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Cuyo

versión On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.39 no.2 Mendoza dic. 2022  Epub 21-Jul-2023

 

Dossier

La significación cultural de la Biblioteca Pública “General San Martín”: sus comienzos históricos y su relación con las sociedades ilustradas de principios del siglo XIX1

The cultural significance of the “San Martín General” Public Library: its historical beginnings and its relationship with the enlightened societies of the early 19th century

1Instituto de Filosofía Argentina y Americana, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo / INCIHUSA-CONICET. Mendoza, Argentina. ramaglia@mendoza-conicet.gob.ar

Resumen

En el presente escrito se repasan los orígenes históricos de la Biblioteca Pública “General San Martín”, creada a comienzos del siglo XIX en la ciudad de Mendoza, Argentina. En particular, se atiende a su relación con la conformación de sociedades ilustradas que actúan durante la gestación y consecución de los procesos de independencia en el ámbito hispanoamericano. Este tipo de asociaciones tendieron a la regeneración política, económica y cultural de las sociedades tradicionales que provenían del régimen colonial, mediante la difusión de los conocimientos, la extensión de la educación y el acceso público a saberes renovadores. En este sentido, se examinan distintas interpretaciones historiográficas sobre la incidencia de las ideas de la ilustración en los movimientos revolucionarios hispanoamericanos.

Palabras clave: Biblioteca Pública General San Martín; Sociedades ilustradas; Ilustración hispanoamericana

Abstract

This paper reviews the historical origins of the “San Martín General” Public Library, created at the beginning of the 19th century in the city of Mendoza, Argentina. In particular, attention is paid to its relationship with the formation of enlightened societies that act during the gestation and achievement of the independence processes in the Hispanic American sphere. This type of associations tended to the political, economic and cultural regeneration of the traditional societies that came from the colonial regime, through the diffusion of knowledge, the extension of education and public access to innovative knowledge. In this sense, different historiographical interpretations of the incidence of the ideas of the Enlightenment in the Spanish-American revolutionary movements are examined.

Keywords: General San Martin Public Library; Enlightened Societies; Hispano-American illustration

Introducción: orígenes históricos e ideológicos de la biblioteca pública provincial

El motivo que nos convoca es la inauguración de nuestra principal biblioteca pública provincial, un acontecimiento significativo que se produjo el 9 de julio de 1822. En torno a este hecho fundacional es posible consignar algunos antecedentes y circunstancias históricas que se dieron para que comenzara a funcionar hace doscientos años una biblioteca popular en la ciudad de Mendoza.

Desde el punto de vista de las orientaciones filosóficas de la época, su creación correspondía a las ideas ilustradas que acompañaron al período en que se va a alcanzar la independencia nacional. Asimismo, este hecho estuvo asociado con la implementación de las tendencias liberales en el terreno político, que tuvieron su expresión a nivel nacional con la presidencia de Bernardino Rivadavia y su correlato en el gobierno provincial de Mendoza que se instaura a partir de la década de 1820, el cual fue acompañado de un movimiento intelectual que promovió una serie de iniciativas orientadas por estas corrientes de pensamiento.

En particular, se trató entonces de la constitución en la ciudad de Mendoza de sociedades de carácter ilustrado, que replicaban otras del mismo carácter fundadas en el ámbito hispanoamericano, conformadas por un conjunto de ciudadanos y letrados que se nuclearon por intereses y objetivos comunes, que respondían a la promoción de la cultura y el conocimiento científico como medios a través de los cuales se contribuía a reforzar la extensión de la educación en la sociedad civil, a orientar las reformas necesarias en distintas materias sociales, políticas, culturales y económicas, así como a difundir el sentido republicano en la nueva nacionalidad que se estaba constituyendo en esa nueva etapa autonomista.

Una de esas sociedades fue la “Sociedad Biblioteca Mendocina”, la cual dio origen a la anhelada biblioteca pública provincial a través de distintas instancias fundacionales que se sucedieron en ese año de 18222. Cabe aclarar que la biblioteca no tuvo en sus comienzos el sentido actual de estar disponible para todo público, ya que el criterio de pertenencia y uso de la misma se limitó a quienes fueron sus promotores, mediante una suscripción mensual o porque donaron parte de sus bibliotecas particulares que, junto a las primeras compras de libros que se hicieron entonces, constituyeron su fondo bibliográfico inicial.

