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Anuario de investigaciones
versión On-line ISSN 1851-1686
Anu. investig. v.16 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./dic. 2009
PSICOLOGÍA JURÍDICA
Las conductas transgresoras de los adolescentes en conflicto con la ley penal; su relación con las perturbaciones en el vínculo primario
Adolescents in conflict with the criminal law transgressors behaviours: their relationship with primary link disturbances
Sarmiento, Alfredo José1; Puhl, Stella Maris2; Oteyza, Gabriela3; Bermúdez, Facundo4; Siderakis, Melina5
1 Sarmiento, Alfredo José; Dr. en Ciencias Penales. Especialista en Psicologia Jurídica. Profesor Regular a cargo de Psicología Jurídica,
Cátedra I, Facultad de Psicologia, UBA. Director de Proyecto UBACyT P811- E-mail: ajsarmiento@psi.uba.ar
2 Puhl, Stella Maris; Lic. en Psicologia. Investigadora UBACyT P811.
3 Oteyza, Gabriela; idem 2
4 Bermúdez, Facundo; idem 2
5 Siderakis, Melina: idem 2
Resumen
El trabajo presenta los avances correspondientes a la
primer etapa del proyecto de investigación UBACYT P
P811 "Inhibición Psicológica y su relación con la transgresión
en adolescentes en conflicto con la Ley", en la
cual se ha construido el marco teórico. Este estudio, de
carácter descriptivo exploratorio, tiene como objetivo
analizar y describir la relación de las conductas transgresoras
de los adolescentes en conflicto con la Ley
Penal, partiendo de la hipótesis que las mismas tendrían
como antecedentes severas deficiencias en el
vínculo de apego. En virtud de la revisión bibliográfica
se ha logrado construir lo que hace al objetivo principal
de este trabajo, que es la posibilidad de describir las
características de la adolescencia normal y correlacionar
las vivencias en las primeras etapas de la vida con
las conductas de los adolescentes transgresores.
Palabras claves: Trastornos en el apego; Adolescencia; Conducta transgresora
Abstract
This work presents the advances in the first stage of the
UBACYT P811 "Psychological inhibition and its relationship
with transgression in adolescents in conflict with the
law" research project, where the theoretical framework
has been constructed. The aim of this descriptive-exploratory
study is to analyze and describe the relationship
of adolescent's in conflict with the criminal law
transgressors behaviours, starting from the hypothesis
that their precedents are severe deficiencies in the attachment
link. In base of the bibliographic revision, the
principal aim of this work could be constructed, which is
the possibility of describe normal adolescent's features,
and correlate life's firsts steps experiences with the behaviours
of transgressors adolescents.
Key words: Attachment disorders; Adolescence; Transgressive behavior
Introducción
En relación al adolescente que transgrede la ley penal,
la Doctrina de la Protección Integral lo considera, como
al niño, sujeto de derechos los cuales están garantizados
legalmente. En este sentido toda medida debe responder
a un principio fundamental: el interés superior
del niño.
La nueva Doctrina de la Protección Integral en Argentina
se instituye como un marco jurídico decisivo en lo
que respecta a la construcción de las políticas de Estado,
las transformaciones de los dispositivos institucionales
y el marco legislativo correspondiente. Sin embargo
la nueva legislación no está exenta de afrontar desafíos
significativos para garantizar los principios y disposiciones
de ese paradigma, considerando las complejas
realidades sociales e institucionales de nuestro país.
Es de este modo que, en sintonía con la necesidad de
transformar los dispositivos institucionales que abordan
la problemática de los jóvenes infractores, nos encontramos
con dificultades significativas en el abordaje
psicológico de los adolescentes que transgreden la ley
penal. Es por ello que surge la necesidad de ampliar
nuestro horizonte teórico a los fines de construir un dispositivo
asistencial que de mejor respuesta a la problemática
descripta.
Partimos, entonces, del interés por develar las implicancias
de una deficitaria vinculación primaria en el adolescente
transgresor. Nuestro enfoque relaciona el comportamiento
disfuncional del adolescente con la red de
interacciones producidas en el seno familiar, mas específicamente
con el vínculo de apego temprano. Es así que consideramos al adolescente y al niño como miembro
de un sistema familiar y social que lo condiciona en
su proceso de socialización, permitiéndole incorporar
valores, creencias, modalidades afectivas y cognitivas,
a partir de las cuales, va a construir su subjetividad.
