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CELEHIS (Mar del Plata)

versión On-line ISSN 2313-9463

CELEHIS  no.42 Mar del Plata dic. 2021

 

Dossier

Recuerdos desde la prisión: una lectura de las memorias de Abimael Guzmán

Memories from prison: a reading of Abimael Guzmán's writings

María Emilia Artigas1 

1 UNMDP/CELEHIS/INHUS/CONICET

RESUMEN

Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, fue objeto de elaboraciones ficcionales y periodísticas, así como materia de estudios académicos. En el amplio arco de discursos en tormo de su figura nos interesa analizar, en esta comunicación, la autofiguración del llamado presidente Gonzalo en sus memorias personales: De puño y letra (2009). Este texto que, a diecisiete años de su captura, recoge documentos, parte de su autobiografía y su defensa jurídica problematiza la construcción de su subjetividad y los modos en que la letra y la política se entrecruzan en mecanismos de autoexplicación y autocontemplación (Weintraub 1991) para reconstruir una vida. Dicho material fue compilado por Elena Iparraguirre, pareja de Guzmán y número dos en Sendero Luminoso, lo cual invita a leerlo como un entramado político y editorial que trasciende los límites del registro autobiográfico. Tanto su compiladora como el autor son entidades problemáticas (Amícola 2008) pues se inventan una personalidad y una existencia literaria o bien fundada en lo vivido, o mejor, en lo que debe traspasar los límites de la prisión. De este modo, la intimidad a partir de las nociones de memoria, autobiografía y escritura del yo (Molloy 1991; Arfuch 2018; Sarlo 2005; Catelli 2007; Aira 2007) nos permitirán examinar las operaciones de autorrepresentación del líder senderista en una publicación híbrida, en su entramado y polémica en su contenido.

PALABRAS CLAVE: escrituras del yo; memorias; autobiografía; Abimael Guzmán; Sendero Luminoso

ABSTRACT

Abimael Guzmán, leader of Sendero Luminoso, has been the subject of fictional and journalistic writing, as well as the subject of academic studies. In the wide spectrum of speeches around his figure, we are interested in analyzing the self-configuration of the so-called President Gonzalo in his personal memoirs: De puño y letra (2009). This text that, seventeen years after his capture, collects documents, part of his autobiography and his legal defense problematizes the construction of his subjectivity and the ways in which the letter and politics intersect in mechanisms of self-expression and self-contemplation (Weintraub 1991) to reconstruct a life. This material was compiled by Elena Iparraguirre, Guzmán's partner and second in command in Sendero Luminoso, which invites us to read it as a political and editorial framework that transcends the limits of the autobiographical record. Both its compiler and the author are problematic entities (Amícola 2008) because they create themselves a personality and a literary existence either based on what has been lived, moreover, on what must go beyond the limits of prison. Thus, intimacy from notions of memory, autobiography and writing of the self (Molloy 1991; Arfuch 2018; Sarlo 2005; Catelli 2007; Aira 2007) will allow us to examine the operations of self-representation of the “Sendero Luminoso” leader in a hybrid publication in its framework, and polemic in its content.

KEY WORDS: writings of the self; memoirs; autobiography; Abimael Guzmán; Sendero Luminoso

Las dos décadas finales del siglo XX en el territorio peruano surgen como marcas del horror y la violencia de origen político. En 1980 comenzó el conflicto armado entre las organizaciones consideradas subversivas, tales como Sendero Luminoso -cuatro años después se sumó el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru- y los agentes del Estado: la Fuerzas Armadas y el Ejército Peruano. Dicho conflicto duró veinte años y dejó la cifra de más de 69.000 víctimas, muertos o desaparecidos. Abimael Guzmán, profesor de filosofía, se convirtió en el máximo líder del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL), ​grupo insurgente, maoísta, nacido a finales de la década de 1970 que organizó la revolución desde el campo a la ciudad.1 Su líder fue apresado, luego de un arduo trabajo por parte del operativo ejecutado por el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la Dirección Nacional contra el Terrorismo (DIRCOTE), en septiembre de 1992. Desde ese entonces, cumple su condena a cadena perpetua en la prisión de la Base Naval del Callao. El hecho de la aprensión del máximo referente senderista no implicó la finalización del enfrentamiento, pues este se extendió casi una década más.

