SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.27 número1Tempos de dizer, tempos de escutar. Testimonhos de mulheres no Brasil e no Argentina. Danielle Tega (2019) Sao Paulo, Fapesp/Intermeios (Coleção Entregéneros), 272 pp.Tras las huellas de Ruth Mary Kelly: feminismos y prostitución en la Buenos Aires del siglo XX. Deborah Daich (2019). Buenos Aires, Biblos, 200 pp. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Mora (Buenos Aires)

versión On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.27 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2021

 

Reseñas

Inflexión marica: Escrituras del descalabro gay en América Latina. Diego Falconí Trávez (ed.) (2018). Barcelona/Madrid, Egales. 358 pp. De lo gay a lo marica: nuevas miradas sobre la sexo-disidencia en la América Latina del siglo XXI

Sebastián Riquelme1 

1 Universidad Adolfo Ibáñez, Facultad de Artes Liberales, Santiago de Chile. riquelme.sebastian@gmail.com

Con el título Inflexión marica: Escrituras del descalabro gay en América Latina (2018), Diego Falconí Trávez (Universitat Autònoma de Barcelona) presenta una recopilación de textos que respondieron a una convocatoria realizada por el editor en 2017; el resultado es este diverso conjunto de dieciocho artículos y tres relatos de ficción organizados en cuatro partes, que viene a complementar una mirada crítica que hace ya algunos años se está dando en el panorama cultural latinoamericano respecto de la teoría queer, con un profundo espíritu deconstructivista que quiere desmantelar el sentido que las etiquetas aplicadas a las manifestaciones culturales, políticas y artísticas LGBT+ han tenido en América Latina. Este libro se inserta en una amplia discusión crítica no solo presente en la academia, con numerosos libros editados recientemente dentro y fuera de la región y todavía más artículos en revistas académicas, sino que en acciones que están presentes en la agenda pública y política en buena parte de los países del continente. Esta nueva recopilación de diversos artículos actualiza el debate, precisamente por la diversidad de puntos de vista que aporta y por la cercanía de los planteamientos con problemáticas urgentes y presentes.

Un primer objetivo del libro es preguntarse, desde varios frentes, sobre la pertinencia de continuar usando “lo gay” como etiqueta totalizante. Tempranamente en la introducción, el editor apunta que “especialmente en los últimos quince años (…) la palabra ‘gay’ -que reactualizó a otras tantas: pederasta, sodomita, nefando, uranista, homosexual- se ha convertido en un ropaje identitario demasiado corto o demasiado largo para dar abrigo político a ciertos cuerpos” (p. 9). Palabras pensadas como adjetivos han devenido nombres, como “gay” y “queer”, y son cuestionadas como tales, siendo sustituidas por “marica” y “loca” o incluso “cuir”. No es la intención, ni de la introducción ni del contenido de los artículos, proponer una nueva normativa terminológica ni taxonómica, lo que no sería más que el recambio de unas etiquetas por otras, sino más bien tomar distancia de dichas normatividades. En ese contexto, ¿por qué “marica”? Porque, como indica Falconí en una nota al pie, “la elección de la palabra ‘marica’ busca dar cuenta, gracias al legado feminista, de una estrategia de reapropiación de un insulto para politizarlo” (p. 12, nota 3).

Un segundo objetivo del libro es el de existir y ser publicado en este preciso “aquí y ahora”, en la América Latina de inicios del siglo XXI: la terminología mencionada, particularmente “gay”, y todo lo que se ha construido en torno y sobre ella, se descalabra ruidosamente al ser una etiqueta que ya no puede dar cuenta de las realidades políticas que pretende problematizar y debe, por lo mismo, ser examinada y cuestionada: lo gay ya se ha convertido en parte del discurso hegemónico y ha servido de soporte a políticas liberales de pretendida inclusión y equidad mediante lo que el editor llama homonormatividades, y es la misma región en la que otras problemáticas como las minorías étnicas y las clases sociales más desprotegidas siguen desnudas y vulnerables, desprovistas de ese abrigo político arriba metaforizado. Lo que observa Falconí es que en América Latina ya está en curso una inflexión, una de corte marica, en la que el discurso normalizador es fuertemente cuestionado desde distintos puntos de vista.

