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Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.42 Rosario dic. 2021

 

ARTÍCULOS

El Partido Liberal de Paraguay: reorganización, crisis interna y adaptación en tiempos democráticos (1989-2021)

The Liberal Party of Paraguay: Reorganization, Internal Crisis and Adaptation in Democratic Times (1989-2021)

 

Marcos Pérez Talia

Marcos Pérez Talia es investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Paraguay. E-mail: mptalia@gmail.com


resumen

El Partido Liberal de Paraguay es la organización partidista más antigua del país y de las más antiguas de la región. Durante las dictaduras del siglo XX, el partido fue perseguido, proscripto e incentivado a múltiples divisiones. Una vez caída la dictadura del general Stroessner (1989) e iniciada la transición democrática, el liberalismo –entonces dividido en cinco partidos– se tuvo que reorganizar rápidamente para competir por los cargos nacionales y subnacionales. Pese a las dudas y la incertidumbre respecto de sus chances de volverse competitivo, los resultados electorales pronto mostraron que la organización partidaria supo adaptarse a los nuevos desafíos democráticos. Este trabajo explora, en clave electoral, el proceso de reorganización y adaptación del liberalismo paraguayo entre 1989 y 2021. Para ello, se divide la historia partidaria en tres etapas: (i) la reorganización partidaria (1989-1998); (ii) lucha de facciones, alianzas y gobierno (1999-2013); y (iii) vuelta a la oposición y estabilidad partidaria (2013-2021). Se muestra cómo la inestabilidad interna y la falta de cohesión fueron capaces de generar crisis externas (lo que fue una de las causas de la caída de Lugo), mientras que, en su interior, sirve como fuente de vitalidad a partir de su amplia gama de opciones liberales posibles.

palabras clave: Partido Liberal; Paraguay; Partidos políticos

summary

The Liberal Party of Paraguay is the oldest party organization in the country and one of the oldest in the region. During the dictatorships of the 20th century, the party was persecuted, outlawed and encouraged to multiple divisions. Once the dictatorship of general Stroessner (1989) fell and the transition to democracy began, liberalism - then divided into five parties - had to quickly reorganize itself to compete for national and sub-national positions. Despite the doubts and uncertainties regarding its chances of becoming competitive, the electoral results soon showed that the party organization knew how to adapt to the new democratic challenges. This work explores, in an electoral key, the process of reorganization and adaptation of Paraguayan liberalism between 1989 and 2021, dividing party history into three stages: (i) party reorganization (1989-1998); (ii) factional struggle, alliances and government (1999-2013); and (iii) return to opposition and party stability (2013-2021). It shows how internal instability and lack of cohesion is capable of generating external crises (being one of the causes of Lugo's downfall), while, inside, it serves as a source of vitality from its wide range of possible liberal options.

keywords: Liberal Party; Paraguay; Party politics


Introducción

El Partido Liberal de Paraguay es la organización partidaria más antigua del país. Fue fundado en julio de 1887, dos meses antes que su eterno contendor, el Partido Colorado. Ambos partidos tradicionales son, a su vez, de los más antiguos de la región, solo superados por los partidos tradicionales de Uruguay y Colombia.
Desde la vigencia del constitucionalismo liberal, establecido en 1870 al finalizar la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), los liberales y colorados han prácticamente monopolizado el Poder Ejecutivo, sea en tiempos democráticos o autoritarios. Terceras fuerzas han intentado, sin éxito, institucionalizarse y desplazarles del ejercicio del gobierno. Sin embargo, durante las dictaduras del general Higinio Morínigo (1940-1947) y del general Alfredo Stroessner (1954-1989), el relativo equilibrio de fuerzas entre ambos partidos decreció en favor del Partido Colorado, sostén político del stronismo durante los treinta y cinco años de autoritarismo. En aquellos tiempos de persecución, de divisiones partidarias incentivadas por la dictadura e incluso de proscripción del liberalismo, sus miembros tuvieron que extremar esfuerzos para mantener un mínimo nivel de organización en la clandestinidad.
Una vez caída la dictadura del general Stroessner (1989) e iniciada la transición a la democracia, el Partido Liberal –entonces dividido en cinco partidos– se tuvo que reorganizar rápidamente para competir por los cargos nacionales y subnacionales. Pese a las dudas y la incertidumbre respecto de sus chances de volverse competitivo, los resultados electorales pronto mostraron que la organización partidaria supo adaptarse a los nuevos desafíos democráticos.
Este trabajo pretende describir el proceso de reorganización y adaptación del liberalismo paraguayo, en clave electoral, luego del inicio de la transición a la democracia en 1989. En ese sentido, se pondrá el foco de atención en sus números electorales internos y externos, en su capacidad de representación, expresada en su fuerte presencia en el Legislativo nacional, en las tensiones hacia el interior de la organización y en sus recurrentes crisis internas. Para el estudio del comportamiento del Partido Liberal se utilizará la propuesta teórica de las tres caras de los partidos (Key, ([1942] 1964); Von Beyme, 1986; Katz y Mair, 1993). Se asume, en este sentido, que las organizaciones partidistas no son un todo homogéneo, sino un conjunto de minipartidos –o minisistemas– que cooperan y luchan entre sí, e interactúan además en distintas arenas políticas (Cotta, 2001; Alcántara y Freidenberg, 2003).
Existen al menos tres razones que justifican el estudio del Partido Liberal paraguayo. En primer lugar, se trata del partido político en funcionamiento más antiguo del país y, en segundo lugar, es también el principal partido de oposición, a pesar de las sañudas dictaduras del siglo XX, que intentaron reducir su expresión organizativa y representativa. Finalmente, los partidos paraguayos, comparados con otros partidos de la región, han recibido muy poca atención por parte de la Ciencia Política, por lo cual no conocemos mucho acerca de su organización y funcionamiento. A su vez, entre los trabajos publicados, predominan los estudios del Partido Colorado, con una mirada mayormente histórico-narrativa, donde dominan las crónicas de cuándo se fundaron, quiénes dirigían, entre otros aspectos. El desafío propuesto aquí es incorporar algunas herramientas analíticas utilizadas en los estudios clásicos partidistas de la Ciencia Política y, al mismo tiempo, sumar datos estadísticos inéditos de sus procesos internos.
El trabajo se divide en cuatro partes. La primera es eminentemente teórica, donde se traen a la vista los principales autores que proponen la mirada de los partidos a través de caras y se definen las dimensiones e indicadores que se utilizarán para estudiar el Partido Liberal. La segunda, tercera y cuarta parte son del desarrollo empírico del caso, que se encuentra dividido en tres etapas: (i) primera etapa: la reorganización partidaria (1989-1998); (ii) segunda etapa: lucha de facciones, alianzas y gobierno (1999-2013); y (iii) tercera etapa: vuelta a la oposición y estabilidad partidaria (2013-2021).

Propuesta teórica: las distintas caras del partido

El estudio de los partidos políticos constituye una línea de investigación extensa, relevante y fructífera dentro de la Ciencia Política. Los trabajos seminales de Moisei Ostrogorski (1902), Robert Michels ([1911] 1979) y Max Weber ([1922] 2002) han sido las piedras angulares desde donde se sustentó esta promisoria corriente politológica. Desde entonces, el análisis de los partidos ocupó un rol central en la disciplina (Abal Medina, 2002), por lo cual no es casualidad que los primeros libros “genuinamente politológicos se hayan escrito sobre los partidos políticos” (Von Beyme, [1982] 1986: 1).
Dentro de los múltiples enfoques y tradiciones existentes en la literatura partidista, el estudio de los partidos a través de caras no podría pasar desapercibido. Esta línea de investigación ha sabido producir una importante cantidad de publicaciones que intentan aportar, con sus rasgos y esquemas propios, nuevos conocimientos sobre el modo en que actúan y se relacionan los partidos políticos, no solo hacia su interior, sino también con el mundo exterior.
Huelga decir que la idea de las tres caras de los partidos se vuelve, en cierta forma, exitosa debido a la publicación de Richard S. Katz y Peter Mair (1993). Sin embargo, será V.O. Key ([1942] 1964) quien, de forma pionera, analice a los partidos norteamericanos en tres caras o niveles de actividad: (i) El partido en el electorado: se refiere a los votantes del partido en su conjunto y que se consideran a sí mismos como miembros del partido. “Es un grupo amorfo, pero tiene una realidad social” (Key, [1942] 1964: 164). (ii) El partido en su organización: se constituye como la segunda cara del partido y se refiere al
grupo de trabajadores políticos más o menos profesionales [...] todos los hombres y mujeres que hacen el trabajo de la organización política constituyen un ‘grupo’ más o menos separado y apartado del ‘partido en el electorado’, pero no necesariamente independiente de él (Key, [1942] 1964: 164).
 Por último, (iii) El partido en el gobierno: se refiere a aquellos “grupos dentro del gobierno” que pueden incluir al presidente, sectores de su partido en el Parlamento, gobernadores, entre otros. En definitiva, serían el grupo “que podría ser considerado responsable de la conducta del gobierno” (Key, [1942] 1964: 164).
Bastantes años después, esta propuesta teórica fue aceptada y retomada por Klaus von Beyme (1986), aunque le agregó a su análisis dos caras o dimensiones más: (i) la ideología y (ii) el sistema de partidos. En ese sentido, alegó que los partidos dentro del sistema político cumplen una serie de funciones que han de figurar en la base de cualquier estudio, de las cuales se desprenden sus categorías de análisis, que están ordenadas en dos dimensiones y cinco caras:

  • Nivel interno: (i) ideología: familias ideológicas; (ii) el partido en su organización: miembros, grupos de interés, financiación, estructura social de los miembros, fracciones, burocracia y democracia interna.
  • Nivel externo: (i) sistema de partidos: competición interpartidista; (ii) nivel electoral: resultados, identificación partidista y volatilidad; (iii) poder político: parlamento y gobierno.

