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versión On-line ISSN 2250-4184

Intersecc. comun. (En línea) vol.2 no.17 Olavarria jun. 2023

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.51385/ic.v2i17.183 

Artículos

Surgimiento y devenir de la prensa moderna argentina. Estudio de diarios regionales de la Norpatagonia

Emergence and evolution of the modern argentine press. Study of regional newspapers of the northern patagonia

1 Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Buenos Aires, Argentina

Resumen

El artículo estudia la historia y el desarrollo de un sector de la prensa moderna argentina, focalizando en dos diarios regionales de referencia de la norpatagonia, La Nueva Provincia y Río Negro. Mediante la recopilación e interpretación de fuentes diversas, se reconstruye el contexto histórico, sociopolítico, económico y cultural de la nación, las provincias y ciudades en el que las publicaciones surgen; marco necesario para luego describir y comparar las condiciones de emergencia y el devenir de las publicaciones, y el rol político cultural que han desempeñado en sus zonas geográficas de influencia hasta la actualidad reciente.

Palabras clave Historia de la prensa moderna; Argentina; prensa provincial; La Nueva Provincia; Río Negro

Abstract

The article studies the history and development of a sector of the modern Argentine press, focusing on two reference regional newspapers of Northern Patagonia, La Nueva Provincia and Río Negro. Through the collection and interpretation of different sources, the historical, socio-political, economic and cultural context of the nation, provinces and cities where the publications emerge is reconstructed. This framework allows the description and comparison of the emergency conditions and the evolution of the newspapers, and the political and cultural role they have played in their geographical areas of influence to the present day.

History of modern press - Argentina- provincial press- La Nueva Provincia - Río Negro

Keywords History of modern press; Argentina; provincial press; La Nueva Provincia; Río Negro

INTRODUCCIÓN

Los años posteriores a 1880 constituyeron una etapa decisiva en la consolidación del Estado nacional argentino bajo un modelo de transformación direccionado por la llamada Generación del Ochenta.

La constitución de la denominada prensa moderna, hoy centenaria, en la Argentina coincidió justamente con el diseño, la discusión y la formalización del Estado- nación. Los diarios fueron las voces de los sectores del poder de una nación que asomaba, y que debía ordenar a sus miembros, ubicarlos, clasificarlos, controlarlos. Para ello, el nuevo proyecto de país debía consolidar una cultura, un modo de entender y leer la realidad, sus normas, modelos, y sitiales legitimados.

Esta coyuntura incluye transformaciones fundamentales para la Argentina, y es la base desde la que se construye el objetivo central de este artículo, que se propone describir y comparar el surgimiento y desarrollo de un sector de la prensa de referencia del país[1]. Se estudian dos diarios del sur de Argentina, La Nueva Provincia (1898, Bahía Blanca, Buenos Aires) y Río Negro (1912, Gral. Roca, Río Negro)[2]. En relación con lo señalado, nos preguntamos por las condiciones sociohistóricas que permitieron la emergencia de estos periódicos, y por el rol político cultural que han cumplido en sus zonas de influencia a lo largo de su historia[3].

La elección de los periódicos responde a su carácter de prensa centenaria y de referencia, esto es, con capacidad de constituir opinión pública e influir en las agendas sociales e institucionales en los lugares en que se producen y en sus ámbitos de circulación y reconocimiento. Asimismo, esta selección se orienta al propósito de aportar al estudio de la prensa regional, provincial y local argentina[4], especialmente en torno a los diarios seleccionados y a su área geográfica inmediata.

El artículo se estructura en un apartado metodológico; luego, en una primera parte, se describen transformaciones políticas, económicas, institucionales, demográficas y culturales que ocurren en el país en el período de aparición de La Nueva Provincia (LNP) y Río Negro (RN). Se incluyen, asimismo, datos sobre el mercado de la prensa que se irá conformando en la época, del que formarán parte estas publicaciones. Posteriormente, se reconstruyen la historia y el desarrollo de los diarios en estudio como expresión cultural de la Argentina moderna. Por último, las reflexiones finales sintetizan hallazgos en torno a los objetivos planteados y proponen líneas futuras de trabajo.

ABORDAJE METODOLÓGICO

La documentación de la temática del periodismo durante la Argentina moderna, y específicamente de los diarios que aquí se abordan, se realizó desde un enfoque historiográfico, cuya especificidad reside en la recopilación e interpretación de fuentes de información de naturaleza diversa (Aróstegui, 1995, Palacio Montiel, 2006; Ortíz Marín, 2020). En el caso de este trabajo se reunieron, analizaron y articularon fuentes que aportan al cumplimiento de nuestros objetivos: 1) libros y artículos sobre la historia y el desarrollo del país y las regiones norpatagónica y del sudoeste bonaerense, para construir un marco sociopolítico y económico de la aparición de los diarios en estudio; sobre el surgimiento de la prensa moderna nacional, regional y local; y sobre las biografías de los fundadores de LNP y RN. 2) Ediciones inaugurales de los periódicos, correspondientes a los años 1898 y 1912. 3) publicaciones institucionales, memorias y notas periodísticas editadas por los propios diarios en ocasión de sus centenarios, sus 85 años, y de los rediseños de sus versiones gráficas y digitales. 4) Tesis académicas y artículos enfocados en el estudio de las actuaciones públicas de los periódicos en diversos contextos históricos. 5) Índices, catálogos, guías que aportan datos sobre la composición empresarial, y la distribución y circulación de los diarios a lo largo del tiempo.

