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Revista SAAP

versión On-line ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.16 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene. 2022  Epub 06-Jun-2022

http://dx.doi.org/10.46468/rsaap.16.1.r4 

Reseñas

Polarizados ¿Por qué preferimos la grieta? (Aunque digamos lo contrario)

Luis Alberto Quevedo

Ignacio Ramírez

Kordon, Leonardo. Capital Intelectual, 2021. 160p.

Los discursos que piden cerrar “la grieta”, que buscan superar la “polarización” y alimentar la “ancha avenida del medio”, que pretenden alcanzar consensos o unir a los argentinos se repiten, cada vez más, entre la ciudadanía y la dirigencia política. Sin embargo, se posicionan en alguno de los polos políticos que configuran esta polarización de la política argentina que tanto buscan evitar.

En el libro “Polarizados”, Luis Alberto Quevedo e Ignacio Ramírez presentan una serie de artículos que buscan rastrear las causas y analizar las consecuencias principales de la polarización política en la Argentina. Una destacada selección de investigadores y académicos realizan, desde diferentes enfoques, valiosos aportes en pos de profundizar el entendimiento de un fenómeno que da forma, estructura y configura el espacio público. Esta recopilación ofrece respuestas y nuevas preguntas desde las ciencias sociales al fenómeno de la politización política. Los cinco trabajos que componen este libro ayudan a comprender desde distintas dimensiones un tema que merece ser analizado en profundidad.

En el primer artículo, Quevedo y Ramírez presentan la polarización política como el fenómeno más importante de la cultura política de la actualidad y como la fuerza que produce que todos los posicionamientos y acciones políticas cedan ante la naturaleza estructural de esta dinámica. De este modo, se da cuenta del PRO como un partido que nace de una promesa de finalizar con la confrontación a conformar con el tiempo uno de los polos de enfrentamiento. Del mismo modo que Cristina Fernández de Kirchner, gran articuladora de las pasiones políticas contemporáneas, recorre un camino en busca de consenso y acuerdos, pero que a partir del 2008 pasa a una abierta conflictividad como centro de gravedad. Los autores afirman que para comprender el funcionamiento de la polarización, más útil que pensarla desde arriba o desde abajo, es entenderla como un círculo virtuoso o vicioso que se retroalimenta. Finalmente, destacan la segregación ideológica y la expansión del bipartidismo negativo como rasgos distintivos de un fenómeno que, en muchos casos, se presenta de forma asimétrica y con un alto componente de negatividad hacia el otro.

Casullo y Ramírez presentan el modo en que, desde un enfoque desde abajo, la competencia política se centra en clivajes estructurales asociados a desacuerdos ideológicos. Tres dimensiones clásicas de la sociología política se muestran en plena vigencia como estructuradoras de la política contemporánea: la clase social, la edad y la ideología. El análisis de cada una de estas dimensiones da cuenta de que los votantes de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos piensan y perciben la realidad de formas disímiles y antagónicas. Esto da muestra, a tenor de los autores, de que existe una correspondencia entre la idea de una polarización desde arriba, con origen en las elites políticas, y desde abajo, fomentada desde la ciudadanía. Este artículo también busca dar cuenta de factores positivos de la polarización, en tanto reduce la desafección ciudadana, disminuye la abstención electoral y presenta con claridad los contrastes existentes en la oferta electoral. Cada vez más lejos de parecerse iguales, las opciones que da la oferta electoral evidencia y potencia las diferencias. Las visiones diferentes sobre la realidad política, fundadas en clivajes sociales existentes, da muestra de un fenómeno que no es caprichoso, sino que está fuertemente establecido.

El concepto de péndulo no es nuevo en la literatura académica argentina. Emmanuel Álvarez Agis hace uso de dicho concepto para definir el cambio de gobiernos de corte liberal o conservador a gobiernos de corte popular. Uno de problemas centrales en cada uno de estos cambios se relaciona con la inflación y con los dos paradigmas teóricos que la analizan: el ortodoxo o monetarista y el heterodoxo. La inflación, lejos de ser pensada como un problema técnico, cobra toda su dimensión política como reflejo del conflicto redistributivo, en donde se determinan ganadores y perdedores, y en la búsqueda de un equilibrio en el cual ningún reclamo pueda imponerse por sobre el resto. El otro factor que expresa el conflicto distributivo es el tipo de cambio, es decir, el valor del dólar. De este modo, todo conflicto en torno a su valor es siempre un conflicto en relación a la distribución de ingreso. La polarización política se alimenta a partir de la identificación de cada uno de los polos, en tanto cada uno de ellos se inscribe en ciertas aspiraciones económicas. Como bien destaca el autor, imponer un modelo económico implica detentar una hegemonía que permita desarrollar el plan propuesto. Así, se presentan dos formas de lograr buenos resultados, tanto en relación a la inflación como respecto a poner en marcha la economía: a) una forma traumática en forma de estallido, que determine una nueva hegemonía de uno de los polos; o b) una forma basada en un acuerdo político que contente a los dos polos existentes.

En el cuarto artículo, Facundo Cruz asigna un comportamiento racional a los actores partidarios, en la medida en que existe un correlato entre la polarización ideológica entre las elites y la polarización en la ciudadanía. El modo en que se ordena la competencia electoral se condice con el aumento de la polarización. En este sentido, se analizan los factores políticos e institucionales de este fenómeno. Un recorrido histórico desde 1983 presenta como resultado la consolidación del bicoalicionismo polarizado, surgido de procesos políticos en donde hubo vaivenes en el modo en el que estuvo compuesto el sistema de partidos, dando cuenta de la manera en que las coaliciones electorales se relacionan con el ordenamiento de la competencia electoral. Los procesos de desnacionalización en las provincias, las modificaciones de las estrategias de los partidos nacionales y la implementación de las PASO son algunos de los factores que influyeron en el establecimiento de este bicoalicionismo polarizado. La conformación de coaliciones otorga rédito político y electoral y, ya lejos de ser una rareza, es la norma del sistema de partidos argentino, que no solo ordena la competencia política, sino que contiene la creciente polarización que se caracteriza por la toma de posturas radicalizadas de dirigentes y partidos dentro de las colaciones, evitando la aparición de nuevos partidos extremos o la fragmentación del sistema de partidos.

En el último artículo, Natalia Zuazo y Natalia Aruguete afirman que la polarización existe antes y más allá de las redes sociales. En la polarización política conviven tanto la polarización ideológica como la polarización afectiva. Esto alimenta las narrativas cada vez más cerradas sobre sí mismas, que se muestran con una fortaleza impenetrable para otras narrativas. Nos posicionamos más cerca o más lejos de quienes consideramos mejor a partir de nuestras concepciones y son los mecanismos de asimilación y contraste los que dan sustento a dichos posicionamientos. Instalar o disputar una agenda no es algo que las redes puedan realizar por sí solas, ya que para esto es necesario el involucramiento, como mínimo, de medios tradicionales, influencias digitales y actores políticos. Los medios por sí solos no son los creadores de la polarización, pero sí tienen un rol activo a la hora de fortalecer divisiones y resentimientos tribales. Pero toda trampa tiene su salida: diferentes reclamos populares dan muestra de ello a partir de la utilización de narrativas transversales que se elevan por encima del “laberinto” y la medición de la correlación de fuerzas, que evitan el escándalo de los escenarios mediáticos digitales polarizados, mostrándose como una estrategia posible.

Este libro aporta profundidad a los análisis sobre la polarización política, identifica cómo se articula con diferentes dimensiones de las ciencias sociales y asume que, del mismo modo que la ley de gravedad afecta los movimientos de todas las cosas, la polarización política condiciona el modo en que se dan las acciones materiales y simbólicas del mundo político.

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