En la primera parte, cuatro artículos se hacen cargo de acercar las problemáticas de la disidencia sexual latinoamericana a los ojos del lector contemporáneo. El ensayo que abre el libro, “El ano dilatado: un siglo de deseo pederasta en América Latina”, de Joseph M. Pierce ya fija el tono crítico que se observa en la mayor parte del libro. Una revisión documental de la mirada médica higienista, cuando no directamente freudiana, sobre los placeres del coito anal y lo insólito que le parecía aquello al discurso normativo, nos habla desde primeras fuentes sobre cómo era “estudiado” el tema desde tan temprano como el fin de siglo cubano. La pregunta del médico argentino Lugones, “¿El pederasta goza en sus coitos?” (p. 31), mezcla de perplejidad heteronormativa y de curiosidad positivista, articula la reflexión que lleva al autor a sugerir “una continuidad discontinua entre los intentos por normalizar la sexualidad a comienzos del siglo XX y las formas actuales de politizar la homosexualidad en un mundo globalizado. Pederasta. Invertido. Gay.” (pp. 38-39); lo que se sugiere sobre el uso de clasificaciones clínicas y culturales precisamente da fuerza al cuestionamiento crítico de “lo gay” ya visto en la introducción.

El segundo artículo visita el intercambio epistolar, en la forma de postales firmadas con seudónimos femeninos, entre los autores Severo Sarduy, Reinaldo Arenas y Manuel Puig entre los años sesenta y setenta. La autora Alejandra Vela Martínez recurre a las mismas postales para plantear interesantes reflexiones sobre el tono de lo femenino de estas “locas” de escritura brillante. En el tercer artículo, “Amistades queer”, Mariano López Seoane conecta sus reflexiones personales sobre la amistad con y entre personas queer con una base teórica y filosófica sobre la amistad, la cual tradicionalmente se ha visto como una cuestión masculina, precisamente porque allí donde lo disidente sea visto como ilegal, sucio o desviado, “la amistad no debería conducir al crimen o a la falta, ni a acciones que puedan dañar la res publicae” (p. 62, el énfasis es original). El autor finaliza comentando algunos aspectos de amistades con y entre personas queer de la Argentina del siglo XX, como entre José Bianco y Victoria Ocampo en la época de SUR, entre Eva Perón y su sastre Paco Jamandreu, y entre Néstor Perlongher y la activista feminista Sara Torres. El cuarto artículo, escrito por Javier Gasparri, toma la posta de la figura de Perlongher para comentar en detalle sus intervenciones en la revista El Porteño, aportando nuevos e interesantes antecedentes para el estudio de un incombustible Perlongher.

La segunda parte del libro reúne siete diferentes miradas al uso actual de la etiqueta gay. En “¿Fracaso gay? Notas para una gramática del éxito sexo-afectivo”, Alberto (beto) Canseco y Eduardo Mattio se preguntan desde varios puntos de vista qué es “lo gay”, bajo qué parámetros se puede atribuir esa etiqueta y, a la luz de ello, cómo se da la representación de lo sexual y lo afectivo en productos culturales propios del capitalismo tardío, particularmente en la Argentina actual. El punto más interesante de este ensayo es que los autores arguyen que las formas de representación de las relaciones sexo-afectivas LGBT+, junto a posibilidades de éxito o fracaso en ellas, dan cuenta del problema central en la categorización simplista de lo gay en el contexto mencionado. Así, el “éxito” sexo-afectivo se mediría en un determinado “final feliz” de acuerdo con una escala de estabilidad y apego a normas que, por ejemplo, se ven reflejadas en la consecución del matrimonio igualitario en la Argentina y otros países, logro que puede ser importantísimo para algunos sectores de la comunidad LGBT+ pero para otros es el inicio de una homonormatividad neoliberal que al menos debe ser objeto de crítica y análisis, de lo que se desprende una sana sospecha de “lo gay”.

En esa misma línea, Mauricio List Reyes examina una problemática similar en “Gay a la mexicana”, acertado título que propone mirar la ya mencionada etiqueta desde los setenta hasta ahora, preguntando si sigue significando lo mismo en un sentido de lucha política, en contraste con el contexto anglosajón. La revisión del término desde el porfiriato hasta nuestros días hace un juego con el postulado central del libro, aterrizado a la historia cultural y política mexicana, proponiendo así que los términos viajan y por lo mismo deben ser revisados. El autor ofrece además una muestra de la complejidad que implica usar el término “gay” y también dejar de usarlo, mediante testimonios recogidos por él mismo, en los cuales se entrevé que una parte importante de la problemática está atada a la cuestión de la (in)visibilización de la clase social o la etnia, por ejemplo, todas cuestiones que se refieren a “categorías de identidad [que] tienden a ser instrumentos de regímenes regulatorios” (p. 119).

Escrito en portugués, el artículo “Homonormatividade em cidades pequenas do sul do Brasil: Os processos de subjetivação, as práticas políticas de liberdade e resistência”, de los autores Emerson Martins, Maria Juracy F. Toneli y Adriano Beiras, continúa la línea de los artículos anteriores, criticando los parámetros culturales y políticos con que se ha asumido la homosexualidad en algunas partes de un país tan diverso como Brasil, particularmente en las ciudades más pequeñas del sur, donde se configura un particular escenario para la comunidad LGBT. Recurriendo a una base teórica sobre la noción foucaultiana del poder, el artículo propone deconstruir los binarismos que no solo se dan en la visión heterosexual sino que además fomentan una homonormatividad que va a contrapelo de la diversidad. “La posible resolución al dilema de la diferencia”, opinan los autores, “puede tener como fundamento la comprensión de una igualdad que se apoya en las diferencias” (p. 139).

El siguiente artículo, “Disonancia sexual: Formas de la imaginación punk interrumpiendo la asimilación gay”, de Nicolás Cuello y Lucas Morgan Disalvo, destaca particularmente como uno de los más interesantes por la amplitud, claridad y metodología expuestas, con una rica información basada en fuentes primarias, principalmente revistas punk argentinas desde los ochenta en adelante. El artículo comienza trazando la etimología de la palabra punk, término que se habría originado, según una de las referencias, para denominar a los homosexuales pasivos, “chicos jóvenes, sin dinero, [que] iban a parar a las cárceles para satisfacer los deseos sexuales de los presos”, originado a su vez en el nombre dado a la madera seca para prender un fuego, que a la vez puede llamarse faggot, uno de los términos más despectivos incluso actualmente para referirse a un homosexual, contrariamente a gay que se usaba como sinónimo de “alegre” hasta entrado el siglo XX. A partir de esa divergencia semántica, los autores revisan la historia del punk argentino y de cómo fueron doblemente marginalizados: la escena musical más periférica de todas, el hardcore/punk, apartaba a las bandas sexo-disidentes, cuestión que provocó la aparición de una escena homocore o queerpunk local, términos adoptados de las escenas marginales similares en el norte. Las manifestaciones estudiadas giran en torno al fanzine Resistencia, editado por Patricia Pietrafesa, figura central del movimiento junto a Eduardo “el Profe” Valenzuela, quien en la misma revista y otras instancias recoge elementos foucaultianos para ejercer y explicar la doble militancia que surge del cruce posible entre la existencia gay y la actitud punk. Continúa el artículo examinando otras dos instancias contraculturales, el fanzine Homoxidal 500 y el espacio Re.S.A.Ca. (Espacio por una Revolución Sexual Anticapitalista), para llevar este cruce gay/punk hasta el presente siglo y relatar cómo la lucha de este movimiento va adaptándose a un nuevo establishment, la nueva institucionalización gay/lésbica o las “retóricas corporativas de la alegría docilizante del orgullo gay” (p. 159), que otros artículos han revisado. Cierra el artículo volviendo a una cuidada elaboración teórica sobre el funcionamiento de las disidencias sexuales que dejan de ser disidencias políticas, particularmente las que se articulan en la Comunidad Homosexual Argentina y su sucesora, la Federación LGBT, tan distantes de otras figuras como “la loca y lo marica” (p. 162) como los punks del discurso neoliberal.

Los siguientes tres artículos que completan la segunda parte toman tres puntos de vista para tensionar la etiqueta gay desde una perspectiva que critica a la vez el heteropatriarcado, el neoliberalismo y el persistente colonialismo: Yos (erchxs) Piña Narváez lo hace desde la negritud marica y caribeña o parchita (una etiqueta vernácula) en “Estx cuerpx otrx. De narrativas parchitas no heterocomplacientes y de fabulaciones (de)coloniales”, reflexionando desde su propia persona e historia sobre la violencia, expresada como la “rarificación de nuestrxs cuerpxs otrxs”. Luego, Martín A. De Mauro Rucovsky realiza un análisis comparado de dos películas argentinas recientes y la forma en cómo estas representan a los chongos o taxi boys desde una perspectiva marginal donde lo gay, blanco y anglosajón, ya no significa lo mismo que en el Norte ni en las metrópolis sureñas que lo imitan. Por último, el editor Diego Falconí Trávez escribe un interesante ensayo a dos voces, una personal y una teórica, sobre las experiencias de la discriminación a lo latino en Europa y Estados Unidos, demostrando que el ciudadano latino sexo-disidente sigue siendo marginado en el primer mundo, ya no por gay sino por latino.

