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Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento

versión On-line ISSN 1852-4206

Rev Arg Cs Comp. vol.7 no.2 Córdoba ago. 2015

 

ARTICULO ORIGINAL

Violencia física en el noviazgo: análisis de los tipos diádicos en población argentina

Arbach, Karin,a Nguyen-Vo, Thuyb y Bobbio, Antonellaa

a Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
b Grupo de Estudios Avanzados en Violencia, Universidad de Barcelona, España

Enviar correspondencia a: karinarbach@psyche.unc.edu.ar

Resumen
La violencia contra la pareja en las relaciones de noviazgo ha sido extensamente explorada en la mayoría de países desarrollados. Este artículo presenta tasas de violencia física contra la pareja en una muestra compuesta por 963 jóvenes universitarios de ambos sexos de Argentina. En promedio, 34% de las mujeres y 22% de los varones agredieron físicamente a su pareja en los 12 últimos meses de relación, y 6% lesionaron físicamente al compañero o compañera. Los resultados revelan pocas diferencias entre ambos sexos, probablemente la similitud más importante sea la alta tasa de agresiones físicas perpetradas tanto por chicas como por chicos, y la bidireccionalidad como el patrón más frecuente en las parejas, el 52% de las parejas presentaron este tipo diádico. Se comparan los resultados con los hallazgos de una encuesta internacional y otros resultados del contexto hispanoparlante. Finalmente, se discuten las implicancias para los programas de prevención e intervención.
Palabras claves: Violencia en el Noviazgo; Agresiones Físicas; Lesiones; Bidireccionalidad.

Abstract
Physical dating violence: A dyadic types analysis in Argentinean population. Violence against women in dating relationships has been extensively explored in most developed countries and more pointedly in developing countries. This article presents rates of physical dating violence and resulted injuries in heterosexual relationships by a sample of 963 Argentinean undergraduate subjects of both sexes. On average, 34 % of females and 22 % of males physically assaulted his or her partner in the last 12 months of relationship, and 6 % physically injured his or her partner. Results show few differences between sexes. Probably the most important similarity is the high rate of physical assaults perpetrated by both females as males, and the bidirectionality as the most frequent pattern in couples, 52 % of couples were classified in this dyadic type. The results are compared with findings from an international survey and other studies from the Spanish-speaking context. Finally, the implications for prevention and intervention programs are discussed.
Keywords: Dating Violence; Physical Aggression; Injuries; Bidirectionality.

Recibido el 31 de Marzo de 2015; Recibida la revisión el 19 de Junio de 2015; Aceptado el 21 de Junio de 2015

1. Introducción
A lo largo de las últimas tres décadas, la violencia en el seno de la pareja, especialmente la ejercida por hombres hacia mujeres, ha dejado de ser un problema del ámbito privado, para ubicarse en el centro del debate público y de la agenda política, social y sanitaria de la mayoría de los países (WHO, 2005). Estudios epidemiológicos de gran envergadura revelaron la alarmante prevalencia de la violencia contra la pareja a nivel mundial (Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi, & Lozano, 2002 ). Aunque los primeros estudios se focalizaron en las relaciones maritales, pronto se evidenció que la violencia puede ocurrir también durante el cortejo, las primeras citas o el noviazgo (Makepeace, 1981). Estudios retrospectivos con mujeres maltratadas indican que, en muchos casos, se produce una progresión gradual de la violencia (Walker, 1979), y que muchas situaciones de maltrato se intensifican posteriormente (González Méndez & Santana-Hernández, 2001). Estos resultados sugieren un mal pronóstico en las parejas de jóvenes donde se produce una relación violenta e indican que el período en el que se inician las primeras relaciones de noviazgo es un momento crítico para cualquier labor preventiva (O’Leary et al., 1989).

