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Ciclos en la historia, la economía y la sociedad

versión On-line ISSN 1851-3735

Ciclos hist. econ. soc. vol.28 no.48 Buenos Aires jun. 2017

 

ARTICULOS

La presencia de los capitales suizos en Argentina, 1890-1980* **

La présence financière de la Suisse en Argentine, 1890-1980

The Swiss capital in Argentina , 1890-1980

 

Isabelle Lucas

 


Resumen

El capital suizo tuvo una fuerte presencia en Argentina durante todo el siglo XX. Entre 1945 y 1980, por ejemplo, Suiza fue el segundo o tercer inversor extranjero en el país, detrás de Estados Unidos y Gran Bretaña. Sin embargo, esta presencia apenas se conoce, a causa de la discreción característica del pequeño país europeo. En este artículo se identifican y analizan las cuatro etapas principales de la exportación de capitales helvéticos a la Argentina entre 1880 y 1980. La primera parte describe las principales inversiones y sus sectores de radicación. La segunda muestra que el desarrollo de la plaza financiera suiza configuró una ventaja crucial para defender, exitosamente, los intereses de miles de negocios en el mercado argentino. El sector de la electricidad en el Gran Buenos Aires recibe una atención particular en este trabajo, que trata en detalle el rol financiero de los actores suizos en la Compañía Argentina de Electricidad (CADE)ny la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad (CIADE). Además de aportar resultados novedosos en la historiografía de esta temática, este análisis permite lanzar un debate sobre la existencia de una forma de imperialismo suizo en Argentina, un imperialismo de guantes blancos asentado en nichos estratégicos.

Palabras clave: Argentina, Suiza, capital, inversiones.

Résumé

Tout au long du XXe siècle, la présence financière suisse en Argentine est forte. Entre 1945 et 1980, par exemple, la Suisse est le deuxième et/ou troisième investisseur étranger dans le pays derrière les Etats-Unis et parfois la Grande Bretagne. Pourtant cette présence est peu connue en raison de la discrétion caractéristique de ce petit pays européen. Cet article vise à retracer les quatre principales étapes de l’exportation de capitaux helvétiques vers l’Argentine entre 1880 et 1980. La première partie présente les chiffres de ces investissements ainsi que les secteurs de placement. La seconde partie montre que le développement de la place financière suisse est un atout de cœur pour les milieux d’affaires désireux de défendre, avec succès, leurs intérêts sur le marché argentin.  Une attention particulière est donnée au secteur de l’électricité du Grand Buenos Aires. En mettant l’accent sur le rôle financier des acteurs suisses dans la Compañía Argentina de Electricidad et de la Compañía Italo Argentina de Electricidad, cet article amène des résultats nouveaux à l’historiographie dans le domaine. Il permet également de lancer un débat sur l’existence d’une forme d’impérialisme suisse en Argentine, un impérialisme en gants blancs agissant dans des secteurs stratégiques de niches.

Mots clés: Argentine, Suisse, capital, investissements.

Abstract

The Swiss capital was strongly present in Argentina throughout the 20th century. Between 1945 and 1980 Switzerland was the second or third biggest foreign investor in the country, behind the United States and Great Britain . However, their involvement is hardly known, because of the characteristic discretion of the small European country. This article identifies and analyzes the four main stages of the export of Swiss capital to Argentina between 1880 and 1980. The first part describes their main investments and the sectors where they settled. The second part shows that the development of the Swiss financial market brought a crucial advantage for the thousands of businesses willing to defend, successfully, their interests in the Argentine market. The electricity industry in Gran Buenos Aires deserves particular attention in this paper, which deals in detail with the financial role of Swiss actors in the Compañía Argentina de Electricidad (CADE) and the Compañía Italo Argentina de Electricidad (CIADE). In addition to providing novel results in the historiography of this subject, it allows to launch a debate on the existence of a kind of Swiss imperialism in Argentina , a white-gloved imperialism based in strategic niches.

Keywords: Argentina, Switzerland, capital, investments.


 

Introducción

Este trabajo aborda las relaciones económicas entre Argentina y Suiza en el siglo XX, regulares, intensas, y muy discretas. La tesis doctoral en la que se basa este artículo analiza la evolución de las relaciones helvético-argentinas de 1890 a 1979, a través de sus intercambios en el plano económico, político y también migratorio y cultural. Si bien es cierto que determinados aspectos coyunturales influyeron sobre tales vínculos, como las crisis, las guerras mundiales, la necesidad de alimentos, es innegable que la relación bilateral evolucionó estructuralmente a favor del “pequeño” país europeo, en la medida en que éste se impuso como plaza financiera en el plano internacional. Este trabajo, apoyado en la consulta de quince archivos públicos y privados en Suiza, Argentina, Francia y Bélgica, sostiene que existe una forma de imperialismo suizo en Argentina, un imperialismo entendido en el sentido de sujeción de todo o parte de una economía a un país extranjero. Se trata de un imperialismo de guantes blancos de tipo económico y financiero, que se manifiesta no solo en que sigue los pasos de las grandes potencias, sino también en su actuación en determinados nichos, especialmente el de la electricidad.

Hasta ahora no se publicaron otras investigaciones sobre las relaciones bilaterales suizo-argentinas. La discreción del capitalismo helvético explica en parte el desinterés de los historiadores. En efecto, esta característica desdibuja el peso real de los industriales y financistas suizos en Argentina. “Ofrecemos nuestros prestaciones [de capital] sin hacer ruido y casi secretamente, a fin de que nadie objete nada”[1], afirmó uno de los funcionarios principales de la administración federal en 1955. Sin embargo, esta influencia ha sido constante: entre 1945 y 1980 Suiza fue el segundo o tercer inversor extranjero en Argentina, solo detrás de Estados Unidos y Gran Bretaña; y el primero, si se considera la inversión por habitante.

En primer término este artículo presenta la evolución de las inversiones suizas radicadas en Argentina entre 1880 y 1980; y luego, a través del caso de las inversiones en electricidad, se analiza cómo el desarrollo financiero de Suiza le permitió defender sus intereses en este sector.

 

Las cuatro etapas de la exportación de capitales suizos a la Argentina

 

La exportación de capitales suizos a la Argentina comenzó a fines del siglo diecinueve. En 1976, estas inversiones sumaban un monto importante, más de mil millones de francos suizos (429 millones de dólares)[2]. De este modo, Suiza representaba el 12,3% del total de las inversiones extranjeras en Argentina, detrás de EE.UU. (40%), pero delante de Gran Bretaña (7,8%), los Países Bajos (6,3%), Francia (5,9%), República Federal de Alemania (5,8%) y Canadá (4,2%). ¿Cómo llegó a esta posición? Es posible identificar cuatro períodos particularmente intensos para las inversiones, bajo la forma directa y de cartera, y también de empréstitos y préstamos. Dos puntos clave deben considerarse antes de presentar las diferentes etapas. En primer lugar, que es muy difícil inventariar los activos suizos en Argentina. Por un lado, a causa de la fuerte imbricación de los movimientos de capitales entre los bancos franceses, británicos, alemanes, estadounidenses y suizos; y también, porque los banqueros suizos son muy renuentes a brindar información sobre sus inversiones[3]. Sin embargo, a largo plazo, es posible captar algunas tendencias verosímiles. En segundo término, que la pugna de los intereses suizos entre el comercio y las finanzas en la Argentina es muy débil[4]. De hecho, el capital financiero suizo invertido en industrias radicadas en Argentina los transformó también en los principales demandantes de productos industriales suizos. Esto es particularmente notable en el sector eléctrico, que representaba una verdadera fusión del capital bancario e industrial.

