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Scripta Mediaevalia

versión impresa ISSN 1851-8753versión On-line ISSN 2362-4868

Scripta Mediaevalia vol.9 no.1 Mendoza jul. 2016

 

ARTÍCULOS

Giovanni Boccaccio: intermediario entre la cultura clásica y la cultura renacentista europea

Giovanni Boccaccio: intermediary between culture classical and European Renaissance culture

 

José Blanco J.

José Blanco Jiménez es Doctor en Filosofía y Doctor en Materias Literarias por la Università degli Studi di Firenze (Italia) y profesor de la Universidad Santo Tomás de Santiago de Chile. E-mail: joblar@gmail.com

Recibido: 8 de setiembre de 2015.
Aceptado para su publicación: 2 de noviembre de 2015

 


Resumen

El interés de Giovanni Boccaccio por los clásicos se acrecienta cuando conoce personalmente a Francesco Petrarca. La relación con el maestro/amigo lo lleva a escribir sus obras latinas y– sobre todo – a profundizar la búsqueda de manuscritos, lo que le permite redescubrir obras presuntamente perdidas. De esta manera, participa en el desarrollo del fenómeno humanístico en Italia, que da inicio a la cultura renacentista europea.

Palabras clave: Giovanni Boccaccio; Francesco Petrarca; literatura latina medieval; biografías de hombres y mujeres célebres; mitografía.

Abstract

Giovanni Boccacio growth his interest on classics when meets Francesco Petrarca personally. The master/friend relationship guides him to write his latin works, and more importantly, go deeper on manuscripts researching. This allows him to rediscover works that were allegedly lost. Thus, he participates in the phenom of italian humanistic development, that gives birth to european Renaissance culture.

Keywords: Giovanni Boccacio; Francesco Petrarca; Medieval latin literature; Famous men and women biographies; mythography.


 

El año 1350 es fundamental en la vida de Giovanni Boccaccio. Tiene su primer encuentro con Francesco Petrarca en Firenze y empieza a trabajar en su obra de mayor compromiso y mole: la Genealogia deorum gentilium, un tratado de mitología en quince libros, que no terminará hasta 1375.1
El poeta nacido en Arezzo, pero de orígenes florentinos, había ido a Roma para el Jubileo y se detuvo en Firenze, probablemente en la casa de su admirador. Se constituyó así el primer núcleo del coetus florentino de los entusiastas seguidores del poeta y humanista. Allí estaban Zanobi da Strada, Francesco Nelli (a quien habría de dedicar las Seniles) y Lapo de Castiglionchio, que le regaló una copia de parte de las Instituciones oratoriae de Quintiliano.
Petrarca correspondió con la Pro Archia de Cicerón, que había descubierto en Lieja en 1333. El intento de la República Florentina de contratarlo como profesor del Estudio fracasó, porque el poeta prefirió conservar su independencia. Fue Boccaccio el que tuvo la posibilidad de residir en la casa de Petrarca en Padova entre marzo y abril de 1351. Allí entró en contacto con la biblioteca del protohumanista, que ya había descubierto las Elegiae de Propercio, copiando diversos textos y dando inicio a su culto ciceroniano.
En las doctas conversaciones también encontró espacio la poesía vulgar y Boccaccio – sorprendido por la ausencia de obras de Dante – habría de enviarle un ejemplar de la Commedìa con un carmen dedicatorio (el actual Cod. Vat. Lat. 3199), además de una copia corregida de su Amorosa Visione, la obra que más se acercaba a la concepción poética del maestro.
La cultura de Boccaccio no provenía de una educación sistemática. Fue él mismo quien se dedicó a buscar a los autores que había oído nombrar y ubicar sus obras presuntamente perdidas. Y no era una tarea fácil, considerando que las bibliotecas existentes pertenecían a conventos que habían sufrido por desastres naturales (temporales, terremotos) o provocados (incendio, saqueos), además de no contar con el personal calificado.
Es en 1355 que Boccaccio va a Napoli y encuentra en el monasterio de Montecassino el códice De lengua latina de Varrón, la Pro Cluentio de Cicerón y la Rhetorica ad Herennium (actual Cod. Laurenziano LI, 10), textos que se apresura en mandar al maestro y amigo. Nace así la leyenda de que Boccaccio habría robado libros, escondiéndolos entre sus ropas. A pesar de que Giuseppe Billanovich demostró lo contrario, me parece importante referirme a un testimonio de Benvenuto Rambaldi da Imola, uno de los primeros comentaristas de la Commedìa de Dante, que asistió a las lecciones que Boccaccio dictó en Santo Stefano di Badia, entre el 23 de octubre de 1373 y fines de enero de 1374.
Dante había escrito:

Quel monte a cui Cassino è nella costa
fu frequentato già in su la cima
da la gente ingannata e mal disposta;
(Pd XXII, 37-39)

Y a lo cual Benvenuto había comentado:

