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Comechingonia

versión On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.26 no.1 Córdoba abr. 2022

 

Articulos

Relaciones extrarregionales en Patagonia. Discusión a partir del análisis de artefactos foráneos elaborados sobre CONCHAS Del caracol terrestre Megalobulimus

EXTRA-REGIONAL RELATIONS IN PATAGONIA. DISCUSSION FROM THE ANALYSIS OF FOREIGN ARTIFACTS MADE ON LAND SNAIL MEGALOBULIMUS

Miguel Ángel Zubimendi1 

Sandra Gordillo2 

1CONICET; División Arqueología, Museo de la Plata, Universidad Nacional de la Plata; UNPA-UACO, ICIC. Paseo del Bosque s/n, La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Email: mikelzubimendi@gmail.com

2Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Filosofía y Humanidades. Museo de Antropología. IDACOR, CONICET, CCT-Córdoba. Córdoba, Argentina. Email: sandra.gordillo@unc.edu.ar

Resumen

Los caracoles terrestres del género Megalobulimus habitan principalmente zonas tropicales y subtropicales de Sudamérica. Su presencia en contextos arqueológicos es relativamente común en su área de distribución natural, pero también se encuentran artefactos en diversas partes del Cono Sur. En este trabajo, a partir del análisis de materiales y bibliográfico, hemos podido identificar 12 sitios en la Patagonia en los que se encuentran artefactoselaborados sobre esta materia prima foránea. Algunos de estos hallazgos se ubican a distancias de hasta 2000 km de su fuente probable de procedencia y se recuperaron en diferentes ambientes, como la costa norte de Santa Cruz, la meseta centraly las estribaciones orientales de la cordillera de los Andes. Se realiza un análisis morfológico de la variabilidad de estos objetos adorno-colgantes y se compara con los datos disponibles para la región central del país, donde existen evidencias de mayor diversidad y manufactura local. Se analizan los contextos de hallazgo y otros aspectos vinculados con la existencia de extensas áreas de intercambio que conectaron distintos tipos de sociedades y posibilitaron el traslado de estas piezas por largas distancias que permitieron relacionar la Patagonia con el centro del país a lo largo de casi 4000 años.

Palabras clave: Patagonia Holoceno tardío inicial final materias primas foráneas variedad morfológica

Abstract

Megalobulimus land snails mainly inhabit the tropical and subtropical areas of South America. Their presence in archaeological contexts is relatively common within their natural range, and artifacts made from their shells can also be found in various parts of the Southern Cone. From an analysis of materials and bibliography we identify 12 sites in Patagonia where artifacts made from this foreign raw material were found. Some of these are located at distances of up to 2,000 km from their probable source and were recovered in different environments, such as the north coast of Santa Cruz, the central plateau, the eastern foothills of the Andes Mountains, and near rivers. A morphological analysis of the variability of these objects of adornment is carried out and compared with available data for the central region of the country, where there is clear evidence of local manufacturing and a greater diversity of typologies. The contexts of discovery and aspects relating to the existence of extensive exchange networks are analysed. These results reflect how different types of societies were connected, making it possible to transport these pieces over long distances and allowing Patagonia and the centre of the country to be related for almost 4000 years.

Keywords: Patagonia initial-final Late Holocene foreign raw material morphological riability

Introducción

En este trabajose analiza un conjunto de piezas que corresponden a adornos personales (pendientes y cuentas) que han sido confeccionados utilizando conchas del género Megalobulimusregistrados en 12 contextos arqueológicos de la Patagonia. Este género de gasterópodos terrestres endémicos de Sudaméricaes característico del norte y centro de Argentina, y de otros países con clima tropical, por lo que constituyen elementos exóticos a los sitios patagónicos donde han sido hallados. Dada su presencia como objetos ornamentales en otras regiones de Argentina y Chile (ver Gordillo 2019a,2021, Gordillo y Aschero 2020; y referencias allí citadas), el análisis se centró en la variabilidad morfológica en Patagonia, y se compararon estos resultados con otros registros, principalmente de la región central de Argentina, donde recientemente se ha reconocido una gran variedad de diseños (Gordillo 2019b, 2021).De esta forma, se pretende generar una discusión sobre el empleo de artefactos sobre Megalobulimuscomo materia prima y dar cuenta de la existencia de extensas redes de intercambio a través de grandes distancias que vincularon a la Patagonia con otras regiones de la Argentina, como las sierras centrales de Córdobao el noreste del país.

El género Megalobulimus

Especies y distribución

El género Megalobulimus corresponde a un grupo de al menos 67 especies de gasterópodos pulmonados pertenecientes a la subfamilia Megalobuliminae (Strophocheilidae). Este género incluye los caracoles terrestres de mayor tamaño de Sudamérica, pudiendo alcanzar algunas especies, comoM. popelairianusde Ecuador y Bolivia, los 163 mm de tamaño máximo.Es endémico de regiones tropicales y subtropicales de América del Sur, estando presente en Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Brasil, Argentina, llegando incluso con dos especies al Caribe (Ramírez et al. 2012). En el Amazonas occidental es donde se encuentran la mayor cantidad de especies, y en Perú se ha registrado el número más alto de especies endémicas (Bequaert 1948).

Debido a su tamaño son especies relativamente conocidas por los pobladores donde habita, recibiendo distintas denominaciones como, por ejemplo, caracol criollo, de labio rosa o gigante de Sudamérica, y también por el antiguo nombre mencionado en los primeros trabajos arqueológicos: caracol Borus (Gordillo 2018). El peristoma o labio, que forma un reborde alrededor de la abertura de la concha, es un atributo característico de los individuos adultos de este género,aunque presenta una importante variabilidad.

