INTRODUCCIÓN
Desde la arqueología, varios trabajos de investigación, a partir del análisis funcional de base microscópica y de residuos en artefactos líticos, han demostrado la importancia que tuvieron los recursos vegetales desde tiempos tempranos (Leipus, 2004; Babot, 2009; Musaubach y Plos, 2015; Pal, 2015; Mazzia y Flegenheimer, 2021). A su vez, datos etnográficos y experimentales posibilitan inferir el uso de estos recursos para diversos fines, entre ellos, alimenticios, tecnológicos, medicinales y rituales (Leipus 2004; Piqué i Huerta, 2006; Marconetto, 2007; Perez Meroni et al., 2010; Brea et al., 2014; Lemorini et al., 2014; Caruso Fermé, 2015; Mazzia y Elichiry, 2018; Nucara et al., 2020). De esta forma, los resultados alcanzados por diversas investigaciones posibilitan sostener que las sociedades cazadoras-recolectoras que ocuparon los pastizales pampeanos han explotado y consumido recursos vegetales, cuya transformación requirió la implementación de un abanico de prácticas tecnológicas (Leipus, 2004; Babot, 2009; Pal, 2015; Mazzia y Flegenheimer, 2021).
Dentro de este marco, el objetivo general del presente trabajo es aportar al conocimiento de la tecnología lítica tallada empleada para el procesamiento de recursos vegetales en sociedades cazadoras-recolectoras pampeanas, a partir de un enfoque que aborde la relación entre la producción y el uso. Asimismo, se pretende evaluar de manera sucinta la variabilidad tecnológica de los instrumentos que procesaron vegetales a lo largo del tiempo.
Para ello, se analizaron 18 conjuntos de instrumentos líticos con los que se trabajó sobre recursos vegetales, los cuales proceden de diferentes sitios arqueológicos ubicados en la subregión Pampa húmeda (Figura 1) y presentan una cronología que va desde la transición Pleistoceno-Holoceno al Holoceno tardío (Pal y Leipus, 2021) (Tabla 1).
Para cumplir con los objetivos propuestos, se llevó a cabo el análisis de la producción y el consumo de la tecnología, dado que las condiciones de utilización de cada tipo de instrumento influyen sobre los procesos de manufactura (Perlès, 1991). El enfoque metodológico propuesto, a su vez, permitirá identificar el rol que cumplió la tecnología lítica tallada en otras cadenas de producción –en este caso, los recursos vegetales–, como así también identificar sistemas técnicos, como los enmangues, tópicos que han sido poco abordados en la arqueología regional (Mansur-Franchomme, 1987; Forlano y Dolce, 2010; Lynch y Hermo, 2015).
El análisis del contexto de uso constituye una de las vías principales para explicar, por un lado, la dinámica en la producción de artefactos y, por el otro, los procesos de obtención, producción y consumo de recursos en los que dichos artefactos participan como instrumentos de trabajo (Álvarez, 2003); en consecuencia, es un aspecto ineludible en la compresión de la organización tecnológica.
MÉTODOS Y MATERIALES
Los materiales analizados proceden de 18 sitios localizados en la subregión Pampa húmeda, y fueron generados por grupos sociales que se caracterizan por presentar un patrón adaptativo correspondiente a sociedades cazadoras-recolectoras de los pastizales pampeanos sensuPolitis y Barros (2006). En la Tabla 1 se presenta información contextual de los sitios analizados de forma sintetizada, que permite llevar a cabo inferencias con mayor precisión con respecto a la tecnología, ambiente, funcionalidad, etc.
Para un mejor análisis cronológico, los sitios fueron agrupados en tres escalas temporales: 1) Pleistoceno final/Holoceno temprano (11.500-7000 AP): Arroyo Seco 2 y Abrigo 1 Cerro El Sombrero; 2) Holoceno Medio (6900-3500 AP): Paso Otero 3, Laguna Los Pampas, Laguna Cabeza de Buey 2 U III y IV y El Puente NI; y 3) Holoceno tardío (3400-1000 AP): Tres Reyes 1 CS, Nutria Mansa 1 CI, Calera (Cubeta 1, 2, 4, Cuadrícula 1, 4, 6 y amp 2, 3), Laguna La Barrancosa 1, Laguna La Barrancosa 2; Laguna La Barrancosa (RS), El Puente (NS), Empalme Querandíes 1, Cortaderas, Las Brusquillas, Laguna Cabeza de Buey 2 U I y II y Alero Curicó (Landini et al., 2000; Madrid y Barrientos, 2000; Bonomo, 2005; Leipus, 2006, 2014; Martínez, 2006; Flegenheimer y Leipus, 2007; Bonomo y Matarrese, 2012; Messineo et al., 2014; Pal y Messineo, 2014; Politis et al., 2014; Flegenheimer et al., 2015; Pal, 2015; Colantonio et al., 2016; Messineo y Pal, 2019; Barros et al., 2022).
En los contextos analizados (n = 18), la materia prima utilizada está constituida principalmente por las rocas cuarcíticas y, en menor medida, la ftanita y dolomía silicificada, procedentes del Grupo Sierras Bayas (Barros y Messineo, 2004; Bayón et al., 2006; Arislur et al., 2020). También se ha identificado el uso de basalto y de otras materias primas, en forma de rodados en muy bajo número (Bonomo, 2005). Por último, en escaso porcentaje se han identificado materias primas extrarregionales, como el chert silíceo y la caliza silicificada (Tabla 1). Con respecto a los recursos explotados en estos contextos, en 10 sitios se observó que los instrumentos allí recuperados fueron empleados en primer término para el procesamiento de material vegetal. En cuatro sitios, el trabajo sobre recursos vegetales se encuentra en segundo lugar luego de la piel o el material duro; en otros cuatro contextos estudiados se ubican en tercer lugar, a continuación de la piel, material blando animal y/o hueso (Tabla 1).