 

1880-1913, los empréstitos predominaron pero Suiza dio sus primeros pasos en el sector eléctrico argentino

           

En la primera etapa, que se extendió desde 1880 hasta 1913, la exportación de capital en la forma de empréstitos fue predominante. Durante este período, una veintena de bonos argentinos se colocaron parcialmente en Suiza[5]. Las cantidades exactas no se conocen. Catorce fueron empréstitos del Estado Nacional o de las provincias, tres tuvieron como destino los ferrocarriles y otros tres, empresas industriales. El mayor ascendió a 30 millones de francos (6 millones de dólares), se colocó en Suiza en 1910, a un interés de 4,5%, para financiar los ferrocarriles de la provincia de Buenos Aires. Asimismo, en esos años las empresas suizas más importantes instalaron sus primeras comercializadoras  en Argentina. Bally, por ejemplo, trató de vender sus zapatos; Nestlé sus productos alimenticios; y Sulzer sus maquinarias[6]. También en esa época los capitales suizos comenzaron a invertir en los sectores de seguros y bancos[7].

Pero las inversiones cualitativamente más importantes en este periodo se dirigieron al sector de la electricidad en el Gran Buenos Aires. En 1898, siguiendo a los capitales alemanes, el Credit Suisse de Zurich, segundo banco de Suiza,  comenzó a invertir en este sector estratégico de la economía argentina. Fue el único banco no alemán en formar parte de la creación de la sociedad financiera Deutsche Überseeische Elktrizitätsgesllschaft (DÜEG) en Berlín. Su objetivo era el control de la Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad (CATE), la que se convirtió en 1920, en la conocida Compañía Argentina de Electricidad (CADE). Originalmente, los suizos detentaban sólo el 6,66% del capital de 10 millones de marcos (12,4 millones de francos suizos o 2,3 millones de dólares) de DÜEG[8].

Mientras tanto, con el apoyo de socios italianos, el Swiss Bank Corporation (SBS), el banco más grande de Suiza, y la empresa industrial Brown Boveri & Cie. constituyeron la compañía financiera Columbus en Gladis, Suiza. Ésta debía financiar y controlar la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad (CIAE), creada en 1911. El grupo suizo era mayoritario en Columbus, tenía el 47% de su capital de 16 millones de francos (3 millones de dólares). El grupo italiano participaba con el 33% y el grupo argentino con 19%[9]. A comienzos del siglo XX, las inversiones en el sector de la energía aun eran relativamente pequeñas, sumaban alrededor de 8,3 millones de francos (1,6 millones de dólares).

 

1922-1933, inversión externa directa para contrarrestar la industrialización en Argentina

 

En los años 1922-1933 Suiza dio el segundo paso importante en la exportación de capital hacia la Argentina. En 1926, el economista Joseph Mirelman estimaba que todo el capital suizo colocado como inversión de cartera y directa totalizaba unos 100 millones de francos[10] (19,3 millones de dólares). Esta cantidad representaba aproximadamente el 3% del capital suizo invertido en el extranjero. En diez años, estas inversiones se incrementaron casi cinco veces. En 1937, llegaron a 450-500 millones de francos (103-114 millones de dólares), lo que correspondería a un 5-6% de los capitales suizos invertidos en el extranjero[11]. Por lo tanto, Suiza tenía, per cápita, más capital invertido en Argentina que Gran Bretaña. La CADE y la CIAE daban cuenta de casi la mitad de este monto. Desde entonces, los inversores suizos dominaron el capital de ambas compañías. Esta cuestión se retoma más adelante.

Además de las dos empresas de electricidad, las inversiones suizas se distribuían entre 112 bancos, 35 firmas comerciales e industriales, 22 personas físicas, y 10 empresas financieras y de seguros[12]. El fuerte crecimiento de los montos invertidos se debió sobre todo a la radicación de fábricas de las multinacionales suizas, que en la década de 1920 se posicionaron muy favorablemente en ciertos sectores. Este es el caso, entre otros, de la Brown Boveri & Cie (1922) en electrotécnica; Bally & Co. (1925), que en Argentina se convirtió en la Curtiembre La Federal S.A.; Gebrüder Sulzer (1925) en el sector de la maquinaria; Nestle (1929) y Suchard (1933) en la alimentación; Hoffmann-La Roche (1930), Ciba (1931) y Geigy (1931), en la industria químico-farmacéutica, y Holderbank (1930) en el cemento. También André & Cie (Lausana) cuya filial La Plata Cereal (1928) se impuso en la comercialización de granos[13]. Además de los capitales suizos, también las grandes empresas alemanas, francesas, italianas, británicas y estadounidenses se instalaron en Argentina durante el período de entreguerras. Para las economías centrales, el objetivo era contrarrestar la voluntad del país de desarrollar su propia industria. El economista argentino Jorge Schvarzer llamó a esta nueva ola de inversión extranjera directa "proceso de sustitución de exportaciones"[14]. Las filiales industriales constituyeron un arma eficaz para conquistar el mercado argentino mediante el aumento de la demanda de equipos e insumos a las casas matrices.

A estas inversiones, hay que sumar la emisión de bonos a través de dos bancos suizos durante la severa crisis de 1930. La primera fue de 10 millones de francos (1,9 millones de dólares) al 4%, para las compañías eléctricas Bahía Blanca (1931);  y la segunda, el Empréstito Roca (1933), de 9 millones de francos (2,2 millones de dólares) al 5%, destinado al Estado argentino[15].

 

1937-39, los capitales en busca de seguridad

           

La tercera etapa en la exportación de capital suizo a la Argentina fue muy breve, solo se extendió desde 1937 a 1939. En vísperas de la guerra, Argentina era el único país de América Latina que aún mantenía la confianza de los inversores extranjeros, por su economía próspera, la estabilidad del peso, y el control estatal sobre el débil sector bancario. Además, los inversores sabían, por la experiencia del pasado, que Argentina permanecería neutral en caso de guerra; además era el único país latinoamericano que nunca había dejado de pagar su deuda externa, y sus dirigentes mostraban una gran complacencia frente al capital extranjero[16].

Así, entre 1937 y 1939, las nuevas inversiones suizas en empréstitos y préstamos alcanzaron un mínimo de 80 millones de francos (18,2 millones de dólares). En julio de 1937 se lanzó el empréstito más importante. Nueve bancos suizos[17] se agruparon, bajo la dirección del Credit Suisse, para emitir 40,5 millones de francos (9,2 millones de dólares) al 5% para la empresa United River Plate Telephone Company Ltd., radicada en Buenos Aires, a un plazo de 25 años[18]. Otras sumas menores se colocaron en el mercado de capitales de Suiza en el marco de emisiones internacionales[19]. En 1938, se agregó un crédito de 40 millones de francos suizos ofrecidos por el Credit Suisse y la SBS al gobierno argentino[20], como símbolo de la confianza de los círculos financieros en Buenos Aires. A diferencia de los empréstitos, en este caso los bancos asumieron directamente los riesgos. La tasa de interés fue muy baja (3,5%), y la duración de 2 años, con opción a extenderla. En las negociaciones de la renovación, hasta 1945, los suizos obtuvieron importantes concesiones, como la reducción de las barreras aduaneras para sus productos, en particular los textiles.