En cuanto al enfoque desde la comunicación, nuestro trabajo adscribe al análisis comunicacional y cultural (Ford, 2005; Martín - Barbero, 2002) que entiende que comunicación y cultura no son territorios que puedan escindirse. En esta línea, concibe al campo de la comunicación, donde ubicamos el estudio de los medios, como transdisciplinario, es decir que se constituye a partir del diálogo y el intercambio con otras disciplinas. Desde la perspectiva propuesta, el abordaje de los medios, sus formas de construcción de sentido y su recepción no puede realizarse por fuera de un contexto constituido por géneros, tradiciones, una cultura y una historia (Ford, 1994).

Siguiendo la línea teórico metodológica planteada, este trabajo incluye la reconstrucción de una compleja trama sociocultural a nivel nacional, provincial y local que permite explicar las condiciones de posibilidad de aparición de una demanda o necesidad de los diarios y su devenir lo largo del tiempo, y que será también, en trabajos futuros, marco de la producción y el reconocimiento de la información publicada por aquellos.

La Argentina es un país extenso, cuyas regiones exhiben importantes diferencias entre sí, expresadas en diversas manifestaciones culturales, entre ellas el periodismo y la prensa. Por esta razón, este estudio propone un análisis comparativo de las historias de la prensa provincial desde un enfoque multicéntrico (Palacio Montiel, 2009), que procede evitando generalizar las expresiones culturales del centro (en el caso de Argentina, la ciudad de Buenos Aires) para todas las regiones de un país y en una misma línea de evolución.

Por otro lado, se agrega que la elección de estudiar dos periódicos de diferentes regiones busca trascender una mirada “local” del fenómeno de la prensa. El trabajo de comparar una región con otra intenta aportar a la posible construcción de un espacio representativo de la prensa provincial argentina, y, paralelamente, al abordaje de las relaciones entre las regiones y de estas con la capital del país.

MARCO HISTÓRICO POLÍTICO Y CULTURAL

La Argentina moderna

Desde 1860 aproximadamente, la Argentina inició su camino hacia la modernización asentando las bases políticas, institucionales y económicas de la consolidación del Estado. La etapa de 1880 a 1930 fue central en la materialización del Estado nacional (Oszlak, 1997) bajo un modelo de transformación direccionado por Generación del Ochenta (Jitrik, 1968). Este grupo promovió un proyecto de país que se plasmó en la puesta en marcha de medidas como la inversión de capital extranjero, el desarrollo de las actividades primarias ganaderas y agrarias, un incipiente impulso de la industria artesanal, el fomento de obras públicas como ferrocarriles y puertos, la profundización del ordenamiento del corpus legal del Estado, la promoción de la inmigración rural europea, y la renovación de grandes urbes como Buenos Aires (Biagini, 1995).

La elite dirigente diagramó un modelo económico agroexportador que permitió el ingreso de la Argentina en el mercado internacional, articulada especialmente a Gran Bretaña, país con el cual estableció las principales relaciones del capitalismo comercial y financiero. La inserción al mercado se realizó bajo los parámetros impuestos por el pacto neo-colonial[5] entre las naciones industrializadas de Europa Occidental y los nacientes países que estructuraban sus economías, principalmente de base primaria. Paralelamente al logro de profundas transformaciones de orden económico jurídico y social en el país, se estableció una dependencia comercial y financiera asentada en relaciones asimétricas.

El marco internacional, los vínculos mercantiles y el rol que jugaban los dirigentes políticos de la etapa permiten abordar la temática vinculada a la entrada de capitales en nuestro país, sus áreas de inserción y los sectores económicos y estratégicos que se transformaron a nivel nacional, para luego identificar su impacto regional y local. En este sentido, tuvieron gran importancia las inversiones en el área ferrocarrilera, con extensión a la remodelación de puertos y a todas aquellas obras funcionales a las naciones inversoras, fundamentalmente Inglaterra, Francia, Alemania y Bélgica (Regalsky, 1991).

Estas inversiones respondieron a la necesidad de plasmar un sistema de integración a través del desarrollo de las comunicaciones que permitiera poner en marcha el modelo cuya productividad se asentaría en un área receptora de la mayoría de las variables modernizadoras, la región pampeana.

El ciclo del capitalismo imperial en el que se insertó la Argentina condicionó la base material del Estado y condujo sus estrategias de penetración (Azcuy Ameghino, 2011). La clase dirigente impactó sobre el campo simbólico asentando con firmeza un imaginario liberal que atraviesa toda la historia argentina en distintas etapas (Terán 2008, Biagini et al., 2014). El lema “orden y progreso”, instalado desde 1860 por las presidencias liberales, y la premisa “paz y administración” fueron los principios direccionadores del período[6]. Desde el punto de vista político, el Partido Autonomista Nacional (PAN)7, se consolidó como partido único, neutralizó las fuerzas opositoras y comandó el proceso político hasta 1916 (Botana, 1994; Romero, 1975 [1956]).

Esta amplia coyuntura, que incluye transformaciones fundamentales del país, es el contexto del surgimiento y progresiva expansión de la prensa moderna, hoy centenaria, ergo, de los diarios que aborda este artículo. Surgida al calor de los cambios epocales y en el seno de los sectores dominantes de la época, la prensa constituyó un ámbito de expresión de los valores de la modernidad a la que se pretendía ingresar en los orígenes del estado moderno. En tal sentido, operando como instrumento de integración nacional, fue un eficaz actor de la comunicación política del país en el período.

En las páginas que siguen haremos una breve caracterización del mercado periodístico de la época centrándonos, por límites de espacio y por tratarse de nuestro objeto de estudio, en la prensa centenaria de referencia[8], es decir, aquella que ha tenido mayor continuidad en el espacio público e influencia sobre distintos actores sociales y políticos.

