INTRODUCCIÓN
El 26 de diciembre de 1875 Florentino Ameghino y su hermano Juan encontraron el “paradero prehistórico de Cañada Rocha”,1 y en enero del año siguiente lo excavaron intensamente (Ameghino [1880-1881] 1915). Pocos años después F. Ameghino le dedicó dos capítulos (XIV y XV) en el primer volumen de su famosa obra La Antigüedad del Hombre en el Plata (Ameghino 1880-1881), donde ubicó estratigráficamente el sitio, describió los materiales hallados en él y lo asignó al período “mesolítico”.
La abundancia y variedad de los materiales hicieron de este sitio, durante varias décadas, uno de los más importantes de la Pampa ondulada, pero luego recibió poca atención y solo una parte de sus materiales han sido estudiados con criterios modernos (Salemme 1983, 1987). Toledo (2011a y b) publicó dos dataciones radiocarbónicas sobre restos óseos de la colección proveniente de allí que dieron edades sorprendentemente modernas (540 ± 40 y 560 ± 40 años 14C AP). Ambas dataciones fueron presentadas sin ninguna información contextual y situadas de manera incorrecta en el perfil estratigráfico, como se explica más adelante. El autor las ubicó en la parte superior de la columna estratigráfica, en la base del suelo actual, pero los restos óseos de donde provienen las dataciones habían sido recuperados por Ameghino por debajo de este, en una capa cenicienta de 2 m de espesor. A pesar de la ausencia de información relacionada con estos resultados radiocarbónicos y de la incongruencia evidente en la procedencia estratigráfica de las muestras datadas, estos fueron rápidamente incorporados por Loponte (2012) y Acosta y Mucciolo (2014) a la discusión sobre el modelo de distribución prehispánica del guanaco propuesto por Tonni y Politis (1980) y actualizado por Politis y Pedrotta (2006 y Politis et al. 2011). Basado en estos resultados, Loponte (2012) propuso que las poblaciones de guanaco habitaron la Pampa ondulada hasta por lo menos el siglo XV.
Teniendo en cuenta la importancia histórica de Cañada Rocha dentro de la arqueología pampeana y la inconsistencia entre los resultados radiocarbónicos y la posición estratigráfica de las muestras, se realizaron nuevas dataciones y se llevaron a cabo estudios geoquímicos y tafonómicos con los huesos provenientes del sitio. El objetivo de dichos análisis fue estimar la potencialidad y la calidad del remanente de la colección ósea de Cañada Rocha para discutir algunos de los temas sobre la arqueología y los paleoambientes; y además, desarrollar una aproximación experimental con material óseo de colecciones, tomando en cuenta variables que podrían aportar información sobre estados de alteración.
En suma, el objetivo de este trabajo es discutir algunos aspectos del sitio Cañada Rocha a la luz de datos geológicos actuales de la cuenca del río Luján y presentar nuevos análisis faunísticos, tafonómicos y químicos realizados sobre el remanente de la colección que se encuentra en la División Arqueología del Museo de La Plata (MLP). También, dar a conocer y discutir dos nuevas dataciones radiocarbónicas sobre muestras de esta colección y discutir su validez para realizar estimaciones cronológicas.
ANTECEDENTES
Ameghino describió la ubicación del sitio en las márgenes de la Cañada Rocha, y expresa que está en “la margen derecha de la cañada, a una legua poco más o menos de la embocadura del Arroyo Marcos Díaz [actual arroyo El Haras, afluente del río Luján], del que es una continuación y a unos 50 pasos antes de llegar a su principal bifurcación” (Ameghino [1880-1881] 1915: 384). A pesar de cierta imprecisión en esta descripción, Salemme ubicó el sitio a 34º 31´ S y a 59º 09´ O (Salemme 1983, 1987). Recientemente, Lanzelotti et al. (2016) reubicaron el sitio sobre la base de la bibliografía y de cierta tradición oral local a los 34° 30’ 49,50” S y 59° 08’ 37,13” O (Figura 1).
Las primeras publicaciones de Ameghino sobre el sitio son en el periódico de Mercedes La Aspiración y luego en La Nación, en enero de 1876. En un corto escrito, Zeballos y Reid (1876) mencionaron una breve visita al Arroyo Marcos Díaz y a la “Cañada Rocha”, pero no agregaron nada sobre las excavaciones de Ameghino.