Entre esas donaciones se destacó la que hizo José de San Martín, quien en ese momento se encontraba en Lima, por su relación estrecha con la provincia de Mendoza en que fue gobernador y desde donde había organizado el ejército libertador, que lo llevaron a colaborar con esta institución pública que él había promovido anteriormente mediante la iniciativa de enviar un conjunto de libros3 y lo que se denominaba entonces como “aparatos filosóficos”, entre los que se encontraban un sextante, un teodolito, un telescopio, un transportador, entre otros, a los que luego se sumó la adquisición de esferas geográficas e instrumentos que servían para estudios de astronomía, cartografía, geodesia y otras materias. De este modo, la recientemente creada biblioteca no solo satisfacía el interés por la lectura de sus usuarios, sino que contenía una sala especial que la convirtieron en escuela de estudios superiores.

Imprentas, periódicos y difusión del conocimiento en la ciudad de Mendoza a comienzos del siglo XIX

La otra iniciativa promovida por la mayoría de este grupo de aproximadamente unos treinta ciudadanos mendocinos4, que se movilizaron entonces interesados en desarrollar una acción cultural en nuestro medio, fue la fundación de la “Sociedad de Lancaster”, que aplicaría una metodología pedagógica inspirada en el sistema que llevaba ese mismo nombre. Resulta evidente la importancia que le daban los integrantes de estas asociaciones ilustradas a la difusión del saber, para lo cual las instituciones educativas eran fundamentales. Esta sociedad poseía, además, una imprenta que se sumaba a las otras existentes en nuestra provincia, mediante las cuales se comenzaron a editar los primeros periódicos locales a partir de la década de 18205.

De esos primeros diarios locales que surgieron por iniciativa de las asociaciones ilustradas provinciales poseía un lugar relevante El Verdadero Amigo del País, aparecido entre 1822 y 1824, en cuya fundación y redacción tuvo un papel destacado Juan Crisóstomo Lafinur, escritor y pensador oriundo de San Luis, quien impartió clases siguiendo este sistema educativo innovador y se inclinó filosóficamente hacia la enseñanza de la “ideología”, última manifestación de la corriente de la ilustración francesa. Entre los colaboradores de este periódico local se encontraban Juan Gualberto Godoy, Agustín Delgado, Nicolás Villanueva y José María Salinas. Los temas abordados en sus artículos se referían principalmente a economía, política, geografía, estadística, legislación, industria, comercio, agricultura y educación, por lo que no se trataba tanto de la prensa política que ya había surgido en ese momento con sus diversas manifestaciones combativas entre fracciones.

Entre las actividades que desarrollaron estas asociaciones de intelectuales puede comprobarse que la consigna relativa a la idea de “ilustrar al pueblo” se correspondía con la necesidad de contar con el acceso a la biblioteca pública, cuya función se comprendía como complementaria de la formación educacional y contribuía a la adquisición de nuevos conocimientos, que a su vez se traducían en la intención de desplegar una renovación doctrinaria en el campo político y cultural bajo la idea de llevar adelante una serie de reformas económicas, políticas, sociales y educativas. Sin duda que un medio privilegiado para comunicar las tendencias del pensamiento moderno estuvo representado en ese momento por las publicaciones periódicas que se comenzaron a editar en nuestra provincia, así como se presentó este mismo fenómeno en varias ciudades hispanoamericanas de la época. Cabe agregar que entre los diversos materiales disponibles para la lectura en la biblioteca pública se contaba con una cantidad considerable de gacetas, revistas y diarios del país y del extranjero, lo que dio inicio desde entonces a una importante colección que conformó su hemeroteca.

Las sociedades ilustradas: su acción política y cultural durante el proceso independentista

Como bien lo documenta Arturo Roig, en su estudio acerca de Los orígenes de la “Biblioteca Pública Gral. San Martín”, la generación de estas asociaciones de carácter ilustrado tenía sus antecedentes en el ámbito hispanoamericano. Siguiendo los estudios de Jean Sarrailh (1957) sobre la ilustración española, Roig constata que ya en España durante la segunda mitad del siglo XVIII, bajo el impulso de las reformas borbónicas, se constituyeron las denominadas “Sociedades Económicas de Amigos del País”, que se replicaron en el continente americano a finales de ese siglo y comienzos del siglo XIX. Estas instituciones se interesaban por el desarrollo de saberes útiles fundados en el raciocinio y la experimentación, tanto respecto del conocimiento científico como el de las artes y oficios, en especial aplicados al mejoramiento de determinadas actividades económicas -aparte de la creencia compartida en el perfeccionamiento humano y el progreso social inherente al cultivo intelectual-, bajo preocupaciones similares a las que motivaron la creación de las academias provinciales francesas. En particular, en el terreno económico estuvieron influenciadas por las ideas de la fisiocracia, debido a lo cual daban una importancia especial a la tierra como fuente de riqueza y propendían a la extensión de la agricultura. Igualmente se comprendía al comercio en su aspecto moral y civilizador, e intentaron llevar adelante iniciativas vinculadas al desarrollo de la industria (cf. Roig, 1970, pp. 11-12)6.