En Argentina, se distribuyenen el norte del país y hasta la región central (Figura 1). Estudios recientes, que incorporaron aspectos genéticos, además de los morfo-anatómicos, han permitido definir que existirían al menos cuatro especies de Megalobulimus: M. sanctipauli y M. abbreviatus, que habitan en Misiones y Corrientes, y M. musculus y M. lorentzianus que se distribuyen en el noroeste y centro de Argentina (Beltramino 2014, 2016, 2019). Esta última, antiguamente denominada también Borusoblongus, StrophocheilusoblongusoMegalobulimusoblongus (Beltramino 2016; Gordillo 2018), tiene una concha un poco más grande que M. musculus, y puede llegar a pesar unos 150 g. El exoesqueleto tiene un color blanquecino opaco, con una escultura externa compuesta por estrías perpendiculares a la sutura; mientras que el peristoma es vidrioso, de color rosa o rosado pálido, que resulta llamativo dado que contrasta con la coloración exterior de la concha. M. lorentzianusse distribuye desde Bolivia al centro de Córdoba, entre las Yungas y la región Chaqueña, hacia el oeste recientemente se lo ha registrado también en las provincias de San Luis y La Rioja (Gordillo 2018); mientras que su distribución oriental abarca el noroeste de Buenos Aires, así como el litoral uruguayo del río Uruguay(Beltramino 2016; Scarabino 2003). Se trata de caracoles nocturnos y estivales, con actividad diurna solo durante o después de las lluvias, permaneciendo gran parte de tiempo enterrados.Su importancia y valor ecológico-ambiental, arqueológico y paleontológico, al menos para la provincia de Córdoba, ha motivado que sea reconocido como una especie biocultural y de interés (Gordillo 2018).

Habría además otra especie/subespecie, M. haemastomus, que sólo se conoce por antiguos registros y que requiere una revisión (Ibáñez Saint Paul et al. 2018). Ésta se habría distribuido por la región chaqueño-pampeana y región mesopotámica de Argentina, así como Uruguay, Paraguay y sur de Brasil (Bequaert 1948; Miquel y Aguirre 2011). Según los datos disponibles esta especie se caracterizaría por tener el peristoma muy ancho (Bequaert 1948; Ibáñez Saint Paul et al. 2018).

Figura 1: Ubicación espacial de la zona de distribución natural del géneroMegalobulimus y conjuntos arqueológicos y provincias mencionadas en el texto. Referencias: 1) Cueva del Negro; 2) lago ColhuéHuapi; 3) Baño Nuevo 1; 4) golfo San Matías; 5) Pilcaniyeu; 6) El Trebol; 7) Loma de la Lata; 8) Aquihuecó; 9) Chenque I; 10) Bajo de Marcelino; 11) ZokoAndi 1; y 12) La Petrona. 

Uso etnográfico y arqueológico de Megalobulimus

Los caracoles Megalobulimus son y han sido utilizados de diversas formas en Sudamérica, tanto en el pasado como actualmente, como alimento o fines medicinales y cosméticos. En cuanto a su uso alimenticio, este se ha dado principalmente en el Amazonas por poblaciones cazadoras recolectoras, dado que constituyen una fuente de gran valor nutricional. También han sido utilizadas las partes blandas y las conchas maceradas, como medicina tradicional, ya sea para tratar el asma, para quemaduras o hemorroides, entre otros usos. Recientemente se ha comenzado a utilizar la baba producida por la glándula pedal con fines cosméticos y terapéuticos (para un repaso completo sobre este aspecto, ver Gordillo 2018 y la bibliografía allí citada).

Los restos de Megalobulimus en contextos arqueológicos son relativamente comunes dentro de su área natural de distribución (Beltramino 2016; Gordillo 2018). Existen evidencias para el centro-norte de Argentina que las conchas de Megalobulimusse han empleado para la elaboración de distintos tipos de objetos adorno-colgantes, probablemente debido a ciertas características, como tamaño, firmeza y coloración, lo que habría facilitado la realización de estas manufacturas (Gordillo y Fabra2014, 2018).

Las conchas de esta especie se habrían empleado desde el Holoceno temprano, como queda atestiguado por los fechados entre 11.000 y 9.000 en el sitio Inca Cueva 4 (provincia de Jujuy, Aschero 2007; Gordillo y Aschero 2020). Distintos tipos de cuentas o ecofactos se han encontrado en gran cantidad de sitios de diferentes partes del centro y norte del país ya desde los comienzos de las investigaciones arqueológicas (por ejemplo, De Aparicio 1942; Outes 1911; Serrano 1945). A su vez, también existen antecedentes por fuera del área de distribución, como por ejemplo en la región de Atacama (Chile)en momentos post-2600 años AP en contextos de inhumación (Soto Rodríguez 2015, Tellez 1997); o en el norte de Neuquén en entierros de hace 4000 años AP (Ibáñez Saint Paul et al. 2018).

En los últimos años se ha referido la presencia de Megalobulimus en diversos lugares de Argentina, como por ejemplo en las provincias de Jujuy (Ortiz y Vargas 2015), Salta (Rivolta y Cabral Ortíz 2017), Catamarca (Mercolli y Taboada 2016), Formosa (Lamenzaet al. 2016), Entre Ríos (Castro 2017; Ramos Van Raap y Scabuzzo 2018), Buenos Aires (Bucet al. 2019; Laporte 2014; Politiset al. 2014). Pero,sobre todo es en Córdoba donde recientemente se han realizado gran cantidad de estudios centrados en Megalobulimus (por ejemplo,Borettoet al. 2018; Gordillo 2018; Gordillo y Fabra 2014, 2018, 2021;Izetaet al. 2014; Pastor et al. 2017;Tisseraet al. 2019). En esta última provincia se han identificado más de 500artefactos confeccionados sobre Megalobulimus en colecciones de museos, lo que da cuenta de su amplio uso por las poblaciones prehistóricas de la zona (Gordillo 2018, 2021). Incluso, en la localidad arqueológica Cerro Colorado, en la provincia de Córdoba, Tisseray colaboradores (2019) plantean haber identificado los diferentes estadios de la cadena operativa para la manufactura de objetos adorno-colgantes sobre esta materia prima.