En el catálogo de la exposición de París de 1878, Ameghino detalló los objetos del sitio que se exponían desde el Nro. 301 al 841 y expresó:
Todos los objetos enumerados han sido hallados en una antigua Estación o Paradero que existe sobre la orilla izquierda de la Cañada Rocha, cerca del paraje donde ella toma el nombre de Arroyo Marcos Díaz. Estaban enterrados a una profundidad de más de tres metros. Son posteriores a la época de los grandes mamíferos sudamericanos extinguidos y son los objetos más antiguos de la industria del hombre prehistórico moderno conocidos hasta el día y encontrados en la provincia Buenos Aires (Ameghino 1914: 265; el énfasis es nuestro).
Los datos más detallados fueron publicados por Ameghino en La Antigüedad del Hombre en el Plata (1880-1881). El material de este sitio fue recuperado en lo que él consideró la margen de una laguna-pantano. Al describir la columna estratigráfica, el autor se refirió a la presencia de tres capas: 1º de una capa de tierra vegetal de unos 80 centímetros; 2º de una capa de tierra cenicienta de 2 metros de espesor, término medio, que contiene los restos de la industria humana; 3º el terreno pampeano (Ameghino [1880-1881] 1915: 385). Si bien la capa Nº 2 se apoya sobre el estrato Nº 3, no lo hace de manera uniforme, sino más bien accidentada; toda la superficie del estrato Nº 3 presenta hoyos de diferentes diámetros (de entre 20 cm a 100 cm), con profundidades que van de los 50 cm a los 200 cm. Estos hoyos estaban rellenos con el sedimento ceniciento del estrato Nº 2 (Ameghino [1880-1881] 1915: 385). Además, observó que el sedimento tenía concreciones de hierro y manganeso y una estructura que podría ser interpretada como estratificada, con alternancia de capas con material cultural y otras estériles. Esta composición en el sedimento podría indicar condiciones redox alternantes por oscilación freática, proceso que podría atentar contra la conservación del colágeno (hidrólisis). Ameghino también notó que la capa 2 se había depositado sobre una hondonada en el terreno pampeano “y presenta todos los indicios de haberse formado en una especie de pantano, entre otros numerosos restos de infusorios y conchillas de ampularias y planorbis” ([1880-1881] 1915: 385). Agrega que en muchas partes el estrato Nº 2 está endurecido por “infiltraciones ferruginosas” (Ameghino [1880-1881] 1915: 385), y aclara que “el terreno que contiene el Paradero Cañada Rocha no es de la misma antigüedad que la parte inferior de su Capa 2, descrita a lo largo del río Luján, y que seguramente se corresponda con la parte superior de ésta” ([1880-1881] 1915: 472).
Poco tiempo después, en el catálogo de las colecciones de antropología prehistórica y de paleontología presentadas en la exposición continental sudamericana de 1882, el investigador hizo una breve descripción de los materiales. Allí los volvió a ubicar dentro de la “época mesolítica (terrenos postpampeanos)”, la que se encontraría antes de su “época neolítica”. Para Ameghino, los “paraderos” de la época neolítica (“paraderos” de la boca del arroyo Marcos Díaz, del arroyo Marcos Díaz, del río Luján, del arroyo Frías y de Olivera) se encontraban ubicados en superficie: en la “tierra vegetal” (Ameghino [1880-1881] 1915) o en “aluviones modernos” (Ameghino 1884) y que correspondía a “los tiempos modernos” anteriores a la conquista hispánica.
La capa “2” de Ameghino ([1880-1881] 1915), perteneciente a la formación “postpampeana” del autor, era al mismo tiempo denominada por Doering (1882) como Piso Platense (Diluvial superior). Estos depósitos pospampeanos lacustres de la cuenca del Plata y del río Salado fueron descritos por Doering como “marga gris cenicienta de Luján, Mercedes, Cañada Rocha, etc.” (Doering 1882: 499). El propio Doering se valió, entre otros, de los depósitos de Cañada Rocha para definir al “Piso Platense”.
En trabajos recientes en la cuenca media del río Luján, la Capa 2 de Ameghino (1880-1881) o “Piso Platense” (Ameghino 1884: 161-167) fue estudiada por Dangavs y Blasi (1995) y Prieto et al. (2004). Estos últimos la acotaron entre ~11.000 y 3000 años 14C AP; en base a ocho dataciones realizadas sobre conchilla de Heleobia parchappi y materia orgánica. Fue asimismo denominada como Secuencia deposicional IS2-1 ( Platense) por Toledo (2005: 421) y datada dentro del rango cronológico de ~10.730 ± 70 AP y 3350 ± 50 años 14C AP, también en base a Heleobia parchappi y Pomacea sp.
En la década de 1980, Salemme estudió el remanente de la colección faunística de Cañada Rocha que se encontraba en la División Arqueología del Museo de La Plata (Salemme 1983, 1987) y, sobre la base de la lista de determinaciones taxonómicas realizadas por Ameghino (1880-1881), propuso que los restos faunísticos “corresponden a dos ambientes diferentes y, no obstante, estaban asociados” (Salemme 1983: 89). Concluyó que la ocupación del sitio se habría producido durante el Holoceno tardío, bajo condiciones climáticas más áridas que las actuales, lo que habría permitido la presencia de especies de abolengo central y patagónico tales como Tolypeutes, liebre patagónica, guanaco y zorro gris. Teniendo en cuenta que no se registraban especies introducidas ni elementos coloniales, esta autora les atribuyó una antigüedad holocénica prehispánica.
Toledo (2005) les asignó a los materiales arqueológicos de Cañada Rocha una ubicación en sedimentos “platenses” en concordancia con la descripción de Ameghino (Toledo 2005: 422). Sin embargo, en un trabajo posterior, donde dio a conocer las dos dataciones de la colección del sitio, reubicó al depósito arqueológico en el nivel superior de la secuencia, entre el “soil” y la parte superior de la “aymara sequence” (Toledo 2011a: Figura 2 y 5). En la misma publicación aparece una imagen (Figura 5 en Toledo 2011a: 275) en la que se abre una “llave”, desde la base del suelo actual, que contiene fotos y dibujos de las dos muestras datadas, junto con otros elementos óseos con evidencias de marcas y fracturas. Propone que la edad calibrada de las dos muestras (1410-1420 AD) se correlaciona con el último período seco, la Pequeña Edad del Hielo (700-150 años 14C AP), lo que habría posibilitado la expansión hacia el norte de fauna patagónica (Lama guanicoe, Dolichotis patagonum y Tolypeutes matacus, aunque esta última especie es chaco-pampeana de abolengo central). Concluye que “the chronostratigraphic analysis of these Sequences, compared with Ameghino description, allow us to assign his ‘Neolithic’ and ‘Mesolithic’ sites to historical periods, with direct dating for the ‘Mesolithic’ Cañada de Rocha site at 1410-1420 AD” (Toledo 2011a: 288; el énfasis es nuestro). O sea, Toledo tomó ambas fechas como válidas, a pesar de la notable discrepancia entre la edad radiocarbónica y la posición estratigráfica, y reubicó la posición de las muestras en el perfil sobre la base de estos resultados.2
En suma, según los diferentes escritos de Ameghino, los materiales de Cañada Rocha provendrían de una unidad estratigráfica que está por debajo del suelo actual y que fue asignada al piso Platense o, en términos contemporáneos, al Miembro Río Salado de la Fm Luján (en el sentido de Fidalgo et al. 1975). Estos depósitos arqueológicos se habían recuperado en una profundidad que llegaría hasta los 3 m y, según Ameghino, estaban estratigráficamente debajo de otros sitios más modernos (de “edad neolítica”) ubicados en la “tierra vegetal”.
ANÁLISIS FAUNÍSTICOS
Ameghino excavó unos 100 m2 y recogió “500 sílex traba jados, 800 fragmentos de alfarería, unos 50 instrumentos de hueso y una cantidad asombrosa de huesos diferentes” ([1880-1881] 1915: 385). Una parte de la colección de alfarería (n = 193) se encuentra en la División Arqueología. El autor expresó que recuperó 9608 restos faunísticos (Ameghino 1914). De este total, en el Museo de La Plata se conservan, en el Depósito Nº 3 de la División Arqueología, 135 especímenes. En esta colección, existen dos numeraciones en la mayoría de los materiales faunísticos. Una que empieza con el número 13.022 y va hasta el 13.584 de manera discontinua (n = 135). La otra, sobre etiquetas de papel, también de manera discontinua y no en todas las piezas (n = 107), con una numeración que va del 513 al 737. Este último rotulado parece ser más antiguo que el primero, y se corresponde con la numeración del catálogo de la exposición de París de 1878 (Ameghino 1914: 259-263).
También para ratificar que esta colección es efectivamente del sitio Cañada Rocha se la comparó con los dibujos publicados por Ameghino. En la obra La Antigüedad del Hombre en el Plata se reconoció que, de las 50 imágenes de los materiales faunísticos presentados en las Láminas XIV, XV y XVI (Ameghino [1880-1881] 1915), 30 se encuentran en esta c olección del Museo de La Plata (Figura 2). Esto sugiere que, si bien hubo una selección de piezas y aún no se conoce el destino de los materiales conservados, estos (o la mayoría de ellos) pertenecerían efectivamente a la colección Ameghino del sitio.