Como reflejo de su inclinación a las tendencias ilustradas de la época, es posible verificar que estas asociaciones le dieron una particular importancia al saber representado por los libros y su disposición en bibliotecas públicas, que además venían a poner en cuestión el orden tradicional con un mayor acceso de la población a las ideas disruptivas e innovadoras que se difundieron luego del movimiento independentista. De este modo se rehabilitaron para su lectura a numerosos textos que habían sido censurados con la vigencia del “índice de libros prohibidos” (Index Librorum Prohibitorum), implementado por la Inquisición española en los territorios americanos durante el período colonial. De allí que, remarca Roig, era significativo el compendio de materias contenido en algunas colecciones que se contemplaban como de consulta imprescindible, entre las que se destacó la Enciclopedia francesa, de la cual se encargó la adquisición inmediata de la mayor parte de sus ejemplares que se convirtieron en un bien patrimonial de la biblioteca pública mendocina a finales de 1822, en ese momento bajo la dirección de Agustín Delgado7. Tal como lo consigna el escritor e historiador mendocino Juan Draghi Lucero, esta adquisición no fue bien vista por los sectores más conservadores: “El Cabildo, donde se encasillan los antiliberales ataca a la biblioteca mendocina a fines de 1823, dice ‘(…) en la biblioteca ya se verá si se expurgan libros de doctrinas inmorales y opuestas a nuestros dogmas’” (Draghi Lucero, citado en: Acordinaro, 2006, p. 11).

Retomando el papel que cumplieron estas sociedades políticas y culturales, hay que destacar que representaron formas de sociabilidad modernas, en cuanto fueron modelos de una sociedad contractual e igualitaria, desde las cuales se procuró incidir en la formación de la opinión pública. Ahora bien, el cambio que implicaron las sociabilidades intelectuales que se instauraron en ese momento bajo las ideas de la ilustración tuvo un significado especial en relación con los procesos de emancipación. Tal como se ha visto en el caso de Mendoza, varias de ellas se conformaron en el transcurso posterior a los acontecimientos que desembocaron en la independencia de los países hispanoamericanos. Entre las instituciones similares que influyeron en nuestro medio provincial puede mencionarse a la fundación de la “Sociedad de Amigos de Chile”, instalada en la capital Santiago durante 1818, y también a nivel rioplatense las asociaciones intelectuales que se constituyeron en Buenos Aires a comienzos del siglo XIX y se continuarán durante el período en que se desencadenaron las luchas por la independencia, ya con un carácter más político y no solo cultural.

En el caso de Chile esta sociedad de tipo ilustrado apoyó iniciativas culturales que colaboraron con el movimiento independentista de ese país, contando entre sus partidarios al conocido escritor y pensador Manuel de Salas, quien residió un tiempo en Mendoza por mantener lazos familiares y contribuyó también a la formación de la biblioteca provincial. Asimismo, desde este nucleamiento intelectual trasandino se dio origen a la Biblioteca Nacional de Chile en 1821, acompañado este hecho de la generosa donación para su conformación que hizo San Martín del dinero recibido una vez concluida su campaña militar en ese país. El mismo general libertador promovió, mediante un decreto del 28 de agosto de 1821, la fundación de una Biblioteca Nacional cuando se encontraba en Lima, declarando que: “La Biblioteca -dijo en las palabras que pronunció en el acto de apertura- es destinada a la ilustración universal, más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia” (citado en Roig, 1970, p. 27). No extraña esta actitud de San Martín que se corresponde con el espíritu ilustrado de la época, compartido también por muchos de los actores políticos e intelectuales que intervinieron en los procesos que llevaron a la independencia de nuestros países.

Sociabilidad intelectual y cultura política en los inicios del movimiento revolucionario rioplatense

Con respecto a los sucesos producidos en el Virreinato del Río de la Plata, es posible indicar la existencia de una asociación de intelectuales que realizó sus intervenciones bajo las doctrinas de la ilustración en la capital Buenos Aires, a partir de la conformación en 1801 de la “Sociedad Argentina Patriótica, Literaria y Económica”, que si bien no alcanzó a obtener licencia real y constituirse formalmente, agrupó a un conjunto de ciudadanos con una formación letrada, miembros de la alta burocracia colonial y grandes comerciantes locales. En particular, se constata la aparición de algunos nombres destacados entre quienes se nuclearon en emprendimientos que fueron relativamente innovadores en la década anterior a la Revolución de Mayo de 1810, en cuya organización participaron activamente muchos de los integrantes de la sociedad mencionada.

