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Revista Escuela de Historia

versión On-line ISSN 1669-9041

Rev. Esc. Hist. vol.11 no.1 Salta ene./jun. 2012

 

ARTICULO ORIGINAL

Aproximaciones al sindicalismo tucumano en los años previos al peronismo

(Approaches to the trade unionism in Tucumán in the previous years to Peronism regime)

Esteban Piliponsky
Instituto de Investigaciones Históricas Dr. Ramón Leoni Pintos, UNT, Avda. Benjamín Aráoz 800, (4000) Tucumán, webmaster@filo.unt.edu.ar.


Resumen:

El presente trabajo buscará realizar un bosquejo del sindicalismo tucumano antes de 1943. El objetivo es mostrar las relaciones que tenían las organizaciones obreras entre sí, con los trabajadores que representaban, con el gobierno de turno y con el conjunto de la sociedad. La investigación es un acercamiento a una etapa bisagra en la historia del movimiento obrero, y pretende ser un aporte que analice a grandes rasgos el mapa ideológico y organizativo de los trabajadores, en una provincia que presenta similitudes y particularidades con respecto al resto del país.

Palabras clave: Sindicalismo; Tucumán; Orígenes del peronismo

Abstract:

This work aims to make an outline of syndicalism in Tucuman before 1943. The objective is to show the relationships that worker´s organizations have between them, with the worker´s that they represent, with the shift government and within the whole society. The investigation try an approach to a hinge period in the history of workers movement, and pretends to became a contribution to analyze the ideological and organizational map of workers in a province that represents similarities and peculiarities in contrast with the rest of the country.

Keywords: Trades unions; Tucumán; Peronism's origins


Introducción

El presente trabajo buscará realizar un bosquejo del sindicalismo tucumano, previo al surgimiento del peronismo. Se tomará desde 1935, momento de asunción del radicalismo en la provincia, hasta la intervención federal en la provincia, sucedida durante febrero de 1943. La periodización, aparentemente regida por los cortes de la política institucional, responde a una transformación producida en la relación entre gobierno y sindicatos, y en el seno de estos últimos. Estos cambios se pueden apreciar tanto en el diálogo mutuo entre el Ejecutivo y las organizaciones obreras como en las libertades que aquel otorgaba para la organización de los trabajadores.

Historiográficamente se acepta la hipótesis que sostiene la existencia de sindicatos obreros fuertemente organizados antes de la llegada del peronismo, pero esto es contrastado con una marcada debilidad de los mismos en el plano de las negociaciones reivindicativas y, en algunos casos, con una escasa representatividad de los mismos frente al conjunto de la clase trabajadora. Los reclamos obreros tenían, según las hipótesis vigentes, una casi total dependencia de la voluntad patronal y gubernamental. Sin negar completamente estas afirmaciones, el presente trabajo pretende matizarlas, al menos para el caso tucumano. El número de huelgas, el éxito en la mayoría de éstas y el lugar que ocupan los gremios frente a la patronal, el gobierno y el conjunto de la sociedad civil, muestran una capacidad de organización y negociación destacables. Sumado a ello la prescindencia política, táctica que se reforzó entre los sindicatos tras el golpe de 1930 para mantener sus conquistas en un momento de debilidad, dio como resultado un proceso de mayor confluencia dentro de los mismos de militantes pertenecientes a diferentes corrientes ideológicas. Esta investigación busca, entonces, abrir un debate sobre si dicha prescindencia seguía siendo hacia 1943 un síntoma de debilidad. La capacidad de negociación y la heterogeneidad ideológica de los gremios merecen aún mayores estudios, principalmente en el interior del país, para comprender mejor el período y reinterpretar las rupturas y continuidades con la etapa posterior.

Existe un acuerdo entre los investigadores del movimiento obrero en ubicar al año 1935 como comienzo en el país de una nueva etapa en la historia del sindicalismo y de la clase obrera en general.1 Los cambios económicos y políticos-institucionales, significativos en Tucumán, pues en ese año asume el radicalismo en el Ejecutivo provincial, produjeron una transformación entre los trabajadores con respecto a los años anteriores. Sin embargo, aún se debate sobre los alcances cualitativos, pero principalmente cuantitativos, de esta transformación. El objetivo de la presente investigación es demostrar que el sindicalismo del período estudiado, en franco ascenso desde 1935 y el cual fue fundamental para el posterior surgimiento del peronismo, tenía un importante poder de negociación y era heterogéneo en su composición político ideológica. Si estas afirmaciones son ciertas, entonces deben rediscutirse las interpretaciones acerca del gremialismo durante este período y en el siguiente: en primer lugar en cuanto a la idea de que el populismo fue abrazado por los dirigentes gremiales porque ofrecía conceder demandas absolutamente desoídas o inalcanzables antes de su llegada; y en segundo lugar porque la heterogeneidad existente entre los trabajadores organizados se mantuvo tras el ascenso de Perón a la Secretaría de Trabajo, siendo muy diversa la actitud de los gremialistas frente al gobierno desde su llegada y a lo largo del régimen justicialista.

La representatividad del movimiento sindical

A partir de la crisis económica mundial, que comenzó a afectar al país alrededor de 1928, y de la dictadura militar instaurada en 1930 se abrió un período de resistencia para la clase obrera. Los trabajadores se vieron afectados por la desocupación y la disminución de sus salarios reales, al tiempo que sus organizaciones fueron perseguidas y se cercenó su libertad de agremiación. En ese contexto, la lucha de los trabajadores se replanteó tras el objetivo de conservar las conquistas alcanzadas. Para ello la mayoría de los sindicatos buscó fortalecer sus organizaciones internas y profundizar la unidad obrera. La nueva situación produjo en primer lugar el fortalecimiento de la prescindencia política, que buscaba la unidad de los trabajadores en torno a objetivos económicos más allá de las diferentes corrientes ideológicas, y la independencia de las organizaciones gremiales frente a la injerencia directa de los partidos políticos. Y en segundo lugar, se constituyó la Confederación General de Trabajadores (CGT) en 1930, meses después del golpe militar, con el objetivo de aglutinar en una central al conjunto de organizaciones obreras.

