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Revista del Museo de Antropología

versión impresa ISSN 1852-060Xversión On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.16 no.3 Córdoba  2023  Epub 28-Dic-2023

http://dx.doi.org/10.31048/1852.4826.v16.n2.40791 

Dossier

Narrar el Holocausto desde un museo: los casos de Guatemala y de Argentina

Narrating the Holocaust through museums: the cases of Guatemala and Argentina

Wanda Wechsler1 

1Universidad de San Andres- Universidad Nacional Arturo Jauretche. E-mail: wandaprofesora@gmail.com

Resumen

El cambio de siglo presentó la proliferación de museos dedicados a la memoria e historia del Holocausto en Latinoamérica. Estos museos se construyeron como espacios dedicados a reflexionar y transmitir la historia del Holocausto judío en países en los cuales no se llevó a cabo la materialidad de los hechos. En cada país, los museos han elaborado relaciones diversas con el pasado reciente. De esta manera una memoria considerada global, interactuó de diferentes formas con las memorias locales. Este artículo indaga sobre la creación, historia y muestras de origen del Museo del Holocausto situado en la Ciudad de Guatemala y el museo de Buenos Aires. Cada museo se construyó en relación con sus pasados recientes y es interés de este trabajo describir y reflexionar sobre los usos de las memorias y las particularidades de cada país a través de las muestras museales. Este caso de Guatemala tiene la particularidad de ser el único país latinoamericano que contiene en su historia reciente un genocidio reconocido por la ONU. Es la interacción entre la memoria del genocidio guatemalteco y el genocidio judío la que se busca iluminar. En el caso argentino, es un país con un enorme recorrido vinculado a los derechos humanos y la memoria del terrorismo de estado. ¿De qué formas interactúan las memorias?, ¿pueden iluminar u obturarse mutuamente?

Palabras clave: Memoria; Museos; Holocausto; Representación

Abstract

The turn of the century saw the proliferation of museums dedicated to the memory and history of the Holocaust in Latin America. These museums were built as spaces dedicated to reflect and transmit the history of the Jewish Holocaust in countries where the materiality of the events did not take place. In each country, the museums have elaborated diverse relationships with the recent past. In this way, a memory considered global interacted in different ways with local memories. This article investigates the creation, history and samples of origin of the Holocaust Museum located in Guatemala City and the museum of Buenos Aires. Each museum was built in relation to their recent pasts and it is the interest of this paper to describe and reflect on the uses of memories and the particularities of each country through museum exhibits. This case of Guatemala has the particularity of being the only Latin American country that contains in its recent history a genocide recognized by the UN. It is the interaction between the memory of the Guatemalan genocide and the Jewish genocide that we seek to illuminate. In the case of Argentina, it is a country with an enormous history linked to human rights and the memory of state terrorism. In what ways do memories interact, can they illuminate or obstruct each other?

Keywords: Memory; Museums; Holocaust; Representation

Introducción

La representación y usos de la memoria sobre los sucesos traumáticos se han expandido en los últimos treinta años llegando a todos los continentes. Se intensificaron los usos públicos de diversas memorias a lo largo y ancho del mundo. Fue primero en Europa y en Estados Unidos de forma mayoritaria desde fines de los años ochenta, para luego continuar desplegándose en algunos países de América Latina hacia fines de los noventa y finalmente llegaron a algunos países de África y Asia. Como parte de este proceso, se crearon diversos espacios físicos para visibilizar y contener esas memorias. Algunos de esos espacios en la actualidad son museos, sitios y lugares de memoria. Estos dispositivos son espacios de representación que, si bien han acompañado a la modernidad, se han profundizado en los últimos años para desarrollar una gran diversidad de contenidos. Con grandes desafíos y polémicas, cada museo construyó discursos y representaciones para difundir una memoria en particular. En este trabajo se analizan la construcción de dos museos latinoamericanos dedicados a la memoria del Holocausto.

El Holocausto y su representación se difundió de diversas maneras, a través del cine, en obras de teatros, en novelas literarias, en historietas. Una de las formas de visibilización y uso público de esta memoria fue a partir de la creación de museos y memoriales. En Norteamérica durante fines de los ochenta se planificó la creación de un museo dedicado a la temática y fue en el año 1993 cuando se inauguró en Washington. Este fue el museo fundante de la denominada “norteamericanización del Holocausto” (Novick, 1999) por su guion y estructura, y se convirtió en un modelo para pensar otros en el mundo. Desde Estados Unidos comenzó a desplegarse la “globalización del discurso del Holocausto” (Huyssen, 2007: 16), es decir la expansión y el despliegue de diversas políticas de la memoria vinculadas a este suceso histórico. Fue esta una forma de concluir un siglo de violencias y dictaduras, de opresión y violaciones a los derechos humanos. Numerosas sociedades se hicieron eco de este fenómeno memorial.

Si durante los años noventa la memoria del Holocausto creció y se expandió en Estados Unidos, de forma rápida impactó en los países latinoamericanos. Durante esa década y el principio del siglo XXI, se comenzaron a planificar museos para exponer el horror nazi y reflexionar en torno a la violencia. De esta manera, países que no fueron protagonistas del suceso histórico Holocausto, es decir en los cuales no se llevó a cabo la materialidad de los hechos, comenzaron a desarrollar museos específicos para recordar y reflexionar. Si bien el Holocausto no sucedió en territorio latinoamericano, sí tuvo repercusiones. Además, esta memoria “global” influenció, y fue influenciada, en cada país a las memorias locales, relacionadas con el terrorismo de estado, las violencias civiles, y otros sucesos traumáticos. De forma paulatina, Latinoamérica vio nacer sus propios museos, algunos creados únicamente para la memoria del Holocausto y otros sobre identidad e historia judía, que incorporaron la temática. En el año 1999 se abrió el Museo del Holocausto de Buenos Aires; en el año 2005 uno en Costa Rica; en el 2007 uno en Puerto Rico (Museo del Holocausto L’Chayim); en el año 2010, se inauguró en México el Museo de la Memoria y la Tolerancia; el año 2011 se abrió uno sobre el Holocausto en Brasil, Curitiba, en el 2014 un museo judío interactivo en Chile y en el 2016 en Guatemala.

Lo novedoso de esta expansión memorial fue que el boom de los museos incluyó diversidad en su contenido, en sus formas de vincularse con lo local, en sus emprendedores y en sus formas. Algunos se construyeron en casas antiguas, otros en grandes edificios modernos; algunos tuvieron vínculo con el Estado, otros fueron totalmente privados; algunos fueron hechos por la comunidad judía local, otros por actores no judíos. Esta diversidad de formas es analizada en el artículo, a partir del análisis de dos casos: el de Argentina y el de Guatemala.

Este trabajo presenta algunas indagaciones realizadas sobre casos que fueron seleccionados por sus diferentes vínculos con el pasado reciente y la violencia institucional y social. Ambos casos comparten la existencia de períodos dictatoriales y represivos a lo largo del siglo XX desde gobiernos militares y civiles. También comparten un alto índice de violencia social, aunque con diversas formas de violencias. Sin embargo, su selección también se relaciona a sus particularidades.

En el caso de Argentina, es un país con una fuerte y diversa comunidad judía local. Su visibilización y peso social se evidencia en la capacidad de crear reconocimiento por parte del estado a lo largo del tiempo. Además, tiene un gran desarrollo en políticas de la memoria vinculada al terrorismo de estado1. En el caso guatemalteco, en cambio, la comunidad judía local es más pequeña, aunque con poder económico; las políticas de memoria sobre el genocidio del pasado reciente son diferentes, menos desarrolladas por el Estado, aunque con gran presencia en algunos sectores civiles. Por último, pero central, los casos seleccionados presentan interesantes museos del Holocausto con diferentes trayectorias, pedagogías y contenidos. Estos museos se desarrollaron aprovechando algunas oportunidades políticas, creando oportunidades, retomando estrategias y modelos usados en otros países, pero aplicándolas de manera factible en sus países.

Se analizan los aspectos en común y también las diferencias como una forma potente de acercarse a pensar un proceso histórico. La construcción de museos memoriales en América Latina es producto de un tiempo histórico presente que dialoga con memorias diversas, pasadas y actuales. Las formas mediante las cuales fueron pensadas los guiones y las curadurías en esos museos, sus diálogos y representaciones despliegan puntos de encuentro y de desencuentro.

Los museos se han convertido en dispositivos claves en la transmisión del pasado. Son espacios privilegiados en los que se construyen y preservan determinadas identidades. Pensados durante el siglo XIX y en el contexto de la construcción de los estados nación, tenían el objetivo de construir ciudadanos y ciudadanas con fuertes valores nacionales. Sin embargo, con el paso del tiempo, y de forma principal a fines del siglo XX, se comenzó a desarrollar un nuevo tipo de museos orientados a la construcción, difusión y preservación de determinadas memorias. Estas memorias que comenzaron a instalarse en el ámbito público a través de los museos buscaron exponer aspectos traumáticos del pasado reciente para reflexionar sobre el presente.

El museo de Buenos Aires

En referencia al caso del Museo de Buenos Aires, en Argentina, la comunidad judía local, es una comunidad numerosa en relación con otras comunidades judías en el mundo, pero pequeña en términos porcentuales en relación con la sociedad en general. El origen de los y las judías en el país se remonta al siglo XIX, es decir tienen una larga historia en el país. Durante el comienzo del siglo XX y en especial durante las guerras mundiales, el número de inmigrantes se incrementó. Los actos de recordación y conmemoración del horror nazi se remontan a la década de los ’40 (Chinski, 2017), es decir a la par que sucedían los hechos en Europa. Durante las décadas posteriores, se fue incrementando la visibilidad de las conmemoraciones, pero fue a principios de los noventa en especial que comenzó a darse un doble proceso particular: por un lado, una diversificación en los tipos de recordación desde la misma comunidad orientada a convocar otros sectores de la sociedad argentina, no únicamente judíos. Por otro lado, se comenzó a visibilizar la temática desde otros sectores de la sociedad, principalmente desde el estado nacional (Kahan y Lvovich, 2016; Wechsler, 2016).

Hacia fines de la década de los años ochenta, en Argentina comenzó un proceso de institucionalización de la memoria del Holocausto que tuvo su concreción a fines de los años noventa en la creación de un museo dedicado a la temática y en la aparición de diversas organizaciones a cargo de diversos sectores de la comunidad judía local. Este proceso de mediano plazo se desplegó durante los años noventa en simultáneo a otros procesos memoriales, que incluyeron diversos actores, como el Estado y nuevas formas de hacer memoria en el comienzo del siglo XXI, como la creación de monumentos a nivel nacional o la implementación de políticas educativas (Adamoli et al., 2015; Adámoli y Kahan, 2017). El despliegue de las diferentes formas de hacer memoria se intensificó a comienzos del siglo XXI. De esta manera, una particularidad del período fue que diferentes actores, algunos pertenecientes a sectores de la comunidad judía, otros estatales, se apropiaron de esa memoria múltiple para darle significados y usos diversos.

Sin embargo, los años anteriores fueron clave para la aparición de esta memoria de forma pública. Como trabajó Enzo Traverso (2019), se evidenció un proceso de auge de la memoria en los últimos años, tanto en el ámbito público, como académico y artístico. Este fenómeno, que tuvo también su correlato en el ámbito político, se vio acompañado de otro, que fue la construcción de los oprimidos como víctimas, y solamente víctimas pasivas, inocentes, escindidas de las luchas y los compromisos políticos. En este sentido, observamos que las formas diversas en las que se construyó la memoria deben tener en cuenta quiénes la construyen, con qué objetivos y qué contenido/mensaje transmiten.

Esto se vincula con aquello que Huyssen destaca: “resulta importante reconocer que mientras los discursos sobre la memoria en cierto registro parecen ser globales, en el fondo siguen ligados a las historias de naciones y estados específicos (…) Más allá de las diferencias entre la Alemania de posguerra y Sudáfrica, la Argentina o Chile, el ámbito político de las prácticas de memoria sigue siendo nacional, y no posnacional o global” (2002: 21).

