Introducción
Existen numerosos proyectos, a lo largo del mundo, de Orquestas Infantiles y Juveniles. Uno de los casos más difundidos es el de Venezuela, pero existen muchas más experiencias, como las de Chile, Paraguay, Brasil, Escocia y Sudáfrica, entre otras. Argentina también tiene las suyas. Aunque presentan muchas variantes, estas propuestas generalmente coinciden en poner el acento tanto en la formación musical a través de la práctica orquestal, como en las poblaciones en situación de vulnerabilidad. Se trata de aquello que en la agenda pública se ha denominado inclusión, integración o transformación social.
Se advierte que proyectos con estas características se han ido multiplicando desde las últimas décadas del S XX. Esta proliferación no parece ser ajena a las coyunturas sociales y económicas propias de configuraciones políticas neoliberales2 que se desarrollaron tanto en Europa (Belfiore, 2002; Barbieri, Partal y Merino, 2011) como en el ámbito latinoamericano (Kliksberg, 2014; Pérez Rubio, 2006; Villarreal, 1996); dichas configuraciones han traído aparejado un aumento de la exclusión social.
Si bien esta coyuntura ha jugado un papel importante en el desarrollo de políticas culturales3 (Barbieri, Partal y Merino, 2011; Belfiore, 2002), es necesario aclarar que la expansión de proyectos como los de las orquestas infantiles y juveniles excede ese contexto específico, dando cuenta de emprendimientos que responden -o buscan responder- a necesidades socioculturales diversas. En efecto, la música, entendida como una manifestación cultural que no sólo consiste en estructuras de sonido sino también en los modos en que la gente hace, percibe y se refiere a la música, implica y a la vez forja relaciones sociales. Es por ello que consideramos que las orquestas infantiles y/o juveniles pueden erigirse como espacios de interrelación, de integración y de construcción compartida, y como campos propicios para la pluralidad (Muiños, 2010).
En el presente trabajo presentaremos algunas reflexiones que son producto de una investigación realizada en los años 2014 y 2015 sobre las orquestas juveniles e infantiles del Gran Buenos Aires4. Nos proponemos esbozar algunos aspectos que en el hacer etnográfico se nos presentaron como nuevos canales de diálogo y reflexión para pensar en los cruces e intersecciones entre la gestión y la investigación sociocultural. Entendemos que estas intersecciones nos permiten pensar en clave del diseño tanto de los proyectos de gestión en el campo cultural, como de los proyectos de investigación con miras a articularse dinámicamente con la gestión. Por un lado, queremos resaltar la importancia de la investigación sociocultural para el diseño de políticas, programas, proyectos en el campo cultural; y por el otro lado, señalamos la centralidad del diálogo con el campo de la gestión cultural a la hora de diseñar una investigación. Discutimos estas cuestiones en el caso de las políticas culturales específicas que atañen a los proyectos y programas de orquestas infantiles y juveniles que estudiamos.
Marco conceptual: exclusión/inclusión social. Música y políticas culturales
El concepto de exclusión social fue desarrollado por la sociología francesa en los años ’60 y, expandiéndose de forma progresiva a otras regiones, adquirió centralidad como problemática social (Belfiore, 2002; Castel, 1997; Fitoussi y Rosanvallon, 1997; Pérez Rubio, 2006; Villarreal, 1996). El mismo da cuenta del intento de reconceptualizar las desventajas sociales generadas en el marco de los cambios socioeconómicos propios de la postmodernidad y permite “ver la pobreza y la desventaja como multi-dimensional antes que meramente en términos de ingreso y egreso. Aun cuando la desventaja material sigue siendo el foco principal de estrategias de inclusión social, ellas también comprenden nuevos e importantes aspectos” (Belfiore, 2002, p. 3).