En cuanto al estado de las muestras analizadas, todos los artefactos presentan distintos grados de alteración, relacionados con el ambiente de depositación (pH, humedad y granulometría de los sedimentos), tiempo de exposición superficial y propiedades estructurales de las materias primas utilizadas en la manufactura de los artefactos. Con respecto a las alteraciones tafonómicas, en los contextos se identificaron: lustre de suelo, pátinas, estrías, abrasión sedimentaria y puntos brillantes que modificaron el aspecto de los rastros de uso e incluso, en algunos casos, los obliteran (Mansur-Franchomme, 1983; Plisson y Mauger, 1988; Levi-Sala, 1993; Mansur, 1999; Burroni et al., 2002; Álvarez, 2003; Leipus, 2006). Con relación al grado de alteración, el mayor porcentaje de los contextos analizados presentaba un bajo número de piezas con alteración severa (no determinadas por alteración), las cuales se encuentran representadas principalmente por las de rocas homogéneas (Tabla 1).
Los filos seleccionados para el presente trabajo incluyen todos aquellos que presentan rastros de uso sobre recursos vegetales, entre ellos:
Madera: el micropulido es brillante y voluminoso; en un estadio avanzado de formación constituye lóbulos y se distribuye de manera continua sobre el filo, tanto en partes bajas como altas. Asociado al micropulido se observan hoyuelos colmatados, micropoceados, estrías colmatadas y no colmatadas y microagujeros de morfología irregular, que indican dirección (Leipus, 2006, 2014; Leipus y Mansur, 2007; Pal, 2013-2015; Pedergnana et al., 2020; Ibáñez y Mazzucco, 2021). La presencia de estrías varía con relación al estado de los materiales; estas se forman en mayor número con el trabajo de madera seca (Figura 2B y E).
Vegetal no leñoso: se caracteriza por ser muy brillante, espeso (con volumen) y muy fluido, y cubre tanto partes altas como bajas de la microtopografía del filo de la pieza. Otro rasgo característico es la presencia de ondulaciones y estrías, que permiten identificar el movimiento (Álvarez, 2003; Leipus, 2006, 2014; Pal, 2013-2015). El micropulido en un estadio avanzado de desarrollo adquirió el aspecto típico denominado sickle gloss (Anderson-Gerfaud, 1981; Kufel-Diakowska et al., 2020; Ibáñez Estévez et al., 2021). Este tipo de rastro se genera por el procesamiento de vegetales blandos, como por ejemplo, las gramíneas (Figura 2C y F).
Material duro vegetal o maderoso: en esta categoría de recurso, no se identifican todos los atributos que se observan en los rastros producto del trabajo de la madera o vegetal blando (anteriormente detallados). No obstante, a partir del análisis del estado de los filos, la localización y las características de los micropulidos y estrías asociadas (que se relacionan con el estadio de formación del micropulido), se pueden identificar la dureza (material duro) y el origen (vegetal). En los instrumentos arqueológicos, corresponden a piezas que presentan un micropulido en los primeros estadios de formación (Leipus, 2004; Pal, 2013-2015).
De esta forma, la muestra está compuesta por 183 artefactos (159 formatizados y 24 filos naturales), que incluyen un total de 247 filos (206 formatizados y 41 filos naturales). Es preciso aclarar que el número de filos es mayor dado que en algunos casos los instrumentos presentan más de un filo usado por pieza (Tabla 2).
La metodología propuesta para cumplir los objetivos incluye el estudio de la producción y el uso. Para ello se llevó a cabo, por un lado, el estudio tecnomorfológico, que posibilita ubicar el artefacto dentro del proceso de manufactura, comprender los encadenamientos gestuales, los conocimientos empleados y los condicionamientos físicos/ambientales que se generaron durante el desenvolvimiento de distintos procesos técnicos. Por otro lado, el análisis funcional de base microscópica, que permite identificar los rastros de uso, y de este modo comprender la manera y sobre qué recursos han sido utilizados los instrumentos líticos (Keeley, 1980; Mansur-Franchomme, 1983; Álvarez, 2003; Leipus, 2006; Álvarez et al., 2021; Pal, 2015; Marreiros et al., 2020; Silvestre et al., 2020).
En relación con el estudio tecnomorfológico de los artefactos, se tomaron los criterios planteados por Aschero (1975, 1983). Se seleccionó para este trabajo un grupo de variables que se vinculan con la función del instrumento, como: forma del borde, ángulo de filo, tipo de soporte, tamaño, número de bordes formatizados y materia prima (Pal, 2015). En este trabajo no se tomaron en consideración grupos tipológicos cerrados, sino opciones técnicas definidas a partir de la longitud del filo formatizado o zonas activas, la extensión del retoque y la forma del borde: a) filo largo retocado (FLR), b) filo corto retocado (FCR), c) doble filo largo retocado (DFLR), d) artefacto compuesto (AC), que incluye aquellos con más de un filo con diferentes características, d) lascas con retoque sumario (LRS), y e) filos naturales (FN). También se tuvieron en cuenta en el análisis todas las zonas activas: filos (naturales y retocados), zona basal (en el caso de posibles enmangues) y apicales (puntas destacadas) (Pal, 2015). A partir de estas decisiones técnicas, es posible discernir qué zonas activas son aprovechadas en las formas base y a qué factores se vinculan.