De esta manera, y como afirmó Juan Besse, “pensar las políticas de la memoria en clave nacional supone- en simultáneo- explorar, reconstruir y establecer sus condiciones históricas de posibilidad” (2019: 29). Resulta interesante remarcar algunas particularidades de Argentina en referencia a la memoria. Por un lado, en la historia reciente, se desplegaron una serie de políticas de Derechos Humanos y memoria, primero desde diferentes organismos de derechos humanos, y luego desde el Estado. Este proceso no fue lineal, dado que por ejemplo en los años ochenta el Estado ejerció políticas vinculadas a la investigación, recopilación de datos y juicios de lesa humanidad, y en los años noventa el Estado dictó leyes de impunidad y se vio un retroceso en este proceso comenzado en la década anterior, y a partir del 2003 se intensificaron las políticas memoriales hasta el año 20152. Segundo, que, a diferencia de otros países latinoamericanos como Uruguay, Brasil o Chile, Argentina desplegó quizás de forma temprana políticas de visibilización de los crímenes de manera contundente, a través de marcas territoriales, sitios de memoria, creaciones artísticas en referencia a la violación de derechos en la dictadura. Por otro lado, otra singularidad se refiere al rol y peso de la comunidad judía local. Argentina fue un país receptor de inmigrantes judíos desde fines del siglo XIX y principios del XX, y también de sobrevivientes y víctimas del nazismo. En el país se configuró una importante comunidad judía, con instituciones propias, espacios y peso en la comunidad en general (Wechsler, 2020; Kahan, 2022). Estas particularidades son importantes para comprender el despliegue de las memorias del Holocausto en el país. Nos interesa reflexionar aquí sobre el proceso que sucedió dando lugar a que una memoria global, como la del Holocausto, ingrese al campo local argentino, atendiendo a esas particularidades

Varios actores intervinieron en la construcción y formalización de la Fundación Memoria del Holocausto (FMH) que conformó a posteriori el Museo de Buenos Aires. Con diferentes trayectorias y en diferentes tiempos, trabajaron para legitimar una memoria específica sobre el Holocausto. Los promotores del proyecto museo pueden ser denominados “emprendedores”, siguiendo a Elizabeth Jelin: éste no tiene por qué estar asociado con el lucro económico privado, diferenciándolo de rol de empresario (Jelin, 2002: 48). Son emprendedores de carácter social o colectivo y se involucran personalmente con su proyecto, pero comprometiendo a otros, otras y promoviendo su participación.

En el caso analizado quienes se movilizaron para hacer pública una memoria sobre el horror del Holocausto fueron de forma principal sobrevivientes y descendientes, denominados “segunda generación”, es decir que su vínculo con la temática estuvo marcado por una historia familiar personal, y también personas interesadas en la temática. Este primer grupo se propuso instalar y expandir la temática, para que pueda ser reproducida también por los no familiares y por quienes no integraban la comunidad judía local. Estos emprendedores comenzaron a incorporar el aval de instituciones locales importantes, como la Asociación Mutual Israelita (AMIA), la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), entre otras, y de actores relevantes de la política nacional, como Aníbal Ibarra, Carlos Corach, entre otros.

Los emprendedores de la FMH realizaron un costoso trabajo que llevó a la instalación de la temática y a la legitimación de su posición a través de vínculos con ese pasado traumático, afirmando a la vez el peso de esta memoria en el presente. Primero los actores conformaron un núcleo de trabajo y formación, orientado a la toma de testimonios de sobrevivientes del Holocausto residentes en Argentina. En el año 1987 comenzó a gestarse la idea de crear un centro educativo especializado en el Holocausto, y el 6 de junio de 1988 tuvo lugar el acto fundacional del Instituto Argentino para estudios del Holocausto (IAPH) en un auditorio cedido por la AMIA, bajo el lema “¿Por qué recordar?”. En el año 1993, y con algunos años de trayectoria, convocaron más personas y se convirtió en una Fundación (FMH), lo que le otorgó un marco legal. Resulta trascendente incorporar en este relato temporal el atentado contra la embajada de Israel sucedido en el año 1992. Este atentado, y el posterior sucedido contra la Asociación Mutual Israelita visibilizaron y potenciaron la condición de los y las judías como víctimas en el espacio público. Estos sucesos actuaron como telón de fondo del crecimiento paulatino de la memoria del Holocausto en Buenos Aires.

La Fundación surgió con los objetivos de crear un espacio para la transmisión y la memoria con un centro de documentación que contenga testimonios, archivos y materiales vinculados al Holocausto de consulta pública para investigadores. Los emprendedores presentaron en el acta fundacional los objetivos basados en tres líneas: esclarecer el Holocausto, promover y difundir su memoria por diferentes medios y educar a las próximas generaciones, valorando el sacrificio y calidad del pueblo judío.

Al convertirse en una Fundación con personería jurídica privada y sin fines de lucro, pudieron comenzar la búsqueda de un patrimonio. Obtuvieron así la autorización y reconocimiento por parte del estado Nacional. A través de diversos contactos con funcionarios políticos, lograron que en el año 1993 el gobierno nacional se comprometa a la entrega de un edificio y en el año 1994 firmaron su acta. Un año más tarde, en 1995 y luego de un segundo atentado esta vez a la Asociación Mutual Israelita Argentina, se realizó el acto de entrega de un edificio por parte del Estado coincidiendo con el aniversario de los cincuenta años de la finalización de la Segunda Guerra Mundial (SGM), y con el cierre de campaña para la reelección presidencial de Carlos Saúl Menem.

De esta manera, durante los años noventa y en especial a finales de la década, en Buenos Aires se logró concretar la construcción de un museo para la memoria del Holocausto, cuyo mayor reconocimiento por parte del estado se evidenció en la entrega de un edificio y su usufructo por noventa y nueve años. Si bien esta memoria parecía triunfar en su posicionamiento público, a la vez se desarrollaban incipientes proyectos memoriales vinculados a la memoria del pasado reciente, en específico vinculados al golpe de estado de 1976-1983, como el proyecto del Parque de la Memoria3. Sin embargo, aún faltarían varios años para que se desplieguen políticas de la memoria concretas como la creación de espacios memoriales en los ex centros clandestinos de detención. La década de los noventa se vio marcada por la lucha de los organismos de derechos humanos que se enfrentaban a un gobierno que imponía el indulto a los responsables de los crímenes y la violación de los derechos durante el Terrorismo de Estado. Así, una memoria se visibilizaba mientras otra permanecía de forma subterránea, en las calles y luchando por ser reconocida por parte del Estado4.

El edificio en el cual se construyó y ubicó el museo está ubicado en la calle Montevideo, en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires y tiene cercanía con el Ministerio de Educación de la Nación. Entre su entrega por parte del gobierno a los emprendedores y el acto fundacional del Museo, pasaron más de tres años y en 1999 se organizó la apertura con diversas actividades, aunque se funcionamiento comenzó en el año 2000.

Para inaugurar el edificio se creó una muestra central con el propósito de que sea itinerante y transitoria. Sin embargo, se sostuvo hasta el año 2017, en el que se comenzó a realizar una reforma del edificio y de la muestra. La muestra denominada “Imágenes de la Shoá- El Holocausto y sus resonancias en la Argentina” fue creada de forma principal para ser visitada por escuelas primarias y secundarias.