Más allá de la presencia de artefactos de Megalobulimus, se ha sugerido que éstas podrían haber sido usadas según sus cualidades visuales y auditivas, para lo cual se empleaban sujetas al cuerpo o en indumentarias durante performances rituales. Para ello se habrían aprovechado características visuales -como los contrastes de su coloración natural o el agregado de pigmentos ocres- y el sonido que producen durante el entrechoque, generando una parafernalia visual y sonora en el marco de ambientes rituales (Pastor et al. 2017). Más recientemente, y en base a las colecciones de 17 museos, se ha reconocido para la provincia de Córdoba que artefactos confeccionados con esta especie hacia los inicios del Holoceno tardíose vincularon a espacios restringidos o funerarios, y su uso se diversificó hacia el final del Holoceno tardío dando lugar a una gran variedad de diseños, más extendidos en el actual territorio de la provincia de Córdoba (Gordillo 2021). Todos esto parece reflejar que los caracoles Megalobulimus formaban parte de una esfera material de importancia y, probablemente, de diferenciación social y dentro de redes de intercambio de alcance extrarregional (Ibáñez Saint Paul et al. 2018).

Metodología

El análisis que realizamos surgió a partir del hallazgo de dos piezas particulares en el sitio Cueva del Negro (provincia de Santa Cruz), ubicado a 2000 km de distancia por fuera del límite del área de distribución de este género. Es por ello que iniciamos un relevamiento de colecciones, bibliográfico y consulta con colegas de otras áreas para identificar otros artefactos recuperados en Patagonia que habrían sido manufacturados con Megalobulimus. Se analizó la cantidad y tipo de artefactos, así como el contexto de hallazgo (sitios residenciales o de entierro), cronología, y asociación con otros materiales. De esta forma, pudimos identificar 12 contextos en Patagonia en los que se registraron piezas de este taxón (Figura 1).

Para el material en mano (n= 3), se realizaron observaciones a ojo desnudo y se empleó lupa binocular (80x), observación macroscópica y fotografías digitales. Paralas restantes piezas (n= 31) se analizaron las publicaciones e informes inéditos, empleado los datos allí disponibles(descripciones y medidas, por ejemplo) y, en algunos casos, se realizaron consultas particulares para ampliar información. La presencia de caracteres morfológicos fue observada y registrada como, por ejemplo, la forma, la curvatura, la coloración, pero principalmente la presencia del peristoma, o borde del labio, que constituye unreborde típico, con valor diagnóstico.

A partir de los antecedentes relevados para objetos adorno-colgantes elaborados sobre Megalobulimusen el centro y norte1 del país (por ejemplo, Gordillo y Aschero 2020; Gordillo y Fabra 2018;Ibañez Saint Paul et al. 2018;Lamenzaet al. 2016), podemos definir la existencia de distintas morfologías elaboradas según el aprovechamiento de las conchas. Estas se han clasificado como pendientes2 y cuentas de collar (Zubimendiet al. 2016). Ambas categorías comparten ser de pequeño tamaño y poseer una perforación para su engarce; sin embargo, se diferencian en que en el caso de las cuentas se halla en posición central, mientras que en los pendientes está descentrada en el eje vertical, o cerca de uno de los bordes. Pueden ser usadas agrupadas o individualmente, mientras que las cuentas se emplean agrupadas, “cara con cara”, conformando collares de hasta cientos de piezas (Della Negra e Ibáñez Saint Paul 2012a, 2012b; Fernández 2009; Fernández y Ramos 2008; Orchand 1975; entre otros). De éstas, y siguiendo la clasificación de Zubimendiet al. 2016, se han identificado en los contextos de Patagonia lo siguientes tipos (Figura 2):

A. Pendientes, piezas de dimensiones pequeñas (menores a 2 cm de largo y ancho), con morfología levemente más larga que ancha, con el borde superior redondeado, donde se ubica el agujero de suspensión, y el inferior recto que conserva el peristoma. Se registran tres variedades:

A.1.Pendientes subcuadrangulares, con borde superior redondeado;

A2. Pendientes subtrapezoidales, se diferencia en que el borde superior no se encuentra redondeado sino en forma de ápice, levemente recto;

A3. Pendientes subcirculares, redondeadas en ambos extremos, incluyendo el extremo inferior donde se halla el peristoma.

B. Cuentas subrectangulares, de dimensiones medianas, con un desarrollo mayor a lo ancho -siguiendo el peristoma- que, a lo alto, con presencia de parte dela última vuelta de la concha. Existen también tres variedades:

B1. Cuentas subrectangulares cortas, aquellas que no abarcan la totalidad del peristoma y el agujero de suspensión se puede ubicar tanto en el anfracto o en el peristoma (en gris en laFigura 2);

B2. Cuentas subrectangulares alargadas, que abarcan la totalidad del peristoma, y el agujero de suspensión se ubica en el anfracto;

B3. Cuentas subrectangulares alargadas, similares a la anterior, pero cuyo agujero de suspensión se ubica en el peristoma.

Figura 2: Representación esquemática de la variabilidad de objetos adorno-colgantes elaborados sobre conchas de Megalobulimus en Patagonia (A-B). 

En general, la identificación de objetos adorno-colgantes sobre Megalobulimusse ve facilitada por el peristoma característico de este género. A su vez, hay que destacar que en casi todas las variedades se lo ha aprovechado, probablemente por su coloración diferencial, en su mayoría rosada, y que pareciera ser un rasgo de interés, buscado expresamente al elaborar las cuentas o pendientes.