En su descripción de la fauna, Ameghino hace un análisis taxonómico más o menos detallado, pero cae en exageraciones cuando estima la presencia de partes esqueletarias, como por ejemplo: “Otro tanto sucede en el paradero de Cañada Rocha. Hemos extraído los restos, por lo menos, de mil cráneos, y sólo dos de ellos enteros” (Ameghino [1880-1881] 1915: 399). En otro párrafo calcula el número de individuos de guanaco (Auchenia lama en su clasificación) en 1200 (Ameghino [1880-1881] 1915: 422). Da más precisiones al referirse a Cañada Rocha en Diario de un Naturalista: “huesos trabajados, 10; huesos tallados longitudinalmente, 3250; cuernos y pedazos de cuernos de ciervo, 59; cráneos incompletos de animales (excepto dos), 29; huesos largos enteros, 36; vértebras, 752; huesos diversos, 4820; pedazos de cáscara de huevos de avestruz, pedazos de coraza de armadillos, ma ndíbulas y pedazos de mandíbulas, 222; dientes sueltos” (Ameghino 1914: 49).
Entre las identificaciones taxonómicas, el autor propone una especie extinguida en el sitio, Cervus mesolithicus, y registra otra: Palaeolama mesolíthica. Para él, el sitio de Cañada Rocha fue formado en una época anterior (“mesolítico”), cuando se habían ya extinguido los grandes mamíferos del Pleistoceno, pero existía una fauna “sensiblemente diferente a la de nuestros días” (Ameghino [1880-1881] 1915: 424).
Ameghino ([1880-1881] 1915) determinó una gran diversidad taxonómica en Cañada Rocha; estos taxa fueron luego redefinidos bajo concepciones modernas por Salemme (1983, 1987) (Tabla 1). Sin embargo, los taxones que se pudieron establecer a partir de la muestra (n = 135) a la que se tuvo acceso para este trabajo fueron cuatro (Tabla 1). En tanto que las partes esqueletarias representadas en ella correspondieron a elementos del esqueleto apendicular y axial de camélido, mayormente del esqueleto axial de venado de las pampas y exclusivamente a elementos del esqueleto apendicular de ñandú y cánido (Tabla 1).
Los restos faunísticos fueron analizados macroscópica y microscópicamente, con una lupa binocular Nikon SMZ800 con aumentos de 1 a 6,3x. Se siguieron los criterios propuestos por diversos autores para el reconocimiento de las modificaciones óseas (Lyman 1994; Fisher 1995; Gutiérrez 2004). Las variables tafonómicas relevadas en la colección (Tabla 2) muestran las siguientes tendencias: elevadas proporciones de especímenes con óxido de manganeso (lo que indica un contexto de depositación con presencia de agua con un pH alcalino y condiciones oxidantes) (Dorn y Oberlander 1981; Fernández Jalvo y Andrews 2016) y de especímenes abradidos. La representación de los estadios 1 y 2 de abrasión (sensu Gutierrez y Kaufmann 2007) y el porcentaje elevado de esta variable sugieren la influencia del agua en la conformación del conjunto. Además, la mayoría de los huesos poseen una meteorización nula (68,2%) y entre los meteorizados (n = 23), el 65,2% están en el estadio 1, lo que indica que fueron sepultados rápidamente y que luego fueron afectados principalmente por las raíces y escasamente por los roedores. El elevado porcentaje de huesos fracturados se debió tanto a procesos tafonómicos naturales (64,6% de huesos fracturados en estado seco) como antrópicos (24,3% de huesos fracturados en estado fresco). Respecto de los procesos antrópicos, se puede destacar que en el 14,7% de los especímenes se registraron marcas de impacto, y en el 8,9%, huellas de corte.
Como lo indican las variables tafonómicas y los depósitos holocenos hospedantes que fueron vinculados con cuerpos lénticos someros de planicies de inundación que evolucionaron a pantanos alcalinos (Prieto et al. 2004), el agua fue el principal agente tafonómico que afectó al conjunto. Además, las estructuras circulares registradas en el estrato Nº 3, a las que Ameghino les asigna un origen antrópico, podrían corresponder a marmitas, que se asocian a corrientes hídricas de turbulencia y en estas cavidades se suelen acumular restos faunísticos y culturales (Pomi y Scanferla 2008). El escaso número de restos faunísticos remanentes de la colección hace por el momento complejo reconstruir la historia tafonómica en este sitio aunque, sobre la base del análisis faunístico aquí realizado y de la información contextual provista por Ameghino, se evidencian diversos orígenes del conjunto, en el que al menos intervinieron agentes hídricos y antrópicos.
