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Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.45 Rosario jun. 2023

 

Artículos

Entre protagonismos, demandas y renovación. Análisis de las juventudes militantes de organizaciones político-partidarias en Resistencia, Chaco (2012-2017)

Between Protagonism, Demands and Renewal. Analysis of the Militant Youth of Political Party Organizations in Resistencia, Chaco (2012-2017)

Marina Campusano1 

Francisco Nicolás Favieri2 

1 Investigadora en el Instituto de Investigaciones Geohistóricas de la Universidad Nacional del Nordeste y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.

2 Investigador en la Universidad Nacional de San Juan, Argentina.

Resumen

Desde la segunda mitad de los años dos mil, las juventudes fueron interpeladas por las organizaciones político-partidarias en un contexto que significó renovadas expresiones de militancia. Este proceso de revitalización en clave juvenil fue estudiado a nivel nacional con el énfasis puesto en los sentidos y valores asociados a la juventud y las formas de construcción sobre el compromiso militante. Desde un enfoque cualitativo, en este trabajo recuperamos las experiencias de jóvenes militantes de cuatro organizaciones político-partidarias de la ciudad de Resistencia, Chaco, con el objetivo de analizar sus formas de participación y demandas, a fin de identificar los procesos de inclusión y de posibles transformaciones hacia el interior de las agrupaciones.

Destacamos como principales hallazgos, por un lado, que el contexto de movilización juvenil tiene limitadas influencias en el caso de las organizaciones analizadas. Por otro lado, observamos que los procesos de revitalización que las juventudes militantes pueden movilizar dependen fuertemente de la relación entre la tradición de la organización en cuanto a su funcionamiento local-nacional y el papel de las élites del partido. Se sustenta, así, la imagen de una juventud que disputa posiciones y transformaciones internas en tanto demandas generacionales sobre las organizaciones más conservadoras frente a otras donde se ubican en espacios de mayor jerarquía.

Palabras clave: juventudes; revitalización; Chaco; militancia; organización político-partidaria

Abstract

In the latter half of 2000, the youth were questioned by political party organizations in a context with renewed expressions of militancy. This youth revitalization process was studied at the national level with an emphasis about meanings and values associated with youth and the building forms of militancy commitment. From a qualitative approach, this paper recovers the militant youth experiences from four political party organizations in the citiy of Resistencia, Chaco (Argentina), with the aim of analyzing their forms of participation and demands in order to identify the processes of inclusion and possible transformations inside the organizations.

We highlight as main findings that the context of youth mobilization has limited influences in the case of the organizations analyzed, and the revitalization processes that militant youth can mobilize are strongly dependent on the relationship between traditional ways of the organization in terms of local-national performances and the role of party elites. This supports the image of a youth that disputes positions and internal transformations as generational demands on the most conservative organizations compared to others where they are located in higher hierarchical spaces.

Keywords: youth; revitalization; Chaco; militancy; political party organization

1. Introducción

En Argentina, la vuelta de la democracia en 1983 fue señalada como el inicio de un período de revitalización que impulsó la participación política de la sociedad en general y, en particular, convocó a las juventudes a ser protagonistas durante ese proceso (Braslavsky, 1986; Muiño, 2011; Rodríguez, 2013). A finales de los años ochenta y durante los noventa, la participación juvenil perdió impulso e importancia en las organizaciones político-partidarias de la época (Balardini, 2005; Urresti, 2000).

Sin embargo, desde los años dos mil, diversos estudios se propusieron investigar y reflejar la activa participación política juvenil en espacios no tradicionales, como en Organizaciones no gubernamentales (ONG), movimientos sociales, culturales, estudiantiles, piqueteros y de desocupados (Svampa, 1991; Chaves, 2009; Nuñez, 2008; Vommaro y Vázquez, 2008; Bonvillani et al., 2008; Vázquez, 2009; Beltrán y Malagamba Otegui, 2010; Chaves y Núñez, 2012; entre otros). Los resultados demostraron que las personas jóvenes encontraron nuevos espacios de participación en los que expresar sus proyectos futuros.

Desde la segunda mitad de los años dos mil, y en un contexto de recuperación económica y estabilidad política, las organizaciones político-partidarias y sindicales comenzaron a convocar a las juventudes a la política en sus espacios. Los estudios caracterizaron estos procesos como de reencantamiento y revitalización (Grandinetti, 2015; Vázquez, 2013 y 2014; Natalucci y Galimberti, 2014; Wolanski, 2016), así como de politización de las juventudes (Vommaro, 2015). En este marco, se evidenciaba el surgimiento de nuevas organizaciones juveniles y renovadas expresiones de militancia (Molinari, 2012; Núñez y Cozachcow, 2016; Mutuverría, 2016).

En este artículo, nos referimos a la revitalización en clave juvenil como aquellos procesos en que la participación de las juventudes genera transformaciones en la conformación de las agendas, las formas de organización y en la distribución del poder político de las organizaciones político-partidarias. En ese sentido, sostenemos que existen ciertas demandas generacionales que se traslucen en términos de revitalización, tal como ocurre, por ejemplo, con las problemáticas de género, la inclusión de diversidades y disidencias sexuales, las temáticas ambientales y ecológicas, por nombrar solo algunas.

A nivel nacional, los estudios de Vázquez (2013 y 2014), Vázquez et al. (2017), Vázquez y Vommaro (2012), Grandinetti (2015 y 2018) y Vázquez y Cozachcow (2017) permitieron identificar ciclos de la movilización juvenil respecto del pasado reciente, al dar cuenta de nuevos sentidos y valores asociados con la juventud, en tanto categoría política y causa pública, y en vinculación con la construcción de los compromisos militantes. Mediante la recuperación de estos aportes, advertimos que las transformaciones de las dinámicas internas de las agrupaciones han sido poco exploradas y la mayoría de estos estudios se han concentrado en Buenos Aires, aunque podemos destacar algunos aportes que retoman el estudio de estos procesos de militancia en contextos provinciales (Berardi Spairani, 2018; Mutuverría, 2017; Campusano, 2019; Cozachcow, 2020).

En esta línea, avanzamos desde un enfoque cualitativo sobre el estudio de la militancia juvenil a partir de los relatos de jóvenes, surgidos de entrevistas semiestructuradas.1 Nuestro análisis, hacia el interior de las organizaciones, atenderá dimensiones como las formas de reclutamiento, los repertorios de acción, los mecanismos de participación y la construcción de carreras políticas. Tendrá el objetivo de identificar los procesos de transformación que acompañan las juventudes militantes en cuatro organizaciones político-partidarias en la provincia del Chaco: la Juventud de la Unión Cívica Radical (JR), el Partido Obrero (PO), Acción Chaqueña (ACHA) y La Cámpora (LC) de la ciudad de Resistencia (Argentina).

Es así que nos preguntamos en este artículo: ¿en qué medida las demandas que se reconocen como generacionales son recuperadas por las organizaciones político-partidarias? ¿Cómo es la dinámica de la participación de las juventudes en esos contextos? Por último, ¿de qué manera inciden en la estructura interna de sus organizaciones? Nuestro supuesto de trabajo sostiene que la participación de las juventudes en las organizaciones político-partidarias puede, por un lado, constituirse como una expresión de adaptación estratégica del partido a la coyuntura. Por otro, representa una posibilidad de transformación de la organización por la inclusión de nuevos temas de agenda y la renovación del nivel dirigencial impulsada por las personas jóvenes en estos espacios.

Este artículo se organiza en tres partes. En la primera, nos referimos a las características de la provincia del Chaco en general y, con mayor énfasis, a las de la ciudad de Resistencia, en tanto marco de acción de las agrupaciones. A su vez, brindamos algunos elementos para comprender el contexto de revitalización partidaria en clave juvenil.

En la segunda parte, desplegamos el análisis de acuerdo con dos ejes. En el primero, nos referimos a la participación. Para ello, atendemos, por un lado, a las formas en que los y las jóvenes pudieron lograr posiciones de mayor relevancia en relación con cada agrupación. Por otro lado, indagamos en los movimientos que las mujeres militantes llevaron adelante en línea con el reclamo generacional de los colectivos feministas. En el segundo eje, nos detenemos en las formas de ser joven en las agrupaciones, en los lugares asignados a las juventudes militantes y en los momentos en que estas nociones comenzaron a generar disputas de sentido. En la última parte, desarrollamos las reflexiones finales, donde indicamos los principales hallazgos, dificultades encontradas y nuevas problematizaciones.