En la década de 1990 del siglo XX, Katz y Mair (1993) retomaron la idea original de Key (1942) y acuñaron lo que Manuel Alcántara denominó “la metáfora de las tres caras” (2004: 24). Si bien no fueron ellos los padres de la propuesta teórica, la tradición se volvió más notoria a partir de la publicación de su trabajo, que planteó estudiar los partidos en tres dimensiones o caras:
  • El partido en las instituciones: la clave de esta cara es que se encuentra plenamente dominada por aquellos políticos que han triunfado en elecciones y, al mismo tiempo, su permanencia en los cargos dependerá de nuevos éxitos electorales. Si el éxito electoral es la base de toda legitimidad, pues entonces el “partido en el gobierno” es “el núcleo por excelencia y el símbolo externo del éxito” (Katz y Mair, 1993: 595-596).
  • El partido en el electorado: está formado por los activistas regulares, financistas y votantes leales (estén o no afiliados al partido). Las características son la membresía voluntaria, la permanencia y la regularidad. Si bien pueden existir varios requisitos para unirse y mantener una membresía formal, “la entrada y la salida están, en su mayor parte, basadas en las elecciones privadas de los miembros individuales” (Katz y Mair, 1993: 598).
  • La organización central del partido: Se encuentra frecuentemente ubicada en la capital del país y posee dos grupos de personas (que muchas veces están superpuestos): (i) el comité ejecutivo nacional y (ii) la burocracia del partido. Sus principales recursos son su centralidad, experiencia y posición formal en lo más alto de la organización partidista. Incluso, muchos de los miembros de esta cara forman parte de otras caras del partido (Katz y Mair, 1993: 599).

En sintonía con la tesitura de estudiar a los partidos a través de caras, pero con la incorporación, a su vez, de América Latina como unidad de análisis, Manuel Alcántara y Flavia Freidenberg (2003) realizaron una propuesta analítica que asume que los partidos, al tiempo que se relacionan con el sistema político, son sistemas en sí mismos. Los autores entienden los partidos como parte de un todo mayor –el sistema político general– y, al mismo, tiempo, integrado por diversas partes que, en su totalidad, conforman al partido en general. Sugieren que “el ambiente que rodea a este mini sistema político [el partido] imprime su influencia sobre él y, a la vez, el partido puede modificar de diversas maneras a su ambiente” (Alcántara y Freidenberg, 2003: 16).
Los autores hablan del partido con dos ámbitos: (a) ámbito interno: (i) individuos y grupos, (ii) estructuras, normas y organismos; y (b) ámbito externo: (i) vínculo entre los partidos y su entorno, (ii) papel y actividades desempeñadas por actores en los ámbitos gubernamental, legislativo y electoral. De esa forma, observan a los partidos en dos dimensiones y cinco caras: Interna: (i) partido como organización burocrática y (ii) partido como organización voluntaria de miembros. Externa: (i) organización electoral, (ii) organización de gobierno y (iii) partido en el Congreso.
En definitiva, la literatura partidista ofrece un sinnúmero de esquemas clasificatorios, categorías, enfoques, entre otros. No obstante, la decisión de optar por tal o cual corriente teórica deriva exclusivamente del interés, del problema de investigación y de su posibilidad de aplicación (Wolinetz, 2002).
A partir de dichas consideraciones, el presente análisis del Partido Liberal se realizará a partir de la observación del comportamiento de la organización, desde 1989 hasta 2021, en tres dimensiones y cinco indicadores que combinan –a partir de la disponibilidad de datos– las propuestas de Von Beyme (1986), Katz y Mair (1993) y Alcántara y Freidenberg (2003). De este modo, contiene no solo la faceta interna sino también la externa:
  • El PLRA en el electorado: evolución de la cantidad de afiliados y porcentajes de participación en las elecciones internas del partido.
  • El PLRA en su organización interna: quiénes mandan en el Directorio partidario, es decir, una mirada de los actores y grupos que concentran el poder, cuyo análisis ha sido denominado de distintas formas: la oligarquía de Robert Michels ([1911] 1979), el círculo interno de Maurice Duverger ([1951] 2014) o la coalición dominante de Angelo Panebianco (1990). Se refiere, en todos los casos, a aquellos actores y grupos que “controlan los principales recursos de poder y toman las decisiones que después afectan al conjunto de la organización” (Abal Medina, 2006: 19).
  • El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) en el Legislativo: cantidad de escaños en el Legislativo nacional accedidos en cada elección y posiciones ideológicas de la élite parlamentaria comparadas entre períodos. A ese respecto, el papel de la ideología se destaca como dimensión necesaria en la propuesta analítica formulada por Von Beyme, quien indica que “a largo plazo, únicamente los partidos con una base ideológica han conseguido establecerse firmemente” (1986:35).
Primera etapa: la reorganización partidaria (1989-1998)

El general Andrés Rodríguez, artífice principal del golpe que dio fin a la dictadura, ordenó inmediatamente disolver el Congreso stronista y convocar a elecciones presidenciales y parlamentarias, fijadas para el primero de mayo de 1989, para dar legitimidad al nuevo gobierno. La oposición no consiguió las reformas electorales solicitadas a fin de que las elecciones sean competitivas, pero aun así decidió participar. El sistema electoral vigente otorgaba incentivos para formar parte de la justa electoral –al margen de los resultados en las presidenciales–, ya que la primera minoría podía acceder al 33% de las bancas parlamentarias.
Las elecciones generales se realizaron en la fecha indicada y, sin sorpresas, resultó ganadora la fórmula del Partido Colorado (ANR1 en adelante), encabezada por el general Andrés Rodríguez. La oposición, especialmente el liberalismo, había asumido que las elecciones eran, en realidad, el inicio de un proceso y no un fin en sí mismo.

Tabla I. Elecciones presidenciales de 1989

A las elecciones concurrieron cuatro vertientes del liberalismo paraguayo (PL, PLR, PLRU y PLRA)2, aunque sirvieron para confirmar que la fuerza política de mayor arrastre dentro del liberalismo era el PLRA3, donde militaban Domingo Laíno, los hermanos Saguier, Benítez Florentín, Carmen Casco de Lara Castro, entre otros. Con los resultados definitivos se instaló un nuevo Congreso, integrado con el 66% de miembros del Partido Colorado y el 33% de miembros del PLRA.4 En total, el PLRA accedió a 11 bancas en el Senado y 21 bancas en Diputados.
En el marco de las diversas reformas electorales emprendidas, dos de ellas fueron importantes de cara a la vida interna partidaria. La primera fue la adopción del sistema de representación proporcional. Fue una de las banderas principales de la oposición, especialmente del PLRA, a sabiendas de que el camino hacia una democracia competitiva y plural no sería fácil, por lo cual la representación proporcional se convertiría en una herramienta crucial para conquistar, poco a poco, espacios de poder. La segunda fue la adopción de la elección directa como mecanismo para seleccionar candidatos partidarios. Con el voto directo se pretendía reducir el control que tenían sobre las estructuras partidarias los movimientos internos mayoritarios y, subsidiariamente, crear condiciones para recambios en los liderazgos. El nuevo sistema tuvo un fuerte impacto en la vida interna de los partidos: (i) la vida electoral interna pasó a ser vital; (ii) los movimientos internos se volvieron esenciales; y (iii) los discursos internos políticos dejaron de mirar únicamente a Asunción y se centraron igualmente en el interior del país, los jóvenes y las mujeres, entre otros factores (Caballero Carrizosa, 1998: 615-617).
Una vez introducidas esas reformas electorales, los partidos políticos emprendieron sus actividades en el marco de los múltiples desafíos electorales que se presentaban, fueran internos o externos. En cuanto a las elecciones internas para elegir autoridades partidarias, el PLRA llevó a cabo en esa etapa tres procesos electorales: 1990 –las primeras con voto directo–, 1992 y 1995. En todas estas elecciones, triunfó con mucha comodidad el movimiento interno de Domingo Laíno (el lainismo). Su principal contendor era el movimiento de Miguel Abdón Saguier (el saguierismo), aunque nunca tuvo la fuerza suficiente para amenazar la hegemonía interna del lainismo.