CRONOLOGÍA Y ESTADO DE PRESERVACIÓN DE LA FRACCIÓN PROTEICA EN RESTOS ÓSEOS DE LA COLECCIÓN AMEGHINO (MLP)
Como se expresó en la introducción, las dos dataciones publicadas por Toledo (2011a y b) en principio parecían muy modernas si se tiene en cuenta la posición estratigráfica de los materiales y el contexto faunístico. Esto llevó a realizar nuevas dataciones y a aplicar una metodología para estimar posibles alteraciones de la muestra. Se seleccionaron al azar dos huesos de la colección (N° 13087 y 703/13085) y se dataron mediante centelleo líquido de ultra bajo nivel de conteo en el LATYR.3
Los cuatro resultados radiocarbónicos obtenidos (Tabla 3) son incompatibles con la edad estimada en base a la posición estratigráfica del sitio descrita por Ameghino. Los dos fechados reportados por Toledo (2011a) son estadísticamente indistinguibles entre sí (T = 0,002, χ20.05 = 3,84); a su vez, los fechados reportados en este trabajo son comparables entre sí (T = 1,98, χ20.05 = 3,84); pero al contrastar las medias de ambos pares, resultan diferentes (T = 24,01, χ20.05 = 3,84). Estas diferencias indican una edad calibrada con un rango que abarca los siglos XIV al XV y XV al XX y presentan problemas de interpretación. Este conjunto de edades sería el más reciente para camélidos en esta área en la región pampeana y es incompatible con el modelo de retracción del guanaco presentado por Tonni y Politis (1980) y actualizado por Politis y Pedrotta (2006) y con las expectativas de distribución potencial de guanaco generadas por el programa Max Ent (Politis et al. 2011). Por otro lado, las dataciones presentadas indicarían que alguno de los eventos de muerte de Lama sp. habría sucedido en tiempos históricos, lo cual no tiene ninguna correlación con el contexto arqueológico asociado. Es muy claro que Ameghino no reporta ningún elemento poshispánico ni fauna introducida. Además, como ha sido evidenciado, no hay documentos históricos que señalen la presencia de guanaco en la Pampa ondulada en los primeros siglos de la Conquista (Politis y Pedrotta 2006).
Estas inconsistencias llevaron a sospechar de la buena conservación de las muestras y condujeron a diseñar una serie de análisis para estimar su confiabilidad para la datación. La determinación analítica del contenido de nitrógeno y su equivalente en contenido de colágeno permiten establecer cuantitativamente el grado de alteración de la muestra ósea.
La exactitud de la datación 14C utilizando la fracción proteica extraída de restos óseos depende del grado de preservación de estos (alteración por diagénesis), por lo cual se hace necesario que cada muestra sea cuidadosamente evaluada previo a la toma de decisión de emplearla en una datación 14C (Brock et al. 2012). El hueso contiene dos componentes mayoritarios: colágeno (fracción proteica) e hidroxiapatita amorfa (fracción mineral). El colágeno, principal constituyente orgánico del hueso, disminuye su proporción a lo largo del tiempo post mortem por destrucción enzimática de bacterias y saprófitos (alteración biológica) e hidrólisis por aguas percolantes y/o subterráneas (alteración química). La velocidad de degradación depende del pH, del potencial de oxidación del medio, humedad y temperatura, e involucra también a sustancias minerales que pueden actuar como catalizadores de determinadas reacciones químicas (Hedges y Millard 1995; Hedges 2002).
La diagénesis post mortem y la contaminación del colágeno se detectan a partir de la medición de relaciones atómicas de carbono y nitrógeno (De Niro 1985), de los espectros infrarrojos y de la concentración de colágeno en el hue so original (De Niro y Weiner 1988). Una relación atómica C:N dentro del rango de 2,9 a 3,6 es un indicador de conservación adecuada del colágeno (Ambrose 1990). La concentración de colágeno superior al 1% y por debajo de la correspondiente a un hueso actual (específica para cada taxón) se considera aceptable y se traduce en contenidos de nitrógeno en hueso de 0,3% a 4,3% (Stafford et al. 1988).
METODOLOGÍA
Inicialmente se determinó el contenido de N en el hueso mediante método Kjeldhal para estimar la cantidad de proteína (colágeno) en el hueso3,4 y luego se realizó la extracción de colágeno sobre algunas muestras. Se midió por duplicado la relación atómica C:N del colágeno extraído para comprobar su estado de conservación mediante analizador elemental.5 Además del contenido de nitrógeno proteico, se analizó la fracción inorgánica, que podría interferir con el análisis del nitrógeno orgánico asociado al contenido proteico de cada pieza.
Se analizaron 12 muestras (M1 a M12) provenientes de la colección Ameghino (MLP) del sitio Cañada Rocha. El método fue estandarizado previamente con patrones del laboratorio rotulados como A, B y L. La muestras M3 y M12 corresponden respectivamente a piezas datadas por Toledo (2011a): 13054 (Beta 220693) y 13033 (Beta 220695). La determinación de la edad se realizó mediante centelleo líquido de ultra bajo nivel de conteo. Las calibraciones de los fechados se realizaron mediante el software CALIB Rev 7.0.4 (Stuiver y Reimer, 1993) y la curva del hemisferio sur Shcal13.14C (Hogg et al. 2013).
Cada determinación de nitrógeno se llevó a cabo por duplicado; a su vez, en aquellas muestras de las que se disponía de material se seleccionaron porciones en diferentes zonas del hueso (referidas como a y b), con la finalidad de confirmar homogeneidad. También se ensayó el agregado de goma laca (resina natural de origen animal, utilizada como agente protector de colecciones; muestra del Museo de La Plata), adicionando laca al hueso patrón L (L2) y analizando un hueso de colección que está conservado mediante laca natural proveniente de la Cueva del Milodón (L3) (material provisto por Eduardo Tonni). Este grupo de muestras se añadió con el fin de comprobar posibles alteraciones en el contenido de nitrógeno mediante la protección de los huesos de la colección con lacas de origen natural.
Para la determinación de nitrógeno se utilizó el método Kjeldahl (Standard Methods 4500 - Norg - 4500 NH3B,C). La concentración de colágeno fue establecida aplicando la siguiente ecuación (factor de referencia para harina de hueso):
Proteína (%) = % N x 5,36.
El nitrógeno inorgánico soluble (nitratos, nitritos y amonio) se determinó por técnicas espectrofotométricas estandarizadas: el amonio soluble, mediante el método Nessler (Standard Methods 4500-NH3); los nitritos, por método colorimétrico (Standard Methods 4500-NO-2B). Los nitratos, mediante método de reducción con hidracina (Standard Methods 4500-NO-3E).
El procedimiento para la extracción de colágeno se realizó según el método de Longin (1971) modificado. Cada muestra de hueso de aproximadamente 1 g fue descalcificada con HCl 0,6 M a 4° C. Seguidamente se lavó con NaOH 0,1 M para eliminación de contamin antes solubles en álcali y se realizaron tres lavados en agua tridestilada para eliminación de sales. La gelatinización se realizó en HCl 0,06 M a 85 °C por 24 horas. Finalmente, el colágeno disuelto se filtró (fibra de vidrio, 0,45 micras). La solución se liofilizó a -60 °C, 30 Pa hasta peso constante para obtención del colágeno seco.
RESULTADOS
En la Tabla 4 se aprecia que los patrones analizados A y B presentan alta concentración de colágeno, acorde con la esperada en un hueso actual. El patrón L tiene baja concentración de proteína, pero superior al 1%. En el hueso B se determinó la relación C:N con el fin de evaluar la calidad de conservación de la proteína. Las determinaciones duplicadas sobre los patrones permitieron validar la precisión de los ensayos realizados mediante Kjeldhal en ambos laboratorios. En aquellas muestras de la colección en las que fue posible analizar contenido de nitrógeno inorgánico (Tabla 4), este resultó despreciable (% de nitratos, nitritos y amonio), con lo cual no se puede suponer que exista una interferencia en las determinaciones Kjeldahl. Al comparar resultados de muestras extraídas de diferentes partes de un mismo hueso se puede apreciar que en casi todas las determinaciones de nitrógeno proteico (orgánico) realizadas hay una gran variabilidad. Esto evidencia heterogeneidad en los huesos analizados.
Todas las muestras dieron contenidos de colágeno estimados mayor al 1%, sin embargo, la muestra M12 –una de las datadas por Toledo– dio rendimientos reales de contenido de colágeno muy inferiores al 1%, tanto que no pudo determinarse la relación C:N a pesar de que se analizaron diferentes partes del mismo hueso.