LA PRENSA DE LA ÉPOCA (1867-1916)

Los datos del Primer Censo nacional de población en Argentina indican que el país tenía en 1869 una población de 1.737.000 habitantes, con un 12% de origen extranjero, y un 78% analfabeto. El 28% de la población se concentraba en los escasos centros urbanos que existían. En estos años surgieron algunos diarios que precedieron a la organización definitiva del país: La Capital, de la ciudad de Rosario (1867), fundado por Ovidio Lagos y Eudoro Carrasco; en Buenos Aires, La Prensa (1869), de la familia Paz, y La Nación (1870), propiedad de Bartolomé Mitre; los tres son aún diarios en circulación (Beltrán, 1943).

Cuando en 1880 asumió Julio Argentino Roca como primer mandatario del país, Argentina ya contaba con una infraestructura tecnológica actualizada. Crecía en el plano de la información gráfica y se editaban 165 periódicos, principalmente en las regiones más densamente pobladas y articuladas al modelo de desarrollo agroexportador (Ford et al., 1985). Persistían las publicaciones arriba señaladas y se fundaron otras que aún siguen editándose, tales como Los Andes, en la ciudad de Mendoza (1883) y El Día, de La Plata (1884). Otros periódicos con un alto número de lectores eran El Diario (1881) y Los Principios de Córdoba (1894) (Katz, 2004; Oviedo, 2010).

Durante 1860 y 1870, el predominio del periodismo de opinión en Argentina, y en una parte importante de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos era evidente (Miceli, et. al, 1999). Este tipo de prensa, deudora del modelo francés, se dirigía a públicos premeditadamente segmentados, buscaba ser vocera de estos sectores y se caracterizaba por una explícita posición política y/o partidaria. El periodismo de opinión fue decayendo paulatinamente desde fines del siglo XIX, cuando entró en juego un lectorado recientemente alfabetizado que fue accediendo a expresiones periodísticas masivas, como por ejemplo los diarios La Razón (1905) o Crítica (1913).

Al calor de los cambios económicos, sociales, culturales y tecnológicos, la prensa se fue modernizando y buscó ampliar su lectorado promoviendo un tipo de periodismo informativo que construirá una objetividad aparente (Espeche, 2009). Sin embargo, diversos autores coinciden en que en Argentina los periódicos sostuvieron durante los primeros años del siglo XX una tensión entre la modernización tecnológica de formatos y discursos y la intervención política en términos de financiación y estilo (Sidicaro, 1993; Alonso, 2007)

En 1895, cuando se realizó el Segundo Censo Nacional, la población del país se había cuadruplicado alcanzando los 4.044.911 habitantes, y el índice de analfabetismo había descendido del 78% al 53, 5%. Se editaban en Argentina 345 periódicos (Ford et al., 1985), entre ellos, destacamos a La Nueva Provincia, objeto de estudio de este artículo, que surgió en 1898 en la ciudad portuaria de Bahía Blanca, y El Liberal, editado en el mismo año en Santiago del Estero. En 1902 salía La Voz del Pueblo, de Tres Arroyos, y en 1904 La Capital, en Mar del Plata. Los cuatro periódicos mencionados circulan en la actualidad (Cernadas y Orbe, 2013, Picco, 2012)

En el marco de las transformaciones sociales y culturales mencionadas, hay que destacar a la ley de Educación Común 1420, promulgada en 1884, por su colaboración en la alfabetización extendida de la población, dato que permite explicar, en parte, un temprano y fuerte desarrollo de los medios gráficos en el país, junto a la configuración de nuevos públicos lectores (Prieto, 1988). Desde el inicio de la Argentina moderna hasta aproximadamente 1920 los medios de comunicación crecían con rapidez: existía un periodismo informativo dirigido a los sectores altos y medios y uno popular, los magazines, los libros para quiosco, junto a otras expresiones como las primeras experiencias de cine mudo, la radio, entre otros, nuevos soportes y géneros que respondían a la necesidad de síntesis de una sociedad en formación (Alonso, 2004; Ulanovsky, 1997).

Para el Tercer Censo Nacional (1914), el país contaba con 7.875.000 habitantes, un 30% eran extranjeros, y el índice de analfabetismo había descendido al 35%. El 53% de la población se concentraba en las grandes ciudades del litoral, especialmente Buenos Aires, que ya contaba con 2.034.000 habitantes, donde se publicaban también El Pueblo (1900), órgano del pensamiento católico, El País (1900) y La Argentina (1907). Por fuera de Buenos Aires, surgieron diarios provinciales que aún tienen continuidad, como La Voz del Interior en Córdoba (1904), La Gaceta de Tucumán (1912) y Río Negro, estudiado en este artículo, fundado también en 1912, y conocido como “el decano de la prensa patagónica”. En 1914, aparecieron El Diario, en Paraná, Entre Ríos, y en 1915, El Heraldo, en la misma provincia (Bergonzi, 2004; Andreetto, 2009).

La Guía periodística Argentina de 1913 (Lerose y Montmasson) señala que, en ese entonces, el diario La Prensa era la publicación de mayor influencia en América del Sur y Centro América y, como tal, marcó el horizonte periodístico durante las primeras décadas del siglo XX por su alto tiraje y la incorporación de técnicas de impresión y novedosos servicios. Le seguía La Nación, que tenía para la época edificio e imprenta propios y era el segundo diario en la república por su importancia e influencia moral (cfr.p.9).

La Prensa y La Nación hegemonizaban el espacio de la mañana, mientras que, por la tarde, La Razón era el vespertino de mayor gravitación, seguido por Última Hora, fundado en 1908, y La Tarde, que surgió en 1912. Estos diarios señalaron el inicio de una prensa popular urbana, sin embargo, sería Crítica el que introduciría el estilo sensacionalista en su información [9] (Saítta, 1998).

Según Ford y Rivera (1985) luego de la fundación de Crítica sobrevino un estancamiento en el surgimiento de periódicos en el país, y recién años después surgieron El Mundo, en 1928, el primer tabloide argentino, y el diario de corte popular Noticias Gráficas (1931). Habría que esperar a la segunda posguerra para que, en 1945, apareciera un nuevo proyecto editorial de importancia: el diario Clarín, desde hace décadas el de mayor tirada y origen del principal multimedio del país.

Hasta aquí, se intentó trazar un panorama de la prensa editada en la época de consolidación de la nación moderna. Se focalizó en aquella de mayor circulación y pregnancia social por ser, como se señaló, la que dio cuenta de la modernidad a la que se ingresaba o aspiraba; divulgó los pilares del proyecto de nación que se imponía, los requisitos para pertenecer a la sociedad moderna y los logros que se obtuvieron.

Este recorrido nos permite situar a los diarios que constituyen el corpus de este estudio en un campo periodístico en formación. A continuación, se describen el surgimiento y devenir de estas publicaciones, que comparten un tiempo fundacional del periodismo, el momento en que se consagra la prensa moderna en Argentina.

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE DOS DIARIOS PROVINCIALES

La Nueva Provincia, “El diario del Sur argentino”

La Nueva Provincia se editó por primera vez el 1° de agosto de 1898, en la ciudad de Bahía Blanca, ubicada al sudoeste de la provincia de Buenos Aires y cabecera del partido homónimo. Su fundador y primer director, el periodista Enrique Julio, impulsó la publicación con el objetivo de defender desde sus páginas un programa político específico: la creación de una nueva provincia separada de Buenos Aires, cuya capital fuera Bahía Blanca y que incluyera los territorios del sur de la provincia bonaerense y las gobernaciones que se extendían a lo largo de los ríos Negro y Colorado (Gallardo, 1998). Este propósito respondía a un presente local promisorio, que se articulaba con el proyecto de país en función de la proximidad de la ciudad a un puerto de aguas profundas -creado en 1884 y en proceso de ampliación-, el crecimiento del comercio internacional ultramarino y la construcción de otros puertos como el Puerto militar, ubicado a escasos kilómetros de la localidad. A su vez, Bahía Blanca manifestaba un claro potencial para erigirse en centro de servicios e incluía un hinterland con capacidad productiva para la exportación masiva (Llull, 2001).

La tapa del primer número de LNP (figura 1), cuya tirada era en ese momento de 500 ejemplares, plasmó estas ideas en una frase de su creador: “Vengo a luchar en pos de una idea grande que encarna para el sur argentino la génesis de un brillante porvenir”. La idea de progreso que el diario proclamaba desde su edición inaugural, en línea con la dirigencia de la ciudad, era entendida no sólo como el crecimiento vinculado a un modelo sino también como atributo de grandeza, destino cuasi manifiesto derivado de las características propias del territorio y de su ubicación estratégica (Silva, 1998).

Para el año de fundación de LNP, el Estado argentino ya mostraba un alto grado de consolidación y los resultados de las variables aplicadas se profundizaban. El gobierno estaba en manos del PAN, que, a pesar de constituirse en un partido único, sostenerse por elecciones fraudulentas y haber creado una atmósfera de continuidad republicana, empezaba a sufrir fisuras[10].

El país miraba hacia el siglo venidero, y el proyecto de nación incluía lentamente las zonas más relegadas del territorio. En esta línea, el periódico de la familia Julio se autodenominó “El diario del Sur argentino” instalando una concepción de sur que, si bien parecía clausurarse en el sudoeste bonaerense, buscaba apropiarse de una extensión más vasta, vocación que sería más tarde disputada por el diario RN[11]. LNP logró asentar en el imaginario de la zona a Bahía Blanca como “la puerta de la Patagonia”. La proclama del diario era un intento de hacer lugar a la celebración del territorio regional, aún distante de la ciudad de Buenos Aires. Hablaba de una nación que se estaba definiendo más claramente, asentada sobre el territorio (Sánchez, 2019).

Eran tiempos de prosperidad para una ciudad que se incorporaba de lleno al modelo económico productivo impulsado desde el Estado nacional y crecía rápidamente de la mano de un intenso aporte inmigratorio, italianos y españoles, que llegó, a principios del siglo XX, a constituir el 60% de la población de la localidad (Cernadas y Marcilese, 2018). Bahía Blanca era un centro privilegiado para la circulación de bienes y servicios; se la conocía como “la Liverpool del sur” por su proximidad a uno de los puertos más importante del país, Ingeniero White, y era eje de una red ferroviaria en constante expansión, concentrada en el Ferrocarril del Sud (La Nueva Provincia, 1998).

El crecimiento de la población, la extensión de la enseñanza pública a partir de la ley de Educación Común 1420 y las campañas masivas de alfabetización en la zona expandieron la demanda informativa de nuevos públicos e impulsaron el surgimiento de numerosas publicaciones gráficas (Bisignano, 2000). Durante las dos primeras décadas del siglo XX, la prensa escrita era el único medio masivo de comunicación en Bahía Blanca. Existían siete publicaciones locales: La Nueva Provincia, El Sud, El Censor, Bahía Blanca, El Régimen, El Siglo y Nuevos Tiempos. En esos años, LNP era uno de los periódicos más importantes en el campo de la prensa local, y para 1925 uno de los de mayor circulación en la provincia de Buenos Aires y en el sur del país (Llull, 2013).

En 1950 el diario fue clausurado y expropiado por el gobierno de Juan Domingo Perón; su circulación se reanudó tres años después bajo control del oficialismo. Tras el golpe de Estado que derrocara al primer mandatario, el gobierno militar que lo perpetró, autodenominado “Revolución Libertadora”, devolvió el control de LNP a la familia fundadora quedando al frente del medio Diana Julio, hija del creador del diario y esposa de Federico Massot, quien había participado como comando civil en los acontecimientos que llevaron al derrocamiento de Perón.