A ellos se debieron una serie de iniciativas, como las que intentó llevar adelante Manuel Belgrano cuando se desempeñó como secretario en el Real Consulado entre 1794 y 1809, al regreso de sus estudios en la Universidad de Salamanca. En esa ocasión Belgrano propiciaba una serie de proyectos de diversificación productiva y de libertad de comercio -entre otras ideas relativas a materias económicas-, la implementación de escuelas de agricultura, oficios, dibujo, náutica, comercio y matemáticas, así como otras innovaciones en educación, tales como las propuestas que difundió en artículos periodísticos sobre el reemplazo de la escolástica por saberes aplicados y la introducción de la escuela ideológica en el campo de la enseñanza de la filosofía, o la necesidad y beneficios acerca de que las mujeres se incorporaran a las instituciones educativas públicas (cf. Belgrano, 1954).

De esa asociación surgieron también los primeros periódicos que se editaron en el Río de la Plata durante la primera década del siglo XIX, tales como: el Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata (1801-1802), que dirigió el español Francisco Antonio Cabello y Mesa; el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio (1802-1807), que tuvo como redactor general a Juan Hipólito Vieytes y el Correo de Comercio (1810-1811), fundado por Manuel Belgrano. En ellos participaron un número significativo de intelectuales8, quienes expresaron un conjunto de ideas proclives a la necesidad de implementar reformas en el Virreinato del Río de la Plata. Las mismas se apoyaban en las políticas reformistas promovidas por el Imperio español y no incluían en sus referencias a las nociones ilustradas más radicalizadas que pusieran en cuestión la autoridad monárquica o los dogmas religiosos. Igualmente, hay que destacar que con esta nueva sociabilidad intelectual se fue conformando un grupo de actores políticos y culturales, representativos de la ascendencia que va cobrando una cultura laica9. La mayoría de estos mismos actores, ante la imposibilidad de realizar los planes de reforma que reclamaban a la metrópoli, van a ser los que participaron decididamente en la insurgencia autonomista que se produjo en el Virreinato del Río de la Plata y en general en Hispanoamérica.

En la instancia que se presentó con el movimiento revolucionario desarrollado a partir de mayo de 1810 en la capital Buenos Aires vemos actuar a muchos de estos intelectuales, ahora convertidos en líderes políticos y militares que tuvieron un papel destacado en ese acontecimiento fundacional. Los partidarios más radicalizados de la revolución -calificados como “jacobinos” por sus adversarios-, como es el caso de Mariano Moreno, Juan José Castelli, Manuel Belgrano y Bernardo Monteagudo, acompañados de un conjunto de ciudadanos que participaron en estas iniciativas, se agruparon primero en el “Club Político” en 1811, que se reunía en el café de Marco, y luego fundaron al año siguiente la “Sociedad Patriótica y Literaria”, promoviendo una serie de iniciativas y dando a conocer sus ideas a través de la creación de distintos periódicos. Apenas iniciada la revolución se editó la Gaceta de Buenos Aires (1810-1821), que va a ser el órgano oficial de difusión de los principios y actos de gobierno de la Junta. Primero va a estar bajo la dirección de Mariano Moreno hasta su partida, al que lo sucedió entre otros redactores Bernardo Monteagudo, quien a su vez fundó y dirigió el periódico Mártir o libre (1812). Los miembros de la “Sociedad Patriótica y Literaria” también expresaron sus opiniones y deliberaciones a través de la creación del periódico El grito del Sud (1812-1813).

Puede observarse la significación que tuvo para esta agrupación política e intelectual la prensa que se desarrolló en esa época y el papel estratégico que poseía el renovado lenguaje político y la propagación de las doctrinas republicanas, en cuanto existía una clara convicción de la función que cumplía la comunicación de las ideas del nuevo gobierno para la causa independentista que se había emprendido10. En tal sentido, cabe mencionar la anécdota acerca de que, para hacer accesible estos nuevos principios y medidas de la Junta revolucionaria a una población que era mayoritariamente analfabeta, Mariano Moreno instruyó que se realizara la lectura pública de la Gaceta de Buenos Aires por los sacerdotes al término de la misa11. Asimismo, merece destacarse el hecho de que el mismo Moreno es quien va a impulsar la generación de una biblioteca pública en Buenos Aires en septiembre de 1810, que va a constituir lo que es nuestra actual Biblioteca Nacional12.