La muestra que se incluye en este trabajo fue la muestra principal del museo en el período 2000- 2017. A partir de ese año, comenzó una transformación global del museo en el edificio, que llevó a una nueva muestra inaugurada en el año 2019 y en la actualidad sigue su exposición (2023).

Los autores de la muestra central fueron integrantes del Museo y la realizaron con una organización cronológica en tres secciones: “el antes, el durante y el después” del Holocausto, inspirados en la denominada “filosofía en espiral” creada por Yad Vashem, uno de los museos más relevantes del tema ubicado en Jerusalén, Israel. Esta filosofía implica entre otras cosas organizar el relato del Holocausto a través de esos tres momentos con el objetivo de mostrar la continuidad, haciendo hincapié en la vida, en lo que había y lo que se construyó después y “transmitir los aspectos fundamentales de los trágicos acontecimientos de la persecución y el exterminio de seis millones de judíos en el contexto histórico del ascenso del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial” (cita de la muestra).

   

En esta filosofía tiene un lugar central “el después” del Holocausto porque implica la continuidad y el recordar. El relato finaliza haciendo foco en Israel como Estado Nación que se creó posteriormente y mostrando cómo EE. UU. y Argentina fueron países receptores de los sobrevivientes. En este museo como en la mayoría de los dedicados a la memoria del Holocausto, “se cuenta la “historia” del genocidio nazi y, como toda historia, tiene una estructura o patrón: planeamiento, nudo dramático, desenlace y cierre narrativo” (Baer, 2006: 198).

La muestra sostuvo un enfoque de las víctimas y no de los responsables, perpetradores, al igual que en la mayoría de los museos del tema5. Esto también se refleja en el cine, la televisión, la literatura y la historiografía que, en los últimos años, se centraron en las víctimas. Este contexto llevó a los sobrevivientes, víctimas del nazismo, a ocupar un lugar central en la muestra, pero también en las actividades, rituales y publicaciones.

El guion incorporó la historia argentina a través de imágenes, prensa y textos. La referencia a la historia del país sucedía solo en el “antes y durante”, es decir el siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Luego, en el guion reaparecía solo al final como país que recibió sobrevivientes. Los paneles contenían una vasta información resumida en pequeños textos, junto con imágenes, gigantografías y algunos objetos. Las imágenes aparecían en general sin referencias sobre quién, cómo y dónde fueron sacadas. Entre los paneles fueron incorporados diversos objetos claves en el relato memorial como por ejemplo un traje a rayas, sin referencia concreta al cuándo fue usado, por quién, etc.

La muestra presentó un relato basado en la unicidad del Holocausto, representado como un hecho histórico único. Esta pedagogía, que se ha estructurado desde los años sesenta y como mensaje que levantaron los sobrevivientes más conocidos, como Elie Wiesel, enseña que al ser único en la historia, este hecho es incomprensible e incomparable. Esta forma de recordar el hecho se acerca a lo que Todorov reconoce como una recuperación literal del pasado: “el suceso es preservado en su literalidad (lo que no significa su verdad), permaneciendo intransitivo, y no conduciendo más allá del mismo” (Todorov, 2000: 50). Esta forma de recordar se diferencia de la manera ejemplar, en la cual el suceso, una vez recuperado, se utiliza como una manifestación entre otras de una categoría más general, se posiciona como un modelo para comprender otras situaciones.

Para concluir, en Argentina, si bien la memoria del Holocausto se desplegó con diferentes intensidades y formas desde los años cuarenta y cincuenta (Chinski, 2018), generando ciertos ecos en los años sesenta y setenta (Kahan y Lvovich, 2016; Wechsler, 2020) fue a partir de los años ochenta, y a la luz de otras luchas por las memorias sobre los pasados traumáticos, que se intensificó. Durante este período se desplegó la memoria del Holocausto en diferentes sentidos. Por un lado actores extracomunitarios, vinculados a los derechos humanos y la lucha contra los delitos de lesa humanidad, tomaron esta memoria como reflejo y ejemplo para pensar la memoria del Terrorismo de Estado6. Por otro lado, actores de la comunidad judía establecieron una institución-museo que, si bien se inauguró en el año 1999, tuvo su reconocimiento por parte del Estado desde el año 1994 al entregar un edificio para crear un museo, y comenzó sus primeros pasos en los años ochenta.

Las representaciones y usos de la memoria responden a preguntas vinculadas con el presente en el cual se enuncian. Cada nuevo proceso histórico produjo en nuestra historia modificaciones en los marcos interpretativos de las experiencias pasadas. Como afirma Jelin (2002) la memoria implica un trabajo: se produce en tanto hay sujetos que comparten una cultura y en tanto hay agentes sociales que intentan materializar estos sentidos del pasado. El fin de la dictadura, la transición a la democracia y la apertura cultural, social y política facilitó que las memorias de pasados traumáticos emergieran con fuerza, visibilizando aquellos momentos y lugares a los cuales no se quería volver, es decir reafirmando el “Nunca Más”. Los años noventa permitieron que esta institución creciera, al calor de las luchas por visibilizar las voces de las víctimas locales. La institución consiguió un edificio propio y logró instalarse en el ámbito público en el comienzo del siglo XX.

El museo de Guatemala

Presentaremos ahora el museo de la Ciudad de Guatemala como otro caso de desarrollo y construcción memorial en Latinoamérica. Guatemala, presenta enormes diferencias en referencia al caso de Argentina. Tiene un pasado reciente violento, que fue denominado por la ONU como genocidio, pero las políticas de memoria y reconocimiento de estos sucesos fueron y son aún muy pobres. En un país marcado por los enfrentamientos, la violencia y la desigualdad, se creó hace pocos años un museo dedicado a la memoria dedicado a la visibilización y reflexión en torno a la memoria global del Holocausto. Nos preguntamos entonces, ¿qué relación se establece en este espacio entre estas memorias?

A diferencia del caso argentino, la comunidad judía local es pequeña, aunque también mantiene relaciones de diferentes formas y en distintos momentos con el Estado Nacional. La historia de la memoria del Holocausto no se remonta a varias décadas atrás, como en Argentina, y es muy poca la visibilización de este proceso histórico. De hecho, si bien excede al presente trabajo abordarlo, también son pocas las políticas de memoria dedicadas al pasado violento reciente guatemalteco (Rostica, 2017, 2021).

La aparición del Museo del Holocausto puede comprenderse en el contexto de la proliferación de museos del Holocausto en Latinoamérica, pero también como parte de un proceso que responde a los tiempos locales sobre la memoria local.

El museo de Guatemala fue el último que se abrió en el continente americano y es quizás uno de los más interesantes por múltiples motivos. Por un lado, porque no es un proyecto que dependa ni pertenezca a la comunidad judía local ni internacional, como sucede en los otros museos del subcontinente. Si bien mantiene lazos con la comunidad judía, los emprendedores de este proyecto no surgieron de ahí. El museo no pertenece al Estado, como sucede en Estados Unidos u otros países de Europa. Por otro lado, porque no es un país que haya recibido grandes cantidades de sobrevivientes del Holocausto durante el período del nazismo o los años posteriores. También resulta interesante por ser una institución sobre un genocidio sucedido en el este europeo, que se abrió en un país latinoamericano que sufrió un genocidio local. Todas estas características hacen que este caso sea particular.

Ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala, 6 Avenida 1-88, el museo cuenta con el aval del gobierno de Guatemala, en una especial relación con el Ministerio de Educación, la Comunidad Judía de Guatemala, la Embajada de Israel en Guatemala y la Embajada de Alemania en Guatemala, y mantuvo desde el inicio una relación fluida con el Ministerio de Educación Nacional.

El Museo fue fundado por Yahad-In Unum, una organización francesa que realiza trabajos vinculados a la memoria de un hecho en particular, las ejecuciones de judíos y gitanos realizadas por las unidades de matanza nazis en Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial. La organización tuvo el objetivo, desde su comienzo, de recopilar testimonios y localizar los sitios de fosas comunes de las víctimas judías de las unidades móviles de exterminio nazis, los Einsatzgruppen o también llamados “escuadrones de la muerte”, en Ucrania, Bielorrusia, Rusia, Polonia, Lituania, Letonia, Rumania y Moldavia. La particular investigación indaga sobre las memorias de los testigos oculares.

Para esto, la organización comenzó con el trabajo de búsqueda de testigos de las ejecuciones de judíos y gitanos en la antigua Unión Soviética. A través de entrevistas y relatos testimoniales fueron identificando, y lo siguen haciendo, sitios de ejecución y fosa común. Esto se comenzó a realizar en un período clave en la edad de los testimoniantes, dado que la mayoría de los sobrevivientes tienen entre 80 y 90 años. Por eso buscan recolectar la mayor cantidad de evidencia de forma rápida. Con el paso del tiempo, esta organización fue incorporando diversas actividades como investigaciones académicas, trabajo en la universidad de Sorbonne en París y la Universidad de Georgetown y organizó diversos seminarios de formación sobre esta temática.

Lo particular de esta organización es que se dedica a promover el conocimiento de una fase del Holocausto conocida como el “«Holocausto por balas», el prototipo para la subsiguiente enfermedad del genocidio moderno”. En general los museos o espacios vinculados a la historia del Holocausto realizan un mayor hincapié en la enseñanza del proceso genocida basado en los campos de concentración y exterminio. Si bien ambos museos hacen mención de los asesinatos realizados en los países del este europeo a través de fusilamientos masivos, despliegan de forma significativa más información vinculada a los campos de exterminio y de trabajo.

El método conocido como «Holocausto por balas» fue utilizado por los nazis en los países orientales como Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Polonia y otras naciones vecinas con el fin de aniquilamiento de pueblos enteros en aquellos países. En particular, no fue el método de asesinatos más indagado porque los y las historiadoras, así como las representaciones, han hecho hincapié en los campos de concentración y exterminio. En las regiones nombradas, más de un millón y medio de judíos fueron llevados a los campos o bosques y fueron asesinados por los Einsatzgruppen, que les disparaban y los enterraban. Sus tumbas masivas quedaron sin marcar y fueron olvidadas.

Yahad In-Unum comenzó su investigación en esos territorios indagando sobre la metodología que incluía la participación de civiles locales. Este comienzo les permitió extrapolar el método y entender que se utilizó en otras masacres. Según la organización, las masacres en Camboya, Ruanda, Darfur, los Balcanes y Siria han sido modeladas de acuerdo con las tácticas sistemáticas llevadas a cabo durante el “Holocausto por balas”, las cuales continúan utilizándose el presente. Por esta razón, la organización no sólo indaga en el pasado, sino que busca actuar y tener una influencia en la actualidad. En sus palabras, “se proponen entonces investigar y exponer la evidencia de estos horribles, pero poco conocidos crímenes en contra de la humanidad”. Afirman “Por otra parte, trabajamos para extender la conciencia universal sobre la necesidad de reconocer y denunciar la actual epidemia de genocidio mundial”7.

Yahad - In Unum es una organización que tiene algunas características particulares a destacar. Fue fundada por un activista humanitario reconocido internacionalmente, el Padre Patrick Desbois, sacerdote católico francés, que es asesor del Vaticano y director de la Comisión para las Relaciones con el judaísmo en la Conferencia Episcopal de Francia. Dado que Desbois es el principal impulsor del proyecto, realizaremos una breve descripción de la forma en que este sacerdote decidió abocar su trabajo a esta organización, principal impulsora del Museo en Guatemala. Su trabajo en el vaticano mediante la oficina de relaciones judeo cristianas, lo incluyó en una comitiva que viajó en el año 2002 al campo de concentración de Rawa Ruska, ubicado al oeste en la actual Ucrania, a unos kilómetros del Campo de Concentración de Belzcek y muy cercano a Polonia. Esta experiencia, según los relatos de los entrevistados8, lo convocó a indagar en los temas vinculados a deportaciones y masacres y, a partir de ese viaje, comenzó el armado de Yahad- In Unum.

Para indagar sobre la organización, se entrevistó al ayudante y director general de la organización, Marco González9, quien profundizó sobre la fundación de la organización, explicando que Debois llega a la temática dado que “su abuelo había sido deportado como militar francés, no como judío, a este campo. En ese mismo tiempo, el padre Desbois con todos otros nietos estaba en Rawa Ruska para construir un memorial sobre los deportados militares franceses”. En esa visita, afirma González, el padre fue llevado por el alcalde al medio del bosque para que conversara con algunos ancianos, quienes empezaron a contarle “qué era lo que les había pasado a los judíos, cómo los alemanes habían llegado al pueblo, como habían arrestado a los judíos, los llevaron al medio del bosque, les hicieron cavar una fosa, luego les dijeron a los judíos que se metieran en la fosa, las explotaron con dinamita y todos estos ancianitos, esas personas adultas estaban dando su testimonio de lo que vieron”. En ese sitio, no había ningún memorial que hiciera referencia a las matanzas. El alcalde del pueblo le ofreció a partir de esa experiencia, llevarlo a conversar con todos los habitantes de los pueblos cercanos, alrededor, dado que sucedió algo similar. Así fue según González “como empezó todo esto. Sin imaginarnos que realmente esta forma de aniquilar a los judíos en Europa del Este fue sistemática en todos los países (...) era una historia del holocausto que eran muy poco conocidas”. Luego de esa experiencia en el año 2004 fundó Yahad-In Unum.

El primer trabajo de la organización fue la toma de testimonios y este material les permitió comenzar a difundir el “Holocausto por Balas” a través de informes, demarcación de lugares y testimonios audiovisuales. En este proceso, se sumó una fuente central para su trabajo. González nos cuenta que el United States Holocaust Memorial Museum había colectado después de la caída del muro archivos de la Comisión Soviética en Europa del Este. Cuando la organización los recibe (en una copia, no en originales), según González ningún historiador los había trabajado, porque creían que era propaganda política. Estos archivos empezaron a ser traducidos y demostraron que esta comisión soviética hizo una encuesta de lo que sucedió pueblo por pueblo y decían lo mismo que Yahad-In Unum estaba averiguando a través de las entrevistas a testigos oculares: las historias de estas entrevistas, los relatos de los ancianos y los archivos concordaban.

Mientras la organización realizaba las entrevistas y traducía estos archivos, hicieron un contrato con los archivos alemanes de los alemanes nazis, de los cuales muchos fueron llevados a juicios. En esos juicios y en los archivos alemanes encontraron los testimonios de los ejecutores del “Holocausto por Balas”, los Einsatzgruppen. El trabajo de la organización, según González, “se volvió más científico: estábamos trabajando con los archivos alemanes, estábamos trabajando con los archivos soviéticos e iban equipos a entrevistar a los que vieron, dándole así una perspectiva diferente al Holocausto. Por el trabajo, no es un trabajo de memoria, pero es un trabajo de entender qué fue lo que sucedió, pueblo por pueblo”10.

Todo esto le permitió a la organización desarrollar “otro punto de vista u otro testimonio de algo...para completar la historia de lo que sucedió. González evidencia que la indagación sobre Europa del Este hace eje en que el Holocausto en ese territorio fue por balas, no fue deportación, no mediante campos de exterminio ni cámaras de gas”. Concluye entonces “...fue, bueno, fusilamientos o la gente, a veces los ahogaban, los mataban como podían. El objetivo era matar a todos los judíos”11. Esta descripción sobre el método de asesinar a los judíos en el Este es lo que la organización, y el museo en Guatemala quiere enseñar. Para el presente trabajo, resulta central el interés de la organización en la visibilización de la sistematicidad y uso de esta metodología, dado que también dentro de los sucesos de la historia reciente guatemalteca se destaca esta práctica de asesinato masivo. Este aspecto resulta clave para comprender de qué formas una memoria global puede interactuar con una memoria local.

El trabajo de Yahad In- Unum a lo largo de los años se concentró en la toma de más de siete mil testimonios de lo que sucedió. Con eso elaboraron un mapa interactivo12 que muestra la información de lo sucedido pueblo a pueblo y delimitando el dónde. Si bien se incluyó la determinación de los lugares donde fueron asesinados los judíos y judías, donde están las fosas comunes, no se han realizado trabajos arqueológicos de excavación dado que, según González, “no se pueden abrir porque no somos judíos. Recuerda que en el judaísmo no se pueden abrir las fosas comunes, no se pueden tocar a los muertos. Solo se hizo una excavación con autoridades rabínicas en un pueblecito en Ucrania donde sí se abrió una fosa común, trabajando con archivos, trabajando con testimonios...se hizo un trabajo arqueológico y se encontraron. Eran 14 fosas comunes las que estaban allí”13. Es un proyecto futuro de la organización poder trabajar con radares bajo tierra, sin tener que abrir las fosas para delimitar dónde están.

La organización trabaja sobre el pasado, pero también se propone una acción sobre el presente. Por ejemplo, llevan adelante el proyecto “Acción Yazidis” que ayuda a las mujeres y niños que fueron perseguidos u obligados a participar en campos de entrenamiento del ISIS. Para este proyecto no sólo realizaron entrevistas a sobrevivientes, sino que crearon un centro de apoyo para la reconstrucción de sus vidas y el regreso a la sociedad iraquí.

Entre los proyectos de la organización, entre el año 2014 y 2016 se propuso la creación de una exposición que exhibiera las investigaciones realizadas en el este de Europa, y el primer destino para la misma fue Guatemala. En parte, esta decisión fue por el interés de la organización de comparar casos, y reflexionar sobre los diferentes lugares en los que se utilizó esta metodología. González no lo termina de afirmar en la entrevista, pero deja entrever que llevar la muestra a Guatemala se relaciona con su interés personal de saber qué sucedió allí. En una de las entrevistas, González afirmó “Entonces estudiar estos paralelos con un genocidio moderno, algo que está sucediendo en este momento, y esto nos lleva... porque yo soy de Guatemala, a querer saber qué sucede en Guatemala.”14 De esta manera, en su relato aparece el “yo”, como un factor principal que movilizó a la fundación a reflexionar sobre lo sucedido en el país. Esta exposición, que comenzó a circular en el año 2014 en algunas instituciones francesas instaladas en el país, derivó en la creación del Museo del Holocausto en la Ciudad de Guatemala, institución central de esta investigación.

Durante el período de investigación de este trabajo (2018-2021) el Museo trabajó de forma principal a través de las visitas guiadas para estudiantes en edad escolar. También realizó capacitaciones para maestros, exhibiciones temporales y desarrolla herramientas educativas en español para la enseñanza del Holocausto a nivel nacional y regional. A la vez, se expusieron los avances de las investigaciones de su asociación fundadora Yahad-In Unum, traduciendo esos resultados y sus herramientas educativas al español para hacerlas accesibles a los países de habla hispana. Es el único museo que realiza en Latinoamérica la enseñanza del “Holocausto por balas”.