Megalobulimus en el registro arqueológico patagónico

Siguiendo un eje sur-norte, en la Patagonia central las primeras piezas corresponden a las dos3 halladas en Cueva del Negro (costa norte de Santa Cruz), asociadas a dataciones de entre 1700 y 1100 años AP en un conchero en cueva (Zubimendiet al. 2011). Ambas son pendientes que presentan una morfología similar subcuadrangular, con la parte superior redondeada (Figura 3a y 3b). Tienen una perforación descentrada, la primera es de color crema claro, con tonos rosados en el peristoma o engrosamiento basal, mientras que la segunda presenta una fractura -probablemente postdepositacional- y una leve alteración térmica. En el Museo Municipal Mario Brozoski de la ciudad de Puerto Deseado se encuentra una pieza (Figura 3c) de la colección Miksa-Knoop, formada a partir de recolecciones realizadas en la zona del lago ColhuéHuapi, en la provincia de Chubut (Zubimendiet al. 2009). Este pendiente presenta una morfología y dimensiones similares a las anteriores y se observa claramente el peristoma en la parte basal, lo que permitió identificarlo como perteneciente a este género.

En el sitio Cueva Baño Nuevo 1 se recuperaron dos piezas enteras (Figura 3d y 3e) y una tercera fracturada que parece corresponder a la parte superior de otra similar. Este sitio se ubica en Chile, sobre la margen occidental de la estepa extra andina del centro de la Patagonia. Fueron recuperados en excavaciones en contextos residenciales de la capa 2, datadas en 2830 ± 70 AP (Mena y Reyes 2001). Estas piezas fueron clasificadas como pendientes hechas sobre gasterópodo indeterminado, pero de acuerdo con las características observables en las figuras de un informe de M. Lucero (2004), se comprueba que comparten grandes similitudes con las de Cueva del Negro (medidas similares, agujero de suspensión desplazado, borde superior redondeado y peristoma de color rosado suave). Por lo que podemos afirmar que se trata también de pendientes elaborados sobre Megalobulimus.

En la Patagonia norte, en la zona del golfo San Matías, se ha registrado otro elemento asignable a Megalobulimus por las características observables en la fotografía publicada por Leonardt (2016: 14)(Figura 2g), que forma parte de las colecciones de cuentas de valvas alojadas en el Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti” (Facultad de Filosofía y Letras, UBA). Ésta, junto con otros artefactos malacológicos, fue recolectados por Leoncio Deodat en la costa norte del golfo San Matías, principalmente de los alrededores de San Antonio Oeste (Deodat 1967). Algunas de ellas, según la información contextual del Registro de Inventario del museo procederían de un “cementerio indígena” (Leonardt 2017: 72 y 211).La pieza analizada se halla muy meteorizada, aunque se observa el peristomacaracterísticode Megalobulimus. Presenta también un contorno subrectangular, la perforación levemente desplazada del centro, y a diferencia de las anteriores es más ancha que alta, por lo que es clasificada como cuenta subrectangular corta (Figura 3f). Por su parte, procedente de la zona cordillerana, Leonardt (2016) presentó otra pieza también del Museo Etnográfico pero que corresponde a una colección comprada a Leoncio Deodat con piezas originarias de las provincias de Rio Negro y Chubut. Una de estas procede de un sitio denominado Cueva 1 de Pilcaniyeu, en el suroeste de la provincia de Río Negro, y fue descripta originalmente como “disco de caracol perforado (para collar)”. Se trata de un pendiente subcircular (Figura 3g) que se informó como elaborado sobre molusco indeterminado (Leonardt 2016: 16). Presenta la perforación desplazada, similares medidas a las de Patagonia central, y peristoma rosado claro, por lo que es asignada a Megalobulimus (Leonardt com. pers. 2020).

Figura 3: Vista de las piezas en Megalobulimusspp. identificadas en la Patagonia. Referencias: a y b) Cueva del Negro; c) ColhueHuapi; d y e) Cueva Baño Nuevo 1; f) Golfo San Matías; g) Pilcaniyeu; h) El Trébol; i) Loma de la Lata; J, k y l) Aquihuecó; m) Entierro 18 de Chenque I (no a escala); n y ñ) Bajo de Marcelino; o y p) ZokoAndi 1; y q) La Petrona. La barra blanca equivale a 1 cm. 

A poca distancia al norte, en el rescate arqueológico del sitio El Trébol dentro del ejido urbano de la ciudad de San Carlos de Bariloche, se recuperaron una cuenta y un fragmento de valva asignable al géneroMegalobulimuspor Hadjuk y colaboradores (2011) y recientemente como M. haemastomussegún Ibáñez Saint Paul et al. (2018). Estas piezas corresponderían a las primeras evidencias de la existencia de otras vías de circulación y/o intercambio de bienes e información entre la Patagonia norte y el centro-oeste del país (Hadjuket al. 2011). Fueron recuperadas en sedimentos alterados por saqueo; sin embargo, los autores infieren que provendrían de ocupaciones tardías, asociadas a contextos cerámicos alfareros. La cuenta es de tipo subrectangular corta, más ancha que alta, conserva parte de la última vuelta del anfracto y presenta un orificio muy cerca del peristoma, así como incisiones en este último sector (Figura 3h); mientras que el fragmento corresponde a parte del anfracto y del peristoma, pero sin perforaciones. Por su parte, en el centro oeste de la provincia del Neuquén se recuperó una pieza que fue asignada como “probable Strophocheilusoblongus” en el rescate de un cementerio del Holoceno tardío final denominado Loma de la Lata (Cúneo et al. 2016:320), una sinonimia de Megalobulimusoblongus (Beltramino 2016). Esta pieza se hallaba asociada a un individuo masculino de 35-49 años, cuyos restos fueron datados en 740 ± 40 años AP. Fue descripta como un pendiente subtrapezoidal, más alto que largo,que presenta un angosto peristoma en el extremo inferior y el orificio de suspensión desplazado hacia la parte superior (Figura 3i).

En el sitio Aquihuecó, ubicado en el departamento ChosMalal, al norte de la provincia del Neuquén, se recuperaron 15 cuentas de collar manufacturadas sobre Megalobulimus asociadas a un entierro primario de un individuo subadulto de probable sexo masculino. Estas se hallaban distribuidas alrededor del cuello, lo que, junto con los rasgos y el desgaste de las cuentas, permitió afirmar que eran parte de un collar. Otras seis piezas similares fueron recuperadas en recolecciones superficiales. Este sitio presenta cronologías dentro de la transición Holoceno medio-tardío, con dataciones que van entre los 4172 ± 55 y 3650 ± 61 años AP(Ibáñez Saint Paul et al. 2018).Todas presentan forma subrectangularcon la parte superior redondeada y fueron manufacturadas mediante el corte de una porción labial de la última vuelta de la concha; la mayoría presentan además restos de pigmentos rojos en una o ambas caras,algunos pigmentos negros, y una, líneas paralelas pequeñas sobre la cara interna.Estas piezas se diferencian de las anteriores por ser cuentas subcuadrangulares alargadas -más anchas que altas-, por conservar sólo una porción menor del último anfracto y agujero de suspensión en el peristoma, por lo que,según los autores, habrían sido utilizadas no como pendientes, sino como cuentas de collar sobre el pecho (Ibáñez Saint Paul et al. 2018). Para confeccionar cada cuenta se habría empleado una concha completa, y a partir de la variabilidad en el grosor del peristomalos autores infieren que para algunas se habría utilizado Megalobulimushaemastomus (por ejemplo, Figura 3j y 3k), dado que este taxón presenta un peristoma con un espesor de entre 10 y 16 mm (Bequaert 1948); mientras que las restantes son asignadas al género Megalobulimus (Figura 3l).

En la provincia de La Pampa se han registrado varias piezas que pueden ser asignadas a Megalobulimus en diferentes sitios arqueológicos4. En Chenque I, un cementerio de poblaciones cazadoras recolectoras que se destaca como el más importante de la macro-región pampeano-patagónica (Berón 2018), se observan varias piezas probablemente elaboradas sobre este taxón. El Entierro 18, compuesto por un individuo masculino de entre uno y dos años datado en 890 ± 30 años AP, presentaba un complejo ajuar formado por 204 elementos de adorno ubicados alrededor del cráneo y cuello, conformando un largo collar (Berón y Luna 2007). Entre estos, de acuerdo con lo observado en varias figuras (Berón 2007: 48, figura 7; Berón 2019: 67, figura 6; Ciminoy Pastorino 2019: 278, figura 6), es posible identificar la presencia de dos pendientes, uno de ellos subcircular, con el peristoma en la parte inferior y el agujero de suspensión levemente desplazado; y otra de forma subtrapezoidal irregular, en la que también se observa la presencia del peristoma característico en la parte inferior (Figura 3m). Por su parte, en el sitio superficial Bajo de Marcelino, ubicado en el centro-este de la provincia, tres pendientes presentados por Berón y colaboradores (2015: 558, figura 5C; y Berón 2019: 63, figura 4) tienen una morfología subcircular con peristoma en la parte inferior (Figura 3n y 3ñ), lo que sugiere fueron elaborados sobre conchas del género Megalobulimus.

En la cuenca inferior del río Colorado se recuperaron dos pendientes en el sitio ZokoAndi 1 (Flensborg 2017). Éstas se hallaron en contextos asociados al Holoceno tardío inicial, con una cronología de entre 1500-1300 años AP (Martínez et al. 2014). Inicialmente fueron asignadas a Amiantispurpurata(bivalvo venérido que habita en el submareal de costas de fondos blandos desde Espírito Santo hasta el golfo San Matías, Castellanos 1967, Carcelles 1944), aunque posteriores análisis permitieron reasignarlas a Megalobulimussp. (Flensborg com. pers. 2020). Estas piezas son de morfología subcuadrangular redondeada y agujero de suspensión desplazadopresentando diferencias en el peristoma, uno más grueso que el otro, por lo que cabe la posibilidad de que hayan sido realizadas sobre dos taxones diferentes (Figura 3o y 3p, respectivamente). Cerca de allí, en La Petrona, un sitio de actividades múltiples datado entre 800 y 250 años AP y donde también se hallaron inhumaciones humanas, se encontró en superficie una cuenta subrectangularcorta de pequeño tamaño (Flensborg 2017: 242, figura X.4). Esta estabaelaborada sobre Megalobulimus, cuyo peristoma es grueso, sobre el cual se halla el agujero de suspensión, y conserva una porción pequeña del anfracto (Figura 3q).

En resumen, la Tabla 1presenta las principales características de los sitios de procedencia de los artefactos que han sido taxonómicamente adscriptos al géneroMegalobulimus. Si bien en algunos casos, los distintos autores no hacen referencia a la identidad taxonómica de la materia prima, el análisis de las imágenes disponibles en la bibliografía (morfología de las piezas, presencia y color del peristoma, entre otros criterios) permiten asignar los artefactos estudiados a esta morfoespecie.

Tabla 1: Información de los objetos adorno-colgantes sobre el género Megalobulimus recuperados en Patagonia. 

Discusión

Sin duda, la presencia de pendientes elaborados sobre conchas del géneroMegalobulimusen Cueva del Negro, un sitio arqueológico ubicado a unos 2000 km de su distribución natural, resulta interesante5. Este dato es reforzado por el hallazgo de otras piezas morfológicamente muy similares en otros contextos a gran distancia de su área de dispersión natural, como Baño Nuevo 1, ColhueHuapi y Pilcaniyeu. A esto se le suma recientes publicaciones de contextos de Patagonia norte o de colecciones donde también se han localizado piezas elaboradas sobre estos caracoles terrestres. Es por ello que creemos que se cuenta con una muestra que, si bien aún puede ser considerada escasa en cantidad, permite generar una discusión sobre la variabilidad morfológica de estos objetos adorno-colgantes y cómo podrían haber llegado a Patagonia.