A partir de esta etapa se inició la prensa política en nuestro país, que va a tener un extenso y cambiante desarrollo durante el siglo XIX13. En ese momento fundacional el carácter político de los periódicos se reveló en los temas tratados, que pasaron principalmente por la polémica sobre la forma de gobierno a adoptar, tendiente en general hacia la instauración de la forma republicana. Igualmente indicaron la dirección a seguir en futuros proyectos constitucionales, en que abogaban por la defensa de los derechos ciudadanos basados en los principios de libertad e igualdad, así como resultaron precursores en la propuesta acerca de la necesidad de declarar la independencia. En general, como grupo revolucionario asumieron la tarea de revertir las bases que sustentaban el orden político, jurídico y social vigente durante la colonia, para lo cual entendieron que debía realizarse un cambio radical respecto de las prácticas, costumbres, ideas e instituciones anteriores.

Distintas interpretaciones historiográficas en torno a la incidencia de las ideas iluministas en el movimiento independentista

A partir de estos antecedentes, referidos a la formación de sociedades que contribuyeron a la acción política y cultural vinculada al proceso de independencia que va a dar origen a las nuevas nacionalidades en el territorio hispanoamericano, pueden revisarse algunas interpretaciones historiográficas que se han sostenido en torno a los fundamentos intelectuales que acompañaron este acontecimiento.

Un punto de partida para las distintas interpretaciones realizadas se encuentra en la tesis sostenida por Tulio Halperín Donghi (1985) acerca de que la insuficiencia de las reformas borbónicas emprendidas en el siglo XVIII, las cuales se califican como un “proyecto de modernización defensiva”, y la repentina disolución del Imperio español representaron el motivo principal que condujeron a la formación de las juntas autónomas en el ámbito hispanoamericano. En definitiva, esta perspectiva implica ubicar a las revoluciones emprendidas en el contexto local como correspondientes a procesos políticos que provinieron principalmen-te de sucesos ocurridos en Europa.

Siguiendo este mismo criterio, José Carlos Chiaramonte (1989) indica que la independencia sudamericana advino por las crisis de las monarquías ibéricas, a lo que se sumó la presión de Inglaterra y las demandas de los criollos por mayor participación política, que como grupo social revolucionario resultaba incipiente en la primera década del siglo XIX. Sus detalladas referencias a la introducción de la ilustración en el Río de la Plata se relacionan con el conflicto que se produce entre la cultura eclesiástica y la cultura ilustrada, esto es, más precisamente con la renovación de la escolástica a través de la apertura limitada hacia el pensamiento moderno, ya desde mediados del siglo XVIII y que se profundiza al final del período colonial.

En este sentido, la lectura realizada por Oscar Terán (2008) reafirma que el despotismo ilustrado bajo el cual se llevaron adelante las primeras medidas reformistas de la ilustración tanto en España como en el Río de la Plata se relacionan con un proyecto de modernización cultural limitado, en cuanto que, según explica:

Ocurre que el carácter de la Ilustración española es moderado respecto de la Ilustración inglesa o francesa, por razones fácilmente comprensibles: el pensamiento ilustrado no puede circular libremente allí donde se opone al pensamiento católico o a los criterios legitimadores de la monarquía española. De ahí que aparezca esa caracterización que es casi una contradicción en los términos: Ilustración católica (p. 16).

De ello concluye que: “(…) la Ilustración americana es producto de una corriente intelectual y de una decisión política adoptadas por la metrópoli” (p. 17), lo cual influyó en sus restricciones frente al poder político de la monarquía española y el poder religioso de la iglesia católica. Desde este punto de vista Terán argumenta en contra de las tesis que sostienen que las ideas ilustradas constituyen un antecedente de las revoluciones iniciadas en Hispanoamérica, y en el Río de la Plata en particular, para remarcar lo siguiente:

(…) la filosofía de la Ilustración no es la ideología que prepara la Revolución de Mayo, sino que cumple en el Río de la Plata, en otra escala, aproximadamente la misma función que la que desempeña en España, esto es, un movimiento limitado de modernización cultural (p. 18).