Et volo hic ad clariorem intelligentiam huius literae referre illud quod narrabat mihi iocose venerabilis praeceptor meus Boccaccius de Certaldo. Dicebat enim quod dum esset in Apulia, captus fama loci, accessit ad nobile monasterium montis Cassini, de quo dictumest. Et avidus videndi librariam, quam audiverat ibi esse nobilissimam, petivit ab uno monacho humiliter, velut ille qui suavissimus erat, quod deberet ex gratia aperire sibi bibliothecam. At ille rigide respondit, ostendens sibi altam scalam: ascende quia aperta est. Ille laetus ascendens invenit locum tanti thesauri sine ostio vel clavi, ingressusque vidit herbam natam per fenestras, et libros omnes cum bancis coopertis pulvere alto; et mirabundus coepit aperire et volvere nunc istum librum, nunc illum, invenitque ibi multa et varia volumina antiquorum et peregrinorum librorum; ex quorum aliquibus detracti erant aliqui quaterni, ex aliis recisi margines chartarum, et sic multipliciter deformati: tandem miseratus labores et studia tot inclytissimorum ingeniorum devenisse ad manus perditissimorum hominum, dolens et illacrymans recessit; et occurrens in claustro petivit a monacho obvio quare libri illi pretiosissimi essent ita turpiter detruncati. Qui respondit quod aliqui monachi, volentes lucrari duos vel quinque solidos, radebant unum quaternum et faciebant psalteriolos, quos vendebant pueris; et ita de marginibus faciebant evangelia et brevia, quae vendebant mulieribus. Nunc, virstudiose, frange tibi caput pro faciendo libros!2