No es posible entender la complejidad de la conducta
humana si no se parte de un enfoque integrador que
incluya los aspectos biológicos, hereditarios, psíquicos
y socioambientales que participan del proceso de constitución
de un sujeto. Los fenómenos neuroquímicos y
neurobiológicos que intervienen en el desarrollo del cerebro,
las vivencias infantiles satisfactorias que permiten
el establecimiento de relaciones interpersonales
significativas, y las situaciones traumáticas que, como
condicionantes ambientales, afectan el correcto devenir
de la personalidad, conforman un conjunto de variables
determinantes a la hora de comprender la forma de actuar
de una persona.
Diversas teorías han planteado la importancia del medio
ambiente como facilitador del desarrollo psíquico del
niño. Para ello es necesario que durante los primeros
años de vida, las figuras significativas puedan brindar
determinados estímulos y cuidados básicos que permitan
satisfacer las necesidades corporales y psíquicas
del infante. Autores como Kohut, Winnicott, Bowlby y
Ainsworth muestran como las sucesivas experiencias
de satisfacción posibilitan el progreso y maduración del
aparato psíquico y de que manera las perturbaciones en
el vinculo temprano con el cuidador primario derivan en
severos trastornos de personalidad. Siguiendo esta línea
de pensamiento se construyó un nuevo marco teórico,
dentro del cual se encuadra la presente investigación.
Confirmar la existencia de una relación causal
entre vínculos tempranos perturbados, inhibición psicológica
y conductas transgresoras, constituirá una herramienta
teórica de gran utilidad para pensar futuras políticas
de asistencia y prevención dirigidas a adolescentes
en riesgo.
Es así que el trabajo de investigación se propone evaluar
las variables familiares relacionadas con la vinculación
temprana y el apego, que generan un tipo de vulnerabilidad
específica (inhibición psicológica) que marcará luego,
en la adolescencia, el tipo de respuesta entendida
como transgresión a la ley penal.
Características psicológicas de los adolescentes
La adolescencia ha sido considerada como un período
crítico de desarrollo, siendo innumerables los trabajos
de investigación científica desarrollados acerca de dicha
temática. Los que han estudiado científicamente la
conducta han propendido también a señalar que la adolescencia
representa un período de tensiones particulares
en nuestra sociedad. Aunque existen diferencias de
opinión en lo tocante a la importancia relativa de los
factores biológicos, sociales y psicológicos, existe, no
obstante, un acuerdo general de que la adolescencia,
es un periodo de transición, una etapa del ciclo de crecimiento
que marca el final de la niñez y preanuncia la
adultez.
Osorio (1989) realiza una síntesis de las características
psicológicas del adolescente: *Redefinición de la imagen
corporal, relacionada a la pérdida del cuerpo infantil
y la consiguiente adquisición del cuerpo adulto. *Culminación
del proceso de separación/individuación y sustitución
del vínculo de dependencia simbiótica con los
padres de la infancia por relaciones objetales de autonomía
plena. * Elaboración de los duelos referentes a la
pérdida de la condición infantil. * Establecimiento de
una escala de valores o código de ética propio. *Asunción
de funciones o papeles auto-otorgados, o sea, de
acuerdo a inclinaciones personales, independientes de
las expectativas familiares e incluso de las imposiciones
biológicas del género al que pertenece el individuo.
*Búsqueda de pautas de identificación en el grupo de
pares. * Establecimiento de un patrón de lucha/fuga en
relación con la generación precedente. *Aceptación tácita
de los ritos de iniciación como condición de ingreso
al status adulto". Por otro lado creemos, como Francoise
Dolto (1990), que uno de los problemas de las generaciones
actuales de adolescentes radica en que no enfrentan pruebas colectivas de paso; que los "proyectos" adolescentes quizás permitan prescindir de las
mismas, pero que no las reemplazan.
Algunas manifestaciones del proceso psicológico observables
en la conducta habitual de los adolescentes es
que la estabilización de la personalidad no se logra sin
pasar por un cierto grado de conductas "patológicas" que
debemos considerar inherente a la evolución normal de
esta etapa de la vida. (Aberastury A. Knobel 1971)
Como señala Anna Freud (1979) es muy difícil señalar
el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia;
en realidad, toda la conmoción de este período de la
vida debe ser estimada como normal, señalando además
que sería anormal la presencia de un equilibrio
estable durante el proceso adolescente.