La tercera parte del libro gira alrededor de la violencia o, más bien, de las respuestas desde la primera persona a estas violencias, en plural, que aún se ven en nuestra región: en orden, y omitiendo los títulos de los ensayos, siete autores abordan las múltiples discriminaciones y opresiones sobre grupos particulares de personas. Inicialmente, Fernando Us muestra cómo las formas de agresión coloniales contra las personas indígenas se reinventan en otras nuevas que no solo repiten aquellas sino que las agravan cuando se trata de homosexuales indígenas. En la misma línea, María Galindo, desde Bolivia, critica de manera similar la forma en que sectores de izquierda y de reivindicación indígena repiten patrones de normalización que excluyen a las lesbianas que además no cumplen los estándares de belleza occidentales, haciendo patente que aquellos sectores de los cuales se podría esperar cierto progreso más bien se han plegado a la homonormatividad que otros autores han cuestionado y que requiere una respuesta activa y activista como la que la autora despliega. Ricardo Luna hace lo propio desde la seropositividad de Ecuador, autobiográficamente, relatando episodios aún demasiado familiares en todo el continente, para cerrar con una de tantas respuestas a la marginación y el descuido por parte de la sociedad establecida: las acciones de arte. Seguidamente, Gaspar Sánchez, activista gay e indígena, explica, también desde un lugar personal y con un tono cercano al manifiesto y al testimonio, lo que se está haciendo en Honduras y lo que queda pendiente en materia de derechos humanos y civiles. Guz Guevara, desde México, narra su experiencia desde otro tipo de discriminación, la recibida por ser gay y la que experimenta por desplazarse mediante una silla de ruedas: “He de confesar que mucho tiempo atrás llegué a creer que la gente a mi alrededor me realizaba una especie de favor por el simple hecho de convivir conmigo” (p. 285). Esta declaración podría leerse como hecha desde la silla de ruedas o desde esa zona de exclusión llamada LGBT+, pero el autor la desarrolla como una crítica a esa homonormatividad que, allí donde los autores anteriores la percibían como una cuestión étnica o social, aquí se revela en el testimonio de una mirada condescendiente, en el mejor de los casos; en el peor, ser objeto de apuestas por parte de ese nuevo establishment que pareciera olvidar la discriminación una vez que ha sido aceptablemente normalizados. Esta vez, la respuesta del autor, a esa misma comunidad gay, es “no me tomes a mal cuando te pida que odies menos” y que “el más valioso sentido de incluir significa que ayudes a garantizar que eso que llamamos derechos se cumplan a diario para que nadie, ni siquiera en el antro gay, sea pisoteado bajo ninguna circunstancia” (p. 290, los énfasis son originales).

Las escrituras tecno-decoloniales de Jorge Díaz y Johan Mijail, biólogo chileno y performer dominicano respectivamente, nos dejan un collage de textos de muy diversas fuentes que constituyen una adaptación del primer capítulo de su libro Inflamadas de retórica: escrituras promiscuas para una tecno-decolonialidad (2016). Posiblemente este sea el texto más complejo de la antología, y sigue manteniendo la línea personal y activista de la tercera parte. Finaliza esta con Kelly Perneth, con el último y posiblemente el más radical de los dieciocho ensayos del libro, en el que atrevidas reflexiones sobre lo anal, el posporno y “la experiencia corporal feminista y racializada en el contexto andino” (p. 309) le permiten argumentar sólidamente que “lxs sujetxs de investigación somos también sujetxs de conocimiento” (ibidem), dando paso luego a una interesantísima autoentrevista. Es muy interesante que este ensayo sirve como respuesta a los problemas planteados en el primero de los artículos, cerrando un círculo que ha englobado una gran variedad de puntos de vista críticos.

La cuarta y última parte del libro contiene tres textos de ficción: “Preludio en boricua patas-atrás (pequeño cuento de hadas)” de Lawrence La Fountain-Stokes; “Piquero (fragmento)” de Pablo Fernández; y “Sangre de amor correspondido” de Alexander Obando. Sin ahondar en ellos, estas prosas literarias permiten recoger y posicionar la amplia variedad de propuestas de re- y de-construcción de los dieciocho ensayos y artículos anteriores. En ese sentido, es posible ver a través de ello una pequeña pero significativa muestra de qué es lo cuestionado cuando se habla de un “descalabro gay”, a la vez que reconocer en estos trabajos de ficción al menos algunas de las características de esta coyuntura política y cultural, esta inflexión marica que da título al libro.

Inflexión marica actualiza y revitaliza una discusión que necesita ser formulada desde lo local y lo contemporáneo, toda vez que las discusiones sobre la identidad, el respeto y la inclusión se están dando en la región en la política formal pero también en los aspectos culturales y sociales. La mayor fortaleza, paradojalmente, es que pareciera ser insuficiente para abarcar todo lo que está pasando en América Latina, porque mientras más facetas parciales son analizadas por los autores en la forma de “lo marica + algo” (la biopolítica, la normatividad, la contracultura, el racismo, la discapacidad, la violencia y la discriminación desde fuera pero también desde dentro de lo LGBT+), se hace más evidente lo que todavía no se ha dicho en torno a estos temas, en esta época y en este continente. En ese sentido, este libro se presenta como una de esas puertas que una vez abiertas, difícilmente pueden cerrarse.

REFERENCIAS

Inflexión marica: Escrituras del descalabro gay en América Latina. Diego Falconí Trávez (ed.) (2018). Barcelona/Madrid, Egales. 358 pp. De lo gay a lo marica: nuevas miradas sobre la sexo-disidencia en la América Latina del siglo XXI [ Links ]

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons