SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número40  suppl.1Teoría política y riesgo en contexto de pandemia: El aporte explicativo de la diferenciación socialAntinomias del discurso de Alberto Fernández sobre el Covid-19 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.40 supl.1 Rosario dic. 2020

 

ARTÍCULOS

Vértigos y derivas en tiempos de incertidumbre

Vertigo and Drifts in Times of Uncertainty

 

Ana Gabriela Larreteguy, Carolina Cardú, Carolina Condito y Cecilia Polinori

Ana Gabriela Larreteguy es docente e investigadora de la Escuela de Comunicación Social, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: estudiogala@hotmail.com

Carolina Cardú es docente e investigadora de la Escuela de Comunicación Social, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: carolinacardu@gmail.com

Carolina Condito es docente e investigadora de la Escuela de Comunicación Social, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: carocondito@hotmail.com

Cecilia Polinori es docente e investigadora de la Escuela de Comunicación Social, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: cecipolinori@gmail.com


resumen

El presente escrito propone “sentipensares” e interrogantes, desde un enfoque comunicacional y biocéntrico, acerca de los modos de habitar esta transformación que está siendo el tiempo de la pandemia por Covid-19. En este proceso de reflexión ensayística, la incertidumbre será tomada como una categoría epistemológica, como uno de los elementos más desafiantes de nuestra cultura contemporánea. Además, en este breve ensayo se propone la emergencia como un término teórico para reflexionar de manera crítica sobre la llamada “nueva normalidad” y abismarnos a insistir en vivencias humanas integradoras –de cuerpos-reflexiones- emociones-acciones– que avizoren nuevos horizontes.

palabras clave: Comunicación; Principio biocéntrico; Incertidumbre; Corporalidad; Acontecimiento

summary

This paper aims to examine, from a communicational and biocentric approach, sentiments, and questions that emerged as a result of the Covid-19 pandemic. In this process, the ‘uncertainty’ will be used as an epistemological category for the essay. This is one of the most challenges aspects of our contemporary culture. Furthermore, this short essay proposes the ‘emergency’ as theoretical term to reflect on the so-called ‘new normality’, and to promote integral-human living experiences (of body-reflections-emotions-actions) that can show us new horizons where we can live and be.

keywords: Communication; Biocentric principles; Uncertainty; Corporality; Occurrence; Event


“Fui al río, y lo sentía cerca de mí, enfrente de mí/
Las ramas tenían voces que no llegaban hasta mí/
La corriente decía cosas que no entendía/ Me angustiaba casi/
Quería comprenderlo, sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas, pero no podía. (…)”
Juan L. Ortiz (2015: 299)

Esta deriva es fruto de recorridos, conversaciones e investigaciones realizadas desde la perspectiva de la comunicación biocéntrica en organizaciones. El escrito recoge “sentipensares” e interrogantes acerca de los modos de habitar esta transformación que está siendo en tiempos de la pandemia por Covid-19 y que nos atraviesa, tanto en nuestro rol docente ­–en el marco de la carrera de Comunicación Social, en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario–, como en el de gestión Institucional en la UNR.
La incertidumbre en tanto categoría epistemológica nos acompaña como uno de los elementos más desafiantes de la cultura contemporánea. Su fundamento cobra vigencia en el siglo XX con los aportes científicos de la mecánica cuántica —Heisenberg—, la teoría de la relatividad —Einstein—, la teoría del caos —Prigogine, Lorentz, Feigenbaum, Mandelbrot— y la cibernética —Norbert Wiener, Gregory Bateson, Heinz Von Foerster—, entre otros (Capra, 2006).
Estos avances de la ciencia ponen en entredicho los fundamentos filosófico-matemáticos de la física clásica y, en general, los principios básicos del pensamiento moderno heredado de la Ilustración, cuya fe en el progreso, la ciencia y la razón vaticinaban el control absoluto de la realidad física, natural y social. Tal vaticinio se centraba justamente en la certeza y en la posibilidad “innegable” del dominio del ser humano sobre las leyes de la naturaleza. 
Podemos decir que la incertidumbre adquiere reconocimiento ontoepistemológico en la medida en que asume la complejidad como característica fundamental del acto de vivir. Este artículo intenta —entre preguntas, prosa y poemas— abrir e invitar al juego, a la danza en tanto movimiento oscilante de caos-cosmos que nos acompaña desde los inicios de los tiempos:
                …el Cosmos es Caos y el Caos es Cosmos. El caos es esto sin duda: orden inacabado, desorden controlado, agitación y constreñimiento, entropía en donde nace la neguentropía,      caminar simultáneo hacia la organización y el desorden. El cosmos es caos porque, en él, el   mismo tiempo es desorganizador y organizador, destructor y creador (Morin,1984: 194).
Las vivencias de esta incertidumbre-acontecimiento que nos propone la pandemia nos encuentra, tal vez, un poco perdidas y con un manojo de interrogantes, los cuales, más allá de nuestro rol a ocupar o prácticas a desarrollar, tienen su asidero inevitable en el cuerpo. Es justamente desde esta escucha atenta —que hoy nos conmueve e inquieta— que nos preguntamos: 
¿Qué otras presencias son posibles en la distancia física?
¿Cómo acompañar la transformación institucional a la que este tiempo nos convoca?
¿Cuál es esa transformación?
¿Cómo gestar una “nueva” institucionalidad?
¿Cómo pensar una institucionalidad que no nació?

