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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.47 Córdoba mayo 2022

 

BIBLIOGRAFIA

Stefanoni, P. (2021), ¿La rebeldía se volvió de derecha? Buenos Aires: Siglo XXI.

Desirée Osella1

Los últimos años han sido testigos de un incremento de la producción destinada
al análisis de las derechas. En la sociología, la ciencia política y la historia se instalado el interés por comprender a aquellos actores que se ubican en estos grupos y en el porqué de su avance electoral.

Muchos de estos trabajos se han focalizado en un partido o una agrupación particular. En cambio, el libro de Stefanoni constituye una «invitación» a mirar las nuevas derechas en conjunto y en relación con el campo del progresismo. En el subtítulo mismo de la obra, se plasma una de las preocupaciones principales de su trabajo: «cómo el antiprogresismo y anti corrección política están construyendo un nuevo sentido común (y por qué la izquierda debería tomarlos en serio)».

Esta advertencia constituye una cuestión central a tener presente en una coyuntura en que las nuevas derechas evidencian un avance a nivel mundial. Desde diversos entramados virtuales, como libros colgados en la nube, videos de You Tube, posteos en 4chan o twitter, memes, etc., se multiplican los «intelectuales menores» de estas derechas y buscan disputar el sentido de época.

Mientras que la izquierda fue perdiendo la tradicional imagen de rebeldía y transgresión a la que se la asociaba, la derecha fue ocupando este espacio, mostrándose eficiente en su cuestionamiento al sistema. De este modo, las denominadas derechas alternativas, que constituyen «constelaciones de fronteras difusas», buscan capturar el inconformismo social en pro de una salida
política de corte antiprogresista. Son estas derechas las que a viva voz pronuncian discursos contra las élites, el establishment político y el sistema.

Estas compiten con las izquierdas por su capacidad de indignación frente a la realidad y por proponer modelos para transformarla. Como destaca el autor, este fenómeno no es nuevo, ya que alrededor de los años ´30, con el cuestionamiento de la democracia liberal, también modelos de derecha disputaron proyectos de futuros deseables. No obstante, luego de la Segunda Guerra mundial, la democracia liberal gozó de preminencia como modelo en occidente. Esto está mutando.

«Hoy la gente está enojada», mientras que el progresismo se ha vuelto más defensor del statu quo. La pérdida del potencial transformador le hace perder atractivo a la izquierda. Contrariamente a esto, el socialismo y el liberalismo se asociaban a dos cuestiones centrales: un optimismo sobre el futuro y una fuerte relación entre saber y emancipación. Sin embargo, sin un horizonte en que se considere posible el cambio social, las cosas cambian. Los exponentes de la derecha advierten la situación paradójica de la izquierda, que se ve encerrada en el dilema de defender el capitalismo tal cual es frente a aquel con que amenaza en convertirse, según el neorreaccionario Land.

El riesgo, en síntesis, es que la izquierda se vea inmersa en el conservadurismo
y renuncie a disputar sentido. Stefanoni advierte que cierta «pretensión de superioridad» opera en detrimento de este sector a la hora de discutir con las derechas emergentes. La causa de esto radicaría en que la izquierda, segura de haber ganado la batalla cultural, obvió leer a las derechas y discutir con ellas, mientras que ésta última hizo y hace precisamente lo contrario.

En Argentina, las derechas extremas (que excluyen a Cambiemos) son definidas
como débiles, pero se registraron expulsiones por derecha dentro del PRO: Darío Lopérfido, Gómez Centurión, Cynthia Hotton, entre otros. Independientemente de contener a la derecha, en un primer momento el macrismo se mostró permeable a ciertos tópicos de la cultura progresista y solo luego del resultado de las elecciones PASO de 2019 el gobierno giró más a la derecha. En ese contexto, también Gómez Centurión y Espert participaron de los debates evidenciando, destaca el autor, que su escaso éxito electoral no implica que las ideas que pregonan no cuenten con respaldo en la sociedad. Actualmente, Javier Milei y Agustín Laje fueron tejiendo una «subcultura de derecha» atractiva entre los jóvenes.

El libro se estructura en cinco capítulos, que desarrollan diversos aspectos importantes a tener en cuenta para profundizar en cómo esas derechas fueron construyendo un «sentido común». Cuanta además con un glosario al final, que resulta sumamente valioso para entender a estos nuevos actores.

En el primer capítulo se repasan las transformaciones al interior de las derechas,
desde la liberal conservadora de los años ´80 hasta las alternativas, materializadas en el triunfo de Donald Trump en 2016, que, como advierte el autor, «amplió los márgenes de lo decible » y hasta legitimó el etnonacionalismo.

Mientras que Reagan y Thatcher, exponentes de la primera, representaron un fuerte anticomunismo, desde la caída del muro de Berlín el anticomunismo perdió preminencia como lo hizo el enemigo al que combatía. No obstante, para los exponentes de las nuevas derechas radicales, el marxismo ha retornado como «marxismo cultural», por lo que proponen volver a combatirlo con tesón.