¿Qué tiene de particular este tipo de enseñanza y de indagación sobre el Holocausto? Como afirmó González, “la investigación que comenzaron a hacer desde la organización mostró que esta forma de aniquilar a los judíos en Europa del Este fue sistemática en todos los países. Era una historia del Holocausto muy poco conocida”. Al respecto, es interesante remarcar que la mayoría de las entrevistas realizadas por instituciones dedicadas a la memoria del Holocausto, como las realizadas por la Shoa Fundation de Spielberg o las realizadas por la Universidad de Yale, se centraron en entrevistas a los y las sobrevivientes del Holocausto, pero no se había hecho hincapié en los testigos oculares (no judíos, judías, gitanos, gitanas) de las atrocidades nazis. Sobre esto, González afirmó, “Y se pensaba que estos fusilamientos habían sido ocultos, habían sido escondidos. Y conforme fuimos entendiendo esto realmente fue público, es como hoy en día cuando hay un accidente que te ves que todo el mundo se para a tomarle fotos, o cuando asesinan a alguien y ves que sacan fotos. Era más o menos este concepto, es decir era el evento del día, el carnaval del día, iban a fusilar a los judíos del pueblo, y todo el mundo iba a ver”.

La muestra central del museo está dedicada al “Holocausto por balas”. La memoria y la enseñanza en torno al pasado traumático representan un desafío que, con el paso del tiempo y las experiencias de varios museos de esta temática, han ido incorporando técnicas, formatos y estrategias de transmisión.

En primer lugar, se describen y exhiben algunas imágenes de las muestras para, en un segundo momento, analizar sus contenidos, sentidos y vínculos posibles con otras memorias. Nos interesan las exhibiciones para pensar qué se muestra y cómo se muestra a través de las representaciones por medio de objetos, diseños y arquitecturas. En el armado concreto y el montaje de las herramientas para enseñar, se elaboran las maneras de transmitir y darle sentido a lo que se exhibe.

La exhibición central del Holocausto por Balas se convirtió en la muestra permanente, aunque en los inicios se buscó que fuera una exhibición itinerante, que viaje por el país y no quede “congelada” en un espacio. Con el paso del tiempo, la muestra se convirtió en la única expuesta y esto no resulta un detalle menor, dado que difiere en el formato de presentación según cómo y dónde se vaya a exponer. Por este motivo, y dado que la muestra iba a itinerar, se realizó en grandes paneles con imágenes y textos, y no tiene instalaciones fijas.

A diferencia de otros casos, este museo no se caracteriza por tener una muestra potente en términos tecnológicos, ni por la búsqueda de recursos de iluminación, temperaturas o desniveles. Presenta paneles con textos que contienen los resultados de la investigación realizada por la organización durante diez años (2004-2014) e incluye imágenes de tres tipos. Las primeras son sobre las diferentes expediciones de la organización al terreno, en Europa del Este. Las segundas, son imágenes de tipo históricas sobre el período en el cual sucedieron los asesinatos, algunas del régimen nazi y otras sobre los fusilamientos en los pueblos. Y, por último, presenta imágenes de los y las testigos que fueron entrevistados por Yahad- In Unum.

La muestra tiene dos grandes secciones. Una de ellas contiene los paneles sobre el “Holocausto por Balas”, que se encuentran dispuestos en una sala grande, en forma de “U”, dividiendo el relato en 5 momentos que hacer referencia a los pasos en los que se llevaba adelante el proceso de fusilamiento en los pueblos del este europeo, que son los cinco pasos que la investigación de Yaha-In Unum identificó en sus investigaciones.

La otra presenta tres salas que disponen una organización del relato, y son las que presentan más recursos visuales. Esta parte está organizada en tres salas. La primera sala presenta una fotografía de ingreso a Auschwitz, Campo de concentración en Polonia en el lado derecho. Al izquierdo se observan imágenes de los represores, una pantalla y por arriba una reproducción del cartel de ingreso al campo que dice Arbeit macht frei15. La segunda, exhibe imágenes de testigos a la derecha, un campo a la izquierda, con piso de pasto verde y en el techo un mapa de Europa del Este que marca en rojo los sitios de fusilamientos. Por último, la tercera sala presenta una instalación creada a la derecha, que simula un pozo o fosa con tierra y piedras, con palas apoyadas en la pared. A la izquierda se observa una gigantografía de los Einsatzgruppen y una pantalla que reproduce filmaciones de los fusilamientos. También la muestra incluye algunos objetos encerrados en unas vitrinas, con condecoraciones a las SS: estos objetos fueron cedidos por el Museo Memoria y Tolerancia.

Como cierre, este museo centralizó su exposición central en la experiencia específica del Holocausto por Balas, enfocando un momento y método específico de aniquilación del nazismo. Si bien otros museos latinoamericanos incorporan la temática, ninguno se centra únicamente en ella.

A modo de balance

Los dos casos seleccionados representan diferentes maneras de apropiación y uso público de la memoria del Holocausto. Forman parte del fenómeno que se desplegó en la transición del siglo XX al siglo XXI en nuestro continente y sigue aún en desarrollo.

Los museos presentados en el trabajo evidencian formas diferentes de abordar la memoria del Holocausto en países donde no sucedieron los hechos relatados. Si bien ambas muestras analizadas fueron realizadas con pocos recursos, en paneles fijos sin intervención casi de la tecnología, los contenidos seleccionados fueron diversos. Por un lado, el caso argentino, se abocó a relatar de forma cronológica los sucesos que llevaron a la aparición del régimen nazi y el desarrollo del Holocausto. Incorporando algunos objetos, con textos impresos y un relato basado en el antes, durante y después. En este relato se hace hincapié en el rol de los campos de concentración y exterminio, y en reflexionar sobre “el después”: los sobrevivientes y la creación del Estado de Israel. En el caso de Guatemala, el museo centró su relato en el Holocausto por balas, mostrando un proceso específico de la aniquilación que llevó adelante el nazismo.

Otra diferencia se evidenció en los creadores o emprendedores de los museos. En el caso argentino, fueron personas pertenecientes a la comunidad judía local y en el guatemalteco, una institución extranjera, coordinada por un sacerdote católico comprometido con la lucha contra el antisemitismo y la investigación en torno a genocidios. Esta diferencia quizás explique los diferentes recortes de contenido sobre el pasado y algunas elecciones del relato. Por ejemplo, en el caso guatemalteco hay una evidente ausencia del estado de Israel y su creación; pero en el caso Argentino la presencia de este estado como consecuencia directa del Holocausto se evidencia. Ambas instituciones mantuvieron relaciones con el Estado, pero ninguna es dependiente del mismo.

Si bien ningún museo de los que presentamos incorporó en sus instituciones o muestras los reclamos o visibilizaciones en torno a las violaciones de los derechos humanos en sus países, y en específico en el pasado reciente, podemos arriesgar que sus elecciones estuvieron mediadas por las historias locales. Por ejemplo, en el caso de Guatemala la muestra se centró en los asesinatos por balas, y no se incorporó la instancia de campos de concentración y exterminio, eligiendo hacer hincapié en un proceso y metodología concreta de asesinato. Esta metodología de asesinato que realizaron los Einsatzgruppen en el período nazi puede encontrar su punto de coincidencia con las formas de aniquilación utilizadas en Guatemala por el ejército, en especial los Kaibiles, soldados de élite del Ejército.

En el caso argentino en cambio, se realizó una muestra más global, cronológica y general del proceso, incorporando los campos de exterminio al relato del museo. En la Argentina la dictadura militar utilizó como método de represión campos de concentración y, la memoria construida- y en construcción- sobre de esta dictadura tiene uno de sus ejes en la noción de campo de concentración: de hecho, uno de los espacios de memoria más relevantes se construyó en un ex centro clandestino, que había sido utilizado como tal. Observando estas selecciones, ¿qué tipo de resonancias pueden generar en los espectadores estos recortes?

La memoria del Holocausto se expandió durante el último cuarto de siglo XX, pero en Latinoamérica tomó impulso desde el cambio de siglo y en especial en los primeros años del XXI. La expansión de esa memoria y su llegada a países latinoamericanos han permitido en algunos casos desviar la mirada sobre la historia y memoria local, pero también en otros casos permitió la articulación de otras historias de victimización, incluso aquellas que parecen tener poca relación. ¿En qué medida la institucionalización de la memoria del Holocausto habilitó la aparición de otras memorias en cada país?

En los dos casos analizados en este trabajo se evidenciaron dos formas diferentes de abordar la memoria del Holocausto en países latinoamericanos muy disímiles entre sí. Vincular la memoria del Holocausto con prácticas locales y nacionales de la memoria implica una negociación de tiempo y de espacio, y en cada país esta memoria ingresó de manera diferente, haciendo “eco” con su propio pasado. Entendemos entonces que los museos son reflejos de su propia territorialidad, y aunque se represente una memoria global y lejana, el contenido siempre se ve transformado por el lugar en el cual se exhibe.

Se evidencia en esta investigación que la memoria del Holocausto se convirtió en un paradigma desde el cual pensar los propios crímenes del Estado en cada país. Las referencias y usos del Holocausto en otras experiencias locales y problemáticas del pasado reciente y del presente sirven no tanto para homologar las experiencias como para servirse de una matriz legítima y reconocida en torno a la denuncia de los delitos cometidos por un Estado nacional o bajo determinado gobierno. Aunque los museos analizados no evidencian en sus muestras referencias directas a los crímenes locales, las formas mediante las cuales se estructuraron esos relatos museales reflejan características propias del territorio en el cual se emplazan.

A su vez, la introducción de la memoria del Holocausto en cada país se vio moldeada por las experiencias locales, es decir se observa un proceso de mutua retroalimentación entre estas memorias. Las memorias del Holocausto se construyeron en cada país al calor de los procesos y tiempos internos. Queda abierto el desafío en estas instituciones de “descentrar el centro”, es decir establecer un intercambio con los recorridos establecidos por los sitios de memoria locales o museos sobre los pasados recientes para generar y promover un dialogo de esa memoria global con las experiencias nacionales.

Buenos Aires, 14 de Marzo 2023

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1 Para profundizar ver Guglielmucci, Ana (2011), Besse Juan, Messina Luciana (2019), Lampasona, Julieta, Balé, Cintia (2023), Larralde Armas, Florencia (2022), entre otros.

2Este recorte temporal hace referencias a las presidencias de Néstor Kirchner (2003-2007) y de Cristina Fernández de Kirchner (2007, 2011- 2011, 2015). Para profundizar, ver Balé, Cintia (2023).

3El Proyecto del Parque de la Memoria comenzó a ser debatido en el año 1996 y se concretó en el año 1998

4Para complejizar este aspecto, los organismos de derechos humanos durante la década de los noventa se mostraron mayormente reacios a las propuestas de carácter museístico, al asociarla, según Guglielmucci a la idea de cementerio (Guglielmucci, 2013: 40). Durante esos años, el qué hacer con la memoria, cómo representarla y en dónde fueron preguntas que atravesaron a los organismos de DDHH y convivieron además con el poco interés del estado por desplegar estas memorias.

5Se hace referencia al relato museístico que tiene como protagonistas a las víctimas e incorpora poca información sobre los perpetradores y responsables de los crímenes. También, se debe tener en cuenta que la incorporación de las víctimas es selectiva. Para profundizar, Wechsler, W. (2016) (2018).

6Ejemplos de estos usos se evidencian en el trabajo de Kahan y Lvovich (2016). Allí se afirma que para los organismos de derechos humanos, “El genocidio nazi resultó un espejo en el que mirarse, un reservorio de significados y conceptos, una metáfora a la que recurrir independientemente de las enormes diferencias entre ambas experiencias.” (p. 328). También, como se afirma en el trabajo, las movilizaciones en demanda de juicio y castigo a los militares y civiles responsables por la represión dictatorial, los asistentes solían y suelen entonar una consigna que dice: “Como a los nazis, les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”, unificando así la lucha argentina con la de las víctimas del Holocausto.

7Información extraída de la web del museo (http://www.mdh.org.gt/)

8Todas las entrevistas que contiene este trabajo fueron realizadas por la autora de manera virtual, mediante la plataforma Zoom, durante el período de pandemia mundial, entre abril de 2020 y junio de 2021. Por el particular contexto internacional, las entrevistas debieron realizarse me forma virtual.

9González fue entrevistado por la autora en diferentes ocasiones. Este apartado fue tomado de la entrevista realizada por la plataforma Zoom el día 1 de julio del 2020.

10Entrevista realizada por la autora a Marco González el 1/7/2020.

11Entrevista realizada por la autora a Marco González el 1/7/2020.

12https://www.yahadmap.org/es/#map/

13Entrevista realizada por la autora a Marco González el 1/7/2020.

14Entrevista realizada por la autora a Marco González el 1/7/2020.

15En su traducción al castellano: “El trabajo libera”.

Recibido: 29 de Marzo de 2023; Revisado: 07 de Junio de 2023; Aprobado: 13 de Noviembre de 2023

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