                Entre la zona de las preguntas
                y la zona de las respuestas,
                hay un territorio donde acecha
                un extraño brote.
                Toda pregunta es un fracaso.
                Toda respuesta es otro.
                Pero entre ambas derrotas
                suele emerger como un humilde tallo
                algo que está más allá
                de los sometimientos
                (Juarroz, 1984)

¿Qué diferencia a este tiempo presente –de fases de cuarentena– de nuestro pasado más cercano? ¿Será que ha caído el “velo de maya”1, que se ha desintegrado la ilusión en la que sosteníamos todas nuestras certezas? Sentir que perdemos el control de nuestras vidas puede resultar pavoroso. Pareciera que necesitamos asirnos de algo –aunque sea ilusoriamente seguro– para calmar esos aspectos del ego que gritan por recuperar el mando.
La pandemia nos ha arrojado a la vivencia de la incertidumbre de una manera inédita. Nos sumergió en un espacio-tiempo disruptivo en el cual la trama azarosa de interacciones conjuga pasado, presente y futuro; lo nuevo y lo viejo; lo que fue, lo que es y lo que será, en un estar siendo y haciendo-nos. Se trata de un caos presente que nos atraviesa con la fuerza del acontecimiento, esa irrupción intempestiva que pone en suspenso la historia, ya que “el acontecimiento es un movimiento no histórico, un devenir no histórico” (Deleuzey Guattari, 1993: 97).
Para Deleuze (2008), lo propio del acontecimiento sería su capacidad para afectar las condiciones de la temporalidad, pues es allí que emerge la ruptura del tiempo cronos y el acontecimiento se dona como sentido: “Los incorporales/acontecimientos, no existen, sino que insisten/subsisten. No son ni sustantivos ni adjetivos, sino verbos: resultados de acciones y pasiones, impasibles. Son infinitivos” (Deleuze, 2008: 28).
El acontecimiento —según esta línea de pensamiento a la que adscribimos— presenta una constitución inmanente, esto es, un todo ilimitado que se presenta siempre abierto pero que no totaliza sus partes en una unidad superior y absoluta. Es precisamente esta característica de novedad, de creación, de exceso y de posibilidad de alumbrar mundos posibles, la que nos interpela y desde la cual elegimos componer colectivamente.
Desde aquí es que nos abismamos a la escucha y observación de las marcas, de las huellas y multiplicidades de sentidos que el acontecimiento de la pandemia de Covid-19 inscribe. Las líneas de fuga, o devenires y conexiones del pensamiento acontecimiento, tienen la intención de no empaquetar en caja interpretativa (¡o hashtag!) este contexto que nos atraviesa profundamente; este contexto que “hace texto” de manera insoslayable en nuestros cuerpos/subjetividades e inaugura nuevas preguntas con relación a la tríada “presencia - cuerpo - virtualidad”:
¿Desde qué lugares se desconectan o se entraman hoy las identidades?
¿Cuál es el diálogo posible entre lo virtual y lo presencial?
¿Cuál es el límite para no perder la sensibilidad humana?
¿Cómo cuidar-cuidarnos, acompañar-acompañarnos en un momento en el cual las instituciones y organizaciones están mutando?

