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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.21 no.2 Bernal dic. 2017

 

Dossier: La Revolución Rusa en la historia intelectual latinoamericana

La Revolución Soviética desde el exilio: Mijail Yaroshevsky*

 

Roberto Pittaluga
UNLPAM / UNLP / UBA

* El presente texto forma parte de un trabajo más extenso que incluye otras figuras de exiliados en la Argentina.

 

Apenas unos días después de las insurrecciones "de febrero" de 1917 en Rusia, un exiliado ruso en la Argentina, Mijail Efimovich Yaroshevsky, las caracterizaba ya, en las páginas de Nosotros del 24 de marzo de ese año, como una revolución de corte socialista:

Sobre el Palacio de Invierno, construido por Nicolás I, donde el Poder histórico efectuaba sus actos más solemnes, cuyas salas lujosas tantas veces fueron testigos de conspiraciones contra las reivindicaciones populares, enfrente del cual el 22 de enero de 1905 fue diezmada la muchedumbre que llegó con la muy humilde petición al zar, flamea ahora la bandera roja.1

Si tenemos en cuenta las diferencias entre los calendarios juliano y gregoriano, resulta a primera vista sorprendente que desde un exilio "tan lejano" se pueda tener, sobre el filo de los acontecimientos, una anticipación tan certera. Yaroshevsky expresa su ambición apasionada por "prever el porvenir cercano", por conocerlo "no como él se nos aparece en nuestros deseos y esperanzas, sino cual en realidad será", o al menos afrontar la tarea de "encadenar los sucesos acaecidos, a fin de prever los que acaecerán".2 Y si bien el texto no puede dar cuenta de ese carácter "socialista" de la revolución, de todos modos construye un pronóstico sobre la base de indicios.

El informado y claro análisis que ofrece de la dinámica de enfrentamientos entre las formas hasta entonces dominantes de la representación política se recorta sobre un fondo conflictivo de mayor profundidad, entre un Estado feudo, de carácter patrimonialista y en decadencia ("conservábase en la corte del zar esta idea del estado bien de familia")3 cuyas clases dominantes no atinaban sino a reforzar su hundimiento, y una "nación rusa" que, si todavía en ciernes, se había ido conformando paulatinamente merced a la mayor integración del país en el mercado y la producción capitalistas; nación que demandaba, históricamente, otro tipo de andamiaje estatal y otras formas de representación política.4 Si destaca que desde antes de la revolución crecía "la influencia de la Duma", a la par que se creaban "organizaciones colosales, cooperativas, la unión de las municipalidades y de los consejos provinciales o zemtswos",5 el saldo concreto de "la arrojada iniciativa del pueblo" es, precisamente, que "ha derrumbado uno de los fundamentos míticos del edificio nacional, ha acabado con una de las tres ballenas que soportaban la tierra rusa: el poder de los zares".6 Sin embargo, esa presentación de lo acaecido no alcanza su verdadera significación sino en un pronóstico que se advierte en su lectura indicial de los acontecimientos, como cuando apunta que "el liberalismo ruso, que parecía orgánicamente incapaz para la táctica revolucionaria", debió recurrir "a un golpe de estado" para desplazar al zar, "y el presidente de la Duma, Rodzianko, moderadísimo octubrista y conocido conservador en su actuación en el zemtsvo de su provincia, se convierte en presidente del comité jacobino de seguridad!".7 La Duma encontraba en el movimiento popular, continúa nuestro autor, el apoyo que necesitaba para salir airosa de su confrontación con la corona, mientras que el pueblo (no solo "los civiles" sino también "el ejército […] que fraternizó con los amotinados"), que inicialmente se moviliza acuciado "por el aprovisionamiento", hallaba respaldo en esa representación nacional.8 Yaroshevsky en ningún momento funde ambos componentes de la revolución, como tampoco les asignará, en siguientes artículos, el mismo protagonismo; mantiene esta diferencia como clave de lectura de la propia revolución, y colige su dinámica de la tensión entre ambos modos de acción y expresión política. Asimismo, evita simplificar las causas de la movilización popular a "las deficiencias del aprovisionamiento" o al hartazgo de la guerra, pues "las masas sublevadas evidentemente llevaban en su seno una suficiente cantidad de elementos organizadores y conscientes, como para dar al movimiento un carácter político".9 En el cuadro que pinta a través de diversos artículos, sobresalen los énfasis en la autonomía de las emergentes organizaciones de las masas sublevadas respecto de cualquier poder preconstituido.

Yaroshevsky había llegado a la Argentina escapado de las prisiones zaristas en algún momento posterior a 1914, según la reconstrucción biográfica emprendida por Lazar Jeifets y Víctor Jeifets a partir de los datos que se preservan de este activista y militante comunista en los archivos de la ex urss. Nacido en Soroki, Besarabia, en 1880, en el seno de una familia judía cuyo padre era empleado, estudió, en primer término, en el Instituto de Lenguas Modernas de Vilna y posteriormente en el Instituto de Comercio de Petrogrado. Enlistado en el ejército zarista, de joven se sumó a las filas del Bund.10 Ya en la Argentina, sus actividades están aun menos documentadas, aunque se sabe que su activismo en los grupos de exiliados rusos que adherían al psa se combinaba con publicaciones en los campos de su formación. Desde el estallido revolucionario publica una serie de textos sobre la revolución en Rusia en medios muy diversos, desde La Razón a La Protesta, de La Vanguardia a La Internacional, de Documentos del Progreso a Nosotros.11 Entre 1918 y 1920 traduce distintos textos de Lenin para su publicación en la Argentina –entre los cuales destaca El estado y la revolución proletaria– y en 1921 y 1922 se desempeña como jefe de la Sección Sudamericana de la Comintern y en otros cargos vinculados a las relaciones de la ic y América Latina.12

En textos posteriores a ese temprano escrito de marzo de 1917, Yaroshevsky irá precisando ese "pronóstico" construido sobre algunos indicios.13 El sesgo que tomaba aquella gesta no parecía radicar tanto, a su juicio, en las medidas gubernamentales, sino en el nuevo y particular escenario político que se instaura. Hay un sagaz tratamiento en torno a las causas de la revolución, examen que procede por cortes y desplazamientos sutiles –pero no para ir descartando, sino para ir complejizando–. Por un lado, en su argumentación, la revolución surge tanto de las condiciones históricas rusas de largo aliento –desde un perspectivismo no exento de tintes teleológicos–14 como de la particular coyuntura que impone la guerra, y "tuvo principio en las filas del pan, delante de las panaderías. La empezaron mujeres del pueblo. El primer comisario de policía caído fue matado por un cosaco. Se trata, pues, de elementos desligados de cualquier organización revolucionaria o política en general".15 Sin embargo, la situación resulta insuficiente para explicarla; las condiciones existentes dan cuenta de ciertos aspectos, pero la revolución excede su contexto de emergencia.

Poco tiempo después, en junio de 1917, en las páginas de La Vanguardia, Yaroshevsky avanzaba en esa línea interpretativa y sostenía que "la revolución rusa", esa "nueva aurora en la vida de la humanidad" que iniciaba la creación de "formas nuevas y solidarias de vida social", era el "triunfo de la democracia", que en la tradición rusa implicaba "no solo una reforma política" sino "también el triunfo de la justicia social".16 Y cuando decía "democracia" estaba refiriéndose –como aclara un par de años después– a que "el verdadero carácter de esta revolución, como revolución obrera-campesina", residía en "la nueva fuerza popular surgida de ella en forma de Consejos de Obreros, Campesinos y Soldados".17 Es el protagonismo conjunto de "las multitudes obreras y campesinas y las vanguardias organizadas de aquéllas en la construcción política"18 que son los soviets lo que marca el tono de la revolución, y es realmente, para este exiliado, su causa profunda como novum, como aquello que hace de una insurrección por el hambre, el hastío de la guerra y contra el autoritarismo, un acontecimiento revolucionario. Corte, desplazamiento y complejización de las causalidades: aparición en el contexto de una novedad. Una sub-jetivación revolucionaria que nuestro autor capta como "la nueva personalidad histórica nacida con la revolución", la cual se manifiesta "en estos mitines y en las organizaciones surgidas de ellos".19 Mujeres, trabajadores, soldados, campesinos, dejan de ser meramente tales para convertirse en activos de las nuevas organizaciones que ponen en pie a la revolución, y "el proletariado socialista organizado es el spiritus rector de esta formidable organización".20 El reconocimiento de la potencia de las subjetivaciones y las formas organizativas que surgen y dinamizan la revolución es lo que lleva a Yaroshe-vsky a pensar en los acontecimientos de febrero como portadores de las transformaciones sociales que se vislumbrarán más claramente hacia fines de ese 1917, cuando para el II Congreso Panruso, los soviets reconozcan su verdadera capacidad y poder.21

Sin embargo, estas apreciaciones sobre el carácter y la dinámica de la revolución no llevan a Yaroshevsky a fijarla a algún curso inexorable, o a resolver sus múltiples rostros en alguna causa-madre. Precisamente porque se trata de un proceso de subjetivación, una analítica crítica de la revolución requiere de una descomposición de lo que parece evidente.22 Cuando se cumple el primer aniversario de la revolución, publica un artículo en el cual el proceso revolucionario es expuesto por medio de una composición de "escenas" en un registro anecdótico y literario, de modo que el texto procede primero a descomponer dicho proceso para exponer sus complejidades y contradicciones para después recomponerlo en un cuadro –pues se trata, efectivamente, de una escritura que tiene el propósito de mos-trar– que ya no puede ser visto de modo homogéneo. Por el contrario, lo que se expone son las brechas y las distancias entre aspectos de la revolución, o las interrupciones y los saltos en su movimiento.

En "Escenas de la revolución rusa en provincia (con motivo del primer aniversario)",23 Yaroshevsky puede así presentar al viejo poder disolviéndose en el aire: el obstinado ocultamiento de los cables que llegaban desde Petrogrado o Moscú por parte de autoridades locales fieles al ancien régime ya no tiene efectos por el desplazamiento del teatro de la política a unas "esquinas [en las que] los vecinos comunicábanse unos a otros su contenido con exactitud estenográfica";24 del mismo modo, quienes "se preparaban para una lucha mortal" contra el régimen y saludaban eufóricos la solidaria huelga ferroviaria, se percataron de repente de que "no hubo con quien pelear" pues "el terrible enemigo que parecía un monstruo invencible quedó reducido a polvo en un soplo".25 La imagen de la revolución como batalla, como asalto del poder es puesta en entredicho en el texto de nuestro autor, mediante este procedimiento de descomposición y recomposición convergente con una mirada aguzada, que hurga en el detalle y la anécdota con fines críticos.

Por este procedimiento crítico, Yaroshe-vsky puede exponer las fuerzas de la revolución tanto en "el júbilo tranquilo" con que "los acontecimientos fueron acogidos" en los suburbios y en las fábricas, "como si todo lo supiesen y esperasen", en los desfiles de los "destacamentos militares, en filas bien ordenadas, con banderas rojas, las bayonetas adornadas también con cintas coloradas" que pasan por el mercado, mientras "los soldados cantan cantos revolucionarios" como La mar-sellesa "y el sol primaveral brilla sobre las bayonetas".26 Y esta misma dualidad en el seno de las fuerzas revolucionarias puede conjugarse, muestra el autor, con el desciframiento de la caída del zar en la clave del conflicto entre germanófilos y eslavófilos, mientras las proclamas socialistas no siempre eran bien comprendidas por la gente sencilla.27 Las contradicciones se multiplican en las filas de la revolución, que deja de ser entonces un acontecimiento transparente para presentarse como un complejo sobredeterminado. Contradicciones que quedan en suspense, sin resolverse en el texto, como la actitud de ese general, hasta ayer "misionero por vocación y reaccionario militante de la "banda negra’ [que] manifestó espíritu de iniciativa" y "adornado el pecho con una enorme cinta roja, recorría las oficinas bajo su jurisdicción, pregonando la libertad y la república venidera".28 La igualdad a la que daría lugar el fin del régimen –"Ahora uno, aun siendo zar, no tiene seguro su pan de todos los días. Tendrá que aprender el sarievitch algún otro oficio" dice burlonamente un obrero– convive con el lamento de una trabajadora ya anciana porque al heredero al trono "no lo dejaron al pobre-cito reinar siquiera un ratito".29