La economía de los trabajadores vivió una paulatina mejoría hacia 1935, mientras que las libertades sindicales habían comenzado a recuperarse desde la llegada a la presidencia de Agustín P. Justo (1932-1938), aunque lentamente y sin alcanzar la situación previa al golpe de Estado. Esta apertura fue más notoria en Tucumán desde el ascenso de Miguel Campero como gobernador (1935-1939), con quien se inició un período de gobiernos radicales de casi nueve años, interrumpido meses antes del golpe militar de 1943 por una intervención federal acusada de traer el "fraude patriótico" a la provincia. Durante ese interregno radical, la provincia tuvo fama de mantener elecciones limpias y una importante libertad de acción para los sindicatos. En el plano nacional, Susana Pont caracteriza al período sosteniendo que para los gremios existía una "autonomía acompañada de represión" ya que, pese a la intervención estatal, hubo "una relativa autonomía sindical que garantizó cierta regularidad institucional de las organizaciones obreras".2

En Tucumán aquel paulatino mejoramiento produjo la formación de nuevos sindicatos y la reorganización de los existentes, dando lugar a una intensa vida gremial con presencia constante de las organizaciones obreras en los medios de prensa y en la opinión pública local. Diferentes autores ponen el acento en la escasa afiliación obrera lograda por los sindicatos y en la debilidad del movimiento obrero.3 Sin embargo, estas afirmaciones deben relativizarse: la sindicalización de los trabajadores provocaba en muchos casos la persecución patronal y no se traducía en ventajas aparentes, puesto que las conquistas de las organizaciones recaían sobre el conjunto de los obreros, sindicalizados o no. Sólo las prestaciones mutuales podían atraer a los asalariados a sumarse a los sindicatos pero, a pesar de que estos beneficios servían de gran ayuda, no eran suficientes como para generar una agremiación masiva. Los afiliados eran el sector más activo de los trabajadores. Sin embargo, si evitamos una comparación simplista y puramente cuantitativa entre esta etapa y la que le sucedió, en donde tuvo lugar una sindicalización compulsiva promovida desde el Estado, debe notarse que los gremios se constituyeron en una voz legítima entre los obreros durante aquellos años. Para las numerosas asambleas de las organizaciones gremiales realizada en estos años, se convocaba a los "no afiliados" o "simpatizantes" de la entidad, los cuales solían tener una participación importante en el desarrollo de los conflictos y otras decisiones importantes de las organizaciones. La prensa local remarcaba que en numerosas huelgas la paralización era total, lo que no podría explicarse sin el apoyo de los obreros no sindicalizados cuyo porcentaje, calculado para los trabajadores de todo el país, alcanzaba a un promedio de entre el 80 y el 85 por ciento del total de los asalariados.4 Hasta el cierre de esta investigación no se encontraron datos de la agremiación en la provincia, pero puede inferirse que rondaba ese número. Para el caso de los obreros azucareros, Oscar Pavetti remarca que la organización del sector no era permanente, pero durante los conflictos las bases cobraban un rol destacado que "... se traducía en un clima de movilización permanente y una democracia deliberativa que respaldaba a los dirigentes".5

La legitimidad de los sindicatos como actores sociales representativos de los trabajadores no se limitaba a sus afiliados, puesto que el gobierno y diversos sectores de la sociedad civil también los reconocían como tales. Los trabajadores mantenían un trato cotidiano con el gobernador y con el ministro del Interior de turno. Cuando un conflicto superaba al diálogo entre el sindicato y los patrones y, luego, la capacidad negociadora del Departamento Provincial del Trabajo (DPT), los dirigentes del gremio en conflicto, muchas veces acompañados por los representantes de las sucesivas federaciones que buscaron aglutinar al conjunto de sindicatos, entrevistaban personalmente al primer mandatario provincial. Existen numerosos ejemplos de esto. Dos casos testimoniales son la huelga de la Sociedad de Socorros Mutuos de Transportadores de Carnes y Obreros Mataderos (junio de 1940) y la del Sindicato de Obreros Quinteros de Lules (junio de 1942). Con esto no sólo se puede ver el crecimiento de la intervención del Estado en los conflictos laborales, sino también el interés de la cúpula del Poder Ejecutivo por hacerlo en primera persona. Otro ejemplo de la posición que ocupaba el sindicalismo para el gobierno provincial se puso de manifiesto en 1942, cuando las rencillas suscitadas en el Colegio Electoral de la provincia desencadenaron la intervención del organismo por parte del Poder Ejecutivo Nacional. En medio de aquella disputa entre los partidos, que debatían entre la autonomía provincial y la capacidad intervencionista del Estado, "el gobernador Critto decidió invitar a la Comisión Cooperadora de la CGT [entidad aglutinante de los sindicatos locales] a enviar un delegado para que observe el proceso de elección de el Colegio Electoral. Otorgándole, con este gesto, un puesto de fiscal en la contienda interpartidaria que dividía a los sectores políticos".6 Indudablemente, aquella maniobra respondía a un objetivo político del radicalismo que esperaba encontrar un aliado en los gremios locales, puesto que muchos de sus militantes pertenecían al partido. Además, los sindicatos se habían posicionado en defensa de la autonomía provincial frente a la intervención del gobierno nacional. Pero no por ello deja de ser un claro reconocimiento al movimiento obrero organizado.

Distintos sectores de la comunidad también consideraban al sindicalismo como un interlocutor válido, prestándole su apoyo en numerosas ocasiones. Los comerciantes, por ejemplo, donaban dinero cada año al comité "Pro 1º de Mayo", ente que aglutinaba a los delegados sindicales con el fin de organizar los actos a realizarse ese día. En octubre de 1942, durante una huelga del sindicato de obreros y obreras del vestido que duró varios días, los trabajadores decidieron abrir un comedor para los huelguistas. El mismo funcionaba "al calor de las ayudas (...) del comercio local".7

El gremialismo local articulaba y organizaba diversas actividades similares a estos festejos del 1 de mayo, como mítines contra la carestía y actos en favor de la democracia, los cuales se hacían en asociación con otras agrupaciones civiles. Entre éstas se destacaban las universidades y bibliotecas populares, los centros vecinales, los "comités pro república española", "pro democracia", "pro unidad nacional" y contra la desocupación y la Federación Universitaria Tucumana (FUT), organismo que nucleaba a los estudiantes de esta institución, entre otros.

Los gremios y su organización

Los sindicatos existentes en la provincia durante aquella década pueden clasificarse en tres grandes ramas, según el área productiva a la que pertenecían: industria, comercio y servicios (ver anexo 1). Esta división, con la que los contemporáneos se identificaban, se veía reflejada en la forma que fue tomando durante los años 30 la legislación laboral, la cual creció en este período producto de la actividad parlamentaria del Partido Socialista (PS) y de la presión del creciente número de obreros. Las leyes del trabajo favorecían a las diferentes ramas con distintos beneficios, pero el Estado se mostraba incompetente para realizar una política laboral unificada y hacer efectivo lo que sancionaba.