Los contenidos promedio de nitrógeno orgánico permiten estimar las concentraciones medias de colágeno. En el 78% de las muestras analizadas (M1, M2, M3a, M4a, M5, M7 y M8a), el contenido de nitrógeno medido fue superior al esperable para colágeno de hueso. Esto se puede observar comparándolo con los valores obtenidos para los patrones modernos (A y B). De esta manera, la estimación de contenido de colágeno –que da valores anómalos– no puede ser tenida en cuenta como un valor real, y demuestra que las piezas de esta colección están fuertemente alteradas.
En algunos casos (M6 y M9b), las estimaciones de colágeno fueron cercanas a las extraídas finalmente, y corresponden a las muestras que dieron valores esperables en el contenido de nitrógeno (igual o menor a los patrones modernos) (Tabla 4). En otros casos (M3b, M4b y M8b), fueron notablemente diferentes y coinciden con las que dieron distintos valores de nitrógeno en diferentes partes del hueso y algunos valores anómalos en el contenido de nitrógeno orgánico respecto de los patrones.
La interpretación de estos resultados permite establecer tres grupos de comportamiento. El primero (M6 y M9b), que refleja valores de contenido de nitrógeno anormalmente alto. El segundo grupo (M3b, M4b y M8b) da valores de nitrógeno aceptables pero con valores de proteína estimada superiores a la real extraída, con lo cual evidencia presencia de nitrógeno orgánico (de origen desconocido) no colágeno. El tercer grupo –y el más reducido (solo dos muestras, M6 y M9b)– tiene un contenido de nitrógeno que permite estimar concentraciones de colágeno coincidentes con las extraídas
En casi todas la muestras la relación C:N está por debajo del límite recomendado por Ambrose (1990), excepto la muestra M9. Es decir que la proporción de nitrógeno es mayor a la esperada en el hueso, coincidentemente con los resultados para % N mediante Kjeldhal, lo que sugiere que las muestras tienen algún aporte de una fuente externa de nitrógeno orgánico.
Las muestras M3 y M12, datadas por Toledo (2011a), presentan algunas anomalías. M3 tiene una relación C:N por debajo de los valores mínimos recomendados para datación (Ambrose 1990). Además, se detectó heterogeneidad en las muestras, ya que dieron diferentes valores de nitrógeno en distintas partes, anómalos ambos (con una diferencia absoluta de 4,21% entre el colágeno estimado y el extraído diferencia relativa porcentual mayor a 22%; segundo grupo), lo que evidencia presencia de nitrógeno no colágeno. La muestra M12 presentó un contenido de colágeno muy bajo (< 1%) en las dos porciones analizadas del mismo hueso, insuficiente para el cálculo de parámetros como la relación C:N (De Niro 1985).
Con el fin de establecer un posible origen de la alteración de los valores de nitrógeno, se realizaron ensayos adicionales con goma laca, aditivo que se utilizaba habitualmente para la conservación de las colecciones óseas (Dr. Eduardo Tonni, comunicación persona l, 2015). La goma laca es uno de los tipos más antiguos de acabado debido a que seca rápidamente y tiene una larga duración. En la Tabla 5 se muestran los resultados obtenidos en los ensayos de adición de goma laca sobre el patrón L y sobre otra muestra de una colección, también perteneciente al Museo de La Plata, conservada con el mismo producto.
Los resultados sobre hueso ensayado con agregado de un gran exceso de goma laca (L2, 10% masa) indican que el porcentaje de nitrógeno disminuye respecto de la muestra sin aditivar (L). La muestra L3 preservada con goma laca tiene un contenido de nitrógeno superior al esperable, situación similar a la observada en algunas muestras de la colección de Ameghino. Sin embargo, se debe descartar que este efecto sea debido al uso de dicho producto como conservante, porque esta sustancia no aporta cantidades significativas de nitrógeno, como lo indica la muestra L2. En el caso de las muestras de la Cueva del Milodón, el exceso de nitrógeno podría ser atribuible a condiciones específicas de conservación de guano (Dr. Cristian Favier Dubois, comunicación personal, mayo 2019). No se cuenta con herramientas suficientes para establecer si las muestras de Cañada Rocha fueron expuestas a algún otro tipo de conservante usado en los museos de la época o si el aumento de la concentración de nitrógeno se debe a eventos tafonómicos, lo que parece improbable.