El periódico adhirió a las políticas del gobierno de facto entre 1955 y 1958, sostuvo posturas fuertemente conservadoras, antiperonistas y filo golpistas, y apoyó los golpes militares que se perpetraron en el país, especialmente la última dictadura cívico militar (1976-1983) (Zapata, 2014).

El período posterior al golpe de 1955 se caracterizó por una suerte de “excepcionalidad local” en el campo periodístico de la ciudad ya que, desde ese entonces, el discurso mediático bahiense se hizo cada vez más monocorde, en contraste con lo que ocurría en otros lugares del país en los que proliferaban medios de diferentes expresiones políticas (Orbe, 2016). Los esfuerzos de diversos órganos mediáticos que intentaron rivalizar en la época con el matutino fueron escasos y sus experiencias efímeras por lo que dejaron, a partir de 1975, “a los bahienses a merced del soliloquio de La Nueva Provincia” (ídem: s.p).

A mediados de los años sesenta, LNP se posicionó de modo dominante en el campo periodístico local: era el único diario impreso de la ciudad, inició una etapa de modernización tecnológica, y constituyó el eje de uno de los primeros multimedios de la Argentina al adquirir un canal de televisión regional, radios en AM y FM y un sistema de televisión por cable (Peyseé et al., 2002)

Durante la dictadura cívico militar instaurada en 1976, Bahía Blanca constituyó un centro privilegiado de la represión militar por su cercanía a la base naval Puerto Belgrano, ubicada a 20 kilómetros de la ciudad. La principal base de la Armada argentina funcionó como núcleo estratégico en la planificación y ejecución del plan represivo en la Patagonia y también en el resto del país. Justamente en esos años, el diario estrechó sus vínculos históricos con los militares y endureció su posición a favor de la política represiva del gobierno de facto, línea editorial que sustenta hasta la actualidad (Fernández, 2013).

En 1978 el diario editó un libro de distribución gratuita y alta circulación en conmemoración del sesquicentenario de la ciudad. Allí realizó un recorrido por el panorama político social, cultural y económico de Bahía Blanca y revisitó su trayectoria desplegando un discurso de autolegitimación ante sus lectores. En un análisis de esta obra, Patricia Orbe afirma:

“La Nueva Provincia se presentaba [en esta publicación] a sí misma como <la voz de Bahía Blanca>, el medio gráfico que mejor había interpretado sus anhelos, sus intereses, su grandeza, su vocación capitalina (…) sus ambiciones; y esa simbiosis marcaba un margen nulo para la convivencia con voces alternativas o rivales. Si La Nueva Provincia era Bahía Blanca, todo discurso o proyecto disidente podría ser considerado extraño a la idiosincrasia local y ajeno a sus tradiciones” (2016, s.p).

LNP ya era, en este sentido, un actor político consolidado, narrador y comentarista de la actualidad política, social, económica de la ciudad, con influencia sobre los gobiernos locales, otros medios y un público masivo de la zona (Borrat, 1989). A la vez, manifestaba trascender el rol de cronista de la realidad enunciándose como vocero indiscutido de una imagen particular de la ciudad y la región, de la que se apropiaría como representación única y legítima.

El Centenario del diario, en 1998, encontró al diario cercano al gobierno de Carlos Saúl Menem, con quien la familia Julio- Massot mantenía vínculos políticos expresados en la injerencia del grupo como parte del núcleo decisional del gobierno (Zapata, 2014). Durante el menemismo, la adhesión del matutino al gobierno fue manifiesta en tanto el proyecto político coincidía con su línea editorial y sus intereses económicos e ideológicos. Contrariamente, a lo largo de los gobiernos encabezados por Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner (2003-2015) y Alberto Fernández (en ejercicio desde 2019), el medio expresó su oposición a los líderes que impulsaron un proyecto de país que busca distanciarse del modelo neoliberal.

Tras la muerte de Diana Julio, en 2009, y hasta 2016, su hijo Vicente Massot dirigió el medio. Es de destacar que Massot fue imputado en 2014 por su presunta participación en delitos de lesa humanidad durante la última dictadura cívico militar y se convirtió en el primer periodista argentino acusado formalmente de participar en el terrorismo de Estado. En 2015, un controvertido fallo de un juez federal de la ciudad lo benefició dictando la falta de mérito. La sentencia fue apelada con severas críticas por los fiscales de la causa y repudiada públicamente por organizaciones sociales y de derechos humanos.

A fines de 2013, con el objetivo de modernizarse y atender las demandas informativas de usuarios tradicionales y digitales, el diario modificó su nombre por La Nueva. y experimentó cambios en el diseño de la versión impresa: pasó a formato tabloide, rediseñó algunas de sus antiguas secciones e incorporó otras nuevas, renovó su página web y lanzó aplicaciones para dispositivos móviles (La Nueva, 2013). En 2016, la venta promedio de la publicación en papel fue de 8500 mil ejemplares de lunes a domingo (IVC) distribuyéndose en cuatro provincias del interior y cubriendo las principales capitales patagónicas.

Desde junio de 2016 el medio edita su versión en papel tres veces por semana, y continúa con su edición diaria digital. Esta última compite con un conjunto de periódicos online surgidos en los últimos años, aunque, en base a la tradición del medio en la ciudad y sus niveles de consumo, lanueva.com sigue erigiéndose como el referente informativo en la zona (Orbe y Napal, 2018).

En 2017, luego de estar 119 años en manos de la misma familia propietaria, el grupo La Nueva., que incluye al diario y las radios FM Ciudad y LU2, fue adquirido por un grupo transportista local con influencia nacional.

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Río Negro. “El diario de la Patagonia”

El diario Río Negro apareció públicamente el 1° de mayo de 1912, en la ciudad de Gral. Roca, la segunda más importante de la provincia de Río Negro. Es uno de los diez diarios más antiguos del país, y fue fundado por Fernando Emilio Rajneri, un maestro de la ciudad de Buenos Aires que comenzó su carrera periodística en el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca.

RN nació como un quincenario, así lo indica la portada del primer número(figura 2): “Periódico quincenal independiente. Defensor de los intereses generales del pueblo. El de mayor circulación regional”.

Tal como lo afirma en su editorial inicial, buscó constituirse en reflejo de los anhelos de la comunidad altovalletana (en referencia a la zona del Alto Valle del Río Negro) y anunció que Surge [ía] a la vida del periodismo como exponente del progreso estas regiones, proponiéndose impulsar y guiar el desarrollo de la zona y de su población (Ruffini, 2001). El potencial de la región al que aludía se asociaba a un núcleo geográfico que comenzaba a crecer con la llegada y la extensión del ferrocarril. Este medio de transporte actuó como factor dinamizador no solo de una economía que no revestía el grado de desarrollo ni las condiciones de la región pampeana, sino también del traslado de nuevos colonos argentinos que se incorporaban a una sociedad conformada fundamentalmente por migrantes chilenos y un número reducido de inmigrantes europeos italianos y españoles (Cignetti y Rodríguez, 1992-1993).

Se puede leer en la proclama inicial citada que, a diferencia de su par bahiense, la idea de progreso a la que aludía RN se asociaba al futuro o porvenir de una región en la que “todo estaba por hacerse” - a partir de las potencialidades que ofrecería la zona en función del uso de la técnica y la explotación de las tierras - más que a una “grandeza” originaria.

Como divergencia central con su par LNP, es pertinente señalar que la historia del territorio de nacimiento e influencia de RN no comparte los mismos tiempos y modos de dominación hispánica de la región pampeana. La actual provincia de Río Negro es un bloque geográfico que fue anexado compulsivamente a través de la denominada “Conquista del Desierto”, iniciada en 1878, por ello la historia de Gral. Roca como ciudad argentina es más breve que la de Bahía Blanca, a pesar de que ambas localidades están separadas por una distancia menor a 500 kilómetros.

La inserción de la Argentina al nuevo orden económico mundial, el proceso de organización del Estado Nación y la estrechez del mercado de tierras fueron factores que impulsaron al Estado a extender su dominio hacia el sur del país. Este desplazamiento de la frontera requirió el sometimiento de los pueblos originarios a través de su eliminación física y la concentración de los sobrevivientes como fuerza de trabajo no voluntaria (Azcoitia, 2015). Los espacios arrebatados a las poblaciones autóctonas quedaron bajo control estatal de la Gobernación de la Patagonia, entidad que en 1884 fue reemplazada por la creación de los Territorios Nacionales de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego[12]: se estableció así un republicanismo tutelado previo a la provincialización (Ruffini, 2009).

En este contexto de organización política, económica y social de los Territorios Nacionales, se conformó paulatinamente un campo periodístico. La prensa cumplió un rol fundamental en sociedades donde la educación formal estaba poco extendida siendo uno de sus principales objetivos la construcción identitaria, y puso en circulación un discurso pedagógico “argentinizador y civilizador”. Los periódicos se asumieron como elemento fundamental de la “avanzada civilizatoria” direccionada por el Estado nacional, y buscaron erigirse en organizadores de la trama cultural y en gestores de los modos de imaginar la pertenencia a un colectivo regional y nacional (Prislei, 2001). La mayoría de estos emprendimientos tuvo una corta vida por diversas dificultades tales como su restringida circulación, el alto analfabetismo de la población, los escasos medios de impresión, o su ligazón con facciones políticas en pugna (Ascencio, 2006). En las primeras cuatro décadas del siglo XX, circulaban en el territorio 84 periódicos, todos desaparecerían, a excepción del RN (Diario de 85 años, 1997).

RN se inscribió en la prensa de la época autodenominándose periódico independiente. Así, en su primer editorial afirmaba que

“No trae compromisos ni personales ni de círculo, por eso, libre de todo impedimento y ajeno a las finalidades mezquinas, Río Negro será el reflejo de los anhelos de la comunidad, y el bienestar de ella constituirá el norte hacia el cual encaminará su propaganda” (Río Negro, 100 años, 2012).

A pesar de esta proclama de independencia de los sectores de poder, la relación del periódico con la política regional atravesó diferentes facetas y el diario debió desarrollar, especialmente en sus primeros años de vida, diversas estrategias que le garantizarían su perdurabilidad en el tiempo, el sostenimiento de la influencia en la zona, y su consolidación como actor político y económico (Azcoitia, 2015).

Así como la zona de surgimiento de RN constituía por entonces un territorio nuevo, el país era diferente respecto al momento en que surgieron otros diarios finiseculares, tales como LNP. Habían pasado más de veinte años de asentamiento hegemónico del PAN, hecho que manifestó, como se señaló, quiebres dentro el mismo, así como un impacto en el desarrollo de fuerzas políticas opositoras.

Había transcurrido también la celebración del Centenario argentino en 1910, donde se intentó mostrar la opulencia de un país en pleno proceso de desarrollo a la vez que se asentó un cambio de patrones simbólicos antes negados del hispanismo. El modelo de nación se presentó como heredera de España en la lengua, la raza, la religión y las costumbres (Rodríguez, 2017).

Por otra parte, en la zona de emergencia de RN, se intensificó la idea de una nación en un territorio con características y problemáticas específicas, como el hecho de ser un territorio nacional y no una provincia, condición que compartía con el resto de la Patagonia. El modelo de nación imaginada se relacionó con la integración del territorio al conjunto de Argentina, desarticulando un esquema basado en provincias y Territorios Nacionales (Sánchez, 2018).

En este marco, el periódico de Rajneri consolidaba su presencia en la región. En 1913 se convirtió en un semanario integrado por varias secciones estables. El cambio en su frecuencia de aparición y el aumento de páginas fueron promovidos también por las nuevas posibilidades tecnológicas y comunicacionales, tales como la adquisición de maquinaria que optimizó e incentivó la publicación y, a la vez, la llegada del ferrocarril a la región que conectó esa zona geográfica con el resto del país y permitió la circulación y difusión de RN (Rost y García, 2008).

En la década de 1920, cuando el periódico se modernizó tecnológicamente, se instaló en un edificio propio, introdujo cambios en su diseño y formato, triplicó su circulación e incorporó colaboradores permanentes (Bergonzi et al., 2008). El desarrollo económico de la provincia de Río Negro y la región, asentado en la producción vitivinícola y frutícola, la adquisición de la autonomía provincial en 1958, y la celebración de elecciones constituyentes en el mismo año, con el peronismo proscripto, fueron condiciones para que RN pasara a ser un matutino diario. Su circulación llegó a los 3500 ejemplares y, a partir de entonces, se habilitaron corresponsalías en las localidades más pobladas de las provincias de Río Negro y Neuquén, y en las ciudades de Buenos Aires y Bahía Blanca (Bergero, 2011).

El periódico aumentó progresivamente su tirada e influencia y en 1962 llegó a los 7500 ejemplares diarios. Este hecho se correspondió con el auge de la producción de fruta en la región, que derivó en un aumento de la población, a lo que colaboró aquella de tipo estacional, por demanda de mano de obra. A fines de esa década, la circulación del diario alcanzó los 14.000 ejemplares (Bergonzi, 2004). A partir de 1967 y hasta 2015, su dirección estuvo a cargo de Julio Rajneri, quien fuera uno de los fundadores del partido radical en la provincia de Río Negro, también ministro de Educación y Justicia de la Nación durante la presidencia de Raúl Alfonsín.

En las décadas de los setenta y ochenta, RN se consolidó como uno de los diarios más importantes a nivel nacional, crecimiento que podría explicarse, entre otras causas, a raíz los vínculos que el medio supo estrechar con dirigentes de la política nacional y provincial a lo largo del tiempo (Azcoitia, 2018). Por esos años, el periódico ingresó a la era del offset y del color, superó los 30.000 ejemplares diarios y llegó a las 40 páginas (Diario de 85 años, 1997).

Cabe mencionar, que durante el período de la dictadura cívico militar en el país, siendo indiscutidamente el diario de mayor influencia en el Alto Valle, Río Negro y Neuquén, RN adoptó una postura “pendular”, que fue mutando con el correr de los acontecimientos. Desde días antes del golpe, “lo defendió como un hecho “inevitable” ante una etapa de “populismo” antidemocrático ejercida por el gobierno peronista” (Bergero, 2011, s/p). El medio eludió denominarlo golpe de Estado, habló de “El fin de una pesadilla” y celebró, con ciertas críticas, la política económica de Martínez de Hoz. Señala Fabián Bergero que, a partir de 1979, esta actitud de defensa del accionar del régimen militar fue diluyéndose hasta casi un distanciamiento total cuando el contexto político y económico ya era otro. Así, aparecieron notas críticas al gobierno de facto, su política económica y de seguridad, y tomó espacio en agenda la denuncia por la desaparición sistemática de personas[13], incluidos periodistas desaparecidos y desaparecidas en todo el país.

En la década de 1990, RN se alineó con el neoliberalismo del gobierno de Carlos Menem y llegó a ser parte y núcleo empresarial de un poderoso conglomerado económico financiero, el Grupo Río Negro, que excede la posesión de medios (Schleifer, 2019). Por entonces, el periódico alcanzó un promedio de 35.000 ejemplares de lunes a domingo (Bariani, 2003), y se ubicó entre los seis diarios más vendidos del interior del país (DsD, 2010).

A lo largo de su historia, RN mostró una línea editorial de corte liberal centrada en los intereses de la región y eventualmente en la defensa de los derechos humanos (Scatizza, 2005). Aún mantiene la estructura propia de una empresa familiar, aunque en los últimos años atraviesa una crisis institucional deudora de vicisitudes económicas que enfrenta el diario y de conflictos entre distintas generaciones de la familia.

En 2016, su tirada diaria fue de aproximadamente 18.000 ejemplares, cifra que lo ubicó entre los ocho diarios provinciales más vendidos del país (IVC) concentrando más del 50% de las ventas de todos los periódicos de la zona y de los nacionales que llegan a las provincias de Río Negro y Neuquén. Aunque se distribuye principalmente en estas dos provincias, su circulación física alcanza también sur de la provincia de Buenos Aires y las ciudades del norte de Chubut. Su edición online, lanzada en 1997 en el contexto de los 85 años del diario impreso, es la más leída entre los portales informativos de su zona de influencia, y las redes sociales del periódico, las que más seguidores poseen (laprensa.news).

Figura II. Portada de la 1° edición Río Negro. 1 de mayo de 1912 (Bergonzi, 2004)

APROXIMACIONES FINALES

En el recorrido expuesto, se caracterizó el surgimiento y desarrollo de dos ejemplares de la llamada prensa moderna argentina, a partir de la consulta, puesta en relación e interpretación de diversas fuentes.

A lo largo del artículo nos preguntamos por las condiciones de emergencia y el devenir de LNP y RN, y por el rol político cultural que han desempeñado en sus zonas geográficas de influencia hasta la actualidad reciente.

Abordar la historia de esta prensa implicó, en primera instancia, estudiar y poner en relación contextos históricos, políticos, económicos y sociales particulares de la nación y las provincias donde estas publicaciones nacieron y evolucionaron. Esto es, reconstruir un frame sociohistórico de condiciones que confluyeron permitiendo la aparición de una demanda o necesidad de estos diarios y su permanencia en el espacio público. En este punto, el modelo de país que se buscaba consolidar en la época fue una variable central de esta investigación.

A pesar de las diferencias en los momentos de surgimiento de las publicaciones, LNP y RN irrumpieron en sus espacios geográficos como una novedad o inauguración, producto de las necesidades de información y de difusión de ideas sobre la modernidad en un período de inicio y despegue del proyecto nacional. La autoridad de los periódicos seleccionados se sostiene en su historia acumulada - ambos son los únicos ejemplares que continúan en circulación desde sus orígenes en sus zonas de influencia- en sus tiradas, en los lugares que ocupan en el campo del poder y en la relación establecida con sus lectorados.

Desde una perspectiva comparada, se identificaron diferencias en las características y recorridos públicos que constituyen a estos periódicos como propuestas periodísticas singulares. Las divergencias se relacionaron fundamentalmente con su geografía de surgimiento - ubicación en el mapa del país y estructura social general de las ciudades, zonas o regiones -, las posibilidades de circulación de los medios en el territorio, su relación con las variables de modernización (con los avances tecnológicos, y con las oportunidades de inserción de las geografías y las sociedades al modelo hegemónico y con la concepción de progreso que sostuvieron los diarios). Estas particularidades derivaron y derivan en posicionamientos específicos frente a períodos o hitos históricos ocurridos en Argentina, algunos de los cuales fueron recuperados en este artículo.

La caracterización de diarios centenarios que constituyeron a fines del siglo XIX y principios del XX, así como en la actualidad, un sector de la prensa de referencia del país, y la descripción de su marco histórico original permiten, en sus diferencias y similitudes, entender la consolidación de LNP y RN como actores políticos, económicos y referentes culturales a lo largo del tiempo, ergo, su lugar en el circuito de la comunicación pública en el país, su aporte a la construcción y consolidación de imaginarios sociales, también las particularidades de los contratos de lectura que establecen con sus públicos lectores. En esta línea, este estudio busca ser un aporte para emprender en trabajos futuros el análisis de pactos de lectura y modos particulares de construir la información periodística en los diarios, entendiendo que los marcos sociohistóricos reconstruidos presionan sobre su la producción periodística y la relación con los lectorados.

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Notas

[1]Este artículo retoma una parte de los resultados de una investigación realizada para mi Tesis doctoral, defendida en 2018 en la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

[2]El recorte histórico llega hasta el 2016, momento en que la familia Massot-Julio se desprende del Grupo La Nueva, del que LNP forma parte. Es también el año en que Julio Rajneri, hijo del fundador de RN, deja la dirección del diario luego de 48 años en dicho cargo.

[3]Estos ejes de análisis se desarrollarán de manera interrelacionada en los diferentes apartados del trabajo, articulando la información recuperada de diversas fuentes.

[4]Se utiliza la denominación regional ya que, si bien ambos diarios surgen en una ciudad de provincia (Bahía a Blanca y Gral. Roca, respectivamente), sus zonas de distribución, consumo e influencia, trascienden, tanto en sus ediciones en papel como digital, el territorio provincial y local, punto sobre el que se avanza más adelante en el artículo. Cabe mencionar que, en otros trabajos, hemos clasificado a LNP también como prensa local en función de la relevancia que el periódico le atribuye especialmente a asuntos sobre el territorio y la vida cotidiana de la ciudad, y los sólidos lazos que entabla con sectores de la ciudadanía de Bahía Blanca.

[5]Se entiende como la macro coyuntura que contiene una etapa de expansión colonial, principalmente de los países de Europa Occidental y Estados Unidos hacia distintos puntos del mundo, en especial los llamados países periféricos (Hobsbawm, 2007 [1987]).

[6]Al respecto, véase: Botana, 1994.

[8]Sin desconocer por ello la existencia de una prensa de sectores subalternos que proliferó en el mismo período: la de comunidades extranjeras asentadas en el país o prensa étnica y una prensa ideologizada, fundamentalmente anarquista y socialista, de carácter antisitémica (Suriano, 2001).

[9]Diario fundado por el periodista Natalio Botana en 1913. Esta publicación construyó la versión moderna del “amarillismo” en Argentina, llegó a tener cinco ediciones diarias y la mayor tirada en lengua española (Tálice, 1977).

[10]Las mismas pueden identificarse en la Unión Cívica Radical, el Partido Demócrata Progresista, y de manera incipiente y embrionaria, nuevas voces políticas como el socialismo y el anarquismo, que lograrían mayor impacto en las primeras décadas del siglo XX.

[11]Como se señala más adelante, la versión gráfica de LNP circula en algunas localidades de la norpatagonia, (y ha, de hecho, influenciado fuertemente el este de la provincia de Río Negro), que son parte del área de influencia de RN, y este último se vende en la ciudad de Bahía Blanca.

[12]En 1884 se sancionó la ley 1532, que asignaba al Estado el control de los espacios de frontera, sus instituciones y autoridades evitando el surgimiento de poderes autónomos. Los Territorios Nacionales constituyeron entidades jurídicas y administrativas carentes de autonomía, cuyos habitantes se vieron restringidos en el ejercicio de sus derechos políticos (Ruffini, 2001).

[13]Si bien durante la dictadura de 1976 es uno de los pocos medios que publica solicitadas vinculadas a la desaparición de personas y a las violencias ejercidas sobre los derechos humanos (Blaustein y Zubieta, 1998), en el regreso a la democracia y durante su paso por el gobierno de Raúl Alfonsín, Julio Rajneri es el autor intelectual de la ley de Obediencia Debida.

[7] El Partido Autonomista Nacional, constituido en 1880, conformó la estructura de fuerzas políticas que representó a los terratenientes, las oligarquías provincianas, los estudiantes universitarios y los militares.

Recibido: 17 de Agosto de 2023; Aprobado: 25 de Septiembre de 2023