Es necesario tener en cuenta que durante este breve período, varios bancos suizos por temor a una invasión alemana, trataron de transferir activos a sus clientes en Argentina. Además, numerosos industriales viajaron al país para explorar nuevas áreas de inversión. La Segunda Guerra Mundial y los años de la posguerra del gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955) frenaron la exportación de capital, que recién en la década de 1960 se recuperó fuertemente.

 

1956-1980, inversiones a la altura del poder financiero suizo en expansión

 

En la tercera etapa, que corre desde 1956 hasta 1980, el sector financiero suizo experimentó un desarrollo deslumbrante[21]. Uno de los principales funcionarios de la Administración Federal afirmaba en 1958:

“Este pequeño país ocupa el tercer lugar en las investiciones (sic) de capital privado en el extranjero. Viene enseguida después de los Estados Unidos y la Inglaterra respectivamente. Los haberes netos en el extranjero son de la misma importancia como los británicos. Los demás países -también Alemania del Oeste- siguen con distancia considerable. Se presume que las investiciones (sic) de capital suizo en el extranjero suman unos doscientos millares de pesos.”[22] [18 millones de francos, o 4,2 millones de dólares].

 

En la década de 1960, Suiza consolidó su papel como centro del capital internacional. Mientras que en 1948 el capital bajo gestión representaba el 86% del PIB suizo, en 1970 había trepado al 237%[23]. En la comparación internacional, el crecimiento de la plaza financiera suiza sobresale. En 1970, por ejemplo, los balances de los bancos helvéticos representaban el 60% de los balances de las entidades del Reino Unido, el 64% de los franceses y el 92% de los bancos alemanes[24]. Por lo tanto, era necesario encontrar áreas rentables para colocar estos activos en crecimiento. ¿Cómo se tradujo esa fuerza del poder financiero suizo en suelo argentino?

Entre 1945 y 1980 Suiza era, per cápita, el mayor inversor extranjero en Argentina. En términos reales, ocupaba el segundo o tercer lugar, detrás de Estados Unidos y Gran Bretaña. Según los datos disponibles, en 1945 los capitales suizos detentaban el 7% del total de las inversiones extranjeras en Argentina. Esta cifra se mantuvo en 12-15% entre 1953 y 1977, y cayó a 9,4% en 1995[25].

Hasta 1957, más del 60% de las inversiones suizas en forma de IED y de cartera fueron destinadas a las empresas de electricidad CADE y CIAE. Pero a partir de la década de 1960, las inversiones se apartaron de este sector, considerado poco rentable, y creció una nueva ola de instalación de filiales industriales de origen suizo, especialmente en el sector de productos químicos y farmacéuticos. Sandoz (1955), Givaudan (1958), Sika AG (1958), Rovapharm AG (1964), se unieron a los pesos pesados de la química de Basilea ya presentes desde principios de los años 1930. Así, las empresas suizas en este sector se posicionaron justo después de las norteamericanas[26]. En 1965, su peso era tal que fueron capaces de movilizar a sus homólogas alemanas y estadounidenses (y a sus gobiernos) en contra de la ley Oñativia del gobierno de Illia, que reglamentaba el sector de los medicamentos[27].

El fenómeno más notable de este período fue el retorno de la exportación de capital después de un largo paréntesis. El primer empréstito que el gobierno pudo colocar en Europa desde el final de la guerra se lanzó en Zurich, el 30 de junio de 1961[28]. El Credit Suisse lideró el sindicato de bancos, que incluyó otras entidades suizas, y también alemanas, inglesas, francesas, italianas, belgas y holandesas. El monto fue de 25 millones de francos, y la tasa de interés del 7,25%, que superaba con creces la de la mayoría de los empréstitos extranjeros emitidos en Suiza en los años anteriores. El gobierno debía utiliza esos fondos para pagar deuda de corto plazo contraída para financiar inversiones productivas. Los bancos suizos detentaron el 38% del empréstito, la participación más elevada. Esta operación fue muy importante porque simbolizó un voto de confianza a los inversores internacionales y sirvió como rampa de lanzamiento para el retorno de la exportación de capitales a la Argentina. La Casa Rosada esperaba ese momento desde 1956. A tal efecto, había otorgado muchas concesiones a los inversores extranjeros.

Suiza jugó un papel particularmente importante en Europa en este tipo de operaciones. Martínez de Hoz explicaba el 8 de noviembre de 1984 en la Cámara de Diputados:

“El mercado financiero suizo era un mercado de colocación de bonos, y una colocación de bonos que tuviera éxito en eses mercado tenia asegurado igual resultado en todos los mercados financieros europeos. Además, los tres bancos suizos mas importantes tenían una influencia –yo diría de ejemplo moral– porque Suiza fue siempre considerada la más estricta de todas en las condiciones que exige a quienes le van a otorgar un crédito”[29].

 

Los círculos dirigentes de la economía suiza supieron hacer valer este rol de peso en materia de emisión de empréstitos en Europa. De hecho, convencieron a sus homólogos para condicionar esta primera emisión de deuda después de la guerra, a la firma de un acuerdo de concesión entre la CIAE y el gobierno argentino, en términos muy favorables para los inversores suizos. El empréstito se perfeccionó el mismo día que el contrato de la CIAE[30].

Los períodos de dictadura militar atrajeron especialmente a los capitales helvéticos. En la  llamada Revolución Argentina (junio 1966 a mayo 1973), fueron numerosos los préstamos y empréstitos suizos, por 220 millones de francos (54 millones de dólares), equivalente a un promedio de 2,7 millones de francos por mes[31]. En cambio, en el gobierno peronista elegido democráticamente (junio 1973 hasta marzo 1976), las emisiones sumaron 48 millones de francos (unos 17 millones), o 1,5 millones de dólares por mes en promedio. Por último, bajo la dictadura de la Junta Militar presidida por Videla (desde abril 1976 hasta marzo 1981), se desplegaron las mayores transacciones financieras de la historia de la relación suizo-argentina. Esta cifra asciende a 671 millones de francos (unos 335 millones de dólares debido a la disminución significativa en el dólar), lo que representa un promedio de 11,4 millones de francos. Estos fondos debían utilizarse sobre todo para pagar bienes industriales suizos y servicios de ingeniería para el proyecto de la central hidroeléctrica El Chocón Cerro Colorado; ampliar las instalaciones de la CIAE; pagar el suministro de bienes de equipo suizo para el complejo petroquímico de Bahía Blanca y para un proyecto de instalación de agua pesada. El monto citado incluye también la emisión del préstamo que se utilizó para la recompra de la compañía CIAE por parte del gobierno argentino en 1979.

Es evidente que la presencia financiera en Suiza a Argentina pesa mucho. Ahora se trata de explicar cómo se una expansión de esta magnitud ha podido realizarse con tanta discreción. Se trata también de comprender por qué, a diferencia de los intereses de otros países, los de Suiza lograron escapar de todas las amenazas de nacionalización blandidas por varios gobiernos argentinos en el siglo XX, y también por qué las transferencias de los beneficios no experimentaron ninguna interrupción.

 

La fuerza de la expansión económica y la defensa de los intereses de Suiza en Argentina

 

Tradicionalmente, la principal ventaja suiza en sus relaciones exteriores se materializa en esta fortaleza financiera, que siempre aparece en el tapete para defender los intereses helvéticos en el exterior. A continuación se presentan algunos ejemplos sobre el modo en que se han defendido los intereses de Suiza en el sector eléctrico argentino.