1.1 Hallazgos sobre la prevalencia de violencia de pareja (VP) en jóvenes.
La prevalencia de violencia física y sexual en las parejas de adolescentes y jóvenes que no están casados, ni conviviendo, ronda el 20-30% (Langhinrichsen-Rohling, Selwyn, & Rohling, 2012; Whitaker, Haileyesus, Swahn, & Saltzman, 2007). Ha generado un amplio debate el hallazgo de la similitud en las tasas de agresión y victimización entre los sexos, tanto en parejas de adultos, como en adolescentes. Se ha utilizado el concepto de “tipos diádicos” (dyadic types) para definir este solapamiento entre victimización y agresión en las relaciones diádicas (Straus, 2014). Los tipos diádicos son tres: solamente el hombre comete agresiones (hombre-solo), solo la mujer las comete (mujer-solo) o ambos cometen agresiones (agresión mutua, recíproca o bidireccional). Una reciente revisión encuentra más de 300 estudios en países de habla inglesa que indican tasas similares de perpetración de violencia física por parte de mujeres y hombres contra sus parejas en relaciones heterosexuales (28% vs. 22%, respectivamente) (Desmarais, Reeves, Nicholls, Telford, & Fiebert, 2012). Otra revisión de estudios con muestras de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y España publicados durante los últimos 30 años encuentra que en el 55% de las parejas donde ocurre la violencia ésta es bidireccional y que raramente es resultado de la autodefensa, el resto de los casos se distribuyen, casi sin distinción, entre aquellas relaciones donde solo el hombre agrede (21%) o donde solo la mujer agrede (24%) (Langhinrichsen-Rohling et al., 2012; Straus & Gozjolko, 2014).
Considerando los hallazgos de estudios con muestras de estudiantes universitarios de ambos sexos, las tasas de violencia en el noviazgo y la distribución de los tipos diádicos han mostrado cifras similares a las halladas en población general. Un estudio pionero encontró que aproximadamente un 20% de los chicos y chicas encuestados en una universidad pública de Estados Unidos, informaron haber sufrido violencia física por parte de una pareja (Makepeace, 1981). En la Encuesta Internacional sobre Violencia en el Noviazgo (International Dating Violence Survey)(Straus, 2004b) se evaluó la presencia de agresiones en 14.252 estudiantes universitarios de ambos sexos de 32 naciones (de Latinoamérica participaron universidades de México, Guatemala, Brasil y Venezuela) con la Conflic Tactic Scale-2 (CTS2) (Straus, Hamby, Boney-McCoy, & Sugarman, 1996).
La CTS2 permite valorar frecuencia, prevalencia y severidad tanto la violencia ejercida como la recibida (victimización). Está compuesta por 78 ítems, 39 para cada miembro de la pareja, que responde el mismo sujeto. Se estructura en cinco escalas, cuatro de ellas evalúan el uso de diferentes tácticas para la resolución de conflictos entre los miembros de una pareja: agresiones físicas, agresiones psicológicas, negociación y coerción sexual, y una escala valora las lesiones resultantes. En promedio, un tercio de los estudiantes informó que había agredido físicamente a una pareja en los 12 meses previos a la encuesta (el rango oscilaba entre 17% y 45%) y 7% reportó que había lesionado físicamente a la pareja (con un rango entre 2% y 20%). Entre los hallazgos más importantes destaca la alta tasa de agresiones perpetradas tanto por chicos como por chicas (Straus, 2004b, 2008) y que la mayor tasa de lesiones, ya sean leves o graves, se produce cuando la violencia es bidireccional (Straus & Gozjolko, 2014). Otro resultado destacado es que la deseabilidad social no se asoció con las tasas de violencia informadas (Straus, 2004b, p. 799).

Numerosos estudios posteriores con participantes universitarios avalan estos resultados en diferentes contextos culturales y reportan consistentemente prevalencias anuales de violencia física que oscilan entre el 20 % y el 40% con tasas similares de agresiones entre ambos sexos o más altas en las chicas (Archer, 2000, 2002, 2006; Dutton & Corvo, 2006; Dutton & Nicholls, 2005; Straus, 2011; Whitaker et al., 2007).

