1. Introducción
El presente trabajo1 tiene por finalidad ofrecer un humilde aporte a la interpretación de un pasaje de la Tragicomedia que ha llamado la atención a los estudiosos del trasfondo doctrinal y filosófico de la obra. Se trata de la interpolación que amplifica las palabras de Celestina en su diálogo con Calisto (Sesto Auto, Cena 2ª). De esta manera refiere la vieja su encuentro con Melibea:
Antes me dio más osadía hablar lo que quise, verme sola con ella. Abrí mis entrañas; díxele mi embaxada: cómo penavas tanto por una palabra de su boca salida en favor tuyo, para sanar un tan grand dolor. Y como ella estuviesse suspensa mirándome, espantada del nuevo mensaje, escuchando fasta ver quién podría ser el que assí por necessidad de su palabra penava, o [a] quién pudiesse sanar su lengua, en nombrando tu nombre atajó mis palabras, diose en la frente una grand palmada, como quien cosa de grande espanto hoviesse oído, diziendo que cessasse mi habla y me quitasse delante, si quería no hazer a sus servidores verdugos de mi postrimería, agravando mi osadía, llamándome hechizera, alcahueta, vieja falsa, barbuda, malhechora, y otros muchos inominiosos nombres cuyos títulos asombran a los niños [LC, 357]2
Y se inserta la interpolación:
de cuna. Y empós desto, mill amortecimientos y desmayos, mill milagros y espantos, turbado el sentido, bulliendo fuertemente los miembros todos a una parte y a otra, herida de aquella dorada flecha que del sonido de tu nombre le tocó, retorciendo el cuerpo, las manos enclavijadas como quien se despereza, que parecía que las despedaçava, mirando con los ojos a todas partes, acoceando con los pies el suelo duro. Y yo, a todo esto, arrinconada, encogida, callando, muy gozosa con su ferocidad. Mientra más vasqueava, más yo me alegrava, porque más cerca estava el rendirse y su caída. Pero entre tanto que gastava aquel espumajoso almazén su yra, yo no dexava mis pensamientos estar vagos ni ociosos, de manera que tuve lugar de salvar lo dicho [LC, 357-358].
2. De ira I, 1, 2-4
Como bien señala Russell (2008: 357) “se trata de uno de los pasajes más logrados de La Celestina […] La vieja ofrece un flashback, sin duda hiperbólico, que describe la violenta reacción física de la muchacha –reacción que hace recordar las de las célebres crisis analíticas freudianas”. Un análisis más detallado de la sección fue realizado por Fothergill-Payne en su célebre estudio Seneca and Celestina: considera el pasaje en cuestión una de las interpolaciones “explicativas” (explanations) que remiten a la ira de Melibea, defecto dominante de la joven, y reflejan su propio carácter colérico (Fothergill-Payne, 1988: 124). Asimismo identifica en la descripción de la cólera de Melibea algunos elementos presentes en el retrato del hombre airado que presenta Séneca en su primer libro del De ira (I, 1, 2-4).3 En dicho pasaje, en el que la ira es calificada de “locura pasajera”, afirma Séneca: i Lacarra (1997: 115-116) se refiere al mismo pasaje y observa que los mismos síntomas se dan en un ataque agudo de mal de madre.
El retrato del colérico se repite en De ira II, 35,3 – 36,3 y III, 3,6 – 4,3. Asimismo es posible encontrar elementos en común con el retrato de Calígula que ofrece Séneca en De const. sap., 18, 1. Como señala Ramondetti (1999, p. 222) en su comentario al De ira, se trataría de variaciones eficaces sobre un mismo tema que se inscriben en la tradición de la infamatio irae de marcada raíz estoica. En dicha tradición es posible incluir, por ejemplo, el retrato de Catilina de Salustio, De Cat. coni. 15, 5: Igitur color ei exsanguis, foedi oculi, citus modo, modo tardus incessus: prorsus in facie vultuque vecordia inerat,5 y la sintética descripción que ofrece Cicerón en Tusc. disp.., IV, 23-52: Color, vox, oculi, spiritus, inpotentia dictorum ac factorum quam partem habent sanitatis? 6
Según Fillon-Lahille (1984), la introducción que sirve de preámbulo al De ira y que compone la infamatio irae está inspirada en Crisipo (n. hacia 280 a. C.), la mayor y más prestigiosa autoridad entre los estoicos de la época imperial, autor de un Tratado sobre las pasiones, compuesto de tres libros teóricos (logiká) y uno práctico (Therapeutikón).7 Con todo, para el retrato del colérico, Séneca se habría inspirado en Filodemo de Gadara (110- 40/35 a. C.), filósofo epicúreo autor de un tratado Περὶ ὀργῆς (“Sobre la ira”). Que el filósofo cordobés recurra un epicúreo no es extraño ya que en sus Cartas a Lucilio hace constantes referencias a las “flores recogidas en el jardín de Epicuro”. De esta manera, las manifestaciones corporales que presenta Séneca en su descripción de la pasión colérica se encuentran ya presentes en el tratado de Filodemo: la asociación de la ira con la locura, la referencia al color sanguíneo en el rostro, la hinchazón de las venas, los ojos exorbitados, la mirada fija y brillante, el batir de dientes, el corazón palpitante y la respiración acelerada, los gestos nerviosos, los gemidos y gritos, y la animalización del individuo que es presa de la ira son elementos que bien pudo tomar Séneca del filósofo epicúreo para remarcar la fealdad externa que provoca la ira en aquellos que la padecen.8
3. El retrato del De ira y la descripción de Melibea
3. El retrato del De ira y la descripción de Melibea
Si comparamos la descripción de la ira de Melibea con los síntomas que presenta Séneca en De ira I, 1, 2-4, se pueden advertir correspondencias más que sugerentes: así “bulliendo fuertemente los miembros todos a una parte y a otra”, parece una traducción de multus ore toto rubor exaestuante ab imis praecordiis sanguine; lo mismo respecto de “retorciendo el cuerpo” con articulorum se ipsos torquentium sonus y totum concitum corpus; la referencia a “las manos enclavijadas como quien se despereza, que parecía que las despedaçava” encuentra su correspondencia en conplosae saepius manus del texto latino; las expresiones “mirando con los ojos a todas partes” y “acoceando con los pies el suelo duro” remiten a flagrant ac micant oculi y a pulsata humus pedibus respectivamente; los numerosos insultos que dirige Melibea a Celestina parecen desarrollar gemitus mugistusque et parum explanatis vocibus sermo praeruptus y, por último, la referencia a “aquel espumajoso almacén” sugiere una alusión a la comparación que hace Séneca de los síntomas de la ira con el aspecto de los animales feroces, entre los cuales menciona al jabalí cuyas fauces “echan espuma”: spumant apris ora (De ira, I, 1, 6). Finalmente la afirmación de Celestina “Mientra más vasqueava, más yo me alegrava, porque más cerca estava el rendirse y su caída”, está sin duda inspirada en De ira I, 3, 8, pasaje en el que Séneca señala que a los ataques de furor de los animales siguen quietud y sueño.9 Todas estas correspondencias son una prueba contundente de que la descripción de las manifestaciones externas de la cólera de Melibea se construyó tomando como modelo el retrato del colérico que ofrece Séneca en su diálogo.
4. La Tragicomedia y el Libro de Séneca contra la ira e saña
Resta indagar si el autor de la interpolación conoció el texto latino del De ira o se valió de alguna traducción. Sabemos que durante el siglo XV y comienzos de siglo XVI circuló una traducción castellana medieval anónima del tratado: el Libro de Séneca contra la ira e saña, compuesto para Sancho IV, hacia fines del siglo XIII, por un traductor desconocido. Testimonian su difusión los tres manuscritos conservados en el Escorial (N.II.8, S.II.14 y T.III.3), los tres del siglo XV, las posibles referencias en la poesía moral de Fernán Pérez de Guzmán y la selección de sentencias incorporadas a la Floresta de Filósofos, atribuida al mismo autor.10
La versión castellana del pasaje del De ira en cuestión ocupa los fols. 2r/a – 3v/a del ms. Esc. N.II.8, texto base de nuestra edición:
[…]E tengo que con derecho temiste más esta mala voluntad que todas las otras cosas, ca es más escura e más rabiosa que las otras, porque turba e escurece la claridat del buen juizio más que ninguna otra cosa […] E por que sepas que aquellos en que se apodera la ira son locos en tanto que les dura, para bien mientes a las cosas que fazen e fallarás que son tales como las de los locos. Ca assí como çiertas señales ay de conocer los locos que son estas: el vulto ardid e amenazadero, la fruente triste e la faz turbada, e andar apresurado, e las manos non quedas, e la color mudada, e sospiros espessos e fuertemente movido. Et estas señales mesmas son de los sañudos, que los ojos se les encienden e se les fazen luzios, e grant bermejura en toda la cara por la sangre que les bulle en las entrañas e interiores partes del coraçón. Muévenseles fuertemente los beços e aprietan los dientes e espelúzranseles e enrízanseles los cabellos, e resollan fuertemente como con fuerça, e fázense sonar los artejos, torçiéndolos unos con otros, et gimen e congóxanse, e razonan descontinuadamente e desigual con palabras non reposadas, las manos enclavijadas muchas vezes, et fieren e estriban los pies en tierra, e todo su cuerpo fuertemente levantado e orripilado, moviendo grandes amenazas de saña. Fea es de ver e aborrecedera la faz de aquellos que se dañan e se inflan con saña, de guissa que non sabrás departir si es más de esquivar e de tener por peor por su maldad que por su fealdad. (Esc. N.II.8 fols. 2r/a – 3v/a)
Si cotejamos la descripción de la ira de Melibea con el retrato del colérico según la traducción castellana anónima del De ira, podremos advertir importantes coincidencias en la selección léxica:
Las concurrencias entre uno y otro texto, sumadas al hecho de la difusión de la traducción del De ira durante el siglo XV y comienzos del XVI, nos llevan a pensar que el autor de la interpolación bien pudo tener como modelo la versión castellana a la hora de elaborar su exposición de los síntomas de la cólera de Melibea. Solo un estudio comparativo más detallado entre las dos obras nos permitirá corroborar o no dicha hipótesis.
5. Conclusión
Podemos afirmar que el autor de la Tragicomedia, a través del retrato de la ira de Melibea, se inscribe en la tradición de la infamatio irae de profunda raigambre estoica con el fin de marcar el affectus dominante de la joven, el peor de todos, que, como se declara en la traducción anónima, “cuidando fazer mal a otrie, fizo peor a sí” (De ira, I, 1, 1). Las referencias al filósofo cordobés y, de modo particular, a su diálogo De ira son absolutamente coherentes con una intencionalidad docente y moral de La Celestina, intencionalidad también presente en la traducción castellana anónima, en cuyo prólogo se afirma que Séneca fue “doctíssimo onbre en toda facultad de ciencia, especialmente en la moral filosofía, tanto que ninguno igual d’él se falla por alguno de aquellos que sus escripturas examinaron”, y que “la filosofía moral es de mayor utilidad que ninguna de las otras ciencias” (Fuentes, 2004: 49).11