En cuanto a los criterios de identificación de rastros de enmangue en maderas, si bien son escasos, se tomaron en cuenta las siguientes aproximaciones: a) morfológica: se observaron características de los instrumentos líticos que pueden vincularse con el uso de mangos, entre ellas, fracturas en la zona proximal, rebaje del espesor de la pieza mediante lascados en la parte proximal y/o media; y b) funcional: localización, extensión, distribución, grado de desarrollo de los rastros de uso (micropulidos, estrías y esquirlamientos) (Mansur-Franchomme, 1987; Rots, 2003, 2013).
Para el análisis funcional de base microscópica se aplicaron las propuestas desarrolladas por Semenov (1964), Keeley (1980) y Mansur Franchomme (1986-1990), entre otros, para materias primas homogéneas y heterogéneas (Alonso Lima y Mansur, 1986-1990; Mansur, 1999; Álvarez, 2003; Leipus, 2006). La identificación de los rastros de uso se llevó a cabo a partir de la utilización de un microscopio metalográfico Olympus BHM con un rango de aumento que va desde 100 a 500X, priorizándose los 200X. La clasificación de los artefactos se llevó a cabo a partir de la identificación de los rastros de uso y las alteraciones tafonómicas a partir de los criterios propuestos por Alonso Lima y Mansur (1986-1990).
En cuanto a la cinemática en los conjuntos analizados, se identificaron acciones como raspado, desbaste, penetración, corte y aserrado. Las últimas dos se diferencian por la acción efectuada y el material trabajado; el corte involucra un movimiento unidireccional y se efectúa sobre material duro y blando; en tanto el aserrado abarca un movimiento bidireccional y solo se lleva a cabo sobre material duro. Asimismo, en algunos instrumentos se ha observado la combinación de movimientos, que involucra dos acciones técnicas con un mismo filo, entre ellas, longitudinal/transversal y transversal/longitudinal; en esta clasificación, el primer movimiento descripto es el que se ejecutó por más tiempo y, por lo tanto, se encuentra más desarrollado, por este motivo se optó por contemplar las dos clasificaciones en el análisis.
RESULTADOS
Transición Pleistoceno final-Holoceno temprano
Para evaluar el trabajo de recursos vegetales en la transición Pleistoceno final-Holoceno temprano se analizaron 60 filos (50 retocados y 10 naturales) que evidencian su procesamiento en 48 instrumentos (40 artefactos formatizados y ocho lascas). Los resultados del análisis funcional de base microscópica indican que 45 filos (retocados y naturales) procesaron madera, en 11 se identificó el consumo de material duro maderoso y cuatro trabajaron vegetal blando (Figura 3A). Las acciones principalmente representadas son las transversales (n = 31), seguidas por las longitudinales (n = 23) e indeterminadas (n = 2) (Figura 3B). El registro del uso de estos artefactos con enmangues en la zona lateral fue reconocido en cuatro artefactos sobre el filo lateral.
Variables vinculadas a las formas base
En el conjunto temprano (Figura 3), se evidencia la preponderancia de rocas cuarcíticas (n = 46) y, en escaso número, ftanita (n = 1) y basalto (n = 1) (Figura 3C). Con respecto al número de filos, los mejor representados son los simples (n = 27), seguidos por los dobles (n = 20) y triples (n = 1).
Al analizar las opciones técnicas de los filos que procesaron recursos vegetales, los resultados indican que 15 corresponden a filos largos retocados, 12 son filos dobles largos retocados, los filos dobles naturales y muescas presentan seis respectivamente, y en un bajo número se ubican los filos cortos retocados y los filos bisel oblicuo (n = 2) (Figura 3D). Los filos largos fueron utilizados preferentemente para raspar madera (n = 6) y material duro maderoso (n = 1), como así también para cortar vegetal no leñoso (n = 1), madera (n = 4) y material duro maderoso (n = 2). También se observó el procesamiento de madera con un movimiento indiferenciado (n = 1).
En cuanto a los artefactos con filos dobles largos retocados, seis presentan evidencias de uso en ambos filos sobre madera: tres con la misma cinemática, dos llevaron a cabo acciones de raspado con uno de sus filos y los otros filos presentaron evidencias de enmangue, y con el último artefacto doble se desarrollaron diferentes acciones (raspado y aserrado). Los seis restantes presentaban trabajo de madera en un único filo, los otros filos fueron utilizados para realizar tareas de raspado sobre materiales tales como piel (n = 2) y hueso (n = 1) y tres no presentaban uso. De los que rasparon piel, los rastros de madera corresponden a enmangues laterales.
En cuanto a los filos dobles naturales (n = 3), se identificó el uso en un único filo para acciones de corte (n = 1) y para raspado sobre madera (n = 1), en tanto el tercero presentaba ambos filos usados con trabajo sobre madera con movimiento transversal e indeterminado. En las muescas (n = 6) se observaron únicamente acciones transversales sobre madera.
Variables vinculadas al filo
Las formas del borde mejor representadas son las convexas (n = 29); le siguen las rectas (n = 19), las cóncavas (n = 7) y las irregulares (n = 5) (Figura 3F). Los filos convexos se emplearon para ejecutar movimientos transversales (n = 15) para procesar madera (n = 11) y material duro maderoso (n = 4); también se usaron para efectuar movimientos longitudinales (n = 10) para el trabajo sobre madera (n = 7) y material duro maderoso (n = 3). A su vez, se identificaron rastros correspondientes a enmangues de madera (n = 4) en biseles con estas características. Los filos rectos evidencian su uso para el corte sobre madera (n = 7), vegetal blando (n = 2) y material duro maderoso (n = 1), y raspado en madera (n = 7) y material duro maderoso (n = 1); en una pieza que se utilizó sobre madera no se logró identificar el movimiento. Las formas cóncavas de los filos se emplearon principalmente para el raspado de madera (n = 6), y en un solo caso, para corte de vegetal blando. Por su parte, en los filos irregulares (n = 5) se identificaron movimientos transversales sobre madera (n = 2) y material duro maderoso (n = 1) y longitudinales sobre material duro maderoso (n = 2).