 

La electricidad, insignia del imperialismo suizo

Este ejemplo es relevante por dos razones. En primer lugar, porque la electricidad es un sector estratégico clave para una economía. No es necesario recordar que gracias a ella opera buena parte del transporte, el alumbrado público y la producción industrial. El poder de influencia de quien controla la electricidad ha convertirdo a este sector en uno de los pilares del imperialismo suizo. Es su buque insignia. Los industriales suizos se han establecido en este sector altamente especializado a principios del siglo XX, junto a los alemanes[32]. Se trata de un sector muy demandante de capital. Los grandes bancos suizos son capaces de suministrarlo, a tal punto que su ritmo de crecimiento entre 1900 y 1913 fue "increíble", y muy superior al de los demás países desarrollados[33]. De este modo, se formaron conexiones íntimas entre industriales y banqueros, que dieron luz a la llamada estrategia Unternehmergeschäft, de la que emergen las sociedades financieras para el sector eléctrico, instaladas sobre todo en Suiza y Alemania. Éstas concentran el capital y los conocimientos técnicos, es decir, los ingredientes necesarios para el control de numerosas compañías eléctricas en erigidas todo el mundo.

En el Gran Buenos Aires dos empresas, el CIAE y CADE, estaban dominadas por capitales helvéticos, la primera desde 1911 y la segunda desde 1919, a través de las sociedades financieras Motor-Columbus (con sede en Baden, Suiza) y CHADE (con sede móvil en Berlín, Madrid y Luxemburgo). Desde su creación y hasta 1957, estas empresas proveían, en promedio, casi el 60% de la producción total de electricidad en Argentina[34]. En la década de 1950 ellas empleaban el 60% de los 41.000 trabajadores del sector[35]. Brown Boveri & Cie. proporcionaba los insumos y realizaba la mayor parte de las instalaciones para ambas firmas, operaciones en las que también participaban las empresas suizas Escher Wyss et Sulzer[36].

Los nombres de la CIAE y la CADE quedaron asociados a un escándalo de corrupción que se remonta a 1936, cuando dieciséis concejales, en su mayoría radicales, recibieron cada uno 100.000 pesos (123.660 francos suizos) a cambio de su voto para permitir que las dos empresas obtuvieran contratos de concesión extremadamente ventajosos[37]. Este "pecado original" volvió regularmente al escenario político argentino hasta 1974. Cada elección presidencial era una oportunidad para plantear la cuestión de la nacionalización, esta cuestión hizo correr ríos de tinta[38]. Pero a pesar de esta fuerte atención, la sociedad jamás percibió en su justo valor el rol de los actores suizos en el control o la defensa de estas dos compañías. Basta mencionar que el complejo CADE/ CHADE fue, hasta ahora, considerada por los historiadores como dominado por capitalistas belgas, a través de la poderosa sociedad financiera Sofina,. Esta es probablemente una de las expresiones más claras de la discreción suiza. En cuanto a la CIAE, aunque nunca fue ignorado que el control financiero estaba en manos suizas, el papel de los círculos políticos y económicos suizos en la defensa de los intereses de la empresa no fue revelado. Sin entrar en el detalle de las múltiples sociedades financieras controlantes, ni en el de los contratos de concesión que les ofrecieron ventajas considerables, ni en los abultados dividendos transferidos a las sociedades europeas.

 

Cómo los inversores suizos tomaron el dominio de la CHADE

La neutralidad de Suiza durante la Primera Guerra Mundial y la fortaleza del franco suizo desempeñaron un papel fundamental para proteger los intereses suizos en el sector eléctrico. Ya se mencionó más arriba que en 1898 el Zurich Swiss Credit era el único banco no alemán que integraba la compañía financiera DÜEG en Berlín, la que a su vez financiaría a la CATE en Argentina (futura CADE). Con el 6,66% de las acciones, el principal banco suizo posó un pie en el sector de la electricidad en Argentina, de la mano de Alemania. Sin embargo, las consecuencias de la Primera Guerra Mundial le permitieron instalarse plenamente y cerrar la puerta en la nariz de los alemanes.

En virtud de su neutralidad durante el conflicto, Suiza pudo, a diferencia de los beligerantes, mantener sus actividades financieras. Este país, situado en el centro de una Europa devastada, emergió reforzado por la guerra[39]. De hecho, el capital en busca de seguridad fluyó hacia las arcas de los bancos suizos. Así, después de la guerra, el franco era la moneda más fuerte del mundo después del dólar estadounidense[40]. Por el contrario, la caída del marco fue tan brutal y profunda que los accionistas alemanes ya no pudieron permanecer en la compañía financiera DÜEG. Sus homólogos suizos aprovecharon la oportunidad para recuperar gran parte de sus activos. Así obtuvieron el 40% del capital de DÜEG, cuya sede social fue desplazada a España, y cuyo nombre mutó en la Compañía Hispano Argentina de Electricidad (CHADE)[41]. Esta cuestión es importante para la historiografía argentina, ya que la posición de las inversiones alemanas en el total de la inversión extranjera en el país depende de la ponderación de las inversiones alemanas en la CADE[42]. Nunca hubo consenso sobre esta cuestión. Pero, como puede observarse, las inversiones alemanas en la CADE prácticamente desaparecieron a partir de 1919. El mismo proceso estaba en marcha en la CIAE, donde los accionistas suizos aprovecharon la caída de la lira para marginar al grupo italiano.

De esta manera, en 1943, la participación en la CHADE se distribuía de la siguiente manera[43]. El grupo suizo tenía el 37% del capital y el 40% de los derechos de voto de los 260 millones invertidos en la CHADE. Luego seguía el grupo español con el 33% y el belga, representado por Sofina, sólo el 15%. ¿Por qué la historiografía siempre consideró que Sofina dominaba la CHADE?

En primer lugar, Sofina ejercía, efectivamente, el control administrativo y técnico, pero no el control financiero[44]. Además, Dannie Heinemann, vicepresidente belga-americano de la CHADE y persona muy influyente, siempre estuvo al frente de la escena. Esta sobreexposición da la impresión de que la compañía Sofina , que él preside, es la que domina. Comparado con él, Rudolf Bindchedler del Credit Suisse Zurich, también vicepresidente de CHADE, era una figura pálida y discreta. En junio de 1941, D. Heinemann escribió a su gran amigo George S. Messersmith, embajador de Estados Unidos en Cuba:

Como he explicado con frecuencia en Washington, Sofina no controla la CHADE, ya que nuestra participación sólo asciende al 15% del capital social. Pero, si nuestra influencia es grande, esto se debe principalmente a mi influencia personal sobre otros miembros de

la Junta.[45] (N del T: original en inglés).

           

            En cuanto a la CIAE, controlada por la sociedad financiera Motor-Columbus, los capitalistas suizos tenían el 73% del capital social de la compañía, de 130 millones de francos (100 millones de pesos)[46]. La participación italiana había bajado del 33% de las acciones en 1912, al 2,5% en 1943[47]. Esta distribución continuó hasta que la CADE se convirtió en una empresa mixta en 1958 y la CIAE fue adquirida por el gobierno argentino en 1979.

 

La Segunda Guerra Mundial : cómo la CADE y la CIAE escaparon a las amenazas de nacionalización

En 1943, el gobierno argentino lanzó una profunda investigación sobre la CIAE y la CADE, que produjo un informe condenatorio sobre sus actividades, y aportó pruebas de los actos de corrupción de 1936. El ya mencionado Informe Conde concluía con la necesidad de nacionalizar las dos empresas. El mismo procedimiento se aplicó a las compañías de servicios públicos estadounidenses, instaladas en varias provincias y controladas por la American & Foreign Power[48]. Estas últimas, contrariamente a la CADE y la CIAE, fueron expropiadas. Entre los factores que explican la indulgencia con estas compañías, dos han permanecido en segundo plano: las gestiones diplomáticas de la Confederación Helvética , y el atractivo del mercado de capitales suizo.

La estrategia de defensa de la CADE y la CIAE se elaboró en el Palacio Federal de Berna. Los directores suizos de CHADE y Motor-Columbus se reunieron allí con las autoridades en agosto de 1943. Juntos decidieron que las gestiones diplomáticas debían prevalecer, y que era esencial unir las fuerzas de todos los grupos de inversores para presionar a Buenos Aires[49]. Con el fin de coordinar a todos los actores involucrados, principalmente en España, Bélgica y Estados Unidos, los telégrafos de la administración federal, neutrales en el conflicto, se pusieron a disposición de los círculos privados. Tres elementos permiten entender la decisión argentina de no expropiar la CADE y la CIAE.

En primer lugar, existía un factor político. Ya en 1944, Buenos Aires estaba muy aislado diplomáticamente. Desde septiembre de 1940, la Argentina había perdido diecisiete de sus socios europeos[50]. La ruptura diplomática con el Eje en enero de 1944 condujo a la pérdida de otros, incluida Bélgica. La crisis diplomática con los anglosajones aumentó el aislamiento. En resumen, España y Suiza se contaban entre los pocos socios comerciales europeos que aun quedaban a la Argentina. Por eso, la Casa Rosada fue particularmente sensible a las cartas de protesta enviadas por las representaciones suiza y española en Buenos Aires contra una posible nacionalización[51]. El segundo factor fue el compromiso del gobierno argentino con el mercado suizo. En agosto de 1944, la Dirección Nacional de Energía contemplaba la colocación en Suiza de una orden de compra de máquinas para nuevas represas y usinas por un monto enorme de 200 millones de pesos (194 millones de francos)[52]. Los representantes suizos hicieron saber al gobierno argentino que esto sería imposible mientras subsistieran las amenazas de nacionalización. Finalmente, el tercer factor, más conocido, es que los representantes de la CADE en Buenos Aires ofrecieron al gobierno su colaboración para realizar los proyectos hidroeléctricos para la construcción de Salto Grande después de la guerra, y para el mantenimiento de la industria nacional del carbón, dos aspectos esenciales para el desarrollo industrial del país[53].

Al parecer, Juan Domingo Perón tuvo en cuenta estos tres argumentos. En julio de 1944 le dijo al director del CADE que la orden de expropiación formulada por la Comisión Conde "no será firmada, se procederá amigablemente”[54]. En agosto, manifestó que había decidido prohibir la publicación del informe de la Comisión[55]. Es factible que el acceso al mercado financiero suizo preocupara a las autoridades argentinas, pero también dependían del conocimiento tecnológico suizo para desarrollar futuros proyectos hidroeléctricos.

 

1957-1979: el poder financiero suizo, el apoyo de las grandes potencias y la comunidad suiza de negocios

           

Entre 1957 y 1979, las amenazas de nacionalización de las empresas eléctricas se plantearon dos veces: la primera en julio de 1957 bajo el gobierno de militar de Aramburu y la segunda en octubre de 1974 bajo la presidencia de María Estela Martínez de Perón. Además, el sector eléctrico era motivo de numerosas tensiones al interior de los gobiernos que se sucedieron en la Casa Rosada. Sin entrar en detalles, basta saber que no hubo tal nacionalización. La CADE se convirtió en una empresa mixta en 1958,  en condiciones muy beneficiosas para sus accionistas. La CIAE, por su parte, obtuvo un nuevo contrato de concesión en 1961, aún más ventajoso que los anteriores, antes de ser finalmente recomprada en 1979 por la dictadura bajo un procedimiento irregular y un precio superior al valor de la empresa, de 155 millones de dólares[56]. ¿Cómo pudo suceder?

Nuevamente los círculos privados y políticos suizos se unieron para elaborar una estrategia de defensa. De hecho, sus vínculos son particularmente estrechos en Suiza: "La colaboración en nuestro país entre el gobierno y la economía es muy intensa. (...). Aquí hay que buscar una de las más grandes fuentes de nuestra riqueza”[57], dijo en 1958 Edwin Stopper (1912-1988), delegado para los acuerdos comerciales del Consejo Federal.  Este funcionario fue la columna vertebral de las negociaciones suizo-argentinas hasta 1979. La estrategia consistía sobre todo en apoyarse en el poder de la plaza financiera suiza. Las palabras de Walter E. Boveri, en cabeza de la sociedad financiera Motor-Columbus, en una reunión de la Asociación Suiza de Banqueros (ASB) el 28 de agosto de 1957 en Zúrich, aclaran la modalidad de ese apoyo:

“Los dirigentes actuales de Argentina sólo comprenderán la fuerza. [...] Una respuesta eficaz sólo puede activarse en el mercado de capitales. Argentina no solo necesita capital, sino que las arcas del Estado están vacías. Es importante que ninguna casa suiza otorgue créditos a la Argentina y que nos pongamos a disuadir a los eventuales prestamistas de otros países de poner capitales a disposición de Argentina”.[58]

           

Estos fueron los lineamientos de la defensa durante los próximos veinte años. ¿Cómo es posible disuadir a posibles prestamistas de otras naciones? Edwin Stopper tuvo éxito en atenazar a Buenos Aires entre los acreedores de Europa occidental, por un lado, y los círculos financieros estadounidenses, por el otro. A partir de 1956, Argentina negoció con Europa a través del llamado Club de París, un club de acreedores públicos integrado por once estados europeos, entre ellos Suiza[59]. Edwin Stopper intervino repetidamente para multilateralizar el conflicto bilateral sobre las compañías eléctricas, y consiguió que otros estados europeos presionaran a Buenos Aires. El Club de París fue llamado “nuestro ancla de la salvación" por los actores suizos, que no hubieran podido obtener tantas ventajas por la simple ruta bilateral.

Por otro lado, Stopper intervino indirectamente en el mismo sentido ante el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial , el Banco Mundial se financia en el mercado de capitales suizo, aunque Suiza no es miembro de la institución. Entre 1945 y 1961, por ejemplo, tomó un monto total de más de 900 millones de francos, generalmente en forma de bonos a largo plazo[60]. La propia Confederación Helvética hace adelantos al Banco Mundial. Estos son fuertes argumentos para impulsar a las dos instituciones de Bretton Woods a apoyar a las compañías eléctricas suizas, y así lo hicieron. Durante las dictaduras militares, no hubo necesidad de presiones de este tipo,  ya se mencionó más arriba que los bancos suizos les conceden elevados montos de empréstitos y préstamos. Esto fue suficiente para convencerlos de responder a las demandas suizas sobre las compañías de electricidad.