Resulta inquietante la descripción del sitio donde cumple su condena a cadena perpetua Abimael Guzmán, referida en la novela de Santiago Roncagliolo, La cuarta espada:

La cárcel que encierra a Abimael Guzmán fue construida especialmente para él, y es la más segura del mundo. Para fugarse, Guzmán tendría que atravesar paredes de cuarenta centímetros de espesor hechas de concreto armado resistente a explosivos. Después, enfrentaría siete puertas metálicas custodiadas y a un muro de ocho metros rematado por alambres de púas y vigilado desde varias torres. Si consiguiese atravesarlo, aún le quedarían doscientos metros de pantanos hasta el mar (2007: 15).

Esta entrada imaginaria que traspasa los infranqueables muros de la prisión representa el lazo entre el adentro y el afuera, entre el senderista y los lectores. Apostamos al discurso literario para dar cuenta de ese espacio porque este líder, asimismo, reconstruye su vida desde la literatura, andamiaje que le permite salir al mundo exterior. Sin embargo, su autobiografía no es meramente literaria pues se presenta como una red heterogénea: jurídica, burocrática, epistolar, periodística, fotográfica, en gran medida, ficcional.

Nora Catelli en su trabajo En la era de la intimidad (2007) estudia la relación entre el discurso autobiográfico y la Historia, mientras señala que la era actual se encuentra signada por la intimidad. Esta era se define por una contradicción: el discurso cobra valor de veracidad cuando evidencia al sujeto, sin embargo, carecemos de instrumentos definitivos para asirlo. Se observa, de este modo, que los discursos íntimos (autobiografías, memorias, testimonios, entre otros) proponen la fiabilidad textual de su localización y, al mismo tiempo, la convicción de su inaccesibilidad existencial. Lo íntimo, para Catelli, es el espacio autobiográfico convertido en señal de peligro y, a la vez, de frontera; es decir, un lugar de paso y posibilidad de superar o transgredir la oposición entre privado y público. Su estudio problematiza los alcances de la veracidad, por cierto, limitados: en lo íntimo no reside la verdad de la Historia, sino la vía -hoy privilegiada- para comprender la Historia como síntoma. Así, la cita de Hermann Broch que la investigadora elige como epígrafe resulta reveladora en tanto justifica lo autobiográfico en lo histórico, que es, en ese caso concreto, la experiencia del colapso del humanismo como doctrina y como aspiración, durante la Segunda Guerra Mundial. Ese hecho justifica la necesidad de la escritura autobiográfica en la Historia. En la actualidad, señala Catelli, el movimiento sería el contrario: la Historia se validaría a partir de la escritura autobiográfica (2007: 26). Es a partir de esta idea que abordamos un texto como De puño y letra (2007) de Abimael Guzmán, pues entendemos que es en los registros íntimos, en las memorias y testimonios donde aflora ya no sólo la vida, en este caso de un referente político, sino que hallamos claves acerca de la escena histórica y la recepción de dicho texto en la actualidad (postconflicto).

El texto abordado está compuesto por actas judiciales, fotos de prensa gráfica, un texto en primera persona a modo de autodefensa, una entrevista, manuscritos, entre otros que componen la autofiguración de Guzmán, quien se considera víctima de un encarcelamiento político inhumano. Es por esta razón que encontramos en sus memorias una voluntad de escritura que desacredite los imaginarios del público, informado por el discurso historiográfico y periodístico. Es contra esos discursos que el autor esgrime todo tipo de operaciones de escritura para limpiar su imagen, degradada y teatralizada desde su aprensión en una jaula y con un traje a rayas el día 12 de diciembre de 1992. El hecho de que el servicio de inteligencia fujimorista haya dado con el máximo líder de Sendero Luminoso implicó un despliegue periodístico y público con una notoria voluntad de exhibición, pero también, de humillación para con Guzmán. Llegado el momento esperado de mostrarlo ante todo un pueblo que temía su presencia -cabe agregar y ante la expectativa internacional- tuvo lugar una presentación sumamente teatral: en una de las esquinas del amplio patio principal de la Dirección contra el Terrorismo (DIRCOTE) se hallaba una jaula similar a la utilizada en los circos para guardar a los leones, imagen que a priori invita a pensar en la doma de una fiera. Esta jaula estaba tapada por una enorme cortina que la cubría por completo y, cuando periodistas, reporteros gráficos, así como las cámaras de televisión tomaron posiciones, agentes antiterroristas retiraron el cortinaje y apareció Abimael Guzmán con un traje a rayas. De este modo, su aprensión se vio difundida a nivel local e internacional. El espectacular encarcelamiento funcionó, entonces, como logro o trofeo de guerra, pero también como una lucha ganada por el Estado, así como advertencia. En las fotos y los videos de ese día se lo puede ver endurecido, adusto y con su puño derecho cerrado y en alto. El traje que lució, en aquella oportunidad, tenía el número 1509 y fue creado como parte de la denigración dado que ese día, el 15/09 es fecha en que se creó la Policía de Investigaciones del Perú (PIP). Una vez logradas las fotos, los agentes del GEIN cubrieron la jaula dando por terminada la exhibición del senderista. Esta captura se convirtió, rápidamente, en una noticia internacional de la que hizo eco la televisión estatal de España (TVE) con el famoso título “La captura del Siglo”, el diario New York Times estadounidense o El espectador de Colombia, entre otros.

De puño y letra del año 2009, fue publicado por Manoalzada, una pequeña editorial limeña, que desde hace quince años ha gestionado diversos proyectos editoriales, tales como novelas, ensayos, poesía y textos didácticos. Si bien es muy dificultoso acceder a los pormenores de la edición del texto, cabe señalar algunas circunstancias políticas que explican el hermetismo en torno a su publicación. Walter Villanueva, preso político, en libertad en el 2002, fundó cinco años más tarde esta casa editorial que sacó, en aquel entonces, libros de literatura, testimonio y ensayos políticos. Cuando Villanueva publicó De puño y letra hubo una reacción negativa inmediata por parte de sectores conservadores y aquellos opositores al senderismo. Este editor fue amenazado de arresto por apología del terrorismo.2 Sumado a ello, comenzó un proceso judicial y la SUNAT (Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria) le puso varias multas a su casa editorial, tanto que sus cuentas bancarias y tarjetas de crédito fueron bloqueadas y tuvo que partir a Bolivia hasta que, finalmente, no fue juzgado por apología del terrorismo (Cox 2013). Hasta el momento es el único documento del líder publicado en papel, aunque circulen en internet textos firmados por el “Presidente Gonzalo”, como se lo llamaba dentro de los cuadros intervinientes en el conflicto.3

Observamos que los mecanismos utilizados para su autodefensa son heterogéneos. Así, el capítulo “Momentos históricos”, por ejemplo, se estructura como una mezcla de textos, muchos de los cuales son publicaciones periodísticas, que buscan explicar la situación del líder al momento de su aprensión y en su posterior confinamiento. Resulta paradójico que el material con mayor presencia cuantitativa en este texto sea el discurso más cuestionado. Este apartado está compuesto por fotos de la prensa y la trascripción de una entrevista a un diario local de 1988, muestra de las ideas del líder mucho antes de su captura. En esos pasajes nos enteramos detalles de la fracción dentro del Partido, así como de la lucha entre marxismo y revisionismo. Pero es, precisamente, en esas zonas del texto donde ubicamos, también, las famosas fotos periodísticas cuando fuera recién detenido con grandes tintes de espectacularidad. Completan este conjunto, las trascripciones de su aprensión en las oficinas de la Dirección contra el terrorismo. La acumulación documental, entonces, produce un efecto biográfico, (Arfuch 2018: 45) lo cual se suma al carácter libresco que su autobiografía pone en evidencia. De esta forma, la composición de materiales nos permite hallar en esta obra a un hombre y a una creación, en otros términos, un personaje político y un personaje literario.

