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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.50 La Plata set. 2022

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/18521606e177 

Artículos

El Monstruo está de vuelta. El diario La Nación y la identidad política del kirchnerismo (2008-2015)

The Monster is back. The newspaper “La Nación” and the political identity of Kirchnerism (2008-2015)

1Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales-UNLP

Resumen

¿Qué propiedades definieron el objeto discursivo kirchnerismo según el diario “La Nación”? ¿Son las mismas que definen al peronismo? ¿Cuál es la filiación entre la identidad política del kirchnerismo y la del peronismo?En este artículo intentaremos responder algunas de estas preguntas a partir del análisis de la construcción que el diario “La Nación” (LN) hizo del kirchnerismo en tanto objeto discursivo. Rastrearemos el haz de aspectos a partir de los cuales este fue desagregado e indagaremos en las memorias discursivas en las que abrevan esos aspectos en tanto huellas polifónicas. El objetivo es dar cuenta de losideologemas y propiedades que LN atribuyó al kirchnerismo como objeto discursivo durante cinco acontecimientos significativose identificar las filiaciones identitarias en los que estos abrevan. Se trata de un conjunto de ejes que constituyen una discusión acerca de las identidades políticas en la Argentina.

Palabras clave Kirchnerismo; Populismo; La Nación; Identidades políticas; Análisis del discurso

Abstract

What properties defined the Kirchnerism discursive object according to the newspaper “La Nación”? Are they the same that define Peronism? What is the connection between the political identity of Kirchnerism and that of Peronism? In this article we will try to answer some of these questions based on the analysis of the construction that the newspaper “La Nación” (LN) made of Kirchnerism as a discursive object. We will trace the bundle of aspects from which this was disaggregated and we will investigate the discursive memories in which these aspects are used as polyphonic traces. The objective is to account for the ideologemes and properties that LN attributed to Kirchnerism as a discursive object during five significant events and to identify the identity affiliations in which they are based. It is a set of axes that constitute a discussion about political identities in Argentina.

Keywords Kirchnerism; Populism; La Nación; Political identities; Discourse analysis

Introducción

¿Qué propiedades definieron el objeto discursivo kirchnerismo según el diario “La Nación”? ¿Son las mismas que definen al peronismo? ¿Cuál es la filiación entre la identidad política del kirchnerismo y la del peronismo? ¿Es una actualización o un híbrido con características propias? En este artículo intentaremos responder algunas de estas preguntas a partir del análisis de la construcción que el diario “La Nación” (LN) hizo del kirchnerismo en tanto objeto discursivo. Rastrearemos el haz de aspectos a partir de los cuales este fue desagregado e indagaremos en las memorias discursivas en las que abrevan esos aspectos en tanto huellas polifónicas. El objetivo es dar cuenta de los ideologemas y propiedades que LN atribuyó al kirchnerismo como objeto discursivo durante cinco acontecimientos significativos e identificar las filiaciones identitarias en los que estos abrevan. Se trata de un conjunto de ejes que constituyen una discusión acerca de las identidades políticas en la Argentina.

En relación con el enfoque teórico-metodológico, optamos por trabajar con los conceptos de objeto discursivo e ideologema. Inscripto en su teoría de la Lógica Natural, Grize (1990) desarrolla el concepto de objeto discursivo para designar entidades lógicas y semiológicas que se manifiestan en los textos por medio de expresiones nominales y que pueden ser reformuladas, enriquecidas o bien simplificadas en el hilo del discurso (Charaudeau y Maingueneau, 2005). Un objeto discursivo constituye un haz de aspectos, un abanico-objeto dotado de propiedades, puestas en relación y virtualidades de acción (Grize, 1996). Todo objeto está formado por preconstruidos: huellas de discursos anteriores que generan sensación de evidencia al tratarse de enunciados ya dichos que se manifiestan en una memoria. Por su parte, entendemos que en la escena de enunciación es posible rastrear estos preconstruidos bajo la forma de ideologemas: máximas ideológicas subyacentes a un enunciado. Angenot (1989, 2010) trabajó el concepto de ideologema para dar cuenta de “pequeñas unidades significantes dotadas de aceptabilidad difusa en una doxa” (Angenot, 2010, p. 25). Finalmente, para encuadrar los hechos sociales a partir de los cuales construimos el corpus partimos de la categoría de acontecimiento político; esto es, una acción política en la que quedan evidenciadas las disputas por la fijación de sentidos o, contrariamente, el intento de subvertir aquellos que están institucionalizados (Ema López, 2007). El corpus está formado por la totalidad de columnas de opinión y editoriales publicados por “La Nación” durante la cobertura de cinco hechos significativos de los gobiernos de Cristina Kirchner: el conflicto con el campo en 2008, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2009, los festejos por el Bicentenario en 2010, la estatización de YPF en 2012 y las elecciones presidenciales del año 2015.

Consideramos que nuestro referente empírico se justifica dada la gravitación del diario “La Nación” en términos de capacidad de dictar agenda en la opinión pública –producir y fijar sentido–, su volumen de tirada y la cantidad de visitas que recibe su sitio web, además de cargar con una extensa tradición en nuestro país, que lo constituyó como uno de los principales voceros de la matriz discursiva liberal conservadora en la Argentina a lo largo de la historia, hecho que, en consecuencia, llevó al diario a posicionarse de manera muy definida en relación con los gobiernos kirchneristas. Con respecto al recorte temporal, se decidió establecer un período que se inicia en marzo de 2008, con el estallido del conflicto en torno a la Resolución 125 –y tan sólo cuatro meses después de iniciado el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner–, y abarca hasta el mes de noviembre de 2015 inclusive, con la victoria de Mauricio Macri en el ballotage presidencial como momento límite.

Por otra parte, optamos por trabajar únicamente con editoriales y notas de opinión, entendiendo que expresan la voz oficial del diario. Siguiendo a de Diego (2014),consideramos que “lo que subyace a esta dimensión analítica es la idea de que el periódico traza sus propios límites de lo que fue posible decir en sus superficies redaccionales, dentro del marco general de la época, los cuales hacen confluir de manera compleja memorias discursivas vinculadas a acontecimientos particulares, respuestas a problemas coyunturales y pertenencias (más o menos flexibles) a marcos ideológicos concreto (…) Así, el nivel de lo ideológico en el discurso tiene que ver con configuraciones de verdad(es), para aquellos grupos que son capaces de llevar más allá sus propios intereses” (2014, p. 54). Ubicar nuestra investigación en este nivel de análisis conlleva que el interés quede depositado en las regularidades discursivas, en la reiteración de ciertos patrones que, en su conjunto, se constituyen como una intervención pública que configura posicionamientos políticos institucionales particulares e interviene en los debates en torno a definición de los gobiernos y movimientos políticos.

El artículo está organizado en cinco apartados, uno por cada ideologema desplegado por el diario: aislamiento del mundo; división social; demagogia y manipulación de las masas; ataque a la libertad de expresión; y régimen autoritario.1 Por último, presentamos una serie de conclusiones.

1. El aislamiento del mundo

Una primera propiedad atribuida al objeto discursivo kirchnerismo es la que se expresa con el ideologema del aislamiento del mundo. En LN este tópico es reactivado en plenitud durante el transcurso del conflicto con el campo. En marzo de 2008, a pocos meses de iniciado el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner, el entonces ministro de Economía Martín Lousteau dispuso un nuevo esquema impositivo de retenciones móviles sancionado en la Resolución n°125/2008. La situación indicaba que, en el mercado mundial, el precio de las commodities –especialmente la cotización de la soja– se había disparado y, en consecuencia, el sector agropecuario, principal generador de divisas de nuestro país, obtendría márgenes de ganancias extraordinarios en la cosecha venidera, muy por encima de la rentabilidad que había obtenido años anteriores, la cual de por sí era alta y en gran medida se explicaba por el “boom de la soja” impulsado por la demanda de la economía china.

Esgrimiendo el argumento que pregonaba 1) la oportunidad redistributiva que este incremento en el precio de las commodities posibilitaba; 2) la necesidad de proteger la economía local ante posibles shocks externos y 3) evitar una escalada inflacionaria, el Poder Ejecutivo estableció un sistema en el cual la alícuota de retenciones con que se gravaban estos bienes primarios transables variaba en función de su cotización en el mercado internacional. De este modo, el impuesto con el que los exportadores tributaban al Estado quedaba atado al valor de su producción. Este fue el origen y el fundamento de la controvertida Resolución n°125/2008.

En el siguiente fragmento, el columnista estrella de la redacción, Mariano Grondona, construye una cartografía de Latinoamérica separada entre los chavistas (o populistas) y los socialdemócratas. Los primeros son presentados como demagogos que se valen de una ideología, el “distribucionismo”, mientras que la socialdemocracia sería la respuesta ante las necesidades de desarrollo de la región:

La medida dispuesta tiene fundados motivos para la crítica. Nada permite omitir que la principal razón de lo resuelto, aunque no se lo manifieste, es su propósito de aporte al fisco. En otro sentido, se trata de un nuevo cierre de la economía que continúa aislando al país del exterior, lo cual nada bueno presagia.2

De esta manera, pertenecer a la Latinoamérica chavista implica estar aislado del mundo:

Ante los acuciantes dardos de la pobreza, hasta sería natural que en América latina predominara la socialdemocracia. Así ocurre, por ejemplo, en países como Brasil, Chile, Uruguay y, ahora, Paraguay. Pero en nuestra región también existen países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y la Argentina, donde no impera una auténtica socialdemocracia sino un estatismo concentrador, aunque disfrazado de distribuidor.3

La reaparición de este ideologema durante el conflicto con el campo es algo para destacar. La fijación de un nuevo gravamen a las exportaciones agrícolas tuvo como respuesta la discusión acerca de las alianzas político-económicas deseables para el país, la aparición de términos como “colectivismo”, “autoritarismo”, “régimen”, “confiscación” y un vago reclamo por “libertad”. Lo que retorna con vigor es la vieja querella por el modelo de desarrollo adecuado para la Argentina. Allí LN se decanta por uno de los relatos míticos del liberalismo argentino: el “granero del mundo”, huella que ocupa un lugar destacado en la memoria discursiva del liberalismo y, junto con el Centenario y las conquistas de Mayo y Caseros, señalan momentos de esplendor en el relato de esa matriz ideológica. Veamos lo que decía al respecto la productora agropecuaria y columnista invitada Malena Gaínza:

Así fue como la voracidad e ineficiencia del Estado argentino cambiaron nuestro mapa social y productivo, provocando el éxodo de población rural hacia las ciudades y restringiendo la variedad de la producción alimentaria. Hasta que el magnífico granero del mundo, capaz de dar de comer a la humanidad entera, quedó reducido a una gigantesca fábrica de porotos para engordar animales.