1.2 Los hallazgos en el contexto hispanoparlante.
el mundo de habla hispana, España ha liderado las aportaciones científicas en este tema. En términos generales los estudios (siempre referidos a muestras compuestas por ambos sexos) arrojan resultados similares a los internacionales indicando que: (a) la prevalencia de violencia física ronda el 20-30% de manera similar entre ambos sexos, (b) que la violencia psicológica es la más prevalente seguida de la violencia física y sexual y (c) que los chicos realizan en mayor proporción que las chicas actos de coerción sexual. Actualmente hay estudios reportados con jóvenes de población general (Graña Gómez & Cuenca Montesino, 2014) y con estudiantes secundarios (González Méndez & Santana-Hernández, 2001; Rodríguez Franco et al., 2008) y universitarios (Alvarez López & Arbach, 2008; Castellano Megías, García Rodríguez, Lago Hidalgo, & de Arellano Romero, 1999; Ferrer Pérez et al., 2006; Muñoz-Rivas, Graña Gómez, O’Leary, & González Lozano, 2007a, 2009) en varias comunidades autónomas de ese país, y en otros países de Sudamérica (por ej. Rivera-Rivera, Allen-Leigh, Rodríguez-Ortega, Chávez-Ayala, & Lazcano-Ponce, 2007; Rodríguez, 2014). En el contexto del presente trabajo, un informe reciente de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Córdoba (Argentina) indica que el 60% de una muestra de 593 adolescentes entre 15 y 19 años encuestados en la ciudad de Córdoba presentan al menos un indicador de victimización física o sexual por parte de su pareja y que no hay diferencias significativas entre sexos (Defensoría del Pueblo, 2013).

Con excepción de los estudios mencionados, en Latinoamérica y específicamente en Argentina, aun son limitados los esfuerzos por contar con registros oficiales, investigación empírica e iniciativas de prevención basadas en la evidencia sobre este tema (Graham, Bernards, Munné, & Wilsnack, 2008; Lehrer, Lehrer, & Zhao, 2010). No obstante, las cifras de las expresiones más graves de violencia contra la pareja, como es el caso de los femicidios, sugieren que la magnitud del problema parece ser igual o superior que en los países desarrollados (Agencia EFE, 2011; Resnichenco et al., 2010).

1.3 El presente estudio
El presente estudio tiene como objetivo explorar mediante el uso de la CTS2, la prevalencia e intensidad de la violencia física y las lesiones en las relaciones de pareja en jóvenes que asisten a una universidad pública de Argentina. Adicionalmente, es un objetivo analizar la distribución de los tipos diádicos en esta muestra a fin de establecer comparaciones con los resultados internacionales y reflexionar sobre las repercusiones que los datos obtenidos por medios rigurosos (o la falta de ellos) puede tener en el diseño de políticas y programas de prevención.

2. Método
2.1 Participantes
Este estudio presenta resultados de una muestra no probabilística de tipo accidental de 1298 estudiantes matriculados en una universidad pública de la ciudad de Córdoba que contaba con 107.364 alumnos en el año en que se recogieron los datos. Además de una edad superior a los 18 años, un criterio de inclusión fue haber mantenido al menos una relación de pareja con otra persona por al menos un mes, alguna vez en la vida. A los fines de este estudio se entiende por relación de pareja en los jóvenes la relación íntima diádica en la que dos jóvenes (del mismo sexo o diferente) se citan para salir juntos con la intención implícita o explícita de continuar la relación hasta que alguna de las partes la termine o hasta que una relación más comprometida se establezca (por ejemplo, por convivencia, compromiso o casamiento) (Close, 2005; Straus, 2004a). Se incluyen las citas de carácter romántico y/o sexual, el noviazgo y el cortejo.

Del total de sujetos que aceptaron participar, un 63.0% contestaron la totalidad de la CTS2, 31.4% dejaron en blanco entre uno y cinco ítems, y 5.6%  dejaron en blanco seis o más ítems. Estos últimos fueron removidos de los análisis, al igual que los sujetos mayores de 25 años (n= 169) y aquellos que actualmente convivían con su pareja (n= 93). Los resultados describen lo que fue encontrado para esta muestra y no debería generalizarse a los estudiantes universitarios en general. La Tabla 1 muestra las características sociodemográficas de la muestra (n= 963). Chicas y chicos no mostraron diferencias significativas en ninguna de estas variables.