La foto de la captura recorrió el mundo y cifra para el autor la violación pública del principio de presunción de la inocencia en casos políticos. En aras de combatir esas maledicencias es que escribe Guzmán y, para ello, se vale de todos los recursos que la segregación e incomunicación carcelaria le permiten, incluso los del periodismo. Lo que indica, por un lado, la acusación abierta sobre su difamación, pero, al mismo tiempo, un otorgamiento y reconocimiento de poder a dichos medios. En definitiva, fueron los que terminaron de perfilar esa imagen a los peruanos, la mayoría de los cuales -incluso dentro de los cuadros senderistas- nunca vieron a Guzmán.4

Al ser consciente de la importancia de tales medios de comunicación en la escena política, Guzmán permite que la prensa acceda a su juicio y filme algunas partes con el afán de dejar “documentos que deben quedar para la historia” (61) considerados patrimonio del pueblo peruano. Estas especulaciones con el material fílmico/jurídico contribuyen a su autoconfiguración como un hombre que sirve a su pueblo, quien fuera víctima de vejámenes tales como ser retratado desnudo. Sin embrago, la exposición, la defensa y la publicación de esos materiales de repudio ante la humillación evidencian los puntos nodales de rechazo del líder: el consumo de la vida ajena, o mejor, la avidez por conocer las miserias de los otros, elementos propios de la maquinaria del discurso informativo.

Guzmán, a través de las decisiones de compilación de Iparraguirre, recrea los momentos del juicio, ya no valiéndose de sus memorias o del material archivístico sino, de la literatura. Elije, precisamente, la descripción de Santiago Roncagliolo en la novela ya mencionada, La cuarta espada, para que los lectores conozcamos los detalles del juicio y la relación de este hecho con la prensa por medio de la literatura, pues presenta según Guzmán “posiciones intermedias que buscaron algo de objetividad en los hechos de la primera audiencia” (el subrayado es mío) (91). El escritor Roncagliolo recrea la situación de manera cinematográfica: los fotógrafos apiñados en busca de una mueca o señal, Guzmán con el puño en alto gritando “Gloria al pueblo peruano”, los magistrados con la sesión fuera de control. Esa trascripción (literatura, material archivístico y prensa) valida una de las hipótesis de este trabajo, encontrar en las operaciones de autoconfiguración y salvación de la propia imagen una apuesta escrituraria en contra de los discursos jurídicos e historiográficos para anclar en la ficción la confianza más fuerte en la capacidad de decir. Observamos en De puño y letra una imaginaria autenticidad testimonial con una subjetividad que obra como garante y funda su veracidad, paradójicamente, en los documentos, es decir, una modulación de escritura oscilante entre la argumentación y la literatura. El líder senderista fue un intelectual, matuvo poco contacto con los medios de comunicación y su estructura de pensamiento y estrategia revolucionaria era más bien discursiva, teórica, textual y libresca.

Su texto presupone un lector ávido de explicaciones -ya no de detalles escabrosos- que pueda funcionar como cómplice en el afuera, esto es, en la esfera pública.5 Si bien existe una imposibilidad de establecer equivalencias entre el yo de un relato, el autor y la experiencia vivida, el uso de las fotografías, los manuscritos escaneados del llamado “Presidente Gonzalo” y, los detalles, además de las actas judiciales cooperan para que, en un pacto de lectura, podamos analizar las huellas del líder senderista. Beatriz Sarlo señala la ilusión que toda autobiografía postula, la ilusión de una vida como referencia, la relación especular entre ese yo que se toma como objeto (38) pero que, en este caso, presenta una mediación editorial, política y amorosa. El texto fue intervenido por quien fuera la camarada dos, pareja de Guzmán, Elena Iparraguirre, conocida como Miriam, su alias de guerra. Esta reclusa compila el material que resulta una autobiografía heterogénea y compleja. Para ello, podemos atender a las primeras señales que el texto provee sobre ese entramado editorial. Por ejemplo, la dedicatoria, acaso una orientación o guía del texto: Elena -y no Abimael- la enuncia como “la siempre tuya, Miriam” en un lazo de camaradería y apoyo que excede el vínculo personal y apuesta a las convenciones del senderismo ortodoxo de principio de los setenta, mientras que viola los supuestos paratextuales esperables entre dedicatoria-autor. Le siguen a esta dedicatoria, en segundo lugar, los artículos, garantía de la libertad de expresión y culto provenientes de la Constitución Nacional del Perú. De esta manera, las claves de acceso al texto serán esas: la mano que compagina y asume casi la voz autoral para emparchar, acomodar y perfilar una vida, junto con el reclamo político que excede la referencia de Guzmán y engloba los requerimientos judiciales de Iparraguirre. Esta obra autobiográfica anticipa y disputa un futuro, pues señala un camino a posibles biógrafos (Arfuch 2018: 46) pero también, irradia circunstancias de lecturas en el afuera y en el contexto del postconflicto los cuales buscan materializarse en términos tanto jurídicos como políticos más allá de la ficción.

