprender sus prácticas y restricciones y contribuir junto con los investigadores a aportar respuestas y propuestas para que la innovación en los territorios se produzca.

Y en lo que hace a sistematizar y producir conocimiento…

Respecto a la sistematización del conocimiento que se genera desde la práctica de extensión, esto siempre ha sido difícil de resolver, ya que no fue una competencia tradicional de los extensionistas. Sin embargo, en los últimos años hubo progresos importantes. Una parte significativa de los extensionistas han tenido la oportunidad de reflexionar y de sistematizar sus experiencias en el marco de su formación de posgrado, y generar más de 100 tesis en el Master PLIDER y en otras formaciones, así como varias tesis doctorales. En el marco de Labintex, en este momento hay dos extensionistas con sus tesis doctorales avanzadas. En la sistematización de las experiencias de extensión también es muy importante la articulación con investigadores, tal como se hace en el marco de los Proyectos del Programa Nacional para el Desarrollo y la Sustentabilidad de los Territorios.

Permanentemente se hace referencia a problemas de metodología en ciencias sociales ¿De qué manera se superan estas dificultades para alcanzar una validación de conocimiento entre pares desde aportes críticos?

Gran parte del cuestionamiento al método de las ciencias sociales derivan de prejuicios o de comparaciones inadecuadas realizadas con las ciencias llamadas “duras” que establecen de hecho, por desconocimiento de las especificidades y la variedad del conocimiento científico, el método de las ciencias físicas como el único posible. Las ciencias sociales se vieron obligadas desde el principio a hacerse cargo de la complejidad de su objeto de estudio, donde no hay lugar para el determinismo absoluto, ya que siempre existe un espacio de libertad en el comportamiento humano. Por eso Max Weber decía que las leyes en ciencias sociales se expresan siempre en términos de probabilidades y no en términos de determinación absoluta. No se trata de tener menos rigor, sino del desarrollo de teorías y metodologías apropiadas a su objeto de estudio. Las instituciones comienzan a asumir la necesidad de superar la investigación hiperespecializada y a abocarse al estudio interdisciplinario de la complejidad, esta tradición de las ciencias sociales resulta una contribución estratégica.

La Revista RIA ha generado una mayor apertura a integrar trabajos en ciencias sociales, aunque aún la confluencia de trabajos es lenta. A su entender, ¿qué hace falta a nivel institucional?

A veces existe entre los profesionales ligados a las ciencias sociales y al desarrollo una visión de que la prioridad es la acción y la resolución de los problemas concretos y tiende a desvalorizarse el “paper” como una actividad solo válida para hacer carrera en el campo científico. Yo reconozco que la presión por la publicación genera ciertas distorsiones o desviaciones en el objetivo de una producción de conocimiento socialmente relevante. Sin embargo, la validación científica de las producciones de las disciplinas sociales y del desarrollo es imprescindible para avanzar en la producción de conocimientos generalizables, poder hacer comparaciones internacionales, entre otras, para ampliar así de manera perdurable el desarrollo de lo posible. Personalmente, creo que el compromiso con la realidad y la producción científica se potencian.

Y en cuanto al aporte de las publicaciones institucionales…

El espacio abierto por la Revista RIA es una gran oportunidad para poner a prueba la calidad de las investigaciones y para darles visibilidad. Hace un par de semanas tuve oportunidad de participar en el seminario “Desarrollo, políticas públicas e innovación en los territorios”, en donde se compartieron resultados de algunos de los proyectos de investigación del Programa Nacional para el Desarrollo y la Sustentabilidad de los Territorios. Quedé gratamente sorprendido por la cantidad y calidad de los trabajos de sistematización y de investigación que se presentaron. En las conclusiones del seminario hemos incitado con fuerza a que estas producciones se conviertan en artículos científicos que podrían ser publicados en la Revista RIA y en otras revistas con referato, y, de esta manera, lograr una valorización científica y práctica mucho más eficaz y perdurable.

Anexo

Cientista social

Tras concluir recientemente su participación como investigador de LABINTEX Europa (2013 - 2017), el laboratorio en el exterior que el INTA crea en septiembre del 2012, se ocupa como experto internacional de diversas redes de investigación en las temáticas del desarrollo territorial y la innovación.
Licenciado en Sociología de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y doctor en Desarrollo Rural Université, de Toulouse Le Mirail ─Francia─, es reconocido por sus 37 años de trayectoria como investigador del INTA y por dirigir proyectos de investigación y de extensión del FONCyT.
Investigador y docente en la UNMdP ─desde 1982─. Profesor en la Maestría PLIDER e invitado en numerosos postgrados.
Durante el período 2006 - 2012 fue coordinador nacional del Programa ProHuerta (INTA - MDS), tras haber sido el primer director del IPAF Pampeano.

Más información:
Roberto Cittadini cittadini.roberto@inta.gob.ar

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