La variabilidad morfológica

En la Tabla 2 se sintetiza la variabilidad morfológica de artefactos elaborados sobre conchas del género Megalobulimusen Patagonia y se comparan con tipologías halladas en la provincia de Córdoba (Gordillo 2018, 2019b).A pesar de las diferencias numéricas entre el material de estas dos regiones, se destaca como primera observación, que en la región central de Argentina existe una mayor variabilidad tipológica, incluyendo algunas en las que no se emplea el peristoma. Mientras que en la Patagonia la variabilidad morfológica disminuye hacia el sur; es decir, a mayor distancia del área natural de procedencia de la materia prima se identifican menos tipos morfológicos. En los conjuntos de Patagonia central (Cueva del Negro, Baño Nuevo 1 y ColhueHuapi) se registran pendientes chicos; mientras que Patagonia norte se observa una mayor variabilidad: pendientes subrectangulares y subtrapezoidales, así como cuentas subrectangulares cortas y alargadas.

Tabla 2: Presencia de las distintas morfologías elaboradas en conchas del género Megalobulimus en sitios de Patagonia contrastadas con distintos tipos/subtipos de la región central de Argentina. Referencias: * Colecciones de museos (Gordillo 2019b). 

Se destaca también la poca variación morfológica y la alta homogeneidad en las dimensiones dentro de cada uno de estos tipos de artefactos (Tabla 3) que, si bien presentan alturas similares, difieren notablemente en el ancho (Figura 4). Esto se vincularía con la búsqueda de determinadas formas (pendientes y cuentas subrectangulares) y una estandarización en la manufactura mediante una producción artesanal orientada a ciertos tipos o patrones determinados. Es muy probable que las piezas consideradas hayan tenido algún tipo de valor simbólico, social o de prestigio. En este sentido, los pendientes y cuentas subrectangulares se destacan por la coloración rojiza típica de este género -diferente a otros tipos de cuentas o pendientes sobre moluscos marinos disponibles en las costas patagónicas y recuperados en sitios del interior (Leonardt 2017; Zubimendi 2010, 2015; Zubimendi yAmbrústolo 2011).

Tabla 3: Tipos morfológicos y medidas de las piezas (sólo aquellas que se cuenta con las medidas). Nota: * Valor estimado en base a Leonardt (2016: 16, figura 4) 

En Patagonia, salvo una pieza fracturada recuperada en El Trébol, que corresponde a un fragmento con peristoma que no presenta agujero de suspensión, todos los artefactos en Megalobulimus corresponden a piezas terminadas, lo que sugiere que únicamente habrían llegado a Patagonia piezas ya elaboradas en otra región (o regiones). En este sentido, en la zona central del país existen claras evidencias de la secuencia completa de elaboración de artefactos (Tisseraet al. 2019). Es interesante notar también que, de las diversas morfologías existentes en el centro y norte de Argentina, sólo unas pocas se han registrado hasta la fecha en el registro arqueológico patagónico, lo que podría estar reflejando una selección de éstas para su traslado a grandes distancias; aunque tampoco podemos descartar de momento un sesgo en la muestra debido a la baja frecuencia de piezas identificadas.

Figura 4: Dimensiones de las piezas elaboradas sobre Megalibulimusen sitio de Patagonia según tipos morfológicos. 

Por otro lado, si analizamos las dimensiones de las piezas, observamos que a medida que aumenta la distancia de la fuente no se registra una disminución en las frecuencias o el tamaño de las piezas. En cuanto a la frecuencia, con excepción del sitio Aquihuecó, donde se recuperaron en total 21 cuentas subrectangulares, en los restantes registros se encuentran entre uno y tres artefactos. Esto podría estar reflejando diferencias en la forma en que eran utilizadas: las cuentas agrupadas en grandes números, y los pendientes en bajas frecuencia.

En cuanto a la variación cronológica de los objetos adorno-colgantes de Megalobulimusen Patagonia, el reducido tamaño de la muestra con información temporal no permite establecer tendencias claras. Sin duda, sólo podemos destacar que la cronología del sitio Aquihuecó marca las primeras evidencias de presencia de Megalobulimus en Patagonia situándola a fines del Holoceno medio y comienzos del tardío, momentos en que se registran cuentas subrectangulares. A su vez, se observa que las piezas recuperadas entre los 2800 años AP y fines del Holoceno tardío corresponden a pendientes pequeños. Por otro lado, es interesante observar que las cuentas subrectangulares medianas se ubican en dos extremos temporales: 4800 años AP en Aquihuecó, así como también en momentos cerámicos en El Trébol.

Contextos de hallazgo

Otro aspecto necesario de considerar es el contexto de hallazgo en el que han aparecido los restos de Megalobulimus, pudiendo diferenciar dos casos: asociados a entierros humanos y en sitios residenciales en contextos domésticos.

En Aquihuecó, un sitio de entierro datado en torno a 4800 años AP, se recuperó el conjunto más numeroso en Patagonia de cuentas sobre Megalobulimus, asociadas también a otros tipos de restos, como bases y manos de molinos, un colgante de piedra y cuentas de valva de moluscos, probablemente fluviales (Della Negra e Ibáñez Saint Paul 2012a y 2012b). Por su parte, en Loma de la Lata los entierros se hallaban asociados a varios tipos de objetos adorno-colgantes, como collares con cuentas de moluscos marinos, pendientes, adornos labiales (tembetás) y aros metálicos pequeños de cobre (Cúneo et al. 2016).Mientras que los pendientes del Entierro 18 de Chenque I también fueron recuperados en asociación a un numeroso y complejo conjunto de restos adorno-colgantes (Cimino y Pastorino 2019). Como vemos, en los casos de entierros -a pesar de las diferencias cronológicas- las piezas de Megalobulimus se hallan formando parte de complejos y variados ajuares mortuorios, algo observado también en otras partes del país (por ejemplo, Laporte 2014; Castro 2017, para el caso de la región pampeana y el litoral). Algo similar ocurriría con una pieza del golfo San Matías, que junto con otras cuentas también provendría de un “cementerio indígena” (Leonardt 2017). A su vez, es interesante resaltar que en el entierro más temprano de Aquihuecó se registraron cuentas subrectangulares medianas; mientras que, en los entierros más tardíos, en torno a 800 años AP, sólo se recuperaron pendientes.

En los restantes conjuntos de la Patagonia, los artefactos de Megalobulimus se recuperaron en bajas frecuencias. Esto es esperable dado que en general en estos contextos se encuentran piezas que han sido perdidas o descartadas por rotura (Álvarez Fernández 2006). Salvo en los sitios El Trébol y La Petrona, donde se recuperaron cuentassubrectangulares, se registran únicamente pendientes con pequeñas variaciones en la morfología. Todos estos sitios corresponden a sitios residenciales de actividades múltiples, a pesar de que se recuperaron en diferentes y variados contextos, como concheros en la costa atlántica (Cueva del Negro), cuevas en la transición bosque-estepa de Chile (Baño Nuevo 1) o a cielo abierto en borde de lago andino (El Trébol) orío (ZokoAndi 1).

De esta forma, los datos que contamos para Patagonia nos permiten interpretar que los adornos corporalessobre Megalobulimus fueron empleados en diversos contextos, que incluye el ámbito doméstico, pero también el funerario. En este último caso se menciona de manera particular los entierros de Aquihueco y Loma de la Lata donde Megalobulimus aparece asociado con otros objetos colgantes junto con los cuerpos. Sin embargo, la muestra es aún pequeña para otras interpretaciones.

Relaciones, movilidad y redes de intercambio

En cuanto a la presencia de restos de Megalobulimusdesde su límite de distribución natural hacia el sur, como hemos visto se ubican a distancias que van desde 450 a 2000 km en línea recta, en distintos momentos dentro del Holoceno tardío a lo largo de miles de años. En este caso, las distancias referidas comprenden la circulación de bienes a escala extra-regional y entre grupos humanos que habrían empleado diferentes estrategias económicas y sociales. A su vez, las largas distancias implicadas -y la curva de distribución de los ítems- permiten pensar en el traslado por mecanismos que trascienden cualquier tipo de aprovisionamiento directo mediante el movimiento de personas. Es probable que el transporte de estos ítems haya estado mediatizado por mecanismos indirectos y complejos,como el paso de mano en mano, el intercambio ritual o el comercio (Pallo y Borrero 2015),posiblemente en varias etapas y abarcando diferentes grupos humanos. De esta forma, se pudieron vincular, por ejemplo, la costa norte de Santa Cruz o las estribaciones orientales de la cordillera de los Andes en la zona de Aysén con las zonas donde se distribuye de forma natural los Megalobulimus. Estos mecanismos generan distribuciones de artefactos que no se relacionan a la distancia de la fuente de origen (Politiset al. 2003), lo que permite explicar la ausencia de disminución según la distancia. Estas redes que vinculan Patagonia con la región central del país habrían ya existido a inicios del Holoceno tardío, según la cronología para Aquihuecó (4800 años AP) continuando en todo el período hasta momentos alfareros del Holoceno tardío final, lo que refleja una continuidad de relaciones entre grupos humanos que abarcan toda la Patagonia, por más de tres milenios. A su vez, estas redes habrían implicado una bidireccionalidad y proporcionalidad (Gascueet al. 2019), por lo que es probable que algunos ítems procedentes de estos puntos extremos de la red hayan sido transportados desde la Patagonia hacia otras regiones, como el centro o noreste del país.

En estos casos es probable que los artefactos de Megalobulimushayan sido elaborados no con fines utilitarios, sino para ser vistos, para lo cual debemos recordar ciertas características visuales típicas de este taxón-, y que hayan cargado con un valor simbólico, de prestigio o de comunicación, por lo que habrían sido empleados para resaltar un rol, lugar social o pertenencia a un grupo (Trubitt 2003; Álvarez Fernández 2006; Balme y Morse 2006;Bonomo 2007; Fernández 2009; Acosta et al. 2015). Esto implica algún tipo de código compartido entre grupos ubicados a mucha distancia entre, por ejemplo, los habitantes prehistóricos de la región central de Argentina y los de la costa norte de Santa Cruz. Es probable también que la circulación de estas piezas se relacione con otros aspectos sociales, como la necesidad de artículos alóctonos a fines de una creciente diferenciación social entre las poblaciones patagónicas, especialmente durante el Holoceno tardío final (Borrero 2001; Gómez Otero 2003). De esta forma, se conforman redes en las que se trocan ítems e ideas, lo que genera la posibilidad de cooperación intra e intergrupal, así como el refuerzo de las redes para mantenerlas vivas (Berón 2007; Fiore 2011; Gamble 1982;Stiner 2014; Trubitt 2003).