Osorio (1989) a su vez plantea que, tratándose de adolescentes,
el término síntoma no es necesariamente indicio
de anormalidad psíquica y -como lo sugiere su
propia etimología, es lícito usarlo tan sólo en el sentido
de «acontecimiento». Muchas perturbaciones de los
adolescentes son, apenas, reacciones adaptativas normales
para las circunstancias y el momento considerado
de su evolución ontogenética.
¿Normal anormalidad, conmoción, acontecimientos?
Más allá de las diferentes denominaciones, existen ciertas
manifestaciones del proceso psicológico por el que
atraviesa el adolescente que son observables en su conducta
habitual, en términos relativamente generales.
Knobel y Aberastury (1971) señalan como características
de los adolescentes las siguientes: Búsqueda de sí mismo
y de la identidad; tendencia grupal; necesidad de intelectualizar
y fantasear; crisis religiosa; desubicación
temporal; evolución sexual desde el autoerotismo hasta
la heterosexualidad; actitud social reivindicatoria; contradicciones
sucesivas en todas las manifestaciones de la
conducta; separación progresiva de los padres y constantes
fluctuaciones del humor y el estado de ánimo.
La identificación se inicia con el moldeamiento del yo por
parte de otras personas, pero la información de la identidad
implica ser uno mismo, en tanto el adolescente sintetiza
más temprano las identificaciones dentro de una nueva
estructura psicológica (Knobel- Aberastury- 1971).
Erikson (1973) señala que el rápido crecimiento físico y
la nueva madurez genital alertan a los jóvenes sobre su
inminente llegada a la edad adulta y comienzan a sorprenderse
con los roles que ellos mismos tienen en la
sociedad adulta. Sin embargo es normal que se presente
algo de confusión en la identidad que responde tanto
a la naturaleza caótica de buena parte del comportamiento
adolescente como la dolorosa conciencia de los
jóvenes acerca de su apariencia.
Knobel (1971) refiere que, en ocasiones, la única solución
puede ser la de buscar lo que Erikson ha llamado
también «una identidad negativa», basada en identificaciones
con figuras negativas pero reales. Es preferible
ser alguien, perverso, indeseable, a no ser nada. Pueden
presentarse también identidades transitorias, ocasionales
o circunstanciales, adoptadas sucesiva o simultáneamente
por el adolescente, según las circunstancias.
Son aspectos de la propia identidad adolescente. Los
cambios corporales, no sólo percibidos exteriormente,
sino también como una sensación general de tipo físico,
son perturbadores también.
Anna Freud (1979), señala que en este período las tendencias
genitales son predominantes, los intereses oralanales
retornan a la superficie y pueden manifestarse en
la aparición de impulsos agresivos, crueldad, aumento
del hambre, voracidad, y en el hecho de que los hábitos
de limpieza cedan al placer de la suciedad y el desorden.
Las formaciones reactivas desarrolladas antes de la adolescencia
(asco, pudor, vergüenza, compasión) también
amenazan derrumbarse, por lo que además de las tendencias
exhibicionistas, pueden aparecer, ocasionalmente,
la brutalidad y la crueldad con animales. Por lo cual
resulta poco realista que los padres resistan la liberación
del vínculo existente con la familia o a la lucha contra los
impulsos pregenitales del adolescente.
Características psicológicas del adolescente transgresor
Knobel (1971) expresa que la mayor o menor anormalidad
durante la adolescencia se corresponderá, en gran
parte, con los procesos de identificación y de duelo que
haya podido realizar el adolescente. En la medida que
haya elaborado los duelos, que son en última instancia
los que llevan a la identificación, el adolescente verá su
mundo interno fortificado, resultando esta etapa menos
conflictiva.
Osorio (1989) plantea la utilización de un esquema referencial
teórico que considera el carácter psicopatológico
de los síntomas en la adolescencia, en función de ciertos «módulos o variables», que son: Intensidad, duración,
significado regresivo y polimorfismo sintomático, al
que denomina "síndrome delincuencial". Al hacer referencia
a la psicopatología adolescente, suele aparecer
una marcada preocupación de padres y educadores
acerca de la homosexualidad, el consumo de drogas, la
delincuencia y el suicidio.