Y así como la Sociedad Rural Argentina adoptó el lema “cultivar el suelo es servir a la Patria”, con el fin de jerarquizar la labor del gringo chacarero respecto de la del criollo ganadero durante la inmigración de fines del siglo XIX, ojalá encontremos en nuestro actual gobierno la grandeza de reconocer que, en esta particular coyuntura de protesta agropecuaria, cultivar el diálogo es servir a la patria. Para legarles a los hijos de todos nosotros un futuro mejor.4

De un lado aparece la figura mítica de un campo unido, motor económico del país, granero del mundo, promotor de valores, encarnación de la decencia del trabajo y salvador de la patria en momentos aciagos. En contraste, el Estado es mostrado como un parásito que se aprovecha de los frutos del campo laborioso. Además, el verbo “cultivar” ejerce aquí un papel destacado por todos los sentidos que moviliza y a los que se enlaza. De acuerdo con Moirand (2018), las aproximaciones semánticas, alusiones y hasta los juegos de palabras empleados en la designación de objetos y acontecimientos dan cuenta además del “sentido social” que la mediatización imprime a los hechos. Aquí “cultivar” aparece asociado al lema de la Sociedad Rural Argentina: “Cultivar el suelo es servir a la patria”, y con ello se vincula al modelo agroexportador y se enlaza al tópico del “granero del mundo”, a la Argentina pujante del primer Centenario. A esta familia de términos que constituyen el corazón del relato de la matriz liberal conservadora se suma el significante “diálogo”. Esta es la operación clave del artículo: para recuperar aquella Argentina perdida será necesario “cultivar el diálogo”, entendido esto como el opuesto de “cultivar el maltrato”, que es lo que se afirma del gobierno kirchnerista y que consiste en el ejercicio de la confrontación y el conflicto. Paradójicamente, la lógica argumentativa del artículo de Gaínza en favor de la unidad se basa en los antagonismos.

De esta manera, el “aislamiento del mundo” moviliza sentidos extralingüísticos, políticos e ideológicos y traza una narrativa acerca del pasado, una explicación para las dificultades del presente y un modelo de desarrollo para el país. En segundo término, implica la atribución de propiedades a un objeto discursivo: en este caso, kirchnerismo y peronismo son parte de una misma fuerza política que se ha caracterizado por ordeñar esa “mansa vaca lechera” del campo para solventar sus impericias. Finalmente, funciona como punto nodal que se articula con las demás propiedades del objeto discursivo al tiempo que nuclea en sí mismo una serie de demandas: libertad de comercio, diálogo político, reconocimiento del papel del campo, mayor eficiencia del Estado, menor regulación e intervención, etc.

Otro momento en que este ideologema adquirió centralidad se dio en ocasión del retorno de la petrolera YPF a manos del Estado:

La falta de respeto de las reglas ha aumentado en las últimas semanas el costo de invertir en la Argentina. Ningún lugar puede ser considerado confiable para invertir, cuando su gobierno no respeta sus propias leyes ni las formas usuales propias del mundo civilizado. Y las consecuencias serán negativas no sólo desde el punto de vista económico y financiero, sino también del diplomático. Le hemos servido a Gran Bretaña una oportunidad increíble para convencer al resto del mundo sobre por qué no se debería tomar en serio el reclamo de la Argentina por las islas Malvinas.5

Aquí no sólo se intenta dar cuenta del carácter anticonstitucional y autoritario de la “confiscación” de YPF, sino que además se orienta argumentativamente al lector a considerar que, al contrario de lo que afirma el gobierno, es una medida que lejos de fortalecer al país erosiona las relaciones diplomáticas y vuelve infructuoso el reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas:

Si Galuccio es lo que parece y la Presidenta lo deja trabajar, será un signo de que algo está cambiando. Pero si el próximo aviso sobre YPF sale antes del Plan Maestro, será la señal de que se viene más de lo mismo: el uso y abuso de la argentinidad para perpetuarse en el poder, como lo intentó, con las consecuencias conocidas, el general de la dictadura Leopoldo Fortunato Galtieri.6

En este fragmento, la aparición del dictador Leopoldo Galtieri engarza, a través del comentario sobre YPF, el ideologema del aislamiento del mundo con los de la división social, la demagogia, el autoritarismo y el ataque a las instituciones de la democracia. Es que, siguiendo a Grize (1985), todo objeto discursivo es un haz de aspectos que contiene propiedades, puestas en relación y virtualidades de acciones. Así, la crítica a la gestión del caso YPF funciona de puente para vincular un acontecimiento sensible por esos días (el aniversario de la guerra de Malvinas) y homologar el gobierno democrático de Cristina Kirchner con la dictadura cívico-militar. Además, esta comparación provee –a partir del uso de la memoria y por la gravitación en el imaginario colectivo de la guerra de Malvinas como un recurso in extremis de la dictadura militarpara salvar el régimen– una clara orientación argumentativa para entender qué ocurre con YPF: no es un reclamo genuino por la soberanía sino la maniobra de un gobierno desesperado por perpetuarse en el poder.

Durante el período de campaña electoral de 2015 el diario retoma fuertemente el ideologema del aislamiento del mundo. El siguiente editorial, a través del recurso de la pregunta retórica, aparece como corolario de un conjunto de demandas irresueltas por el gobierno y se vincula al ideologema del ataque a las instituciones:

La necesidad y urgencia para soslayar al Poder Legislativo; los superpoderes para vaciar la ley de leyes, el estado de emergencia para que nada escape a la razón de Estado. Tanto apuro, tanta excepción, tantas facultades concentradas, ¿hemos acaso reconstruido la Argentina como Alemania, Italia o Japón en la posguerra? ¿Cuál es el salto a la modernidad que hemos dado con tanto poder acumulado en una sola persona? ¿No hay más pobres ni excluidos en la Argentina? ¿Tenemos autoabastecimiento energético? ¿Las autopistas cubren el territorio nacional? ¿Aumentaron la seguridad, la calidad educativa, el empleo, la productividad? ¿Tenemos moneda, crédito, ahorro? ¿Crecen las exportaciones? ¿Somos respetados en el mundo?7

Existe un vínculo entre el ideologema del aislamiento y el cosmopolitismo. Así como en los primeros fragmentos veíamos orbitar alrededor de “aislamiento del mundo” significantes como “libertad” y “eficiencia estatal”, aquí es fácil rastrear esas demandas de cosmopolitismo tan vinculadas a lo que Ostiguy (1997) denomina lo alto,8 el cual “proyecta la imagen de ser más cosmopolita, (…) de una mayor adecuación a la imagen (…) y códigos de clase media-alta de los países del Norte” (Ostiguy, 1997, p. 144).

En la década del cincuenta los medios de la derecha liberal conservadora han apelado sistemáticamente al ideologema del aislamiento del mundo. El diario La Prensa9 solía hablar de “inexistente política exterior” o bien cuestionaba el alineamiento del gobierno nacional con países considerados atrasados y ajenos a “las grandes naciones de la cultura occidental”, puesto que claramente veía un enemigo en el bloque de los países no alineados (Díaz y Passaro, 2003; Díaz y Giménez, 2008). Estas son huellas polifónicas recurrentes que se desplazan sobre el plano interdiscursivo para remitir a la política exterior y los vínculos del primer peronismo con países no alineados. La cercanía entre el kirchnerismo y Estados como Venezuela, Ecuador, Bolivia e Irán fue condición de posibilidad para la reactivación de este preconstruido. Ante la innovación que supuso el kirchnerismo, este sector del periodismo se valió de herramientas ya conocidas, que habían sedimentado en sus propias matrices de interpretación de la realidad (de Diego, 2013).

En virtud de lo analizado hasta aquí, consideramos que este primer aspecto constitutivo del objeto discursivo kirchnerismo es una herencia del primer peronismo. No lo distingue como objeto novedoso, sino que lo postula como la actualización del enemigo de siempre. Cuando se exige volver al mundo se interpela el cosmopolitismo más afectado de los sectores urbanos tradicionalmente antiperonistas y a los sectores rurales movilizados desde 2008.

1.2 División social

Otro preconstruido utilizado de manera sistemática por LN para delinear los contornos del kirchnerismo fue el de la división social. Al igual que en el caso anterior, es un tópico que vincula estrechamente kirchnerismo y peronismo, y que abona a la idea de los gobiernos K como actualizaciones del peronismo clásico. De acuerdo con esto, ambos tendrían una vocación por gobernar a partir de establecer falsas antinomias:

Si bien la crisis tendía anoche a descomprimirse, todos los argentinos podemos extraer lecciones. Una, si no la principal, es que no debemos caer más en las antinomias ni debemos hablar más, como la misma Presidenta lo hizo, de una y otra Argentina. La Argentina es una sola. Es la que, antes de que pronunciara su discurso, entonó el Himno Nacional en Parque Norte y en las rutas desde las cuales los hombres de campo seguían el mensaje presidencial. Esa es la única Argentina, no una signada por anticuadas luchas de clases ni por pugnas entre unitarios y federales.10

Hay una demanda que aparece a lo largo de la historia como invariante del discurso de LN y tiene que ver con el reclamo por unidad nacional (Díaz y Giménez, 2016). De acuerdo con ese relato, la unidad habría quedado sellada con la victoria unitaria sobre las fuerzas federales en la batalla de Caseros en 1852 e institucionalizada en la Constitución de 1853. Según el relato liberal, durante casi un siglo –desde la caída de Rosas hasta el surgimiento de Perón– la unidad habría predominado por sobre divisiones artificialmente implantadas. De allí en más, construir identidades a partir de la dicotomización del espacio social como lógica política será concebido como una acción autoritaria y lesiva para la democracia en tanto transgrede, discute y disputa ese imaginario liberal:

Los Kirchner no hablan del futuro. No existió el porvenir en ninguna expresión del Bicentenario. Su pelea permanente es con la historia en un incesante combate cultural. Luchan por instalar una visión ideológica de las luchas armadas de los años 70, por el predominio de políticas económicas de los años 50 y, ahora, por ganarle la batalla al Centenario de 1910.11

Durante los ocho años que abarca nuestro recorte temporal hubo una disputa sin tregua por la hegemonía discursiva: LN sigue el axioma de su fundador Bartolomé Mitre, quien sostenía que “no se puede revisar Caseros como si fuera una partida de ajedrez mal jugada”. En otras palabras, no puede haber lugar para discutir antinomias saldadas puesto que “la batalla de Caseros (fue) entendida como un hecho inmutable en tanto legado fundacional futuro” (González, 2011, p. 198). También se vuelve notorio el linaje mitrista cuando se alude a la Plaza de Mayo y a los modos de habitarla en tanto espacio público:

La Plaza de Mayo debe dejar de ser un espacio que nos separa y debe volver a ser un pedazo de historia que nos une. Los populismos anacrónicos deben ceder su lugar a los sueños e ideales que movilizan a quienes aspiran a convivir en la diversidad. Que todos nos encontremos en ella, aun en la diversidad, a la hora de imaginar un país mejor. En la Plaza de Mayo caben el dolor y la esperanza. Porque la Plaza de Mayo somos todos.12

La Plaza de Mayo es un lugar privilegiado en el imaginario social de los argentinos. Se trata de un espacio físico en el cual han tenido lugar algunos de los acontecimientos más destacados de la historia del país: desde la Revolución de Mayo hasta la recuperación democrática en diciembre de 1983, desde el 17 de octubre de 1945 hasta los bombardeos de junio de 1955. De acuerdo con este editorial, desde el origen del peronismo la Plaza ha sido lugar de expresión de la alteridad. La propuesta editorial consiste en resignificarla como espacio de unidad, como un “pedazo de historia que nos une”. Sin embargo, esa exhortación viene acompañada de instrucciones precisas para habitarla. Por la positiva, en la Plaza “caben el dolor y la esperanza” porque “la Plaza de Mayo somos todos”; por la negativa, lo que no cabe en la Plaza es la expresión de la alteridad y “las concentraciones multitudinarias” de los “populismos anacrónicos”.13

En su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, Mitre contrapone el “pueblo” (populus) al “populacho” (plebs): el primero es la parte aristocrática de la sociedad, mientras que el “populacho” alude despectivamente a los sectores plebeyos. Mitre presentaba el populacho como “masas plebeyas”, “multitudes disgregadas, emancipadas de toda ley”, una “mayoría ignorante” de “instintos enérgicos o brutales que a veces rayaban en el fanatismo” y, en efecto, para poder construir una representación del “pueblo de la plaza” como “masa compacta” situada en el espacio urbano, un pueblo hecho sólo de “vecinos”, debió expulsar al populacho hacia el pasado colonial o hacia el interior del país (Arnoux, 2006). Se trató de la expulsión simbólica de un colectivo (el populacho) mediante el recurso de la dislocación temporal (remitirlo al pasado colonial) y de la dislocación espacial (confinarlo fuera de Buenos Aires). En el período kirchnerista –al menos desde 2008 hasta 2015–, LN ejecutó un procedimiento semejante al hacer un llamado a la unidad (la masa compacta del pueblo mitrista) a partir de la expulsión de la alteridad indeseable. Antes era el populacho situado en el interior del país; ahora se trata del colectivo kirchnerista, también situado fuera de Buenos Aires y fuera del tiempo, puesto que permanece atado a ideas anacrónicas y perimidas antinomias:

La actitud del gobierno actual frente al campo no es de ningún modo inédita y ayuda a su comprensión remontarse hacia mediados del siglo pasado. El mundo, el país, las clases sociales y el campo han cambiado considerablemente en ese lapso. Sin embargo, el comportamiento del peronismo sigue siendo el mismo, como si nada hubiera pasado. Ideólogos de procedencia setentista justifican los absurdos del Gobierno al sacar del arcón de los recuerdos reliquias arqueológicas como “oligarquía vacuna” o cánticos olvidados como “patria sí, colonia no”.14

Al igual que el ideologema del aislamiento del mundo, el de la división social hermana al peronismo con el kirchnerismo. Incluso se remonta un siglo antes del origen del peronismo, con lo cual se pone de manifiesto su larga inscripción en la memoria discursiva de la matriz liberal conservadora. Hay una regularidad que une estos momentos de los siglos XIX al XXI y es la pervivencia de los caracteres de la alteridad presente en los tres casos: masas plebeyas, ignorantes y provincianas que es necesario desplazar. Se constata aquí la existencia de lo que Grize (1996) denomina una operación lógico-discursiva con el potencial para engendrar esquematizaciones argumentativas.

La condición de la unidad requiere la exclusión de aquel que divide con falsas antinomias, al igual que la unidad de “el pueblo de la Plaza” requería la exclusión del populacho. De nuevo, toda unidad se restringe a aquellos actores políticos portadores de discursos compatibles con el liberalismo:

Hay una serie de pasos en pos de la polarización: demonizar al adversario, transformarlo en un enemigo con el cual no es posible transacción alguna y debilitar los espacios institucionales en los que se podrían negociar intereses encontrados. En última instancia, se busca enfilar a los bandos divididos, así como a sus sectores de apoyo, hacia una prueba definitiva de fuerzas, y que ello culmine con un ganador y un perdedor netos. En ese sentido, resulta evidente la existencia de una polarización premeditada.15

La reactivación del ideologema de la división social también se expresó durante el conflicto con el campo en 2008. Entre otras cuestiones, aquel fue el momento en que la presidenta dio un giro en la conformación del dispositivo enunciativo kirchnerista y empezó a construir al contradestinatario en términos de exterioridad absoluta, con la distancia con el adversario como algo irreconciliable (Gindin, 2019). Desde el lado del gobierno, haciendo de la polémica y la confrontación los pilares de su dispositivo de enunciación, se generaron las condiciones para la reactivación del tópico de la división social. Otro notable del liberalismo argentino como Natalio Botana sostuvo en LN:

Con esta identificación del gobierno con el pueblo y de sus contrarios con el antipueblo, descendimos un escalón más en nuestra trajinada interpretación de la democracia. Se machaca tozudamente sobre la creencia de que el pueblo pertenece para siempre, como atributo inamovible, a un grupo o a una corriente de opinión. Los resultados negativos están a la vista cuando la democracia se define como un campo de batalla, sin reconocer que la soberanía del pueblo, representada en el Congreso, es la expresión plural de la sociedad entera.16

En un editorial publicado en medio de la campaña electoral de 2015, la declaración de intenciones es elocuente desde el título: “Tiempo de desarmar la máquina de odiar”. Allí se afirma: “A lo largo de más de una década, el kirchnerismo ha montado una perversa estrategia destinada a dividir y a enfrentar entre sí a los argentinos” (31 de octubre de 2015).17 ¿Qué fue el kirchnerismo para LN? Una “máquina de odiar” basada en la división social:

Durante la gestión de Cristina Kirchner como presidenta de la nación se ha conformado una suerte de máquina de odiar destinada a enfrentar a los argentinos. Con ella, se ha lastimado profundamente a la sociedad llenándola de rencor y resentimientos. Lejos de unir, hubo una perversa estrategia para concentrar y conservar el poder, basada en un esfuerzo constante que apuntó a dividir y a disociar a los argentinos.18

A continuación, queremos detenernos en una columna de Jorge Fernández Díaz publicada tras las elecciones generales de octubre de 2015, en las que la opositora María Eugenia Vidal derrotó al candidato oficialista Aníbal Fernández en la disputa por la gobernación de la provincia de Buenos Aires, tradicional bastión peronista:

El kirchnerismo se intoxicó de discurso y se ahogó en su propio charco de palabras. Vidal no es peronista ni antiperonista, no es radical, no es liberal, no es de derecha ni de izquierda. Su primera medida no consistirá en la convocatoria a una épica grandilocuente, sino en algo más modesto: la puesta en marcha de redes cloacales y obras hidráulicas para que no haya más inundaciones. Así de simple. Las cloacas derrotaron al revisionismo histórico y la ingeniería a los relatos emancipadores, o como diría el sociólogo Eduardo Fidanza: “El Metrobús venció a la lucha de clases”. El sustantivo “gestión” suplanta al vocablo “ideología”: Vidal no quiere reducir el Estado, como propone el liberalismo, sino gestionarlo con eficiencia. Para algunos tilingos de la progresía esto puede resultar insignificante o banal. Pero después de tanta narrativa y cifra adulterada, y tanta ficción marketinera, gestionar parece revolucionario.19

Como sabemos desde Barthes (1999), no hay identidad política posible sin relato que la sustente. Más adelante, se contrasta el relato con la figura encarnada por Vidal: ella no es de izquierda ni derecha, ni peronista ni antiperonista. No tiene ideología –o bien la tiene, pero eso no afecta su rol que es el de gestionar, administrar recursos–. Vidal no está “intoxicada de discurso”. Y eso, lejos de ser un problema, es una virtud: no se dedica a lanzar discursos de épica grandilocuente –relatos– sino que se limita a gestionar. Desprovista de ropajes ideológicos, la gestión –que no es de izquierda ni derecha, no es peronista ni antiperonista– disuelve divisiones y encarna la posibilidad de la unidad. Es indudable que el populismo tiene su núcleo lógico en la escisión del campo social y político, en el trazado de una frontera demarcatoria entre los antagonistas pueblo - antipueblo/oligarquía/establishment. También es indudable que durante los gobiernos de Cristina Kirchner LN hizo de la división y el discurso polémico su lógica rectora.