El grupo de empleados y obreros del comercio tenía un peso preponderante en el movimiento sindical local. Uno de sus objetivos primordiales era garantizar el respeto de la ley 11.729 que incluía, entre otras cosas, la indemnización por despido y las vacaciones anuales pagas. Con dicha legislación se establecía cierta estabilidad para los trabajadores. También se luchaba por el respeto de la ley de jornada legal, cierre y apertura del comercio, etc. El principal referente del sector era el Sindicato de Empleados y Obreros de Comercio (SOEC). Esta organización agrupaba a los trabajadores de las casas de comercio, pero llegó a contar entre sus afiliados con algunos obreros de ramas más específicas como los bodegueros, aunque éstos tenían su propio sindicato. Entre los principales dirigentes del SEOC estaban el radical Bernardo Berenguer y los socialistas Doroteo Lezcano y Albano Vischi. Este sindicato no solía recurrir a las huelgas para plantear sus demandas, optando en cambio por la vía institucional. Su modo de actuar era, en general, exigir al DPT el cumplimiento de las leyes laborales vigentes o su intervención para una nueva legislación. Frente a la intransigencia patronal en algún establecimiento, el gremio realizaba actos públicos denunciando su conducta. La huelga, método de lucha utilizado por otras organizaciones, era de muy difícil realización ya que sus afiliados estaban dispersos en pequeños números de empleados entre varios empleadores, por lo que resultaba engorroso coordinar un movimiento de esa magnitud. Sin embargo, la huelga general del 21 de agosto de 1940, en solidaridad con los obreros del matadero municipal, contó con una importante adhesión de empleados y obreros del comercio, siendo ejemplo de su capacidad de movilización.8 El SOEC fue una de las filiales fundadoras de la Confederación General de Empleados de Comercio, dirigida por el entonces socialista Ángel Borlenghi. La filial local acompañó la campaña nacional por la jubilación para los trabajadores del rubro. Hasta 1943 este beneficio había sido otorgado sólo a los empleados estatales y ferroviarios, creándose una diferencia entre los trabajadores que denotaba las contradicciones de una política social mal planificada y desprolijamente aplicada. Algo similar sucedió con la ley 11.729 que sólo incluía al sector comercial. Pero se sumaba en este caso la dificultad para determinar quiénes eran trabajadores del comercio. La legislación sostenía que se debía tener en cuenta la actividad que realizaba el patrón y no el obrero. Es así, por ejemplo, que según un fallo judicial de enero de 1943 se consideraba a los obreros de artes gráficas, que realizaban una tarea más orientada a lo industrial, como empleados de comercio debido a la función productiva de sus empleadores, los dueños de los diarios. En la rama industrial se destacaba la acción del Sindicato Único de la Construcción, producto del crecimiento cualitativo de esta actividad económica y del fortalecimiento de dicha organización obrera desde mediados de la década del 30. Desde la gran huelga de albañiles de la Capital Federal en 1936, los comunistas comenzaron a reemplazar en la conducción del gremio a los anarquistas, quienes venían diezmados desde hacía décadas como resultado de las persecuciones gubernamentales. Además, los anarquistas habían demostrado cierta incapacidad para organizar a los trabajadores de las ramas industriales modernas, es decir, a gran escala. Aunque esto no sucedía en todas las líneas de esta corriente ideológica, sino particularmente en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), la cual tenía presencia importante en la provincia. El dominio comunista se dio también en Tucumán, donde el Sindicato de Obreros Albañiles, Cemento Armado y Anexos, dirigido por Alberto Galeano y Manuel Espinoza, se transformó en el eje que nucleó a las demás actividades relacionadas con la conformación de un sindicato único de la construcción que incluía a los madereros, herreros, ladrilleros, cerámicos, yeseros, mosaístas, pintores, vidrieros, electricistas, marmoleros, cloaquistas y plomeros. Cada una de estas actividades conservaba cierta independencia formando sus propias comisiones administrativas, pero estaban centralizadas en una sola comisión directiva y en una misma sede. Similar tipo de organización se daba en los sindicatos de la construcción de todo el país.9 Su forma de negociación con los patrones se producía habitualmente mediante pliegos de condiciones firmados en el DPT, con cada uno de los patrones en particular y para cada uno de los oficios. Si el empleador se negaba a dialogar se realizaban huelgas en su empresa, sumándose luego todos los trabajadores del oficio si la intransigencia continuaba. Esa situación producía nuevas fricciones y conflictos debido a la queja de los patrones que habían accedido al cumplimiento del pliego, lo que mostraba una importante solidaridad entre los trabajadores. Finalmente, si no se llegaba a un acuerdo o se incumplía el petitorio, el Sindicato en su conjunto podía decretar el paro de toda la rama, como ocurrió en septiembre de 1942.10 Esto daba al gremio un importante poder de presión. Sin embargo, los reclamos de incumplimiento patronal a lo pactado eran reiterados debido a que, según el Sindicato, las autoridades no velaban por su cumplimiento. Desde el estallido de la guerra, los obreros de la construcción comenzaron a solicitar a las autoridades la inversión en obras públicas, concebida como una herramienta para evitar la recesión económica y la desocupación en el sector. A su vez, los obreros tucumanos solicitaron que se imponga como obligación a los contratistas la compra de materiales en el mercado local y la contratación de obreros de la provincia y afiliados al gremio, ya que los pliegos firmados mejoraban su situación con respecto al resto de los obreros del norte argentino volviéndolos más onerosos para las empresas. La pelea por obras públicas er a llevada a nivel nacional por la Federación Obrera Nacional de la Construcción (FONC), a la cual pertenecía la filial local. Celia Durruty puso en cuestión que la Federación era similar en su organización a los sindicatos del sector terciario (ferrocarriles), los de mayor estructura en el país.11 En cuanto al caso provincial, María Ulivarri afirma que el Sindicato de la construcción se había transformado paulatinamente, desde 1936 en adelante, en el gremio más grande y activo de Tucumán.12

Dentro de la rama industrial se debe incluir a los trabajadores del sector más productivo de la provincia: el azucarero. La organización de estos trabajadores fue muy compleja y suele ser denostada al contrastarla con la que se logró en el período siguiente, tras la formación de la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera). Sin embargo, existían agrupaciones de trabajadores azucareros en los años 30 que, como en el caso de las restantes actividades, venían creciendo en número y organización. Esta industria debe separarse en tres sectores: los empleados, los obreros de fábrica y los obreros de surco. Los primeros contaban desde 1920 con la Sociedad de Empleados de la Industria Azucarera. Esta entidad fue reconocida por las autoridades de los ingenios quienes, por ejemplo, la ayudaron a sobreponerse de un desfalco de sus dirigentes en 1942. La actividad sindical de los empleados era muy pobre, manteniéndose sobre todo en el ámbito mutual. Su principal reivindicación consistía en el pedido de reconocimiento al derecho de jubilación por parte de los industriales. Estos trabajadores poseían un estatus social claramente más elevado que los obreros de fábrica y del surco, sean estos últimos contratados por un ingenio o por un cañero independiente. Las organizaciones de dichos obreros no contaban con el reconocimiento de la patronal, la cual ejercía un control mucho más estricto sobre sus asalariados que el de los patrones de las zonas más urbanas. Los administradores de las fábricas mantenían una estrecha relación con la Policía y podían reprimir con cierta impunidad. En tanto, el DPT carecía de la capacidad material para extender su control sobre las zonas azucareras. La prensa local no reflejaba plenamente la actividad cotidiana realizada por los gremios, aunque sí sus conflictos. De todos modos pueden inferirse procesos y acciones de los trabajadores, así como la creación de algunos sindicatos y el reclamo de diversas demandas. Un ejemplo es la existencia del Sindicato Unión General de Trabajadores de la Industria Azucarera de Famaillá, el cual tenía una relación fluida con la Federación de Trabajadores Provincial (FTP) y luego con la Comisión Cooperadora (CC) de la CGT, entidades que aglutinaban a la mayoría de los sindicatos de la provincia durante estos años y a las que nos referiremos más adelante. Este vínculo era importante debido a que las persecuciones patronales sufridas por los azucareros y las distancias existentes entre un ingenio y otro, hacían dificultoso para estos trabajadores unificarse o gestionar pedidos unitarios ante las autoridades y la patronal. La CC de la CGT surgió en junio de 1941 con la aspiración de organizar a los obreros azucareros como uno de sus objetivos primordiales. Para esa ocasión visitaron la provincia los reconocidos sindicalistas Mariano Cianciardo y Francisco Pérez Leirós. El primero de ellos sostuvo ante la prensa durante esa visita "... Sabemos que la situación de los trabajadores de la industria azucarera de Tucumán no es siquiera parecida, en lo malo, a los de las otras provincias del norte. Sin embargo, la estimamos mala, y por eso creemos oportuno contribuir a la vitalización del gremio a fin de que mejore su situación".13 Se reconoce en esas palabras que a pesar de la precaria situación de sus gremios, los trabajadores tucumanos del azúcar contaban con una organización. Durante aquella visita de los gremialistas metropolitanos se realizó un acto en el Centro de Trabajadores y Socorros Mutuos de Monteros, organizado por la CGT. Durante el mismo, el titular del Sindicato azucarero de Famaillá, José Rodríguez, habló en representación de los trabajadores tucumanos, hecho que evidencia la importancia de este gremio entre los obreros de la provincia.

Pero el límite a la unión de los obreros del azúcar no era solamente la represión y censura patronal. Las distancias entre un centro productivo y otro y la relativa desconexión entre los diversos sindicatos de ingenio dio lugar a cierta dispersión ideológica entre sus dirigentes, entre los que se contaban socialistas, sindicalistas revolucionarios, anarquistas y más tarde comunistas. Esta situación generaba una dificultad para articular y organizarse como actividad productiva, a diferencia de lo que ocurría en la ciudad donde eran menores las distancias y el tamaño de los gremios. Además se volvía más engorroso el diálogo entre trabajadores de diferentes corrientes ideológicas, lo cual era más sencillo y cotidiano en la capital provincial. Las diferencias dentro del gremialismo se veían potenciadas en la industria azucarera, donde cada fábrica se adhería a una central obrera diferente en lugar de alcanzar una organización horizontal.14 Ejemplo de esto es el conflicto intergremial sucedido en agosto de 1942, cuando se fundó el Sindicato de Obreros de la Industria Azucarera de Obanta con el impulso de la Federación Obrera de la Alimentación (FOA), de extracción comunista. El Sindicato de Famaillá y la CGT local, ambos dirigidos por el socialismo, consideraron ilegítimo al mismo, puesto que ellos no habían autorizado su creación. Al poco tiempo de constituirse el Sindicato de Obanta, éste presentó ante el ingenio San Pablo un petitorio que sería la base del programa de la FOTIA años más tarde.15

Las organizaciones existentes entre los azucareros, sus conflictos con los ingenios, sus divisiones internas, su relación con las diferentes centrales obreras provinciales y nacionales muestran que, antes del Régimen erigido con el golpe militar de junio de 1943 existía un importante grado de organización entre los trabajadores azucareros, con análogo grado de autonomía y límites de acción que el resto del movimiento gremial provincial. Si esta afirmación es cierta, entonces aún existe un importante vacío historiográfico acerca del sindicalismo azucarero previo a el "Régimen de Junio" que deberá completarse apelando a nuevas fuentes, pues las usadas no responden las preguntas que el tema sugiere.

Finalmente, la rama de los servicios estaba integrada por los trabajadores ferroviarios, los empleados del Estado y los chóferes del transporte público. Los obreros y empleados del riel contaban con los gremios más grandes y mejor organizados a nivel nacional: la Unión Ferroviaria (UF) y La Fraternidad, sindicato de los maquinistas. Por ello y por la importancia de su trabajo dentro del modelo productivo argentino, habían conseguido concesiones privilegiadas sobre el resto de la clase trabajadora del país. Además, la UF tenía preponderancia en la CGT a nivel nacional. Este gremio presentaba una organización vertical y centralizada que le había ayudado a obtener algunas de sus conquistas. En contrapartida, su presencia en la provincia no se correspondía con la importancia del sindicato. Salvo en el caso de Tafí Viejo, donde los talleres ferroviarios eran la principal actividad de la ciudad, la UF y La Fraternidad aparecen con intermitencias en las acciones realizadas por los trabajadores de la provincia. Ocupaban cargos menores en las federaciones locales, no eran protagonistas en la organización de actos públicos, y en caso de planificarse o realizarse una huelga general sólo la apoyaban solidariamente, pues sus seccionales locales no contaban con autonomía para decretar medidas de fuerza como filial.