Los ángulos empleados fueron principalmente los agudos (n = 50), con un promedio de 50,7º (Figura 3E). Preferentemente se ejecutaron acciones longitudinales (n = 23) sobre madera (n = 14), material duro maderoso (n = 5) y vegetal blando (n = 4), y movimientos transversales (n = 21) en madera (n = 16) y material duro maderoso (n = 5). En cuatro filos con estas características se observaron rastros relacionados con la presencia de enmangues de madera, y en dos casos no se logró identificar el movimiento efectuado para el procesamiento de madera. Los ángulos abruptos se hallan representados en 10 biseles (n = 16), presentan un promedio de 79,5º y todos fueron usados para llevar a cabo acciones de raspado sobre madera (n = 9) y material duro maderoso (n = 1).
Dentro de los tipos de filos, los largos retocados (n = 37) son los principalmente representados y fueron utilizados para raspar madera (n = 14) y material duro maderoso (n = 4), y para aserrar madera (n = 11), material duro maderoso (n = 2) y cortar vegetal blando (n = 1); en cinco casos no se logró identificar la cinemática, pero sí el trabajo sobre madera. Le continúan los naturales (n = 10), con acciones longitudinales sobre vegetal blando (n = 3), madera (n = 3) y material duro maderoso (n = 2) y en mucha menor medida con una acción transversal para el trabajo de madera (n = 1); en un caso se observó el trabajo sobre madera pero no se logró identificar el movimiento realizado. Tanto las muescas (n = 6) como los filos cortos retocados (n = 4) fueron usados para desbastar madera. Por último, los filos con retoques sumarios (n = 3) fueron empleados para raspar (n = 2) y cortar (n = 1) material duro maderoso (Figura 3D).
Holoceno medio
La muestra analizada para el Holoceno medio está constituida por 21 filos (18 retocados y tres naturales), que procesaron recursos vegetales. Estos filos forman parte de 17 artefactos líticos tallados (15 artefactos formatizados y dos lascas). Los resultados de la inferencia funcional indican que todos trabajaron madera, y en un filo se identificó el estado del recurso, madera seca. Los movimientos efectuados incluyeron: transversal (n = 9), longitudinal (n = 6), combinación de cinemáticas transversal/longitudinal y longitudinal/transversal en la misma proporción (n = 3) (Figura 4A).
Variables vinculadas a las formas base
La materia prima preferentemente usada para la manufactura de instrumentos que llevaron a cabo el procesamiento de madera en el Holoceno medio (Figura 4B) fueron las rocas cuarcitas (n = 16) y, con escasa representación, la dolomía silicificada (n = 1) (Figura 4B). En cuanto al número de filos por artefactos, se encuentran los dobles (n = 9), simples (n = 7) y triple (n = 1). La opción técnica mejor representada para el procesamiento de madera son los filos dobles largos retocados, con un número de cinco; le continúan los largos retocados, con cuatro; y los filos naturales y fragmentos de artefactos formatizados, con dos respectivamente; con un único ejemplar, se ubican: filo corto retocado más filo natural, filo corto retocado más filo bisel asimétrico, filo triple largo retocado y filo doble bisel asimétrico (Figura 4C).
Entre los filos dobles largos retocados, dos presentan evidencias de uso en ambos filos sobre madera, con diferentes acciones (raspado y aserrado). En los tres casos restantes se identificó el procesamiento de madera en un único filo; en los otros filos se observó el raspado de material duro (n = 1) y el trabajo sobre material indeterminado (n = 2).
Los filos largos retocados fueron utilizados tanto para raspar (n = 2) como para cortar madera (n = 2). Los filos naturales y los fragmentos de artefactos formatizados fueron empleados para raspar madera (n = 1) y para llevar a cabo acciones combinadas sobre madera (n = 1).
En cuanto a los demás filos dobles, como el filo corto retocado más filo natural, ambos fueron usados para el trabajo sobre madera con diferentes acciones; el filo corto retocado más filo bisel asimétrico presenta un solo filo empleado para el raspado de madera (filo corto), en tanto el filo bisel asimétrico se encontraba alterado, situación que impidió su determinación funcional. El filo doble bisel asimétrico presentaba ambos usados para el aprovechamiento de madera con diferentes movimientos (transversal y longitudinal). Por su parte, el filo triple largo retocado presenta un solo filo con rastro de madera, y los dos restantes se hallaban no determinados por alteración.
Variables vinculadas al filo
Las formas de borde seleccionadas para trabajar madera son, en primer lugar, las rectas (n = 13), empleadas para trabajar con diversas acciones, como raspado/desbaste (n = 6), aserrado/corte (n = 3) y una combinación de los movimientos anteriormente mencionados (n = 4). Le continúan los filos cóncavos (n = 6), que participaron en el corte (n = 3), raspado (n = 2) y acciones superpuestas (n = 1) sobre madera. Las formas de filo convexas y sinuosas se hallan presentes con un solo caso, y llevaron a cabo acciones de raspado (Figura 4D).
En el conjunto analizado del Holoceno medio, todos los filos que procesaron madera se caracterizaban por presentar ángulos agudos, con un promedio de 52,2°, utilizados para acciones de raspado (n = 12), incluyendo los filos utilizados de forma transversal o combinación transversal/longitudinal. También se identificaron movimientos de corte (n = 9), que engloban acciones longitudinales y la combinación longitudinal/transversal, que presentan ángulos entre 60º y 35º, con un promedio de 51,2º.