Más allá de que la muestra actual que evidencia el traslado de artefactos en Megalobulimus en la Patagonia es baja, la mera existencia de estos vínculoses un llamado de atención y reflexión sobre las escalas para estudiar las relaciones entre poblaciones prehistóricas de hace miles de años. Por ejemplo, Gómez Otero, en un entierro del sitio Rawson, encontró un hacha de bronce de la cultura Santamariana del Periodo Tardío de los valles Calchaquíes en el noroeste argentino, la cual evidencia la existencia de una vasta red de intercambios y circulación de bienes que conectaba regiones y grupos humanos muy distantes y diferentes entre sí (Gómez Otero 2003). De manera similar, las cuentas y pendientes de Megalobulimustambién constituyen indicadores ideales para identificar este tipo de relaciones a larga distancia. Por otro lado, dado que este tipo de artefactos tienen una distribución mucho más amplia que el área natural de estas especies, es probable que el interés por su intercambio -y quizás los códigos comunicacionales compartidos- hayan sido más amplios que la relación entre la zona central argentina y al Patagonia, sino que podrían abarcar todas las zonas donde se ha encontrados, como por ejemplo, el norte árido de Chile, el noroeste y litoral argentino-uruguayo, el sur de Brasil y Pampa-Patagonia, reflejando entonces espacios de interacción de escala suprarregional, que alcanzan lo que actualmente conocemos como el Cono Sur (Gordillo 2019a). Lo importante también a resaltar es que estas posibles relaciones y códigos compartidos abarcan distintos tipos de sociedades a lo largo de miles de años, como por ejemplo las sociedades agrícolas del norte argentino, horticultoras del litoral y cazadoras recolectoras de la Patagonia.

Palabras finales

En este trabajo presentamos varias piezas elaboradas sobre Megalobulimus, un género particular de gasterópodo terrestre con una distribución natural conocida y por fuera de la región patagónica. Si bien este tipo de restos no son comunes en Patagonia, la revisión bibliográfica y las piezas analizadas reflejan la existencia de relaciones o interacciones a larga distancia de alcance extra-regional,entre la zona de procedencia de este género con diversos ambientes de la extensa geografía patagónica, como la costa atlántica, las estribaciones de la cordillera de los Andeso la meseta central. De acuerdo con los antecedentes existentes hoy en día, es posible plantear que estos restos muy probablemente provengan de la región central de la Argentina por ser la zona más cercana a los sitios en Patagonia, aunque tampoco podemos descartar que provengan de otras zonas, como el litoral.

Es de destacar también que de los diversos tipos de artefactos elaboradores sobre Megalobulimus en su zona de distribución natural, sólo algunas morfologías han sido registradas en la Patagonia, lo que podría implicar algún tipo de selección -elaboración para intercambio, interés por ciertas morfologías, etc.- de ciertos artefactos para el traslado a larga distancia. Estas relaciones fueron duraderas en el tiempo, ya que se registra en diferentes contextos desde hace 4800 años AP y a lo largo de todo el Holoceno tardío. Finalmente, las formas en que estas interacciones tuvieron lugar en el pasado son por ahora desconocidas; sin embargo, las grandes distancias implicadas hacen muy poco probable que haya sido mediante un aprovisionamiento directo.Por lo tanto, otros mecanismos deberán ser explorados para poder dar cuenta de este tipo de evidencias y ampliar en el conocimiento de los antiguos pobladores de la Patagonia y sus vínculos con otras regiones del país.

Agradecimientos:M. Z. y S. G. concibieron y acordaron esta investigación. El primero realizó los análisis cuantitativos y redactó el manuscrito. Ambos autores participaron en la discusión y acordaron la versión final. Quisiéramos agradecer al Museo Municipal Mario Brozoski y a Enrique Knoop por ofrecer los materiales de la colección que donó a Puerto Deseado. A Matías Medina, Sabrina Leonardt, Gustavo Flensborg y Marcelo Cardillo por compartir datos de sus investigaciones e intercambiar impresiones. Además, agradecemos los comentarios y sugerencias de los evaluadores anónimos que permitieron mejorar el manuscrito. Este trabajo es una contribución al proyecto de Estudios arquemalacológicos en la Región Central de Argentina (DI-2019-1544-APN-GRH-CONICET).

Notas

1Principalmente tomamos en consideración las investigaciones realizadas en los últimos años en la provincia de Córdoba, donde existe un cuerpo de datos y publicaciones más robusto (por ejemplo, Gordillo y Fabra 2018; Gordillo 2019b, 2021; Pastor et al. 2017; entre otros). Es de resaltar que algunas de las variedades definidas a continuación también se las ha identificado en otras zonas del país, como Formosa (Lamenzaet al. 2016), Entre Ríos (Castro 2017) o Buenos Aires (Laporte 2014;Bucet al. 2019).

2 Pendiente es una castellanización del término francés pendentif, que significa colgante, término empleado por los investigadores franceses al inicio del estudio de los objetos adorno-colgantes a fines del siglo XIX y comienzos del XX (Álvarez Fernández 2006). Sin embargo, en este caso, colgantes hace referencia a otro tipo de artefactos adorno-colgantes, aquellos que son de mayor tamaño, y poseen algún medio de suspensión o amarre creado por medio de incisiones o tallado, y en general se utilizaban en el sector del cuello, pecho o la cabeza (Zubimendiet al. 2016).

3Los pendientes fueron presentados y analizados parcialmente en trabajos anteriores (Zubimendiet al. 2011, 2016), aunque en dichas oportunidades no se había podido identificar el taxón sobre el que habían sido manufacturadas.

4 Si bien a partir de las fotografías de piezas procedentes del Entierro 18 del sitio Chenque I (Berón 2007: 48, figura 7; Berón 2019: 67, figura 6; Cimino y Pastorino 2018: 278, figura 6), Médano La Enriqueta (Carrera Aizpitarte et al. 2013: 176, figura 6; Berón 2019: 70, figura 9) y Puesto Rosales (Berón 2019: 62, figura 3) puede inferirse que estarían elaboradas sobre Megalobulimus, siendo cautos, de momento hemos preferido no incluirlas a la muestra.

5 Medidos en línea recta, distancia que aumenta al menos en 200 km más siguiendo el contorno costero, dado que Cueva del Negro se ubica en el extremo este de la provincia de Santa Cruz (ver Figura 1).

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