El éxito y el límite de las huelgas

Entre 1936 y 1943 los obreros llevaron conflictos laborales a la huelga en 52 ocasiones. Sólo en dos de ellas no obtuvieron triunfos parciales o totales a sus demandas.16 Los gremios no agotaban sus demandas y reivindicaciones en las necesidades sectoriales, puesto que su objetivo ideológico consistía en mejorar la calidad de vida de todos los trabajadores. En este sentido, las luchas por aumentos salariales que crecieron tras el estallido bélico europeo debido a la inflación que se generó en el país, iban muchas veces acompañadas por informes de los sindicatos que demostraban que no era necesario el aumento del precio de lo que producían sus trabajadores. Tales informes se sustentaban en estudios minuciosos realizados por los gremios, explicando la capacidad de los patrones de bajar sus ganancias sin necesidad de trasladar el aumento salarial a los consumidores y sin que corra riesgo la empresa o el comercio. Algunos ejemplos de esto fueron el conflicto llevado a cabo por la Sociedad de Resistencia de Obreros Panaderos durante mayo de 1941, exigiendo un aumento salarial pero cuestionando al mismo tiempo el aumento del precio del pan, y las huelgas de la Unión Ferroviaria contra la suba del boleto en febrero de 1943.17

La huelga era, además, un método muy común para obtener el reconocimiento de los sindicatos por parte de la patronal y del gobierno. Los gremios fundados desde la segunda mitad de los años 30 solían aparecer con un petitorio que exigía mejoras salariales y la aceptación de la entidad. El nivel de organización con el que surgían a la vida pública connotaba que existía una estructura clandestina previa, la cual se mantenía en esa situación para evitar la represión que impidiera su accionar antes de tener fuerza para exigir su reconocimiento. Los conflictos por el reconocimiento durante esta etapa fueron todos exitosos, aunque luego los obreros afiliados denunciaban las persecuciones de sus patrones. La situación no era sencilla para quienes decidían agremiarse, pero el hecho de que los sindicatos de aquellas actividades que no afectaban el "sistema nervioso" de la economía fueran reconocidos por los empleadores y por el Estado como legítimos interlocutores de los trabajadores, era una reivindicación importante. Agustín Ávila, quien durante el peronismo habría de desempeñarse como secretario general de los cerveceros, cuenta así como nació su sindicato: "... se formó la cervecería Norte, con toda su grandiosidad para la época. Ahí ocupan personal que venían de afuera: polacos, rusos, ucranianos que venían, junto con su habitualidad al frío, con las ideas que ya traían de sus países. Entonces fueron los primeros que se prestaron para formar y organizar los sindicatos. El 1º de mayo de 1938 aparecen a la luz, porque ya no los podían parar. Venían haciéndose desde antes. Piden el reconocimiento de la patronal y les dicen que no, entonces entran en una huelga. El 26 de octubre se produce el reconocimiento por la patronal y por el DPT".18 Si bien el Estado comienza a ofrecer un espacio de negociación en donde se ubica como árbitro, los obreros fueron los protagonistas en la generación de las negociaciones. Otros sindicatos que nacieron de forma similar al de los cerveceros fueron el Sindicato de Obreros, Obreras y Empleados de Vinos y el Sindicato de Obreros de Talleres de Automóvil (más adelante Sindicato de Obreros de la Industria del Transporte) en abril de 1940, y los Sindicatos de Obreros Quinteros de Lules y Famaillá en 1942, entre otros.

Sin embargo, el límite más claro a las reivindicaciones exigidas por los trabajadores era el cumplimiento de lo acordado durante sus medidas de lucha. La fuerza que demostraban los sindicatos durante las huelgas contrastaba con su poder para hacer efectivo lo pactado. En tanto, el Estado provincial carecía de la capacidad, y muchas veces de la  intención, de llevar a la práctica aquello que había respaldado al mediar entre obreros y patrones. Esto provocaba reiteradamente manifestaciones de los gremios tras las medidas de fuerza, exigiendo a gobiernos y empleadores que se aplicase lo firmado. Aunque es difícil de medir, el éxito de los trabajadores en este punto parece haber sido mediocre. Si bien esto relativiza el mencionado éxito en las huelgas, lo que no se debe desmerecer es la capacidad negociadora de los trabajadores organizados cuando realizaban luchas reivindicativas. Además, el incumplimiento de los pliegos no era nunca de todos sus puntos, es decir que las huelgas exitosas representaban claramente aspectos positivos para los asalariados. Los mencionados incumplimientos provocaron, por otro lado, que los obreros locales incluyesen como un tema central el pedido de modificación y ampliación de las prerrogativas del DPT, como sucedía con el DNT y otras reparticiones provinciales en todo el país.

La función social de los sindicatos

Los trabajadores no sólo se organizaban para defender sus intereses ante la patronal. Sus entidades cumplían importantes funciones sociales y realizaban una gran cantidad de actividades culturales y deportivas. Sobre lo primero, era común que los gremios ofrecieran asistencias mutuales. A partir del ahorro colectivo se cubrían gastos médicos y se creaba un seguro por fallecimiento del titular o sus familiares directos. Tales prestaciones resultaban de vital importancia para las clases más humildes. En algunos casos estas instituciones se mantenían separadas del sindicato, como el Hogar del Empleado, mutual de los trabajadores públicos que luego se amplió a toda la comunidad. Pero muchos sindicatos, como el SOEC, incorporaban estos beneficios en el seno de su entidad. Con respecto a las actividades internas, las organizaciones buscaban fortalecer sus vínculos y potenciar a sus sindicatos de diversas formas. El gremio del comercio, por ejemplo, tenía un periódico llamado "Acción". En otros casos, como el de los trabajadores de la construcción, se divulgaba la prensa nacional editada por su Federación. En general todos los sindicatos contaban con sede propia, la cual representaba, además del lugar de reunión y de atención a los afiliados, un espacio de sociabilidad. Ávila cuenta: "El mismo día que se reconoce el sindicato [de obreros cerveceros] se funda la biblioteca 26 de octubre. Esta servía para dar clases, para enseñarle a los demás. Había todo tipo de libros. Libros sobre gremialismo prácticamente no existían, era todo práctica. Pero había actas sobre otros gremios, sobre cómo trabajaban, cómo se desenvolvían".19 En una nota publicada por La Gaceta en diciembre del 42, acerca del Sindicato de costureras, se destacaba: "En el sindicato de la aguja no se discuten tan solo cuestiones materiales, relacionadas con los salarios o estrechamente vinculadas con la situación económica de sus asociados. Una de las primeras preocupaciones de sus dirigentes es la capacitación de los trabajadores, la elevación del nivel cultural y la instrumentación de los espíritus, con la intención de colocar a los compañeros obreros en condiciones de comprender el importante papel que juegan en el engranaje de la sociedad moderna y de darles una conciencia plenamente definida en la lucha. La adopción de estos nuevos métodos está deparando a las organizaciones específicas del trabajo momentos de satisfacción y de triunfo".20 En el mismo sentido, muchas organizaciones fomentaban la práctica deportiva y recreativa de sus afiliados. Es así que se llegaron a fundar clubes deportivos que nacieron de los gremios obreros.

En cuanto al financiamiento de las organizaciones, los obreros cobraban una cuota a sus afiliados con la que se solventaba el funcionamiento interno (edificio, empleados, etc.), las actividades mutualistas, la publicidad y promoción de la entidad, gastos para actos u ocasionados por una medida de fuerza, etc. También se apelaba a formas alternativas de recaudación como bailes, lunchs, días de campo, etc. Estas actividades quedaban en manos de las mujeres, algunas de ellas afiliadas y otras esposas de los trabajadores del gremio. Si bien estas funciones eran secundarias, era una puerta de acceso para la mujer a la política sindical en una época en que comenzaba a crecer la participación femenina en la arena política en general. Los sindicatos guardaban como un valor de suma importancia la independencia económica de sus organizaciones. Podían solicitarse donaciones del comercio local o de particulares para ayudar a costear un acto o crear un fondo de huelga, pero se aceptaba sin que implicase ningún tipo de condicionamiento para los sindicatos. Sin embargo, esto no parece haberse respetado siempre a raja tabla. En el acto del 1 de mayo de 1943, en pos de organizar "el gran movimiento por las democracias del mundo" y buscando un sentido pluralista a la manifestación, se solicitó al Poder Ejecutivo Provincial y al Concejo Deliberante una contribución para sumar a lo aportado por las entidades adheridas a la manifestación. Parece motivar este accionar de los trabajadores una concepción del Estado como actor por encima de las demandas de clase, y como representante de los intereses de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, esto encontró la resistencia de algunos sectores obreros. Un trabajador gráfico escribía en una carta al director del diario La Unión: "...¿Cómo es posible que vaya un comunista a gritar contra la persecución que es objeto su partido, o cómo podemos pensar que irá un 'socialista obrero' a platicar contra el gobierno burgués si el acto los costea el propio gobierno?

No habrá libertad de acción. Hay que reaccionar y acordarse de cuando en cuando de que la redención de los trabajadores será obra de los mismos. Parodiando el tango, diré que 'Los muchachos de antes no usábamos... subsidios".21El acercamiento de los obreros al Estado era interpretado en formas diferentes entre los gremios y al interior de éstos. Esta heterogeneidad será importante frente a la irrupción del peronismo.

Las centrales obreras en Tucumán

Los trabajadores organizados tendieron constantemente a nuclearse en centrales que aspiraban a representar al conjunto de los sindicatos. Desde la primera división en el movimiento obrero en 1891, siempre hubo intentos de unidad.22 En los años 30 se realizaron grandes esfuerzos en ese sentido. La CGT fue fundada pocos meses después del golpe militar de septiembre de 1930, concretándose un proyecto que llevaba al menos dos años de planificación. Sin embargo, esto no pudo agrupar a la totalidad de los trabajadores organizados y se vivieron importantes rupturas en su seno. Las diferencias ideológicas y la búsqueda de poder en los máximos cargossindicales, que a diferencia de tiempos anteriores eran prestigiosos y codiciados, como resalta Del Campo, impidieron alcanzar dicha aspiración.23

En la provincia hubo interesantes intentos de unidad. Al ser un espacio más pequeño que el de la Capital Federal y al existir una composición heterogénea en la dirección de varios gremios, se llegó en distintas ocasiones a un muy alto nivel de adhesión a las centrales locales. Desde la creación de la CGT existía una filial en Tucumán, pero estaba constituida sólo por un delegado que transmitía las disposiciones nacionales. Pero en 1936 comenzó a organizarse la Federación Provincial de los Trabajadores (FPT). Tras largos vaivenes en su formación, en 1938 comenzó a funcionar en plenitud convirtiéndose en un referente del sindicalismo de la provincia en los actos, campañas y conflictos laborales. La unidad permitía negociar ante los empleadores y el Estado con mayor fuerza mientras daba a los trabajadores un arma de presión: la huelga general. La FTP buscaba ayudar a la formación de nuevos sindicatos. Se intentó organizar a los obreros de la industria azucarera y de la campaña, dejando las bases sentadas para la inauguración de los sindicatos azucarero de Famaillá y de los obreros quinteros de esa misma localidad y de Lules. Ávila recuerda: "En Tucumán existía el Sindicato de la Madera, que tenía un representante muy activo que andaba por todas partes buscando la gente para que se organice y ayudaba a organizar los gremios. Se llamaba [Manuel] Rojas".24 La Federación funcionó hasta 1940 cuando, tras una mala negociación con el Gobierno durante una huelga general, desapareció. En 1941 la búsqueda de unidad resurgió a partir de una iniciativa de la CGT de crear Comisiones Cooperativas (CC) en todo el país. Con la visita de Pérez Leirós y Cienciardo, en junio del 41, la unidad de los gremios adheridos a la CGT provincial fue impulsada con dos objetivos fundamentales: organizar a los trabajadores de la campaña (que incluía a los dependientes de la industria azucarera) y articular la acción gremial con los sindicatos autónomos, es decir aquellos que no pertenecían a ninguna central. La CC fue dirigida en un comienzo por socialistas tradicionales (PS), y su aspiración de acercarse a los obreros de la campaña respondía a un acuerdo político de la época con el Partido Agrario Provincial; por ello se incluye también la aspiración de nuclear a los pequeños cañeros seguidores de este partido.25 Si bien la situación de precariedad económica de los trabajadores del surco, obreros de fábrica y pequeños cañeros era análoga, los intereses de los asalariados eran claramente diferentes respecto a los pequeños propietarios. Esto complicaba una fusión que nunca se concretó realmente.

Paradójicamente, este momento de formación de la CC era de sumo fraccionamiento en el movimiento obrero. El Sindicato de la construcción, de extracción comunista, y el de sastres dirigido por Manuel Fernández, del Partido Socialista Obrero -ambos gremios pro URSS-, no participaron en la fundación de la central local debido a sus diferencias con el PS con respecto a la Guerra. Incluso, mientras todavía se realizaban los actos para dar a publicidad la fundación de la CC, la FONC envió a la provincia a Pedro Tadioli buscando darles un impulso a los obreros constructores, que estaban al margen de la mencionada central.26 Sin embargo, la invasión de Hitler a la URSS, en junio de ese año, haría que al poco tiempo se acerquen las posiciones, convirtiéndose la CC en el espacio de convergencia de la mayoría de los sindicatos locales. El gran acto organizado por esta central el 1 de mayo de 1943 puso de relieve el importante grado de unidad alcanzado, a pesar de que a nivel nacional la CGT se encontraba dividida.