1.3 Demagogia y manipulación de las masas

La idea del kirchnerismo como fuerza política que tiene en la cooptación de dirigentes y la manipulación de masas su sustento es otro punto en común con el primer peronismo. Personalismo y liderazgo carismático aparecen indisolublemente ligados a la demagogia, pero además la reacción que estos suscitan permite trazar una frontera moral entre un actor político y otro. De un lado, los cooptados y los corrompidos; del otro lado, la decencia y la dignidad, encarnada por el “hombre de campo”:

Las autoridades nacionales les aumentaron a los productores las retenciones hasta límites inconcebibles, para luego ofrecerles el retorno de una proporción, en un símil con las formas de cooptar piqueteros, gobernadores, intendentes y empresarios para arrimarlos a su rebaño. El rechazo de tales dádivas ante las cuales lamentablemente sucumbieron otros sectores resalta la dignidad del hombre de campo.20

En este tercer ideologema el antagonismo se sitúa en un registro plenamente moral: los hombres trabajadores y decentes del campo como contracara de las masas arriadas y los dirigentes cooptados:

De nada le sirvió al Gobierno, sino por el contrario, hacer contrastar el hecho histórico de Rosario, protagonizado por las cuatro grandes entidades representativas de las actividades agropecuarias, con una reunión como la de Salta, en la que una fracción notable de los asistentes fue movilizada bajo la consideración de que se trataba de una tarea remunerativa previamente establecida. La crónica periodística ha suministrado datos ilustrativos al respecto.21

Ya dijimos que el clientelismo y la manipulación por parte del líder son propiedades indisociables de la caracterización que el liberalismo conservador argentino ha elaborado para el peronismo desde sus orígenes. Esto vuelve plenamente durante el kirchnerismo:

El peronismo creó la reforma social más profunda, entre 1946 y 1955, y, curiosamente, la transformación liberal más aperturista, en los años 90. Es una máquina de poder y de clientelismo. Hoy, para sobrevivir, tiene que comprender que sin orden republicano no sobrevive la democracia, por más que se obtenga la mayoría electoral. El gobierno todavía nonato de Cristina Kirchner es la prueba.

Son muchos ya los dirigentes y adherentes que sienten que el peronismo o supera la incapacidad de los Kirchner o desaparece por ridícula obsolescencia. Los micros y el choripán, los cien pesos de propina para la desganada muchedumbre falsificada son una grotesca caricatura de un fervor perdido e irrecuperable por este camino sin salida.22

El populacho que dificulta la concreción del ideal de masa compacta, urbana, ilustrada y decente con que Mitre construyó la imagen del pueblo de la Plaza reaparece como esa “desganada muchedumbre falsificada”. El procedimiento es el mismo: así como en Mitre el populacho era expulsado más allá de las fronteras de Buenos Aires y más allá del tiempo al ubicarlo en el período colonial, ahora se expulsa del tiempo a los dirigentes y las bases kirchneristas, pues es probable que desaparezcan por “ridícula obsolescencia”.

Este preconstruido es una invariante de esa formación discursiva y suele aparecer cuando el liberalismo ve amenazada su hegemonía. Nos deposita en el relato de la Argentina fundacional de Mitre, pero no es sino hasta el primer peronismo que adquiere la fisonomía bajo la que aparece actualmente. No es necesario hurgar demasiado para encontrar en el liberalismo argentino fragmentos semejantes. Un ejemplo provisto por el campo literario es el cuento La fiesta del monstruo, de Borges y Bioy Casares (1977). Allí se narra la movilización de los sectores populares de cara a un acto del “Monstruo”, figura elíptica que refiere a Perón:

Por fin arrancamos y entonces sí que corrió el aire, que era como tomarse el baño en la olla de la sopa, y uno almorzaba un sangüiche de chorizo, otro su arrolladito de salame, otro su panetún, otro su media botella de Vascolet y el de más allá la milanesa fría, pero más bien todo eso vino a suceder otra vuelta, cuando fuimos a la Ensenada, pero como yo no concurrí, más gano si no hablo. No me cansaba de pensar que toda esa muchachada moderna y sana pensaba en todo como yo, porque hasta el más abúlico oye las emisiones en cadena, quieras que no. Todos éramos argentinos, todos de corta edad, todos del Sur y nos precipitábamos al encuentro de nuestros hermanos gemelos que, en camiones idénticos procedían de Fiorito y Villa Domínico, de Ciudadela, de Villa Luro, de La Paternal, aunque por Villa Crespo pulula el ruso y yo digo que más vale la pena acusar su domicilio legal en Tolosa Norte. (Borges, 1977, p. 395)

El patrón es claro: todos argentinos, todos de corta edad, todos del sur, todos “gemelos” llegados en camiones idénticos desde los barrios bajos. El otro por antonomasia tanto del ciudadano ilustrado de Buenos Aires como del decente hombre de campo. Las masas pasivas subyugadas al líder o, en palabras de Mariano Grondona, las “masas cautivas que viajan en camiones”:

Sería un error, sin embargo, suponer que los encuestados y los caceroleros están pidiendo un paso al costado de Cristina. Lo que están pidiendo no es cambiarla sino que cambie. Porque, si ya había perdido a las clases medias urbanas que no la votaron en octubre de 2007, ahora está perdiendo a clases medias rurales que sí la votaron. Si no cambia cuanto antes, sólo le quedará el distraído apoyo de las masas cautivas que viajan en los camiones del Gobierno hacia los gélidos actos oficiales.23

Es evidente que frente a la pregunta sobre si este atributo es una singularidad del kirchnerismo no cabe otra respuesta que la negativa. Incluso es difícil hablar de actualización, puesto que no aparecen actores ni términos nuevos:

Aunque no ha sido exclusiva del kirchnerismo a lo largo de nuestra historia, la movilización de personas para expresar su adhesión a una administración es un rasgo inconfundible de todos los autoritarismos. El ritual supone un vínculo plebiscitario entre el jefe de un grupo político y sus seguidores, es decir, una comunicación que prescinde de mediaciones institucionales o partidarias. Esa escenografía está destinada a exaltar la voluntad del que manda, sin otro límite ni procedimiento que la interpretación intuitiva de la voluntad popular. En sus mejores tiempos, esta configuración se expresaba en una terminología precisa y reveladora: el líder era “el conductor”; el pueblo, “la masa”.24

En el caso de LN, la condena de todo acto de encuentro entre un líder político y sus bases de apoyo trasciende al peronismo y abarca, por ejemplo, al gobierno radical de Raúl Alfonsín, a quién el matutino advirtió poco antes de asumir que “hay que evitar volver a los años durante los cuales se vivía bajo una formalidad constitucional, pero vaciada de sentido republicano auténtico y corroída por la corrupción y la demagogia” y que “las manifestaciones callejeras y los actos en la Plaza de Mayo, incluyendo los discursos desde sus balcones (resultan) hábitos y actitudes negativas y entrañan riesgos para la República” (LN, citado por Díaz y Giménez, 2008, p. 9).

Esto último permite pensar que el leit motiv liberal de la demagogia y la manipulación de masas recaen sobre todo lo que José Luis Romero (2010) denomina la “línea de la democracia popular”; es decir, la corriente inaugurada con la irrupción del radicalismo a principios del siglo XX a partir de la conjunción entre elementos criollos subordinados y elementos inmigratorios, y que se ha caracterizado por la búsqueda de la democracia formal y el enfrentamiento a la oligarquía. Claro que Romero, destacado intelectual del liberalismo, no incluye al peronismo dentro de la línea de la democracia popular, sino que lo considera una línea propia, con fuertes componentes fascistas y, de hecho, recae en el uso del preconstruido de la manipulación de las masas para caracterizarlo:

Perón descubrió un instrumento de acción inestimable: su capacidad de orador capaz de usar el tono, el vocabulario y las ideas más apropiadas para convencer a las masas argentinas, y especialmente a las masas suburbanas.

El orador por antonomasia, el monopolizador de la radio comenzó a aglutinar a su alrededor a dirigentes gremiales más o menos resentidos (…) y con esa plataforma logró poco a poco imponer sus consignas fascistas en las conciencias de la masa insuficientemente politizada. (José Luis Romero, 2010, pp. 252-253)

El uso del lenguaje bélico para referir a un actor civil –ciudadanos que son miembros activos de una organización política o bien simples electores– orienta argumentativamente en favor de la idea del kirchnerismo como régimen autoritario:

En la Argentina, los distintos actores que configuran la sociedad civil han perdido espacios de actuación ante la conducción hegemónica del poder estatal impuesta por el kirchnerismo. Legiones de funcionarios, hordas de militantes, regimientos de punteros, escuadrones de clientes y plateas de aplaudidores han relegado a la sociedad civil a las mazmorras de la incorrección política. La ciudadanía imagina que, con la vuelta de la página, los más pobres recuperarán su dignidad y dejarán de ser utilizados para provecho de otros. Que una buena educación les permitirá progresar sobre la base de su trabajo, sin cobrar para participar en actos, mendigar favores, someterse al miedo y arrodillarse por necesidad.25

No hay ciudadanos ni electores. Ni siquiera “pueblo”. Lo que hay son “hordas de militantes”, “regimientos”, “escuadrones”, “clientes”, “mazmorras”, más propios de regímenes autoritarios que de democracias constitucionales. Hacía allí nos dirigimos con el siguiente apartado.

1.4. Ataque a la libertad de expresión

El cuarto ideologema identificado es el del ataque a la libertad de expresión, que adquiere magnitud cuando se recuerda que la relación entre prensa opositora y gobiernos peronistas fue siempre un asunto controvertido. La repetición de ciertos esquemas de pensamiento para aludir al vínculo que los medios de comunicación mantuvieron con el gobierno de Cristina Kirchner implica, una vez más, ver en el kirchnerismo una rama radicalizada del peronismo. Para entender cómo se desenvolvió esta tensa relación es necesario insistir con Gindin (2019) en que durante el conflicto con el campo se produjo una transformación en el dispositivo enunciativo kirchnerista, de modo tal que la relación con los adversarios políticos –siendo los medios opositores, en especial Clarín y LN, dos de los actores político-mediáticos más vilipendiados por la enunciación oficial– se planteó desde la exterioridad total y la imposibilidad de trazar puentes. Por el contrario, lo que se explotó a partir de 2008 fue el bypass mediático o relación “no mediada”, un fenómeno común en todos los gobiernos del giro a la izquierda, que consistió en el establecimiento de un vínculo directo entre líderes y sociedad civil a través de recursos como el uso de cadenas nacionales, mensajes en redes sociales y programas de radio y televisión (Becerra y Mastrini, 2011; Fernández, 2014; Vincent, 2015).

A lo anterior hay que agregar otro elemento sustancial: la sanción de las nuevas leyes regulatorias de los sistemas de medios, las cuales tuvieron su punto de partida en Venezuela en el año 2004, siguieron en la Argentina en 2009, y en Ecuador en el 2013. En muchos países estas iniciativas abrieron una gran controversia que marcó un punto de no retorno en la relación entre dirigentes, magnates de medios y periodistas (Abad, 2010; Ludueña, 2010). Además, se produjo un verdadero quiebre en la cultura informativa debido al alto volumen de recursos económicos destinados por los Estados para extender la penetración de los medios públicos bajo el argumento de la necesidad de hacer un contrapeso a los medios comerciales privados, considerados portavoces de la derecha neoliberal (Punín Larrea, 2011). Para Sarlo (2011), esta nueva política de medios públicos formaba parte de un proceso más amplio y novedoso al que ha denominado “dispositivo cultural”: un todo heterogéneo conformado por prácticas descentralizadas e intervenciones que atraviesan los límites del Estado al incluir también a la sociedad civil.

Este es el complejo panorama que hay que tener en cuenta para pensar la reactivación del ideologema del ataque a la libertad de expresión: 1) elección de la prensa opositora como adversario político; 2) deslegitimación del carácter neutral de los medios de comunicación (los medios como poseedores de intereses económicos); 3) el estilo confrontativo del gobierno.

En el caso argentino, dentro de los objetivos centrales que se plasmaron en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) aprobada en 2009 estaban la desconcentración de medios, la búsqueda de ampliar la diversidad de voces, la desmonopolización del sistema de medios, el incremento de la producción audiovisual de origen nacional y la creación de un nuevo órgano regulador para reemplazar al COMFER. En relación con el primer objetivo hay que decir que la ley vigente hasta ese momento impedía el acceso a licencias de radio y televisión a organizaciones sociales, mientras que la nueva ley repartía en partes iguales el acceso a esas licencias: un tercio del espectro se otorgaba a organizaciones sociales de medios comunitarios, incluyendo pueblos originarios; un 33% quedaba bajo control estatal; y el tercio restante se destinaba a prestadores privados con fines de lucro.

En segundo lugar, la cuestión de la desmonopolización es un aspecto clave de la ley de medios del kirchnerismo. Por ello se estableció una restricción para que quien controle un canal de televisión abierta no pueda ser propietario de una empresa de distribución de TV por cable en la misma localidad. De modo inverso, los propietarios de cableoperadores de una determinada localidad no pueden ser propietarios de canales de televisión abierta. Entre los artículos sancionados también se encuentra el impedimento a las empresas telefónicas de brindar servicios de televisión por cable. Por su parte, cada operadora de cable no puede acaparar con sus servicios a más del 35% del total de la población.

Un tercer aspecto saliente plasmado en la nueva ley fue la desconcentración del sistema de medios. Para esto se limitó la cantidad de licencias de modo que una persona de existencia visible o ideal pudiera ser titular de a) máximo una sola licencia de señal satelital de alcance nacional; b) un tope de diez licencias de radio o diez licencias de canales de televisión abierta; y c) hasta veinticuatro licencias de canales de cable.

Otra de las modificaciones importantes que introdujo la LSCA apuntó a estimular la producción de contenidos de origen nacional. En relación con ello, se estableció que los canales de televisión abierta debían ocupar al menos el 60% de su programación con contenidos de origen nacional, mientras que para las radios se dispuso una base según la cual al menos el 30% de la música emitida debía ser de origen nacional.

Un último aspecto a destacar entre las novedades que contempló la nueva ley de medios fue el reemplazo del COMFER por un nuevo organismo, la Asociación Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), que a diferencia de su antecesor tendría un funcionamiento autárquico, descentralizado y con un directorio conformado por representantes del Poder Ejecutivo Nacional, autoridades provinciales y legisladores pertenecientes a la primera y segunda minorías parlamentarias.

La respuesta de LN ante el proyecto de ley fue contundente:

Al margen de que la prensa puede cometer errores en sus apreciaciones, debe considerarse, por lo menos, como desafortunada la afirmación de la jefa del Estado con la cual comparó los tanques de otras tristes épocas de nuestra historia con los "generales multimediáticos" de hoy "que han hecho lockout a la información, cambiando y tergiversando".

Insinuar que quienes no piensan como el Gobierno son golpistas, además de una falacia que roza la calumnia, constituye un temerario ataque a la libertad de expresión.26

El lenguaje bélico va de un lado a otro; antes lo vimos en la enunciación del diario, ahora es la presidenta quien, a partir de la cita de discurso referido indirecto, aparece hablando de “tanques” y “generales multimediáticos”. Las huellas de tantas interrupciones a regímenes constitucionales, el terrorismo de Estado y la lucha armada de los setenta siguen marcadas a fuego en la memoria colectiva y constituyen una reserva léxica de la que los actores políticos en pugna echan mano asiduamente, aun cuando esa pugna se dé bajo canales institucionales. Lo que es igual a decir que a casi cuarenta años de democracia ininterrumpida el lenguaje institucional de la democracia no está del todo asimilado en la comunidad política argentina.

Conforme avanzaba el conflicto con el campo se iban profundizando las críticas. La cuestión de la verdad es el hilo conductor de la contienda:

Estamos ante un estilo de gestión incapaz de entender que gobernar es también saber escuchar. Que, arrogante, cree ser dueño de la verdad y tener todas las respuestas. Que no advierte que la ignorancia es hija dilecta de la soberbia. Que simplemente no tolera el disenso. Que demoniza y humilla a sus adversarios y ataca, cada vez más, a los medios periodísticos independientes. Que no vacila un instante en denostar, insultar y lastimar, pero que se ofende ante los meros desacuerdos. Que cada vez está más sospechado de falsear abiertamente la realidad. Que se rodea de sumisos, y de sospechas de abusos y de corrupción. Que intenta controlar todo y a todos. Que, para someternos a todos, pretende que comamos siempre de su mano, lo que es una afrenta a la dignidad. Y que, además, amenaza e intimida de mil maneras.27

El uso de la anáfora fiel(Charaudeau y Maingueneau, 2005) le da un tono entre solemne y declamatorio a un editorial que empieza a mostrar cómo se articulan ciertos significantes y demandas al tiempo que se define el “estilo de gestión”: arrogante, soberbio, falaz, corrupto, intimidatorio y totalitario (“intenta controlar todo y a todos”, pretende “someternos a todos”).

Claro que si hablamos del ideologema del ataque a la libertad de expresión el momento cumbre se sucedió a partir de 2009, cuando el gobierno, luego de la derrota en las elecciones legislativas, tomó la iniciativa política con la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Veamos cómo en un editorial de septiembre de aquel año se inscribía el proyecto de ley como un instrumento más del entramado autoritario kirchnerista:

El proyecto sobre medios y la intimidación a Clarín son eslabones de una cadena de hechos marcada por el autoritarismo. El chavismo que colorea este gobierno no sólo deviene de su alineamiento internacional sino de un estilo y de acciones contrarias a los principios de la república y de las libertades y derechos establecidos en nuestra Constitución.

La sujeción de las mayorías parlamentarias al poder central ha expuesto con crudeza el uso de formas compulsivas e inhibitorias, cuando no la compra crematística de la voluntad de legisladores o de los gobernadores que los lideran.28

Dos cuestiones por destacar de este fragmento. Primero, la utilización del término “chavismo” para referirse al cariz adquirido por el gobierno. Esto es algo que comenzó a ponerse de relieve en 2008 y que para 2009 empezó a consolidarse: la idea del kirchnerismo como chavismo argentino, y la idea del chavismo como la antítesis de un gobierno republicano que gobierna de acuerdo con los principios de la Constitución. Si el kirchnerismo es chavismo, y si el chavismo es “socialismo del siglo XXI”, cabría referirse aquí a una ruptura entre kirchnerismo y peronismo, puesto que este último jamás encarnó alguna forma de régimen socialista. Sin embargo, la idea del populismo peronista como forma previa al colectivismo –y con ello al comunismo– es algo remanido en el discurso de su adversario liberal conservador.

Por su parte, “chavismo” tiende a ser una etiqueta más del repertorio de fenómenos políticos más o menos intercambiables con que LN descalificó al kirchnerismo. Estos abarcan todo el espectro ideológico, yendo desde la extrema derecha (nazismo, fascismo italiano) hasta la extrema izquierda (estalinismo, maoísmo). El único elemento en común que tienen estas expresiones políticas son su subordinación a un liderazgo carismático indiscutido, su carácter de partidos de masas y su anti-liberalismo. Luego, en términos del clivaje izquierda y derecha es dificultoso encontrar puntos de contacto. Sin embargo, LN apuesta por diluir esas diferencias con el aglutinamiento que permite el talante anti-liberal de estas experiencias políticas. A partir de allí será lo mismo aludir al nazismo, al chavismo o al estalinismo para caracterizar aspectos de la gestión de Cristina Kirchner y su gobierno.

La ley de medios audiovisuales, innovación legislativa legítima, ¿de qué sirve si se pervierte al convertirse en agresión? Pintadas, panfletos anónimos, aprietes, afiches denigrantes, ataques personales con olor a servicios de informaciones. La violencia verbal en boca del poder es peligrosa porque puede ser invitación a la violencia física. En 1924, el primer ministro de Italia Benito Mussolini denigraba en la tribuna a los socialistas y en especial a su líder, Giacomo Matteotti. Un día, unos hombres interceptaron en la calle a Matteotti en la calle, lo secuestraron y su cadáver apareció acribillado. El régimen repudió el crimen y pretendió otorgarle honores de Estado a la víctima. Pero ¡el poder había sido el culpable! 29

En línea semejante, en su columna en LN el filósofo Santiago Kovadloff pone a orbitar un conjunto de ideas sustanciales: primero, Néstor Kirchner –visto como el poder real detrás de la presidenta– es presentado como un dictador que exige sumisión y castiga la rebeldía. Pero la novedad es la alianza que se da por sentada entre la prensa opositora y el electorado:

La hora del desquite sobre esa insolencia popular parece próxima tras la sanción parcial concedida por la Cámara de Diputados al proyecto de ley de medios de comunicación. Quizá pronto Néstor Kirchner vea habilitada por el Congreso su imperiosa necesidad de volatilizar el periodismo disidente. Podrá celebrar, de ese modo, los frutos de un trabajoso empeño en favor de la restauración del silencio insular que tanto provecho le reportó en el pasado. Acaso entonces el vacío crítico impuesto a ese sur enmudecido pueda empezar a extenderse sobre todo el territorio nacional y, por fin, reine con unanimidad donde hoy impera la vocinglería reaccionaria que los perversos liberales, incurables reaccionarios y golpistas de siempre reivindican como pluralismo, democracia y libertad de expresión.30

La opinión de Kovadloff presenta una posición clara según la cual la función de los medios de comunicación en general es ejercer de perros guardianes de la democracia(Vincent, 2009) y aliados del electorado. De modo que la “ley de medios” no es un ataque contra un medio particular per se, sino que es un ataque, “un desquite”, ante la sociedad civil, que alertada por los medios independientes optó por darle la espalda al oficialismo en las elecciones de medio término. Y así como en el sur los Kirchner hicieron reinar un silencio sepulcral, ahora amenazan con extender ese silencio disidente –y difundir un discurso único– a todo el país. Además, hay que señalar el recurso retórico de la ironía cuando en la superficie de enunciación aparece la voz del gobierno deseando que “reine la unanimidad donde hoy impera la vocinglería reaccionaria que los perversos liberales, incurables reaccionarios y golpistas de siempre reivindican como pluralismo, democracia y libertad de expresión”. Esto último vuelve a cernir la sombra del viejo peronismo sobre los años kirchneristas. Es un instante crucial en el discurso de LN durante el kirchnerismo, el momento en que se sella la alianza que había empezado a gestarse en 2008 entre medios opositores, terratenientes, ruralistas del interior del país, clases medias de centros urbanos y –esto es lo fundamental– una acotada pero creciente franja de clase media baja y sectores populares identificados tradicionalmente con el peronismo.

Por último, traemos a colación una columna de la legisladora radical Nélida Baigorria, columnista invitada que sigue el mismo hilo que Kovadloff para mostrar la vinculación estrecha entre peronismo y kirchnerismo que posibilita la reactivación del ideologema del ataque a la libertad de expresión:

Perón creó una Secretaría de Prensa y Difusión, bajo la dependencia exclusiva del presidente de la República. Era el complemento imprescindible para controlar todos los medios y homogeneizar sus mensajes con acentos laudatorios para su obra de gobierno y la acción social de Eva Duarte. A tal extremo llevó la censura que Radio Colonia, de Uruguay, contaba con una multitud de oyentes argentinos, ávidos de las informaciones que aquí se vedaban. En el apogeo de su fortaleza física y mental, Perón no aceptaba el mínimo cuestionamiento

Esta es una síntesis escuetísima de lo que se vivió en el país en aquella época. Hoy, el peronismo es gobierno, pero mantiene el ADN que lo originó. La derrota del 28 de junio produjo en el Gobierno un efecto paradójico: si hubieran sido republicanos, ya habrían hecho tangible el propósito de enmienda de todo lo que los argentinos repudiamos con nuestros votos. Por el contrario: haciendo alarde de soberbia, invadirán la mesa de entradas del Congreso con proyectos que les garanticen la posibilidad de un retorno al poder y el manejo discrecional de la opinión pública.31

Baigorria muestra una regularidad en el accionar de los populismos sobre los medios de comunicación, en ese sentido creemos que el punto destacado del artículo es la comparación con las prácticas del primer peronismo. El artículo deja ver en toda su dimensión las dos tradiciones en disputa: el “ADN peronista”, del cual el kirchnerismo es portador, y el “ADN de Mayo”. “Censura”, “adoctrinamiento”, “totalitarismo” y “fanatismo” son entre otros los contornos que definen el peronismo y el kirchnerismo, que poseen, desde esta óptica, una misma identidad. Baigorria presenta la política de medios del gobierno como una revancha y un desquite ante una sociedad que le dio la espalda. Y la ley de medios como una manera de sembrar un discurso único y cercenar voces opositoras: igual que la Alemania nazi, igual que Perón; opuesto al credo de Mayo. En artículos como este el vínculo entre el Gobierno y LN es el de una pugna moral, una cruzada moral por la verdad. Por salvar el “credo de Mayo” de los ataques que le propina todo fuerza política de “ADN peronista”.

El resultado para LN es que el gobierno no es republicano. En el mejor de los casos es un régimen autoritario, en el peor es un régimen totalitario. Esta última propiedad peronista del objeto discursivo kirchnerismo será la que analicemos en profundidad a continuación.

1.5. Autoritarismo y avasallamiento de las instituciones

Bonapartismo, cesarismo, fascismo, totalitarismo, chavismo, populismo, estalinismo o maoísmo son términos más o menos intercambiables para LN al momento de caracterizar al kirchnerismo. En esto, otra vez, la semejanza con el viejo peronismo es total: debajo de la etiqueta de populismos quedan sumidos ambos:

"Bonapartismo" es la denominación legitimada en la ciencia política para abarcar el sinfín de ejemplos de gobiernos populistas que se han ido sucediendo desde el siglo XIX, con prescindencia de izquierdas y derechas. No es otra cosa que la mediación fatal de un Estado paternalista, prepotente, infiltrado con sus regulaciones asfixiantes en todas las actividades privadas. Fascismo camaleónico, en suma, que a veces ha sido de derecha y otras de izquierda, dejando al final el irremediable balance de sus estragos, como lo muestra la experiencia de los últimos setenta años en América latina y, particularmente, en la Argentina.

Los populismos han hipotecado, como bien se hizo notar en los debates, el futuro argentino. Han destruido el crédito, la moneda, el ahorro; han creado ilusiones de progreso a partir del espejo de consumismos efímeros.32

Ante la pregunta acerca de qué son los Estados populistas la respuesta es Estados paternalistas, “prepotentes”, que imponen “regulaciones asfixiantes” y utilizan a los pobres como base de apoyo a partir de ofrecerles un ilusorio consumismo efímero que terminará irremediablemente en una debacle económica en el futuro. Pero además, y esto es una característica inherente a las concepciones del diario LN, son Estados que violan la Constitución, sus derechos y avasallan las instituciones republicanas. Entre estos derechos tiene un lugar preponderante la propiedad privada, que aparece amenazada ante el fantasma del colectivismo:

Existe una relación íntima entre el Estado de Derecho, la garantía constitucional del derecho a la propiedad privada y los tributos como institución. El abuso de la potestad tributaria puede demoler el Estado de Derecho y lesionar el derecho a la propiedad privada, empujándonos arteramente a la frontera del colectivismo. Por esto la noción de no confiscatoriedad es independiente de la finalidad de un tributo, razón por la cual la injusticia que con éste pudiera haberse cometido debe siempre ser reparada cuando ella produce en el patrimonio o en la renta de cualquier persona un daño que implique confiscación. Así lo exige el artículo 17 de la Constitución Nacional, que garantiza el derecho de propiedad privada y proscribe la confiscación como pena. Así lo impone también la garantía innominada de razonabilidad que se desprende del artículo 28 de nuestra Carta Magna.33

Como muestran Díaz y Giménez (2008), a lo largo de su historia LN ha hecho una idealización de la norma y, específicamente, ha aludido al carácter inmutable de la Constitución. Nosotros, buscando recalcar este carácter estanco que el diario les atribuye a la Constitución y a las instituciones democráticas, diremos que hay una fetichización de la norma. Para LN, tanto la Constitución como las instituciones democráticas que de ella se derivan adquieren el carácter de fetiche, en tanto objeto que representa un fin en sí mismo y es, ante todo, inmutable. Esta es una definición de filosofía política, pues, en contrapartida, los teóricos del populismo conciben las instituciones como cristalización de un estado determinado de las relaciones de fuerza, de modo que no son inmutables sino contingentes. Ante un reordenamiento de lo social y una modificación en el estado de relaciones de fuerza, las instituciones son una variable dependiente. Hay aquí un diálogo de sordos entre dos cosmovisiones –liberalismo y populismo–, causado por la elección de supuestos básicos incompatibles entre sí. Finalizado el conflicto con el campo, en julio de 2008, comenzaron a pensarse las secuelas y potencialidades institucionales que el desenlace de la pugna acarreaba. En tono imperativo, se exigía un cambio profundo en el sistema político argentino:

Es hora de que los argentinos nos consagremos a trabajar en la creación de un sistema político adulto y racional, que erradique definitivamente los resabios de autoritarismo, populismo y demagogia que envenenaron nuestra historia reciente. Otras naciones de nuestro sector continental han podido hacerlo. La Argentina está en condiciones de asumir en plenitud su destino republicano y democrático. No hay excusas para que sigamos demorando nuestro encuentro con la historia. El Bicentenario toca ya a nuestras puertas: salgamos a su encuentro.34

Si nos atenemos a lo dicho en este editorial es evidente que la impugnación efectuada sobre el populismo es total:no hay posibilidad de concebir el populismo como una forma democrática de la política. Es un término que siempre aparece rodeado por los significantes “autoritarismo”, “demagogia”, “corrupción”, “clientelismo”, entre otros de carácter peyorativo. Es de destacar también el uso del término “destino”, una concepción teleológica de la Argentina en la que el horizonte del país es indefectiblemente liberal republicano: la historia está ahí esperando, hay que dejar de cometer desvíos populistas y alcanzarla de una vez. Se trata de un argumento de dirección (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1989), a través del cual se busca persuadir acerca de la inevitable decadencia del país si se continúa en la senda del populismo.