Ahora bien, hablar de inclusión social como problemática que comprende pero excede la diferencia material, posibilita pensar en políticas públicas tendientes a la inclusión social que no se enfoquen únicamente en la dimensión económica. Pues sin descontar la innegable relevancia de esta última, no podemos desconocer las dimensiones culturales, por ejemplo, que son parte constitutiva de este fenómeno. Se advierte entonces la centralidad de las políticas culturales en tanto intervenciones orientadoras del desarrollo simbólico de una sociedad (Bayardo, 2000). Retomamos la definición de Néstor García Canclini (1987,
p. 26), según la cual las políticas culturales se entienden como:
El conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población y obtener consenso para un tipo de orden o de transformación social”.
Se puede sostener desde esta definición que, como enfatiza Héctor Olmos (2008), todo régimen político desarrolla su propia política cultural, aun cuando no la enuncie en forma explícita.
Se ha observado que desde fines del siglo pasado diversos organismos de gobierno y grupos comunitarios han puesto el énfasis en las contribuciones que pueden realizar las artes en la búsqueda de la inclusión social (Belfiore, 2002 y 2006). En ocasiones, se espera que los gestores culturales atiendan prioridades de otras áreas y validen su trabajo demostrando contribuir a la resolución de problemáticas de las agendas políticas más amplias -prevención del delito, fracaso escolar, entre otros- (Barbieri, Partal y Merino, 2011; Belfiore, 2006). Esto no es ajeno al hecho de que, como observa Raggio (2013), el reconocimiento de los derechos culturales es un campo aún en disputa respecto al contenido de dichos derechos y a la misma posibilidad de que ese reconocimiento se realice efectivamente.
A partir de lo antedicho indagamos en los proyectos y programas de orquestas infantiles y juveniles en tanto implementaciones de políticas culturales que efectivamente buscan intervenir en la producción de sentido de las sociedades en las que se insertan.
Abordaje y construcción del campo
Esta investigación se desarrolló durante los años 2014 y 20155 en el Gran Buenos Aires, abarcando así a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los 24 partidos6 del Gran Buenos Aires. La misma consistió en la realización de un rastreo que incluyó las siguientes variables: nombre, locación, fecha de creación, articulación institucional, objetivos, población destinataria y repertorio. Buscamos realizar un estudio descriptivo que pudiera contribuir a la visibilidad, valorización y análisis de estas iniciativas.
El rastreo de los diferentes proyectos o programas de orquestas infantiles y juveniles que se despliegan en esta área requirió de una estrategia metodológica que combina: por un lado, entrevistas semi-estructuradas a integrantes responsables de los proyectos de gestión pública. Por otro lado, rastreo a través de diversos medios de comunicación tales como periódicos, revistas, sitios web de diferentes organismos de gobierno (nacional, provincial y municipal), y páginas web, blogs o redes sociales de proyectos, programas y fundaciones, entre otras. Y finalmente, comunicaciones con las municipalidades de los 24 partidos -de forma personal, telefónica y/o vía correo electrónico-, y con responsables de proyectos de orquestas privadas y del tercer sector a fin de corroborar o corregir la información obtenida a través de medios de comunicación y de conversaciones informales -de forma personal, telefónica y/o correo electrónico-.Todos los interlocutores recibieron un cuadro preliminar de proyectos de orquestas infantiles y juveniles en el GBA, lo que contribuyó a facilitar el proceso de verificación y corrección de la información recabada. En muchos casos volvimos a contactar a los responsables de proyectos o programas, así como a referentes municipales, a fin de corroborar la validez de los datos recabados y ofrecer instancias de diálogo para eventuales revisiones previas a su publicación. Esta estrategia metodológica nos permitió profundizar, corregir y clarificar la información rastreada por diferentes medios. Adicionalmente, elaboramos un dispositivo que permite que la matriz de datos resultante de esta investigación esté a disposición de la comunidad académica, las instituciones gubernamentales, los gestores, los docentes, los coordinadores y las comunidades destinatarias de los proyectos o programas. Este dispositivo fue especialmente diseñado como herramienta interactiva, con acceso libre y gratuito a través de una página web: http:// musicainclusion.silk.co/.
En el marco de este proyecto se desarrollaron también actividades no previstas en la formulación inicial, que contribuyeron a alcanzar los objetivos adicionales buscados por este equipo: favorecer la visibilidad y valorización de los proyectos de orquestas infantiles y juveniles, y propiciar la reflexión y discusión sobre sus dinámicas de funcionamiento. Entre ellas destacamos la organización y coordinación de Mesa Redonda “Los proyectos y programas de Orquestas Infantiles y Juveniles” en el marco del Día Nacional de la Gestión Cultural (16 de octubre de 2015, Universidad Nacional de Avellaneda)7.
En el rastreo realizado hemos hallado que, a finales del 2015, en el Gran Buenos Aires funcionaban 116 orquestas (36 de ellas ubicadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 80 distribuidas en los partidos del Gran Buenos Aires)8. Aunque no desarrollaremos aquí un análisis de los resultados alcanzados (ver Avenburg, Cibea y Talellis, 2017), nos limitamos a notar que, si bien los diversos proyectos de orquestas tienen ciertas características afines generadas por su dimensión social y por el enfoque en la formación musical a través de la práctica orquestal, al mismo tiempo presentan numerosas diferencias. Por ejemplo, en cuanto a los modelos de políticas, los diseños de gestión, las inserciones institucionales, los modos de financiamiento, las modalidades de organización, las actividades que efectúan, los instrumentos musicales que emplean, el repertorio que incluyen, las perspectivas que sustentan, las valoraciones estéticas que manifiestan, las interpretaciones que realizan y las poblaciones que abarcan, entre otras.
La investigación y la gestión cultural: posibles cruces
Como plantea Novaro (2010), en ocasiones se suele pensar que entre la investigación y la gestión existen diferencias abismales. A la vez, sostiene que todavía hay una fuerte creencia instalada en los ámbitos académicos según la cual la investigación se refiere a lo crítico y analítico, mientras que la gestión (tanto de nivel público, privado o del tercer sector) se relaciona con actividades de tipo propositivo y de intervención. En consecuencia, también en el campo cultural observamos que, por un lado, el diseño de una investigación no considera necesariamente incluir las miradas, las necesidades y/o las inquietudes de los gestores culturales; y por el otro lado, los diseños de políticas, programas y proyectos en el campo cultural no siempre tienen en cuenta el valor de investigar en profundidad en territorio para elaborar un diagnóstico9. Contrarias a este prejuicio, coincidimos con la autora cuando sostiene que suponer que una investigación es ajena a las emergencias y que la gestión no contempla espacios de reflexión y de crítica supone una mirada sesgada y limitada de ambas prácticas (Novaro, 2010). A su vez, Moreno Pestaña y Espadas Alcazar (S/D) resaltan la importancia de lo que ellos denominan “Investigación Acción Participativa”, entendida como herramienta de acción para transformar realidades. Central en ella es la participación de la comunidad a analizar, es decir que sus integrantes son sujetos protagonistas; se trata de un modo de investigación que busca entender el mundo mientras lo cambia.
Sostenemos entonces que, aunque se trata de dos campos con sus propias características, también pueden converger en espacios donde la reflexividad y la emergencia están presentes, y donde las discusiones conceptuales y el propio desarrollo de la práctica se encuentren fortalecidos. Si bien la investigación se caracteriza por la progresiva rigurosidad en el uso de los conceptos de manera tal que requiere de tiempos que no siempre se corresponden con los de la gestión, consideramos que esa práctica constituye un elemento propiciador de instancias de reflexividad que pueden articularse de manera eficiente con lo que respecta al diseño, desempeño y evaluación de la gestión.
La construcción de una relación dialéctica entre la gestión y la investigación es importante en todas las áreas de actividad, y esta necesidad se hace evidente en el campo de las políticas culturales y de la gestión cultural. Como definen Olmos y Santillán Güemes (2004), la gestión cultural se ocupa específicamente de crear, dar origen, generar, así como de ejecutar un proyecto, plan, programa o política concerniente al “sector cultura”. Este último refiere al “campo de lo cultural”, esto es, el conjunto de actividades y producciones simbólicas que desarrollan algunos elementos de la "cultura integral", lo que significa que por lo general se trata de un recorte de la cultura entendida en su sentido amplio (Santillán Güemes, 2000). En nuestro trabajo es útil enfatizar que la cultura está en movimiento y es indisociable del entramado social y político; siguiendo a Wright (1998), la entendemos como proceso continuo de construcción y disputa de significados.
Dentro de este marco conceptual y en línea con Martinell (2000) notamos que los proyectos y las políticas en el campo de la cultura por un lado tienen sus propias especificidades, y por el otro lado no se pueden aislar de los otros aspectos y políticas generales de la sociedad. La primera observación se refiere a que, a diferencia de la gestión genérica de cualquier sector productivo, para la gestión en el campo cultural se necesita “entender los procesos creativos y establecer relaciones de cooperación con el mundo artístico y sus diversidades expresivas” (Martinell, 2001, p. 12). La segunda observación remite a las sinergias que la cultura mantiene con los procesos sociales más amplios. Por esta razón, para el diseño de las políticas culturales se vuelve imprescindible tener tanto la capacidad de estudio y análisis de los aspectos globales de las políticas públicas, como la posibilidad de interlocución con otras políticas sectoriales. Según Martinell (2000, p. 10), esto requiere de “dinámicas de codificación y descodificación que permitan situar las políticas culturales en un panorama más amplio”; “un aumento considerable de reflexiones sobre el papel de los diferentes agentes, así como sobre las estrategias para la integración de las políticas culturales en el conjunto de la acción pública”; y “una mayor información sobre el contexto que envuelve los procesos de elaboración y toma de decisiones”.
Podemos concluir que, en el sector cultural, gestionar requiere tener “una sensibilidad de comprensión, análisis y respeto de los procesos sociales en los que la cultura mantiene sinergias importantes”, así como valorar
Los intangibles y asumir la gestión de lo opinable y subjetivo, circulando entre la necesaria evaluación de sus resultados y la visibilidad de sus aspectos cualitativos. La gestión de la cultura debe entonces encontrar unos referentes propios de su acción, adaptarse a sus particularidades y hallar un modo de evidenciar, de forma muy distinta, los criterios de eficacia, eficiencia y evaluación. (Martinell, 2001, pp. 12-13)
Siguiendo estas perspectivas, creemos que el desarrollo de una investigación que posibilite acercarse a las experiencias socioculturales de los diferentes grupos, puede contribuir a la gestación de esa sensibilidad, a la posibilidad de esa adaptación a la que hacen referencia los autores. En definitiva, este es el eje alrededor del cual buscamos continuamente diseñar y re-diseñar nuestra investigación, entendiendo el rol crucial que la investigación socio- cultural puede cumplir en los procesos de cambio y transformación social. Nuestra intención es que la investigación responda no solamente a inquietudes de orden teórico, sino que también esté articulada a necesidades identificadas por los mismos actores sociales y gestores culturales. Esto implica la construcción de una relación basada en la confianza y la reciprocidad, que habilite la reflexión conjunta y que incluya la devolución del material producido a los participantes del proceso de investigación.
Diseñando articulaciones: estrategias de diálogo entre la investigación y la gestión
En el desarrollo de nuestra investigación las estrategias metodológicas fueron especialmente diseñadas para generar instancias de cruce entre la investigación y los distintos agentes de gestión (pública, privada y del tercer sector) de los programas y proyectos de orquestas infantiles y juveniles que se desarrollan en el Gran Buenos Aires. A continuación queremos destacar tres de estas instancias: la realización de entrevistas y charlas conceptuales de forma reiterada; la sistematización de la información recabada en una matriz interactiva de datos y su publicación en una página web de acceso libre y gratuito; y la organización de una mesa redonda con referentes de diversos proyectos y programas de orquestas.
En primer lugar, el hecho de realizar entrevistas semi estructuradas y conversaciones distendidas -en ocasiones de forma reiterada- con algunos referentes, nos posibilitó mantener charlas y discusiones con nuestros entrevistados. En este sentido, poder discutir sobre algunos conceptos o sobre la misma práctica -como por ejemplo sobre inclusión, la población destinataria, o la disponibilidad de recursos necesarios para llevar adelante una acción-, fueron construyendo espacios de intersección con un ida y vuelta entre los dos ámbitos, el de la investigación y el de la gestión. En estos espacios vislumbramos la problematización, por parte de los gestores, de ciertas temáticas como la de inclusión, selección de repertorio, elección de la población destinataria, como también sobre las orientaciones simbólicas que cada propuesta persigue en su implementación. Asimismo, el entrevistar a distintos referentes de proyectos nos permitió develar un campo heterogéneo y variable que constituye un rico campo de disputas simbólicas. La posibilidad de diálogo contribuyó al análisis, todavía en curso, de las distintas acepciones que se dan a los conceptos desde diferentes programas o proyectos, así como al reconocimiento de su elasticidad y su potencialidad. Pero además, las perspectivas e inquietudes de nuestros interlocutores contribuyeron no solo a conformar nuestro campo empírico sino también a ampliar nuestras discusiones teóricas. Con esto queremos decir que los entrevistados no son meros “proveedores de datos empíricos” sino interlocutores que producen conocimiento junto con los investigadores. Esto es válido -en nuestra opinión- para toda investigación social. En este caso concreto, se traduce en que la investigación requiere del diálogo con la práctica de la gestión para construir y discutir sus marcos conceptuales. Como contraparte, es nuestro deseo que las mismas discusiones conceptuales -y desde ya, el material producido a partir de ellas- puedan ser de utilidad para revisar, reafirmar o modificar la práctica de la gestión. Es necesario aclarar que en el trabajo de campo no es siempre sencillo llevar adelante el tipo de articulación que proponemos -es decir, no solo depende de la voluntad de los investigadores-. En una coyuntura política compleja como aquella en la cual se insertan los proyectos y programas de orquestas infantiles y juveniles, fueron las relaciones interpersonales previas las que facilitaron nuestro acceso al campo.
En segundo término, la propuesta de sistematizar la información en una matriz de datos con un formato de fácil lectura, accesible para visualizaciones y usos interactivos, fue muy bien recibida. Ello posibilitó tener una mirada transversal de las diferentes orquestas combinando los distintos patrones de consulta del dispositivo. Algunos programas incluso destacaron la necesidad de tener la información organizada de esa manera para poder pensar cuestiones puntuales de cada programa en función del universo reflejado. Al mismo tiempo, la creación de la herramienta de consulta online permitió también dar visibilidad al alcance de su trabajo. Destacar los distintos objetivos, repertorio, poblaciones destinatarias, articulaciones institucionales, etc., posibilita la reflexión tanto del investigador como del gestor en función de las heterogeneidades de propuestas y de sus posibles acercamientos o discrepancias. Pues fue gracias a la información sistematizada que pudimos vislumbrar que, incluso dentro de un mismo nivel gubernamental, se despliegan distintas modalidades de gestionar acciones sobre propuestas que comparten un denominador común.
Finalmente destacamos el valor de poder compartir los avances de la investigación en una mesa redonda organizada por el equipo y de la que participaron referentes de diversos proyectos/programas de orquestas. Allí se expusieron los avances del trabajo realizado hasta el momento, abriéndolos a preguntas, comentarios y en general a la devolución de los mismos actores sociales. Pero el objetivo central de la mesa fue la generación de un espacio donde cada referente de los distintos proyectos/programas -fueran de gestión pública, privada o del tercer sector-, pudiera presentar y poner en diálogo sus proyectos, concepciones, modos de implementación, poblaciones destinatarias, selección de repertorio, articulaciones institucionales, pedagogías de enseñanza musical, orientaciones simbólicas de sus políticas, etc. Se discutió también la diferencia entre concebir esos proyectos como derechos culturales o instrumentos paliativos, entre otras cosas. Se buscó así dar forma a un espacio de discusión en el que los diferentes integrantes de proyectos/programas pudieran encontrar en ese espacio de diálogo la posibilidad de realizar una reflexividad conceptual compartida y establecer debates acerca de las distintas orientaciones simbólicas en disputa. Al mismo tiempo, estas reflexiones y debates conceptuales fueron incorporadas como material de análisis discursivo en la investigación.
Conclusiones
En este trabajo nos propusimos compartir una serie de reflexiones a partir de nuestra experiencia de investigación sobre los proyectos y programas de orquestas infantiles y juveniles que funcionan en el Gran Buenos Aires. Nos centramos especialmente en torno a tres estrategias concretas de diseño de investigación que nos permitieron crear espacios de diálogo con la gestión, lo que facilitó la articulación entre los dos campos en un marco de independencia y confianza recíproca. De esta forma buscamos pensar sobre la articulación entre cultura y diseño desde un cruce particular: por un lado, remarcamos la importancia de la investigación sociocultural para el diseño de políticas, programas y proyectos en el campo cultural; y por el otro lado, subrayamos la centralidad del diálogo con el campo de la gestión cultural a la hora de diseñar una investigación.
La construcción de una herramienta de consulta online sobre las orquestas infantiles y juveniles del Gran Buenos Aires con información sistematizada, la realización de entrevistas y discusiones conceptuales de forma reiterada, y la organización de una mesa redonda con referentes de diferentes proyectos y programas de orquestas fueron formas concretas en las cuales hemos generado articulaciones desde la investigación con la gestión, a fin de contribuir a las políticas culturales desarrolladas. Consideramos que estas modalidades de relacionar los dos campos -y otras similares-, favorecen el camino hacia la comprensión de las políticas culturales y permiten la posibilidad de, en un futuro, atender a la relación entre sus objetivos, las modalidades de políticas que despliegan para lograrlos, y las experiencias concretas que se generan entre sus participantes.
Asimismo señalamos que desde la investigación pretendemos que nuestra tarea no circule solamente en el ámbito académico como si se tratara de un campo cerrado, sin articulaciones con -y contribuciones a- la práctica de la gestión. Desde el ámbito de la gestión, entendemos que es fundamental la posibilidad de reflexionar sobre estas prácticas, evaluarlas en profundidad y durante su mismo desarrollo, a fin de modificar, acentuar o revisar las acciones de intervención. El ámbito académico y el de la gestión no siempre están en diálogo; creemos que su vínculo es fundamental para enriquecer la gestión y para que la investigación contribuya a la práctica social. Valoramos la necesidad de comprender que las políticas culturales son un conjunto de intervenciones, acciones y estrategias que distintas instituciones gubernamentales, no gubernamentales, privadas y comunitarias llevan a cabo para:
Satisfacer las necesidades y aspiraciones culturales, simbólicas y expresivas, de la sociedad en sus distintos niveles y modalidades (…) [y que ello requiere] tener en cuenta y conocer la variedad cultural de los destinatarios, la complejidad del territorio y su gente, la multiplicidad de instituciones (oficiales, privadas, comunitarias, asociaciones intermedias) que interactúan. (Olmos, 2007, p. 1)
En nuestra opinión, la investigación sociocultural -en particular el enfoque etnográfico- puede contribuir a acercarse a las miradas y experiencias de los actores sociales. En sintonía con Olmos, entonces, buscamos que los puntos de articulación aquí desarrollados posibiliten pensar en el diseño de la gestión en el campo cultural en diálogo con la investigación, y en el diseño de los proyectos de investigación social articulados -críticamente- con la gestión.