Para Osorio (1989) la psicopatología en la adolescencia se
focaliza en el área del comportamiento en donde el conflicto
Yo- mundo externo deriva de la necesidad evolutiva de
diferenciarse e individuarse, dando lugar a conductas desviadas
cuando aquella se encuentra exacerbada
Varela y otros (1992) refieren que el adolescente comprometido
en hechos antisociales presenta un tipo de desorganización
de la personalidad de un carácter especial,
que lo hacen inubicable dentro de los cuadros de nosología
clásica. Difiere de lo normal en un tipo de perturbación
que tiene que ver con una distinta entidad nosológica
debido a la circunstancia, recurrencia y originalidad de
sus características específicas. Entre ellas: Compulsividad
a la acción (siendo esta la característica predominan te); intolerancia a la tensión y frustración; visión tergiversada
de la realidad; noción del tiempo como presente
absoluto; falla en el proceso de simbolización; manejo del
mundo como objeto; inmadurez cognitiva; pobreza de
juicio; marcada impulsividad; vulnerabilidad yoica y perturbación
en los vínculos interpersonales entre las mas
relevantes.
En general, hay coincidencia entre los diversos autores
en cuanto a que su nivel intelectual y su madurez perceptiva
están levemente por debajo de la media de la
población.
Presentan variadas dificultades para acceder al pensamiento
abstracto, así como rigidez cognitiva, dificultades
para mantener la atención. Fallan en el pensamiento
alternativo y causal (Urra Portillo 1993).
Puhl y otros (2005) señalan que estos adolescentes nos
muestran la dificultad que tienen, no solo para distinguir
lo que sienten, sino también para percibir las emociones
o sentimientos que experimentan. Existe una gran ambivalencia
en sus percepciones; por momentos dirán que
todo esta bien, pero sin embargo cuando se los confronta
con las dificultades comienzan a dudar de sus afirmaciones.
Detectándose en estos adolescentes un déficit en el
establecimiento de los vínculos, el cual se evidencia en
síntomas tales como abulia, apatía y desinterés por el
otro (Kaës, 1991).
Desde el punto de vista intrasubjetivo, se observa un déficit en la construcción de la trama representacional, por la
intensidad y la cualidad de situaciones vitales traumáticas
acaecidas en la infancia (Quiroga y Cryan 2004).
Los sentimientos de malestar son tan abarcativos que
no se pueden descomponer ni analizar en los pequeños
ingredientes que lo componen. Los trastornos conductuales
que evidencian, pueden deberse a repeticiones
compulsivas que surgen, tanto de identificaciones con
el agresor como de intentos fallidos de ligar aquello que
no puede ser comprendido ni tramitado. Siendo el resultado
del uso de defensas primarias tales como la disociación,
proyección y negación. (Puhl y otros 2005)
Se observan diferentes maneras de exteriorizar el conflicto con una dirección hacia el medio en forma de impulsividad,
hiperactividad y baja tolerancia a la frustración y
hacia sí mismos como sumisión, introversión, apatía,
desgano, consumo de sustancias y conductas autodestructivas.
Si partimos de la base que estos adolescentes
pertenecen a familias disfuncionales, donde los mensajes
contradictorios abundan, podemos entender que desde
muy pequeños no han tenido la posibilidad de integrar
los elementos que los rodean con una lógica aceptada
socialmente, sino con la lógica necesaria para su propia
adaptación y supervivencia. Cuando aquel que dice
amarlos y cuidarlos los lastima, las percepciones no coinciden
con los sentimientos. Esta confusión de conductas
y actitudes los lleva a construcciones erróneas sobre su
persona, el concepto de padre, de madre, de amor y
odio, de placer y dolor (Puhl y otros 2005).
El déficit en los vínculos primarios como antecedente de la conducta transgresora en los adolescentes
Bowlby (1988) tras estudiar casos de privación afectiva
durante la infancia, apoyándose en la teoría psicoanalítica
freudiana e influenciado por las investigaciones de
Lorenz, formula su teoría del apego según la cual la relación
con los otros es una necesidad primaria que se
establece al margen de las necesidades de alimentación,
por lo cual no se subordina ni deriva de la misma.
