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Cuyo

versión On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.37 no.2 Mendoza dic. 2020  Epub 01-Feb-2021

 

Reseñas

Ramaglia, Dante y Silveira, Ronie Alexsandro Teles da (Orgs.). Miradas filosóficas sobre América Latina. Porto Alegre, RS: Editora Fi, 2020, 188 p.

Laura Aldana Contardi1 

1Instituto de Filosofía Argentina y Americana, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina. Contacto: aldanacntrd@yahoo.com.ar

Ramaglia, Dante; Silveira, Ronie Alexsandro Teles da. Miradas filosóficas sobre América Latina. ., Porto Alegre, RS: Editora Fi, 2020. 188p.

La diversidad de contribuciones plasmadas en el volumen organizado por Dante Ramaglia y Ronie Silveira ofrecen perspectivas dialógicas para pensar algunos de los problemas teóricos y prácticos de la realidad social y política de América Latina. Según se afirma en la presentación, la intención del libro tiene como horizonte la esperanza derivada de la utopía. Se procura dar cuenta de nuestros problemas y nuestras posibilidades alternativas de crear futuros alternativos, futuros más vivibles. El punto de vista de este volumen es filosófico especialmente, pero en relación con una historia de las ideas que se caracteriza por una mirada problematizadora.

Los temas que destacan en los sucesivos análisis podrían resumirse en un acotado pero significativo grupo de problemas: la compleja configuración cultural de Latinoamérica, los acontecimientos recientes que interpelan al pensamiento, los cambios políticos de las últimas décadas, la noción misma de filosofía y la función cultural de la filosofía latinoamericana, la liberación/emancipación como problema central de la filosofía latinoamericana.

Dante Ramaglia presenta “Reflexiones en torno al pensamiento latinoamericano y sus motivos fundamentales”. En ese trabajo se indaga y problematiza, en primer lugar, la cuestión de la universalidad. La idea orientadora del pensamiento latinoamericano es la de un universal concreto que asume las particularidades de las cuales parte, reconoce la diversidad social y cultural que le son constitutivas. Se trata de un tipo de reflexión que tiene como objeto central la propia situación social y cultural, una producción filosófica que intenta abordar la propia realidad.

La dimensión antropológica de la filosofía latinoamericana se analiza indagando sobre la cuestión del sujeto y el reconocimiento, especialmente a partir de recuperar la perspectiva de Arturo Andrés Roig. Afirma Ramaglia “Si el pensar latinoamericano es entendido como saber crítico, no constituye el patrimonio exclusivo de los filósofos profesionales, sino que las formas críticas de decodificación del discurso de los poderes dominantes tienen su manifestación en los procesos de emergencia promovidos por sectores subalternos (clases sociales, grupos étnicos, colectivos de mujeres, movimientos juveniles, etc.) que reivindican su condición de sujetos al reafirmar su dignidad y sus derechos propios” (p. 18). También acentúa en su análisis la posición de Leopoldo Zea acerca del reconocimiento, así como los aportes de Tzvetan Todorov y Axel Honneth.

Otro tema analizado es la articulación entre humanismo y pensamiento crítico, perspectiva en la que se da cuenta de una forma de afirmación de la condición humana que acentúa la dignidad humana frente a cualquier forma de rebajamiento o menosprecio. Esta perspectiva, que tiene formulaciones diversas en distintos representantes de las ideas de Nuestra América, da cuenta de formas de fundamentar un humanismo crítico en nuestra historia intelectual (entre quienes destacan Augusto Salazar Bondy, Leopoldo Zea, Franz Hinkelammert). Es importante señalar que el tema de la liberación es un asunto fundamental del pensamiento latinoamericano, así como la búsqueda de la emancipación humana, tema que atraviesa el volumen y queda ya planteado desde su primer trabajo.

Suze Piza contribuye con “Uma subjetividade para a próxima revolução”, capítulo en el que se abordan los vínculos entre los discursos que conforman y articulan distintas perspectivas: la antropología, la política y la epistemología. Se propone pensar menos en el conocimiento que representan estas áreas a partir de sus objetos y sus problemas y más en las subjetividades concretas que resultan de la imposición coercitiva de proyectos político-epistemológicos. La mirada adopta la noción del “Sur Global” para desarrollar su pensamiento, lo que permite pensar en la producción de subjetividades desde la interpretación que han desarrollado las epistemologías del Sur, las que tienen en cuenta a los pueblos oprimidos, a las clases subalternas, a las mujeres sufrientes y a todos los pueblos que tienen la colonialidad presente en la estructura de sus relaciones sociales.