Teniendo en cuenta estas observaciones, que son en buena medida certeras, pueden relativizarse algunas de sus conclusiones. En especial, en lo referente a la escasa incidencia de las ideas ilustradas más radicalizadas en el proceso revolucionario, hay que destacar el conocimiento previo de muchos de los intelectuales y políticos que van a participar en el movimiento insurgente. Tal como lo ha señalado Roger Caillet Bois, en su Ensayo sobre el Río de la Plata y la Revolución Francesa (1929), a través de minuciosos trabajos de relevamiento de archivos comprueba la existencia de obras ilustradas en el Río de la Plata con anterioridad a la revolución, tales como las de Voltaire, Rousseau, Condorcet, Montesquieu y otras.

Ciertamente que estos libros y autores estaban prohibidos, por lo que no había una circulación pública de un conjunto de ideas que amenazaban al régimen colonial. No obstante, cabe mencionar el conocimiento de algunas de esas obras que tuvo Manuel Belgrano cuando cursó sus estudios de abogacía en Salamanca, justo en el momento en que se produjo el golpe de revolucionario de Francia y se irradiaron nuevas doctrinas políticas que impactan en toda Europa. Igualmente, en el caso de Mariano Moreno, cuando estudiaba en la Universidad de Charcas radicada en la provincia del Alto Perú, había accedido a una serie de libros prohibidos a través de la biblioteca privada del clérigo y profesor de filosofía y teología Matías Terrazas. Las citas y referencias de autores representativos de las nuevas ideas de la modernidad aparecerán profusamente en sus escritos posteriores, como es el caso de Rousseau, Condorcet, Smith, Volney y otros pensadores modernos. Esto mismo se reitera en la literatura periodística de la época, que se ha mencionado anteriormente, luego de que irrumpe el movimiento revolucionario rioplatense; por ejemplo, en los artículos que escribieron Mariano Moreno y Bernardo Monteagudo, donde son recurrentes las menciones de autores que anteriormente habían sido censurados14.

No se puede explicar la repentina proliferación de una serie de doctrinas iluministas, liberales, contractualistas, iusnaturalistas y republicanas que se manifestaron a partir de la Revolución de Mayo si no hubiera existido un conocimiento previo, el cual no se expresó antes públicamente por cuestiones evidentes de censura, pero que orientó el accionar de muchas de las figuras políticas e intelectuales que hemos destacado y se difundieron de modo profuso a través de los diarios y libros publicados en la etapa que dio inicio al proceso independentista15. Por cierto que las figuras centrales de ese pensamiento renovador, y las sociedades ilustradas que las agruparon, constituían un grupo minoritario de la élite dirigente, que contenía también un sector conservador con el que entró en pugna apenas iniciado el movimiento revolucionario, al igual que en las mayorías populares puede comprobarse que prevalecía una cultura más tradicional.

Epílogo: la Biblioteca Pública “General San Martín” como patrimonio cultural provincial

Dentro de este contexto histórico y cultural puede comprenderse entonces la serie de acciones que van a dar origen a la biblioteca pública provincial, en la cual participó un conjunto destacado de intelectuales mendocinos. Por todos los motivos señalados resulta merecido el nombre de San Martín que se le otorgó a nuestra pionera biblioteca pública, la cual, luego de varias mudanzas, se instaló en el actual edificio emplazado en un terreno perteneciente al mismo libertador.

Pasados estos doscientos años, puede reconocerse que la biblioteca ha atravesado muchas vicisitudes, entre ellas los perjuicios a la misma que acarrearon las guerras civiles entre unitarios y federales, las secuelas del terremoto que destruyó gran parte de la ciudad de Mendoza en 1861 y llevó a que se desmembraran las colecciones de libros existentes o que directamente se extraviaran volúmenes significativos. Igualmente ha gravitado la mayor o menor dedicación por administrar y preservar los patrimonios bibliográficos y hemerográficos de la misma, entre otras situaciones que acompañaron a su dilatada trayectoria institucional.

Más allá de estos señalamientos, puede decirse que la Biblioteca Pública “General San Martín” se constituye como la principal biblioteca de consulta de un público muy amplio, que ha accedido a través de ella a un reservorio documental que vale la pena seguir manteniéndolo y acrecentándolo.

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El autor

1 El origen de este artículo se refiere a la participación en el homenaje por la conmemoración de los doscientos años de la Biblioteca Pública “General San Martín”, organizado por el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA-CCT-CONICET Mendoza). En esa actividad, realizada el 27 de octubre de 2022 en la misma biblioteca, compartimos un panel con las exposiciones de Beatriz Bragoni y Oriana Pelagatti, para dar luego lugar a la conferencia magistral de José Emilio Burucúa. El texto presentado en esa ocasión se ha ampliado para la presente publicación.

2Según consigna Arturo Roig (1970), la idea de crear una biblioteca pública en Mendoza ya había sido sugerida por Tomás Godoy Cruz en una carta del año 1817, dirigida a los organizadores del plan de estudios del Colegio de la Santísima Trinidad en Mendoza, y por José de San Martín en 1818, antes de su partida a Chile con el ejército libertador, quien disponía en un testamento que sus libros fueran donados para crear una biblioteca pública en nuestra provincia (pp. 21-23). A partir de estos antecedentes se aclara a continuación: “La idea de crear la Biblioteca de Mendoza, flotaba, pues, en el ambiente y no necesitaba más que la decisión de algunos hombres amantes de los libros y una ocasión propicia. Esta se presentó bajo el gobierno de Don Pedro Molina. Se creó entonces la ‘Asociación Biblioteca Mendocina’ de la que hemos hablado ya. Su reglamento se sancionó en marzo de 1822 y fue publicado en el Registro Ministerial de la Provincia en el mes de junio del mismo año. El 25 de Mayo siguiente, con motivo de la fiesta patria, el reglamento fue firmado por los socios, con lo que quedaron comprometidos a su cumplimiento. Se nombró secretario de la flamante Biblioteca a Don Agustín Delgado y el 9 de Julio, día de la Independencia Nacional, abrió sus puertas la Biblioteca Pública de Mendoza” (p. 23). Cabe acotar que los datos proporcionados por Roig, retomando afirmaciones previas y documentos aportados por Juan Draghi Lucero, despejan las dudas sobre la fecha en que se creó la biblioteca provincial, que erróneamente había sido mencionada como correspondiente a años anteriores por otros historiadores regionales.

3De acuerdo a lo que indican algunos autores, San Martín habría remitido aproximadamente unos setecientos ejemplares para la biblioteca pública recientemente fundada en Mendoza. Igualmente no se ha podido constatar efectivamente la identificación de los libros que fueran donados por él en los catálogos y materiales bibliográficos que se disponían en el siglo XIX.

4La lista completa de los miembros de esta asociación se publica en el número 24 del periódico El Verdadero Amigo del País, el 6 de abril de 1823. La misma se reproduce en: Roig, 1970, p. 25.

5Con respecto a este tema afirma Juan Draghi Lucero: “La relativa abundancia de tipografía en Mendoza, proveniente inicialmente de la Imprenta del Ejercito de los Andes, introducida antes del 20 de enero de 1817, la Imprenta Escalante inaugurada en fecha imprecisa entre 1819 y 1820, compuesta por tipos traídos de Chile, Imprenta de la Provincia, que perteneció al gobierno, y luego la Imprenta Lancasteriana de la Sociedad del mismo nombre, fundada a fines de 1820, permitió a D. Juan Escalante sacar a luz el primer periódico de Cuyo: El termómetro del Día, que aparece el 20 de mayo de 1820 y cesa el 4 de julio con un haber de 7 números y uno extraordinario. Luego nacerá La Gaceta de Mendoza como continuación del Termómetro del Día para vivir desde el 8 de julio al 9 de setiembre de 1820, con 17 números. En 1822 sale El Orden, órgano antiliberal, impreso en la Lancasteriana donde también se imprime El Verdadero Amigo del País desde el 23 de mayo de 1822 al 18 de enero de 1824, fue el vocero del liberalismo mendocino. El gobierno de Mendoza, de tendencia liberal, saca el Registro Ministerial el 15 de junio de 1822 ‘para la inserción de las leyes y decretos del Estado’. Posteriormente se fundará El Amigo del País, el 19 de junio para morir el 2 de octubre de 1824, año en que aparece El Eco de los Andes, impreso en la Lancasteriana. Este notable órgano de publicidad alcanzó a los 61 números desde el 23 de septiembre de 1824 al 25 de diciembre de 1825. Es posiblemente el órgano más representativo del periodismo local”. (“Sesquicentenario de la Biblioteca General San Martín. Vicisitudes de una época” -disertación del 28 de julio de 1972-, texto reproducido en: Acordinaro, 2006, pp. 9-22).

6En un estudio posterior Arturo Roig profundiza la caracterización de estas sociedades ilustradas en el contexto hispanoamericano, en su florecimiento entre 1780 y 1830, donde alude especialmente a la asociación que dio origen a nuestra biblioteca pública provincial. Cf Roig, 2001-2002.

7Al respecto aclara Roig (1970): “La obra adquirida no fue, sin embargo, la primitiva Enciclopedia (1751-1772), sino una edición aumentada y reordenada por materias, que se conoce con el nombre de Encyclopédie Méthodique au par ordre des matières, que apareció completa entre 1782 y 1832, siendo editada en un principio por Panckoucke y más tarde, muerto éste, por Agasse” (pp. 17-18).

8Entre quienes figuraron como redactores en esos primeros periódicos se encuentran: Domingo de Azcuénaga, José Chorroarín, Juan Manuel de Lavardén, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan Hipólito Vieytes, el deán Gregorio Funes, Pedro Antonio Cerviño, José Prego de Oliver y Tadeo Haenke.

9Acerca de la dimensión política que se presenta en estas asociaciones expresa Pilar González Bernaldo (1991): “La sociabilidad política, concepto que liga la noción de temperamentos colectivos con una práctica e ideología de acción en la esfera pública, irrumpe en los hábitos de sociabilidad porteña a comienzos del siglo XIX. Es posible distinguir tres etapas en el desarrollo de la sociabilidad política en la ciudad de Buenos Aires hasta 1815. Un primer momento desde la aparición de la primera prensa periódica en 1801 hasta el inicio de la regularización de las reuniones del grupo de jóvenes reunidos en el café de Marco en marzo de 1811. Un segundo momento que comprendería el período de formalización de este grupo, primero como ‘Club morenista’ y luego en la Sociedad Patriótica; una tercera etapa de predominio de la Logia Lautaro” (p. 14).

10La interpretación de los cambios ocurridos en el lenguaje político durante el período que va desde finales del siglo XVIII a mediados del siglo XIX en el ámbito del Río de la Plata se presenta con exhaustividad en el siguiente libro colectivo: Goldman, 2008.

11Mariano Moreno, “Sobre la educación política”, circular redactada el 21 de diciembre de 1810, reproducida en: Goldman, 1992, p. 111.

12Entre las consideraciones que hace Mariano Moreno sobre la importancia de la creación de esta biblioteca pública en la ciudad de Buenos Aires va a sostener: “Estas seguras ventajas hicieron mirar en todos los tiempos las bibliotecas públicas como uno de los signos de la ilustración de los pueblos, y el medio más seguro para su conservación y fomento”. (“Fundación de la biblioteca pública”, Gaceta de Buenos Aires, 13 de septiembre de 1810); texto reproducido en: Moreno, 1937, p. 212.

13 Arturo Roig (1986) ha analizado la significación que reviste el diarismo y el ensayo en el siglo XIX latinoamericano, en especial para los escritores que llevan adelante el programa de “emancipación mental”. Con respecto al tema de la función de la prensa impulsada por los miembros más radicalizados del proceso revolucionario rioplatense lo he tratado con mayor detalle en: Ramaglia, 2007.

14En ambos se pueden reconocer las referencias a fuentes ilustradas y liberales, así como alusiones a episodios de la Revolución francesa. Además, cabe destacar que la difusión pública de las ideas de Rousseau se debe a Moreno, quien encarga la impresión de 200 ejemplares de la traducción al español de El contrato social, para lo cual redacta un prólogo donde destaca que este texto está destinado a servir de “catecismo cívico” en las escuelas (cf. Moreno, 1937, pp. 257-260). Un estudio sobre la incidencia del pensamiento de Jean-Jaques Rousseau en el grupo revolucionario rioplatense, y en particular en los discursos de Mariano Moreno cuando sostiene sus argumentos a favor de la constitución del nuevo gobierno patrio, lo he desarrollado en: Ramaglia, 2009.

15La interpretación de la incidencia de esas nuevas concepciones que fundamentaron el movimiento revolucionario iniciado en 1810, y en especial de su apropiación y difusión por el sector morenista, se encuentra ampliada en: Ramaglia, 2012. Entre los estudios dedicados a las ideas filosóficas que circularon en los primeros años de la revolución por parte de Mariano Moreno y la agrupación intelectual constituida en torno a su figura se destaca el siguiente: Carozzi, 2011.

Recibido: 11 de Noviembre de 2022; Aprobado: 07 de Diciembre de 2022

Dante Ramaglia: Licenciado y Doctor en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina. Desarrolla actividades docentes de grado y posgrado en la misma Universidad. Actualmente es Director del Instituto de Filosofía Argentina y Americana de la mencionada Facultad. Se desempeña, además, como Investigador Independiente del CONICET en el Grupo de Investigación en Filosofía Práctica e Historia de las Ideas (INCIHUSA-CCT Mendoza). Las temáticas en que concentra su investigación se refieren a la filosofía social y política, al pensamiento crítico y a la historia de las ideas latinoamericanas. Ha publicado numerosos artículos en revistas, capítulos de libros y es editor de obras colectivas.

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