DISCUSIÓN
Los resultados obtenidos sobre el conjunto óseo remanente de Cañada Rocha de la Colección Ameghino y depositado en el Museo de La Plata muestran que este conjunto, además de la acción antrópica, estuvo sometido a diferentes agentes tafonómicos, entre los cuales el transporte y la acción hídrica jugaron un rol central. A su vez, es probable que este conjunto esté formado por huesos de distinto origen y cronología. Es decir, se trataría de un depósito secundario. Esta composición se explica en parte porque los materiales fueron obtenidos por Ameghino en los inicios de su carrera y con métodos de excavación poco precisos, como era habitual a fines del siglo XIX. A esto hay que agregarle las pérdidas y posibles mezclas que sufrió la colección original desde que Ameghino la excavó hasta la actualidad.
Respecto de la conservación de colágeno, las muestras analizadas, en su mayoría, presentan relaciones C:N por fuera del rango sugerido para realizar dataciones. Además, aparece gran variabilidad en las mediciones de nitrógeno orgánico en diferentes porciones de una misma pieza y algunas muestras presentan contenidos anormales de nitrógeno, mayores a los asociados a proteína colágena. Esta anomalía podría deberse a la incorporación de alguna sustancia desde el momento en que Ameghino recuperó los materiales hasta nuestros días. Como es sabido, en las colecciones conservadas en museos, las piezas se tratan con diferentes componentes químicos para preservarlas, alguno de ellos orgánicos.
Como ya se detalló, Toledo les asignó erróneamente una nueva posición estratigráfica a las muestras datadas, no donde Ameghino las recuperó, sino donde él presume deberían haber estado de acuerdo con las edades obtenidas; y además, aunque la media de la edad calibrada es prehispánica, ubicó al sitio en períodos históricos. A pesar de la incongruencia entre la procedencia estratigráfica de las muestras y las dataciones reportadas por Toledo (2011a y b), Loponte las utilizó para delimitar el rango temporal de explotación del guanaco en la Pampa ondulada: “Si incorporamos los datos obtenidos por Ameghino y los provenientes de las nuevas dataciones de Cañada Rocha, el guanaco fue una presa explotada, como mínimo, en el rango temporal 2000-540 años 14C AP cuando se desarrollaba un ambiente similar al actual” (Loponte 2012: 47). Este párrafo está en contradicción con la interpretación de Toledo, quien, más allá de la estimación cronológica, infiere un ambiente distinto (más frío y seco) al actual. Loponte y colaboradores, en base a las dataciones de Cañada Rocha, también proponen que las “tropas de guanaco” sustentaban a los cazadores recolectores de la Pampa ondulada durante “la fase final del Holoceno reciente” y que “este camélido estuvo como mínimo en el área hasta los siglos XIV y XV” (Loponte et al. 2012: 233, el énfasis es nuestro).
Como se ha demostrado en este trabajo, las dataciones de la colección Ameghino son cuestionables debido a la calidad de conservación de la muestra; es altamente probable que el depósito de Cañada Rocha sea más antiguo y esté integrado por elementos óseos de distinto origen. Hoy no sabemos cuál es la cronología del depósito, y las muestras disponibles de la colección faunística del sitio no serían aptas para estudios de 14C. Por otro lado, como ya ha sido discutido por Ameghino ([1880-1881] 1915) y Salemme (1983), la composición faunística del sitio presenta algunas especies que no están en la actualidad, ni estaban en el siglo XVI (Tolypeutes, Lama guanicoe, etc.) y que indican un ambiente diferente al actual.
CONCLUSIONES
Los análisis tafonómicos de la muestra ósea remanente del sitio Cañada Rocha indican transporte o acción hídrica, un rápido enterramiento y/o protección a las condiciones meteóricas. Esto sugiere que es probable que en el sitio puedan estar representados varios eventos de depositación diacrónicos y/o de distinto origen, en algunos de los cuales se identifica la acción humana. El depósito se recuperó en un contexto estratigráfico correlacionable con el Miembro Río Salado de la Fm Luján, a una profundidad de entre 2 y 3 m. Sin embargo, las dos dataciones presentadas aquí y otras dos publicadas por Toledo dan edades calibradas con rangos que van entre el siglo XIV y mediados del siglo XX. Como indican los resultados de los análisis realizados (relación C:N, contenido de nitrógeno y % de colágeno extraído), los restos óseos de la colección Ameghino (MLP) de Cañada Rocha están fuertemente alterados y contaminados. Por lo tanto, las dataciones obtenidas en las cuatro muestras provenientes de allí arrojan resultados no confiables y no pueden ser usadas para estimar la antigüedad de la formación del depósito; tampoco para correlacionarlas con la Pequeña Edad del Hielo ni para proponer que el guanaco habría habitado la Pampa ondulada por lo menos hasta el siglo XV.