Se analizan algunas cuestiones que interpelan al pensamiento: los elementos de la génesis de la subjetividad subalterna, los procesos por los cuales se constituyeron de esa manera y a qué tipo de proyecto responden esos procesos y la necesidad de una nueva subjetividad para la próxima revolución. Enrique Dussel, Angela Davis, Frantz Fanon, Aníbal Quijano, son posiciones que se recuperan para pensar, especialmente, las subjetividades de los brasileros y las brasileras.

Cualquier concepción antropológica del Sur implica aceptar que no estamos hablando de un individuo brasileño o latinoamericano, en ese sentido se enfatiza la necesidad de atender a las colectividades, comunidades y subjetividades en plural. Algunas bases desde las que se trabaja la discusión acerca de la formación de las subjetividades en América Latina son: hablar de subjetividad implica aludir a algo material, que se relaciona con la vida en comunidad, que la noción de subjetividad remite a un sujeto histórico-social y diverso, que conocer la subjetividad es conocer las formas de vivir las experiencias cotidianas. En relación con esto último es que el planteo parte de una situación social concreta y un proyecto de sociedad, un ser y un deber de ser. En este sentido, la desigualdad social y económica que atraviesa el continente es el punto de partida para plantear las subalternidades y la revolución.

Dos cuestiones se destacan: lucha por la vida y la lucha por el reconocimiento como forma de construcción de subjetividades e identidades que no se funden en una comparación sino como identidades propias, principalmente las de mujeres, negros y negras. Si las subjetividades surgen, se constituyen a partir de situaciones concretas, sería posible afirmar que las teorías políticas, sociales y económicas fueron construidas antes de las concepciones antropológicas. De acuerdo con esto, la concepción de la subjetividad brasilera se construyó después del proyecto de nación. La tarea epistemológica, en consecuencia, es analizar cuál es la fuente, el límite y la extensión de la subjetividad que fue propuesta, a cuál proyecto sirve y cuál será el proyecto para la construcción de una nueva subjetividad.

Brasil es una sociedad formada sobre el racismo y es un país desigual. Un proyecto político para América Latina, y un proyecto alternativo a esa desigualdad, debe posicionarse contra el capital, contra el patriarcado, contra el colonialismo y la colonialidad y contra el racismo cultural que nos atraviesa. El proyecto político para nuestro continente debe proteger la vida que está amenazada y proponer prácticas que garanticen la reproducción y el desenvolvimiento de la vida.

Ángela Sierra González se ocupa de analizar el problema de la justicia institucional y la democracia. La relación entre política y justicia e incluso la politización de la justicia es interpretada como un fenómeno multifacético. Este fenómeno se hace visible en algunas de las funciones que sumen el poder judicial: como guardián de la constitución frente a las decisiones políticas, como árbitro en conflictos que implican reconsiderar los límites del poder político, como fiscalizador de la tarea política. Complementariamente, se analiza la significación de la judicialización de la política, que si bien puede considerarse un factor nuevo en el funcionamiento de los poderes del estado desemboca en la politización de la justicia.

En el escrito de Ángela Sierra González se despliegan, en síntesis, una serie de argumentos que afirman la necesidad de independencia judicial y de reconceptualizar el rol de los jueces. En definitiva, de lo que se trata es de democratizar la justicia institucional.

Gerardo Oviedo, en “El drama de la recepción cultural periférica en la constitución del proyecto de la filosofía latinoamericana de Leopoldo Zea a Arturo Roig”, se pregunta por la posibilidad de remitir una hermenéutica devoradora a una dialéctica transcultural de la historia cultural latinoamericana la cual se articula con la pregunta por la existencia de la filosofía latinoamericana.

La argumentación de Oviedo traza una genealogía de la disputa que se ha dado por el sentido de una filosofía latinoamericana: de Salazar Bondy a Zea analiza los entramados en los que se abordó el problema de la autenticidad filosófica. En relación con Zea, Oviedo acentúa la hipótesis histórica o “arqueológico-discursiva de las yuxtaposiciones culturales”. El escrito muestra, además, el modo en que Arturo Roig plantea la cuestión de la recepción de la cultura occidental, atendiendo al proceso de transmisión y recepción a partir de indagar los alcances de la noción de legado. Oviedo sostiene que bajo los términos de una crítica de la noción de legado Roig elabora una teoría de la recepción latinoamericana. El despliegue de numerosas tesis interpretativas lleva a tratar también el tema del mestizaje y el concepto de transculturación, en el que se recupera la perspectiva del filósofo mendocino como la de Fernando Ortiz, el antropólogo cubano.