Tabla II. Datos electorales de elecciones internas 1990, 1992 y 1995

Los datos de la Tabla II muestran cómo el PLRA, de provenir de la clandestinidad y prácticamente sin organización partidaria por varias décadas, en la era democrática logró reorganizarse casi inmediatamente. La cantidad de afiliados al partido no paró de crecer, elección tras elección. En cuanto al porcentaje de participación de los afiliados en las internas, merece la pena señalar dos cuestiones. En primer lugar, el PLRA fue (y aún es) el único partido no colorado cuyas primarias son competitivas y participativas. En segundo lugar, la participación interna –25% en promedio– fue relativamente baja en comparación con los siguientes períodos. Esto se debió, tal vez, a dos causas: las nuevas reglas de juego (que dejaron sin efecto las Convenciones para elegir autoridades y, en cambio, obligaban al voto directo de los afiliados) tienen necesariamente su período de internalización y adaptación. Se podría agregar, además, la fuerte cohesión de Domingo Laíno con el electorado liberal, que hizo desaparecer cualquier incertidumbre en los resultados.
A nivel ideológico, el Partido Liberal paraguayo hunde sus raíces en el viejo liberalismo político del siglo XIX. Desde entonces, han convivido internamente al menos dos grandes corrientes ideológicas: una más clásica y ortodoxa, y otra más social y heterodoxa. Si bien en el siglo XX el partido se afilió a la Internacional Liberal, al observar las disputas internas se descubre que las posiciones ideológicas y programáticas están lejos de ser uniformes.
En la década de 1990, el movimiento Cambio para la Liberación –el lainismo– se situaba más cercano a la socialdemocracia, en una posición de centroizquierda, con una marcada tendencia social. El movimiento Movilización Popular para el Cambio –el saguierismo– se ubicaba mayormente hacia la centroderecha, con mayor afinidad con el liberalismo clásico, la no intervención del Estado y un cierto rechazo a los rasgos populistas (en abierta alusión a Laíno).
A partir de datos provenientes de encuestas realizadas sistemáticamente por la Universidad de Salamanca (Élites Parlamentarias de América Latina [PELA]) a diputados de Paraguay, es posible observar y comparar las posiciones ideológicas del PLRA en el recinto parlamentario.

Tabla III. Ideología de la élite partidista (1993-1998)

Los datos colocan al PLRA en una ubicación moderada, de centro, y ubicado hacia la izquierda de la ANR, que, en todos los casos, se ubica perfectamente hacia la derecha del espectro ideológico. En cuanto a la percepción ideológica hacia los principales líderes políticos nacionales, estos son los datos:

Tabla IV. Ideología de los principales líderes partidarios

De entre los cuatro líderes nacionales citados previamente, es al líder del PLRA a quien ubican en una posición más de centro (5,33) y más alejado de la derecha (Luis María Argaña, con 7,86).
A pesar del cómodo dominio de Domingo Laíno en el PLRA, no logró derrotar al Partido Colorado en las tres elecciones generales en las que compitió y representó al liberalismo. En su intento de vencer, probó distintas fórmulas: en 1989 y 1993 se presentó con una fórmula integrada exclusivamente por liberales, y en 1998 concretó una alianza con el partido Encuentro Nacional, en la cual quedaba la presidencia para Laíno y la vicepresidencia para Carlos Filizzola, de dicha agrupación opositora. Pese a las distintas estrategias electorales, el coloradismo siguió triunfando en el Ejecutivo durante los nuevos tiempos democráticos, aunque el PLRA fue siempre el segundo partido en términos electorales.

Tabla V. Cantidad de diputados y senadores a los que el PLRA accedió en las generales de 1993 y 1998

La cantidad de escaños accedidos, como se observa en la Tabla V, muestra que el PLRA supo rápidamente extender y consolidar a lo largo y ancho del país sus raíces territoriales. La organización partidista liberal mostró, ya al inicio de la democracia, su capacidad de expansión territorial, lo cual implica, de algún modo, la existencia de vínculos estables y persistentes entre el partido y los ciudadanos de los distintos departamentos del país (Pérez Talia, 2017).
La consecuencia inmediata de la dura derrota en las generales de 1998 fue la pérdida de poder de Laíno hacia el interior del PLRA. A partir de entonces, el liberalismo dejaría de ser un partido disciplinado en torno a su principal líder y pasaría a convertirse en un conjunto de facciones en permanente disputa por el poder interno (Abente Brun, 2010:304).
Esta primera etapa de reorganización partidaria (1989-1998) se cierra, a pesar de las tres derrotas presidenciales de Domingo Laíno, con un balance mayormente positivo. De ser un partido que provenía de la clandestinidad y con un incierto porcentaje de afiliados al inicio de la transición, pasó a ser en democracia el principal partido de oposición, sin que terceras fuerzas puedan desplazarlo de ese lugar.
El proceso relativamente exitoso de institucionalización del PLRA en los años noventa no tiene a Laíno como único artífice, claro está. En todo caso, los partidos políticos son una suma de actores políticos cuyo accionar conjunto marca el derrotero partidista. Sin embargo, bajo el manejo partidario lainista, el PLRA se reinstaló en el imaginario ciudadano como una alternativa electoral capaz de disputarle el poder palmo a palmo a la ANR en una lucha abiertamente desigual, no solo en cuanto a afiliados sino también en cuanto a recursos económicos.
Pocos partidos en la región pueden ser capaces de mostrar el “músculo electoral” que mostró el PLRA después de sobrevivir a casi cincuenta años de proscripción, persecución y represión brutal. La comunidad liberal tradicional, entendida como ese enclave cultural fuertemente arraigado en la sociedad paraguaya desde su fundación, seguramente explica la supervivencia del liberalismo a tantos días oscuros y aciagos. En los diez primeros años de la era democrática, esa “comunidad liberal” fue exitosamente visibilizada, organizada e institucionalizada por el PLRA.
Sin embargo, el principal problema que se planteaba el PLRA de cara al post lainismo era que ya no podía basarse exclusivamente en su comunidad liberal. Ella le otorga un peso electoral importantísimo –el 30% en promedio–, pero no le asegura la mayoría para gobernar el país. El partido debía trascender su “enclave cultural” y articular un nuevo discurso frente a una sociedad que empezaba a modernizarse. Para ello, debían venir nuevos tiempos de modernización del aparato partidario, que tendría que ser capaz de abrirse a la sociedad “no liberal”, en la necesidad de encauzar las nuevas demandas ciudadanas (Caballero Carrizosa, 1993: 184).

Segunda etapa: lucha de facciones, alianzas y gobierno (1999-2013)

En esta segunda etapa, suceden distintos hechos políticos a nivel nacional que impactan en la organización liberal. En primer lugar, el PLRA accede a gobernar, aunque en tres formas distintas: (i) como cogobierno durante el Gobierno de Unidad Nacional (1999-2000); (ii) en alianza con Fernando Lugo (2008-1012); y (iii) en solitario (2012-2013), luego de la destitución de Lugo vía juicio político. No obstante, al tiempo que existía mayor disponibilidad de cargos y recursos en juego, la lucha de facciones internas se volvió intensa y encarnizada. En muchos casos, parecía que había varios partidos liberales al mismo tiempo.
En 1999, se realizan las elecciones internas para elegir al sucesor que dirija al partido en tiempos post-lainistas. En dicha elección, triunfó Julio Cesar “Yoyito” Franco frente a Luis Alberto Wagner –heredero político de Laíno–, lo que dio inicio al tiempo del franquismo en el PLRA. Paradójicamente, la etapa partidaria franquista acabará cuando Federico Franco acceda en 2008 a la vicepresidencia de la República, en alianza con Fernando Lugo.

Tabla VI. Datos electorales de las elecciones internas partidarias entre 1999 y 2007

La Tabla VI muestra no solo el predominio del sector franquista en la década, sino también el crecimiento del padrón electoral, elección tras elección, y el aumento de la participación en las elecciones internas. Si, en la etapa anterior, el promedio de participación fue del 25%, en esta etapa el promedio fue del 33%. En cuanto al electorado liberal, en esta etapa se observa un crecimiento del 41% del padrón electoral entre 1999 y 2007. La mayor disponibilidad de incentivos –colectivos y selectivos– incidió en el interés de formar parte de alguna facción interna y participar de la dinámica partidaria.
En 1999, el PLRA accede a cogobernar el país con la ANR. El nuevo presidente de la República, Luis González Machi (ANR), anunció la conformación de un Gobierno de Unidad Nacional con las fuerzas políticas con representación parlamentaria. Al PLRA se le ofrecieron dos ministerios, que fueron asumidos por líderes de las dos grandes facciones internas: Luis Alberto Wagner asumió el Ministerio de Agricultura y Ganadería y Miguel Abdón Saguier asumió el Ministerio de Relaciones Exteriores, con Carlos Mateo Balmelli como vicecanciller. En la medida en que el PLRA no accedía a la presidencia de la República (como ocurrió en 1989, 1993 y 1998), la dirigencia principal acababa por pactar con el coloradismo según devinieran coyunturas críticas, y aun a expensas de dilapidar su perfil opositor. Carlos Mateo Balmelli afirmaba en una entrevista que “en el caso de los liberales, nosotros decíamos: tenemos que volver al gobierno de alguna manera para ejercitarnos en el poder y que la gente nos vea.” (citado en Yore, 2014: 267).
El Gobierno de Unidad Nacional, a pesar de las expectativas iniciales, cargaba con una mochila pesada: no tenía legitimidad electoral de origen y su desenvolvimiento era visto, cada vez más, como un reparto de feudos a las cúpulas partidarias, que no cesaban en pedir aumentos en sus cuotas de poder. El internismo del PLRA asoma con fuerza y produce la primera crisis: Wagner es destituido en agosto de 1999 por pedido de la propia dirigencia liberal. En los primeros días de septiembre le llega el turno a Miguel A. Saguier, quien también es despedido de la Cancillería. El PLRA, finalmente, decide de manera institucional retirarse del cogobierno.
El recambio generacional de la dirigencia del PLRA trajo consigo ciertas modificaciones en la ideología de la élite partidista. Luis Alberto Wagner tomó en un principio la bandera de sucesor natural de Domingo Laíno. Si bien compartía con el histórico dirigente –con Laíno– una férrea lucha contra la dictadura y la defensa de un liberalismo más social y de centroizquierda, se mostraba, al mismo tiempo, más radical y confrontativo, lo cual dejaba en entredicho su perfil de líder nacional, situación requerida por entonces. “Yoyito” Franco, por su parte, emergía como un político más moderado y conciliador. Era hijo de un notable y recordado caudillo liberal, don Cástulo Franco, más conocido como “el médico de los pobres”. Desde Fernando de la Mora empezó a construir su perfil de líder nacional, con lo cual rompió la hegemonía histórica de Laíno, para lo cual emprendió una alianza con el saguierismo. No podría ser ubicado ideológicamente en la derecha conservadora (donde sí estaría su hermano Federico Franco), aunque tampoco sería un abanderado de las demandas sociales. Seguramente, el pragmatismo ideológico describe mejor su actuar político.
Las encuestas realizadas por la Universidad de Salamanca (PELA) a diputados de Paraguay del período 1998-2003 no muestran, sin embargo, cambios sustanciales en la ideología de los parlamentarios del PLRA.