A mí, por lo menos, me queda claro que, en esas condiciones, los libros estaban mejor en manos de los que realmente los querían y consultaban. Y Boccaccio pertenecía a ese tipo de lectores.
Pero un hecho objetivo es que Boccaccio poseía una cierta cantidad de textos latinos y vulgares, que copió personalmente. La mejor prueba está en el Zibaldone Laurenziano XXIX 8,3 la Miscelánea Laurenziana XXXIII 321 de autores latinos4, y el Zibaldone Banco Rari 50 de la Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze5, que contienen una enorme cantidad de material compilado con infinita paciencia. Sin contar manuscritos de sus propias obras y las de Dante, es enteramente autógrafo un códice con obras de Marcial y otro con el comentario de Santo Tomás a la Ética aristotélica. A ellos hay que agregar códices con apostillas autógrafas a textos de Lucano, Estacio, Lactancio Plácido, Terencio, Apuleyo, Giuseppe Flavio, Ovidio, Giovanni Gallico, el Comentario de, Paulino Veneto, Plinio y Paolo Diacono.6
Boccaccio descubrió incluso algunos textos que Petrarca nunca conoció, como el comentario a Estacio de Lactancio Plácido o las Satirae de Marcial. O sólo vio pocos fragmentos de las obras de Auxonio, que Boccaccio copió completas en la Miscelánea Laurenziana. Además del ya citado De lengua latina de Varrón (ahora Laurenziano L 10), descubrió la Expositio antiquorum sermonum de Fulgencio, los Carmina XII sapientum, los poemitas Divaey Civis de la Appendix Vergiliana, la colección de los 80 Priapea y tal vez todas las Verrine de Cicerón. También las obras de Tácito, que constituyen el llamado Códice Mediceo II (actual Laurenziano LXVIII 2), y que algunos han pensado que podría ser el hurtado de Montecassino. Sin embargo, el códice que figura en el inventario de su testamento – que contiene los Annales y las Historiae de Tácito - no es el del monasterio, que fue encontrado allí entre 1355 y 1357 por Zanobi da Strada, vicario encargado por el obispo. De hecho lo usó en esa biblioteca Paulus Venetus antes de que pasara a ser propiedad de Niccolò Niccoli en 1427.
Hasta el momento se sabe de 31 manuscritos que pertenecieron a Boccaccio y, por lo menos, 18 de ellos fueron copiados por él. De Petrarca se han identificado 65, que dejó su biblioteca a la catedral de Padova, de la cual era canónigo. Boccaccio, en cambio, destinó la suya a su amigo Martino de Signa para que la colocara en el convento agustino de Santo Spirito en Firenze. Y, como se usaba en ese tiempo, en el inventario están señalados sólo los volúmenes en latín.7
Ambos poetas se reunieron nuevamente en marzo de 1350 corrigiendo el Buccolicum carmen y Boccaccio vio los volúmenes que Petrarca había hecho llegar desde su casa en Provenza. Allí es cuando surge la idea de hacer traducir los poemas homéricos a Leoncio Pilato, un monje calabrés, del griego al latín.8 El trabajo está listo en 1362, pero Petrarca no lo verá hasta mucho después, porque Boccaccio le anuncia que le mandó «toda la Ilíada y parte de la Odisea» recién en una carta del 2 de noviembre de 1365. Por su parte, Petrarca el 25 de enero de 1366 le señalaba que todavía no la había recibido, pero sí usó la traducción para el De remediis, que terminó de escribir el 4 de octubre de 1366.
La desaparición de varios amigos en común determinará que ambos poetas se sientan cada vez más cercanos. El encuentro más largo es en Venecia, entre abril y julio de 1363. Petrarca está en el cúlmine de su prestigio y Boccaccio enfrenta una vejez precoz. Incluso Petrarca quiere que permanezca a su lado como copista de confianza, pero Boccaccio se niega. Los dos se van a ver por última vez en julio de 1368 en Padova, donde Petrarca transcribió para divulgar algunas de sus obras y, más precisamente: el De vita solitaria, el De remediis y algunas Epystolae. El postrer homenaje de Petrarca a su discípulo fue la traducción al latín de la novella de Griselda, la última del Decameron.
No se trataba sólo de descubrir códices de la antigüedad clásica, sino de salvaguardar la fidelidad de los textos, enmendándolos y comentándolos. Es con Petrarca y Boccaccio que esta tarea de recuperación textual se vuelve una práctica sistemática. Petrarca – además de la ya citada Pro Archia – en sus numerosos viajes9 descubre las cartas Ad Atticum, Ad Brutum, ad Quintum fratrem y la apócrifa Ad Equites Romanos. Y – entre 1325 y 1350 – había preparado la «edición crítica» de la Primera, Tercera y Cuarta Décadas de Tito Livio.
Volviendo a la producción científica de Boccaccio,10 me interesa recalcar que el ya citado Genealogia deorum gentilium es un vasto repertorio - solicitado por Ugo IV de Lusignano, rey de Chipre y de Jerusalén -en el que Boccaccio se propone ilustrar con rigor filológico las noticias concernientes a la paternidad y a las descendencias de los dioses griegos y romanos, fijando además de manera exacta el contenido de muchísimos mitos clásicos.11
Originalmente iba a estar compuesto de trece libros, pero le agregó otros dos antes de 1367. En éstos se repropone el problema general de la poesía: en el XIV la defiende ardorosamente y el XV constituye una apología del autor. Él exculpa a los poetas de la acusación de ser simples hacedores de fábulas sin sentido: la fábula es velo y al mismo tiempo símbolo de una verdad profunda. Se trata de un concepto aún medioeval y, sin embargo, engloba a los poetas paganos con Dante y Petrarca. Sigue justamente el modelo de este último en las Invective contra medicum12 y tiene su origen en la denominada «batalla de las artes». Ésta fue combatida en el tardo Medioevo por dialécticos, teólogos, juristas y rétores en los centros de cultura universitaria.
Trabajó, por lo tanto, en esta obra alrededor de unos veinte años, debido a numerosas interrupciones y sin llegar a una redacción definitiva. En efecto, son identificables dos tradiciones manuscritas13 de las que el autógrafo Laurenziano LI, 9 representa un claro testimonio.
Es posible ubicarlo entre los años 1363-1366,14 dado que sabemos que lo llevó a Napoli en 1371 y que – contra la voluntad del autor – fue difundido por Ugo de Sanseverino. Le fue devuelto al año siguiente con las correcciones del jurista Pietro Piccolo da Monteforte.15 Boccaccio empezó a escribir el tratado de nuevo, pero siguió trabajando en el texto del citado códice, como nos lo atestiguan las notas que agregó en los márgenes.
Esta constatación no pasaría de ser un indicio textual digno de un filólogo que – como yo – se interesa en la temática de los autógrafos boccaccescos, si no constituyera además una importante prueba del conocimiento que se tuvo de este libro aun en fase de elaboración. Y a ello hay que agregar que fue uno de los textos de consulta más importantes hasta el siglo XIX, traducido inmediatamente en las principales lenguas europeas y editado pocos años después de la introducción de la imprenta. Tuvo una enorme fortuna incluso en la Edad de la Contrarreforma, que la toleró como un repertorio del clasicismo.
Mal que mal, la Genealogia representa una compilación de 40 años de estudio, que recoge noticias mitológicas, épicas y heroicas analizadas con moderno espíritu científico.
El narrador del Decameron no se expresa aquí inventando libremente lo que desconoce. Él no se contenta con las noticias corrientes, sino que quiere proceder con método filológico para llegar, aunque con los criterios de su tiempo, a una interpretación crítica del mito: se remonta a los textos clásicos, coteja y compara los repertorios medioevales, apoya su versión citando textos y fuentes. Para la interpretación del mito, Boccaccio sigue la doctrina corriente en el Medioevo que es, en substancia, la aplicación a las obras clásicas de los cánones de la exégesis bíblica.
Es así como el mito se nos presenta como una fábula poética detrás de la cual se esconde una verdad conceptual, moral o religiosa. Aplica la teoría de los tres sentidos: el literal o histórico (o evemerístico, con una línea interpretativa que llegará hasta Vico: las divinidades derivan de la apoteosis de personajes históricos y la “teología” de los antiguos era un modo de esconder al vulgo la verdad de las cosas); el alegórico o moral (las divinidades no son otra cosa que la traducción en términos míticos de las vicisitudes psicológicas del hombre); y el anagógico o cristiano (las divinidades derivan de la sublimación de fuerzas naturales).
Boccaccio trata de ser ecléctico y aplica cada sentido según el caso.
Por ejemplo, escoge la explicación naturalista cuando se refiere a la Aurora: fue llamada hija del Sol, en cuanto ésta es la luz del alba que procede de la luz del sol, e hija de la Tierra, en cuanto puede parecer a los que la miran como si saliera de la tierra (IV 27). En cambio, la transformación de Adonis en flor habría sido inventada para demostrar la caducidad de la belleza (II 53).
Según el método moral, el Aqueronte llega a ser la pérdida de la alegría (IX26) y el pavo real la riqueza (IX1). Los centauros eran hombres belicosos a los que recurrían los tiranos; por eso se dice que nacen de las nubes y que se nutren de las umbrátiles substancias del reino, o sea de los impuestos que pagan los súbditos (IX 27),   
Especialmente interesante es su exégesis del mito de Prometeo, donde supera a la tradición medioeval. Sigue el ejemplo de Tertuliano, Lactancio y Agustín relacionándolo con Adán, pero también dando un «disfraz pagano» como ilustración de la Creación. Prometeo es «un héroe humano de la cultura, el aportador de la ciencia y del orden político y moral», justamente porque existen dos diferentes formas de creación: la divina que da lugar a la vida y la prometeica que da inicio a la civilización (IV 44).
Además de los ya citados tres Padres de la Iglesia, ¿cuáles eran sus fuentes? Puede identificarse a Varrón, a Servio comentarista de Virgilio, a Fabio Plancia de Fulgenzio y al mitógrafo Teodonzio. Un párrafo aparte merece el ya citado Leonzio Pilato, a quien trae a Firenze para que le enseñe el griego y cuya colaboración – entre los años 1360 y 1363 – determina importantes modificaciones en el texto de la primera redacción.
Un lugar relevante ocupa además el Cicerón de las Tusculanae y del De natura deorum que también tiene una posición ecléctica. Ésta permite a Boccaccio interpretar la multiplicidad de los dioses paganos en el cuadro de la concepción cristiana del Dios único.
Con el fin de desvelar la «mundana sapientia» que los antiguos habían escondido bajo sus mitos, desarrolla una obra de erudición excepcional, pero su principal novedad está en ese espíritu filológico que será una de las grandes conquistas del Humanismo.
Y los dos últimos libros son una consecuencia lógica de todo lo expuesto: las ficciones paganas se aceptaban por su importancia didascálica, pero implican también el ingenium, esto esla particular dote espiritual que antecede a la poesía como contempladora de la verdad.
La obra retórica que procede del fervor inventivo del poeta (siguiendo el motivo platónico de la inspiración divina) conlleva la inventioy el concepto de arte como imitación. Es verdad que se trata de un pensamiento de origen aristotélico, pero Boccaccio no conocía ni la Poética ni la Retórica. Su fuente de información era la Institutio oratoria de Quintiliano: allí está la doctrina de lo cómico, de lo credibile y de lo propium, del hecho que, para obtener la verosimilitud de la narratio, se requiere de la imitatio veritatis.
La poesía constituye para Boccaccio un lenguaje artísticamente elaborado en el grado más alto y como fábula que contiene verdades divinas. La Genealogiarepresenta no sólo un maduro conocimiento de la tradición mitológica literaria, sino sobre todo una actitud crítica con respecto a sus fuentes. La concepción de Boccaccio está ligada a la poética del protohumanismo padovano y toscano. Es aquí donde se advierte su admiración por Dante, que en la Commedia se había servido tanto de los textos bíblicos como de la mitología pagana. Es precisamente en 1351 que termina el primer esbozo de su Trattatelloin laude del gran poeta.
En 1355 regresa a Napoli y empieza a trabajar en dos nuevas compilaciones, que también le llevarán años de trabajo.
El De casibus virorumillustrium es una colección de anécdotas de grandes personajes - desde Adán hasta sus más ilustres contemporáneos – con una precisa finalidad moralista: demostrar que los hombres no deben fiarse de la Fortuna por su volubilidad.16 Ésta aparece como una divinidad maléfica que juega con el hombre, ilusionándolo y después abatiéndolo. Se divide en nueve libros y de ella también se conservan dos redacciones, la primera de las cuales estuvo lista en 1360 (Ricci: 179-188; Zaccaria, 1977-78).17 En los años sucesivos siguió revisándola y corrigiéndola hasta 1373, cuando la dedicó a su amigo y benefactor Mainardo Cavalcanti, alto funcionario del reino de Napoli. Ese mismo año recibirá el encargo, por parte de la ciudad de Firenze, de tener lecturas públicas de la Divina Commedia.
Boccaccio imagina que se presentan ante él las sombras de las ilustres víctimas de la Fortuna que quieren contarle sus desventuras. Es una serie de exemplanegativos y, por lo tanto, está inserta en un marco didáctico épico-dramático lo que le permite componer una obra «tam delectabile qua mutile».
Si bien es cierto que tiende a repetirse en sus digresiones, el ambicioso programa que lleva adelante le permite entregar una visión orgánica y panorámica del saber histórico bajo el cristal de una concepción reflexiva. Por ejemplo, tienen un puesto importante los tiranos como Nerón (VII 4) o el reciente Gualteriode Brienne, duque de Atenas (IX 24), que «con violencia ocupan las almas y la libertad de los pueblos». El modelo literario prevalente, en este caso, es Salustio. Otras fuentes son identificables en el denominado Zibaldone Magliabechiano18 y van de Julio César a Svetonio, de Pablo Orosio a Eusebio, de Ovidio a Séneca. Dicha colección de apuntes autógrafos (el ya citado Códice B.R. 50 de la Biblioteca Nazionale di Firenze) fue reunida por Boccaccio entre 1351 y 1356. Además están las fuentes orales, expresamente declaradas, de testigos de los hechos que corresponden a los años en que le tocó vivir.
Con todo, Boccaccio no olvida que es un narrador y – a pesar de la rigidez de la lengua latina – logra atribuir elementos dramáticos y figuraciones icásticas a algunos personajes: Sardanápalo aparece con el rostro ennegrecido por el humo de la hoguera (II 12), la reina Arsinoe con la cabellera revuelta y con las mejillas surcadas por las rojas huellas de sus uñas (IV 18), el emperador Vitelio aún bamboleante en un estado de truculenta ebriedad (VII 6).
La obra – que en lengua castellana se conoció como Caýda de príncipes - tuvo una gran difusión de inmediato y, en el siglo XV, Boccaccio ganó fama de moralista severo antes de ser reconocido como un novellatore «licencioso».19
Se siente la influencia de Petrarca (Dido, por ejemplo, es suicida por castidad y no por amor; II 10), que también participa como su «ornatísimo y docto preceptor» para sacudirlo del sueño y del ocio producto de un momento depresivo (VIII 1). Y no falta el compromiso político, cuando lleva adelante su polémica contra las mezquindades de la «borghesia grassa», que sólo la peste consiguió poner en crisis definitiva, después del fracaso económico y político de la clase dirigente florentina (IX 24).
El otro libro que empieza en este período es De montibus, silvis, fontibus et de nominibus maris liber (esto es Libro de los montes, selvas, fuentes, lagos, ríos, estanques o pantanos y nombres del mar), que él considera una obra menor y un complemento de la Genealogia. Su reevaluación ha sido posible gracias a su editor Manlio Pastore Stocchi20 y yo me he encargado de publicar la versión castellana del siglo XV, preparada para el Marqués de Santillana.21
Se trata de un diccionario geográfico que pueda prestar ayuda a la lectura de las antiguas obras filosóficas, literarias e históricas. Boccaccio reconoce que no ha seguido un método riguroso y que ha confiado muchas veces en la memoria. Sin duda, las noticias más interesantes son las que corresponden a lugares que conoció directamente: el Arno, el Vesuvio, el lago Averno, la Valchiusa. Esta última le sirve para rendir un nuevo caluroso homenaje a Petrarca.22 Aún no ha sido identificado un autógrafo y su composición debe haber terminado – o, al igual que el De casibus - se vio interrumpidaen 1374, o sea poco antes de su muerte. Su originalidad radica en que se trata del primer intento de confección de un subsidio filológico para la lectura de los clásicos.
Llega el año 1361 y Boccaccio se retira a Certaldo, su ciudad natal. Mientras los libros señalados están inconclusos, resuelve iniciar otra labor extenuante. Así como Petrarca ha recopilado las biografías De virisillustribus, él decide escribir acerca de mujeres célebres, desde Eva hasta la reina Giovanna di Napoli. El título de este nuevo libro es De mulieribusclaris.23
Si bien es cierto que puede considerarse como un complemento del De casibus, el mérito principal está en que la obra está dedicada exclusivamente a las mujeres, que siempre habían sido descuidadas por la historiografía.Boccaccio quiere hablar de la «virtud de las mujeres», pero en un estilo jocoso, como declara en la dedicatoria. Había ya sufrido la fascinación del ejemplo ovidiano de las Heroïdes en la Elegia di Madonna Fiammetta (cap. VIII), donde había desarrollado una serie de minúsculas biografías femeninas para recordar las desventuras de algunas mujeres de la Antigüedad.
Sin embargo, el gusto novelesco cede a una perspectiva moralizante y humanística. En diversas ocasiones, se lanza contra los vicios y la tiranía, mientras en cambio exalta la virtud heroica y la libertad. Su intención era elegir a aquellas mujeres que habían igualado a los hombres, distinguiéndose por virtud y por ingenio.
Pero no falta el ingenio pérfido de una Medea (XVII), de una Flora (LXIV) o de una Sempronia (LXXIX), como una manera de indicar el vicio y persuadir a evitarlo y a rehuirlo. O sea, la “claritas” no había que ponerla exclusivamente en relación con la virtud, sino con cualquiera acción digna de nota.
Perdura el odi et amo de Boccaccio, que oscila entre la misoginia (Sabina Poppea, XCV) y el feminismo.24 No falta en la obra tampoco una apasionada exaltación del amor: ésta se ve en el caso de los adolescentes Píramo y Tisbe (XIII), libremente tomado de Ovidio, con una cálida simpatía por los dos héroes y no sin la protesta (acostumbrada en el Decameron) contra el «pecado de la fortuna». Desprejuiciada es también la historia de la papisa Juana, a la que «no faltaron las artes para saciar su lujuria» y «así ocurrió que el papa concibió» (CI).
La erudición a veces aparece encubierta por la vena narrativa, como en el caso de Paolina romana amada por el dios Anubi (XCI), que recuerda la novella de Lisetta y del ángel Gabriel del Decameron (IV 2).
Comienza con la biografía de Eva para dar paso a figuras mitológicas (interpretadas evemerísticamente, según el procedimiento ampliamente utilizado en la Genealogia) y figuras poéticas (II-XL), con la única excepción de Semíramis (II). Siguen después las dos series de mujeres del mundo antiguo (XLI-C) y del Medioevo (CI-VI).
En un principio, la obra incluía 74 biografías. La redacción definitiva (1362) coincide con la invitación que le dirigió Nicola Acciaiuoli, siniscalco del reino de Napoli, para transferirse a esa ciudad. A su hermana Andreola, casada en segundas nupcias con un conde de Altavilla, dedicó los 104 relatos que conocemos.
Pier Giorgio Ricci, que demostró en 1959 la autografía del Cod. Pluteo XC sup. 981,25 identificó siete fases redaccionales,26 cada una de las cuales testimonia un determinado momento de la cultura de Boccaccio en el que – junto con acrecentar sus conocimientos – desarrolla su incesante reflexión crítica.
Las fuentes son numerosas y no se pueden determinar con certeza, porque – al contrario de los otros tratados - faltan las citas. Sin embargo, son reconocibles: Isidoro de Sevilla, Valerio Máximo, Virgilio, Ovidio y también Tácito, lo que es notable puesto que al parecer era desconocido para Petrarca. De hecho, lo descubrió Zanobi da Strada en la Biblioteca de Montecassino, mientras – como ya señalé - era secretario del obispo Angelo Acciaiuoli, entre 1355 y 1357.
Escribe hasta los últimos días de su vida. Después de haber sido un viajero frecuente como enviado de la república florentina (estuvo incluso en la corte papal de Avignon), con serios problemas económicos y de salud (obesidad, sarna e hidropesía) no vuelve a moverse de Certaldo. En 1374, recibe la triste noticia de la muerte de Petrarca, que en su testamento le deja un poco de dinero para que se compre un abrigo27.
Su ciclo vital termina el 21 de diciembre de 1375.
La influencia de Boccaccio ha sido fundamental para muchos géneros nuevos, en verso y en prosa, en la narrativa y en el teatro. En Italia, siguen el ritmo de sus octavas Pulci, Boiardo, Ariosto y Tasso. Además de Sacchetti o Bandello en Italia, su estilo cómico narrativo se impone en la narrativa europea gracias a la pluma de Chaucer, Rabelais, Rojas, Cervantes y La Fontaine. La tragedia y el melodrama están representadas por Shakespeare, Molière, Metastasio y de Musset. Pero el campo más rico de investigación futura sigue siendo su labor de humanista, como intermediario entre su tiempo y los clásicos que tanto amó.
Ése constituye un rico campo de investigación que sigue abierto para los especialistas: toda una labor ímproba y digna de encomio, que merece ser conocida y estudiada.

Notas

1 Todos los datos biográficos que se citan son consultables en: Vittore Branca, Giovanni Boccacccio: profilo biografico, Sansoni, Firenze 1977;         [ Links ] Pier Giorgio Ricci, Studi sulla vita e le opere del Boccaccio, Edizioni di lingua e letteratura, Roma 1985.         [ Links ]

2Benvenuto, Comentum super Dantis Aldigherij Comoediam, Pd XXI, 37-39) consultable en www.bibliotecaitaliana.it.         [ Links ] Mi traducción (teniendo presente la de Giovanni Tamburini, en Benvenuto Rambaldi da Imola. Commento latino sulla Divina Commedia di Dante Allighieri, Galeati, Imola 1836, p. 398) es la siguiente: «En efecto,         [ Links ] decía (Boccaccio de Certaldo) que mientras estaba en Apulia, cogido por la fama del lugar, accedió al noble monasterio de Monte Cassino, del que se ha dicho. Y ávido por ver la librería, de la que había oído hablar que era nobilísima, pidió humildemente a un monje, viendo a aquél que era muy suave, que por gracia le quisiera abrir la biblioteca. Y él respondió rudamente, mostrándole una alta escala: ‘Sube que está abierta'. Él subió alegremente, encontró en el lugar tantos tesoros sin puerta ni llave: e ingresado, vio hierba nacida por las ventanas, y todos los libros con bancos cubiertos de polvo alto. Y comenzó a abrir, a dar vuelta ahora éste ahora el otro, encontró allí muchos y varios volúmenes de libros antiguos y extranjeros. Pero desde algunos de ellos volúmenes habían arrancado quinternos enteros, y a otros les habían cortado los márgenes de papel, y así acrecentadamente deformados. Finalmente, viendo que tantos trabajos y estudios de ínclitos ingenios cayeran en las manos de hombres tan torpes, se apartó doliente y lagrimante. Salió al claustro y preguntó a un monje que le salió al paso por qué esos libros preciosísimos estaban desfigurados y mutilados de ese modo. El cual respondió que algunos monjes, queriendo ganar dos o cinco monedas, a cuatro sólidos, habían raído unos cuadernos y hacían salterios, que vendían a los niños: y de muchos márgenes hacían breviarios, que vendían a las mujeres. ¡Ahora, oh hombre de estudio, suda, hiela, abstente del vino y de las mujeres para componer libros deciencias!».

3 Guido Biagi, Lo Zibaldone boccaccesco Mediceo Laurenziano Plut. XXIX, 8, Olschki, Firenze 1915;         [ Links ] Filippo Di Benedetto, «Considerazioni sullo Zibaldone Laurenziano del Boccaccio e restauro testuale della prima redazione del ‘Faunus'», Italia medioevale e umanistica XIV (1971)91-129;         [ Links ] Raul Mordenti, «Problemi e prospettive di un'edizione ipertestuale dello Zibaldone laurenziano», Michelangelo Picone y Claude Cazalé Bérard (eds.),Gli Zibaldoni di Boccaccio. Memoria, scrittura, riscrittura. Atti del Seminario Internazionale di Fireenze-Certaldo (26-28 aprile 1996), Franco Cesati Editore, Firenze 1998, pp. 361-377;         [ Links ] Stefano Zamponi, Martina Pantarotto, Antonella Tomiello, «Stratigrafia dello Zibaldone e della Miscellanea Laurenziani», Gli Zibaldoni di Boccaccio, cit., pp.181-258.         [ Links ]

4 Bianca Maria Da Rif, «La miscellanea laurenziana XXXIII, 31», Studi sul Boccaccio VII (1973) 59-124;         [ Links ] Stefano Zamponi, Martina Pantarotto, Antonella Tomiello, «Stratigrafia dello Zibaldone e della Miscellanea Laurenziani», Gli Zibaldoni di Boccaccio, cit., pp.181-258.         [ Links ]

5 Sebastiano Ciampi, Monumenti di un manoscritto autografo e lettere inedite di messer Giovanni Boccaccio, Molini, Milano 18302;         [ Links ] Aldo Maria Costantini, «Studi sullo Zibaldone Magliabechiano: I. Descrizione e analisi», Studi sul Boccaccio VII (1973) 21-58.         [ Links ]; «II. Il florilegio senechiano», Studi sul Boccaccio VIII (1974) 79-126;         [ Links ] «III. La polemica con fra Paolino da Venecia», Studi sul Boccaccio X, (1977-78) 255-275;         [ Links ] «IV. La presenza di Martino Polono», Studi sul Boccaccio XI (1979) 363-370;         [ Links ] «Tra chiose e postille dello Zibaldone Magliabechiano: un catalogo e una chiave di lettura», en Gli Zibaldoni di Boccaccio, cit., pp. 29-35;         [ Links ] Gabriella Pomaro, «Memoria della scrittura e scrittura della memoria: a proposito dello Zibaldone Magliabechiano», Gli Zibaldoni di Boccaccio, cit., pp. 259-282.         [ Links ]

6 Eva Ianni, «Elenco dei manoscritti autografi di Giovanni Boccacccio», Modern Language Notes, 86 (1971) 99-113;         [ Links ] Ginetta.Auzzas, «I codici autografi, Elenco e bibliografia», Studi sul Boccaccio VII (1973) 1-20;         [ Links ] Mostra di manoscritti, documenti e edizioni. VI centenario della morte di Giovanni Boccaccio. 2 vols., Comitato Promotore, Certaldo 1975.         [ Links ]

7 Antonia Mazza, «L'inventario della 'parva libraria' di Santo Spirito e la biblioteca di Boccaccio», Italia medioevale e umanistica IX (1966) 1-74.         [ Links ] Acerca de los procedimientos compilatorios de ambos poetas, cfr. Dennis Dutschke, «Il libro miscellaneo: problemi di metodo tra Boccaccio e Petrarca», Gli Zibaldoni di Boccaccio, cit., pp. 95-112.         [ Links ]

8 AgostinoPertusi, Leonzio Pilato fra Petrarca e Boccaccio. Le sue versioni omeriche negli autografi di Venezia e la cultura greca del primo Umanesimo, Leo S.Olschki, Firenze 1979.         [ Links ]

9 José Blanco J., El cansado viajero de Arquà, Ediciones Video Carta, Santiago de Chile 2003.         [ Links ]

10 José Blanco J., «La labor erudita de Boccaccio: sus obras en latín», Pharos vol. 12, nº 1 (mayo-junio 2005) 109-178.         [ Links ]

11 Giovanni Boccaccio, Genealogie deorum gentilium libri, edición crítica de Vincenzo Romano, 2 vols., Laterza, Bari 1951; edición crítica de Vittorio Zaccaria, en Tutte le opere, vols. VII-VIII, Mondadori, Milano 1996.         [ Links ]

12 José Blanco J., «El sentimiento humanístico en las “Invective contra medicum” de Petrarca», Alpha 9 (1993) 73-80.         [ Links ]

13 Guido Martellotti, Le due redazioni delle “Genealogie” del Boccaccio, Edizioni di storia e letteratura, Roma 1951;         [ Links ] Pier Giorgio Ricci, Studi…, op. cit., pp. 189-225.

14 Eva Ianni, a. cit., 106-107; Ginetta Auzzas, a. cit., 10-11; Mostra, op. cit., 80-82)

15 Giuseppe Billanovich, Pietro Piccolo da Monteforte tra il Petrarca e il Boccaccio, en Medioevo e Rinascimento. Studi in onore di Bruno Nardi, Università di Roma, Istituto di Filosofia, Sansoni, Firenze 1955: 1-76;         [ Links ] Vittore Branca, op. cit., 107.

16 Giovanni Boccaccio, De casibus virorum illustrium, edición crítica de Pier Giorgio Ricci y Vittorio Zaccaria, Tutte le opere, vol. IX, Mondadori, Milano 1983.         [ Links ]

17 Pier Giorgio Ricci, Studi, op. cit., 179-166; Vittorio Zaccaria, «Le due redazioni del ‘De Casibus´», Studi sul Boccaccio X (1977-78) 1-26.         [ Links ]

18 Sebastiano Ciampi, Monumenti, op. cit.

19 En espera de que se publique un trabajo mío inédito, por ahora puede consultarse: José Blanco J., «Caýda de príncipes: la Vulgata castellana del De Casibus Virorum Illustrium», Boletín de Filología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, Santiago (Chile), Vol. 50 No. 1 (2015), 33-70.         [ Links ] Acerca de la validez de las traducciones españolas y su aporte filológico a las ediciones críticas, cfr. José Blanco J.,«Giovanni Boccaccio en España a partir de la tradición textual de sus obras», en MariapiaLamberti, Fernando Ibarra y Sabina Longhitano (eds.), Boccaccio. influenza e attualità. Atti delle XI Giornate di Studi Italiani Città del Messico, 28 ottobre-1 novembre 2013, Università Nazionale Autonoma del Messico Dipartimento di Lettere Italiane, Franco Cesati, Firenze 2015, pp. 187-202.         [ Links ]

20 Manlio Pastore Stocchi, Tradizione medievale e gusto umanistico nel "De Montibus" del Boccaccio, C.E.D.A.M., Padova 1963.         [ Links ]; Giovanni Boccaccio, De montibus, silvis, fontibus, lacubus, fluminibus, stagnis, seu paludibus, de nominibus maris, edición crítica de Manlio Pastore Stocchi, Tutte el opere, vol. VIII. Mondadori, Milano 1996, pp. 1815-2122.         [ Links ]

21 Giovanni Boccaccio, Edición diplomático-interpretativa del De montibus, silvis, fontibus, lacubus, fluminibus, stagnis seu paludibus et de diversis nominibus maris en una traducción castellana del siglo XV, edición de José Blanco J., Universidad de las Américas, Santiago de Chile 2008.         [ Links ] Esta edición fue precedida por mi artículo «Un diccionario geográfico del siglo XIV: El “Liber de Montibus” de Giovanni Boccaccio», Pharos vol. 9 nº 1 (mayo-junio 2002) 3-44.         [ Links ] Ahora puede consultarse también José Blanco J., «Il De Montibus di Giovanni Boccaccio: note sul testo della traduzione castigliana del secolo XV», Italia Medioevale e Umanistica LV (2014), 103-139.         [ Links ]

22 Giovanni Boccaccio, De Montibus…, op. cit., fons Sorga.

23 Giovanni Boccaccio. De mulieribus claris, edición crítica de Vittorio Zaccaria, Tutte le opere, vol. X., Mondadori, Milano 1967.         [ Links ]

24 José Blanco J., «Giovanni Boccaccio: ¿Misógino o filógino?», Mapocho 65 (Primer Semestre 2009), 185-194.         [ Links ]

25 Pier Giorgio Ricci, Studi, op. cit., 115-124

26 Pier Giorgio Ricci,«Le fasi redazionali del ‘De mulieribus claris'», Rinascimento X (1959) 12-21,         [ Links ] ahora en Studi, op. cit. 125-135; Vittorio Zaccaria, «Le fasi redazionali del “De mulieribus claris», Studi sul Boccaccio I (1963) 252-332;         [ Links ] «Appunti sul latino del Boccaccio nel “De mulieribus claris”(dall'autografo Laur. Pl. 90 sup. 981)», Studi sul Boccaccio III (1965) 229-246.         [ Links ]

27 En su testamento del 4 de abril de 1370, señala: “Johanni de Certaldo seu Boccaccii, verecunde admodum tanto viro tam modicum, lego quinquaginta florenos auri de Florentia pro una veste hiemali ad studium lucubrationes nocturnas”.

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