Siguiendo a Traverso, Stefanoni señala que estas derechas radicales constituyen un conjunto de corrientes que aún no han terminado de estabilizarse
ideológicamente, de contenido fluctuante y hasta contradictorio, nutridas de filosofías políticas antinómicas. Lo que las caracteriza no es una coherencia doctrinaria, sino el afán de organizar en torno a su visión del mundo el «sentido
común», en un momento de expansión de demandas insatisfechas en el que los «grandes relatos», sobre los que se cimentaban los proyectos de izquierda, ya no están disponibles.

Otros elementos interesantes son, por un lado, cómo estas derechas radicalizadas operan al interior del espacio plural de las derechas, obligando a aquellas más moderadas a radicalizarse en torno a determinadas cuestiones para no dejar escapar votos. Por otro, cómo algunas de estas derechas extremas utilizan elementos del ideario republicano y laico como instrumentos de discriminación y desprecio, como observó sagazmente Rancière.

Exponentes de la derecha nacionalpopulista, del paleolibertarismo, de la neorreacción, derechas que recuperan un old style, anarcocapitalistas, etc. Nutren las páginas del libro, con variopintos proyectos que van desde crear ciudadesplataformas en aguas internacionales, «ciudades-libres» o un microestado utópico entre Croacia y Serbia, con el objetivo de escapar del «yugo» de la soberanía de los Estados.

A su vez, existen tensiones entre estas derechas: estatismo/antiestatismo, occidentalismo/antioccidentalismo, cristiana-proisraelí-antiislámica/ pagana-antisemita-cuestionadora de occidente. No obstante, comparten el odio a los conservadores convencionales y espacios de discusión y convivencia.

En el segundo capítulo se analiza una característica central de estas derechas alternativas: la incorrección política como mecanismo de «revuelta antiprogresista », en un contexto en el que la izquierda quedó subsumida a lo «políticamente correcto» y la derecha se ubicó en el extremo opuesto. Para los integrantes de estas derechas extremas, lo políticamente correcto es equiparable al totalitarismo, a la neolengua de «1984» de George Orwell. Esto habría arrebatado a la «gente común» la posibilidad de quejarse al etiquetar sus planteos como racistas o misóginos.

Además, consideran que el marxismo habría perdido la batalla económica (como lo habían anticipado los exponentes de la Escuela Austríaca), pero ganado la cultural. Este «marxismo» es una categoría en la que engloban todo aquello que ellos combaten: desde la socialdemocracia a la extrema izquierda. Amparándose en «su derecho» a la incorrección política promueven discursos violentos que en numerosas ocasiones trascienden lo declamativo y se materializan en asesinatos, defensa de violaciones «correctivas» contra las feministas por algunos neorreaccionarios incel (célibes involuntarios) y NEET (hombres sin empleo, educación o capacitación), etc. Esta derecha políticamente incorrecta con habilidad arrincona al progresismo en el lugar de enemigo de la libertad de expresión, cuando se cuestionan sus postulados.

En el tercer capítulo se reconstruye cómo fue posible que los libertarios giraran a la extrema derecha y cómo una tradición que propende a la abolición del Estado se mezcló con reaccionarios, autoritarios y hasta filofascistas, abrazando
la bandera de la libertad. Para el caso Argentino, se focaliza en Javier Milei y Agustín Laje, aunque se remonta a Murray Rothbard para trazar los puentes entre libertarios y extrema derecha. Mientras que el primero combate principalmente el keynesianismo, el segundo despliega sus armas contra lo que llama «ideología de género».

El cuarto apartado se concentra en el vínculo entre sexualidad y extrema derecha
y la relación entre esta alianza con un discurso de defensa de occidente frente a la expansión del islam (por homofóbico). Se analizan diversos partidos europeos, entre ellos el Reagrupamiento Nacional francés (ex Frente Nacional) y Alternativa para Alemania. Finalmente se constata que, si bien no son mayoritarios los miembros de la comunidad LGBTI que migraron a la extrema derecha, existen desplazamientos importantes que no deben desestimarse. Otra advertencia más, que Stefanoni realiza.

En el siguiente capítulo se traza la relación entre ecología y extremas derechas, que tienen entre sus protagonistas a ecofascistas y neomalthusianos defensores
de un «autoritarismo verde». El autor reconstruye como el ecologismo decantó en parte en los aspectos más reaccionarios de los orígenes del conservacionismo de raigambre racista y eugenésica. Se destaca en la apropiación de la derecha de la bandera del ecologismo la figura de Marion Marechal (nieta de Jean Le Pen y sobrina de Marine).

Finalmente, en el epílogo se esbozan algunos de los desafíos frente a este novedoso contexto para la izquierda y el progresismo y se advierte sobre el peligro de cancelar su dimensión emancipatoria. Diversos interrogantes y disyuntivas que se presentan para la izquierda ante un fututo que «aparece más
como una amenaza que un territorio para la utopía» cierran en libro que siembra una serie de alertas a las que debería prestarse atención.

Notas:
1. Lic. en Historia (FFYH, UNC), Mgter. en Partidos Políticos (CEA, FCS, UNC), doctoranda en historia (UNC. Conicet).

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