El comportamiento de apego se define como toda conducta
por la cual un individuo mantiene o busca proximidad
con otra persona considerada como más fuerte. Se
caracteriza, además, por la tendencia a utilizar al cuidador
primario como una base segura desde la cual explorar
el entorno desconocido y hacia la cual retornar como
refugio en momentos de alarma.
El punto central de la teoría de Bowlby (1988) está dado
en la postulación de una relación causal entre la experiencia
de un individuo con las figuras significativas (habitualmente
los padres) y su posterior capacidad para
establecer vínculos afectivos. En el desarrollo de la personalidad
se consideran dos tipos de influencias: el primero
se relaciona con la presencia o ausencia de una
figura confiable, quien proporciona la base segura al
niño; y el segundo se refiere a la capacidad del individuo
de reconocer cuando otra persona es digna de confianza
(factores internos). Un buen apego se conforma a
partir de dos aspectos: base segura y exploración.
. La principal variable se concentra sobre la capacidad
de los padres para proporcionar al niño una base segura,
y la de animarlo a explorar a partir de ellos.
Bowlby (1988) sostiene que el ser humano no nace con
la capacidad de regular sus reacciones emocionales.
Necesita de un sistema regulador diádico, en el que las
señales del niño sobre sus estados sean entendidas y
respondidas por sus figuras significativas, lo que le permitirá alcanzar la regulación de esos estados. Sus experiencias
pasadas con la madre, por ejemplo, son incorporadas
en sus modelos representacionales, a los
cuales Bowlby (1973) denominó Modelos de Funcionamiento
Interno (Internal working models).
Un concepto clave en la teoría de este autor es el de sistema conductual, el cual supone una organización
homeostática para asegurar que una determinada medida
se mantenga dentro de límites adecuados. Es decir, la
conducta de apego se organiza por medio de un sistema
de control, análogo a los sistemas de control fisiológico
que mantienen dentro de ciertos límites las medidas fisiológicas
(como la presión sanguínea). Así, el sistema de
control del apego mantiene el equilibrio entre cercanía-distancia
respecto de la figura de apego.
El sistema de apego, cuyo objetivo es la experiencia de
seguridad, es un regulador de la experiencia emocional.
Para Bowlby (1988), la presencia de un sistema de control
del apego y su conexión con los modelos operantes del sí mismo, modelos de funcionamiento interno, y de
las figuras de apego, constituyen características centrales
del funcionamiento de la personalidad.
Los patrones de apego se mantienen a lo largo del tiempo,
es decir que los "modelos de funcionamiento interno" del self y de los otros, proveen prototipos para todas
las relaciones ulteriores, siendo relativamente estables
a lo largo del ciclo vital.
Las conductas de apego son las manifestaciones observables,
son aquellas conductas que facilitan el contacto
y la proximidad. El desarrollo de la conducta de apego,
en tanto sistema organizado, tiene como finalidad que el
niño se mantenga próximo o accesible a una figura materna
diferenciada que lo preserve de los peligros favoreciendo,
de este modo, a la supervivencia y adaptación
de la especie. La conducta de apego es toda conducta
que tenga como objetivo el logro o la conservación de la
proximidad con otro diferenciado, considerado más
fuerte y mejor capacitado para afrontar las exigencias y
riesgos del medio.
El sistema de apego, cuyo objetivo es la experiencia de
seguridad, es un regulador de la experiencia emocional
que le permite al niño construir un modelo del mundo y
de él mismo, a partir del cual podrá percibir e interpretar
las acciones e intenciones de los demás para direccionar
su conducta. La modalidad de apego influye tanto
en la forma de vincularse, como en los tipos de pensamientos,
sentimientos y recuerdos. Estos modelos se
derivan de las experiencias vinculares con sus cuidadores
lo cual supone que a partir de las posibles respuestas
de los mismos se construirán diferentes representaciones
mentales. (Bowlby 1969,1988)
Los trabajos de Mary Ainsworth (1978) tuvieron un papel
central en el desarrollo de la investigación del apego.
Sus observaciones e investigaciones sobre la interacción
entre la madre y el infante, le permitieron diseñar
el procedimiento de laboratorio conocido como la situación
extraña, donde se observaban las respuestas del
infante frente a separaciones muy breves de uno de los
padres, y sus posteriores reuniones, a partir de las acciones
que se generan en estos diferentes episodios
estableciendo tres tipos de apego: Inseguro- Evitativo
(grupo A), Seguro (grupo B), Ambivalente (grupo C)
La calidad del vínculo de apego influirá a futuro en el
niño en aspectos tan importantes como la modulación
de impulsos, deseos y pulsiones y la construcción de un
sentimiento de pertenencia (Barudy 2005)
Los niños que desarrollan un apego seguro han tenido
cuidadores que han dado respuesta a sus necesidades.
Las interacciones entre el niño y sus figuras de apego
se han desarrollado bien coordinadas, se ha establecido
un patrón en donde las señales del infante son comprendidas
por sus cuidadores, dando respuestas que
reestablecen el equilibrio; se va desarrollando de este
modo confianza en sus figuras de apego, las cuales son
internalizadas como disponibles, que responderán y les
ayudarán en la adversidad. En el dominio interpersonal,
las personas con apego seguro tienden a ser más cálidas,
estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y
en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas,
integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo.
(Barudy 2005).
En el desarrollo del estilo de apego inseguro-ambivalente,
nos encontramos con cuidadores con fallas en la
disponibilidad psicológica que permitan dar respuestas
organizadas a las necesidades del niño. Los cuidados
que la figura de apego brinda son incoherentes e impredecibles
lo que genera en el niño la sensación de pérdida
de control sobre su medio. (Barudy 2005). Siguiendo
este desarrollo, Kernberg (1994) sostiene que el apego
intenso a la madre frustradora es el origen último de la
ira y/o el odio.
Esta modalidad relacional produce sentimientos ambivalentes
ante las figuras de apego debido a la inestabilidad
en la satisfacción de sus necesidades afectivas,
vivenciando intensa ansiedad en relación a la disponibilidad
emocional de los otros hacia él. Para poner a salvo
de esta ansiedad que lo desorganiza, el niño incrementará sus conductas de apego.
Los niños que desarrollan un apego inseguro evitativo
han tenido cuidadores primarios que han negado las
necesidades del niño, mostrando conductas de rechazo
y distanciamiento ante las demandas del mismo, exigiendo
a su vez que el niño modifique sus estados emocionales.
Este patrón relacional lleva al niño a la inhibición
de su conducta de apego para evitar frustraciones.
Irán de este modo desarrollando una "seudoseguridad" como estrategia que lo resguarde del rechazo y del
abandono. (Barudy 2005)
Esta desatención constante a las señales de necesidad
de protección del niño por parte de sus cuidadores no le
permite desarrollar sentimientos de confianza en si mismo
y en los otros, irán de este modo construyendo una
representación de los otros como no disponibles. En la
adolescencia se observa desvalorización de los vínculos
afectivos como modalidad defensiva ante el temor
de ser rechazados. El niño organizara una estrategia
evitativa para relacionarse con su cuidador. La inhibición
de signos afectivos tiene el efecto predecible de
reducir el rechazo maternal y la rabia, aprendiendo que
la expresión del afecto es contraproducente.
Según Barudy (2005) al llegar a la adolescencia se ponen
en funcionamiento diferentes estrategias que le
permiten evitar los afectos y las emociones. Esta evitación
de la afectividad puede llegar al extremo de excluir
contenidos de su historia cargados afectivamente.
En la adolescencia este estilo de apego puede generar
importantes problemas conductuales, especialmente en
situaciones de estrés o cambios en el entorno. La incapacidad
del adolescente para pedir ser reconfortado o
aliviado puede fácilmente llevarlo a tener comportamientos
hostiles y antisociales. (Barudy 2005).
Dutra y cols. (2002) señalan que en el tipo de apego
inseguro, evitativo, la persona se siente incómoda con
las relaciones que implican proximidad emocional por lo
cual se mantienen distantes justificando este distanciamiento
emocional en el valor de su independencia y
autosuficiencia.
Marrone (2001) refiere que estos individuos suelen dar
poca información personal, el relato de situaciones dolorosas
suelen estar desconectadas de las emociones
que subyacen, manifestando dificultades para establecer
relaciones significativas con otros. Habitualmente
presentan una autoestima baja y una perspectiva poco
integrada de si mismo.