En referencia a los tipos de filos, los resultados indican que los principalmente manufacturados son los filos largos retocados (n = 14), que participaron en acciones de raspado (n = 6), corte (n = 6) y combinación de las dos anteriores (n = 2). En menor número le siguen los filos naturales (n = 3) usados para movimientos transversales (n = 2) y transversal/longitudinal (n = 1), los filos bisel asimétricos (n = 2) en movimientos combinatorios de raspado y aserrado. En tanto los filos cortos retocados (n = 2) fueron utilizados para raspar y raspar cortar (Figura 4C).
Holoceno tardío
La muestra analizada para discutir el trabajo de recursos vegetales en esta escala temporal (Figura 5) incluye el estudio de 166 filos (138 retocados y 28 naturales) que forman parte de 118 artefactos (104 artefactos formatizados y 14 lascas). A partir del estudio de rastros de uso se observó que durante el Holoceno tardío se procesó madera (n = 135), material duro maderoso (n = 17) y vegetal blando (n = 15) (Figura 5A). Las acciones principalmente representadas son las longitudinales (n = 72), seguidas por las transversales (n = 63), la combinación de movimientos LO/TR (n = 12) y TR/LO (n = 7) y rotación (n = 4); también se identificaron rastros correspondientes a enmangues en la zona basal (n = 1). En ocho casos no se logró identificar la cinemática (Figura 5B).
Variables vinculadas a las formas base
Los artefactos utilizados para procesar madera se encuentran manufacturados, en el Holoceno tardío, sobre rocas cuarcíticas (n = 108) y, en menor medida, ftanita (n = 10) (Figura 5C). Los instrumentos mejor representados son los que presentan filos dobles, con un 59,3% (n = 70); le continúan los filos simples con el 32,2% (n = 38); en menor porcentaje se sitúan los filos triples, con el 6,8% (n = 8), y los cuádruples, con 1,7% (n = 2). Las opciones técnicas están representadas por filos dobles largos retocados (n = 46), filos largos retocados (n = 18), filos que combinan un filo largo retocado y un filo natural (n = 10), los filos naturales (n = 9), los filos con retoques sumarios (n = 6; 5,1%), los filos dobles naturales (n = 4). En tanto filos cortos retocados, fragmentos de filos formatizados y muescas se encuentran presentes con tres cada uno de ellos (Figura 5D). Para finalizar, los filos cortos retocados combinados con filos largos retocados, los filos cortos retocados combinados con filos retoques sumarios y los filos largos retocados más filos retoques sumarios solo contaban con dos ítems cada uno.
Como se observa en la Figura 5D, hay un porcentaje de opciones técnicas agrupadas bajo la categoría “Otros”, que solo contaban con un espécimen cada una de ellas; en esta categoría se encuentran presentes artefactos dobles o triples, por ejemplo: filo corto retocado combinado con filo largo retocado y punta destacada, filo doble largo retocado combinado con filo natural y punta destacada, filo doble largo retocado con punta destacada, filo doble largo retocado acompañado con filo con esquirlamientos, filo doble largo retocado con filo fragmentado retocado, filo doble largo retocado combinado con muesca, filo largo retocado acompañado con filo corto retocado y filo bifacial, filo largo retocado más filo retoque sumario y punta destacada, filo natural más filo con esquirlamientos y filo retoque sumario con punta destacada.
De los filos dobles largos retocados, 26 presentaban ambos filos usados, y 20, un solo filo utilizado. Los biseles que presentan ambos filos utilizados fueron empleados, por un lado, para llevar a cabo las mismas acciones (n = 13) y trabajar el mismo recurso, como por ejemplo, el desbaste de madera (n = 5), aserrado de madera (n = 5), acciones combinadas de aserrado y raspado de madera (n = 2) y el corte de material duro maderoso (n = 1). Por otro lado, 13 filos dobles largos retocados fueron empleados para ejecutar acciones diferentes y procesamiento de diversos recursos vegetales, tales como: aserrado de madera y raspado de madera (n = 4), raspado de madera y aserrado/raspado de madera (n = 3), aserrado de madera y corte de material duro maderoso (n = 1), aserrado y aserrado/desbaste madera (n = 1), material duro maderoso –no se logró identificar acción– y aserrado de madera (n = 1), corte material duro maderoso y desbaste de madera (n= 1) y madera –no se identificó acción– y aserrado de madera (n = 2).
Aquellos que presentaban un solo filo usado (n = 20) fueron utilizados para aserrar madera (n = 8), desbastar madera (n = 4), aserrar material duro maderoso (n = 3), raspar material duro maderoso (n = 2), y en dos casos se trabajó material duro maderoso pero no se logró identificar la actividad. Por último, un filo se empleó para cortar vegetales blandos.
Los filos largos retocados (n = 18) fueron utilizados para trabajar madera con diferentes acciones, como el desbaste (n = 8), el aserrado (n = 6) y combinación de ambas cinemáticas (n = 2). En mucha menor medida se emplearon para cortar vegetales blandos (n = 2).
Los filos combinados largos retocados y naturales, presentaban un solo filo usado. En siete casos corresponde al filo largo retocado, seleccionado para procesar madera con diferentes movimientos, tales como: aserrado (n = 5), desbaste (n = 1) y aserrado/desbaste (n = 1). Asimismo, en tres especímenes, los filos trabajados fueron los naturales, para aserrar material duro maderoso (n = 1), cortar vegetal blando (n = 1) y desbastar madera (n = 1).
Los filos naturales fueron usados particularmente para acciones de corte sobre vegetal blando (n = 5), madera (n = 1) y material duro maderoso (n = 1); en menor proporción se identifica la combinación de aserrado/raspado sobre madera (n = 1) y vegetal con movimiento no determinado (n = 1). Los filos con retoques sumarios (n = 6) intervinieron en el aserrado de madera (n = 3), raspado de madera (n = 2) y raspado de material duro maderoso (n = 1).