Entre las urgencias y las emergencias

Ante la perplejidad de lo inesperado e inédito de la pandemia, podemos reconocer diferentes modos de adaptación a los cambios, esto es, reconfiguraciones complejas de las interfaces2 que interpelan la dinámica de instituciones y organizaciones. Los primeros meses de cuarentena, ante esta coyuntura, fue necesario responder a las urgencias: preparar el sistema de salud, evitar que se desarrollen contagios, repensar las actividades en presencia para su modo remoto, etcétera.
Percibimos en la urgencia un modo de adaptación-reacción. Esta forma reactiva de respuesta ha sido aprendida culturalmente por el homo sapiens en diferentes momentos de la historia, en los cuales se ha tenido que enfrentar a situaciones de violencia, peligro o catástrofes, entre otras posibles. En esas situaciones en las que la vida corre peligro, se activa el instinto de supervivencia –lucha-fuga– y, por lo tanto, emociones ligadas a la liberación de adrenalina: ansiedad, miedo, euforia, ira.
Esta respuesta se reproduce en una sociedad que rinde culto a la velocidad vertiginosa y a un modo de vivir que evade ahondar en las raíces de sus heridas ancestrales y que reproduce un modelo predatorio y productivista. Se trata de un “vivir en crisis” al que Boaventura de Sousa Santos, en su obra “Pedagogía de la crueldad” (2020), menciona como un aspecto intrínseco propio de la cultura latinoamericana.
Entendemos que ninguna organización, persona o sociedad puede sostener en el tiempo este estado de lucha-fuga o estado de alerta. En este sentido, proponemos la categoría de emergencias como lugar disruptivo capaz de cuestionar la “nueva normalidad” y en el cual sea posible la transformación. Habitar esta etapa de emergencia implica detenerse, observar, sentir, percibir, intuir, respirar. Así, se activa otro andamiaje emocional –diferente al que activa el instinto de supervivencia–, que, a su vez, habilita el desarrollo de la inteligencia afectiva.3 Aquí, la actitud-mirada como profesionales es apreciativa, puesto que no nace del miedo, sino de una profunda confianza en la fuerza de renovación existencial que anida en la sabiduría biológica. Se trata de una confianza en los impulsos vitales que es preciso integrar a una cultura que ha desoído la necesidad de preservar y cuidar la trama de la vida.
La posibilidad de transformación existencial, de autopoiesis (Maturana y Varela, 2003) personal y colectiva, es mayor en momentos de caos (Prigogine y Nicolis,1987). Sin embargo, podemos decir que observamos una tendencia de la cultura organizacional-institucional a buscar nuevas normalidades y consumir innovación para volver a adaptarse a un sistema instituido. Esto es muy distinto que hacer un intento por habitar este acontecimiento como un vacío fértil y creativo, el cual –sostenemos– nos permitiría dar un “salto cuántico” hacia otro estado.
En un esfuerzo por no caer en dualismos o totalizaciones cegadoras, intentamos visualizar esta etapa de emergencia como “tercera o nueva orilla” integradora. “Otra orilla” en tanto trama-danza de elementos vitales cuyo origen y potencia fluyen en el devenir constante del tiempo-río. Un tiempo-flujo que permita habitar los cuerpos y descansar en los remansos para encontrarnos en nuevos rituales de vínculos, de comunidad, de encuentro humano.

Dimensión comunicacional y principio biocéntrico

El principio biocéntrico (Toro Araneda, 2014) sostiene que todo aquello que existe –estrellas, plantas, animales, seres humanos–  son componentes de un sistema viviente mayor sometido a una matriz previa de organización basada en leyes físicas, biológicas y cósmicas. La evolución del universo es en realidad la evolución de la vida y culmina en el fenómeno de la Conciencia. Este postulado pone de manifiesto las disociaciones que implica vivir la vida bajo un paradigma antropocéntrico que ubica al hombre como centro, eje y medida de todas las cosas para proponer una perspectiva que comprende que es la trama de interconexiones la que sostiene la vida.
Integrar este principio con la dimensión comunicacional nos lleva a abordar los procesos dinámicos que se dan en instituciones y organizaciones con una mirada compleja sistémica, aunque, también, con una metodología o caja de herramientas que nos permite modificar los esquemas mentales, que son los patrones que actúan automatizando y perpetuando viejos bucles de pensamiento - emoción - acción.
El desarrollo de esta integración excede la ambición del presente artículo, por lo que solo agregaremos que se constituye en un valioso punto de partida para estructurar nuevas percepciones; para construir y componer nuevas formas; para deconstruir modelos patriarcales de vivir; para no caer en dualismos y fragmentaciones sociales que derivan en paradigmas de control y violencias.
Desde nuestra mirada, que adscribe al enfoque biocéntrico, no quisiéramos plantear recetas para épocas de pandemia, pero sí deseamos y tenemos el coraje de abismarnos a través de vivencias integradoras –instantes de plena presencia–, en los cuales la actividad del neo córtex puede descansar, en donde el tiempo y el pensamiento lineal se diluyen en favor de la sincronicidad y las resonancias por vibración. Es posible que aquí-allí descubramos un horizonte, un horizonte de esos que se encuentran, no de esos que se buscan.
 