Winnicott (1991) le otorga especial importancia a los
primeros años de vida, particularmente al ambiente humano
como factor indispensable para el surgimiento de
las funciones psíquicas primarias. Es precisamente en
este periodo del desarrollo cuando la deprivación resulta
mas nociva, pudiendo derivar en la interrupción del
proceso de socialización, y con él, de la capacidad del
niño para ponerse en la situación de otra persona. Si las
figuras primarias no pueden interpretar y asimilar la experiencia
mental del niño, lo privan de las bases necesarias
para construir una vida representacional interna.
De esta manera, el autor establece un nexo directo entre
la "obstrucción de la capacidad de preocuparse" y la
tendencia antisocial o, en otro términos, entre la conducta
antisocial y la deprivación. Solo la presencia estable
de una madre permite al niño la oportunidad de dar
y reparar, sin la cual, la angustia y las defensas primitivas,
como la escisión o la desintegración, emergen
como características principales.
Fonagy (1999) indica la relevancia de la función del cuidador
como base de organización del self. La internalización
de las pautas de actuación brindada por los cuidadores
primarios organizan el núcleo del self del
denominado "self constitucional" o primario.
Según Bowlby (1976, 1998) el apego inseguro se constituye
en un factor de riesgo en el desarrollo de las conductas
antisociales. Si las conductas de los cuidadores
primarios son permanentemente inconsistentes y/o de
rechazo genera en el niño sentimientos de ira ante el
estado de incertidumbre en relación a la disponibilidad
de sus figuras de apego
Conclusiones
La adaptación a las normas sociales forma parte del
proceso evolutivo que se inicia en la primera infancia.
Uno de los requisitos fundamentales para un desarrollo
psicoemocional adecuado es la calidad del vinculo paterno/materno filial. Detrás de la conducta transgresora
de los adolescentes en conflicto con la Ley Penal encontramos
siempre necesidades afectivas insatisfechas
y vínculos primarios que han sido deficitarios.
Desde la teoría del apego las conductas adaptativas
comienzan a configurarse en estas primeras relaciones,
la calidad de estos vínculos primarios será determinante
en el desarrollo de la personalidad y de la salud mental
del niño.
El apego consta de tres componentes: *las conductas
de apego, tendientes a buscar proximidad, * un modelo
mental de la relación, y * los sentimientos de seguridad
si la relación fue favorable.
Cuando por incompetencia de las figuras paternas y/o
maternas estos vínculos primarios resultan deficitarios
nos encontramos con trastornos en el apego resultando
el inseguro evitativo uno de los factores de riesgo en la
conducta transgresora de los adolescentes.
Quienes muestran un apego inseguro evitativo tienden
a afrontar las situaciones estresantes negándolas y
adoptando lo que Bowlby denominó autoconfianza compulsiva:
quitan importancia al acontecimiento estresante
e inhiben la expresión de emociones negativas. Es decir
usan estrategias evitativas del problema que suelen ir
acompañadas de una ansiedad subyacente que refleja
el fracaso del sujeto para afrontar la situación.
Tal como señala Winnicott (1991) es necesario para el
desarrollo del niño un ambiente adaptado a sus necesidades,
sin lo cual resulta imposible establecer los fundamentos
de la salud mental. Sin otro que ampare y
pueda contener, tanto el desarrollo de una personalidad
integrada como el potencial de maduración se verán
perturbados.
Por otra parte, siguiendo a Freud (1905) los poderes
anímicos que se presentan como inhibiciones en el camino
de la pulsión se ven trastocados en el seno de
estas configuraciones familiares y posteriormente generan
interpretaciones de la realidad distorsionadas. Los
déficit severos en los vínculos primarios provocan la
anulación del proceso integrador del niño de manera
que su vida pulsional queda inhibida o disociada.
Por ultimo, Quiroga (1994, 2001) planteo ciertos determinantes
familiares que inducen a los adolescentes a
conductas autodestructivas o al suicidio, ya que la situación
de desamparo parental suele generar culpa y este
sentimiento suele ser desplazado al contexto social,
que es vivenciado como poco continente.
Todo lo antes enunciado se entronca con lo afirmado
por Winnicott en relación a que el acto delictivo constituye
una apelación a las figuras paternas que han fallado
en su función. Siendo la tendencia antisocial en el adolescente,
un llamado a otro que pueda ocuparse de él.
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Fecha de recepción: 20 de marzo de 2009
Fecha de aceptación: 3 de septiembre de 2009