Tabla 1. Características sociodemográficas de los participantes

2.2 Variables e Instrumentos
Se construyó un cuestionario ad hoc para recoger información sobre la edad, el sexo, la situación socioeconómica autopercibida (mala, muy mala, regular, buena o muy buena), el nivel educativo máximo alcanzado por el padre y la madre y el núcleo de convivencia (familia, solo u otros). Para determinar la prevalencia de violencia contra la pareja en los jóvenes se administró la CTS2 (Straus et al., 1996). Se realizaron las mínimas modificaciones necesarias sobre las dos traducciones en español de la CTS2 utilizadas para la Encuesta Internacional de Violencia en el Noviazgo (Gonzalez García, 2001; Medina & Barberet, 2001) para adecuar la terminología al castellano usado en Argentina. En el presente estudio se consideran los datos para las subescalas de agresiones físicas y lesiones reportados para el último año de la relación. Siguiendo lo propuesto por otros estudios (por ej. Straus, 2004b) se diferenció entre modalidades leves y graves de las conductas violentas exploradas y de las lesiones. Para analizar la adecuación psicométrica de esta propuesta teórica se calculó el coeficiente alfa de Cronbach que informa sobre la fiabilidad interna de las subescalas. La fiabilidad promedio del CTS2 en un estudio realizado en 17 países (N= 6744) fue de α= .88 para la subescala de violencia física y de α= .89 para la subescala de lesiones (Straus, 2004a). En este estudio la consistencia interna de la subescala de violencia física fue buena (α= .79 y  α = .84 para la violencia ejercida y sufrida respectivamente). La escala de lesiones mostró una confiabilidad de moderada a baja (α = .57 y α = .68 para la lesiones producidas y sufridas respectivamente), probablemente por el número reducido de ítems (dos ítems en la subescala de lesiones leves y cuatro en la de lesiones graves) (Nunnally & Bernstein, 1994). Para el cálculo de prevalencias, la categoría de respuesta “No último año, pero sí antes” fue considerada “No” pues refiere a la ocurrencia previa al momento que se está valorando (último año de la relación). Las variables fueron dicotomizadas otorgando un valor de 0 cuando la conducta nunca ocurrió en el período considerado, y 1 si ésta ocurrió una o más veces en el período considerado. Tras una búsqueda bibliográfica en las bases de datos informatizadas EBSCO, PsycINFO, Scopus y Google Académico no se encontraron estudios previos que informen del uso de la CTS2 en Argentina.

2.3 Procedimiento
Se empleó un diseño transversal descriptivo mediante encuestas. La autorización institucional fue obtenida tras una evaluación del proyecto por parte de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles de la universidad. La recogida de datos se realizó presencialmente en cinco facultades que autorizaron esta tarea (Filosofía, Ciencias Económicas, Ciencias Químicas y Lenguas, Psicología). También la encuesta fue subida a la plataforma web de la universidad. Dado que se trata de una muestra de jóvenes que suele ser la población con mayor uso de internet, esta estrategia resultaba adecuada. Aquí se consideran los casos registrados entre agosto de 2013 y junio de 2014. Los sujetos que respondieron de manera presencial (n= 114) y por internet (n= 835) no se diferenciaron en sexo, edad y nivel educativo de los padres, aunque más sujetos que respondieron online se percibían con una situación económica mala o regular (36% vs. 22%) y vivían con sus padres (59% vs. 70%) comparados con aquellos que contestaron de manera presencial. En ambas modalidades de administración se solicitaba el consentimiento informado, aclarando inicialmente los objetivos del estudio, las implicancias y el carácter voluntario de la participación y la confidencialidad en el tratamiento de los datos.

2.4 Análisis de Datos
Para describir la prevalencia de la violencia contra la pareja en el noviazgo, el principal análisis de datos fue computar las tasas para ambos sexos y presentarlos en tablas que permitieran una fácil identificación de los tipos de violencia y en qué sexos se presentaban con mayor frecuencia contrastando la hipótesis de independencia mediante la prueba no paramétrica x2. El énfasis en diferenciar las tasas según sexos se debe a que esta variable es de vital relevancia en el estudio de la violencia contra la pareja sentimental. Se utilizaron tablas de contingencia y el estadístico x2 para analizar en qué grado un tipo de violencia incrementa la probabilidad de sufrir otro tipo de violencia, o si la experiencia de victimización se asocia de alguna manera con la probabilidad de manifestar conductas violentas hacia la pareja. El índice odds ratio (OR) se utilizó para medir el tamaño del efecto en las variables asociadas. El procesamiento y análisis de datos se efectuó con el programa estadístico informatizado SPSS Statistics 19 (Social Package for Social Sciences).

3. Resultados
Aquí se informa sobre las tasas de violencia física y las lesiones reportadas mediante el uso de la CTS2 y los datos se organizan según sexos.

3.1. Tasas de violencia y lesiones perpetradas y sufridas
Violencia física: La tasa de violencia física perpetrada fue significativamente superior en las chicas (34%) comparadas con los chicos (22%) (χ2(1, N=926)=12.12, p < .001). Aunque las chicas manifestaron ejercer más violencia física hacia su pareja, la violencia física sufrida no varió entre los sexos (χ2(1, N=911)= .47, p = .495) (Tabla 2). Considerando la gravedad de las conductas, las chicas ejercieron más violencia física leve (χ2(1, N=939)=12.27, p < .001) y grave, aunque en esta última modalidad no hubo diferencias entre los sexos (χ2(1, N=935)=1.86, p = .173). En cuanto a la violencia física sufrida no hay diferencias significativas entre los sexos en la violencia leve (χ2(1, N=924)= .62, p = .431), ni en la grave (χ2(1, N=936)= .51, p = .477). Las conductas de violencia física más prevalente fueron los empujones entre los miembros de la pareja.

Lesiones: En términos generales, chicos y chicas no se diferenciaron significativamente en las lesiones que produjeron con sus conductas violentas (χ2(1, N=930)= .06, p = .807), ni las que sufrieron (χ2(1, N=928)= .13, p = .716). Considerando la gravedad de las lesiones, no hubo diferencias entre los sexos en la perpetración de lesiones leves (χ2(1, N=942)=.07, p = .795), ni de lesiones graves (χ2(1, N=937)= 1.81, p = .179). Tampoco en el caso de las lesiones leves (χ2(1, N=939)= .47, p = .495), ni graves (χ2(1, N=938)= .33, p = .566) sufridas (Tabla 3).

Tabla 2. Tasas de perpetración y victimización de violencia física según sexo.

Nota: a n=  683; b n= 243; c n = 670; d n = 241.

Tabla 3. Tasas de lesiones producidas y sufridas según sexo.

3.2. Relación entre Variables
Validez de constructo: Un modo de explorar la validez de constructo de una medida es examinando su correlación con variables que se conocen que están relacionadas con esa variable o para las cuales existen razones teóricas para pensar que pueden estarlo (Campbell & Fiske, 1959 en Straus, 2004a, p. 802). Siguiendo la estrategia de estudios previos (Straus, 2004b) se exploró la correlación entre las puntuaciones continuas de las subescalas la violencia física sufrida y las lesiones sufridas. El resultado esperable es que aquellos que han sufrido violencia física reporten lesiones sufridas en mayor medida que aquellos que no sufrieron violencia física. Los resultados muestran correlaciones significativas y positivas entre las variables. La correlación entre sufrir violencia física leve y lesiones leves fue de r= .36 (p< .01) y de r= .19 (p< .01) para las lesiones graves. En el caso de la violencia física grave la correlación fue de r= .43 (p< .01) para las lesiones leves y de r= .22 (p< .01) para las lesiones graves.
Relación entre violencia física perpetrada y sufrida: Aquellos que ejercieron violencia física (tanto leve, como grave) presentaron un riesgo 14.39 veces superior de sufrir violencia física por parte de su pareja (OR= 14.39; IC 95%= 10.17-20.36; p < .001) comparados con aquellos que no ejercieron este tipo de violencia. Esta figura fue similar para todas las combinaciones posibles de violencia física (leve perpetrada-leve sufrida, leve perpetrada-grave sufrida, grave perpetrada-leve sufrida, grave perpetrada-grave sufrida), en el sentido que la manifestación de violencia física, ya sea leve o grave, incrementó el riesgo de sufrir esta conducta. La violencia física grave presentó el mayor, pues aquellos que manifestaron esta conducta presentaron un riesgo 46 veces superior a sufrirla que aquellos que no la presentaron (OR= 46.54; IC 95%= 26.89-80.53; p< .001).
Relación entre lesiones producidas y sufridas: También en el caso de las lesiones haberlas producido incrementó significativamente el riesgo de sufrirlas (OR= 92.51; IC 95%= 46.08-185.71; p< .001). El mayor incremento en el riesgo se obtuvo en el caso de las lesiones leves, en el sentido de que aquellos que produjeron este tipo de lesiones mostraron un riesgo significativamente superior de sufrirlas comparados con quienes no las produjeron (OR=124.66; IC95%= 57.61- 269.74; p < .001).