En tanto, los filos dobles naturales (n = 4) solo presentaban un filo utilizado, sobre madera con acciones de aserrado (n= 2) y la combinación de aserrado/desbaste (n = 2). En los filos cortos retocados se identificó netamente el trabajo de raspado sobre madera (n = 2) y material duro maderoso. Lo mismo se identificó en las muescas (n = 3), que solo fueron empleadas en el desbaste de madera.
En el caso de los artefactos dobles que se encontraban conformados por diferentes filos, solo presentaban un filo usado los siguientes: 1) en el filo corto retocado más filo retoque sumario (n = 2) se registró el uso únicamente en los filos cortos retocados, empleados para el desbaste de madera; 2) en el filo largo retocado más filo con retoque sumario (n = 2), el uso se identificó en ambos filos (largos retocados y retoques sumarios), utilizados para el desbaste de madera; y 3) en el filo corto retocado más filo doble largo retocado (n = 2), se hallaban usados los filos largos retocados para el trabajo de madera con movimiento indeterminado, y un filo corto retocado para el desbaste de material duro maderoso.
Algunos artefactos, correspondientes a instrumentos con más de un filo con diferentes características tecnológicas, se encontraban representados por un solo ítem; estos fueron descriptos previamente como artefactos dobles o triples (n = 10). A nivel funcional, estos instrumentos presentaban un solo filo usado, entre ellos, los filos largos retocados (n = 7) que desbastaron (n = 4), desbastaron/aserraron (n = 2) y aserraron (n = 1) madera; filos con esquirlamientos (n = 2), empleados para desbastar madera y cortar vegetal blando; por último, filos retoques sumarios (n = 1) para desbastar madera (Figura 5C).
Variables vinculadas al filo
Las formas del borde seleccionadas son las rectas (n = 50), empleadas principalmente para el procesamiento de madera (n = 39), acciones de corte (n = 16), raspado (n = 15), combinación de las anteriores (n = 4, transversal/longitudinal); también se identificaron rastros de enmangue (n = 1). Continúa el trabajo de vegetal (n = 6), con todos los biseles con acciones de corte sobre este recurso. Por último, se observó que los filos rectos presentan rastros de material duro maderoso (n = 5) con movimientos de corte (n = 4) y raspado (n = 1). Los filos cóncavos (n = 46) trabajaron madera (n = 37) de forma transversal (n = 18), longitudinal (n = 18) y la combinación de ambas cinemáticas (n = 1). En menor medida, se procesaron materiales duros maderosos (n = 9) con acciones de corte y raspado en la misma proporción (n = 3) (Figura 5F).
En cuanto a los biseles con forma convexa (n = 45), se utilizaron para consumir principalmente madera con acciones de desbaste (n = 20) y de aserrado (n = 12) y la combinación de las dos anteriores (n = 10); el trabajo vegetal blando se encuentra escasamente representado (n = 3), pues solo se identificó el corte sobre este recurso. Con menor número se localizan los filos irregulares (n = 10) empleados para el trabajo de madera (n = 6), que incluye el desbaste (n = 2), el aserrado (n = 2) y ambos movimientos (n = 2); también se empleó para el procesamiento de material duro maderoso (n = 3) con movimientos longitudinales (n = 2) y transversales (n = 1); el recurso vegetal blando se encuentra presente en un filo con actividad de corte. Los filos sinuosos (n = 9) participaron en el procesamiento de madera (n = 6) con acciones de raspado (n = 2), corte (n = 2) y la conjunción de ambas actividades (n = 2) (Figura 5F).
Con respecto a los ángulos, los más buscados para el trabajo de madera son los agudos (n = 144), con un promedio 53,7º, que participaron en seis acciones, las principales de las cuales fueron el corte de madera (n = 45), vegetal blando (n = 14) y material duro maderoso (n = 9) y el raspado de madera (n = 47) y material duro maderoso (n = 3). A continuación, se ubican acciones combinadas de corte/desbaste (n = 12) y desbaste/corte (n = 7) sobre madera. Por último, se identificó la actividad de perforación sobre madera (n = 1) (Figura 5E).
Los ángulos abruptos (n = 20), con un promedio 75,3º, fueron empleados preponderantemente para acciones de raspado sobre madera (n = 11) y material duro maderoso (n = 2) y, en menor medida, corte de madera (n = 4). En tres casos no se logró identificar la acción desarrollada (Figura 5E).
Los filos preferentemente usados para el trabajo de recursos vegetales son los filos largos retocados (n = 112), que participaron en el raspado de madera (n = 41), aserrado de madera (n = 40, Figura 5G), corte de vegetal blando (n = 10) y acciones combinadas de aserrado/raspado (n = 8) y raspado/aserrado (n = 5). A su vez, se identificó el procesamiento de madera (n = 4) y vegetal (n = 3) con movimientos indiferenciados. En segundo lugar se encuentran los filos naturales (n = 24, 14,4%), utilizados para cortar vegetales blandos (n = 10, Figura 5H); le siguen el raspado de madera (n = 5) y el corte de madera (n = 5); también se observaron acciones conjuntas de corte/raspado (n = 2) y raspado/corte (n = 1) en un mismo filo para trabajar madera. En un solo bisel se identificaron rastros que corresponden a enmangue sobre madera. En los filos con retoques sumarios (n = 10), se identificó solo el trabajo sobre madera, con diferentes acciones, entre ellas el raspado (n = 5), el aserrado (n = 3) y la combinación de las anteriormente mencionadas (n = 2). En el caso de los filos cortos retocados (n = 6), todos fueron empleados para desbastar madera; y en los filos con esquirlamientos (n = 4), se identificó un uso similar a los filos naturales, que involucró el consumo de vegetal blando (n = 3) con acciones longitudinales y, en un caso, el raspado de madera. Para finalizar, las puntas destacadas (n = 4) participaron con acciones de perforación y las muescas para desbaste de madera (n = 3; 1,8%) (Figura 5).