Durante los festejos por el Bicentenario en 2010 el eje estuvo en la discusión acerca de la historia. La historia genuina, la historia falseada y, en definitiva, los usos de los relatos históricos. La discusión acerca del pasado es un punto neurálgico para presentar al kirchnerismo como una actualización del peronismo, pues LN sostiene que ambos tergiversaron la historia en un mismo sentido; pusieron en discusión el panteón de próceres estable y la historiografía mitrista, indiscutible fuente de verdad para el diario. Aquí vemos de manera muy clara que los matices ideológicos no se definen en términos de izquierda y derecha sino en términos de liberalismo y autoritarismo. Para LN la extrema derecha de Hitler y Mussolini, así como la extrema izquierda soviética, son afines en tanto regímenes totalitarios, de los cuales peronismo y kirchnerismo forman parte:35

Esta utilización de la memoria como insumo del poder fue habitual en todos los totalitarismos. La visión que Hitler tenía de la política se asentaba en una versión mitológica de la existencia de la nación germánica que decantaba en el concepto de "raza superior". Mussolini se entendía a sí mismo como el líder que le devolvería a Roma el imperio que, más allá de los cambios producidos durante siglos, estaba destinado a encabezar. Stalin fijaba las etapas de la historia humana a través de resoluciones del congreso del Partido Comunista soviético.

Esas construcciones autoritarias pretenden, a través de un congelamiento del pasado, congelar el presente. Negar el cambio histórico es negar la capacidad de las personas para sobreponerse a su propio pasado y a los imperativos del contexto para modificarse ellas y modificar el entorno.36

Mario Vargas Llosa, habitual colaborador del diario, suele apelar al recurso retórico del pathos. En este caso, la “esperanza” es aquello que envuelve el espíritu de los argentinos tras los resultados de las elecciones generales de octubre de 2015:

La condición es que en la segunda vuelta electoral, el 22 de noviembre, gane Mauricio Macri y el electorado confirme el rechazo frontal que ha recibido en la primera el kirchnerismo, una de las más demagógicas y corruptas ramas de esa entelequia indescifrable llamada peronismo, un sistema de poder parecido al antiguo PRI mexicano, en el que caben todas las variantes del espectro ideológico, de la extrema derecha a la extrema izquierda, pasando por todos los matices intermedios.37

Destacamos el señalamiento del kirchnerismo como una de las formas más perniciosas del peronismo, un desvío trágico asociado a la decadencia, la separación de los valores y del desarrollo deseable para el país. De acuerdo con la óptica liberal, populismo y democracia son incompatibles y mutuamente excluyentes. De esta manera, la fuerza política hegemónica hasta ese entonces es caracterizada como ajena a la democracia, pues su lógica se hermana con el fascismo. Se busca mostrar que la única democracia legítima es la democracia liberal, de modo que, por caso, un gobierno cuyas políticas económicas intervengan en el funcionamiento del mercado es un gobierno que transgrede la democracia:

La victoria, en las elecciones para la gobernación provincial de Buenos Aires, tradicional ciudadela peronista, de María Eugenia Vidal, de inequívocas credenciales liberales, es un indicio claro del desencanto de un vasto sector popular con una política que, detrás de la apariencia de medidas de “justicia social”, antiamericanismo y prochavismo, ha disparado la inflación, reducido drásticamente las inversiones extranjeras, lastimado la credibilidad financiera del país en todos los mercados mundiales y puesto a la Argentina a orillas de la recesión.38

Vargas Llosa discute con la idea del peronismo como movimiento y, en su lugar, lo define simplemente como un sistema de poder que puede ser camuflarse con cualquier matiz ideológico. El peronismo como gatopardismo. Lo más relevante, sin embargo, es la negación de la “justicia social”, que aparece entre comillas. Una modalización autonímica del discurso referido directo (Authier-Revuz, 1995). A modo de comentario de su propia enunciación, el locutor apela a esta forma marcada para rechazar. Más específicamente, se puede decir que las comillas en justicia social son comillas polémicas (García Negroni, 2008) que habilitan una orientación argumentativa evidente en la que el locutor no sólo se distancia del concepto que introduce, sino que confronta abiertamente con él. Esto queda fuera de discusión si vemos que a justicia social le sigue su opuesto, la desigualdad, expresada en una enumeración de ítems como inflación y recesión.

Por último –y como condensación ya no del ideologema del ataque a las instituciones sino de los cinco ideologemas identificados– presentamos la siguiente columna de Luis Alberto Romero, publicada en el marco de las elecciones de 2015:

Borges se equivocó, en cambio, cuando calificó a los peronistas de "incorregibles". Por el contrario, se han corregido permanentemente, adecuándose a los cambios del país mucho más rápido que nadie. La clave de su perduración está en la capacidad de ofrecer regularmente nuevas versiones, acordes con las sensibilidades dominantes, pero conservando lo necesario para que su identidad no sea puesta en duda (…) El peronismo de hoy no es ni un partido ni un movimiento, sino una franquicia, cuyo carácter “popular” se limita al reparto de modestos subsidios y al estímulo de fantasías autosatisfactorias (…) la actual franquicia, consagrada a conservar el poder, convoca a los más eficaces y a los moralmente adecuados, sin preocuparle de dónde vienen. Tiene demasiadas cosas del peronismo como para dudar de que pertenecen a esa tradición: la concepción autoritaria y poco institucional del poder; el estilo gangsteril del sindicalismo de los sesenta; la facciosidad violenta y la fantasía de los setenta, y la corrupción de los noventa. A la vez, fue abandonando otras banderas que en su momento fueron fundamentales, como la democracia social, el Estado providente y la nación integrada, hoy sólo presentes en el relato. También quedaron excluidos muchos peronistas que conservan una identidad anclada en algunos de los principios perdidos y se ilusionan con recuperar un “peronismo verdadero” en el marco de la democracia republicana.39

Este artículo de Romero cae en la figura común del peronismo como gatopardo: aquel que tiene el hábito de cambiar para que nada cambie, mudar de piel para adecuarse al clima reinante. Sin embargo, se habla de conservar “lo necesario para que su identidad no sea puesta en duda”. ¿Cuál es esa identidad? ¿La interpelación al pueblo y el antagonismo a los intereses oligárquicos y externos? De ser así, lo que se desprende es que la identidad del peronismo es el populismo y su respectivo liderazgo carismático, que no sería más que el motor de esa franquicia, de esa máquina política. El trabajo de Luis Alberto Romero en esta columna es de una gran elaboración: pone en juego todos los ideologemas que revisamos, remite a la memoria discursiva liberal acerca de la identidad del peronismo, dispara hipótesis sociológicas y de filosofía política y, en definitiva, construye un relato acabado y convincente respecto de la naturaleza del peronismo: es una máquina de poder. El peronismo en sí deja de ser concebido como una identidad política legítima para ser etiquetada como una franquicia política. Contrario a las instituciones republicanas, el peronismo no es plural ni democrático, sino que es un camaleón faccioso y totalitario per se.

Conclusiones

En este trabajo (que debe leerse como la primera mitad de una investigación más amplia) buscamos dar con aquellas propiedades que, expresadas como ideologemas, vehiculizaban sentidos capaces de establecer una filiación estrecha entre peronismo y kirchnerismo. En otras palabras, las propiedades que muestran al kirchnerismo como un fenómeno político queno difiere del peronismo, sino que lo constituyen como su actualización. El kirchnerismo como peronismo del siglo XXI, con variaciones secundarias pero manteniendo un núcleo identitario signado principalmente por ser una fuerza política ajena al liberalismo y de polémica relación con las instituciones republicanas.De este modo, en los cinco apartados del artículo dimos cuenta de cada uno de los ideologemas que caracterizaron al primer peronismo y que durante los gobiernos de Cristina Kirchner se reactivaron. A veces de forma idéntica, a veces con modificaciones, pero en definitiva con pocas dudas respecto al desplazamiento sobre un mismo telón de fondo, un interdiscurso sobre el cual el liberalismo conservador pensó la experiencia populista argentina a lo largo de la historia.

Al principio nos referimos a la reactivación del preconstruido del “aislamiento del mundo”. De la misma manera que los gobiernos del primer peronismo eran cuestionados por su no alineamiento a las potencias occidentales yse los exhortaba a establecer vínculos con las grandes naciones de la cultura occidental, al kirchnerismo se le recriminan sus vínculos con los países del giro a la izquierda latinoamericano, especialmente la Venezuela de Hugo Chávez. Queremos llamar la atención sobre algo: para el liberalismo conservador estar aislado del mundo no es la falta total de política exterior y de vínculos con otras naciones; estar fuera del mundo es no alinearse a las potencias occidentales del llamado primer mundo.

En segundo término, vimos que otra propiedad heredada del peronismo es la división social, que aparece contrastada con el relato mítico de la Argentina unida que dejó saldadas sus divisiones en la batalla de Caseros y que a través de la mancomunión entre criollos e inmigrantes convirtió al país en el granero del mundo. Esta narrativa liberal encontraría su antítesis en el origen del peronismo o, lo que es lo mismo, el advenimiento de falsas antinomias que transformaron el granero del mundo en un país atrasado, con sangrientos enfrentamientos entre compatriotas y una decadencia palpable en todos los ámbitos de la vida.

Unidad nacional y reconciliación vuelven a ocupar un lugar central en el discurso de LN. Allí también dimos cuenta de cómo, desde el relato fundacional de Bartolomé Mitre, la plaza pública es un espacio físico y una construcción simbólica que ha vehiculizado una serie de sentidos ideológicos. Lo mismo se pudo observar con el campo, aquel que hay que cultivar para servir a la patria, siguiendo el lema de la Sociedad Rural Argentina. “Campo”, “suelo”, “cultivo”, “patria”, “inmigración”, “progreso”, “dignidad” y “decencia” son términos que se enlazan unos con otros, remiten a una determinada memoria discursiva y forman un círculo virtuoso en el discurso de LN y, claro está, en el discurso del liberalismo argentino, como una verdad indiscutible.

Mientras que “campo” se asocia a progreso, la movilización de las masas y el liderazgo carismático son propiedades repudiables del peronismo que vuelven a aparecer al momento de hacer del kirchnerismo un objeto discursivo. El “Monstruo” de Borges y Bioy Casares es ahora “Ella” para Luis Majul: dos figuras innombrables que someten a “la desganada muchedumbre” o a“masas cautivas” que viajan en “los camiones del gobierno hacia los gélidos actos oficiales”. La condena de los liderazgos carismáticos y la caricaturesca descripción de los peronistas constituye una tercera propiedad que hace del kirchnerismo la versión remozada del peronismo.

Por último, los ideologemas del ataque a la libertad de expresión y del régimen autoritario constituyen una única propiedad, y el avasallamiento de la libertad de expresión es una cara más del ataque de un régimen autoritario a las instituciones. Desde el primer peronismo hay una operación ejecutada por el liberalismo conservador consistente en realzar ciertas características del peronismo y soslayar otras para presentarlo como un régimen fascista o, en el mejor de los casos, autoritario. En la construcción del objeto discursivo peronismo efectuada por la corriente liberal conservadora se destacan como propiedades del peronismo su nacionalismo antiimperialista y su cercanía al nazismo o bien al fascismo italiano.

Como dijimos al comienzo, este artículo es la primera parte de una investigación más amplia en la cual sostenemos que desde 2008 LN construyó un discurso polémico y heterogéneo en vistas de interpelar a sectores ajenos a su comunidad de referencia, con lo que contribuyó a la construcción de un colectivo de identificación antikirchnerista. Esto supone que el acérrimo antiperonismo del diario debió moderarse en ciertos momentos, matizarse de modo tal que el discurso fuera capaz de interpelar a destinatarios peronistas no kirchneristas. Concebir el kirchnerismo como peronismo del siglo XXI supone hablarle al prodestinatario, al lector de siempre en quien cala hondo el imaginario del granero del mundo, la mancomunión de criollos e inmigrantes y la patria del primer Centenario.En próximos trabajos –y en tensión con lo mostrado aquí–daremos cuenta de los mecanismos argumentativos inversosy complementarios mediante los cuales LNbuscó captar adhesión entre sectores peronistas no-kirchneristas, algo que a nuestro entender constituyó una verdadera discusión acerca de las identidades políticas nacional-populares en la Argentina.

Fuentes documentales citadas

  • Álvaro Abós, “Prohibido escribir en la pared”, 23.9.2009

  • Nélida Baigorria, “Una espada de doble filo”, 8.10.2009.

  • Natalio Botana, “Cuando el Congreso se pone de pie”, 18.7.2008

  • Jorge Fernández Díaz, “Cristina ya no es garantía para el peronismo”, 1.11.2015

  • Malena Gaínza, “Cultivar el diálogo se servir a la patria”, 26.5.2008

  • Mariano Grondona: “La polémica entre Cristina y los caceroleros”, 22.6.2008

  • Mariano Grondona: “Las confesiones de Néstor Kirchner”. 29.7.2008

  • Santiago Kovadloff, “Rumbo al país del silencio”, 25.9.2009

  • La nación: “Otro impuestazo al campo”, 14.3.2008

  • La nación: “La invitación al diálogo”, 28.3.2008

  • La nación: “El país y la Plaza de Mayo”, 1.4.2008

  • La nación: “Otro discurso que divide”, 2.4.2008

  • La nación: “Entre la modernidad y el populismo”, 3.4.2008

  • La nación: “La dignidad del campo”, 10.5.2008

  • La nación: “Exhortación al diálogo y la prudencia”, 28.5.2008

  • La nación: “Ganar la calle, perder la República”. 19.3.2010

  • La nación: “YPF y la seguridad jurídica”, 7.5.2012

  • La nación: “La siembra de odio y resentimiento”, 15.6.2008

  • La nación: “El principio de no confiscatoriedad”, 2.7.2008

  • La nación, “Restricción gradual de libertades”, 12.9.2009

  • La nación: “La historia al servicio del poder”, 25.4.2010

  • La nación: “Corrupción como política de Estado (I)”, 26.7.2015

  • La nación: “Sueños poselectorales”. 25.10.2015

  • La nación: “El ballotage, un paso para dejar atrás el personalismo”, 27.10.2015

  • La nación: “Tiempo de desarmar la máquina de odiar”, 31.10.2015

  • Luis Majul, “Uso y abuso de Malvinas”, 10.5.2012

  • Joaquín Morales Solá, “Historia de cinismos y persecuciones”, 30.5.2010

  • Abel Posse, “La agonía del peronismo”, 20.6.2008

  • Juan José Sebreli, “El peronismo y el campo”, 2.4.2008

  • Mario Vargas Llosa, “Una esperanza para la Argentina”, 2.11.2015

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Notas

1No obstante, los resultados de nuestra investigación arrojaron que, así como estos cinco ideologemas homologaron kirchnerismo y primer peronismo, existen otros dos ideologemas que fueron utilizados por LN para negar la adscripción del kirchnerismo al peronismo: se trata de los ideologemas del “kirchnerismo como desvío del verdadero cauce del peronismo” y como un “régimen centralista”. Consideramos que el juego entre ideologemas opuestos sustentó la estrategia discursiva de LN durante los gobiernos de Cristina Kirchner. Sin embargo, por motivos de extensión, en este artículo nos limitamos a dar cuenta de los ideologemas que asemejan kirchnerismo y primer peronismo, dejando los otros dos pendientes para ser presentados en próximos trabajos.

2“Otro impuestazo al campo”. LN, 14/3/2008.

3“Otro impuestazo al campo”. LN, 14/3/2008.

4"Cultivar el diálogo es servir a la patria”. Malena Gaínza, 26/5/2008.

5 “YPF y la seguridad jurídica”. LN, 7/5/2008.

6“Uso y abuso de Malvinas e YPF”. Luis Majuro, 10/5/2008.

7“Corrupción como política de Estado (I)”. LN, 26/7/2015.

8De acuerdo con Ostiguy(1997), la política argentina se configura de acuerdo a un clivaje particular y distintivo: la distinción en términos de izquierda y derecha es insuficiente para comprender las fuerzas y núcleos sociales que dinamizan las adscripciones políticas y ordenan el espacio sociopolítico, por eso es necesario incorporar la contradicción principal, la cual remite a la oposición entre, por un lado, aquellos hábitos, consumos, representaciones e imaginarios asociados a lo popular, lo plebeyo y lo local, en oposición a lo elitista, lo culto y lo cosmopolita. Ostiguy lo plantea como la diferencia entre “lo bajo” y “lo alto”, lo cual a su vez se puede traducir en la contradicción entre peronismo y antiperonismo.

9Suerte de hermano de pluma de LN, “La Prensa” es un histórico diario fundado por la familia Gaínza Paz, identificado con la línea liberal conservadora y de una marcada tradición antiperonista. Fundado en 1869 por la tradicional familia de terratenientes Gaínza Paz, “La Prensa” tuvo un lugar destacado en la historia de los medios de comunicación en la Argentina y en la política. En 1951 fue expropiado por el gobierno de Perón y puesto en manos de la CGT, aunque en 1956, durante el gobierno de facto de Aramburu, el diario fue restituido a los Gaínza Paz.

10“La invitación al diálogo”. LN, 28/3/2008.

11“Historia de cinismos y persecuciones”. Joaquín Morales Solá, 30/5/2010.

12“El país y la Plaza de Mayo”. LN, 1/4/2008.

13De esta manera se desarrolla un razonamiento paradójico que, a la vez que demanda pluralidad, rechaza expresiones que no se subsuman a las reglas del liberalismo.

14“El peronismo y el campo”. Juan José Sebreli, 2/4/2008.

15 “Nuestro Estado, ¿es ‘fallido’ o ‘abusivo’?”. Mariano Grondona, 8/6/2008.

16“Cuando el Congreso se pone de pie”. Natalio Botana, 18/7/2008.

17“Tiempo de desarmar la máquina de odiar”. LN, 31/10/2015.

18“Tiempo de desarmar la máquina de odiar”. LN, 31/10/2015.

19“Cristina ya no es garantía para el peronismo”. Jorge Fernández Díaz, 1/11/2015.

20“La dignidad del campo”. LN, 10/5/2008.

21“Exhortación al diálogo y la prudencia”. LN, 28/5/2008.

22“La agonía del peronismo”. Abel Posse, 20/6/2008.

23“La polémica entre Cristina y los caceroleros”. Mariano Grondona, 22/6/2008.

24“Ganar la calle, perder la República”. LN, 19/3/2010.

25“Sueños poselectorales”. LN, 25/10/2015.

26“Otro discurso que divide”. LN, 2/4/2008.

27“La siembra de odio y resentimiento”. LN, 15/6/2008.

28“Restricción gradual de libertades”. LN, 12/9/2009.

29“Prohibido escribir en la pared”. Álvaro Abós, 23/9/2009.

30“Rumbo al país del silencio”. Santiago Kovadloff, 25/9/2009.

31 “Una espada de doble filo”. Nélida Baigorria, 8/10/2009.

32“Entre la modernidad y el populismo”. LN, 3/4/2008.

33“El principio de no confiscatoriedad”. LN, 2/7/2008.

34“Las confesiones de Néstor Kirchner”. LN, 29/7/2008.

35Hay algo que no deja de ser sorprendente y es la acusación de hacer un “congelamiento del pasado” que recae sobre el gobierno de Cristina Kirchner, el cual hizo todo lo contrario: puso en la galería de próceres y momentos destacados de la historia argentina a aquellas figuras olvidadas y habitualmente dejadas a un lado. La apuesta fuerte del gobierno para el Bicentenario fue, precisamente, “descongelar” el canon historiográfico hegemónico.

36 “La historia al servicio del poder”. LN, 25/4/2010.

37 “Una esperanza para la Argentina”. Mario Vargas Llosa, 2/11/2015.

38 “Una esperanza para la Argentina”. Mario Vargas Llosa, 2/11/2015.

39“Más que un partido o un movimiento, una franquicia”. Luis Alberto Romero, 14/10/2015.

Recibido: 16 de Mayo de 2021; Aprobado: 20 de Agosto de 2021; : 01 de Septiembre de 2022

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