2. El escenario chaqueño

La provincia de Chaco integra la región nordeste del país. Se caracteriza por niveles altos y persistentes de pobreza y desigualdad. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), en Gran Resistencia, para el primer semestre de 2017 (período en el que se realizaron las entrevistas), el 34,7% de la población tenía ingresos inferiores a la línea de pobreza, cifra que resulta mayor que el 28,6% del promedio del país (Benza y Heredia, 2020). Esta situación afecta principalmente a los sectores populares, donde se concentra el mayor grado de trabajo precario y, por extensión, les genera menores oportunidades para alcanzar niveles adecuados de vida.

En lo que respecta a su vida política, desde la provincialización en 1951, la gobernación alternó entre el Partido Justicialista (PJ), el partido local ACHA y la Unión Cívica Radical (UCR) hasta 2007, año en que el PJ gana las elecciones provinciales y se mantiene hasta la actualidad. De esta manera, se fortaleció un sistema político concentrado en dos grandes fuerzas tradicionales, como la UCR y el PJ, las cuales lideran los dos frentes electorales sobre los que gravita el resto de los partidos.

Otro aspecto a destacar del escenario político chaqueño es la importante presencia de movimientos y agrupaciones sociales que tienen una gran incidencia en las decisiones de la política local. Román (2016) remarca dos rasgos diferenciales. Por un lado, observa la participación mayoritaria de militantes sindicales (de la construcción, la docencia y la administración pública), lo cual indica presencia y vinculación entre distintos sectores (públicos y privados). Por otro, destaca el empleo de una metodología de acción directa que da lugar a una oposición frontal de estos grupos ante los gobiernos de turno y los enfrenta con frecuencia a las fuerzas de seguridad, lo que deriva en piquetes, marchas y protestas. Estas características los convierten en actores de gran presión, con quienes los funcionarios, funcionarias y líderes políticos tienen que negociar de manera estratégica. Ello ha contribuido al fortalecimiento de una dinámica política provincial intensa y fluctuante que conjuga el accionar de diversos actores sociales y políticos.

A su vez, cabe señalar que para este período observamos un crecimiento de la presencia de jóvenes en el escenario político local, con la llegada de organizaciones juveniles, especialmente dentro del arco “kirchnerista”. Destacamos el surgimiento de organizaciones nacionales y sus ramas juveniles, como La Cámpora, Movimiento Evita, Descamisados, Kolina, Peronismo Militante, al igual que la aparición de los grupos de jóvenes de los partidos emergentes como Jóvenes de Propuesta Republicana (JPRO), entre otras.

Entre las organizaciones que retomamos, contamos con La Cámpora, que se conforma en la provincia alrededor del año 2008, y en sus inicios agrupó organizaciones peronistas, kirchneristas locales y vinculadas a movimientos nacionales. Los referentes de cada organización formaban una mesa de conducción política a través de la cual tomaban las definiciones en el territorio local. Hacia 2015, la responsabilidad política se centralizó en Rodrigo Ocampo.2 La organización forma parte del frente político que, en el momento del trabajo de campo, estaba vinculado a gestiones de gobierno nacional, provincial y municipal en relación con el PJ.

Además, retomamos el caso de la Juventud Radical, rama de uno de los partidos históricos de la provincia, la UCR. Al momento del trabajo de campo, existían tres líneas internas. Convergencia Social es la que presenta más años de trayectoria y está liderada por el exgobernador Ángel Rozas. Somos Parte surge en 2011, encabezada por el exgobernador Roy Nikisch y, finalmente, Nuevo Espacio Abierto, conducido por la exintendenta de Resistencia Aída Ayala, nace de una división en 2012.

Otra de las organizaciones con las que trabajamos es el Partido Obrero, presente en la provincia desde 1989. Se trata de un partido de izquierda más pequeño que, aunque se consolidó como tercera fuerza provincial, lo hizo con un caudal de votos mucho menor en comparación con el radicalismo y el peronismo. En cuanto a su estructura, si bien no integra el aparato estatal, se encuentra vinculado con organismos nacionales e internacionales a través de los cuales gestiona proyectos sociales de distintos tipos (habitacional, educativo, alimentario).

Finalmente, retomamos casos de algunas militantes de Acción Chaqueña, un partido conservador de derecha que está en declive desde que perdió la gobernación en 1996, tras lo cual se redujo en cantidad de miembros y recursos. El partido se ha mantenido activo a través de su integración en los frentes electorales de manera alternada con las dos principales fuerzas. En las elecciones de 2003, formó parte del Frente de Todos, que llevó a Roy Nikisch a la gobernación, hasta las elecciones de 2011, cuando abandona el frente radical para pasarse al Frente Chaco Merece Más, liderado por el PJ.

Según datos de la Cámara Nacional Electoral, para el período analizado (2012-2017), las organizaciones político-partidarias con mayor cantidad de afiliados son el PJ, con valores que promedian el 44%, y la UCR, con el 27%. Entre ambos concentran a más del 70% de las personas afiliadas a un partido en Chaco. En tercer lugar, encontramos a ACHA, con una representación del 3% promedio (ver Gráfico 1).

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Cámara Nacional Electoral de Argentina. *Las siglas refieren a los siguientes partidos: ACHA (Acción Chaqueña); PO (Partido Obrero); PJ (Partido Justicialista); PRO (Propuesta Republicana) y UCR (Unión Cívica Radical).

Gráfico 1 Personas afiliadas de ACHA, PO, PJ, PRO y UCR según total de personas afiliadas en distrito. Distrito electoral Chaco. Años 2012-2017. Valores relativos.  

En el cuarto lugar, y con un valor promedio del 0,7%, encontramos al PRO, una de las alternativas emergentes de los últimos años en el panorama electoral chaqueño, seguido por el histórico PO, con un promedio similar de participación. En términos generales, podemos destacar un descenso paulatino con respecto a las afiliaciones entre 2012 y 2017, con variaciones positivas para el PRO y el PO en 2014, al tiempo que observamos una apertura de las organizaciones político-partidarias hacia las juventudes, en línea con el contexto nacional.

3. Las juventudes en las transformaciones de las organizaciones político-partidarias

3.1. Participación

Las discusiones en términos de revitalización nos permiten considerar y proponer en el estudio de las organizaciones político-partidarias algunos elementos para abordar los procesos de transformación que generan la participación e inclusión de jóvenes a la política. Para ello, es preciso considerar sus formas de participación hacia el interior de los espacios donde se ponen en relación aspectos como la distribución del trabajo y poder político, la formación y entrenamiento militante, las relaciones entre militantes y dirigentes, las formas de proyección de carreras políticas en cada espacio de acuerdo con la posición en el escenario político provincial, sus figuras, estructuras y recursos.

De esta manera, en las siguientes páginas retomaremos, por un lado, las acciones que llevan adelante las personas jóvenes en roles de mayor visibilidad y responsabilidad, en tanto representan uno de los abordajes para analizar la forma de proyección de una carrera política posible para las juventudes. Por otro, recuperamos las demandas que surgieron en términos de género hacia el interior de algunas agrupaciones, las cuales, entendemos, se enmarcan en un contexto de movilización de colectivos de mujeres que se traducen en reclamos de inclusión, de revisión de prácticas machistas y que se reconocen en términos generacionales.

3.1.1. Protagonismo juvenil

En este escrito, entendemos por protagonismo la exposición que genera ocupar roles de mayor relevancia y reconocimiento hacia el interior de las organizaciones. Entendemos que todas las personas no militan por igual y que, a su vez, existe una jerarquía interna que señala posiciones de mayor alcance. Esto tiene sus matices de acuerdo con las características de las organizaciones, sus trayectorias, estructuras, cantidad de militantes y vinculación con las gestiones de gobierno y sectores económicos y sociales, que influyen en la forma de ofrecer roles relevantes a las y los jóvenes. En adelante, nos detendremos en los mecanismos a través de los cuales las y los militantes acceden a posiciones de mayor influencia, y daremos cuenta de cómo se dan estos procesos de acuerdo con los rasgos de cada organización, sus obstáculos y logros.

En el caso de LC, a pesar de no estar incluida orgánicamente en el PJ, desde su creación, sus integrantes fueron vinculados a las estructuras electivas y de gestión del Estado. Pertenecía al espacio que se encontraba al frente del gobierno -nacional, provincial y municipal-, y presentaba integrantes que ocupaban posiciones de mayor protagonismo en gestiones gubernamentales. Es así como podemos comprender este aspecto en tanto elemento revitalizador de las élites partidarias, que, en el caso del Chaco antes de su emergencia, se cerraba a los grupos de mayor trayectoria que privilegiaban el acceso de actores pertenecientes o apadrinados por sectores del propio partido, antes que a jóvenes de agrupaciones emergentes (LC).

De acuerdo con las entrevistas, los nombramientos para ocupar posiciones orgánicas o de mayor responsabilidad en cargos de gestión las realizaban los integrantes de la mesa de conducción, compuesta por los y las responsables de cada Secretaría y el responsable político a nivel local. Por su parte, la incorporación en alguna de las listas se definía a nivel nacional, e involucraba a las conducciones tanto provinciales como a nivel nacional, junto a la expresidenta Cristina Fernández.

A su vez, el privilegio de ocupar posiciones de responsabilidad en las estructuras del Estado representaba mayores oportunidades para vincularse con ámbitos influyentes tanto locales como internacionales a nivel empresarial, político y social. LC, durante los gobiernos de Cristina Fernández (2007-2015), estuvo vinculada al desarrollo e implementación de programas y políticas públicas nacionales, donde sus integrantes se involucraron en el trabajo desde el Estado.

En el Chaco, y especialmente en la ciudad de Resistencia, al ser la capital y centro político, social, económico y administrativo, evidenciamos la vinculación de jóvenes provenientes no solo de LC sino también de las diversas agrupaciones del espectro kirchnerista. Estaban presentes en los Ministerios y sus dependencias, y llevaban adelante lo que denominaban la “territorialización de las políticas públicas” nacionales.

En la provincia se centralizó en la Oficina de Empleo -dependiente de la Subsecretaría de Empleo y Trabajo-, donde se desempeñaban algunos de sus referentes en la coordinación de programas. Los principales fueron el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, el Programa Conectar Igualdad -junto al Ministerio de Educación- y las becas PRO.GRE.SAR, con ANSES. En conjunto, no se trató solo de una mayor presencia de jóvenes, sino de la vinculación con proyectos y áreas que afectan a los sectores juveniles.

A su vez, la presencia juvenil también llegó a las listas de candidatos en posiciones expectantes como fueron los casos de Lucila Masín como candidata a diputada nacional en 2015 y Rodrigo Ocampo como concejal para el municipio de Resistencia, además de alrededor de diez precandidatos y candidatas que LC logró sumar a las listas para las elecciones de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de 2015 (Diario Chaco, 05/04/2015). Cabe destacar que la inclusión de referentes de la juventud en el peronismo no solo se dio con el caso de LC, sino que también observamos la incorporación de referentes de la Juventud Peronista en cargos de gestión, como fue el caso de Rodrigo Ayala, quien asumió en 2015 como subsecretario de Gobierno, y de Marcos Vignau, que se desempeñó como subsecretario de Juventud del gabinete provincial de Domingo Peppo.

Por su parte, la trayectoria de la UCR en la provincia se ve reflejada en la presencia que tiene la fuerza en todos los municipios, aspecto que aseguró la conformación y fortalecimiento de una estructura partidaria provincial con influencia y acceso al aparato estatal. Internamente, una de las características que los y las militantes radicales resaltan de su partido es el respeto a la institucionalidad, reflejado en la conformación de cada una de las líneas de acuerdo con la orgánica nacional.

La Juventud Radical es una de las ramas del partido reconocidas por la carta orgánica, con “representación partidaria ante todos los organismos del partido por delegados con voz y voto” (UCR, 2014: 3). Se disputa a nivel interno la representación juvenil con la agrupación que nuclea la militancia universitaria, Franja Morada, también reconocida en la orgánica interna, la cual tiene representación en las distintas convenciones y comités, en menor número que la Juventud Radical, pero también con voz y voto.

Las posiciones en el Estado -electivas y de gestión- se presentan como posibles espacios para el planeamiento de una carrera política, aspecto que es conocido por sus militantes. En efecto, las entrevistas revelaron que las y los jóvenes proyectaban su mirada en ese sentido, y dan cuenta de que para comenzar a encaminarse en ese trayecto precisaban demostrar ciertas cualidades que se reconocieran a nivel colectivo -con su trabajo cotidiano, por ejemplo-, ya sea dentro o fuera del partido, en actividades políticas, sean partidarias o no.

A su vez, es necesario el reconocimiento de actores estratégicos, y así se apela a vínculos y contactos con referentes de primeras líneas o intermedias. Una característica que presenta este espacio político en particular es una mayor continuidad familiar, en comparación con otras fuerzas políticas. Aquí, la familia funciona no solo como vínculo y forma de conocimiento del espacio, sino como soporte de socialización política que acompaña la militancia. Por este motivo, afirmamos que la proyección de la carrera política en estos casos se encuentra apoyada en las conexiones que el vínculo familiar pueda proporcionar.

Estos rasgos hicieron que la intervención e inclusión de las y los militantes jóvenes en posiciones más importantes fuese limitada, al ser destinados por excelencia a las actividades territoriales electorales, donde se plegaron a lo que disponían los sectores dirigenciales mayores de cada línea. Basta con revisar las listas de candidatos de las elecciones de 2015 y 2017, donde la presencia de integrantes de la Juventud fue nula, a pesar de que en la Convención Provincial de 2014 se había aprobado incluir en la carta orgánica provincial que el 30% de los cargos electivos y partidarios debían ser ocupados por jóvenes (Pellegrini, 10/08/2018).

Como parte de la investigación de la que se desprende este trabajo, realizamos una encuesta a militantes de las distintas organizaciones y, de acuerdo con ellas, observamos que la presencia de jóvenes en dependencias administrativas del gobierno municipal representa un porcentaje de importancia3 y se corresponde con los períodos en que Aída Ayala era intendenta de la ciudad de Resistencia. Entonces, la inclusión de las personas jóvenes del radicalismo en el Estado se vincula a cargos administrativos más que a posiciones de coordinación, o al frente de áreas de gobierno que puedan generar vinculaciones con otros sectores.

En el PO, la actividad de la rama juvenil se concentraba en los centros estudiantiles -universitarios y de institutos terciarios- en los que tenían presencia sus militantes, por lo que su militancia estaba atravesada por lo estudiantil desde el Frente Estudiantil. Sin embargo, como se trata de un partido donde la cantidad de sus integrantes no es numerosa y cuyo rasgo principal era ser trabajador y trabajadora, la participación se dividía en los ámbitos como el Polo Obrero, Plenario de Trabajadoras y Tribuna Docente, lo cual consolidaba el rasgo sindical en el perfil de sus militantes.

El partido estaba vinculado con distintas organizaciones a través de las cuales se gestionaban y se participaba en programas de vivienda, educativos y de alimentación. Algunas de las posiciones de mayor protagonismo que la agrupación podía ofrecer estaban vinculadas con la coordinación de tales proyectos, que podían representar cargos rentados.

Asimismo, se trata de un partido que, como tal, participa de las distintas contiendas electorales mediante la presentación de su lista de candidatos y candidatas. Uno de los aspectos que resaltan del hecho de ser una agrupación pequeña es que todos y todas tenían la posibilidad de estar en las listas. No obstante, no se constituía en una oportunidad que se pudiera concretar efectivamente, dada la limitada cantidad de votos que registraba en comparación con los frentes que lideran las fuerzas mayoritarias. Es por ello que ser candidato y candidata representaba un reconocimiento simbólico. Sin embargo, permitía una mayor visibilidad si se considera la publicidad que permiten las campañas en medios de comunicación.

Aurelio Díaz, una de las figuras más importantes del partido y actual diputado provincial, explicaba que las aspiraciones en el PO se diferencian de las otras agrupaciones porque las metas no estaban direccionadas hacia la obtención de cargos electivos sino que el partido forma a sus militantes en elementos ideológicos y filosóficos que organizan su militancia en el territorio e internamente: “con un objetivo en común, nunca se les ofrece nada, se les da los elementos ideológicos, el programa y después cosas concretas, cuando vas a un barrio, vas con la valijita del periódico, discutís con los vecinos” (Entrevista realizada el 25 de febrero de 2017). La formación y militancia en la agrupación entonces está centrada en la discusión de demandas principalmente laborales -estudiantiles, ambientales, de género, entre otras- y su movilización en el territorio, en articulación con distintas organizaciones sociales.