 

Conclusiones

           

La presencia de los capitales helvéticos en Argentina durante el siglo XX se profundizó en paralelo al desarrollo de Suiza como centro financiero mundial. La fortaleza del franco suizo, estable y convertible, así como el creciente rol del país europeo en el mercado internacional de capitales, le permitieron defender sus intereses en las empresas de electricidad CADE y CIAE durante toda la centuria. Estas investigaciones deberían complementarse con otros casos, especialmente en los sectores del petróleo y de la química farmacéutica. Por ejemplo, en la década de 1930 los bancos suizos intervinieron para salvar a la petrolera Astra de sus graves dificultades, así, los accionistas suizos adquirieron una parte significativa de su capital. También es importante tener en cuenta que la carta de triunfo no juega sola, sino que la acompañaron una discreción a toda prueba, el hecho de que la expansión suiza fue avanzando asociada a las grandes potencias; una comunidad de negocios instalada en Buenos Aires desde fines del siglo XIX y muy integrada en la vida económica y política local; un apoyo permanente del Estado suizo a los círculos privados; y, finalmente, una política de neutralidad que ofreció ventajas concretas pero también un valioso capital simbólico a este pequeño país europeo.

 

* Este trabajo está basado en la tesis doctoral de la autora “La cime insubmersible de l’argent” et “la grande réserve de l’Occident”: un siècle de relations helvético-argentines, ("La cumbre insumergible del dinero" y "la gran reserva de Occidente": un siglo de relaciones suizo-argentinas, NdT), defendida en mayo de 2016 en la Faculté des Lettres de la Université de Lausanne, Suiza.

** Traducción de Noemí Brenta, CONICET-UBA. FCE, CIHESRI-IDEHESI.

[1] Archivos Federales de Berna (AFB), E2800/59 vol. 93. Exposición de D. Stopper, delegado en los acuerdos comerciales del Consejo Federal ante la Asamblea General de la Sociedad Suiza para la Industria Química , 4 de noviembre de 1955.

[2] AFB, E7115 (A) 1990/142 vol. 134, Ministerio de Economía de la República Argentina , Inversiones extranjeras al 28 de agosto de 1976. El importe total de las inversiones extranjeras en Argentina se estimaba en ese momento en 3.503 millones de dólares. Detrás de las inversiones canadienses seguían las de Italia (3,6%), Luxemburgo (3,4%), Panamá (3%), Suecia (2,4%) y Bélgica (1,5%).

[3] Sobre esta problemática ver: Schaufelbuehl Janick, Marina y Sébastien Guex, "Les vertus de l'ignorance. Enjeux et conflits autour des statistiques sociales et économiques en Suisse au XXe siècle", Economies & Sociétés, nro. 44(9), 2011, pp. 1555-1574.         [ Links ]

[4] AFB, E 2001 (D) 1000/1551 vol. 229. Carta de Conrad Caspar Jenny, Legación de Suiza en Buenos Aires a la División de Asuntos Extranjeros, 14 de enero de 1939.

[5] Se trata de empréstitos emitidos parcialmente en Suiza y también en otras plazas europeas, pero con participación helvética. Ver: Alfredo F. Orelli, "Argentina y la banca suiza", en 150 años de relaciones suizo-argentinas 1834-1984, Buenos Aires, Federación de Asociaciones Suizas de la Republica Argentina , 1984, pp. 52-54; y Hauser-Dora Angela M., Die Wirtschaftlichen und handelspolitischen Beziehungen der Schweiz zu überseeischen Gebieten ( 1873-1913), Berne, Lang, 1986, p. 173.

[6] Hauser-Dora (1986, pp. 270-275.

[7] En 1893 La Fédérale era una de las dos compañías de seguros extranjeras contra riesgo marítimo establecidas en Argentina, la otra era inglesa. Además, en 1894, Baloise, la compañía de seguros contra incendios, abrió una oficina en Buenos Aires. Ver: AFB, E 2300/1000/716 vol. 96, Rapport commercial de la Légation de Suisse dans la République argentine pour l'année 1892, p. 20 y Rapport commercial de la Légation de Suisse dans la République argentine sur l'année 1895, p. 15. El  Banco Hipotecario Suizo-Argentino, una subsidiaria del Credit Suisse fue creado en 1910.Ver: José Mirelman, Die Beziehungen zwischen wirtschaftlichen Argentinien und der Schweiz, Disertación, Universidad de Zurich, 1926, p. 117.

[8] El Allgemeine Elektrizitätsgesellschaft (AEG), uno de los mayores productores alemanes de equipos eléctricos, tenía una participación del 16% en el DÜEG; Deutsche Bank, 16%; Berliner Handels-Gesellschaft, 12,8%; Delbrück, 11,2%; la Nationalbank für Deutschland Jakob Landau y Gebrüder Sulzbach en Frankfurt, 8% cada uno; Bank für electric Unternehmungen (Elektrobank), 3,3%; Credit Suisse de Zurich, 6,66%. Más tarde, se unieron también Elelktrische Licht- und Kraftanlangen AG (Siemens Group), Allgemeine und Gesellschaft Lokal-Strassenbahn (AEG Group). Ver: Javier Loscertales, Deutsche Investitionen en España 1870-1920, Stuttgart: F. Steiner, 2002, p. 242.

[9] El grupo suizo incluía la firma de electrotécnica Brown Boveri & Co. y un consorcio de bancos suizos: S. A Leu & Co. de Zurich, el Banco Suizo de Ferrocarriles, a su vez controlado por el SBS y, en 1914, la Unión de Bancos Suizos (UBS) de Zurich. El grupo italiano estaba formado por Pirelli, de la Franco Tosi y el Credito Italiano de Milán. Por último, el grupo argentino se componía de ocho inversores, los pesos pesados ​​de la comunidad de negocios de Italia en Argentina. Orgánicamente ligado al Banco de Italia y Río de la Plata (fundado en Buenos Aires por el Crédito Italiano, la Banca Lombarda di Conti de Depósitos y Correnti y la Banca di Genova) mantuvieron vínculos estrechos con el poder político. Sobre la creación de la CIAE , consultar: Bezza Bruno, " La capital Intervento del italiano nell'industria Elettrica Argentina (1910-1920)", en: Bezza, Energia e Sviluppo. El elettrica industria italiana e Società Edison, Turín: Einaudi, 1986, pp. 175-210; y Barbero, Maria Ines, Norma Lanciotti y Maria Cristina Wirth, "Capital Extranjero y gestión local. La Compañía Italo Argentina de Electricidad", en el VII Coloquio de Historia de Empresas, Historia del sector eléctrico en la Argentina. Evolucion , politicas y Empresas, Universidad de San Andrés, 1 de abril de 2009, pp. 4-15.

[10] Mirelman (1926), p. 127.

[11] AFB, E 2400 1000/717 vol. 63, Informe de gestión de la Legación Suiza en Buenos Aires, año 1937; Cámara de Comercio Suiza en Argentina, "Les intérêts économiques de la Suisse en Argentine,  Étude et problème", nro. 1, Buenos Aires, 1937, p.8.

[12] Sommavilla Antonio (1994), pp. 100-101 et AFB, E7110 1/32. Informe del Directorio del Banco Nacional Suizo à Giuseppe Motta, jefe del departamento político, 27 août 1934, en Documents diplomatiques suisses, vol. 11,  nro. 58, pp. 186-197. 

[13] Sobre estas inversiones directas, ver Lucas (2016). Cuadro 7: Filiales de empresas suizas radicadas en Argentina, 1913-1990, pp. 592.

[14] Schvarzer Jorge, "Los avatares de la industria argentina", Todo es historia, 1971, pp. 8-9. En internet: http://www.jorgeschvarzer.com.ar/ (consultado el 15/6/2015).