3.3. Distribución de los tipos diádicos
Para calcular los tipos diádicos se seleccionaron los casos que completaron la CTS2 en base a su experiencia con una pareja heterosexual (n=899). En el 52% de las relaciones donde se produjo una situación de violencia física (n= 325) ésta fue bidireccional, en el 33% restante solo la mujer manifestó violencia física y en el 15% solo el hombre la manifestó. La Figura 1 se basa en aquellos encuestados que reportaron al menos un incidente de violencia física (esto es 257 chicas y 68 chicos) porque solamente en estos casos el tema de la bidireccionalidad es relevante. En la izquierda del gráfico se presentan los resultados sobre la simetría en la escala de violencia física general. El gráfico muestra que, independientemente de quien reporte los datos (chicas o chicos) en aproximadamente la mitad de los casos ambos miembros de la pareja fueron violentos, la modalidad de violencia ejercida solo por la mujer caracterizó aproximadamente a un tercio de los casos y aproximadamente en el 10%-15% de los casos solo el hombre fue violento. La parte derecha del panel de la Figura 1 muestra los resultados considerando la subescala de violencia física grave. Nuevamente, los índices para la violencia bidireccional son parecidos entre sexos y muestran que esta modalidad sigue siendo la más frecuente. Aunque en este caso más mujeres que hombres reportan casos en la modalidad solo-hombre (28% vs. 19%) y a la inversa sucede en la modalidad solo-mujer que es reportada por más hombres que mujeres (33% vs. 22% respectivamente).

Figura 1. Porcentaje de parejas violentas en cada tipo diádico.

4. Discusión
El estudio tuvo como objetivo explorar la prevalencia de la violencia física y las lesiones en las relaciones de pareja en 963 jóvenes que asisten a una universidad pública de Argentina a quienes se les administró la CTS2. Los resultados sugieren que la violencia en el noviazgo además de presentarse durante la adolescencia (Defensoría del Pueblo, 2013), también se mantiene con tasas similares en etapas evolutivas posteriores y que el rol de hombre agresor y mujer víctima se presenta en modalidades específicas de violencia y no de manera general. En este estudio la manifestación de agresiones incrementó significativamente la probabilidad de sufrir agresiones de la misma modalidad o de otra. En general fueron las formas más graves de violencia las que incrementaron ese riesgo en mayor medida. Este hallazgo se encuentra en relación con la hipótesis de la bidireccionalidad establecida en estudios previos, que predice que cuando la VP ocurre lo más probable es que ésta sea recíproca (Straus, 2008).
Las cifras registradas se acercan a los hallazgos en 32 países de los cinco continentes (Straus, 2008) e indican que la prevalencia de violencia física en adolescentes es elevada, y en ocasiones superior a la hallada en poblaciones de mayor edad (Dutton & Corvo, 2006). Un estudio reciente que discute este hallazgo (Desmarais et al., 2012) sugiere que una interpretación podría ser que la prevalencia de victimización por violencia física de pareja esté aumentando y así, los adolescentes y jóvenes están experimentando mayores tasas de victimización y que la investigación futura demostrará un incremento asociado en otras muestras (por ej. en adultos). Como una explicación alternativa, el estudio mencionado sugiere que estos resultados pueden reflejar lo que ha sido demostrado por otras investigaciones: mientras la prevalencia de violencia y agresiones durante la adolescencia puede ser alta, estos comportamientos típicamente declinan con el tiempo como parte del desarrollo normativo (Blumstein, Cohen, Roth, & Visher, 1986; Desmarais et al., 2012). De ser así, la investigación se beneficiaría de estudios longitudinales que contrasten esta hipótesis con la idea alternativa que postula que la VP tenderá a empeorar tanto en frecuencia como en gravedad (Walker, 1979).
Con respecto a la medida que aquí se empleó, la CTS2, se ha informado que tiende a informar tasas levemente superiores de IPV comparada con las preguntas directas mediante encuestas (Desmarais et al., 2012). No obstante, estudios que usan medidas con menos ítems o de ítem único, aunque encuentran prevalencias ligeramente inferiores, siguen hallando resultados que soportan la bidireccionalidad del fenómeno (por ej. González Méndez & Santana-Hernández, 2001; Rivera-Rivera et al., 2007) y en este aspecto no se diferencian de los resultados aquí reportados.
A continuación se profundiza en los tres resultados principales del estudio y su comparación con la literatura internacional. En primer lugar, aunque hubo diferencias entre los sexos en las tasas generales de agresiones físicas perpetradas, estas diferencias tendieron a desaparecer en las tasas de victimización y lesiones (producidas y sufridas). Específicamente, las chicas manifestaron tasas más elevadas de violencia física general que los chicos. Estudios previos con estudiantes universitarios sustentan el hallazgo de una tasa de agresiones físicas en las chicas incrementada (Archer, 2000; Straus, 2004b) o similar (Rivera-Rivera et al., 2007) a la de los chicos.
Otro resultado acorde con la literatura revisada son las tasas de victimización similares entre los sexos. Aproximadamente un tercio de los jóvenes sufrieron violencia física y aunque una minoría de ellos sufrieron lesiones por agresiones de su pareja, la cifra no es desestimable. Este resultado es bastante controvertido en la literatura pues algunos estudios reportan peores consecuencias de la violencia sufrida en las chicas comparadas con los chicos (por ej. Muñoz-Rivas, Graña Gómez, O’Leary, & González Lozano, 2007b).
El registro de las lesiones permitió contrastar las consecuencias de las agresiones físicas reportadas. Aproximadamente una quinta parte de las agresiones manifestadas produce lesiones en la víctima. Aunque las cifras generales son similares a las reportadas en la Encuesta Internacional, en ésta los varones produjeron más lesiones con sus conductas violentas que las mujeres (Straus, 2004b), mientras que en el presente estudio no se encontraron diferencias entre sexos en los jóvenes que inflingieron lesiones a sus parejas.
El segundo hallazgo, coherente con estudios previos, indica que las agresiones de menor gravedad son más prevalentes que las de mayor gravedad. Las modalidades más leves de violencia física, como por ejemplo empujar ligeramente o dar una bofetada, fueron las más frecuentes y en promedio las realizaron un tercio de los jóvenes. No obstante, las modalidades más graves (por ej. las amenazas con armas, los golpes, palizas y patadas) fueron realizadas en promedio por uno de diez jóvenes sin que esto implique desestimar su importancia y mal pronóstico. Resultados similares fueron encontrados en la Encuesta Internacional (Straus, 2004b). También las tasas de victimización por agresiones físicas leves fueron superiores a aquellas por agresiones graves.
El tercer hallazgo consistente con otros estudios es el hecho de que en los casos donde las agresiones ocurren, lo más típico es que ambos miembros de la pareja agredan. La mujer como “víctima pura” está presente en una pequeña proporción de parejas donde ocurre la violencia, y lo más frecuente es que sea agresora de parejas que también son agresores o que sea “agresora pura”. Esto confirma en esta muestra un resultado controvertido en muchos estudios (Archer, 2000, 2002) que ha sido contrastado internacionalmente (Straus, 2004b) y específicamente en contextos hispanoparlantes (Graña-Gómez & Cuenca Montesino, 2014; Muñoz-Rivas et al., 2007b; Rodríguez, 2014; Straus & Ramirez, 2007). Algunos consideran que, por características propias del género, las mujeres tienden a revelar más tasas de violencia y los hombres menos porque ocultan o minimizan estas conductas. No obstante, las diferencias en los tipos diádicos reportadas por chicos y chicas en el caso de la violencia grave (figura 1) sugiere que las chicas tienden a reportar más casos donde solo el hombre agrede y los chicos reportan más casos donde solo la mujer agrede, aunque ambos están bastante de acuerdo en cuanto a la proporción de casos donde las agresiones son mutuas.

3.3. Limitaciones
A pesar de ser un aporte empírico importante en Argentina, este estudio adolece de ciertas limitaciones. En primer lugar, debido a la dificultad de acceder a una muestra representativa se optó por una recogida de datos accidental perdiendo de este modo la posibilidad de controlar la representatividad. No obstante, el número de participantes en este estudio triplica el obtenido en cada país participante en la Encuesta Internacional liderada por Straus (2004b) y de este modo se espera que los resultados tengan una importancia relativa similar.
El otro aspecto a considerar sobre la muestra es su composición exclusivamente de estudiantes universitarios de una única provincia que representan una parte relativamente limitada de la población. En relación a esto, cabe tener presente que en Argentina la universidad es totalmente gratuita y libre. Así, su población que representa un 11% de la población general de la ciudad donde se realizó este estudio, es particularmente heterogénea tanto a nivel socioeconómico, como en su exposición a factores de riesgo de diversa naturaleza (Alderete & Bologna, 2014).

3.3. Conclusiones
Este estudio aporta conocimientos en un país con un número limitado de estudios previos en esta temática. De hecho este es el primer estudio que explora tanto la victimización y la perpetración, así como las lesiones producidas y sufridas en una muestra conformada por jóvenes de ambos sexos en Argentina.
Los resultados obtenidos tienen implicancias a nivel teórico, preventivo y en la investigación. A nivel teórico los hallazgos cuestionan la idea de que la VP es un problema que sufren exclusivamente las mujeres por parte de sus parejas hombres como resultado de las diferencias de género. Contrastar explicaciones alternativas es fundamental en la medida que cuando la violencia ocurre en el seno de una pareja, la bidireccionalidad es la modalidad más prevalente y refleja una VP situacional y no basada en la asimetría. Diferente es el panorama en los estudios centrados en poblaciones altamente específicas, como mujeres que consultan en servicios de atención a víctimas u hombres encarcelados por violencia doméstica o de pareja. En estos casos los resultados suelen indicar que la violencia expresa el dominio y el control del hombre sobre la mujer acorde al paradigma de género (Johnson & Leone, 2005).
En segundo lugar, a partir del hallazgo de que las mujeres en pocas ocasiones son agresoras puras las políticas y programas de prevención de la VP deberían tener presente que los hombres también pueden ser víctimas de agresiones físicas graves y que en ocasiones éstas resultan en lesiones graves. También a nivel asistencial estos resultados deberían tenerse en cuenta y adaptar los protocolos para mejorar la intervención en casos de hombres víctimas de VP. Otra razón importante para mejorar la prevención de la VP perpetrada por mujeres es la influencia que esto puede tener en los hijos. Estudios previos han demostrado que la violencia ejercida por la madre contra el padre, y no a la inversa, tiene un mayor efecto predictivo sobre la VP de los hijos (González Méndez & Santana-Hernández, 2001). Claramente esto no va en detrimento de mejorar, paralelamente, los esfuerzos por prevenir la violencia contra la mujer y fomentar la igualdad de derechos.

Finalmente, la investigación futura mejoraría el conocimiento actual al dirigirse a una exploración teóricamente orientada de los posibles factores explicativos o correlatos de estas conductas cuando los hallazgos sugieren que las diferencias de género no son suficientes para explicarlo (Dardis, Dixon, Edwards, & Turchik, 2015). También permanece el interrogante de en qué medida estos correlatos se diferenciarían entre hombres y mujeres, y entre parejas hetero y homosexuales, e incluso entre otras modalidades de violencia (por ej. sexual o psicológica). Finalmente, sería deseable que los futuros estudios exploren el contexto en el que surgen las agresiones para mejorar el entendimiento sobre la función de estas conductas, así como saber en qué medida estas conductas se mantienen en el tiempo y por medio de qué mecanismos podrían ser reemplazadas por estrategias conductuales más eficaces y saludables para la resolución de conflictos.

Agradecimientos: Este estudio fue parcialmente financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina y la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

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Citar este artículo como: Arbach, C., Nguyen-Vo, T. & Bobbio, A. (2015). Violencia física en el noviazgo: análisis de los tipos diádicos en población argentina. Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento,7(2),38-46

 

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