“Constituciones de sujetos emergentes en América Latina” es el título del capítulo de Yamandú Acosta. El escrito de Acosta parte de un conjunto de acontecimientos suscitados en los últimos años en América Latina, concretamente poniendo el foco en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Se refiere a los textos constitucionales como momentos formales y sustantivos en la dimensión jurídico-política pero en mayor medida se refiere a los sujetos que se constituyen a través de esos procesos constituyentes.

Yamandú Acosta asume explícitamente la propuesta filosófica de Arturo Andrés Roig, resignificando algunas de sus categorías y tesis, para considerar esos procesos de constitución de sujetos y la relación sujeto-instituciones también a partir de la perspectiva de Hinkelammert. Complementariamente, se analiza la noción de “sujeto transmoderno”, pensada a partir de las proposiciones de Dussel, como concepto o categoría analítico-crítico-normativa en las constituciones aludidas previamente. Finalmente, se analizan las constituciones en la perspectiva de la función utópica del discurso.

El ensayo de Guillermo Martínez Parra se orienta a dilucidar qué tipo de filosofía se hace en Nuestra América, filosofía en la cual la cuestión ser-deber ser se presenta como central. El autor, a partir de una valoración de la historia de las ideas en el proceso de identificar cuáles son los debates filosóficos que interpelan al pensamiento presente, aborda el tema de la dependencia como algo decisivo en el debate. De ahí que también resulte significativo trabajar sobre las filosofías de la liberación, haciendo distinciones y posicionándose críticamente ante los postulados de quienes sostienen la necesidad de un diálogo interfilosófico que no está exento, dicho diálogo, del riesgo de caer en formas de afirmación de una filosofía universal y eterna.

Los análisis desarrollados en torno a un nuevo marco ontológico y epistémico que se despliega en base a las categorías de utopraxis, eutopraxia y sujetividades eutopráxicas constituyen un intento de comprensión de lo que han desarrollado los diversos movimientos sociales emergentes nuestroamericanos. Es un esfuerzo teórico no desvinculado de la praxis. Como tareas del presente para la filosofía política se indican: la recuperación de la memoria, pensar la violencia tanto la ejercida desde el estado como la violencia contra las mujeres, la violación de los derechos humanos. Esto no solo como ejercicio de denuncia, sino que es tarea de la filosofía, para este autor, encontrar formas prácticas de resolver los problemas que aquejan a los latinoamericanos y las latinoamericanas. Asimismo, es tarea urgente la de pensar cómo eliminar el racismo, la exclusión y la segregación. Del mismo modo, se indican como tópicos ineludibles las migraciones, la comprensión de la corporalidad latinoamericana y la pobreza. Para esta tarea, la recuperación de la tradición utópica, como los planteamientos de la filosofía de la liberación son valiosos instrumentos para la propuesta de una filosofía política que asuma los desafíos ante los que se encuentra el presente.

El capítulo “La perspectiva ideológica en la historia de las ideas latinoamericanas” es presentado por Alex Ibarra Peña. El autor parte de considerar el caso de la filosofía de la liberación argentina, ya que entiende que se trata de un grupo de pensadores que han logrado cierto reconocimiento internacional que posibilitó el ingreso de la filosofía latinoamericana en otros ámbitos. En palabras de Ibarra Peña se presenta una revisión, somera y parcial, de la década de los sesenta, entendiéndola como el momento de mayor conciencia liberadora.

Luego de polemizar con algunos de los “estudios más divulgados en torno a la llamada filosofía de la liberación” (sin explicitar en detalle a qué estudios alude) se ocupa de algunos aspectos del pensamiento de Juan Rivano, filósofo anticolonialista y crítico de la universalidad filosófica. Del mismo modo se da cuenta de algunas de las lecturas de Fanon que circularon en la época mencionada, la cuestión del marxismo latinoamericano y la importancia de atender a todas estas dimensiones de análisis en el estudio de las filosofías de la liberación.

“Uma mirada sobre a América Latina” se titula el ensayo de Ronie Alexsandro Teles da Silveira. En este escrito se analizan los modos en que se ha planteado el tema de la posibilidad -o la consolidación- de una filosofía latinoamericana, el más conocido pasa por sustituir el objeto tradicional europeo por otro específico de nuestras circunstancias culturales. En definitiva, el problema de la filosofía latinoamericana se referiría a la sustitución del objeto al que apuntamos en la práctica del discurso filosófico. Si tenemos que reorientar la mirada hacia América Latina es porque se supone que tiene alguna diferencia en relación con Europa. Respecto a este problema, se identifican algunas posiciones teóricas típicas: la primera es defender la presencia de una especificidad cultural latinoamericana que funcionaría como fundamento y justificación de la necesidad de una actividad filosófica específica. La segunda, niega que haya algún carácter propio en la cultura latinoamericana que justifique un ejercicio filosófico específico. Por lo tanto, la responsabilidad de los filósofos aquí sería esencialmente la misma que la de los filósofos de otras partes del mundo, ya que el objeto con el que están tratando sería el mismo, algo relacionado con toda la humanidad.

El autor advierte que estas dos soluciones al problema de la filosofía latinoamericana defienden una noción sustancialista de cultura. Ambos planteos coinciden en la comprensión de la cultura como un conjunto de elementos que proporcionarían una base para la actividad filosófica, ya sea en una versión latinoamericana o europea. En una tercera respuesta lo que se busca es dejar de lado esa noción sustancialista ligada a la cultura presente en esas versiones anteriores, de tal manera que el problema no se limite a la oposición entre autenticidad o inautenticidad cultural de la actividad filosófica. Desde este punto de vista, el problema no es solo el de reemplazar una agenda cultural europea por una alternativa latinoamericana ya que se entiende que no existe oposición ni identidad estricta entre estas dos culturas. Esta tercera posibilidad reconoce que América Latina es el resultado de procesos de colonización aún en curso. Así, se refiere a la cultura latinoamericana como una situación de inestabilidad en la que los valores europeos intentan hacerse plenamente vigentes. Sin embargo, este proceso está marcado por una sofisticada forma de resistencia que, al mismo tiempo que asimila, también anula la tendencia integradora de esos valores. La pregunta para este tercer punto de vista no se refiere a si somos o no culturalmente idénticos a los europeos. Alternativamente, apunta a la forma en que hemos asimilado los valores europeos, cuyo efecto en nuestra cultura fue y es innegable, ya sea por las influencias del período colonial o por la tensión que ejercen actualmente en el mundo en el que estamos insertos.

El tema central de la consolidación de una filosofía latinoamericana se constituye entonces en el problema de identificar el resultado, necesariamente inestable y fluctuante, en la forma en que la cultura europea ha sido adoptada en América Latina. Se trata de reconocer que estamos ante un juego dinámico de fuerzas. En este sentido, dependiendo de factores locales, este juego de fuerzas toma la forma de diferentes equilibrios inestables, constituyendo modalidades que incluso pueden ser consideradas como formas culturales distintas o idénticas dentro de un espectro donde los extremos son la vieja Europa y América Latina -según el punto de vista analítico adoptado. El autor concuerda con esa tercera forma no sustancialista de pensar la cuestión de la filosofía latinoamericana, en la medida que se aproxima a comprender los procesos culturales a partir de su fluidez intrínseca, a partir de modos de interacción y equilibrio.

En este capítulo se trata de llamar la atención sobre el hecho de que el planteamiento de una filosofía latinoamericana debe tener en cuenta que la consolidación de un punto de vista específico para una actividad filosófica adecuada al entorno latinoamericano implica un cambio de perspectiva y no una mera sustitución del objeto al que se dirige. La formulación de una filosofía latinoamericana implica una reelaboración del propósito de la actividad filosófica en su totalidad y, por tanto, de lo que puede considerarse como su propia mirada.

A modo de síntesis, podría afirmarse que el libro que comentamos es una invitación a seguir pensando América Latina y su filosofía. Se recuperan trayectorias, tópicos y legados del pensamiento latinoamericano, con especial énfasis en las formulaciones filosóficas de ese pensamiento. El volumen deja planteados algunos temas y problemas, abre a pensar otros como ejercicio de la memoria que interpela al presente a partir de convocar voces, imágenes y escrituras que ofrecen la posibilidad de volver la mirada con renovadas preguntas a la realidad de nuestra América.

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