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Scripta Mediaevalia

versión impresa ISSN 1851-8753versión On-line ISSN 2362-4868

Scripta Mediaevalia vol.15 no.2 Mendoza dic. 2022  Epub 28-Feb-2023

http://dx.doi.org/10.48162/rev.35.017 

Artículos

Juan Filopón como antecedente filosófico en los argumentos contra la eternidad del mundo de San Buenaventura

John Philoponus as a philosophical antecedent in Bonaventure’s arguments against the eternity of the world

Verónica Benavides González1 

1Doctora en Filosofía y catedrática de Antropología Filosófica en la Facultad Eclesiástica de Teología, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Chile). veronica.benavides@pucv.cl

Resumen:

El presente artículo busca hacerse cargo de la sugerente tesis de Sorabji y Dales sobre el verdadero origen de los argumentos contra la eternidad del mundo esgrimidos por Buenaventura en su Comentario a las Sentencias. Dicha tesis sostiene que los argumentos presentados por Buenaventura basados en paradojas sobre el infinito no serían suyos, sino que provendrían de una larga y hasta ahora poco conocida tradición de pensamiento que se remonta hasta Juan Filopón, filósofo cristiano del siglo VI d.C. que habría formulado por primera vez una defensa de la creación ex nihilo del mundo y su inicio temporal revirtiendo las argumentaciones aristotélicas sobre el infinito. A fin de poner a prueba esta tesis, nos detendremos en investigar brevemente el vehículo de transmisión de los argumentos de Filopón hasta Buenaventura en el siglo XIII, probablemente fuentes árabes y judías del temprano Medioevo, para -posteriormente- iniciar un estudio comparado entre algunos pasajes relevantes del Comentario a las Sentencias y el De Aeternitate Mundi contra Proclum y otros textos de Juan Filopón para determinar el grado de semejanza en las líneas argumentativas y la doctrina filosófica que Buenaventura habría recogido desde el filósofo alejandrino para la formulación de sus razonamientos contra la eternidad del mundo.

Palabras clave: Juan Filopón; San Buenaventura; creación; infinito; eternidad

Abstract:

The present paper seeks to take up the suggestive thesis of Sorabji and Dales on the true origin of the arguments against the eternity of the world put forward by Bonaventure in his Commentary on the Sentences. This thesis maintains that the arguments presented by Bonaventure based on paradoxes about the infinite would not be his, but would come from a long and so far little known tradition of thought that goes back to John Philoponus, a Christian philosopher of the sixth century A.D. who would have formulated for the first time a defense of the ex nihilo creation of the world and its temporal beginning by turning around the Aristotelian arguments about the infinite. In order to test this thesis, we will briefly investigate the vehicle of transmission of Philoponus's arguments to Bonaventure in the 13th century, probably Arab and Jewish sources from the early Middle Ages, and -later- to start a comparative study between some relevant passages of the Commentary on the Sentences and the De Aeternitate Mundi contra Proclum and other texts of John Philoponus to determine the degree of similarity in the argumentative lines and the philosophical doctrine that Bonaventure would have gathered from the Alexandrian philosopher for the formulation of his reasoning against the eternity of the world.

Keywords: John Philoponus; Saint Bonaventure; creation; infinity; eternity

Sumario

  1. Introducción

  2. Juan Filopón y su argumentación contra la eternidad del mundo

  3. Las semejanzas argumentativas entre Juan Filopón y San Buenaventura: El primer libro del Comentario a las Sentencias

  4. Las semejanzas argumentativas entre Juan Filopón y San Buenaventura: El segundo libro del Comentario a las Sentencias

  5. Conclusiones

1. Introducción

Una de las cuestiones más intensamente debatidas durante la Edad Media fue la posibilidad de que el mundo haya sido creado por Dios ab aeterno y no de un modo temporal, como lo sostenía San Agustín y, junto a él, la tradición metafísica acuñada por la Escuela Franciscana del siglo XIII. En este sentido, es bastante conocida la discusión de aeternitate mundi sostenida entre la Escuela Dominica encabezada por Tomás de Aquino y los Franciscanos liderados por San Buenaventura, donde, por ambas partes, había argumentos filosóficos y teológicos de peso para inclinarse ya sea por la creación ab aeterno o por la creación ex tempore.1 Sin desconocer la importancia histórica y filosófica de dicha disputa, nuestro interés radica en estudiar la línea argumentativa utilizada por Buenaventura para defender la tesis de la temporalidad de la creación y, con ello, combatir a todos quienes sostengan su eternidad, incluidos los aristotélicos heterodoxos de creciente presencia en la Universidad de París.

Según Baldner, las fuentes de los célebres argumentos bonaventurianos contra la eternidad del mundo expuestos en el libro segundo de su Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo serían, por una parte, San Agustín, y por otra, Moisés Maimónides (Guía de los Perplejos) y la corriente islámica del Mutakallimūn, recalcando expresamente que dichos argumentos no son originales de San Buenaventura.2 Esta afirmación de Baldner no sorprende, ya que la Edad Media se caracterizó precisamente por promover la incorporación de nuevas fuentes filosóficas, tanto árabes como judías, que enriquecieron notablemente el pensamiento medieval dando origen a nuevas síntesis filosóficas. En este sentido, San Buenaventura y su maestro Alejandro de Hales no dudaron en acoger estas nuevas influencias, con la sola salvedad de que aquellas no entraran en contradicción con las verdades fundamentales de la fe cristiana.3

Lo que sí llama la atención es que el núcleo conceptual de los argumentos que ofrece Buenaventura contra la eternidad del mundo, esto es, la serie de razones basadas en las paradojas del infinito, no serían suyos, sino que provendrían de una larga y hasta ahora poco conocida tradición de pensamiento que se remonta hasta Juan Filopón (siglo VI d.C.). Así lo sostiene, por ejemplo, Richard Sorabji, quien responsabiliza a medievalistas tales como Gilson, Murdoch y Withrow de haber creado la impresión -intencionada o no- de que los argumentos del infinito en favor del comienzo temporal del mundo fueron inventados por San Buenaventura en el siglo XIII.4 Incluso el académico inglés va más lejos y afirma que Buenaventura repite los argumentos de Filopón, usando hasta sus mismos ejemplos, pero sin nombrarlo, quizá por desconocer su autoría.5 Según Sorabji y Davis, el maestro franciscano se habría hecho eco de argumentos repetidos y re-elaborados innumerables veces por filósofos islámicos y judíos que habrían actuado como vehículo de transmisión de los argumentos originales de Juan Filopón hasta la Edad Media latina.6 Una opinión similar tiene Dales, quien le atribuye a Buenaventura un conocimiento indirecto del De Aeternitate Mundi contra Proclum de Filopón -obra donde se alojarían principalmente los argumentos sobre el infinito-, suponiendo también que los argumentos bonaventurianos no serían suyos, salvo el sexto.7 No obstante, Dales es más cauto que Sorabji pues afirma que, si bien la citada obra de Filopón no fue traducida al latín durante la Edad Media, Buenaventura igualmente podría haber leído un resumen o manual de los argumentos filoponianos en alguna obra judía o árabe8 que no es capaz de precisar por ahora.

En este artículo, por lo tanto, nos haremos cargo y pondremos a prueba la sugerente tesis de Sorabji y Dales sobre el verdadero origen de los argumentos contra la eternidad del mundo esgrimidos por San Buenaventura en su Comentario a las Sentencias, intentando establecer hasta qué punto el maestro franciscano se encuentra influenciado por Juan Filopón y dónde se separa de esa influencia, si es que esto ocurre. Para lograr este objetivo, dividiremos este estudio en cinco partes: 1) Introducción 2) Juan Filopón y su argumentación contra la eternidad del mundo 3) Las semejanzas argumentativas entre Juan Filopón y San Buenaventura: el primer libro del Comentario a las Sentencias 4) Las semejanzas argumentativas entre Juan Filopón y San Buenaventura: el segundo libro del Comentario a las Sentencias 5) Conclusiones.

2. Juan Filopón y su argumentación contra la eternidad del mundo

Como lo ha señalado Sorabji, Juan Filopón no siempre ha tenido el crédito que se merece en la historia de la filosofía, en parte por el anatema que se le impuso el 680 d. C., justo cien años después de su muerte.9 Quizás sea esta una de las razones por las que sus argumentos sobre el infinito hayan sido desvinculados de su autoría y hayan reaparecido, siglos más tarde, como ideas originales de San Buenaventura.

Con todo, conviene recordar que Juan Filopón fue un filósofo neoplatónico alejandrino que nació en las últimas décadas del siglo V d. C., murió en la segunda mitad del VI d. C., y fue discípulo destacado de Ammonio -al igual que Simplicio- en la Escuela de Alejandría. De acuerdo con Sambursky, sigue sin dilucidarse si Filopón era cristiano de nacimiento, o bien se convirtió al cristianismo profesando ya la filosofía.10 Lo cierto es que todas sus obras denotan su esfuerzo por defender el monoteísmo y la convicción cristiana de un mundo creado ex nihilo por Dios, de modo temporal y no eterno, en directa polémica contra Aristóteles y su afirmación de la eternidad del tiempo y la materia. En este sentido, Couvalis le atribuye a Juan Filopón la cualidad de ser el primer autor cristiano en argumentar en detalle que el universo y el tiempo deben haber tenido un comienzo.11 Sus argumentos al respecto se encuentran principalmente en su Comentario a la Física de Aristóteles12 (escrito hacia el 517 d. C.), en su libro contra los dieciocho argumentos en favor de la eternidad del mundo del neo-platónico Proclo titulado precisamente De Aeternitate Mundi contra Proclum13 (compuesto el 529 d. C.), y en el libro -hoy perdido- Contra Aristotelem de Aeternitate Mundi,14 del cual solo se conservan fragmentos citados por Simplicio en su Comentario a la Física de Aristóteles.15 En todos estos textos el denominador argumental común es el siguiente: si el mundo fuera eterno se seguiría que un número infinito de actos sucesivos podrían ser enumerados, lo cual es imposible.16 En otras palabras, si el universo no ha tenido un comienzo, una infinidad de años o generaciones existirán de modo actual (infinito actual) y su serie podrá ser recorrida o atravesada. Además, como a esa infinitud siempre se le puede adicionar una unidad más, esto implicaría ‘multiplicar el infinito’ o hacerlo ‘más grande’, lo cual es, a todas luces, absurdo. Así, -concluye Filopón- el infinito no puede ser aumentado.17

Como puede notarse, la argumentación de Juan Filopón contra la eternidad del mundo -en discusión contra Proclo y los aristotélicos de su época- descansa en que el infinito no puede ser aumentado ni atravesado, idea que desarrolla con leves variaciones tanto en su De Aeternitate Mundi contra Proclum como en su Contra Aristotelem de Aeternitate Mundi. Este es, pues, el núcleo argumental que, según Sorabji, pasó a la Edad Media latina mediante autores árabes y judíos que lo repitieron profusamente y que habría conocido San Buenaventura.

En este sentido, Davidson afirma categóricamente que en el siglo X, los pensadores árabes tuvieron acceso al menos a una traducción parcial del Contra Aristotelem de Filopón y también a un corto tratado donde Filopón habría demostrado que la potencia del universo físico es finita y creada.18 Chase va más lejos al sostener que su Comentario a la Física de Aristóteles parece haber sido parte del curriculum de la Escuela de Bagdad a fines del siglo X e inicios del siglo XI d. C19. Por otra parte, el judío Saadia (882-942 d.C.) recoge en sus pruebas de la creación del mundo la imposibilidad de un infinito actual en términos muy semejantes a la argumentación filoponiana: “si el universo fuera eterno, la generación en el mundo sublunar podría estar precedida por una serie infinita de generaciones. Pero el infinito no puede ser recorrido. Luego, si el universo fuera eterno, ninguno de los seres actualmente existentes en el mundo sublunar podría haber sido generado”.20

De acuerdo con el mismo Davidson, el argumento filoponiano del infinito actual reapareció en Iskāfī, Nazzām y al-Kindī. Aparece también con variaciones en Ibn Hazm, Nāsir-i-Khosraw, Juwaynī, al-Ghazālī, Judah Hallevi, Fakhr al-Dīn al-Rāzī, Averroes (que lo rechaza), Maimónides (que también lo rechaza) y Levi Gersonides. Y el argumento de que no se puede añadir nada al infinito ha sido descubierto en Nazzām y Saadia. También aparece en Ibn Hazm, Abd al-Jabbār, al-Ghazālī, Bahya, Judah Hallevi, Shahrastāni, Fakhr al-Dīn al-Rāzī, Maimónides (que lo rechaza), Levi Gersonides y Aaron ben Elijah.21 Ambos argumentos, apunta Davidson, habrían sido ‘bien conocidos’ por los cristianos y aceptados por San Buenaventura.22

Finalmente, hay que notar que los argumentos cosmológicos en defensa de la creación ex nihilo de la escuela árabe del Kalam también dependen de Juan Filopón. Según Craig, el argumento filoponiano de la finitud del movimiento, el tiempo y los objetos temporales, y en general, del mundo mismo es la fuente de las argumentaciones de los teólogos del Kalam contra la concepción aristotélica de la eternidad del mundo.23 De este modo, pareciera haber una amplia evidencia de que, tanto las pruebas de Filopón en favor de un mundo creado por Dios de la nada, como sus argumentos en contra de la eternidad del mundo estuvieron, de alguna manera, disponibles para los estudiosos árabes medievales y, mediante éstos, fueron transmitidos a la Edad Media latina.24 A partir de esta evidencia examinaremos a continuación el grado de presencia del pensamiento filoponiano contra la eternidad del mundo en San Buenaventura, núcleo de nuestro estudio.

3. Las semejanzas argumentativas entre Juan Filopón y San Buenaventura: El primer libro del Comentario a las Sentencias

La primera serie de argumentos elaborados por San Buenaventura en contra de la tesis de la eternidad del mundo se encuentra en el primer libro de su Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, d. 44. a. 1. q. 4, donde se pregunta si Dios pudo crear el mundo más antiguo de lo que lo hizo, o bien, si pudo crear el mundo antes del mundo. A ambas posibilidades el Santo responde que no, ya que implican una manifiesta contradicción.

La primera contradicción, según Buenaventura, radica en que, si hablamos de ‘llegar a ser’ necesariamente hablamos de ‘tener un principio’, al igual que si hablamos de eternidad necesariamente hablamos de ‘no tener un principio’. Luego, la pregunta si acaso Dios pudo crear el mundo antes de crearlo es contradictoria, ya que implica sostener que el mundo, teniendo principio, podría no tener principio, esto es, ser eterno.25

La segunda contradicción radica en que la antigüedad o anterioridad comienza simultáneamente con el tiempo y no antes de éste. Como afirma el maestro franciscano en el Respondeo, siguiendo de cerca a San Agustín (De Civ. Dei., XI, 6; De Genesi ad Litteram imp. Liber, III, 8), el tiempo comienza necesariamente con el mundo, sin que haya lugar a un antes del llegar a ser del mundo, pues esto significaría suponer un ‘tiempo antes del tiempo’, que no es otra cosa que un absurdo proveniente de una falsa imaginación del acto creador de Dios y del concepto de eternidad.26

Queda claro que San Buenaventura hereda y hace suya la problemática ya tratada y respondida suficientemente por San Agustín en su polémica contra los maniqueos respecto de si Dios pudo crear el mundo más temprano o antes de lo que lo hizo. En efecto, el Obispo de Hipona aclara en De Genesi contra Manichaeos, I, 2, 3 que “antes del principio del tiempo no existía el tiempo. Dios creó el tiempo y, por consiguiente, antes de crear el tiempo no existía el tiempo. Y no podemos decir que existía algún tiempo, cuando aún Dios nada había creado”.27 Como puede verse, la línea argumentativa es análoga en uno y otro caso, ya que ambos autores consideran al tiempo como una creatura que consta de un inicio, al igual que el mundo. Es más, tiempo y mundo comparten el mismo origen, y por ello es contradictorio pensar un ‘tiempo antes del tiempo’ o un ‘mundo antes del mundo’. Y al igual que Buenaventura, San Agustín considera disparatado siquiera plantear esta suposición28.

Ahora bien, la influencia filosófica de San Agustín sobre San Buenaventura está suficientemente probada y es ampliamente conocida y aceptada. Sin embargo, llama la atención que el problema de la existencia de un tiempo antes del tiempo se encuentre ya en Juan Filopón (s. VI d.C.) de un modo muy similar en su desarrollo a la respuesta del maestro franciscano al respecto. De hecho, Filopón debe enfrentar la argumentación que presenta el neoplatónico Proclo en favor de la eternidad del mundo y que se basa justamente en afirmar la verosimilitud de que exista un tiempo antes del tiempo. He aquí el argumento de Proclo:

Si hubo un ‘cuándo’ en que el tiempo no existió y habrá un ‘cuándo’ en que éste no exista, hubo un cierto tiempo en que el tiempo no existió y habrá un cierto tiempo en que éste no exista. Pero, (…) ‘un cierto tiempo’ es indicativo de tiempo y donde quiera que haya ‘un cierto tiempo’ hay tiempo. Por lo tanto, hubo tiempo cuando el tiempo no existía y habrá tiempo cuando el tiempo no exista.29

Aparte de señalar que el argumento de Proclo es excesivamente sofístico, Juan Filopón se centra en el sentido de las palabras ‘hubo’ y ‘habrá’: en ambos casos, cuando se dice que ‘hubo un cuándo en que el tiempo no existió’ y ‘habrá un cuándo en que el tiempo no exista’, se toma esas formas verbales temporalmente, siendo que deben tomarse como indicativas de la eternidad, dado que ésta existe incluso cuando no hubo tiempo y existirá cuando no haya tiempo alguno30. De esta manera, Filopón deja en claro que la falta de distinción entre el tiempo y la eternidad constituye el error del razonamiento de Proclo, pero además agrega un argumento concluyente muy semejante al usado por San Buenaventura para refutar la supuesta eternidad del mundo: “Está correctamente tomado por Platón y la Verdad [las Escrituras] que el tiempo viene a la existencia junto con el cielo (dado que el tiempo es la medida del movimiento celestial)”.31

Como lo muestra el texto, Filopón -apelando en conjunto al testimonio de Platón y la Revelación cristiana- manifiesta la misma convicción sobre el origen común del tiempo y el mundo sostenida por San Agustín y San Buenaventura, la que se ve reforzada con una afirmación posterior sobre la necesaria temporalidad del mundo: “…es imposible para la existencia del mundo ser sin un comienzo. Y si uno u otro, sea el tiempo o el mundo, tuvo un comienzo de su existencia, el otro debe haber tenido un comienzo de su existencia también”.32

No hay que olvidar que Juan Filopón es un autor cristiano que discute contra los aristotélicos de su época -férreos defensores de la eternidad del mundo y del tiempo- y que defiende la tesis cristiana de la creación ex nihilo por Dios en el tiempo, de modo que es esperable la coincidencia con otros autores cristianos posteriores. Sin embargo, es muy sugestivo el empleo, hasta aquí, de la misma línea argumentativa tanto en Filopón como en Buenaventura: ambos ven contradicción entre tener un principio y ser eterno, destacando la necesidad de que el mundo haya sido concreado por Dios junto al tiempo que le es inherente. Cabe señalar que, según Sorabji, los argumentos filoponianos son elaboraciones originales de su autor, -pues consta que no conoció los escritos latinos de San Agustín-, los que reaparecerán en los pensadores islámicos de la Edad Media (Avicena, Al-Ghazālī, Averroes, Ibn Tufayl, etc.) y que Buenaventura podría haber tenido a la vista cuando redactó su Comentario a las Sentencias,33 como ya se dijo.

4. Las semejanzas argumentativas entre Juan Filopón y San Buenaventura: El segundo libro del Comentario a las Sentencias

Por otra parte, en el segundo libro del citado Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo San Buenaventura desarrolla una segunda serie de argumentos contra la eternidad del mundo, conocidos como ‘los argumentos del infinito’, basados en general en la imposibilidad de un infinito creado. El primero de ellos descansa en la tesis aristotélica que señala: “es imposible agregar algo al infinito” (De Caelo. I.12; Phys. III. 6), pues todo lo que recibe una adición se hace mayor, lo que implicaría ‘aumentar’ el infinito, lo cual es absurdo.34 Esta es la premisa sobre la que Buenaventura basa el ejemplo con el que ilustra esta imposibilidad, y que, como veremos, es muy similar a la argumentación de Juan Filopón contra el incremento del infinito en respuesta a Proclo.

El esquema argumentativo del maestro franciscano, en su ejemplo, establece que:

Si el mundo es eterno, las revoluciones del Sol en su órbita son infinitas; así, por una revolución del Sol es necesario que haya habido doce de la misma Luna. Por lo tanto, la Luna ha efectuado más revoluciones que el Sol, siendo que el Sol ha recorrido infinitas veces su órbita. Luego, contando los infinitos, vemos que uno es mayor que el otro, lo cual es imposible.35

De este modo, el razonamiento bonaventuriano opera como una reducción al absurdo: no puede haber un infinito susceptible de aumentar (impossibile est infinito addi), o lo que es lo mismo, no es posible pensar dos números infinitos, en que uno es ‘más grande’ que el otro, pues esta aseveración repugna a la razón.

Por su parte, Juan Filopón en su De Aeternitate Mundi contra Proclum utiliza la misma estructura lógica para argumentar contra el incremento del infinito, esto es, toma un número de elementos infinitos en el pasado, al que se le suman los elementos del presente, lo que implicaría que el infinito aumenta con la adición, lo cual es imposible. El ejemplo filoponiano es el siguiente: “si el mundo no ha tenido principio, y el número de hombres vivos antes de Sócrates es infinito, y si le son sumados aquellos hombres vivos desde Sócrates hasta el tiempo presente, habrá algo más grande que el infinito, lo cual es imposible”.36 Es interesante notar cómo Filopón agudiza la contradicción extrapolando el ejemplo con más elementos:

Y si el número de hombres que han vivido es infinito, el número de caballos que han vivido es, ciertamente, también infinito. Así, estarás doblando el infinito otra vez. Y si sumas a esto el número de perros, triplicarás el infinito…Esta es la más grande de las imposibilidades, pues no es posible ser más grande que el infinito, ni menos muchas veces más grande…[Luego] no es posible que el mundo sea ingénito y sin un comienzo.37

Como lo muestran los textos, es sorprendente la semejanza argumentativa entre el razonamiento de San Buenaventura y el de Juan Filopón, ya que siguen el mismo patrón lógico deductivo, variando solamente los objetos incluidos en los ejemplos. Sin embargo, hay un texto de Filopón en el que consta un ejemplo astronómico idéntico en su formulación al que provee el maestro franciscano en su Comentario a las Sentencias, y que nos hace pensar que, de un modo u otro, lo tuvo a la vista -tal vez, en una fuente árabe o judía- y lo repitió allí, como también lo cree Sorabji.38

En su obra perdida Contra Aristotelem de Aeternitate Mundi había un fragmento, por suerte conservado por Simplicio en su Comentario a la Física de Aristóteles, donde Juan Filopón argumenta que, si las esferas no se mueven con iguales períodos de revoluciones y si el movimiento de los cielos no tiene comienzo, entonces:

Es necesario que la esfera de Saturno haya rotado con un infinito número de revoluciones, pero la esfera de Júpiter habría realizado entonces cerca de tres veces más revoluciones que éste. Las revoluciones del Sol serán treinta veces más grandes en número que las de Saturno, y las revoluciones de la Luna 360 veces más, y las revoluciones de la esfera de las estrellas fijas más de diez mil veces más grandes.39

Aparte de manifestar el absurdo de estas afirmaciones, la conclusión de Juan Filopón en este pasaje defiende la misma tesis central de San Buenaventura: “es necesario que el movimiento circular de los cielos no haya existido antes, sino que haya tenido un comienzo en la existencia, esto es, al mismo tiempo que los mismos cielos comenzaron a existir”.40 Es decir, el mundo como tal, debe haber tenido un comienzo temporal, y no ser eterno.

Ahora bien, el segundo argumento sobre el infinito que utiliza San Buenaventura y en el que notamos una gran influencia filoponiana es aquel en el que sostiene, siguiendo a Aristóteles, que es imposible recorrer el infinito (impossibile est infinita pertransiri): “si el mundo no ha tenido comienzo, ha habido infinitas revoluciones. Luego, es imposible que estas sean recorridas, por lo que es imposible llegar hasta esta revolución”.41 Como se ve, el núcleo de la argumentación descansa en la imposibilidad de llegar al elemento presente -en este caso, una revolución- si los elementos pasados son infinitos, ya que, en el conteo, nunca alcanzaríamos el presente. Así lo expresa San Buenaventura:

Si alguna revolución dista de otra en un grado infinito, hay que preguntarse por la revolución que le sigue inmediatamente si acaso dista en infinito grado. Si en verdad es así similarmente hay que preguntar por la tercera, la cuarta, y así al infinito. Luego, una no está más distante que esta o esta otra, por lo tanto, una no está antes que la otra, sino que todas son simultáneamente.42

La premisa de la que parte Juan Filopón es, sugestivamente, la misma: “atravesar el infinito, contándolo unidad por unidad, es imposible, incluso si el contador es eterno. Así, el infinito por naturaleza no se puede recorrer; de otro modo, no sería infinito”.43 Hay que notar que la demostración de esta tesis sigue la misma línea argumentativa que retoma Buenaventura en el siglo XIII, variando solamente los elementos del ejemplo. Así, para Filopón, si el infinito no se puede recorrer, las sucesivas generaciones de la raza humana, avanzando individuo tras individuo, han descendido de un infinito número de individuos hasta llegar a los que existen ahora, por lo tanto, el infinito se ha vuelto susceptible de ser atravesado, lo cual es imposible.44 Queda claro, entonces, que, para el filósofo alejandrino, “el número de individuos anteriores no es infinito ya que las generaciones de la raza humana no habrían llegado hasta cada uno de nosotros, luego, es imposible atravesar el infinito”,45 misma idea involucrada en el ejemplo de las revoluciones astronómicas distantes unas de otras en grado infinito en el argumento bonaventuriano.

En síntesis, San Buenaventura repite la misma estructura argumentativa que exhibe Juan Filopón al momento de defender la tesis de que el infinito no puede ser atravesado, incluso recurriendo a la regresión ad infinitum como principal objeción al tratar de recorrer dicho infinito.46 Como es manifiesto en este caso, ambos autores parten de la premisa que no puede existir un infinito en acto, ya que, de ser así, el mundo no podría haber tenido un comienzo en el tiempo.

Examinemos con más detalle este relevante punto de comparación tanto en Buenaventura como en Filopón, pues mientras el filósofo alejandrino declara que un infinito número de elementos existentes en el pasado implicaría un infinito actual, y por ende, la eternidad del mundo, el maestro franciscano también rechaza el infinito actual, debido a que no puede existir una multitud infinita en acto de almas humanas, ya que significaría, por una parte, establecer la co-eternidad de las almas con el Creador, y con ello, la existencia simultánea de dos infinitos; y por otra, poner en peligro la doctrina cristiana de la salvación.47 En todo caso, hay que notar con Copleston que San Buenaventura rechazó como errónea la posibilidad de cualquier tipo de infinito en acto, no solo aquel relativo a las almas humanas, puesto que dicha multitud no podría ser ordenada48, como el mismo Santo lo sostiene en el Comentario a las Sentencias: si no hay un primer elemento en una serie, no puede haber orden en ninguna sucesión, luego, impossibile est infinita ordinari.49

Por su parte, el razonamiento desplegado por Juan Filopón en De Aeternitate Mundi contra Proclum se funda -al igual que en Buenaventura- en la autoridad de Aristóteles suponiendo, además, un acuerdo universal en el rechazo a la existencia de un infinito actual. Pero lo más relevante es la incompatibilidad que declara entre un infinito numérico y la supuesta infinitud de elementos existentes en el mundo: “puesto que el infinito en magnitud o en número no es de una naturaleza que exista actualmente, es absolutamente necesario que el número de cosas sea finito”,50 es decir, si el número de hombres, plantas y otras especies citadas por Filopón es finito, es de toda lógica que éstos hayan tenido su existencia en un tiempo finito, ya que lo que consta de partes finitas es también finito.51 La conclusión implícita de lo anterior, como bien lo apunta Couvalis, es que el tiempo y el universo deben haber tenido un comienzo, en abierta oposición a Aristóteles.52 Y tan seguro está de la razonabilidad de estos argumentos, que el mismo Filopón los considera de hecho ‘evidentes por sí mismos’,53 tal como San Buenaventura lo hace con sus propios argumentos contra la eternidad del mundo en el Comentario a las Sentencias II, dist.1, p.1, a.1, q.2, sed contra al presentarlos como razones per se notis secundum rationem et philosophiam.

Si retomamos la idea anterior, queda de manifiesto que la razón última de aquella incompatibilidad entre un infinito en magnitud y un infinito número de cosas existentes descansa, para el filósofo alejandrino, en que el mundo no puede coexistir con Dios en la eternidad54 debido a que lo que llega al ser no es de naturaleza coeterna con la causa que lo produce.55 Argumentando como filósofo cristiano, Juan Filopón reafirma esta idea señalando categóricamente que el mundo recibe su ser y su sustancia de Dios mediante un acto de creación que de ningún modo implica emanación desde su misma sustancia, lo que -una vez más- hace imposible pensar al mundo como coexistiendo con su Creador desde la eternidad,56 dado que su verdadero origen se encuentra en la creación ex nihilo simultánea del mundo y el tiempo que le es propio.

Como puede notarse, la línea argumentativa filoponiana se encuentra en la base del desarrollo argumentativo que San Buenaventura realiza en torno a la imposibilidad de un infinito actual: ni pueden existir dos infinitos simultáneos ni puede haber una serie infinita de elementos sin un inicio temporal, ya que ambas posibilidades repugnan a la razón. Lo interesante del caso es que el maestro franciscano recoge las mismas razones filosófico-teológicas que Juan Filopón, pero las incluye como ultima ratio en su listado de argumentos contra la eternidad del mundo en el Comentario a las Sentencias. Allí propone como sexto argumento -fuera ya de las paradojas sobre el infinito de raigambre aristotélica- que “es imposible que lo que tiene el ser después del no-ser sea eterno”,57 pues sostenerlo sería una grave contradicción. En el caso del mundo, sostiene Buenaventura, éste tiene el ser después del no-ser, luego, es imposible que sea eterno, razón por la cual debe necesariamente tener una causa que lo produzca del todo y ex nihilo no solo materialmente, sino radicalmente: mundus totaliter habet esse a Deo: ergo mundus ex nihilo, sed non ex nihilo materialiter: ergo originaliter.58 Esta misma idea la reafirma taxativamente en la Conclusio de la q. 2 diciendo que suponer un mundo eterno y al mismo tiempo creado ex nihilo es completamente contrario a la verdad y la razón, a tal punto que ningún filósofo, por poco entendimiento que tuviese, se atrevería a sostenerlo.59

Finalmente, al igual que Juan Filopón, Buenaventura insiste en que la creación del mundo en modo alguno puede ser considerada una emanación de la sustancia divina. Al finalizar el sexto argumento desplegado en su Comentario a las Sentencias lo señala con toda claridad: “lo que es producido totalmente lo es según su materia y forma, pero esa materia no la obtiene de aquello que la produce, esto es, no de Dios: es manifiesto que [la obtiene] ex nihilo”.60 Por lo tanto, esto descarta toda posibilidad de coeternidad del mundo con Dios, distinguiendo con claridad, y en consonancia con el filósofo alejandrino, la naturaleza propia de las creaturas -finitas y temporales- del ser de Dios, eterno y atemporal. Como lo afirma Baldner, toda la fuerza de la argumentación bonaventuriana sobre la eternidad del mundo descansa justamente en la convicción de que ‘ser creado’ y ‘ser eterno’ son conceptos excluyentes entre sí,61 tal como Filopón también lo pensaba al declarar que “las cosas generadas no son coeternas con aquel que las trajo a la existencia”.62 Para ambos autores, dicha distinción, junto con las llamadas paradojas del infinito, constituyen la base de todo el andamiaje argumentativo contra la eternidad del mundo y contra los que pretenden atacar el dogma cristiano de la creación ex nihilo por parte de un Dios uno, eterno y omnipotente, ya sea el pagano Proclo en el siglo VI o los aristotélicos heterodoxos con los que debió lidiar San Buenaventura en el París del siglo XIII.

5. Conclusiones

Como ya hemos visto, la importancia de Juan Filopón para el futuro desarrollo de la filosofía en la Edad Media es enorme, pues no solo es el primer autor que puso al cristianismo -ya en el siglo VI d. C.- a la ofensiva en el debate si el universo tuvo o no un comienzo temporal,63 sino que también -como lo afirma Couvalis- fue el primero en revertir los argumentos de Aristóteles sobre el infinito contra sí mismo64, refutando tanto la eternidad del mundo como la del tiempo y la materia y poniendo en su lugar al Dios cristiano, creador de la nada, eterno y omnipotente. En otras palabras, el filósofo alejandrino inició una nueva tradición interpretativa de los textos cosmológicos del Estagirita y la puso al servicio de una naciente polémica que fructificará tanto en el mundo islámico como en el mundo latino medieval: la cuestión de la eternidad del mundo versus la creación ex nihilo y su inicio temporal.

Por otra parte, es claro que existe una importante evidencia histórica del conocimiento de los argumentos filoponianos llamados ‘paradojas del infinito’ en el mundo árabe. Según Craig, Juan Filopón habría sido conocido por los árabes como Yahyā al Nahwī65, siendo éste la fuente de los argumentos contra la concepción aristotélica de la eternidad del mundo repetidos por los teólogos del Kalâm y del Mutakallimūn, muy familiares también para San Buenaventura, San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII.66

Ahora bien, más allá de la reconstrucción histórica de las probables fuentes donde San Buenaventura conoció los argumentos filoponianos, es interesante notar que el punto de partida de la mayoría de los argumentos contra la eternidad del mundo presentados en el Comentario a las Sentencias -al igual que en Juan Filopón- son las investigaciones de Aristóteles sobre el infinito, pero con el explícito propósito de volverlas en favor de la verdad cristiana de la creación ex nihilo en el tiempo. Ciertamente, al recurrir el maestro franciscano de este modo a las argumentaciones que el Estagirita utilizaba para probar la eternidad del mundo, el tiempo y la materia, queda de manifiesto la influencia del genio filoponiano, pues, como se dijo más arriba, Juan Filopón fue el primero en la historia de la filosofía en realizar este notable giro argumentativo en favor de la doctrina cristiana.

Dicha influencia se aprecia con toda claridad en el uso y el desarrollo argumental de las mismas paradojas sobre el infinito acuñadas por Filopón principalmente en su De Aeternitate Mundi contra Proclum y que San Buenaventura presenta como razones per se notae. Así, por ejemplo, cuando afirma que es imposible agregar algo al infinito el Santo está pensando en las mismas categorías que Juan Filopón, a saber, que la idea de aumentar el infinito es absurda e imposible, ya sea basándose en ejemplos astronómicos (revoluciones de los astros) o tratando de pensar dos números infinitos, uno más grande que el otro. Y la conclusión a la que llega es la misma del filósofo alejandrino: como no es posible ser más grande que el infinito, el mundo debe haber sido generado y haber tenido un comienzo en el tiempo.

En el caso de la segunda argumentación de San Buenaventura basada en la tesis aristotélica de que es imposible recorrer el infinito encontramos también una gran semejanza: siguiendo de cerca la formulación filoponiana de este mismo argumento, Buenaventura sostiene que es imposible llegar a los elementos presentes si los elementos de la serie en el pasado son infinitos, ya que en el transcurso de la enumeración nunca llegaríamos al presente. Finalmente, la conclusión es la misma: como no puede existir un infinito en acto, el mundo debe haber tenido un inicio temporal. De este argumento se desprende, en ambos autores, la imposibilidad de que exista un infinito en acto de cualquier tipo, ya sea de almas humanas (San Buenaventura) o de cualquier otro elemento cuantitativo (Juan Filopón), pues no pueden coexistir simultáneamente dos infinitos. Como puede verse, la semejanza argumentativa es patente, y se acrecienta si atendemos a las razones últimas que presentan tanto Filopón como Buenaventura para justificar su oposición a la existencia del citado infinito actual.

En síntesis, tanto Juan Filopón como San Buenaventura son dos filósofos cristianos que buscan defender la doctrina cristiana de la creación ex nihilo y del inicio temporal del mundo frente a los ataques de los paganos opositores a esta verdad revelada. Por lo tanto, es sorprendente que ambos sostengan como ultima ratio -más allá de las paradojas sobre el infinito- la distinción entre ‘ser eterno’ y ‘ser creado’ como términos excluyentes entre sí, la imposibilidad de coexistencia entre Dios y un mundo eterno y, finalmente, la afirmación de un mundo creado ex nihilo, in tempore y que no implica emanación de la sustancia divina.67 A estas alturas, sabiendo que aún no existe evidencia histórica concluyente que compruebe el conocimiento directo de las obras de Juan Filopón por parte de San Buenaventura, la evidencia filosófica que se desprende de la comparación de los textos del Comentario a las Sentencias y el De Aeternitate Mundi contra Proclum y otros textos subsidiarios del alejandrino nos hace pensar que Sorabji y Dales tienen razón y que Buenaventura efectivamente se nutrió de los argumentos sobre el infinito de Filopón -por un medio indeterminado aún, pero probablemente árabe o judío-, se empapó del giro filoponiano frente a la física aristotélica y reforzó las razones filosófico-teológicas comunes a la profesión de fe cristiana sobre la creación temporal y de la nada ya defendida por Juan Filopón con una convicción inusitada en el temprano siglo VI d.C.

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1 Al respecto, vd.: Francis J. Kovach, “The question of the eternity of the world in St. Bonaventure and St. Thomas. A critical analysis”. The Southwestern Journal of Philosophy 5 n°2 (1974): 141-172; Matthew D. Walz, “Theological and philosophical dependencies in Saint Bonaventure’s argument against an eternal world and a brief thomistic reply”. American Catholic Philosophical Quarterly 72 I n°1 (1998): 75-98; Luca Bianchi, L’ Errore di Aristotele. La polemica contro l’ eternità del mondo nel XIII secolo (Firenze: La Nuova Italia, 1984).

2Stephen Baldner, “St. Bonaventure on the temporal beginning of the world”. The New Scholasticism 63 (1989): 208-209.

3Étienne Gilson, La Filosofía en la Edad Media, trad. de Arsenio Pacios y Salvador Caballero (Madrid: Gredos, 1995), 411.

4Cfr. Richard Sorabji, Time, creation and the continuum: Theories in Antiquity and the Early Middle Ages (Chicago: University of Chicago Press, 2006), 202. Además: Richard Sorabji, “Infinity and the Creation”. Bulletin of the Institute of Classical Studies 56 IS 103 (2013): 210.

5Richard Sorabji, “John Philoponus”. Bulletin of the Institute of Classical Studies 56 IS 103 (2013): 74.

6Sorabji insiste en esta idea en numerosas ocasiones en sus artículos recogidos por el Bulletin of the Institute of Classical Studies 56 IS 103 (2013). Richard Davis, “Bonaventure and the arguments for the impossibility of an infinite temporal regression”. American Catholic Philosophical Quarterly 70 n°3 (1996): 371. Sobre este tema véase el magnífico estudio de Herbert A. Davidson, “John Philoponus as a source of Medieval Islamic and Jewish Proofs of Creation”. Journal of the American Oriental Society 89 n°2 (1969): 357-391.

7Richard C. Dales, Medieval discussions of the eternity of the world (Leiden: Brill, 1990), 91. En esta misma página, Dales afirma: “We need not suppose that all this arguments were original with Bonaventure, in his Response he explicitly makes at least the sixth his own, and he also seems convinced of the efficacy of the others, which he calls rationes ex propositionibus per se notis secundum rationem et philosophiam”.

8Dales, Medieval discussions of the, 91; Sorabji, “John Philoponus”, 74. En opinión de Sorabji, solamente el Comentario al De Anima de Filopón fue traducido al latín en el siglo XIII, aunque no se sabe si se trata de una pequeña parte de éste o de la obra completa. No obstante, las ideas de Filopón se seguían discutiendo en el pensamiento medieval europeo pese a que la mayor parte de sus obras serán traducidas formalmente al latín recién en el siglo XVI.

9Sorabji, Time, creation and the, 202.

10Samuel Sambursky, El mundo físico a finales de la Antigüedad (Madrid: Alianza, 1990), 165.

11George Couvalis, “Philoponus’s traversal argument and the beginning of time”. Journal of Modern Greek Studies Special Issue (2013): 69. Vd. además los completos estudios de Andrew Gregory, Ancient Greek Cosmogony (London: Duckworth, 2007) y Richard Sorabji (ed.), Philoponus and the rejection of Aristotelian Science 2° ed. (London: University of London, 2010).

12Las más importantes traducciones desde el griego al latín y el inglés, respectivamente, son las de Hieronymus Vitelli, Ioannes Philoponi. In Aristoteles Physicorum Libros Tres Priores Commentaria (Berlin: Georg Reimer, 1887), Mark Edwards, Philoponus: On Aristotle’s Physics 3 (Ithaca: Cornell University Press,1994), Sarah Broadie, Philoponus: On Aristotle’s Physics 4. 10-14 (London: Bristol Classical Press, 2011) y Paul Lettinck, On Aristotle’s Physics 3 (Ithaca: Cornell University Press,1994).

13Las traducciones disponibles de esta obra son las de Hugo Rabe, Ioannes Philoponus: De Aeternitate Mundi contra Proclum (Leipzig: Teubner, 1899), Michael Share, Philoponus: Against Proclus on the Eternity of the World 1-5 (London: Bloomsbury, 2004) y James Wilberding, Philoponus: Against Proclus on the Eternity of the World 12-18 (London: Duckworth, 2006).

14La única traducción inglesa disponible es la de Christian Wildberg, Philoponus: Against Aristotle on the Eternity of the World (London: Duckworth, 1987).

15Sorabji, Time, creation and the, 198.

16Gerald J. Whitrow, “On the impossibility of an infinite past”. The British Journal for the Philosophy of Science 29 n°1 (1978): 39.

17Cfr. Sorabji, Time, creation and the, 214.

18Davidson, “John Philoponus as a”, 391.

19Michael Chase, “Philoponus’ Cosmology in the Arabic Tradition”. Recherches de Théologie et Philosophie Médiévales 79 n°2 (2012): 275.

20Davidson, “John Philoponus as a”, 362-363.

21Cfr. Davidson, “John Philoponus as a”, 376-377.

22Cfr. Davidson, “John Philoponus as a”, 377. Cabe señalar que, según Sorabji (Time, creation and the, 202), gracias a estos argumentos filoponianos es que Buenaventura, Alberto y Tomás de Aquino pudieron ofrecer argumentos similares en el siglo XIII.

23William L. Craig, The Kalam cosmological argument (Oregon: Wipf and Stock Publishers, 1979), 8.

24Herbert A. Davidson, Proofs for eternity, creation and the existence of God in Medieval Islamic and Jewish Philosophy (New York-Oxford: Oxford University Press, 1987), 94.

25San Buenaventura, In I Sententiarum, d.44, a.1, q.4, resp., Comentarii quator libros Sententiarum Petri Lombardi, Liber I, Opera Omnia 2, iussu et auctoritate Rmi. P. Bernardini A Portu Romatino (Quaracchi-Ad Claras Aquas: Ex Typographia Collegii S. Bonaventurae, 1885): “Unde idem est quaerere, utrum Deus potuerit ante mundum facere, quod mundus habendo principium non haberet principium; et hoc includit contradictionis utramque partem”.

26Cfr. San Buenaventura, In I Sententiarum, d.44, a.1, q.4, resp. Es interesante notar que San Buenaventura corrige la concepción vulgar de eternidad como si fuese una duración extensa compuesta de diversos instantes (nunc). Para él, la eternidad es un nunc simplicísimo, sin partes o intervalos, en el que no cabe la composición o diversidad.

27San Agustín, De Genesi contra Manichaeos, I, 2, 3, Obras de San Agustín 15, trad. de Balbino Martín Pérez, (Madrid, B.A.C.: 1957): “Antequam faceret tempora, non erant tempora. Non ergo possumus dicere fuisse aliquod tempus quando Deus nondum aliquid fecerat”. La misma idea se encuentra en Confesiones, XI, 13, 16: “Tú hiciste todos los tiempos, y tú eres antes de todos ellos; ni hubo un tiempo en que no había tiempo”.

28Cfr. San Agustín, De Civ. Dei, XII, 15, 2.

29J. Philoponus, De Aeternitate Mundi contra Proclum 1-5, 104.20- 105.1, trad. de Michael Share (London: Bloomsbury, 2004): “There was a ‘when’ time did not exist and there will be a ‘when’ it does not exist, there was some time when time did not exist and there will be some time when it does not exist. But, (…), ‘some time’ is indicative of time and wherever there is ‘some time’ there is time. Therefore there was time when time did not exist and there will be time when time does not exist”. En adelante, esta obra se citará como DAMcP.

30Cfr. J. Philoponus, DAMcP, 116.5-20.

31J. Philoponus, DAMcP, 117.15-20: “It is rightly held by Plato and the truth that time came into existence along with the heaven (for time is the measure of heavenly movement)”.

32J. Philoponus, DAMcP, 118.5-10: “…It is impossible for the existence of the world to be without a beginning. And if one or the other of them, whether time or the world, had a beginning to its existence, the other must have had a beginning to its existence as well”.

33Sorabji, Time, creation and the, 236-237.

34Cfr. San Buenaventura, In II Sententiarum, dist. 1, p. 1, a.1, q.2, sed contra 1, Comentarii quator libros Sententiarum Petri Lombardi, Liber II, Opera Omnia 3, iussu et auctoritate Rmi. P. Bernardini A Portu Romatino (Quaracchi-Ad Claras Aquas: Ex Typographia Collegii S. Bonaventurae, 1887).

35San Buenaventura, In II Sententiarum, dist. 1, p. 1, a.1, q.2, sed contra 1: “Si mundus est aeternus, revolutiones solis in orbe suo sunt infinitae; rursus, pro una revolutione solis necesse est fuisse duodecim ipsius lunae: ergo plus revoluta est luna quam sol; et sol infinities: ergo infinitorum ex ea parte, qua infinita sunt, est reperire excessum. Hoc autem est impossibile”.

36J. Philoponus, DAMcP, 11.5: “If the world had no beginning and the number of men living before, say, Socrates was infinite, and those living from Socrates until the present time have been added to it, there will be something greater than the infinite, which is imposible”.

37J. Philoponus, DAMcP, 11.5-20: “And if the number of men that have lived is infinite, the number of horses that have lived is certainly also infinite. So yo will be doubling the infinite again. And if you add to these the number of dogs as well, you will triple the infinite…This is among the greatest of impossibilities, for it is not possible to be greater than the infinite, not to mention many times greater…[Then] it is not possible that the world is ungenerated and without a beginning”.

38Sorabji, “Infinity and the creation”, 213.

39J. Philoponus, Contra Aristotelem De Aeternitate Mundi, apud Simpl., Frg. 132, In Phys. 1179.15.25, trad. de Christian Wildberg (London: Duckworth, 1987): “It is necessary that the sphere of Saturn has rotated with an infinite number of revolutions, but the sphere of Jupiter with nearly three times more revolutions than that. The revolutions of the sun will be thirty times greater in number that the ones of Saturn, the revolutions of the moon 360 times, and the revolutions of the sphere of the fixed stars more than ten thousand times greater”. En adelante, esta obra se citará como CAdAM.

40J. Philoponus, CAdAM, apud Simpl., Frg. 132, In Phys. 1179.25: “It is necessary that the circular motion of the heavens did not exist before but had a beginning of existence, <i.e> at the same time as the heavens themselves began to exist”.

41San Buenaventura, In II Sententiarum, dist.1, p.1, a.1, q.2, sed contra 3: “Si mundus non coepit, infinitae revolutiones fuerunt: ergo impossibile est illas pertransire: ergo inpossibile fuit devenire usque ad hanc”.

42San Buenaventura, In II Sententiarum, dist.1, p.1, a.1, q.2, sed contra 3: “Si aliqua in infinitum distat; quaero de revolutione, quae immediate sequitur illam, utrum distet in infinitum…Si vero distat in infinitum, similiter quaero de tertia et de quarta et sic in infinitum: ergo non magis distat ab hac una quam ab alia: ergo una non est ante aliam: ergo omnes sunt simul”.

43J. Philoponus, DAMcP, 10.20: “The traversing of the infinite by, as it were, counting it off unit by unit is impossible, even if the counter were everlasting. For the infinite is by its nature untraversable; otherwise it would not be infinite”.

44Cfr. J. Philoponus, DAMcP, 10.20- 11.25.

45J. Philoponus, DAMcP, 11.1: “The number of earlier individuals is not infinite. For…the generations of the race would not have reached down to each of us, for it is impossible to traverse the infinite”.

46Los textos de San Buenaventura In II Sententiarum, dist.1, p.1, a.1, q.2, sed contra 3 y el de Juan Filopón CAdAM, apud Simpl., Frg. 132, In Phys. 1178. 15-30, deberían leerse como argumentaciones paralelas, dada su semejante estructura argumentativa.

47Bianchi, L’Errore di Aristotele, 145.

48Frederick Copleston, Historia de la Filosofía 2, trad. de Juan Carlos García Borrón (Barcelona: Ariel, 1989), 264.

49Cfr. San Buenaventura, In II Sententiarum, dist.1, p.1, a.1, q.2, sed contra 2.

50J. Philoponus, DAMcP, 8.5: “And since the infinite in magnitude or in number is not of a nature to exist in actuality, it is absolutely necessary that the number of things be finite”.

51Cfr. J. Philoponus, DAMcP, 9.5-10.

52George Couvalis, “John Philoponus: Closeted christian or radical intellectual?”. Journal of Modern Greek Studies 15 (2011): 208.

53J. Philoponus, DAMcP, 9.25: “I believe that this is in fact self-evident”. Couvalis extiende esta afirmación de Juan Filopón a todos sus argumentos sobre la temporalidad del universo: “Philoponus’ arguments for a beggining of time and the world are meant to be based on self-evident premises and to state necessary truths” (Couvalis, “John Philoponus: Closeted christian”, 213).

54Cfr. J. Philoponus, DAMcP, 9.1.

55Cfr. J. Philoponus, DAMcP, 14.5-10.

56J. Philoponus, DAMcP, 14.10: “For if the world received its being and its substance from God through an act of creation (dêmiourgikós), without in any way sharing in his substance, how could it have been coexistent with God from everlasting?”.

57San Buenaventura, In II Sententiarum, dist.1, p.1, a.1, q.2, sed contra 6: “Impossibile est, quod habet esse post non-esse habere esse aeternum, quoniam hic est implicatio contradictionis”.

58San Buenaventura, In II Sententiarum, dist.1, p.1, a.1, q.2, sed contra 6.

59San Buenaventura, In II Sententiarum, dist.1, p.1, a.1, q.2, conclusio: “Ponere mundum aeternum esse sive aeternaliter productum, ponendo res omnes ex nihilo productos, omnino est contra veritatem et rationem, sicut ultima ratio probat; et ideo contra rationem, ut nullum philosophorum quantumcumque parvi intellectus crediderim hoc posuisse”.

60San Buenaventura, In II Sententiarum, dist.1, p.1, a.1, q.2, sed contra 6. Los corchetes en la traducción son nuestros: “Quod totaliter producitur, producitur secundum materiam et formam; sed materia non habet ex quo producatur, quia non ex Deo: manifestum est igitur, quod ex nihilo”.

61Baldner, “St. Bonaventure on the temporal”, 216.

62J. Philoponus, DAMcP, 79.10: “Generated things …they not be co-everlasting with him who brought them into existence”.

63Sorabji, “Infinity and the creation”, 220.

64Couvalis, “John Philoponus: Closeted christian”, 210-211.

65Craig, The Kalam cosmological argument, 8.

66Davis, “Bonaventure and the arguments”, 365.

67Vd. Manuel Lázaro Pulido, “La Cosmología en Buenaventura de Bagnoregio”, en Pensar a Natureza. Problemas e respostas na Idade Média (séculos IX-XIV), editado por José Francisco Meirinhos y Manuel Lázaro Pulido (Porto: Húmus, 2011), 211-238.

Recibido: 18 de Enero de 2019; Aprobado: 15 de Marzo de 2019

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