(…) De pronto sentí el río en mí, corría en mí/ con sus orillas trémulas de señas/
 con sus hondos reflejos apenas estrellados./ Corría el río en mí con sus ramajes./
 Era yo un río en el anochecer, / y suspiraban en mí los árboles, /
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
 Me atravesaba un río, me atravesaba un río!
Juan L. Ortiz (2015: 229)

Referencias

1 Maya es un término sánscrito que tiene su origen en textos védicos antiguos, que luego retoma la filosofía advaita vedanta, el brahmanismo y que luego toma el budismo entre los siglos II a. C y I d.C y, posteriormente, Schopenhauer en el siglo XIX. El velo de maya en nuestro artículo refiere a la percepción ilusoria de la realidad en la que confundimos formas y estructuras, cosas, eventos y conceptos como realidades últimas; es la ilusión de confundir el mapa con el territorio, de asumir la idea de un yo separado.

2 Carlos Scolari (2018) plantea que las interfaces son más que herramientas y están sometidas a las leyes de la complejidad. Son prácticas políticas y lugares de innovación; derivan de otras; son algo dinámico entre el usuario y el diseñador; conforman un ecosistema en el cual podemos encontrar otras interfaces en escalas fractales. Las interfaces co-evolucionan entre ellas y a través del uso que hacen los usuarios. Reconfiguran nuestros cerebros y modos de relacionarnos: “La interfaz es un lugar donde los actores tecnológicos y humanos establecen conexiones e interactúan en una red” (Scolari, 2018: 55).

3 La inteligencia afectiva es un concepto acuñado por Rolando Toro Araneda (2012). El autor lo diferencia del concepto de inteligencia emocional. La inteligencia afectiva no es un tipo especial de inteligencia. Todas las formas de inteligencia –motora, espacial, mecánica, semántica, social, etcétera– tienen una fuente común: la afectividad, la cual organiza la percepción, la elaboración simbólica y el nivel de conciencia. La inteligencia afectiva es “la capacidad afectiva de establecer conexiones con la vida y relacionar la identidad personal con la identidad del universo” (Toro Araneda 2012: 32); es promotora de significación existencial. Promueve la observación y gestión de las emociones para integrarlas a una ética de vivir y no solo con fines especulativos.

Bibliografía

1. Capra, F. (2006). La trama de la vida Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Barcelona, España: Anagrama.         [ Links ]

2. de Sousa Santos,B.(2020). La cruel pedagogía del virus. Buenos Aires, Argentina: Clacso.         [ Links ]

3. Deleuze, G. y Guattari, F. (1993). ¿Qué es la filosofía? Barcelona, España: Anagrama.         [ Links ]

4. Deleuze, G. (2008). Lógica del Sentido. Buenos Aires, Argentina: Paidós.         [ Links ]

5. Juarroz R. (1984) Octava poesía vertical. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Carlos Lohlé         [ Links ].

6. Maturana, H. yVarela, F. (2003). El árbol del conocimiento. Bases biológicas del entendimiento humano. Santiago de Chile, Chile: Editorial Universitaria.         [ Links ]

7. Morin, E. (1984). Ciencia con conciencia. Barcelona, España: Anthropos.         [ Links ]

8. Ortiz, J. L. (2015). Obra completa. Santa Fe, Argentina: Ediciones UNL.         [ Links ]

9. Prigogine, I. y Nicolis, G. (1987). La estructura de lo complejo. Madrid, España: Alianza.         [ Links ]

10. Scolari, C. (2018). Las leyes de la interfaz. Diseño, ecología, evolución, complejidad. Barcelona, España: Gedisa.         [ Links ]

11. Toro Araneda, R. (2012). La inteligencia  afectiva. la unidad de la mente con el universo. Edición a cargo de Cecilia Toro. Santiago de Chile, Chile: Cuarto Propio.         [ Links ]

12. Toro Araneda, R. (2014). Principio Biocéntrico. Nuevo paradigma de las ciencias humanas. La vida como matriz cultural. Santiago de Chile, Chile: Cuarto propio.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons