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Cuyo

versión On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.36 no.1 Mendoza jun. 2019  Epub 24-Nov-2020

 

DOSSIER: FILOSOFÍA Y GÉNERO EN CHILE

Irrupción de una nueva generación de mujeres filósofas en Chile

Irruption of a new generation of women philosophers in Chile

José Santos Herceg1 

1Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile. Contacto: Jose.santos@usach.cl

¿Cómo hablar de filosofía y género en Chile sin incurrir en el habitual monólogo machista, irrespetuoso y, en definitiva, fuera de lugar? Esta misma pregunta, con la que abro esta presentación, no hace más que demostrar el riesgo: un hombre que al proponerse hablar sobre género, solo se le ocurre referirse al problema de ser hombre y hablar al respecto. La autorreferencia una vez más. Con razón Raúl Fornet-Betancourt hablaba de sí mismo como un “testigo sospechoso”. Como sea, es a raíz de ello que en esta oportunidad son ellas -las filósofas chilenas- las que hablan de sí mismas. Cinco filósofas fueron convocadas a referirse al tema general de la filosofía y el género en Chile. No se trata, sin embargo, de cinco pensadoras al azar, sino de cinco filósofas que pertenecen a una nueva generación de pensadoras chilenas. Una generación que ha irrumpido en los últimos años en el mundo académico reclamando para sí, en consonancia con las reivindicaciones generales del movimiento feminista, el lugar que les pertenece por derecho propio.

La irrupción de la que hablo es, hay que decirlo claramente, en extremo reciente. De hecho, si observamos el lugar que ocupaban las filósofas en el Chile de hace tan solo unos años atrás, el panorama era desolador. Si tomamos, por ejemplo, el total de filósofas contratadas en las universidades hace cinco años (2014), ellas representaban un escaso 17,03% del total. Aún peor es el resultado si observamos los 30 años iniciales de FONDECYT (1982-2011): tan solo un 13,17% de los proyectos fueron liderados por mujeres. Todavía más extremos resulta mirar los libros de filosofía publicados entre 1910 y 2010, pues en este caso solo en un 7% del total aparece alguna mujer como autora, co-autora, traductora, o compiladora. Estos libros, además, fueron publicados por un grupo de tan solo 18 mujeres. Sin ir más lejos, si analizamos las ponencias y conferencias presentadas en los Congresos Nacionales de Filosofía de 2009, 2011, 2013 y 2015, la presencia femenina representaba en promedio un 16,2%. Mirando estas y otras cifras la conclusión es que, como escribió en su momento Valentina Bulo, la presencia de mujeres en la filosofía en Chile podría ser caracterizada como “representantes excepcionales del género”(2013, 81). En otros términos esto ya lo había dicho expresamente Cecilia Sánchez cuando se refirió al espacio de la filosofía como un “terreno masculino”, donde el trabajo de las mujeres es recibido con “indiferencia” (2008, 361), donde las mujeres, según habría dicho Carla Cordua en una entrevista, tienen enormes dificultades para encontrar un puesto de trabajo, donde son aisladas por su grupo de colegas y hacen el trabajo que no interesa a nadie (ibíd., 356).

En los últimos años, sin embargo, esta situación ha cambiado ostensiblemente. Ello ya se puede percibir, por ejemplo, en el hecho de que la cantidad de mujeres contratadas en las universidades en los últimos cuatro años (2014-2018) aumentó de 34 a 53 pese a que el número total de filósofos con puestos fijos casi no subio (196 a 201). Más sorprendente aún es lo ocurrido en el concurso FONDECYT de 2017 al que postularon 7 mujeres: 3 obtuvieron financiamiento (42,9% de aprobación). Como ese año se financiaron solo 11 proyectos, esto implicó que los liderados por mujeres fueron el 27,2%, lo que representa más del doble de su presencia histórica. Estas y otras cifran se podría traer a colación para mostrar que la presencia femenina en el campo de la filosofía en Chile está aumentado significativamente. No se trata sin embargo, tan solo de una cuestión de cantidad, sino que también de visibilidad. Las filósofas van ocupando espacios, lugares tanto académicos como directivos. De ello es expresión, y tal vez punto de partida, el Congreso llamado “Filósofas en Contexto” organizado por varias instituciones (Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago, Universidad Diego Portales y Universidad de Chile) en octubre de 2014. En este primer encuentro nacional, una veintena de filósofas comenzaron un movimiento que, con los años ha ido consolidándose. El punto de partida de este movimiento está muy bien expresado en la convocatoria a dicho evento:

Desde tiempos inmemorables los ámbitos de la filosofía y el saber han escrito su historia dejando de un lado los aportes con los que las mujeres, en distintas épocas y lugares, han contribuido a su avance […] Chile y sus universidades no han sido ninguna excepción. La presencia del género femenino ha sido -y en algunos lugares lo sigue siendo- casi nula o poco significativa, sobre todo en lo que a publicaciones y cargos de responsabilidad se refiere. Y eso a pesar de que el número de las mujeres que obtiene grados académicos de Licenciatura, Magister y Doctorados en Filosofía, ha aumentado considerablemente.

Dado este estado de cosas, el encuentro se planteaba expresamente exigir el pago de lo que las convocantes llaman “la deuda histórica con las filósofas”. Un par de años después (2016), las ponencias de dicho encuentro se publican en forma de un libro que, como dice en su presentación: “[…] busca iniciar una reflexión en temas de género, centrándose en la situación de las filósofas en el contexto chileno y haciéndose eco del deseo de situar a las filósofas en el contexto discursivo y académico que les corresponde, reivindicando a su vez su producción escrita y poniendo en valor su trabajo investigativo”. El presente dossier se enmarca en este mismo objetivo.

El texto de María José López, con el que abrimos, es justamente un escrito que hace un recorrido histórico hasta la conformación en los años ‘60 de un grupo fundacional de mujeres filósofas en la Universidad de Chile. Destaca allí las figuras de Eliana Dobry y Patricia Bonzi, quienes siendo muy jóvenes comienzan una carrera académica como ayudantes y luego como profesoras. López pondrá de manifiesto que en el caso de ambas pensadoras se da la superación de las dicotomías aún hoy vigentes entre lo académico y lo político, por una parte, y entre ser meras profesoras-lectoras y filósofas creativas e investigadoras, por otra.

A continuación se presentan los textos de Lorena Zuchel y Karen Glavic que tienen en común el detenerse en el análisis de la situación actual de las mujeres en el ámbito de la filosofía chilena. El artículo de Zuchel lleva el sugerente título de “Filosofía sin llorar. Algunas constataciones sobre ser filósofa en Chile” y está referido, sobre todo, a la situación de la mujer en el ámbito de la academia y al ejercicio profesional de la filosofía. Allí la autora echa mano de diversos materiales -datos empíricos, textos y relatos- con el objeto de problematizar la idea de la “ausencia e invisibilización” de la mujer en el campo de la filosofía en Chile. Cierra su escrito refiriéndose a la posibilidad de hablar de una “filosofía otra”, o de lo que se pudiera llamar una “antifilosofía”. El artículo de Glavic, por su parte, presenta un análisis más ligado al contexto político chileno, es decir, a lo que se ha llamado “posdictadura”. En este momento histórico, la autora busca, dicho con sus palabras, “repasar algunos cruces entre feminismo y filosofía […] recogiendo discusiones, voces y plumas que muestran que la escritura feminista ha sido persistente y ha ganado ‘presencia’ en el campo de la filosofía”.

El escrito de Nicole Darat se topa con el de Glavic en dos puntos: su preocupación también es el pensamiento feminista y centra su estudio igualmente en el contexto de la posdictadura. A partir de los dichos de Nancy Fraser, en el sentido de que el neoliberalismo habría cooptado el ideal feminista de la emancipación, la autora aborda el caso chileno para mostrar que durante los años 90 algunas feministas efectivamente transaron sus reivindicaciones bajo la forma de “políticas de género” y que en la actualidad se puede observar la irrupción del llamado “feminismo neoliberal”, en donde, como dice Darat, “las nociones de “emprendimiento” y “responsabilidad” reemplazan a la emancipación en un contexto de “feminización de la precariedad y la deuda”.

Cierra este dossier un texto de Giannina Burlando quien aborda el tema de la experiencia moral de la mujer en la filosofía desde un contexto amplio con el objeto de tocar el asunto que da nombre a su artículo: la “violencia epistémica”. La autora comienza proveyendo de un marco teórico contemporáneo sobre la ética y el conocer, para ello escoge detenerse en dos textos: el de Fricker y el de Medina. De allí obtendrá una serie de aportes categoriales y conceptuales que le permitirán llevar a cabo su análisis: in-justicia testimonios, in-justicia hermenéutica, del primer autor; “ignorancia activa”, “resistencia epistémica” y responsabilidad epistémica”, del segundo. Con estas categorías abordará el análisis del caso concreto chileno, aludiendo en nota a situaciones concretas de las que fuera testigo y víctima. Cierra su texto con una propuesta concreta de resistencia.

Bibliografía

Bulo, Valentina. 2013. Nosotros y nosotras: filosofía hecha por mujeres en Chile. Paralaje. Revista de Filosofía, 10: 74-82. [ Links ]

Sánchez, Cecilia. 2008. Ingreso de las mujeres chilenas en la filosofía. Problemas de visibilidad y de estilos. En Mujeres chilenas. Fragmentos de una historia, editado por Sonia Montecino, 353-366. Santiago de Chile: Catalonia. [ Links ]

Recibido: 08 de Marzo de 2018; Aprobado: 15 de Marzo de 2019

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