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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.12 no.1 Bernal jun. 2008

 

RESEÑAS

Marcelo Gantus Jasmin y João Feres Júnior, História dos Conceitos: debates e perspectivas (Río de Janeiro, Loyola, 2006, 171 páginas) y História dos Conceitos: diálogos transatlânticos (Río de Janeiro, Loyola, 2007, 299 páginas)

 

História dos Conceitos: debates e perspectivas (en adelante, Debates) e História dos Conceitos: diálogos transatlânticos (en adelante, Diálogos), son dos libros editados en Brasil en 2006 y 2007 respectivamente, bajo la coordinación de Marcelo Gantus Jasmin y João Feres Júnior. Tal como sus editores expresan, el objetivo que se persigue allí es el de dar a conocer los debates propios de la Historia Intelectual en el mundo de habla portuguesa, contribuyendo, al mismo tiempo, al desarrollo de un campo disciplinar en crecimiento.

Los libros reúnen materiales diversos. El primero, Debates, incluye los trabajos presentados en 1992 en el Simposio organizado por el German Historical Institute, en Washington DC, como marco de la presentación del último volumen del Geschichtliche Grundbegriffe, y desarrollos que fueron publicados en 1996 por Lehmann y Richter en The meaning of historical terms and concepts. New studies on Begriffgeschichte. Incluye, además, entrevistas a Melvin Richter, Kari Palonen, y Reinhart Koselleck. La última de ellas la realizaron Javier Fernández Sebastián y Juan Francisco Fuentes en abril de 2004, aprovechando la visita del teórico alemán a Madrid, invitado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Las otras entrevistas fueron realizadas por los editores en 2004 en Río de Janeiro con motivo de la "VII Conferencia Internacional de Historia de los Conceptos". De dicha conferencia fueron extraídos los trabajos que se publican en Diálogos.

Ambos libros ponen de manifiesto la persistencia de un debate todavía abierto y del que a cada momento se descubren nuevas aristas: las posibilidades de establecer vínculos entre los desarrollos de la Escuela de Cambridge, o "Enfoque Collingwoodiano", (en adelante, EC) y la Begriffgeshichte o Historia de Conceptos (en adelante, HC), y de reconocer, por otra parte, los límites de ambos enfoques en virtud de aportes provenientes de otras líneas teóricas. En Debates, trabajos como los de Marcelo Gantus Jasmin y João Feres Júnior, Donald Kelley, Gabriel Motzkin y James van Horn Melton, resultan de sumo interés para quienes se introducen en la temática. Siguiendo estrategias muy diferentes, ofrecen en conjunto un amplio panorama de los principales aportes de la HC y la EC, permitiendo divisar algunos puntos de confluencia y otros de conflicto entre ellas. En este sentido, se destaca el trabajo de los editores, quienes, profundizando en la HC, resaltan los límites de un análisis semántico en relación con los problemas referidos a la traducción, como así también a su incapacidad para dar cuenta de las innovaciones y discontinuidades conceptuales.

Ofreciendo un abordaje muy diferente se presenta el texto de James van Horn Melton acerca de la HC. Su análisis de la trayectoria ideológico-intelectual de Otto Brunner, coeditor, junto a Koselleck y a Conze del Geschichtliche Grundbegriffe, arroja luz no sólo acerca de los supuestos y las intenciones básicas de los desarrollos de la HC, sino también respecto de la potencialidad de un modo de lectura que liga las formulaciones conceptuales con los avatares ideológico-políticos.

Los trabajos de Richter, Palonen, Pocock y el mismo Koselleck, así como las entrevistas, nos hablan de los debates respecto de las posibilidades de ligar la HC y la EC. En esta línea es interesante resaltar el hecho de que, mientras que dicha relación es absolutamente viable para Richter y Palonen, no se percibe lo mismo al leer a Pocock y a Koselleck. Las objeciones y las diferencias que estipulan parecen por momentos insalvables. Se destacan allí dos elementos de divergencia: la dimensión temporal y, ligada a ésta, la definición del objeto sobre el cual trabajan ambas propuestas. En cuanto a la temporalidad, en la HC los análisis son diacrónicos, se concentran en la larga duración, para reconocer allí los cambios conceptuales, las discontinuidades semánticas, suponiendo que detrás de todo desarrollo novedoso de significado subyace el "impulso diacrónico de toda lengua". En la propuesta de Pocock, en cambio, la atención se posa sobre la sincronía. Aquí no sólo se afirma que las modificaciones lingüísticas se observan en las performances particulares de los usuarios del lenguaje, sino que pensar en la diacronía nos obliga a recurrir a lo "implícito", a lo "ideal", elementos que quedan a merced de la sospecha antimetafísica. En cuanto a la definición del objeto, los autores destacan la diferencia entre "conceptos" y "lenguajes". Mientras los primeros se definen por su contenido semántico, sustantivo y, por tanto, susceptible de ser captado en su estabilidad, los lenguajes lo hacen de acuerdo con su uso, complejo y en permanente cambio. Además de estas divergencias encontramos algo llamativo: los autores no discuten entre sí de manera directa. Pocock menosprecia la importancia de leer la obra de Koselleck, prefiriendo limitarse a comentar el trabajo de Richter sobre la HC. Y si bien Koselleck no ofrece esa actitud, deja entrever cierta falta de interés en participar en el debate, no menciona a Pocock y al referirse a Skinner no utiliza términos muy halagadores.

La entrevista realizada a Koselleck no aporta demasiados elementos a la relación de sus planteos con la EC, pero sí es una interesante fuente en lo que respecta a algunos presupuestos de la propia HC. En relación con éstos, se destacan algunos puntos relevantes: la permanencia de los conceptos que reconocen la fuente de las mutaciones en los "hechos"; la existencia de estructuras de argumentación repetitivas; la posibilidad de reconocer problemas perennes para el estudio conceptual; la necesidad de advertir las continuidades conceptuales para así determinar las rupturas; la fragilidad del concepto de "Sattelzeit" que no alcanza a dar cuenta de la "aceleración" propia de la modernidad ni del carácter ineludible del intérprete.

Diálogos, por su parte, agrega a los objetivos de Debates el de analizar el cruce conceptual entre Europa y el "nuevo mundo". Este texto se organiza en cuatro secciones en las que la abstracción o problematización teóricas va dejando lugar a los diferentes intentos de reflexionar sobre el uso de las categorías teóricas, sus alcances, virtudes y debilidades. La primera sección, titulada "Historia conceptual: cuestiones de método", incluye artículos de Richter, Palonen, Sandro Chignola y Elías Palti. Allí se abordan, de la mano de los dos primeros y en la misma línea de sus intervenciones en Debates, cuestiones referidas a la vinculación de los aportes de la EC y la HC, aunque siempre mostrando la mayor productibilidad que ofrece atender a los aspectos pragmáticos del lenguaje. En el caso de Richter, es interesante notar la relación de esta cuestión con el problema de la traducción. Para él, la traducción debe ser tenida como un proceso de comunicación intercultural, afectado por las asimetrías del poder y susceptible de ser analizada a partir de la capacidad productiva de los conceptos. Más que evaluada a través de la distinción entre original y copia, la traducción debería ser considerada a partir de un trabajo comparativo respecto de los usos de los términos. La dimensión pragmática es resaltada por el finlandés Palonen al insistir en la ampliación del marco de comprensión de las mutaciones conceptuales respecto de la HC. Las posibilidades de reconocer una nueva periodización que atienda al complejo proceso de democratización que tendría lugar a lo largo del siglo XIX y principios del XX, nos permitirían ligar los conceptos con esa experiencia política y, en particular, contextualizarlos en los debates parlamentarios, donde cumplen el rol de "jugadas retóricas".

Los textos de Chignola y de Palti se diferencian de los anteriores en un aspecto no menor. Si bien recuperan los aportes de las dos escuelas mencionadas, atienden más a sus nudos conflictivos. La crítica más fuerte se dirige en ambos casos a la HC. Chignola observa algunos problemas que podríamos condensar como el forzamiento que se opera sobre el lenguaje al tomar como marco interpretativo cierta descripción de lo "moderno". El concepto aparece como algo reconocido y tipificado weberianamente y sus mutaciones se explicarían a partir de la historia social. Tal cosa implica para el italiano negar otros sentidos posibles de la política. Chignola aboga, recordando a G. Duso, por una historia conceptual que parta de la comprensión del condicionamiento que el presente opera sobre nosotros a la hora de comprender la política y afirma la discontinuidad y la fractura como elementos inherentes a aquélla, elementos de los cuales la filosofía política debería poder dar cuenta.

Palti retoma estos desarrollos. Valiéndose de la crítica de T. Ball a la refutabilidad de los conceptos, ofrece algunas distinciones de la HC que resultan aclaratorias. La distinción central se refiere a las consideraciones acerca de la historicidad de los conceptos. Mientras que Koselleck reconocería una temporalidad externa a los conceptos, desde donde explica su mutabilidad, Chignola, al igual que Pierre Rosanvallon, se comprometería con el carácter inherentemente temporal de los conceptos. Desde allí destaca la necesidad de reconocer un objeto particular para la historia intelectual: los lenguajes políticos, resaltando con ello el valor de la pragmática. Tanto en el caso de Chignola como de Palti es esta redefinición del objeto de trabajo la base de una opción que podría enfrentar los modelos políticos y culturales dominantes.

La segunda sección del libro se ocupa de los proyectos nacionales de historia conceptual. Allí encontramos el trabajo de W. Velema, en el que se presentan algunos aspectos del proyecto holandés de HC y se destacan algunas diferencias con el trabajo alemán del Geschichtliche Grundbegriffe, diferencias que contemplan tanto aspectos teóricos como organizativos. El español Javier Fernández Sebastián presenta, del mismo modo, algunas líneas generales del proyecto que constituye la base del Diccionario Político y Social del siglo XIX. Rescata los aportes de la HC y de la EC, pero agrega una tercera línea de influencia proveniente de la "Historia Conceptual de lo Político de Rosanvallon", gracias a la cual podría dar cuenta de los "significados polémicos" de los conceptos. Martin Burke se ocupa, por su parte, de las dificultades que un trabajo de este tipo encuentra en los Estados Unidos, pero advierte una virtud ligada a la disponibilidad de una valiosa cantidad de fuentes incorporadas en Internet. Por su parte, João Feres Júnior nos devuelve a las discusiones teóricas respecto de la HC, avalando la crítica de Chignola a esta Escuela y destacando la necesidad de formular una posición que, permeable a los aportes de N. Fraser y A. Honneth, pueda dar cuenta de las fracturas conceptuales radicales y de aquellos conceptos que no participan de la esfera pública y a los que no alcanza la noción koselleckiana de "contraconceptos asimétricos".

El tercer segmento reúne bajo el título "Historias de conceptos" los trabajos de Pim den Boer, Lucia M. Bastos P. Neves, Jan Ifversen, Uffe Jakobsen, Vicente Oieni, José Eisenberg y Patricia Springborg. Se trata de un conjunto de trabajos en los que se abordan temáticas particulares de usos, continuidades y mutaciones conceptuales en diferentes países, desde una perspectiva ligada a la HC, y cuyos resultados permiten revisar algunas de las líneas centrales de esta posición. Se tratan los conceptos de "ciudadanía", "civilización" y "revolución", entre otros.

En la cuarta y última sección se reúnen trabajos en los que se cruza la historia conceptual con los encuentros transatlánticos. Se destaca el análisis que Marcelo Gantus Jasmin ofrece de las operaciones político-intelectuales de dos pensadores autoritarios brasileños de la década de 1930, a partir de las cuales se reconocen dos aspectos de los "encuentros transatlánticos": una relación intelectual que permite aplicar conceptos europeos o norteamericanos a realidades diferentes, como la brasileña, para hacerla inteligible, y la convicción respecto de la confluencia de la historia brasileña con la historia mundial. Así, Jasmin reconoce la importancia de la EC y de la HC en diferentes aspectos, a los que agrega la necesidad de atender a los procesos de recepción, su calidad y su consistencia. En consonancia con esto último, encontramos también el trabajo de L. Waizbort que, valiéndose de un análisis de las diversas traducciones del concepto auerbachiano de "dargestellte Wirklichkeit", permite pensar el encuentro transatlántico como un proceso de contaminación teórico-ideológica.

El artículo de J. A. Hansen, atendiendo a los códigos lingüísticos luso-brasileños de los siglos XVI, XVII y XVIII, marca la necesidad de combinar los análisis diacrónico y sincrónico, tomando en cuenta diversos aspectos que recogen los aportes la HC y la EC: los usos retóricos, la función institucional que ocupan, los usos metafóricos y el escenario jerárquico en el que se enuncian y receptan los conceptos. Bernardo Ricupero se ocupa, por su parte, de la noción de "civilización", considerando a través de ésta las particularidades del "romanticismo" americano en relación con el "modelo" europeo, pero también las fracturas que su uso presenta hacia el interior mismo de América.

El libro se cierra con el trabajo de Luciana Villas-Boas. Un productivo intento de introducir los aspectos "materiales" referidos a la confección de los libros como aporte a la comprensión en términos de historia conceptual. El trabajo sobre el diario de viaje de Hans Staden le permite a la autora ir aún más allá para postular la posibilidad de que este tipo de estudios arrojen luz sobre las características de la cultura europea, en particular, respecto de su carácter incompleto o abierto.

La variedad de temáticas y la diversidad de procedencias geográficas y orientaciones teóricas de los autores confluyen en los dos libros para ofrecer un cuadro complejo de la problemática tratada, considerando sus núcleos teóricos y sus consecuencias para la práctica historiográfica. Más allá de algunos reparos o diferencias que puedan marcarse respecto de algunos de los planteos desarrollados allí, no cabe duda de que se trata de un singular aporte tanto como presentación de los principales ejes de una discusión poco conocida todavía en Latinoamérica, cuanto para mantener vivo un debate que contribuye al crecimiento de este campo de saberes.

María Carla Galfione
UNQ/CONICET