DISCUSIÓN DE LOS DATOS
Para cumplir con los objetivos propuestos, se plantea la discusión a partir de los siguientes interrogantes: ¿qué sabemos sobre la tecnología lítica tallada empleada para el procesamiento de recursos vegetales, en sociedades cazadoras-recolectoras pampeanas? ¿Cuál es la relación entre la producción y el uso? Y ¿existen cambios o continuidades relacionados con la tecnología empleada en el procesamiento de vegetales a lo largo del tiempo?
En cuanto a las materias primas, la tecnología lítica utilizada para el procesamiento de madera en el área bajo estudio involucra artefactos obtenidos por percusión directa, manufacturados casi exclusivamente sobre lascas internas de tamaño mediano de cuarcitas. La elección de esta materia prima quizás se relacione con dos esferas: 1) funcional: vinculada a las propiedades físico-mecánicas de las cuarcitas, que permiten que sus filos se mantengan estables y requieran escasa reactivación durante el uso (ver Leipus, 2006). Esto lleva a que los filos puedan ser utilizados por un tiempo prolongado, situación que posibilita un buen desarrollo de los rastros de uso (último estadio de formación de micropulido), como se identifica en los conjuntos aquí analizados; y 2) tecnológica: las rocas cuarcíticas brindan la posibilidad de obtener lascas medianas y grandes, para formatizar potenciales filos largos, al contrario, por ejemplo, de los nódulos de ftanitas y basaltos, que tienden a ser de tamaños más pequeños (Leipus, 2006; Pal, 2015).
Otras materias primas empleadas fueron la ftanita, la dolomía silicificada y el basalto, pero en un muy bajo número, empleadas para procesar vegetal blando y, en menor medida, madera. Los artefactos manufacturados sobre estas rocas presentan tamaño mediano-pequeño y filo; principalmente constituyen filos cortos retocados. El caso del basalto constituye una excepción, debido a que en los conjuntos arqueológicos, estas rocas no fueron utilizadas sobre materiales vegetales (filos cortos retocados de AS2), sino empleadas para el procesamiento de pieles (Leipus, 2006, 2014).
En cuanto a la producción y uso, se identificó la selección de filos rectos preferentemente para actividades de corte y, en menor proporción, raspado de madera y para corte de vegetal blando. En tanto los filos convexos ejecutaron primeramente movimiento de raspado y en menor medida corte sobre madera, mientras que las formas cóncavas, por su parte, se emplearon para raspar y cortar madera. En cuanto al ángulo de filo, se observa una preponderancia de ángulos agudos para actividades de corte de madera y vegetal blando y, en menor número, raspado de madera. Los abruptos principalmente llevaron a cabo el raspado de madera.
Una mención aparte requieren las opciones técnicas. Los filos largos retocados participaron en diversas actividades, tales como aserrado y raspado de madera, y corte vegetal (varía en las diferentes escalas temporales). Los filos cortos retocados y las muescas, en actividades de desbaste de madera, y las lascas con filos naturales, para corte vegetal; resalta la importancia de los filos naturales en actividades productivas. En este sentido, los filos largos podrían ser considerados como versátiles por las amplias operaciones técnicas que ejecutan, en tanto las muescas y los filos cortos retocados presentan una especialización funcional, relacionada con el desbaste de artefactos de madera. En aquellos artefactos dobles que presentan los dos filos utilizados (particularmente filos dobles largos retocados), es interesante remarcar que fueron empleados para procesar el mismo material con la misma cinemática, el mismo material con acciones diferentes y/o recursos diferentes (madera/hueso, madera/piel), que evidencian el uso de estos artefactos en actividades complementarias.
Con relación a la escala temporal, se plantean algunas tendencias vinculadas a la producción y uso de la tecnología y se lleva a cabo un breve resumen de otras líneas de evidencias en el área de estudio o zonas aledañas:
1) Transición Pleistoceno final-Holoceno temprano: se identifica un alto número de filos empleados para el procesamiento de madera y, en muy bajo número, material vegetal blando; como así también una baja variabilidad de acciones ejecutadas, para lo cual emplearon instrumentos con formatización secundaria manufacturados preferentemente sobre rocas cuarcíticas, que constituyen filos retocados y naturales simples. El contexto de hallazgo corresponde a un sitio de campamento base al aire libre y un sitio de actividades específicas en alero (Tabla 1). Para momentos tempranos, Brea et al. (2014) identificaron restos antracológicos de Celtis tala, Salix humboldtiana, Baccharis sp. y Senecio spanalizan en sitios del sistema serrano de Tandilia oriental. En el caso del área Interserrana, Martínez (2006) menciona para el sitio Paso Otero 5, la presencia de fitolitos de tala en un bloque de huesos quemados (10.200 y 10.450 años AP). El estudio de ácidos grasos para momentos tempranos en sitios procedentes del Sistema Serrano de Tandilia (El Aljarafe, Cerro La China) posibilitó identificar el consumo de recursos vegetales, incluyendo madera, mastic y semillas en artefactos tallados. Sin embargo, este tipo de análisis no posibilita identificar las especies consumidas (Mazzia, 2011; Mazzia y Flegenheimer, 2021).