En 1941 tuvo su origen también otra pequeña central obrera, filial de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) conducida por los anarquistas, con el nombre de Federación Obrera Local (FOL). Como ya se dijo, los anarquistas venían perdiendo peso en el ámbito nacional y provincial desde principio de siglo, debido a diversos factores. Sin embargo, mantenían en la provincia un importante sindicato, la Sociedad de Resistencia de Obreros Panaderos, y tenían pequeños núcleos de trabajadores de otros oficios como los pintores, resabio de cuando la FORA manejaba la rama de la construcción. Todas sus actividades se nucleaban en una misma sede. Esta central tenía ciertas reticencias a la unión con las demás corrientes. Sin embargo, adhería a muchos reclamos y medidas de fuerza obreras, más allá de que provinieran de gremios ajenos al anarquismo.

Conclusión

El presente trabajo no busca sobrevalorar la situación de las organizaciones obreras antes de la aparición del fenómeno peronista. Sin dudas, para la etapa citada el sindicalismo tucumano y nacional tenían sectores que reivindicaban una transformación de la sociedad, manteniendo una estrategia revolucionaria para la clase obrera, pero esta no era la postura hegemónica dentro de los gremios.27 Sin embargo, no puede decirse que los trabajadores se encontraban o se percibían en una situación de debilidad y nula capacidad de negociación frente al Estado y la patronal. Desde su aparición, el fenómeno populista logró minimizar entre sus contemporáneos, y en la historiografía que lo estudia, la visión sobre la capacidad de organización y de lucha reivindicativa de los sindicatos que le precedieron. La hipótesis de que la clase obrera se volcó en forma lógica y natural desde 1944 hacia un proyecto que le posibilitaba alcanzar exitosamente sus reivindicaciones, en total contraste con la etapa anterior, debe ser matizada.

La escasa bibliografía sobre el período para el caso provincial provocó que la presente investigación tuviese un importante carácter descriptivo. Sin embargo, pueden concluirse algunos aspectos. En primer lugar la representatividad de los sindicatos locales era significativa entre trabajadores, gobierno y patrones, más allá de que estos últimos se resistiesen en algunas ocasiones a reconocerlos en forma oficial. En segundo lugar, se ha buscado mostrar que el sentido de la táctica denominada por las organizaciones obreras como "prescindencia política", cambió a partir de la mejora de la situación política y económica de la clase desde 1935, volviéndose una forma de aglutinar en su seno a miembros de diversas procedencias ideológicas, reforzando la unidad. Esto era buscado por los obreros agremiados a pesar de los conflictos internos que podía generar. Finalmente, puede connotarse que, si bien existía un consenso entre los trabajadores en la búsqueda de ingresar al sistema institucional aspirando ser reconocidos por éste, la forma de relacionarse con los diversos gobiernos era un debate vigente en el seno de los gremios. Por ello, frente a las parciales aperturas del Estado durante este período y la más explícita integración que se les propuso en la etapa siguiente, las respuestas no van a ser homogéneas dentro del amplio arco de dirigentes gremiales. Esta heterogeneidad política e ideológica, debe tenerse en cuenta para comprender en forma más compleja la historia del movimiento sindical.

A pesar de sus límites, los gremios, al menos los tucumanos, habían logrado hacía 1943 plantear una alternativa a la experiencia política de los 30. La misma proponía una forma de participación más activa y democrática tanto en lo institucional como en las prácticas cotidianas de los trabajadores y del conjunto de la sociedad. Este proyecto llegó a tener una expresión política con la Unión Democrática, que se esbozó en 1936 y se presentó oficialmente en 1943. El sindicalismo tucumano tuvo un papel protagónico en la dirección de este espacio en la provincia, tal como se demuestra en el lanzamiento del mismo durante la conmemoración del 1 de Mayo de 1943. La irrupción de los militares en junio de ese año nos impide, naturalmente, conocer el desenvolvimiento que pudo haber tenido este proyecto, pero su existencia nos ayuda a entender y complejizar la etapa analizada.

Anexo 1: Sindicatos tucumanos hasta junio de 1943 *

 

Sindicatos

Fundación

Sede

Titular

Federación Provincial de Trabajadores

1936

Sin datos

Manuel Fernández

Comisión Cooperadora de la CGT

1941

Salta 1002

Emilio López

 

 

 

 

 

C

O

M

E

R

C

 I

O

Sindicato de Obreros y Empleados de Comercio

1931

San Lorenzo 816

Bernardo Berenguer

Sindicato Unión de Mozos, Cocineros y Afines

1906

Sin datos

Justo López

Sociedad de Oficiales Peluqueros, Peinadores y Anexos

Sin datos

San Lorenzo 816

Alfonso Brea

Sociedad de Obreros del Vestido

1901

San Juan 954

Manuel Fernández

Sociedad de Obreras Costureras de Confección

Sin datos

San Juan 954

Sara de Belizze

Sociedad de Obreros Talleristas de Confección

1942

San Juan 954

Antonio Kobal

Sindicato de Costureras Católicas

Sin datos

Sin datos

Carlos Aguilar

Mutual de La Gaceta

Sin datos

Sin datos

Julio Alberto Castillo

Sindicato Unión de Obreros Cerveceros

1938

Catamarca 1173

Luís Fernández

Sindicato de Vendedores Ambulantes de Frutas y Verduras

Sin datos

Sin datos

Sin datos

Sindicato de Obreros, Obreras y Empleados de Vinos

1940

Sin datos

Francisco Romero

Sindicato de Obreros Escoberos

Sin datos

Sin datos

Juan F. Quinteros

Sociedad de Vendedores de Diarios y Revistas

Sin datos

Alsina 174

Domingo Bosque

Sociedad de Resistencia de Obreros Panaderos

1902

Mitre 616

Felipe Nery Páez

Sociedad de Obreros Panaderos

Sin datos

Córdoba 822

Mario García

Sociedad de Artes Gráficas

1940 ca.

Mendoza 937

Custodio Pérez

I

N

D

U

S

T

R

I

A

 

 

 

 

 

Sindicato Único de la Construcción.

1936 ca.

Laprida 564

Alberto Galeano

Vidrieros

1936 ca.

Laprida 564

Miguel Ángel

Sindicato de Obreros de la Maderera

1936 ca.

Laprida 564

Manuel Rojas

Sindicato de Herreros de Obras

1936 ca.

Laprida 564

Sin datos

Sindicato de Pintores

1936 ca.

Laprida 564

Lorenzo Durán

Obreros Pintores Unidos

Sin datos

Mitre 616

José Rodríguez

Sindicato de Obreros de la Industria del Transporte

Sin datos

General Paz 1095

N. Hernández

Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera de Famaillá

1940 ca.

Sin datos

José Rodríguez

 

Sociedad Musical de Obreros del Ingenio La Trinidad

 

1940 ca.