[15] Banco Nacional Suizo, Manuel statistique du marché financier Suisse, Zurich, 1944, pp. 24-25 y Archivos de la Asociación Suiza de Banqueros (ASB), acta de la ASB ,  26 de diciembre de 1938. El empréstito Roca fue de carácter internacional y se negoció por intermedio del Credit Suisse. Los 9 millones de francos corresponden solo a la participación suiza.

[16] Rouquié Alain, Pouvoir militaire et société politique en République d’Argentine, Paris, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, 1978, p. 241. Hay edición en español.

[17] Crédit Suisse, Union de Banques Suisses, Banque Commerciale de Bâle, Banque Populaire Suisse, Société de Banque Suisse, Banque Fédérale S.A., Société Anonyme Leu & Cie, Lombard, Odier & Cie, A. Sarasin & Cie.

[18] AFB, E 2001 (D) 1000/1552 vol. 267. Prospecto del Empréstito 1937 de la United River Plate Telephone Company Ltd., 20 de julio de 1937. Esta empresa se formó en 1886 en Buenos Aires, con domicilio legal en Londres. Fue comprada el 1 de enero 1929 por la International Telephone and Telegraph Corporation (ITT) de Nueva York. En Argentina, la compañía poseía y operaba una red telefónica que prestaba servicios a la Capital Federal y al conurbano bonaerense. Se extendía además a las principales ciudades de las provincias de Santa Fe, Córdoba, San Luis, Mendoza y algunas localidades de La Pampa. El territorio de la empresa incluía las zonas más pobladas y, en general, las más prósperas de Argentina. La compañía abastecía a 8,7 millones de habitantes, o sea el 70% de la población. El número de líneas telefónicas operadas representaba aproximadamente el 90% del total nacional.

[19] Sobre estos empréstitos más pequeños, ver Lucas (2016), pp. 149-150.

[20] Lucas Isabelle, "Un tango de neutres sur fond de guerre : les relations économiques entre la Suisse et l’Argentine (1938-945)", Relations internationales, no 150, Verano (abril-junio) 2012, pp. 37-52

[21] Para la evolución de la plaza financiera suiza durante los "treinta gloriosos", ver Guex, Sébastien, Rodrigo López, y Malik Mazbouri: "Finanzplatz Schweiz", en Halbeisen, Patrick, Margrit Müller y Béatrice Veyrassat (ed.), Wirtschaftsgeschichte der Schweiz im 20. Jahrhundert, Basilea: Schwabe, 2012 (2012), pp. 494-499.

[22] AFB, J.1.177 1984/56 vol. 2. Fondo Edwin Stopper. Discursos a los Argentinos, 22 de noviembre de 1958.

[23] Mazbouri, Guex et Lopez (2012), pp. 477.

[24] Ibid., p. 476.

[25] Bayard Olivier, Die Schweiz und das “Neue Argentinien” Juan Perón 1946-1951. Warenhandel, Finanzverkehr und Diplomatische Beziehungen, Lizentiatsarbeit,  Bern, Prof. B. Studer, 2000, p. 20; AFB, E 7110 (-) 1967/32 vol. 671. Rapport d’E. Stopper, delegado para los acuerdos comerciales del Consejo Federal, 26 de mayo de 1955; AFB, E 7110 (-) 1967/32 vol. 665. Legación de Suiza en Buenos Aires, Nouvelles d'Argentine, 16 novembre 1955 ; Neue Zürcher Zeitung, 17 juin 1961; AFB E 1004.1 1000/9 vol. 736, Acta del Consejo Federal, 21 de agosto de 1968; Galland Antoine, Des effets sur l’économie suisse des investissements directs à l’étranger avec référence au cas de l’industrie chimique en Amérique latine, tesis de la Univ. de Lausana, 1985, p. 21; Orelli (1984), p. 52; Zago Manrique (ed.), Los Suizos en la Argentina , Buenos Aires, Manrique Zago ediciones, 1995, p. 124. 

[26] E 2001 (E) 1976/84 vol. 519, Carta de W. Frei, embajador de Suiza en Argentina en la División Comercial , 30 de abril de 1065.

[27] El contrato está disponible en el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Sobre todo lo que sigue, ver: Archivo del BCRA, Buenos Aires, Cote: BCRA-ACU.INT. Préstamos 01. Argentine Republic External Loan, 30 de junio de 1961.

[28] Sobre este tema, ver: Service des archives économiques et financières (SAEF), Paris. Fondo B 43735. Dossiers: “Nouvelle consolidation de dette” y “Consolidation argentine 1965”, también AFB, E 2200.60 (-) 1981/18 vol. 22. Dossier “Club de Paris, 1965”. 

[29] Congreso de la Nación , El caso Ítalo: Informe y conclusiones de la Comisión Especial Investigadora , Buenos Aires, Impr. del Congreso de la Nación , 1985, Tomo 1, 1985, p. 436.

[30] Sobre cómo el empréstito se condicionó a la firma del contrato de concesión de la CIAE , ver Lucas (2016), pp. 482-496.

[31] Sobre las cifras citadas y detalles de las operaciones, ver Lucas (2016), Anexo 3.1 - Tabla 8: Exportaciones de capital suizo a la Argentina en créditos y préstamos, 1880-1980, pp. 595-599.

[32] Paquier Serge, Histoire de l’électricité en Suisse. La dynamique d’un petit pays européen (1875-1939), Genève: Passé Présent, 1998; y Segreto Luciano, "Financing the Electric Industry Worldwide : Strategy and Structure of the Swiss Electric Holding Companies, 1895 – 1945", en Business and Economic History, vol. 23, No 1, 1994, pp. 162-175.

[33] Mazbouri Malik, L’émergence de la place financière suisses (1890-1913), Lausana, Editions Antipodes, 2005, p. 184-185.

[34] Lucas (2016), p. 601.

[35] AFB, E 2001 (E) 1970/217 vol. 436. Notas de Emil Stadelhofer, Consejero de la Embajada de Suiza en Argentina, 10 de enero de 1957.

[36] AFB 2001 (E) 1976/84 vol. 519. Carta de Hermann Hofer, Jefe de la División Comercial , a William Frei, Embajador de Suiza en Argentina, Anexo Tabla estadística, 6 de octubre de 1964. Ver también Egli Jean Rudolf, Die Schweiz und die südamerikanische Elektrizitätswirtschaft, München 1962, p. 68.

[37] El informe Rodriguez Conde: informe de la Comisión Investigadora de los Servicios Públicos de Electricidad (1943), Buenos Aires:  Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1974, pp. 344-355.