2) Holoceno medio: solo se identificó el trabajo de madera con diferentes acciones en instrumentos retocados y lascas con filos simples y dobles manufacturados en rocas cuarcíticas y ftanitas. Estos sitios corresponden a contextos de actividades específicas, campamentos base y de actividades múltiples al aire libre (Tabla 1). Brea et al. (2014) identificaron para el Holoceno medio la presencia de Celtis tala, Baccharis sp., Colletia sp. y Schinus sp. en sitios del sistema serrano de Tandilia oriental.
3) Holoceno tardío: se observa una variabilidad mayor en las actividades desarrolladas y de recursos vegetales trabajados, entre ellos, madera, material duro maderoso y vegetal blando, para lo cual se emplearon artefactos formatizados manufacturados sobre rocas cuarcíticas que presentan una mayor estandarización e inversión de energía (artefactos dobles). Asimismo, se identifica la utilización de ftanitas y dolomías silicificadas para el trabajo de recursos blandos durante momentos tardíos. Corresponden a sitios de actividades específicas y campamentos residenciales donde se ejecutaron una amplia variedad de tareas, al aire libre y en alero (Tabla 1). Para este momento, en el área de la Depresión del Salado, González y Frere (2009) identificaron a nivel antracológico Celtis tala, Schinussp. y Salix sp. En la zona de Punta Indio y Magdalena, Perez Meroni et al. (2010), mediante el análisis de microrresiduos en artefactos de molienda y cerámica, identificaron restos de Jodina rhombifolia, Celtis tala, Anredera cordifolia (papa del aire) y Zea mays. Matarrese y López (2021), a partir del estudio de los artefactos de molienda, identifican el consumo de Prosopis sp. (algarrobo) y Zea mays (maíz) con alteraciones posiblemente tras su procesamiento, en el sitio Laguna de las Pampas (Campo de Dunas del Centro Pampeano) durante el Holoceno.
Los datos generados en este trabajo remarcan la importancia de la tecnología lítica tallada para el procesamiento de recursos vegetales (madera y vegetales blandos), que ha sido poco explorada. Permiten identificar un conocimiento técnico compartido temporal y espacialmente por las sociedades cazadoras-recolectoras que ocuparon diferentes sectores del paisaje de la subregión Pampa Húmeda (sierras, lagunas, costa, llanura), sobre las formas seleccionadas y empleadas para el trabajo sobre recursos vegetales, que abarcan diferentes gestos técnicos y habilidades, tales como: filos largos de biseles agudos para acciones de corte sobre vegetal blando, biseles cóncavos para desbastar madera y las puntas agudas para acciones de penetración, manufacturadas preferentemente sobre rocas cuarcíticas, de procedencia alóctona en la mayoría de los conjuntos estudiados (Tabla 1). De esta manera, la metodología de análisis funcional es una línea de estudio que permite identificar las estrategias tecnológicas implementadas para hacer frente al trabajo de los recursos vegetales, y registrar su consumo en sitios con diferentes funcionalidades y donde su preponderancia es indiscutida (ver Tabla 1 y bibliografía citada). No obstante, como sucede con el estudio de los ácidos grasos, no permite identificar las especies empleadas.
En este marco, otra pregunta interesante que surge de estos resultados es ¿qué usos podrían haber tenido esos recursos y de dónde provenía la madera? Las respuestas posibles exceden a esta investigación, por lo tanto solo se plantean algunas líneas que se continuarán trabajando. En el caso de la madera, los datos etnográficos para cazadores-recolectores expresan su empleo para la confección de arcos, astiles, estacas para los cueros y toldos, mangos, lanzas, puntas de proyectil, espátulas, percutores y palos cavadores, entre otros (Arenas, 2003; Hayden, 2015), que expresan el carácter versátil y durable de esta materia prima, como así también su uso constante a lo largo del tiempo. En los contextos analizados, la identificación de rastros de enmangues (Mansur-Franchomme, 1987; Forlano y Dolce, 2010; Lynch y Hermo, 2015) de madera en artefactos de procesamiento posibilita plantear la existencia de dispositivos técnicos que no se conservan en el registro arqueológico.
A modo de ejemplo, se mencionarán los palos cavadores, documentados en grupos cazadores-recolectores etnográficos australianos y sudamericanos (Arenas, 2003; Hayden, 2015), que fueron manufacturados con madera semidura y aguzados mediante acciones de raspado con un artefacto lítico y empleados para la obtención de raíces y/o tubérculos. Para el caso de la región pampeana, la presencia de Arjona tuberosa, tubérculo comestible, cuyo consumo ha sido registrado para el caso de los tehuelches (Scarpa et al., 2020), quizás requirió la manufactura y el uso de un dispositivo de madera (punta o espatuliforme) para su extracción, cuya evidencia de formatización podría quedar registrada en los micropulidos de los artefactos líticos.
En el caso de los vegetales blandos (gramíneas, juncáceas), se podrían haber utilizado para el acondicionamiento de áreas de habitación. En este sentido, Zucol et al. (2002) proponen el acondicionamiento antrópico del reparo rocoso sitio Amalia 2 (Holoceno temprano) en base a la selección del material utilizado: gramíneas (mayoritariamente de la familia Panicoideae). También podrían haber sido empleadas como materias primas para elaborar cordeles, cestería, bolsas, textiles, además de alimentos y medicinas. Todos estos posibles usos de los vegetales blandos requieren de la participación de artefactos líticos para su adquisición y/o posterior manufactura.
Por todo lo mencionado anteriormente, consideramos que el estudio de la tecnología tallada empleada para el procesamiento de recursos vegetales por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron los pastizales pampeanos brinda información novedosa sobre las formas buscadas y empleadas, las acciones ejecutadas y los procesos productivos desarrollados. Conocimiento tecnológico compartido espacio-temporalmente que requiere un enfoque metodológico interdisciplinario para su análisis, del cual este trabajo constituye un primer acercamiento.