 

Sin datos

 

Augusto Suárez

Sindicato de Obreros de la Industria Azucarera de Obanta

1942

Sin datos

José Moreno

Sindicato de Obreros de la Industria Azucarera de La Reducción

1942

Sin datos

Sin datos

Sociedad de Empleados de la Industria Azucarera

1920

Sin datos

Diego Fernández Arias

Sindicato de Obreros del Surco de Villa Alberdi

1942 ca.

Sin datos

Sin datos

Obreros Quinteros de Famaillá

1942

Sin datos

Sin datos

Obreros Quinteros de Lules

1942

Sin datos

Ricardo Madueño

Sindicato de Obreros de la Industria Papelera

Sin datos

Mate de Luna 2070

Arturo Álvarez

 

 

 

 

S

E

R

V

I

C

I

O

S

Unión Ferroviaria

1922 ca.

Bs. As. 887

Armando Cáceres

Federación de Empleados del FF.CC.

Sin datos

Sin datos

La Fraternidad

1887 ca.

Bs. As. 887

José A Juárez

Asociación Bancaria

Sin datos

Sin datos

Luz y Fuerza

1919

Avellaneda 300

Juan Riera

Sindicato de Resistencia Unión Chauferes de Ómnibus y Anexos

Sin datos

Roca 927

Sin datos

Sociedad de Chóferes Particulares

1937

Entre Ríos 288

Juan Carlos Lazarte

Sociedad de Socorros Mutuos de Transportadores de Carnes y Obreros Mataderos

1940 ca.

López y Planes 264

Ramón S Arrascaeta

Asociación de Trabajadores del Estado

Sin datos

Sin datos

Narciso Mansilla

Unión Obreros y Empleados del Estado

Sin datos

Mitre 1315

Sin datos

Círculo de Magisterio

1905

Sin datos

Silvio Jerez

Unión Musical

Sin datos

Sin datos

Eduardo Marano

Obreros y Empleados del Parque 9 de Julio

Sin datos

Sin datos

Sin datos


Fuentes primarias

_Diario La Gaceta

_Diario La Unión

_Diario El Orden

_ Entrevista a Agustín Ávila, febrero de 2008.

 

Citas y Notas:

*. Elaboración propia.

1. Iñigo Carreras Nicolás, "La estrategia de la clase obrera -1936-" (Bs. As.: Ediciones Madres de Plaza de Mayo, 2000);         [ Links ] Torre Juan Carlos, "La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo" (Bs. As.: Sudamericana, 1990);         [ Links ] Gaudio Ricardo y Pilone Jorge, "El desarrollo de la negociación colectiva durante la etapa de la modernización industrial en la Argentina, 1935-1943", en "La Formación del sindicalismo peronista", comp. Torre Juan Carlos (Bs. As.: Legasa, 1988);         [ Links ] entre otros.

2. Pont Susana, "Partido Laborista: Estado y Sindicatos" (Bs. As.: Centro Editor de América Latina, 1984), 29.         [ Links ]        

3. Del Campo Hugo, "Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculos perdurable" (Bs. As.: Siglo XXI, 2005) y Torre Juan Carlos,         [ Links ] op. cit., entre otros.

4. Esto varía si se especifican diferentes sectores de la clase obrera. De todas formas los datos más altos de sindicalización, que pertenecen a los ferroviarios y a los trabajadores de la construcción, no superan el 50% de agremiación. Para datos al respecto ver Murmis Miguel y Portantiero Juan Carlos, "Estudios sobre los orígenes del peronismo/1" (Bs. As.: Ed. Siglo XXI, 1972);         [ Links ] y Matsushita Hiroshi, "Movimiento Obrero Argentino. 1930-1945" (Bs. As.: Hyspamérica, 1986).         [ Links ]

5. Pavetti Oscar, "Sindicalismo azucarero y peronismo (1949)", en "Estudios de historia social de Tucumán", coord. Bonano Luis (Tucumán: Edición de la Facultad de Filosofía y Letras, 1999), 125.         [ Links ]

6. Ullivarri María. "Entre la negociación y la huelga. Sectores obreros y Estado en Tucumán, 1936-1943" (tesis de Licenciatura, Universidad Nacional de Tucumán, 2003), 79.         [ Links ]

7. Diario La Gaceta, 14 de octubre de 1942.         [ Links ]

8. Diario La Gaceta, 22 de agosto de 1940.         [ Links ]

9. Sobre la organización del Sindicato de la Construcción a nivel nacional ver Durruty Celia, "Clase obrera y peronismo" (Córdoba: Ediciones Pasado y Presente, 1969);         [ Links ] y Camarero Hernán, "A la conquista de la clase obrera" (Bs. As.: Ed. Siglos XXI, 2007).         [ Links ] Existen, también, indicios de que este sindicato tenía una fuerte organización en los lugares de trabajo mediante las comisiones de obras y empresas. Al respecto ver Ceruso Diego, "El comunismo y la organización sindical de base. Las comisiones internas en la construcción, los textiles y los metalúrgicos, 1936-1943" (tesis de licenciatura, Universidad Nacional de  Bs. As., 2009).         [ Links ]

10. Diario La Gaceta, 8 de septiembre de 1942.         [ Links ]

11. Durruty Celia, op. cit.

12. Ulivarri María, op. cit.

13. Diario La Gaceta, 24 de junio de 1941.         [ Links ]

14. Pavetti Oscar, op. cit., 126-127.

15. Diario La Gaceta, 22 y 26 de agosto de 1942.         [ Links ] Pavetti se refiere al mencionado pliego en: Pavetti Oscar, op. cit., 134.

16. La cantidad de huelgas está cotejada con el trabajo de Ulivarri María, op. cit. De las dos huelgas perdidas, una se debe relativizar, pues lo obreros pedían que no se despidiese a 30 obreros del matadero provincial y, aunque fue contra la voluntad de los huelguistas, se reincorporó a los trabajadores en otros sectores de la municipalidad.

17. Diario La Gaceta, 23 y 24 de mayo de 1941 y 21 de febrero de 1943.         [ Links ]

18. Ávila Agustín, entrevista realizada en Tucumán en febrero de 2008.

19. Ávila Agustín, entrevista realizada en Tucumán en febrero de 2008.

20. Diario La Gaceta, 8 de diciembre de 1942.         [ Links ]

21. Diario La Unión, 26 de abril de 1943.         [ Links ]

22. Matsushita Hiroshi, op. cit., 53.

23. Del Campo Hugo, op. cit., 157.

24. Ávila Agustín, entrevista realizada en Tucumán en febrero de 2008. Manuel Rojas era un dirigente destacado del sindicato de la madera y uno de los fundadores del FPT. Era militante del PC.

25. Ulivarri María, op. cit., 59.

26. Diario La Gaceta, 5 de julio de 1941.         [ Links ]

27. Iñigo Carreras Nicolás, op. cit.

 

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