A su vez, en las entrevistas las y los militantes del PO manifestaron que en el futuro se veían como referentes sindicales, se proyectaban vinculados al partido y acompañando las demandas en cada uno de los sectores laborales que integraran. Es en ese este sentido que consideramos que la formación y militancia en el partido contribuye al fortalecimiento del rasgo sindical de sus militantes.

Mientras tanto, ACHA se encontraba en una situación muy limitada en relación con los recursos, la vinculación a sectores sociales y las fuerzas políticas que permitieran la proyección de sus integrantes. Es una agrupación minoritaria de cuño conservador creada por el exgobernador de facto de la última dictadura militar, Ruiz Palacios, que acompañaba las listas del justicialismo al integrar desde el 2007 el frente Chaco Merece Más. Las formas de reclutamiento del partido eran escasas. En general, la vinculación se daba por continuidad familiar y a través de las redes que establecían los mediadores en los distintos barrios, principalmente en la ciudad de Barranqueras.4

Los capitales con los que el partido negociaba recursos con las otras fuerzas eran, por un lado, su cantidad de adherentes (ocupaba el tercer lugar en la provincia con 10.418 afiliados)5, suma que heredó de su mejor etapa, cuando al poco tiempo de su fundación en 1988 logró la intendencia de Resistencia -que mantuvo por tres períodos- y en 1991 llegó a la gobernación. Por otro, ofrecía a los frentes el trabajo político de sus militantes para las campañas electorales, actividades destinadas principalmente a la juventud.

De esta manera, la actividad del partido se concentraba en las temporadas de elecciones, y dependiendo de los resultados podía obtener participación en programas de becas y/o negociar algunas plazas en la administración pública. Las formas de proyección de sus militantes jóvenes, entonces, se encontraban en primera instancia ligadas al origen (o suerte) familiar que los posicionaba desde el comienzo. A su vez, las campañas electorales posibilitaban tanto una red de vinculaciones, como el aprendizaje y formación cercana a dirigentes mayores, que les permitía la obtención de alguna de las becas o posibilidades de un trabajo administrativo más estable en el Estado.

En resumen, observamos que las organizaciones político-partidarias más flexibles en la incorporación de las juventudes con participación activa en roles de importancia en la organización interna y en los diferentes espacios de influencia (Estado, espacios educativos y laborales) se corresponden con LC, en vinculación con el PJ, y el PO. La principal diferencia es que, en el primero, como organización que se encontraba en el gobierno provincial y de la ciudad, lo hizo a nivel estatal, mientras que el PO se concentró en espacios educativos y laborales, destacando el componente estudiantil y sindical que identificaba a esta organización.

De manera transversal a las distintas organizaciones, podemos identificar que el trabajo político durante las campañas electorales en el territorio se concentró en las juventudes, que se volvió la actividad central para los y las militantes de la JR y ACHA. Para el primero, destacamos una participación consolidada de las juventudes en los términos formales de organización, que apunta al Estado como área de influencia, aunque no al mismo nivel que LC. Incluso, la elección de dirigentes estudiantiles por Franja Morada es filtrada por la élite dirigente de UCR, aspecto de formalidad que limita la expresión de sentidos emergentes en este colectivo. Por su parte, ACHA, como partido provincial, continúa una tradición de alcance familiar que se suma al declive del partido, que restringe la incorporación de otras juventudes que no tengan relación consanguínea con la élite partidaria. A su vez, sus funciones se reducen a cuestiones administrativas.

Es de destacar que tanto las y los jóvenes de LC como de la UCR y ACHA proyectan la realización de una carrera política que tiene como destino los espacios que la profesión política contempla (cargos electivos, funcionarios y funcionarias estatales, dirigentes partidarios). A su vez, las organizaciones en mayor o menor medida las y los incluyen conforme con la coyuntura y bajo un estricto control de las élites dirigentes de cada partido, aspecto que para UCR y ACHA limita la inclusión de jóvenes en posiciones de mayor protagonismo. De esta forma, destacamos para el caso LC que la distribución del poder político hacia las y los militantes más jóvenes se presenta con mayor posibilidad, aunque de manera emergente, es decir “por afuera” del partido. Entonces, la incorporación de las juventudes en funciones públicas se asocia fuertemente a la gestión de las problemáticas juveniles que el Estado responde para esta franja mediante políticas sociales (planes de empleo, becas de estudio y acceso).

3.1.2. El género en agenda

Los colectivos de mujeres en los últimos años cobraron mayor visibilidad y protagonismo hacia el interior de las fuerzas políticas, articulando demandas por mayor participación e igualdad, en línea con la expansión del movimiento feminista. No obstante, para el período analizado, si bien las temáticas de género se encontraban en agenda y eran parte de demandas públicas, las entrevistas daban cuenta de instancias iniciáticas en las agrupaciones de la ciudad de Resistencia, momento de emergencia de las tensiones e identificación de las resistencias y obstáculos que las militantes mujeres jóvenes enfrentaban al querer modificar las prácticas internas en estructuras que se les presentaban como conservadoras. En adelante, recuperamos las discusiones y movimientos que las mujeres jóvenes comenzaron a generar hacia el interior de las agrupaciones como una manera de dar cuenta de nuevas formas de inscribir su participación, movilizar aperturas y generar cambios en las estructuras partidarias.

Es preciso comprender que en la provincia del Chaco el contexto de demandas de género se instaló desde 2015, con las marchas del movimiento #NiUnaMenos en contra de la violencia machista, escenario que se profundizó con la realización del 36º Encuentro Nacional de Mujeres (ENM). Tuvo lugar en octubre de 2017 en la ciudad de Resistencia, donde asistieron aproximadamente más de 60 mil mujeres de todo el país. Es por ello que hablamos de un momento iniciático, que no fue igual para todas las agrupaciones. Observamos que en los casos de LC y el PO eran más frecuentes las discusiones en torno a las problemáticas de género y se daban de forma más natural, enmarcadas en organizaciones propiamente de mujeres como el Plenario de Trabajadoras (PO) y el Frente de Mujeres (LC). Por su parte, en la JR, si bien no había un marco colectivo que habilitara esas discusiones, advertimos posiciones individuales de algunas militantes, y en ACHA, por último, no se observan planteos en esa dirección.6

La organización del ENM fue un momento importante a partir del cual emergieron algunos “ruidos” y se revelaron para las militantes contradicciones en las estructuras partidarias que afectaban a las mujeres de manera diferencial. Demandó la conformación de una Comisión Organizadora que exigió un importante trabajo conjunto entre las representantes de distintos sectores políticos y sociales, lo que llevó en ocasiones a intensos debates. Las jóvenes entrevistadas destacaron que organizar el Encuentro significó una disputa por visibilizar las agrupaciones de pertenencia y capitalizar el evento para cada sector involucrado. A su vez, rescataron el aprendizaje de la política a un nivel más amplio, tras las confrontaciones y discusiones constantes para lograr acuerdos según una dinámica de trabajo que exponía las diferencias en la forma de organizarse y de tomar las decisiones de cada espacio. Como explicaba Elisa7, “no era lo mismo para una [mujer] que participaba por una ONG o de manera independiente, que las mujeres de los partidos, tiene otra lógica de trabajo y de decidir” (Entrevista realizada el 12 de diciembre de 2017).

Asimismo, la experiencia del Encuentro dejó escenas que mostraron, por ejemplo, las tensiones que demandaba la obediencia a ciertas normas implícitas de conducta de la agrupación, como explica Laura (LC):

hay ciertas pautas de conducta, no podemos tomar con la remera, fumar un fasito, porque tenemos todos los medios encima, tenemos prohibido hacer esas cosas. En el Encuentro había compañeras que estaban tomando una birra y tenían la remera, habría que ver en qué proceso están las compañeras, porque hay cosas que sabemos que no podemos hacer porque hay una línea de comunicación (Entrevista realizada el 9 de junio de 2017).

Algunas militantes también recordaron el caso de la discusión de un grupo de jóvenes de LC que querían marchar “en tetas” en la columna de la agrupación, iniciativa que también se oponía a las normas. Al no encontrar acuerdo, el grupo de militantes decidió ir a la marcha por fuera de la columna de LC. Estas normas no están escritas, pero son de conocimiento general y se actualizan de acuerdo con las situaciones específicas, al impartir una moral militante de conducta que establece un deber ser que para las mujeres se revela con mayor énfasis.

La participación en este tipo de experiencias, en un contexto de evidente movilización en temáticas de género, tuvo impacto en los procesos de politización y subjetivación política de las mujeres que, hacia el interior de las organizaciones, iniciaron mecanismos de empoderamiento. Este evento a nivel local fue un hito para el movimiento de mujeres, que resonó de manera transversal a las distintas fuerzas políticas.

De acuerdo con Laure Bereni y Anne Reveillard (2012), identificamos que el paso por experiencias que revalorizan la identidad femenina favorece una transformación de la reflexividad con relación a la identidad de género e impulsa la contestación de las desigualdades sexuadas. Estas normas implícitas de comportamiento cotidiano están presentes para las mujeres de manera diferenciada, como reconocía Cecilia (JR) al referirse a los partidos: “creo que es muy cierto que como mujeres estamos dentro de una estructura bastante machista” (Entrevista realizada el 03 de marzo de 2016). Son ellas quienes describen, a diferencia de los varones, toda una serie de cuidados que tienen que poner en marcha por su condición de mujeres, al relacionarse con sus compañeros “cuidando el tono” y sin parecer “muy amigables”, en un intento por alejarse de características que, en el mundo de la política, las acercan a la imagen de “puta” o “loca” (Entrevista realizada el 03 de marzo de 2016). Es así que, en el día a día, revisar algunas prácticas se vuelve una actividad más compleja, como explica Laura (LC):

algunas cuestiones están muy implícitas, el tema del machismo (…), hay prácticas machistas. Que ahora por lo menos el tema lo tenemos instalado y lo vamos presionando, estamos todavía prendiendo la alerta. El tema del verticalismo veo que es más operativo, pero hay cuestiones que (…) no las podemos discutir, como el tema de contenidos (Entrevista realizada el 09 de junio de 2017).

En la demanda de obediencia orgánica sin cuestionamientos se evidenciaba una de las contradicciones que la revisión de las prácticas presentaba a las militantes. En general, advertimos que las jóvenes se encontraron hacia el interior de sus organziaciones revisando de manera aislada las prácticas cotidianas, e identificaron las resistencias que van más allá de las estructuras partidarias. Se trató de un proceso que no involucró a la totalidad de sus integrantes, ni fue parte de una política institucional. Las iniciativas son movilizadas por grupos pequeños y, en aquellos espacios donde existía una mayor apertura, las temáticas de género eran parte de las discusiones de las áreas propias, tal como sucedía en el Frente de Mujeres en LC o el Plenario de Mujeres Trabajadoras del PO.

Las demandas y preocupaciones de género, por lo tanto, se presentaban en agenda y, como señalamos, se encontraban en una etapa inicial, en la cual fueron retomadas de manera exclusiva por parte de las mujeres. Son ellas quienes tomaron la iniciativa de dar las discusiones para pensarse entre ellas y luego plantear los debates a sus compañeros. De esta forma, la redistribución del poder y una transformación de la práctica política quedaba limitada a ellas. No obstante, estos procesos de politización y discusión que habilitaron las mujeres permitieron la inclusión creciente de la perspectiva feminista en las distintas fuerzas políticas, que, por más que fueran intersticiales, sirvieron para comenzar a instalar los debates y “hacer ruido” en cada organización.

3.2. Ser joven en las agrupaciones

Las lecturas e imaginarios en torno a la juventud en las agrupaciones se traducen en prácticas y tareas específicas, que encontramos realimentando el espacio político. Son reproducidas cotidianamente,al asignar en cada proceso no solo una caracterización, sino también un rol de acuerdo con un “deber ser” que legitima una posición para los y las jóvenes en las organizaciones. De esta forma, de acuerdo con Bourdieu (2000), las visiones e imaginarios sobre el mundo social y sus actores contribuyen a su vez a su construcción. Por lo tanto, esas representaciones que circulan en cada partido y las operaciones prácticas en las que se traducen son retomadas y reproducidas por los actores. La categoría de juventud, entonces, aparecerá, como indica Vázquez,

como un valor o como un capital político (..); que constituye un principio de identificación por medio del cual se reconocen y autodefinen colectivos; que es elaborada como un principio de adhesión y reclutamiento de militantes y, finalmente, que permite objetivar un grupo (2013: 4).

Al momento de pensar su militancia y la del colectivo en términos de grupo juvenil, las y los militantes se identificaban como jóvenes a partir del dato etario, pero a medida que avanzaban sobre los sentidos que les asignan, ese rasgo se desdibujaba del simple número y comenzaba a adquirir otros matices. De esta manera, los relatos sostuvieron, como primeras observaciones, el ensamble entre cómo era ser joven y militar en su organización. Es así como los valores asociados a la juventud se correspondían con las visiones acerca de la política sostenidas por las agrupaciones y las prácticas que funcionaban y daban sentido a ese campo.

3.2.1. Los lugares comunes de las juventudes

En este apartado nos referimos con lugares comunes a los sentidos que se movilizan alrededor de la categoría juventud, que, sin mucho esfuerzo, encontramos en diversas representaciones sociales (Braslavsky, 1986; Margulis y Urresti, 1996; Chaves, 2009; Saintout, 2009; Reguillo, 2012). Se exhiben asociadas a valores como la alegría, la rebeldía, lo nuevo, el futuro o el recambio, al tener en cuenta la renovación que generacionalmente -por avance inevitable del tiempo- producirán.

De esta forma, analizamos cómo aparecían a nivel discursivo en el relato de los y las militantes y que luego se traducían en disposiciones que se materializaban en la práctica política. Nos detendremos en cada organización, como un modo de comparar la figura de joven militante que se distingue entre ellas.

La definición de la juventud a partir de la relación “nuevo-viejo” era común al momento de indagar en la experiencia de militancia juvenil. Es así que el posicionamiento de la figura del joven en contraposición con la del adulto resultaba frecuente y, en el radicalismo, aparecía de manera característica. De esta forma, los valores que se movilizaban asociados a las personas jóvenes se desprendían de cualidades que trae consigo la misma idea de recambio o novedad, o por el simple hecho de ser actores de su tiempo. Como explicaba Lorena (JR):

los jóvenes tienen una visión nueva, obviamente que lo viejo no es descartable, pero hay algunos que están muy abocados al sillón, no se quieren levantar (…) por eso hay que seguir renovando. Nos sirven sus experiencias, pero no son las mismas de hoy. No tienen el campo territorial, ese que hacemos todos los días nosotros, el contacto con la gente, el contacto con los vecinos (Entrevista realizada el 14 de junio de 2017).

Emerge del relato una distinción entre jóvenes y adultos que, de acuerdo con Bourdieu (1990), se trata de una división lógica donde se disputa el poder y se reproduce un orden. Exploramos, entonces, desde las categorías de sedentarismo y nomadismo político la delimitación de ese orden. La primera nos ayuda a comprender la etapa adulta en la política como un momento más estabilizado y en el que se ocupan espacios de poder, como relata Lorena (JR), al ubicarlos dentro de oficinas y fuera del territorio.

Podemos pensar la primera categoría como una forma de comprender una etapa en la política, que identificamos más presente en algunas agrupaciones que en otras. En el radicalismo, entonces, las figuras de joven-adulto se encontraban en tensión. Allí, distinguimos una disputa por los lugares de poder hacia el interior de las líneas de la agrupación, como analizaremos en uno de los siguientes apartados.

Esto se da de manera diferente a lo que ocurre en las otras organizaciones, donde no evidenciamos la diferenciación generacional en términos de una disputa de este tipo. En el caso de La Cámpora, por ejemplo, que, al presentarse como una agrupación juvenil, es más fácil distinguir la idea homogeneizada de juventud, movilizada como recambio de la vieja política. En este caso, se marca la distinción, pero se diferencia de las otras agrupaciones, más que a un nivel interno (Vázquez y Vommaro, 2012; Rocca Rivarola, 2016).

Ahora bien, la idea de nomadismo nos permite acercarnos a la categoría de juventud en movimiento. Plantea actores experimentando en la práctica política sin posiciones fijas. Es por ello por lo que se refuerza el territorio como ámbito “natural” de la militancia, como lugar de entrenamiento y aprendizaje. Con todo, al momento de desmenuzar esta afirmación, encontramos una serie de argumentos que funcionan como refuerzo de la propuesta del sujeto joven desde lecturas adultocéntricas, donde las personas jóvenes deben ser guiadas, enseñadas, preparadas (Chaves, 2009).

Por ejemplo, Luis (JR) explicaba que, como jóvenes, les “gusta estar charlando con la gente, más que estar encerrados frente a una computadora”. Refiere así a dos ámbitos del trabajo político, uno de mayor dinamismo para los y las militantes, que marca el barrio y el trabajo con “la gente”, en línea con esta idea de “espíritu juvenil” que se prescribe (Entrevista realizada el 23 de junio de 2017). Por otro lado, señala un ámbito más estabilizado que delimita el trabajo en las oficinas, donde posiciona al adulto. Este nomadismo ubicaba de manera conveniente a las personas jóvenes en el territorio, como fuerza de trabajo dentro de las estructuras partidarias, principalmente en épocas electorales. En el caso de Acción Chaqueña, prevalecía tal figura que posicionaba a las y los jóvenes como aprendices abocados a las campañas electorales -central actividad de militancia del partido en el territorio-, donde “repartir la boleta” era una de las principales tareas militantes.

Esta idea de la juventud en el territorio también se sostiene a través de otros argumentos, que van en línea con características consagradas al “ser joven”, como el hecho de la disponibilidad biográfica. Como explicaba Raúl (PO),

ahora que fueron las elecciones a la Juventud se le encargó la propaganda política, la difusión de la Prensa Obrera, los volantes y lo que tiene que ver con la pintada y la “aficheada”, el partido considera que la juventud tiene mucha más fuerza, mucha más iniciativa para ese tipo de cosas que por ahí los compañeros que están más grandes. Además, por las responsabilidades que tienen los otros compañeros que por ahí ya tienen familia, tienen su trabajo y demás, por ahí la mayoría de los compañeros que hoy están activos no trabajan, sino que solamente estudian o que trabajan medio día (Entrevista realizada el 13 de junio de 2017).

Pese a lo que contaba Raúl, es de destacar que, del total de militantes del Partido Obrero entrevistados para este trabajo, solo uno tenía como principal actividad el estudio, mientras que el resto estudiaba y trabajaba y, en algunos casos, ya había conformado su propia familia. Sin embargo, en el relato resultaba un argumento arraigado socioculturalmente que justifica el rol de la Juventud en actividades de “campaña”, más allá de que, en otras instancias, las y los militantes hayan resaltado como principio organizativo de la agrupación la solidaridad entre militantes, como decía Rosa: “va el que puede” (Entrevista realizada el 23 de mayo de 2017).

Este aspecto lo vinculamos a la idea de disponibilidad biográfica, la cual, de acuerdo con los estudios sobre activismo, refiere a la ausencia de restricciones personales -trabajo, matrimonio, responsabilidades familiares- que aumentan las posibilidades e intensidad de la participación política, disminuyendo en ese sentido los costos que pueda demandar (McAdam, 1986; Agrikoliansky, 2001). De esta manera, la figura del joven es pensada de acuerdo con su trayecto vital como disponible, más allá de que en los relatos sobre sus trayectorias se evidencie todo lo contrario. Esta lectura funciona fuertemente en el imaginario militante, y lo posiciona en el territorio.

En el PO, la figura de militante joven se sostenía, además, en atributos como el de rebeldía, rasgo asociado históricamente a la juventud (Martín Criado, 1998; Reguillo, 2012; Chaves, 2009), y en base a la cual como grupo juvenil llevaban adelante determinadas actividades. Como resalta Daniel, “creo que como todo partido revolucionario la Juventud cumple un rol fundamental (…) por ejemplo hoy hay que ir a una marcha y seguro va a estar más la Juventud” (Entrevista realizada el 11 de agosto de 2017). Los rasgos objetivan un actor que se encargaba de todo el arco de actividades militantes que el partido necesitaba para su desarrollo.

Cabe destacar que en el PO se evidenciaba a la Juventud como uno de los actores y rasgos destacados del partido. Sin embargo, no aparecía como un factor importante de identificación de las y los militantes. En el imaginario partidario, cobraba en cambio un rol secundario ante la figura central del “trabajador”. Es así como la imagen del actor juvenil que movilizaban era la de un sujeto atravesado por las problemáticas y reclamos identitarios del espacio, como puede ser un joven estudiante universitario o terciario “afectado por las políticas neoliberales”, como describía Daniel o, como explicaba Rosa, eran “los jóvenes trabajadores precarizados del comercio” o call centers o un trabajador del Estado, entendiendo que, como expresó Lucía, “la juventud forma parte de la clase trabajadora” (Entrevista realizada el 29 de mayo de 2017). El actor que consagra el espacio, en línea con su historia y doctrina, subsumía al sujeto juvenil y delimitaba sus condiciones de posibilidad en alineación con las demandas y valores del partido.

Si tenemos en cuenta que la gran mayoría de las y los militantes entrevistados decidieron ingresar a la política en un período similar (2012-2014), podemos considerar posicionarlos generacionalmente en las mismas coordenadas con relación a los procesos sociopolíticos por los que atravesaron y se socializaron (Vommaro y Larrondo, 2013; Kriger, 2016; Rocca Rivarola, 2014). Lo juvenil también se presentaba entonces en las formas de encontrarse con la política, de experimentarla y descubrirla en las prácticas, que nos hablan de una marca generacional. Significaba ser joven e identificarse con sus “compañeros” en cuanto a los gustos culturales y estéticos. Al decir de Blanca (JR), “nos gustan las mismas cosas” (Entrevista realizada el 14 de junio de 2017). Se trata de la experiencia colectiva de sumarse a grupos de pares que, como decía Laura (LC), “están en la misma”. A su vez, como “compañeros” de militancia, fortalecían los vínculos que las y los unían. Sentían que “piensan como uno”, explicaba Raúl (PO), y con ellos y ellas compartían las preocupaciones y alegrías que la práctica política les iba generando.

Los sentidos sobre la juventud que analizamos, en general, posicionaban a un sujeto joven que se correspondía con la figura de aprendiz de militante, donde vemos que prevalece la idea de juventud deficitaria de experiencia y madurez política, en este caso en comparación con la figura del adulto (Campusano, 2019). La categoría juventud se objetiva de esta manera mediante la delimitación de una división del trabajo político en donde las y los jóvenes, en tanto parte de su entrenamiento y aprendizaje, ocupan el territorio como fuerza de trabajo del partido.

A nivel discursivo, son configuraciones potentes y eficaces, al observar su transversalidad a las agrupaciones, principalmente porque se apoyan en sentidos y construcciones sobre las y los jóvenes que se encuentran arraigadas en el mundo social (Bourdieu, 1990 y 2000). Es difícil advertir, entonces, sentidos que presenten lecturas de reposicionamiento juvenil. En cambio, emergen usos y miradas sobre la juventud en clave de la identidad partidaria o que reproducen sus rasgos y roles desde lugares comunes.

3.2.2. Juventudes en disputa

En un segundo orden, nos remitimos a observar la construcción de la juventud en relación con lo que algunos autores denominan “juventudes disputadas” (Beretta, 2016), en tanto refieren a los usos y sentidos sobre la juventud que develan tensiones entre distintos actores, en este caso hacia el interior de los espacios partidarios y, a su vez, entre las organizaciones.

En principio, identificábamos algunas diferencias en el interior del radicalismo, en las distintas líneas internas, respecto al rol de la Juventud en cuanto a la división del trabajo político y del poder dentro del partido. Por un lado, para los y las militantes de la línea Convergencia Social era necesario que la rama juvenil tenga un protagonismo mayor a modo de llevar las problemáticas del sector como prioridad al interior del espacio. De esta manera, una de sus demandas era el “cupo por la Juventud”, que asegure que el partido garantice en sus listas un lugar en representación de la rama juvenil. En palabras de Marcos (JR), “lo que reconocemos al justicialismo, aunque nos cueste, es que ellos siempre tratan de poner candidatos jóvenes en la lista y acá no hay lugar para los jóvenes (…) siempre se plantea, pero en el Comité te decían no” (Entrevista realizada el 7 de junio de 2017).

Emergía así el escenario interno del partido que posicionaba a “los mayores” ocupando los espacios centrales de poder -como la definición y los lugares expectantes en las listas electorales- desde los que se definían temas que los y las jóvenes señalaban como “significativos” para hacer política (Rosato, 2003). Mientras tanto, la Juventud se encontraba más abocada a lo territorial, ya sea en actividades cotidianas “de base” o durante las campañas electorales.

En esta línea, existía una tensión en cuanto a cuáles eran los lugares válidos para hacer política influyente. De acuerdo con Ramiro (JR), eran los proyectos de orden legislativo “los que pueden cambiarle la vida a la gente, por eso hay que intentar que la Juventud no esté solamente para ir y hacer chocolate o para llenar un colectivo” (Entrevista realizada el 13 de mayo de 2015). Podemos entender en este proceso el uso de la categoría a partir de la articulación de planteos políticos que ingresan al espacio en términos de disputa (Kropff, 2009).

Es necesario retomar algunas características del radicalismo a nivel interno para comprender mejor las limitaciones que explicaban sus militantes en el campo de acción de la Juventud. Durante el tiempo que abarcó no solo el trabajo de campo sino la línea temporal de desarrollo de los itinerarios de los y las jóvenes protagonistas de esta investigación, la línea Convergencia Social no se encontró vinculada a ninguna gestión de gobierno. Tenía como principales referentes a legisladores y legisladoras provinciales y a Ángel Rozas, pero con muy poco nivel de influencia y llegada para con la rama juvenil.

Los recursos provenientes de gestiones de gobierno eran centrales para visibilizar a los colectivos. Eran aquellos recursos gestionados y vinculados al Estado en sus distintos niveles, ya sea llevando adelante políticas públicas o medidas que representaban al espacio y la correspondiente gestión (Rocca Rivarola, 2016). Durante el tiempo estudiado, las acciones que llevaban adelante como agrupación, que trataban de salirse del trabajo político meramente territorial al servicio de algún candidato o en los momentos electorales, apelaban a los vínculos con legisladores “amigos”, quienes proponían sus iniciativas y elevaban sus proyectos. Sin embargo, advertían que, al seguir estos “circuitos” y “canales”, sus intereses quedaban sujetos a la buena predisposición de los contactos. Así lo relataba Ramiro (JR):

Lo que pasa es que muchas veces entre los mayores tenés personas que quieren usufructuar la Juventud para beneficio de ellos. “Yo te apoyo, te banco el día de mañana si vos trabajas para que yo sea diputado”; es como un intercambio. (…) A nosotros nos ayudó en su momento Adolfo Gómez, de nuestra línea, que presentó algunos proyectos (…) una lista de 30 propuestas de temáticas que creíamos que eran importantes de abordar para la Juventud, no nos dieron bola. Eso es un tema flojo y motivo por el cual los jóvenes tenemos que pelear para que haya jóvenes que representen nuestras necesidades, porque los mayores no ven las problemáticas de un sector que es importantísimo para la sociedad, por el lado que lo mires, del lado electoral, por ejemplo (Entrevista realizada el 14 de septiembre de 2016).

Entonces, la forma de hacer más influyente a la Juventud era a través de lograr su propia representación en candidatos y candidatas que llevaran los intereses de los y las jóvenes del espacio, y así tratar de evitar la utilización de los grupos juveniles por parte de candidatos. Al dar cuenta de las limitaciones en las que se encontraba el grupo con relación a los recursos, su accionar se reducía a actividades sociales y solidarias, sin acceder al centro de toma dedecisiones y definiciones políticas.

En tanto, para otras líneas como Somos Parte, era compartida la función indiscutida de la organización juvenil de acompañar a los mayores, como explicaba Luis (JR), para quien “la Juventud está bien donde está, para los jóvenes es ir y estar más en la calle (…) mientras que los mayores están pensando más cómo van a ser las elecciones, planear la estrategia” (Entrevista realizada el 23 de junio de 2017).

La división que establecía era clara. De un lado se encontraban los mayores, encargados de pensar la estrategia, y del otro los y las jóvenes, quienes la ejecutaban en “la calle”. Tal distribución, entendemos, nos proponía dos figuras contrapuestas de juventud. En una, se postulaba a un o una joven aprendiz, quien no cuenta con mucho margen de acción ni autonomía por fuera de lo que se le asigna desde la jerarquía orgánica. Por otro, identificamos la figura del joven protagonista, posicionado y en la disputa por lugares de poder significativos para representar y discutir acciones para mejorar el sector joven.

Retomamos el caso de La Cámpora para marcar algunos contrastes. En la organización, la metáfora sobre la juventud se sostenía en la narrativa identitaria que construía e intentaba homogeneizar un actor que marca la renovación de la política. Como explicaba Laura, en “la orga” lo juvenil del colectivo no se delimitaba a que trabajen o aborden temáticas que afectan al sector. Es decir no estaba dado por la “demanda”, aclaraba, sino que el “sujeto político de estos últimos años es la juventud”, lo que posiciona a los y las militantes como protagonistas de un momento histórico que, desde su relato, fue abierto por el “kirchnerismo, inaugurando el regreso de los jóvenes a la política” (Entrevista realizada el 09 de junio de 2017).

De esta manera, el rol -“responsabilidad”- de los y las militantes de la agrupación era, según Laura, “politizar los espacios y a las personas para que asuman ese rol protagónico, que tengan otro tipo de prácticas, nosotros como generación nos estamos formando para eso” (Entrevista realizada el 09 de junio de 2017). Como vemos, el factor clave es la política como herramienta de transformación en las manos de agentes de cambio juveniles. Damos cuenta de que el sujeto político que construía la organización se emplazaba en un relato fundacional del espacio, que daba sentido a sus prácticas y fundamentaba los compromisos militantes (Vázquez y Vommaro, 2012; Rocca Rivarola, 2016).

Observamos, por lo tanto, que en La Cámpora la juventud representaba una categoría que movilizaba la construcción política de la organización y el proyecto más general. A su vez, en base a ello, posibilitaba el ascenso en la carrera militante al habilitar para los y las jóvenes posiciones políticas de mayor jerarquía. Además, se consideraba el andamiaje de apoyos de la agrupación con los sectores de gobierno que hacían posible esa inclusión. Mientras, otros espacios, como el radicalismo, simbolizaban una tensión, que dejaba expuesta una disputa con las formas de hacer política propia del espacio. Es en este punto donde podemos dar cuenta de las tensiones y los límites de la aparente revitalización juvenil de los espacios partidarios en márgenes subnacionales, dado que advertimos que la disputa se define mediante el fortalecimiento de las dinámicas de funcionamiento tradicional de la estructura partidaria local.

La revitalización, entonces, estuvo marcada por lo emergente que constituyeron organizaciones como La Cámpora, que fueron agrupaciones nuevas a nivel provincial, es decir que no se empalmaban en estructuras existentes, sino que tenían sus propias formas de funcionamiento y discutían y negociaban “por fuera”. Se vinculaban con actores políticos del mismo espectro ideológico -el justicialismo local- pero funcionaban de manera autónoma a ellos, al responder a una “conducción nacional”.

En diálogo con los trabajos que retoman las transformaciones que genera la inclusión juvenil en organizaciones político-partidarias, en este escrito podemos evidenciar formas de revitalización en términos de demandas y lucha por mayor protagonismo, que coincidieron con el ciclo de reposicionamiento juvenil. No obstante, entraron en tensión con las formas de funcionamiento de los partidos políticos que referimos como tradicionales, en donde se reforzaron lecturas y posiciones subsidiarias de la juventud.

Retomamos dos factores necesarios, que influyen en las formas de revitalización juvenil sobre estructuras partidarias en la ciudad de Resistencia. Por un lado, como nos referíamos en el párrafo anterior, La Cámpora, al igual que otras organizaciones, surgió en el contexto que se delimita como un ciclo político de activismo juvenil. Se trata de un rasgo que se marca fuertemente en la socio-génesis del espacio, que proponía un actor juvenil como protagonista, como sujeto histórico y, como tal, ocupaba espacios de “transformación social”.

Por otro lado, esta organización, como otras abordadas por la literatura específica, refieren a casos vinculados a gestiones de gobierno. Por lo tanto, contaban con recursos y voluntades políticas para reposicionar a las juventudes en espacios de poder. Entonces, en fuerzas políticas provinciales en las que no se generaron cambios en línea con transformaciones nacionales, y donde los recursos eran escasos -por lo tanto, con mucha competencia-, las formas de funcionamiento interno reforzaron los grupos cerrados. No obstante, evidenciamos que sus jóvenes integrantes, socializados en coordenadas donde la fuerza es de la juventud, eran quienes reclamaban y empujaban demandas que podemos entender en términos de revitalización hacia el interior de los espacios.

A partir del análisis que propusimos, señalamos en un primer momento que los lugares comunes de la juventud reproducen sentidos que reforzaron, hacia el interior de los espacios, representaciones sociales instaladas sobre las personas jóvenes. Es así que se observa un acuerdo transversal, con ciertos matices, a todas las agrupaciones en relación con el desempeño de los y las jóvenes en tanto fuerza de trabajo, principalmente abocada al trabajo territorial. Entonces, estar en la calle o repartir la boleta en las épocas de campañas electorales son sus actividades centrales.

Sin embargo, damos cuenta de sentidos en los que observamos una disputa por la idea y rol de la juventud, en línea con el ciclo político de reposicionamiento juvenil. A partir de estas disputas, podemos proponer factores, como las estructuras de poder internas, el papel de las élites dirigenciales en la redistribución del poder político o la importancia de la vinculación a gestiones de gobierno para posibilitar recursos e inclusión juvenil, para pensar las limitaciones de tales procesos en espacios subnacionales.

4. Palabras finales

En este trabajo, nos propusimos indagar en las transformaciones en términos de revitalización que la inserción juvenil generó en cuatro agrupaciones político-partidarias de la ciudad de Resistencia, Chaco. El escenario provincial presentaba una dinámica política tensionada entre dos fuerzas mayoritarias y tradicionales, como el PJ y la UCR. Se trata de partidos que traccionaban con sus frentes electorales a las demás organizaciones políticas, en un período donde se destacó la emergencia de nuevas agrupaciones en la provincia, como el PRO, y otras de marcada tendencia juvenil.

Analizar estos procesos que, en primera instancia, pensábamos en línea con la revitalización, significó reconstruir la trama de relaciones internas de las estructuras partidarias, dar cuenta de los vínculos de la militancia juvenil con los líderes y élites dirigenciales, las formas de ascenso y proyección de carreras políticas y la división del trabajo político, entre otros factores. Nuestro objetivo consistió en observar cómo los y las jóvenes militantes se fueron incluyendo en esas organizaciones y junto con ellos y ellas las temáticas y demandas en términos generacionales, así como la posible renovación de las organizaciones.

De esta manera, reconstruimos las formas en que se genera el protagonismo juvenil de acuerdo con las características de cada fuerza política. Las personas jóvenes tienen posibilidades de ocupar posiciones de mayor relevancia en organizaciones que, de cierta forma, le escapan a las élites dirigenciales locales y cuentan con recursos como la vinculación a gestiones de gobierno para ofrecer roles protagónicos. Un caso así fue el caso de LC, que, al pertenecer al frente de gobierno nacional, privilegió la inclusión de sus militantes en distintas instancias estatales. Por su parte, las juventudes de partidos con estructuras conservadoras locales, que no se han enmarcado en las discusiones nacionales de apertura juvenil, tuvieron más obstáculos para lograr un reconocimiento que supere la visión tradicional que destina la militancia juvenil únicamente al territorio. Es el caso del radicalismo, donde se presentaban las tensiones pero no lograban tomar fuerza para generar lógicas de participación que aseguraran a sus militantes jóvenes posiciones con mayor poder político.

A su vez, generacionalmente las preocupaciones que las juventudes incorporan en las agrupaciones generan algunos movimientos, como es el caso de la inclusión de las temáticas de género en la agenda de la mayoría de las agrupaciones analizadas.

Ahora bien, resulta evidente que recae principalmente en las mujeres militantes dar estas discusiones e impulsar los cambios que son resistidos. En principio, esto se da por el hecho de formar parte de normas naturalizadas social e históricamente y que en las agrupaciones políticas imponen un “deber ser” moralizante hacia las mujeres. En esa línea, cobran importancia los colectivos “de mujeres” que se forman internamente, los cuales habilitan espacios de discusión y construcción de consensos colectivos que fortalecen las discusiones posteriores hacia la organización.

Las configuraciones sobre la categoría juventud nos presentaron a un sujeto joven que se correspondía con la figura de aprendiz de militante, en la cual prevalece la idea de juventud deficitaria de experiencia y madurez política. En función de esta imagen, se delimitaba una división del trabajo político donde las y los jóvenes, en tanto parte de su entrenamiento y aprendizaje, ocupan el territorio como fuerza de trabajo del partido. Como analizamos, esas posiciones eran resistidas, y emergían en tanto disputa en aquellos espacios, como el radicalismo, en los que su rol estaba limitado como fuerza de trabajo al servicio de “los mayores”.

En diálogo con las investigaciones que analizan estos procesos en el país, en este trabajo podemos evidenciar formas de revitalización en términos de demandas y lucha por mayor protagonismo, que coinciden con el ciclo de reposicionamiento juvenil. No obstante, entran en tensión con las formas de funcionamiento de partidos políticos que referimos como tradicionales, en donde se refuerzan lecturas y posiciones subsidiarias de la juventud.

Consideramos que el trabajo logra poner en juego el contexto de movilización juvenil que se da a nivel nacional con el escenario de la provincia del Chaco, al retomar los procesos en organizaciones locales. El recorrido por las experiencias de militancia, que recupera los contextos de las agrupaciones, permite avanzar sobre el conocimiento de la organización interna partidaria, las limitaciones en términos de centralidad de las élites dirigenciales en cuanto a la distribución del poder político, al igual que los sentidos de la juventud arraigados socioculturalmente. De esta forma, por los formatos de participación atribuidos y en disputa por las juventudes, observamos que no se trata de una adaptación a la coyuntura por parte de las organizaciones político-partidarias de origen, sino más bien de una renovación (en términos de conservación) y de revitalización (en términos de demandas) que, en diferentes estadios, se expresa generacionalmente sobre la vida institucional de cada organización, donde los factores local y nacional exhiben diferencias de enfoque, como sucede, por ejemplo, entre ACHA y LC.

Queda entonces profundizar la importancia en tanto disputas desde las juventudes en otros territorios, con el énfasis puesto sobre las relaciones entre los partidos tradicionales, partidos provinciales y su vinculación con organizaciones juveniles de alcance nacional, en la constitución de la agenda de cada organización.

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1 Las entrevistas fueron realizadas en el marco de la tesis doctoral, con el objetivo de reconstruir las trayectorias de militantes jóvenes en agrupaciones político-partidarias de la ciudad de Resistencia durante el período 2012-2017. Se realizaron en total 20 entrevistas a jóvenes de distintas agrupaciones.

2Es un político local que fue concejal de la ciudad de Resistencia (2015-2019) y actualmente se desempeña como secretario de Municipios de la gobernación de Jorge Capitanich.

3De acuerdo con la encuesta realizada a 69 militantes de las tres líneas del radicalismo, el 80% de los militantes de Nuevo Espacio Abierto trabajaban en la administración pública. En el caso de Convergencia Social, representaba el 40% y el 65% en Somos Parte.

4Las ciudades de Barranqueras, Vilelas, Resistencia y Fontana conforman el Gran Resistencia.

5En primer lugar, se encuentra el PJ con 153.292 adherentes y lo sigue la UCR con 87.301 (Cámara Nacional Electoral).

6Es importante señalar que en ACHA es mayor la proporción de afiliados varones que de mujeres. Para el resto de las organizaciones político-partidarias, observamos mayor frecuencia de mujeres que de varones en todos los años. El PO es el espacio con mayor participación de afiliadas femeninas.

7Integrante de la comisión organizadora del 36° Encuentro de Mujeres en Chaco.

Recibido: 14 de Septiembre de 2022; Aprobado: 12 de Noviembre de 2022

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