Tabla VII. Cómo se ven ideológicamente los partidos entre sí

Aunque muy parecidos entre uno y otro período parlamentario, los datos de la Tabla VII permiten observar un muy pequeño reacomodo de ambos partidos tradicionales hacia la derecha del espectro ideológico, aunque la ANR ocupó con más fuerza esa posición.
En las elecciones generales de 2003, el PLRA presentó una candidatura exclusivamente liberal, encabezada por “Yoyito” Franco. Fue derrotado nuevamente por la ANR, aunque mantuvo nuevamente el segundo lugar de los resultados nacionales. Mantuvo, además, una importante cantidad de escaños legislativos: 12 de 45 bancas en el Senado y 21 de 80 en Diputados.
Durante el período constitucional 2003-2008, el PLRA vive una auténtica lucha entre facciones internas que, sin ruborizarse, negocian directamente con el presidente colorado Nicanor Duarte Frutos lugares en embajadas, entes autárquicos, sindicaturas, entre otros espacios. La ANR buscaba consolidar mayorías parlamentarias estables –especialmente en el Senado– y necesitaba díscolos en la oposición. Por el lado liberal, algunos sectores parecían agotados de tantos años de oposición que, por algunas cuotas de poder que les ofrecía el oficialismo, hasta preferían ser sancionados y escrachados. En la medida en que transcurría la presidencia de Duarte Frutos, el presidente manifestaba, cada vez con más insistencia, su intención de buscar la reelección presidencial. La respuesta mayoritaria de la oposición fue negativa, aunque algunos sectores del PLRA dejaron traslucir la posibilidad de apoyar una reforma constitucional para incorporar el pedido de Nicanor Duarte Frutos.
En las elecciones partidarias de 2005, estuvo en agenda la cuestión de los pactos entre colorados y liberales. Desde un comienzo, las elecciones estuvieron centradas en dos candidaturas: la de Blas Llano y la de Efraín Alegre, continuidad y cambio. Por un lado, Blas Llano heredaba el liderazgo que “Yoyito” Franco ya no podía sostener. Hizo alianza con Luis A. Wagner, quien, paradójicamente, en las tres elecciones previas había competido justamente contra Franco. Por el otro lado, Efraín Alegre emergía con fuerza en alianza con un grupo importante de, principalmente, diputados y gobernadores. En una entrevista periodística, Blas Llano afirmaba que su misión principal era “poner en orden la casa” (ABC Color, 14/07/2005) de cara a las presidenciales de 2008, y resaltaba la fortaleza de su equipo político, que ganó todas las elecciones que disputó, salvo la de 2003. En la otra vereda, Efraín Alegre proponía “terminar con las políticas de transas y negociados que perjudicaron mucho al partido y minaron la confianza de la ciudadanía” (Pérez Talia, 2019: 69).
En dichas elecciones el franquismo volvió a triunfar, con Blas Llano como presidente, cuyos resultados reflejaban algunas líneas de cambio partidario. Se llevaba a cabo la segunda renovación de líderes luego de la “era de Laíno” y esta vez incluía además una renovación generacional. En primer lugar, Blas Llano tenía 38 años, y Efraín Alegre, 42 años. En segundo lugar, los liderazgos históricos quedaban relegados a las segundas o terceras líneas de importancia. Prueba de ello es la marginal cantidad de votos que recibió Domingo Laíno, quien ni siquiera participó de la jornada electoral, ya que viajó a Nicaragua para asistir al aniversario de la Revolución Sandinista. Por último, el triunfador gobernaría el partido con una delgada mayoría propia, lo cual le obligaba inexorablemente a dialogar con las demás fuerzas internas. La continuidad principal fue que el grupo político que gobernaba el PLRA desde 1999 –con nuevas alianzas internas– volvía a triunfar.
El PLRA, en el período 2003-2008, aún será un partido moderado, de centroderecha, y la derecha todavía estará ocupada por la ANR. Los nuevos liderazgos del PLRA –Blas Llano, Efraín Alegre y el gobernador Federico Franco– aún no manifestaban abiertamente sus posiciones ideológicas en temas centrales de la política nacional. Luego de la renovación de autoridades en 2005, el objetivo principal pasó a ser la construcción de una gran concertación nacional, más allá de las disputas y enunciaciones ideológicas.
Las encuestas realizadas por la Universidad de Salamanca (PELA) a diputados de Paraguay del período 2003-2008 muestran más continuidades que cambios en la línea ideológica del partido.

Tabla VIII. Ideología de la élite partidaria legislativa (2003-2008)

Llama la atención que los diputados del PLRA se autoubicaron muy levemente a la derecha de los de ANR, casi en la misma posición que UNACE5 (Tabla II). Sin embargo, en la percepción de los demás diputados hacia otros partidos, el PLRA efectivamente ocupa una posición menos “derechoza” que ANR y UNACE (Tabla I).
En el año 2006, se inicia el proceso –interno y externo– para llegar al poder en 2008. La fuerte crisis interna en el Partido Colorado y la emergencia de Fernando Lugo como líder carismático, capaz de unir a la oposición, favoreció el armado de una gran alianza. El PLRA convocó a una Convención para el 17 de junio de 2007 a fin de que la máxima autoridad partidaria decida el rumbo liberal de 2008. Existían dos propuestas que enfrentaban a las facciones internas y que fueron objeto de debate y aprobación: una posición que implicaba entregar la candidatura presidencial a Fernando Lugo y pugnar por la vicepresidencia, defendida por el oficialismo liberal; y otra que proponía no ceder sin más la candidatura presidencial a Lugo y, en todo caso, negociar la fórmula con todos los actores que integraban la Concertación opositora. Esta propuesta fue defendida por la disidencia liderada por Federico Franco y Efraín Alegre. La Convención partidaria optó finalmente, por un margen muy estrecho, por la posición oficialista “sin condiciones”. Declinó la candidatura presidencial a favor de Fernando Lugo y se aseguró la candidatura a vicepresidente. De esa forma, le tocaba elegir al PLRA, mediante elecciones primarias de sus afiliados, al acompañante de Lugo para el cargo de vicepresidente.
En septiembre de 2007 se conformó la Alianza Patriótica para el Cambio (APC en adelante), que formalizaba la candidatura de Fernando Lugo para la presidencia y la de un representante del PLRA para la vicepresidencia. Una vez conformada la APC, el PLRA se enfrascó intensamente en su interna partidaria, fijada para el domingo 9 de diciembre de 2007. No solo había que elegir al candidato a vicepresidente de la República y demás cargos nacionales, sino también renovar autoridades partidarias para el período 2008-2010. La lucha interna generó nuevos reacomodos en la élite partidaria y los resultados de las elecciones servirían para recomponer fuerzas políticas internas. La lista de Federico Franco triunfó en todos los frentes, incluido la presidencia del PLRA. Los resultados aseguraban a Franco ser el actor liberal más relevante de los próximos cinco años, en caso de que la APC triunfara en las elecciones generales. Blas Llano, a pesar de su derrota, y de ser el único presidente que perdió una reelección, todavía consolidaba su liderazgo hacia el interior del partido, esta vez ya sin el grupo de los Franco. Efraín Alegre (que había perdido la presidencia del PLRA en 2005 contra Llano) estrechó una alianza estratégica con los Franco, que le aseguró encabezar la lista del PLRA al Senado y convertirse en figura central de la campaña liberal.
La APC significó un acuerdo electoral mínimo que giró en torno a tres cuestiones:
  • El apoyo electoral irrestricto a Lugo y al PLRA como cabezas de la fórmula para enfrentar a los colorados, donde el primero aportaba su figura carismática bajo cuyo liderazgo se agrupó la mayor parte de la oposición y el segundo aportaba su fuerza organizativa nacional, su caudal de votos y su estructura partidaria.
  • Para el caso de que la APC alcanzara la victoria en 2008, el gabinete del gobierno debería ser plural y equilibrado. No se acordó de manera clara las cuotas de poder en el gabinete, sino que iba a estar integrado por los diversos sectores que apoyaban la Alianza.
  • Un acuerdo tácito y no escrito que proponía que, para las presidenciales de 2008, sería Fernando Lugo quien encabezara la candidatura y, para 2013, sería un liberal quien estaría al frente (Gorostiaga Guggiari, 2016).
El triunfo de Fernando Lugo y Federico Franco (presidente y vicepresidente de la República respectivamente), el 20 de abril de 2008, dio nuevos bríos al liberalismo paraguayo. En términos legislativos, fue de las mejores elecciones del PLRA en la era democrática. Alcanzó14 bancas en el Senado y 29 en Diputados. A pesar de la amplia diversidad de partidos y movimientos sociales dentro de la APC, Fernando Lugo estaba obligado a tener una buena relación con su socio mayoritario, el PLRA, merced a su fuerza parlamentaria, ya que el 90% de la fuerza parlamentaria eran escaños liberales. En cuanto a la cara electoral durante los tiempos de gobierno, el PLRA dio saltos cuantitativos interesantes con respecto al período anterior.

Tabla IX. Datos electorales de las elecciones internas partidarias durante el gobierno

A nivel de participación en las elecciones internas y padrón electoral, se observa nuevamente un crecimiento importante con respecto al pasado. En la primera etapa de reorganización partidaria (1989-1998), el promedio de participación fue del 25%, y en la segunda etapa –previa a la llegada al gobierno–, la media fue del 33% de participación. En cambio, una vez que el liberalismo accedió al poder (2010-2012), la media de participación subió al 45%. En cuanto al electorado liberal, también se observa un crecimiento del padrón del 36% respecto de la etapa anterior. Los incentivos que otorgaba el poder explican seguramente estos saltos cuantitativos en la cara electoral.
Pronto se agudizaron las fricciones, no solo entre los miembros de la APC sino también entre las facciones internas del PLRA, lo cual terminó por afectar a la propia APC. El primer resquebrajamiento comenzó con el vicepresidente electo, Federico Franco, quien rápidamente manifestó síntomas de poca sintonía con su compañero de fórmula, Fernando Lugo. El presidente Lugo decidió inmiscuirse en el internismo liberal. Se apoyó en y fortaleció a los sectores liberales opuestos a Franco –a las facciones de Blas Llano y Efraín Alegre– con el fin de debilitarlo internamente, mientras que Franco recurrió a los medios de comunicación para confrontar públicamente con el presidente. La relación entre ambos se agravó definitivamente cuando Lugo decidió destituir, en abril de 2009, al único ministro dentro del gabinete que contaba con la bendición de Federico Franco (Cándido Vera Bejarano, del Ministerio de Agricultura y Ganadería), con lo cual la corriente franquista pasaba tácitamente a la oposición. Al año de gobierno de la alianza, las bancadas liberales del Congreso mostraban una considerable división, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, aunque todavía funcionaban como escudo del presidente Lugo frente a las constantes amenazas de juicio político por parte de la oposición.
En 2010, se elegían autoridades internas partidarias, que servirían de muestra para medir las fuerzas luguistas versus las antiluguistas en el interior del partido. Las dos grandes facciones liberales que apoyaban explícitamente el gobierno de Lugo eran la de Blas Llano y la de Efraín Alegre. Más allá de las tensiones naturales entre los principales liderazgos del partido, había que mostrar que el PLRA, mayoritariamente, apoyaba candidaturas que sintonizaban con el gobierno de Lugo. Al mismo tiempo, las candidaturas luguistas jugaban un partido aparte: pensaban en mayores cuotas de poder en el gabinete y, a mediano plazo, miraban hacia las elecciones de 2013. Para entonces, ya sonaba con fuerza una posible precandidatura presidencial de Efraín Alegre, con lo cual se convertiría de forma automática en “enemigo íntimo” de Blas Llano y Federico Franco. Finalmente, el nuevo presidente del PLRA iría a liderar el partido en las municipales de noviembre de 2010 y, mucho más importante aún, el proceso de negociación de la fórmula electoral para el 2013.

Tabla X. Internas al Directorio del PLRA (2010)

Los resultados confirmaron algunas tendencias y abrieron nuevos frentes. Los liberales, en su mayoría (casi el 70%), se decantaron por una opción electoral afín al gobierno de Lugo. Dejaron en evidencia que la oposición intransigente de Federico Franco no gozaba de mucha simpatía. Blas Llano fue el claro ganador, aunque no arrasó, como aseveraba en los días previos a las elecciones. Eso le alcanzaba para seguir siendo un líder fundamental dentro del PLRA, pero no podía imponerse como “único líder liberal”. Tenía que compartir espacio con Efraín Alegre, cuyo candidato al Directorio –poco conocido hasta entonces– hizo una buena elección, con una lista única a nivel nacional y sin alianzas con las demás fuerzas internas. Llano para asegurar su triunfo, se alió con al menos cinco movimientos –Luis Alberto Wagner y Ramón Gómez Verlangieri, entre otros–, lo cual podría generarle eventualmente problemas de lealtad al momento de construir mayorías en el interior del Directorio. Inmediatamente después del triunfo de Llano, comenzaron los ataques desde su facción contra Efraín Alegre, lo que dejó traslucir quién era el rival más peligroso de cara a las presidenciales de 2013. Un pronto acercamiento entre Blas Llano y Federico Franco buscaba aglutinar un gran frente contra Alegre.
A nivel ideológico, la Alianza Patriótica para el Cambio fue una coalición electoral bastante heterogénea en lo ideológico, liderada por Fernando Lugo –más ubicado hacia la centroizquierda– y el PLRA, históricamente más de centro, con un leve giro hacia la derecha en el período anterior. Desde comienzos del nuevo gobierno hubo disputas y tensiones entre Fernando Lugo y Federico Franco, y el aspecto ideológico no estuvo ausente. Sin perjuicio de la “guerra fría” que ocasionó el vacío de Lugo a Franco al dejarle sin espacios de poder en el Ejecutivo, las discusiones públicas en torno a cuestiones ideológicas –defensa de la propiedad privada, cuestión campesina, Venezuela y Hugo Chávez, entre otras– también fueron intensas y constantes. Dicho de otro modo, el conflicto entre las cabezas del Poder Ejecutivo no fue solo por espacios de poder, sino también por la manera de pensar y concebir la política misma. Mientras que Fernando Lugo era identificado como el “obispo de los pobres” y se autoubicaba sorpresivamente en el centro ideológico –seguramente como mera estrategia para alejar fantasmas–, Federico Franco no ocultaba su simpatía hacia el empresariado y el libre mercado. Incluso, se declaró admirador del expresidente español José María Aznar (liberal en lo económico y conservador en lo político).
En cuanto a la ideología de la élite partidista, las encuestas realizadas por la Universidad de Salamanca (PELA) a diputados de Paraguay del período 2008-2013 sugieren ciertos reacomodos ideológicos de los principales partidos políticos.

Tabla XI. Ideología de la élite partidista (2008-2013)

Los datos muestran que el PLRA, por primera vez en la era democrática, se sitúa más a la derecha que la propia ANR, no solo desde la mirada del mismo parlamentario –autoubicación–, sino también desde la mirada de los demás partidos políticos. Seguramente, ese giro también es explicado por el afán liberal de diferenciarse ideológicamente del sector de Lugo, más decantado hacia la izquierda.
Posteriormente, Lugo realizó los cambios más significativos dentro de su gabinete, y destituyó a dos líderes importantes: Efraín Alegre, del Ministerio de Obras Públicas (líder de una de las facciones más fuertes del PLRA), y Rafael Filizzola, del Ministerio del Interior (líder del Partido Democrático Progresista PDP, cuyo partido contaba con un escaño en la Cámara de Diputados). Tras esta medida, el gabinete presidencial giró decididamente hacia la izquierda, y fortaleció únicamente a los sectores que apoyaron su proyecto de reelección. Sin embargo, el intento de modificación constitucional para la reelección presidencial no surtió efectos, dado que, como se tenía previsto, no logró superar el escollo parlamentario.
Mientras tanto, los liberales establecieron anticipadamente un sistema de “urnas delivery”6 como mecanismo de elección de candidato a presidente. Esta decisión tuvo dos motivos esenciales: (i) querían tener un candidato con muchos meses de antelación, a fin de disponer de más tiempo de negociación con el luguismo para reeditar, eventualmente, una nueva alianza; y (ii) dado que las elecciones primarias del PLRA son históricamente encarnizadas y virulentas, que dejan un tendal importante de heridos, se aseguraban de esa forma un tiempo prudencial para sanar heridas y llegar unidos a 2013. Sin embargo, la experiencia de consulta resultó un fracaso absoluto, ya que Efraín Alegre, ganador según bocas de urna y conteos previos, no reconoció la victoria de Blas Llano, quien fue proclamado vencedor –mediante un sinnúmero de impugnaciones– por el Tribunal Electoral Independiente. Alegre declaró que “fue un monumental fraude” (ABC Color, 07/04/2012) y se insinuaron voces de que Lugo estaría satisfecho con los resultados liberales a pesar del fraude, ya que, por un lado, Blas Llano era el único líder nacional que aún le respondía incondicionalmente. Por otro lado, no veía con malos ojos tener un PLRA debilitado y desprestigiado luego de las acusaciones de fraude, porque eso le favorecía para negociar con mayor fuerza una candidatura presidencial mucho más favorable al luguismo (Pérez Talia, 2019).
Para 2012, el presidente Lugo parecía bastante alejado de las principales élites partidistas de la APC. Su gabinete ya respondía únicamente a su fuerza política propia, sin espacios importantes para el liberalismo. El presidente, por un lado, se mostraba encerrado en sí mismo y demostraba un comportamiento un tanto ambiguo con los sectores afines a su proyecto y, por el otro, practicó un intento de acercamiento con sectores internos de la ANR, específicamente con su presidenta, Lilian Samaniego. Se insinuaban posibles acuerdos parlamentarios para concretar la reelección presidencial (Gorostiaga Guggiari, 2016). Los liberales, al ver no solo que la mayoría de sus facciones internas estaba fuera de la órbita del gobierno nacional, sino también que el propio Lugo negociaba con la facción de la presidenta de la ANR, empezaron a considerar perdida la idea de reeditar la exitosa alianza de 2008. Decidieron, así, emprender el camino de 2013 con una opción aliancista, pero sin la izquierda luguista. Tal es el caso de Efraín Alegre, quien luego de mantenerse temporalmente prescindente de las decisiones del Directorio tras el fraude de las “urnas delivery”, se alió con Rafael Filizzola, líder del partido PDP, con el fin de presentarse juntos para las siguientes elecciones presidenciales. El lanzamiento de la candidatura se realizó el 14 de junio de 2012 en la Conmebol, ante una importante cantidad de adherentes, lo cual generó la reacción inmediata del presidente Blas Llano, quien no descartó que la “actitud rebelde” de Alegre pudiera ser tratada en la siguiente Convención.
Mientras el PLRA se debatía en una profunda crisis interna, ocurrió a mediados de 2012 un suceso tan trágico como inesperado en el contexto de la secular lucha por la tierra: la matanza de Curuguaty, que dejó once campesinos y seis policías muertos. De inmediato, se generó una conmoción de notable alcance en el país, que puso en primera línea de batalla a los partidos políticos, los medios de comunicación y la ciudadanía. Se insistió mediáticamente que la única salida a la crisis era la destitución de Lugo, quien hasta entonces había sorteado con éxito nada menos que 22 amenazas de juicio político. A pesar de esto, la amenaza número 23 parecía irremediable. Los sucesos del 15 de junio se convirtieron en la mayor crisis que tuvo que enfrentar el presidente Lugo durante su gobierno, y esta vez sin el respaldo legislativo de su socio mayoritario, el PLRA, que para entonces se encontraba prácticamente apartado del poder.
La respuesta de emergencia de Lugo fue nombrar como ministro del Interior a un ex fiscal perteneciente al Partido Colorado (repudiado por campesinos debido a que había liderado represiones masivas contra ese sector) y crear una comisión de notables para investigar los hechos. El resultado no satisfizo a nadie. Los sectores de izquierda lamentaron el nombramiento del nuevo ministro del Interior, Rubén Candia Amarilla, por su pasado represivo. Mientras tanto, los liberales, que habían pedido in extremis el Ministerio del Interior para Miguel A. Saguier a cambio de no apoyar el juicio político (a lo que Lugo se negó), pusieron fin definitivamente a la coalición, debido al nuevo desaire del presidente. Una vez que los partidos de oposición, en especial la ANR, dieron inicio al procedimiento de juicio político, la cúpula liberal se sumó al pedido de destitución y se inició, de manera acelerada, la caída definitiva de Lugo. De esa forma, acabó, de manera extemporánea, la primera alternancia electoral por la vía pacífica en la historia del Paraguay.
Federico Franco asumió la presidencia de la República el mismo 22 de junio de 2012, fecha en que la Cámara de Senadores aprobó la destitución de Lugo bajo el cargo de “mal desempeño de funciones”. El gabinete estuvo conformado, en su mayoría, por liberales que respondían a la facción de Federico Franco y Blas Llano. Mientras tanto, la dirigencia principal del PLRA negociaba una posible candidatura presidencial de consenso en favor de Efraín Alegre, cuya facción precisamente había quedado fuera del gabinete. La Convención partidaria estaba fijada para el sábado 14 de julio de 2012 en la Plaza de Armas, frente al Congreso Nacional. Esa sería la fecha en que se decidiría el rumbo liberal de cara a 2013. Con la presencia del 99% de los convencionales, se resolvió: (i) el apoyo irrestricto al gobierno de Federico Franco; (ii) la concreción de alianzas con partidos políticos y movimientos sociales de cara a 2013; (iii) la reivindicación de que un liberal encabece la fórmula electoral en 2013; (iv) una lista unificada y de consenso no solo para las presidenciales sino también para el Senado, el Parlasur, las Gobernaciones y el Directorio partidario; y (v) la renuncia de Blas Llano a su candidatura, producto del dudoso triunfo en las “urnas delivery”.
En diciembre de 2012, el PLRA fue a elecciones internas para definir candidaturas y ratificar el consenso de cara a las generales de 2013. Si bien hubo una participación importante –aunque levemente menor a las internas de 2010–, los resultados llamaron la atención en cuanto al elevado porcentaje de votos nulos y blancos que, en su totalidad, sumaban en torno al 20%. Es decir, el porcentaje de votos invalidados superaba la suma de todas las listas al Senado o del Directorio que no fuesen la lista de consenso. Se plantearon dos hipótesis: (i) fue un acto de rebeldía del electorado liberal hacia las listas de consenso, producto de un mero acuerdo de cúpula que privó de una real competencia entre las diversas corrientes liberales; (ii) fue un rechazo del electorado liberal a la élite partidaria por haber apoyado la destitución de Lugo vía juicio político.
A pesar de contar con todo el gobierno a su favor, el candidato del PLRA, Efraín Alegre, no logró derrotar a Horacio Cartes en 2013, con lo cual se consumó el rápido retorno de la ANR al gobierno. El principal motivo que ocasionó el derrumbe de la APC se dio al nivel de las élites, ya que no supieron establecer compromisos a largo plazo y dejaron de cooperar tan pronto como la agenda particular de cada grupo entró en conflicto con los intereses de los demás. La falta de visión estratégica de Lugo, con los errores de origen en las negociaciones y pactos iniciales en la APC, sumado al canibalismo extremo de las facciones liberales –que prefirieron devorarse entre sí antes que comprender el momento histórico de cambio que vivían– hicieron que la primavera democrática que vivió el Paraguay en 2008 no pasase de un sueño que duró apenas cinco años.

Tercera etapa: vuelta a la oposición y estabilidad partidaria (2013-2021)

La derrota del 21 de abril de 2013 caló hondo en filas de la organización liberal. El presidente Blas Llano presentó su renuncia al cargo y Efraín Alegre se llamó a silencio por dos años. El PLRA, a pesar de la derrota en el Ejecutivo, obtuvo 27 bancas en Diputados (2 menos que en el período anterior) y 13 en Senado (1 menos). Pese a esto, sin una conducción partidaria firme, el perfil opositor estaba nuevamente en riesgo. En cuanto a la cara electoral, a pesar de haber perdido el Poder Ejecutivo, los números no solo no decrecieron, sino que siguieron en aumento.

Tabla XII. Datos electorales de las elecciones internas partidarias de vuelta en la oposición

La media de participación en las elecciones internas naturalmente descendió en comparación con el período que estuvo en el gobierno. Pasó del 45% en la etapa anterior al 32% en la oposición. Sin embargo, el electorado liberal continuó su crecimiento, aunque no a la velocidad de la etapa anterior. El aumento del electorado liberal entre 2021 y el cierre de la etapa anterior –la última durante el gobierno– se dio en un 34%.
El Directorio liberal fijó para el sábado 14 de diciembre de 2013 su Convención Nacional, con el objetivo de marcar la nueva línea política a seguir durante el gobierno de Horacio Cartes. Había dos propuestas en torno a la línea política: (i) una oposición férrea, planteada por el presidente del partido, Miguel A. Saguier, el senador Luis Alberto Wagner y el ex candidato presidencial Efraín Alegre; y (ii) una oposición moderada, que fue llamada “oposición moderna”, defendida por el senador Blas Llano y el grupo del ex presidente Federico Franco, que buscaba construir acuerdos con el gobierno nacional. Con la presencia del 69% de los convencionales se aprobó: (i) constituirse en una “oposición moderna” y no en una “oposición férrea”; (ii) convocar a una Convención Extraordinaria, en 180 días, para reformar los estatutos referentes a la posibilidad de inclusión de outsiders con aspiraciones a cargos electivos de cara a las municipales de 2015 y las presidenciales de 2018.
Durante 2014, el Directorio partidario debatió internamente algunos cambios en torno a la vida partidista, cuyas propuestas deberían ser eventualmente aprobadas en una Convención Nacional Extraordinaria, fijada para septiembre de 2014. Sería la primera vez que una Convención liberal se llevara a cabo fuera de Asunción. Con la presencia del 66% de los convencionales, se aprobaron cambios importantes del estatuto partidario:
  • Habilitación de outsiders, para lo cual el PLRA quedó autorizado a presentar candidatos sin ninguna antigüedad a los cargos de intendente, gobernador, presidente y vicepresidente de la República, incluso ya con miras a las municipales de 2015 y las generales de 2018.
  • Desdoblamiento de las elecciones partidarias internas de las municipales. De esa forma, en 2015 se realizarían las internas para elegir candidatos a intendentes y concejales municipales y recién en 2016 se elegirían nuevas autoridades partidarias.
  • Como consecuencia de lo anterior, se extendía el mandato de las autoridades partidarias electas en diciembre de 2012 hasta 2016 inclusive. El objetivo no era otro que bajar el nivel de intensidad y fricción de las disputas internas, para lo cual en 2015 había que enfocarse únicamente en las candidaturas municipales y recién en 2016 en los liderazgos partidarios nacionales.
La Convención terminó abruptamente cuando se rechazó la propuesta de paridad de género en la lista de candidatos para cargos nacionales, departamentales, municipales y partidarios. Las mujeres liberales querían que las listas sean integradas por un 50% de hombres y que el otro 50% fueran mujeres. Sin embargo, se decidió mantener el 33% vigente.
En la medida en que transcurrió el gobierno de Cartes, un importante grupo de parlamentarios colorados, especialmente en la Cámara de Senadores (el G15), empezó a plantarle cara al presidente con discursos críticos hacia su gestión gubernamental. El problema principal era que Cartes había optado por un gabinete eminentemente tecnocrático, y había dejado fuera del gobierno a la dirigencia tradicional colorada de los altos y medios mandos. Eso obligó a Cartes a consolidar una alianza parlamentaria con sectores de la oposición: el Oviedismo (UNACE) y la facción de Blas Llano en el PLRA. De hecho, el interlocutor directo del PLRA con Cartes desde un comienzo fue el propio Blas Llano, quien aprovechó el vacío dirigencial del partido y la vieja amistad de ambos. Desde la presidencia del Directorio, Miguel A. Saguier emitía –sin mucho éxito– directrices a las bancadas del partido, pero en realidad el poder real del liberalismo pasó a dirimirse en el Congreso Nacional.
En 2016, todas las fuerzas del partido se concentran en la renovación de autoridades partidarias, cuya fecha de elección fue fijada para el domingo 26 de junio. Desde un comienzo, el debate político giró en torno a las candidaturas de Líder Amarrilla (facción de Blas Llano), Efraín Alegre y Salyn Buzarquis (facción de Federico Franco), ambos de la oposición liberal. Básicamente, ocurría un nuevo realineamiento en torno a los tres grandes movimientos internos de los últimos años: el llanismo, el franquismo y el efrainismo, con nuevas alianzas y fracturas por debajo de los liderazgos principales.
Efraín Alegre se había mantenido en silencio luego de 2013, aunque su figura parecía ser la menos afectada luego de la dura derrota del 21 de abril. El breve gobierno de Federico Franco había sido acusado de múltiples hechos de corrupción, y si bien nunca se aportaron pruebas suficientes para demostrar lo que Cartes instaló eficazmente en los medios de comunicación, sirvió para reducir el nivel de legitimidad de Franco en el partido. Por ende, Blas Llano se volvió la cara visible del PLRA en el nuevo período presidencial. Sin embargo, su extrema cercanía a Cartes, al tiempo que le servía para consolidar su poder en el Congreso y en algunas instituciones públicas, le debilitaba enormemente de cara al electorado liberal.
Efraín Alegre, que volvía al ruedo político, entendió que el electorado liberal, en su mayoría, no simpatizaba con la idea de un acercamiento a Cartes. Durante la campaña, instaló exitosamente su slogan “Lejos de Cartes, cerca de la gente”, que aludía de manera directa al gobierno y de manera indirecta a sus aliados dentro del PLRA. Las elecciones servirían para elegir a la conducción que se encargaría de negociar las alianzas de cara a las generales de 2018. A su vez, aparecía una cuestión no menor: el intento de reelección de Cartes, quien para entonces ya negociaba con fuerza una enmienda constitucional para incorporar la figura de la reelección. La facción llanista veía con buenos ojos la reforma y la oposición liberal propugnaba el rechazo.

Tabla XIII. Resultado de las principales candidaturas en las internas 2016

Una vez conocido el triunfo de Efraín Alegre, el nuevo presidente prometió la planificación de un “gran proyecto nacional” (Última Hora, 26/06/2016) que traiga el cambio al Paraguay en las elecciones generales del 2018. Dentro de ese acuerdo nacional, manifestó que la alianza se realizaría con Fernando Lugo, Mario Ferreiro, Patria Querida y, al mismo tiempo, con la unidad del PLRA.
A nivel ideológico, el PLRA durante el período de Cartes tampoco mostró –como en casi toda la etapa democrática, salvo la era de Laíno– un perfil unificado y homogéneo, sino que cambiaba en función de los momentos históricos y las coyunturas críticas. Si se dividiese el perfil ideológico y programático del partido en dos momentos, de 2013 a 2016 –fecha de renovación de autoridades– y de 2016 a 2018, se podría expresar que: (i) en la primera etapa, que estuvo absolutamente monopolizada por la facción de Blas Llano, el PLRA mostró un perfil conservador y de derecha, producto, seguramente, de la cercanía y sintonía de la principal élite liberal con el presidente Cartes; y (ii) en la segunda etapa, una vez que Efraín Alegre triunfó en la presidencia del partido, el PLRA manifestó un perfil más cercano a su historia de lucha no solo contra las acciones del gobierno (a las que, en muchos casos, denunciaron como abusivas) sino también en favor de políticas más progresistas.
En cuanto a la ideología de la élite partidista, las encuestas realizadas por la Universidad de Salamanca (PELA) a diputados de Paraguay del período 2013-2018 sugieren mayores continuidades antes que cambios en la ideología de los partidos tradicionales.

Tabla XIV. Ideología de la élite partidista (2013-2018)

En dos de las tres encuestas mostradas previamente, el PLRA es visto y posicionado más a la derecha que la ANR, lo cual confirma la tendencia histórica sostenida en los últimos períodos legislativos.
En 2017, ocurre la crisis interna –y externa– más severa de los últimos tiempos. Horacio Cartes, al igual que Nicanor Duarte Frutos y Fernando Lugo, a mediados de su mandato impulsó la reforma constitucional para introducir la reelección presidencial. Sin embargo, a diferencia de aquellos, Cartes fue el que más avanzó, ya que logró concretar un acuerdo con parlamentarios que respondían a Fernando Lugo (quien también tenía intenciones de volver a candidatearse) y al liberal Blas Llano. El PLRA realizó en 2016 y 2017 dos Convenciones Nacionales –con presencia del sector de Blas Llano– en donde se resolvió no apoyar intento alguno de reelección presidencial. Sin embargo, a pesar de eso, el 31 de marzo de 2017 los senadores que respondían a Cartes, Lugo y Blas Llano aprobaron, en un Senado paralelo y en privado, la propuesta de reelección presidencial por vía de la enmienda, sin esperar el tiempo previsto en la Constitución, en su artículo 290 (ya se había rechazado en agosto de 2016 el proyecto).
Eso generó una reacción ciudadana inmediata que se desbordó a medida que pasaban las horas. El Congreso fue incendiado por ciudadanos indignados que no tardaron en calificar lo sucedido como “golpe parlamentario”. La policía reprimió fuertemente y dejó un tendal de heridos a su paso. Las balas represivas de la policía afectaron incluso al presidente del PLRA, Efraín Alegre, y al diputado liberal Edgar Acosta, cuya salud quedó seriamente afectada. Aunque lo más lamentable ocurrió en horas de la madrugada del sábado, cuando un grupo de policías ingresó sin orden judicial al PLRA, principal partido de oposición de Paraguay, y disparó a quemarropa a quienes se encontraban dentro del recinto. El saldo fue el asesinato del dirigente juvenil liberal Rodrigo Quintana, y más de doscientos detenidos. En un duro informe elaborado por el Comité contra la Tortura de la Organización de las Naciones Unidas se exhortó a que se investigaran los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad en la noche del 31 de marzo y la madrugada del primero de abril de 2017, y calificaron de “presunta ejecución extrajudicial” el asesinato joven liberal Rodrigo Quintana (ABC Color, 10/08/2017). Sin embargo, a pesar del paso de los años, los hechos siguen sin esclarecerse. No se sabe quién dio la orden de ingresar al PLRA ni tampoco juez alguno se atrevió a revelar las conversaciones telefónicas que se realizaron aquella noche entre el entorno de Cartes, los altos mandos policiales y algunos dirigentes liberales –del sector de Blas Llano– que estaban a favor de la reelección presidencial (Ultima Hora, 05/12/2017).
Si bien la reelección no prosperó, la oposición había quedado fragmentada en dos partes: los que apoyaron a Cartes y Lugo para introducir la reforma, y los que apoyaron a Efraín Alegre en la tesis de la no reelección. No obstante, lo que parecían bandos irreconciliables se volvieron aliados nuevamente de cara al proceso electoral. En septiembre de 2017, se suscribió un gran acuerdo de alianza electoral para que toda la oposición se presentara unida frente al Partido Colorado. Fue liderada por el presidente liberal, Efraín Alegre, y logró la adhesión del ex presidente Lugo y del intendente de Asunción, Mario Ferreiro. Se acordó que la presidencia correspondería al PLRA y la vicepresidencia a la izquierda.
La fórmula presidencial fue encabezada nuevamente por Efraín Alegre y acompañada por Leo Rubín, un comunicador sin trayectoria política, defensor de los derechos indígenas, medioambientales y campesinos. Las elecciones generales fueron fijadas para el domingo 22 de abril de 2018. Un par de horas después del cierre de las elecciones, se confirmaba un nuevo triunfo del Partido Colorado, el sexto en la era democrática. Fueron los mejores resultados presidenciales del PLRA –en alianza, en este caso– tanto a nivel de votos absolutos como de porcentaje, aunque a la postre no alcanzara para derrotar a la ANR. Efraín Alegre, en 2018, obtuvo más votos porcentuales que Fernando Lugo en 2008 (40,9% Lugo y 42,7% Alegre), pero la principal diferencia estribó en que, en 2008, Lugo tuvo “la bendición” de que la ANR no solo fue dividida, sino que existía una candidatura ideológicamente semejante –la del general Lino Oviedo– que fue capaz de captar el voto descontento. Ni Laíno en 1998 (con el 42,6%) ni Alegre en 2018 dispusieron de esa coyuntura favorable, a pesar de haber obtenido más votos porcentuales que Lugo en 2008.
El PLRA obtuvo 13 bancas en el Senado –mismo número que en el período anterior– y 30 en Diputados, 3 más que en el período anterior. Entre 2018 y 2021, la organización partidista, en su cara parlamentaria, siguió dividida en dos bandos: el llanismo, más favorable a acuerdos con la facción colorada de Horacio Cartes y el oficialismo, integrado por el efrainismo, más confrontativo y radical frente al coloradismo.
No obstante, a pesar de la marcada –e irreversible– división entre Efraín Alegre y Blas Llano, ambas bancadas en conjunto incoaron y votaron a favor del juicio político para destituir a Mario Abdo Benítez, en 2019 y 2021. Pese a no haber tenido votos suficientes (ya que la ANR tiene mayoría en Diputados), al menos en esas circunstancias cruciales el PLRA mostró –como pocas veces– un cierto cariz de cohesión partidaria.
En junio de 2021, en plena pandemia por la COVID-19, el PLRA fue a elecciones internas para elegir autoridades partidarias para la conducción 2021-2026. Se presentaron dos grandes fórmulas: Efraín Alegre, en alianza con tres de los cuatro gobernadores liberales y una decena de diputados, versus Salyn Buzarquis, aliado con Blas Llano, un gobernador y casi la totalidad de senadores, diputados e intendentes del país. A pesar de la gran alianza en su contra, Efraín Alegre volvió a ganar, aunque por escaso margen, la presidencia del PLRA, y se aseguró de esa forma ser el actor liberal más relevante de cara a las presidenciales de 2023.

Tabla XV. Resultados de las internas para elegir autoridades partidarias. Junio de 2021

En estas elecciones de renovación de autoridades, Efraín Alegre organizó su discurso de campaña en dos ejes: (i) no rotundo al PLRA que pacta con los colorados –en alusión a Buzarquis y su aliado Llano– y (ii) recuperación de la soberanía energética en ITAIPU. Su contrincante, Salyn Buzarquis, en cambio, planteó que Efraín Alegre era una figura perdedora, por lo cual había que derrotarle ahora para evitar un nuevo triunfo colorado en 2023. Sin embargo, su alianza con Blas Llano acabó por afectar su legitimidad y prestigio frente al electorado liberal, que prefirió volver a tener a Alegre como presidente antes que decantarse por sectores muy favorables a acuerdos con la ANR.

Conclusiones

Este trabajo planteó explorar el derrotero del liberalismo paraguayo a lo largo de la era democrática en tres etapas diferentes. Para ello, utilizó la categoría de las tres caras partidarias. Eso favorece tener una descripción más cabal de las distintas dimensiones o caras que las organizaciones partidistas asumen a lo largo de su participación en diferentes escenarios y juegos políticos, todo lo cual, además, les genera distintas oportunidades y restricciones al mismo tiempo.
Durante la primera etapa del Partido Liberal (1989-1998), la organización partidista logró institucionalizar su vida interna luego de las elecciones de 1990, 1992 y 1995. En todas ellas, el lainismo ganó con extremada holgura. El saguierismo nunca tuvo la fuerza suficiente para poner en riesgo la hegemonía de Domingo Laíno. Un partido moderado y de centroizquierda, defensor de las banderas sociales, fue la impronta que caracterizó al PLRA en ese tiempo. El período se cierra luego de la dura derrota de Laíno en las generales de 1998. En esos años, el éxito fundamental fue visibilizar y reorganizar a la “comunidad liberal”, ese enclave cultural que permitió la supervivencia del liberalismo luego de tanta persecución. No fue suficiente para acceder al poder, pero fue necesario para reinstalar y fortalecer el partido.
En 1999 empieza un recambio generacional que imprime nuevas lógicas. El declive de Laíno representa la mutación de un partido disciplinado en torno a su líder hacia uno indisciplinado y dirigido por un conjunto de facciones que disputan permanentemente el poder interno. También significa un giro a la derecha. Será “Yoyito” Franco quien rompa décadas de hegemonía lainista. Luego del convulsionado período 1998-2003, Franco cede el liderazgo a Blas Llano, quien compite contra Efraín Alegre por la presidencia del partido y triunfa. Desde entonces, y hasta la actualidad, ambos líderes marcarán el devenir liberal. Finalmente, la llegada al poder en 2008 dio nuevos bríos al liberalismo, luego de tantos años al margen del gobierno.
En cuanto a los líderes actuales del partido, puede decirse que tras los cinco años de gobierno (2008-2013), más los siguientes en la oposición (2013-2021), los liderazgos nacionales permanecen relativamente estables. Efraín Alegre y Blas Llano han funcionado como parteaguas, cada uno con su estilo y propuesta, lo cual impactó en los cambios recientes en la vida partidista.
El PLRA puede ser concebido como un partido cohesionado hasta el declive de Laíno en 1998. A partir de allí, se convirtió en un conjunto de facciones que se coadyuvan y enfrentan enérgicamente a la vez. Al momento de las elecciones generales, se unifican bajo el manto partidario, pero una vez superadas las contiendan electorales cada facción vuelve a su vida autónoma, incluso con agendas propias y diferentes al propio partido. Si bien la disputa en torno al poder por parte de su dirigencia no se explica suficientemente por la dimensión ideológico-programática, los líderes sí tienen ideología y eso se observa en las encuestas a los parlamentarios, que denotan una ubicación bien arraigada del centro hacia la derecha, especialmente luego del recambio generacional acaecido en 1999. Luego del triunfo de Alegre en 2016, pareciera que el PLRA, al menos la coalición dominante, se encuentra en camino de volver a enarbolar sus viejas banderas de lucha social.
La cara electoral del partido se presenta estable y en franco crecimiento, período tras período. Sea en la oposición o en el gobierno, los porcentajes electorales no han parado de crecer, lo cual sugiere una cultura partidaria estable, permanente e inevitable en Paraguay, al menos desde la visión de los partidos tradicionales.
Las intensas rivalidades partidarias a lo largo de estos 32 años –Laíno versus Saguier, “Yoyito” Franco versus Luis Alberto Wagner o Efraín Alegre versus Blas Llano–, han ocasionado importantes crisis internas y externas. A modo de ejemplo, la caída anticipada de Fernando Lugo en 2012 no puede ser explicada sin analizar la dinámica partidaria liberal y la fuerte crisis entre los principales liderazgos del PLRA. No obstante, a pesar de generar cierta inestabilidad política para afuera, funciona como fuente de vitalidad para adentro. En el interior del partido es posible encontrar distintas opciones políticas –más de izquierda o de derecha, más dialogante con el gobierno de turno o más intransigente–, lo cual amplía los vínculos partidarios con la heterogeneidad de la sociedad, y ensancha de esa forma las bases liberales.

Referencias

1 El Partido Colorado es también conocido como Asociación Nacional Republicana. De allí las siglas ANR.

2 A raíz de tantos desprendimientos de grupos y facciones que, aunque minoritarios, preferían participar de los procesos fraudulentos de la dictadura, los liberales tuvieron que adoptar diversos cambios en la denominación del partido. En 35 años de dictadura han existido y funcionado, ya sea mediante la participación o la abstención, al menos cinco partidos liberales: Partido Liberal (PL), Partido Liberal Radical (PLR), Partido Liberal Unido (PLU), Partido Liberal Teeté (PLT) y Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).

3 En adelante, denominaremos PLRA a la organización partidaria liberal.

4 Además, el Partido Revolucionario Febrerista obtuvo dos diputados y un senador y el PL (Partido Liberal) un diputado.

5 Partido político del General Lino Oviedo, expulsado de la ANR por el intento de golpe de Estado en 1996 y la crisis política de 1999.

6   Las elecciones vía “urnas delivery” fue un mecanismo electoral novedoso, cuya fecha fue fijada para el domingo primero de abril de 2012. Se habilitaron 3.000 urnas móviles a nivel nacional que irían casa por casa en búsqueda de electores que formaran parte de un padrón de un millón 700 mil ciudadanos consensuado previamente (60% de afiliados liberales y 40% de electores independientes). Había que recolectar un total de 60 mil votos a nivel nacional para que eligiesen una de las cinco candidaturas en juego: (i) Blas Llano, del movimiento “Blas nos une”; (ii) Efraín Alegre, del movimiento “Paraguay Alegre”; (iii) Federico Franco, del movimiento “Federico mante voi”; (iv) Martín Sannemann, del movimiento “Causa Paraguaya 1811”; (v) Herminio Ruíz Díaz, del movimiento “Siglo XXI”.

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Efraín Alegre se proclama ganador y habla de alianzas de cara a 2018 (26 de junio de 2016). Última Hora. https://www.ultimahora.com/efrain-alegre-se-proclama-ganador-y-habla-alianzas-cara-2018-n1002917.html
Es necesario poner en orden la casa, afirma Blas Llano (14 de julio de 2005). ABC Color. https://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/es-necesario-poner-en-orden-la-casa-afirma-blas-llano-843341.html
“Fue un fraude monumental” (07 de abril de 2012). ABC Color. https://www.abc.com.py/nacionales/alegre-tilda-de-fraude-el-resultado-387585.html
Para ONU, asesinato de Quintana es “presunta ejecución extrajudicial” (11 de agosto de 2018). ABC Color. https://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/para-onu-asesinato-de-quintana-es-presunta-ejecucion-extrajudicial-1621767.html
Bases de datos estadísticos de Observatorio de Élites Parlamentarias en América Latina [PELA]. Universidad de Salamanca. https://oir.org.es/pela/access-database/
Bases de datos estadísticos del Tribunal Superior de Justicia Electoral [TSJE]. https://www.tsje.gov.py/

Enviado: 20/04/2021.
Aceptado: 20/05/2021.

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