Nuestro autor no sutura esas contradicciones y tensiones, no las resuelve en una novela moralizante; las deja planteadas como elementos causales de la propia dinámica revolucionaria, cuyo acento, de todos modos, está puesto en esos diálogos, en esas escenas novedosas de deliberación y acción que se articulan bajo el principio del soviet.30 Estas "escenas" sobredeterminadas que bosqueja brindan una panorámica múltiple y compleja de los itinerarios sinuosos, opacos, por los cuales cursa la revolución, ofreciendo una exposición y una reflexión notablemente más ricas de dicha realidad en el medium de su ficcionalización. El tratamiento desordenado que Yaroshevsky asume en "Escenas de la revolución rusa en provincia…" bien puede ser comprendido como un acercamiento a la revolución orientado a mostrar un estado de cosas contradictorio, lleno de aberturas y tensiones, donde el acontecimiento revolucionario se deja leer en el haz de motivos diversos y en confrontación que lo impulsan, y donde lo que se pierde en claridad conceptual se gana en palpitación de la dinámica de la revolución. Es decir, una estrategia cognoscitiva emplazada en una dialéctica "en suspenso", sin superación, que obliga al lector al acto interpretativo propio.

El conjunto de los textos de Yaroshevsky sobre la Revolución Rusa que publicó en distintos medios de la Argentina constituye un fragmento, ciertamente de los más destacados, de aquellas lecturas realizadas desde tierras rio-platenses que se caracterizaron tanto por su agudeza interpretativa como por la movilización de un pensamiento político de gran riqueza. aunque los emigrados rusos contaran con canales alternativos de información que permitían evitar los cables de las agencias monopólicas capitalistas, resulta igualmente notable esa potencia interpretativa desde "esta lejanía". Más interesante que adscribir sus textos a cierta lucidez personal –que ciertamente poseía– es pensarlos como emergentes y expresivos de ciertas relaciones que se tramaban en un campo de izquierdas políticamente multipolar –uno de tales polos era, precisamente, la posición de emigrado–.

Bertolt Brecht sostenía que la posición del exilio conlleva una energía o atributo que dota a la mirada de capacidades críticas especiales. El exiliado se encuentra en una posición de compromiso completo y a la vez de apartamiento, cercano pero separado, lo cual posibilita, según el dramaturgo alemán, una acuidad crítica de la mirada capaz de despojar a la realidad de aquello que tiene de evidente y que está producido como sentido antes de su interpretación. Los textos de Yaroshevsky –como los de otros intérpretes locales de la revolución en Rusia– tienen esa capacidad. Vale mencionar, además, que la contribución del contexto local, argentino, en esa "composición de lugar" que constituyen escritos como los aquí tratados –y que he abordado en otro texto–31 permiten constatar, en una franja importante de escribas locales sobre la revolución, una inter (con)textualidad generadora de un espacio ni completamente nacional ni plenamente extranjero, al que podemos llamar transnacional.

De vuelta en una Rusia ya soviética, no sabemos si este militante comunista continuó escribiendo desde estos ángulos. Las pocas líneas biográficas que Víctor Jeifets y Lazar Jeifets pudieron redactar lo colocan en ámbitos muy diversos, unidos por el lazo de la escritura: desde el departamento editorial de la Internacional Campesina, a la Universidad Comunista de los trabajadores de China; desde la ogpu o la Sección de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores a desempeñarse como maestro y periodista en Alemania, Francia, Suiza y América, o como censor en el correo central de Moscú.32

 

Notas

1 Yaroshevsky, Mijail, "La revolución en Rusia", en Nosotros, año xi, Nº 95, Buenos Aires, marzo de 1917, p. 289.

2 Ibid., p. 290.

3 Ibid., p. 293.

4 Ibid.

5 Yaroshevsky, Mijail, "La revolución en Rusia", op. cit., p. 291.

6 Ibid., p. 294; destacado en el original.

7 Ibid., p. 290. A lo que agrega, afectando sorpresa: "Lo escribo y me cuesta creerlo, tanto esta realidad se asemeja a un cuento", en ibid.

8 Ibid., p. 292.

9 Ibid.

10 Jeifets, Lazar y Jeifets, Víctor, América Latina en la Internacional Comunista, 1919-1943. Diccionario Biográfico, Santiago de Chile, Ariadna Ediciones, 2015, p. 660.

11 Pittaluga, Roberto, Soviets en Buenos Aires. La izquierda de la Argentina ante la revolución en Rusia, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2015.

12 Jeifets y Jeifets, América Latina en la Internacional Comunista…, op. cit., p. 660.

13 Por razones de espacio, el tratamiento de las problemáticas que siguen se expone de modo extremadamente con-densado; una presentación más amplia de estas cuestiones y sus implicaciones para las distintas particiones de la izquierda, en Pittaluga, Soviets en Buenos Aires…, op. cit.

14 "La revolución no fue preparada ni organizada por nadie en el sentido como se preparan las revueltas de cuartel o de corte. La preparó, sí, y realizó un ser impersonal que se llama necesidad histórica", Yaroshevsky, Mijail, "Estudio sobre la revolución rusa", en Documentos del progreso, Nº 6, Buenos Aires, 15 de octubre de 1919, p. 10.

15 Ibid.

16 Yaroshevsky, Mijail, "El espíritu de la revolución rusa", en La Vanguardia, 10 de junio de 1917, p. 2. Sobre el significado equivalente de democracia y revolución social en la tradición rusa, cf. Figes, Orlando y Kolonitsk II(2001), Interpretar la Revolución Rusa. El lenguaje y los símbolos de 1917, Valencia, Biblioteca Nueva/Universitat de València, 2001, esp. pp. 162-163.

17 Yaroshevsky, "Estudio sobre la revolución rusa", op. cit., p. 12; el énfasis me pertenece.

18 Ibid.

19 Yaroshevsky, "Estudio sobre la revolución rusa", op. cit.

20 Ibid.

21 Una percepción similar se expresa en la persistente traducción de bolchevique por maximalista que predomina en la prensa izquierdista rioplatense; véase, al respecto, el apartado "La confusión maximalista", en Pittaluga, Soviets en Buenos Aires, op. cit., pp.189-195. Yaroshevsky entrecomilla el término "maximalismo" como traducción de bolchevique para referirse a la idea "de hacer juntas la revolución contra el zarismo y la revolución social contra la burguesía" tal como, agrega, Trotsky "defendía y propagaba en el año 1905"; cf. Yaroshevsky, Mijail, "La tragedia rusa. Figuras del gobierno maximalista", en La Protesta, 24 de noviembre de 1917, p. 2

22 Al igual que el trabajo de discusión sobre ciertos términos –como soviet, revolución, bolchevique, socialismo, democracia– que se produce en la izquierda de la época (Pittaluga, Soviets en Buenos Aires, op. cit.).23 Yaroshevsky, Mijail, "Escenas de la revolución rusa en provincia (con motivo del primer aniversario)", en Nosotros, año 12, Nº 108, Buenos Aires, abril de 1918, pp. 463-472. Un análisis más extenso de este texto en Pittaluga, Soviets en Buenos Aires, op. cit., pp. 360-363.

24 Ibid., p. 463.

25 Ibid., pp. 467-468.

26 Ibid., p. 466.

27 Ibid., p. 464.

28 Ibid., p. 468.

29 Ibid., p. 469.

30 Para esta idea del soviet como forma y contenido, como modo de la política revolucionaria, como denominación de la subjetivación emancipatoria, véase Pittaluga, Soviets en Buenos Aires…, op. cit.

31 Soviets en Buenos Aires…, op. cit.

32 Jeifets y Jeifets, América Latina en la Internacional Comunista…, op. cit.; los autores no consignan la fecha de su fallecimiento

Bibliografía

Fuentes primarias

Yaroshevsky, Mijail, "La revolución en Rusia", en Nosotros, año xi, Nº 95, Buenos Aires, marzo de 1917, pp. 289-294.

Yaroshevsky, Mijail, "El espíritu de la revolución rusa", en La Vanguardia, 10 de junio de 1917, p. 2.

Yaroshevsky, Mijail, "La tragedia rusa. Figuras del gobierno maximalista", en La Protesta, 24 de noviembre de 1917, p. 2.

Yaroshevsky, Mijail, "Escenas de la revolución rusa en provincia (con motivo del primer aniversario)", en Nosotros, año 12, Nº 108, Buenos Aires, abril de 1918, pp. 463-472.

Yaroshevsky, Mijail, "Estudio sobre la revolución rusa", en Documentos del progreso, Nº 6, Buenos Aires, 15 de octubre de 1919, pp. 8-14.

Fuentes secundarias

Figes, Orlando y Kolonitsk II, Interpretar la Revolución Rusa. El lenguaje y los símbolos de 1917, Valencia, Biblioteca Nueva/Universitat de València, 2001.

Jeifets, Lazar y Jeifets, Víctor, América Latina en la Internacional Comunista, 1919-1943. Diccionario Biográfico, Santiago de Chile, Ariadna Ediciones. 2015.

Pittaluga, Roberto, Soviets en Buenos Aires. La izquierda de la Argentina ante la revolución en Rusia, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2015.

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