[38] Sobre la historia de la CADE y la CIAE , ver: El informe Rodriguez Conde (1943); Sommi Luis Víctor, Los capitales alemanes en la Argentina , Editorial Claridad, 1945; Del Río Jorge, Política argentina y monopolios eléctricos. Investigación Rodríguez Conde. Buenos Aires: Cátedra Lisandro de la Torre , 1960; Bezza Bruno, “Il capitale italiano nell'industria elettrica argentina (1910-1920)”, en Bezza B. (ed.), Energia e sviluppo. L'industria elettrica italiana e la Società Edison ,Torino, Giulio Einaudi, 1986, pp. 255-286 ; Luna Félix, Alvear, Las luchas populares en la década del 30, Buenos Aires: Schapire, 1975, pp. 196-222; Pirez Pedro, “Relaciones de poder y modelos de gestión: la energía eléctrica en la ciudad de Buenos Aires. 1900-1960”, Desarrollo Económico, Vol 40, No 157, Abr.-Jun 2000, pp. 97-120; Genta Guillermo, Política y servicios públicos: el caso del servicio publico de electricidad de la ciudad de Buenos Aires (Desde sus orígenes hasta su estatización: 1887 - 1962), Flacso, Octubre 2006; Rapoport Mario y Seoane María, Buenos Aires. Historia de una ciudad. Tomo 1, Buenos Aires : Planeta, 2007, pp. 539-549; Lanciotti Norma S., “Foreign Investments in Electric Utilities: A Comparative Analysis of Belgian and American Companies en Argentina , 1890-1960”, in Business History Review. Boston, Otoño 2008. Vol. 82, Iss. 3, pp. 503-528; Barbero, Lanciotti y Wirth (2009); Lanciotti Norma S., “La distribuzione di energia elettrica in Argentina: innovazione tecnologica e modelli di sviluppo, 1880-1958 (Patterns of evolution and technological style of electric utilities in Argentina, 1880-1958)”, en Memoria e ricerca, 36, 2011, pp. 77-95.

[39] Sobre las ventajas de la neutralidad suiza en las dos guerras mundiales para el desarrollo del centro financiero suizo, véase: Mazbouri Malik, Perrenoud Marc, "Bancos suizos y guerras mundiales", en la Sociedad Suiza de Historia Económica y Social, vol. 232, 2008, pág. 233-253.

[40] Sobre la fortaleza del franco suizo en esta época, ver Guex Sébastien, La política monetaria y financiera de la Confederación Suiza 1900-1920, Lausana: Editions Payot, 1993, p. 319 y pág. 199 (gráfico 11).

[41] Acerca del cálculo del 40% de la participación suiza, véase Locertales (2002), p. 244. La sede se trasladó a Madrid a causa de la neutralidad de España durante la guerra, sus ventajas fiscales y su moneda estable: la peseta estaba entonces a la par del franco oro y se negociaba libremente. Ver: Archivo General del Reino, Bruselas. Archivos del Grupo Sofina. Dossier 354, Junta General de Accionistas celebrada en Luxemburgo el 18 de noviembre de 1947: Rétablissement de Société d'Electricité (SODEC), p. 12.

[42] Rapoport, Mario, Musacchio Andrés y Converse, Christel, “Las inversiones alemanas en Argentina entre 1933 y 1945”, en Iberoamericana, VI, 21, 2006, pp. 51-52.

[43] AFB, E 2001 (E) 1000/1572 vol. 652. Nota de J-P. Jéquier, Agregado de la Legación del DPF, Visita del Sr. Grandjean, miembro de la dirección general del Credit Suisse en Zurich, al Sr. Kohli, 11 de agosto de 1943 ; y nota de R. Kohli, Jefe de la Sección de Copntenciosos y de los Intereses Privados en el Extranjero (SCIPE), 19 de agosto de 1943.

[44] Para más detalles sobre los vínculos entre CHADE y Sofina, ver: AGR, Archivos del Grupo Sofina. Dossier 707. Nota relativa a los contratos administrativos entre el Grupo Sofina y el Grupo Chade, 23 de julio de 1947.

[45] University of Delaware Library. Colección: MSS 109 - George S. Messersmith papers. Carta de D. Heineman, vicepresidente de la CHADE y director de Sofina, a George S. Messersmith, embajador de Estados Unidos en Cuba, 11 de junio de 1941. En internet: http://udspace.udel.edu/handle/19716/5973, consultado en julio de 2014.

[46] AFB, E 2001 (E) 1000/ 1572 vol. 652. Nota de J-P. Jéquier, agregado de la Legación del DPF, junio de 1943.

[47] AFB, E 2001 (E) 1000/1572 vol. 652. Informe de Motor-Columbus y de la SAEG a R. Kohli, Consejero de la Legación , 17 de agosto de 1943.

[48] Alfredo Intzaurgarat y otros, Comisión investigadora de las concesiones eléctricas,  Tercer Informe, Buenos Aires: imprenta de la cámara de diputados, 1945 y Lanciotti S. Norma, (2008), pp. 519-520.

[49] Sobre el desarrollo de la estrategia de defensa y la formación del frente común de las tres Legaciones, ver: E 2001 (E) 1000/1572 vol. 652. Nota de J-P. Jéquier, agregado de la Legación del DPF, Visita del Sr. Grandjean, miembro del Directorio Ejecutivo del Credit Suisse en Zurich, al Sr. Kohli, 11 de agosto de 1943; Telegrama Nº 256 de Maurice Bock, Director de Sofina (Lisboa), a Rudolf G. Bindschedler, Presidente de Elektrobank y Credit Suisse Zurich, transmitido por la Legación Suiza en Lisboa al DPF, 6 de agosto de 1943; Nota de R. Kohli, Jefe de la Scipe , 19 de agosto de 1943.

[50] Vásquez-Presedo Vicente, Consecuencias económicas de la guerra para un país neutral - Argentina 1939-1945, Buenos Aires: Academia Nacional de Ciencias Económicas, 1992, p.11 y 22; y  “Argentiniens Schwierigkeiten”, Neue Zürcher Zeitung, 8 de julio de 1940.

[51] AFB, E 2300 1000/716 vol. 99. Informe político de la LSBA en el DPF, 27 de julio de 1944.

[52] E 2001 (E) 1000/1572 vol. 652. Telegrama de S. Schweizer, miembro del Consejo de Administración de la SBS , (transmitido por la LSBA ) a Maurice Golay, Presidente de la Dirección General de la SBS (recibido en la DPF ), 4 de agosto de 1944 y 24 de agosto de 1944.

[53] AFB, E 2001 (E) 1000/1572 vol. 652. Nota al Presidente de la República a principios de marzo, transmitida por Crédit Suisse (Zurich) a Robert Kohli, Consejero de la Legación , 10 de junio de 1944.

[54] AFB, 2001 (E) 1000/1572 vol. 652. Telegrama de C.C. Jenny, Ministro de Suiza en Argentina, al DPF, 15 de julio de 1944.

[55] AFB, E 2001 (E) 1000/1572 vol. 652.Telegrama de la LSBA al DPF, 10 de agosto de 1944.

[56] Sobre estos episodios ver Lucas (2016), pp. 438-496 y pp. 511-547.

[57] AFB, J.1.177 1984/56 vol. 2. Fondo: Edwin Stopper. Discursos a los Argentinos, 22 de noviembre de 1958.

[58] AASB, Carpeta 153 - Actas de América del Sur. Acta de la reunión del Comité Suramericano de la ASB , 28 de agosto de 1957.

[59] Sobre las negociaciones de Argentina con el Club de París, ver: Brenta, Noemí, “Argentina. Crisis de pagos y sinergia entre programas del FMI y el Club de París, 1956-2009”, en Temas de Historia Argentina y Americana, XVII, Julio-Diciembre, 2010, pp. 53-76 y García Heras, Raúl, “Argentina y el Club of Paris: pagos multilaterales y comercio con Europa Occidental, 1955 – 1958”, en Trimestre Económico, Vol. 63, 252, pp. 1277 - 1308, oct-dic 1996.

[60] Extracto de la Declaración de S. Schweizer, doctor en derecho y director general de la SBS en Basilea, en la Asamblea General de la OSEC , 6 de julio de 1961. Publicado en Wirtschaftliche Mitteilungen, 12 de julio de 1961.

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