Así, cabe preguntarse si hay, efectivamente, una autobiografía en De puño y letra o si encontramos una red compleja de intereses personales tanto de la compiladora como del autor para crear un pacto de lectura autobiográfica como garantía de credibilidad. Sarlo, en Tiempo pasado (2005) analiza de cerca los testimonios y escrituras del yo, en torno a lo cual señala el giro subjetivo evidente en esta época. En dicho ensayo retoma, también, los postulados teóricos sobre este género y subraya que, según De Man, la autobiografía es un género que presenta una atribución hecha a través de una máscara. En 1984, dice Sarlo que Derrida aproxima una clave de lectura ineludible respecto del pacto autobiográfico: no hay fundamento exterior al círculo firma-texto y nada en esa dupla puede aseverar una verdad. El sujeto que habla es máscara para De Man o firma para Derrida (en este sentido puntual) y, en tal sentido, el título del texto se inscribe en ese guiño: la de la máscara del líder victimizado y la garantía de un puño en alto firmante abajo. Este acto escriturario construye un liderazgo que excede los límites de la prisión y se mueve en los tejidos de la recepción del postconflicto. La rememoración del pasado no es una elección sino una condición para el discurso que no escapa ni a la memoria ni al contexto de enunciación (Sarlo 2005: 65). Podemos pensar que la vida de un líder político se define por la historia si entendemos que esa subjetividad se configura en la tensión entre su carácter y su influencia en el mundo. La vida personal, así, solo puede ser entendida a través de su dimensión histórica y cada escritura ávida por reencontrase con el pasado podrá leerse a la luz de la selección del material y el momento de recepción.

Karl J. Weintaub (1991), en “Autobiografía y conciencia histórica”, estudia desde una dimensión histórica los géneros autobiográficos (memorias, autorretrato literario, diarios) para analizar la relación de la historia, el contexto y el ideal del yo o concepciones del yo presentados en las autobiografías. Su tesis es que la autobiografía es una forma cultural necesaria para darle expresión a la historia personal atendiendo a la relación entre la autoconciencia individual y la conciencia histórica del mundo, como parte viva dentro del marco de la sociedad, de la cultura. Para este crítico, la autobiografía puede tener funciones como las de autoexplicación, autodescubrimiento, autoclarificación, autoformación, autopresentación o autojustificación.6 Estos mecanismos de autofiguración resultan evidentes en la obra de Guzmán e ilustran zonas donde la subjetividad y la escritura auscultan la intimidad, el espacio (ya no cercado ni vigilado) donde un sujeto trata de autojustificar una conducta.

Lo que queda en uno

El volumen abordado permite cuestionar los alcances de las zonas más íntimas dentro de un discurso autobiográfico. César Aira (2007) reflexiona en torno al concepto de intimidad a partir de memorias y diarios de autores franceses, así parte de una definición por oposición: lo íntimo se opondría a lo público. No obstante, encuentra en esa dupla de opuestos una definición deficiente, puesto que el antónimo de público sería privado, de modo tal que repara en que íntimo y privado son palabras que, en rigor, no funcionan como sinónimos equivalentes. En sus elucubraciones sobre los diarios de Víctor Hugo, ofrece una observación operativa para nuestro análisis de De puño y letra. Aira explica que lo público es irrepetible, mientras que lo privado, generalizable (7). Lo privado existe en tanto es reconocido en lo público mientras que lo íntimo es un suplemento de lo privado (apela a deseos, sentimientos, afectos) y su frontera es el lenguaje. Menciona, así, un ejercicio de vanguardia y retaguardia respecto del lenguaje y cómo éste puede dar cuenta de lo íntimo. Para Aira, con el avance de la voluntad de contar retrocede lo íntimo, lo cual deja un resto: un balbuceo fallido de lo que no se podía decir y fue dicho. La intimidad, de este modo, es el laboratorio de la verdad (10) y, por extensión, del lenguaje. En esa tensión entre lo traducible en palabras, y lo que no, el sujeto de la enunciación del texto de Guzmán, encuentra distintos mecanismos de escritura para inscribirse y borrarse en lo narrado. De esta forma, podemos leer zonas de la obra del “Presidente Gonzalo” en las cuales se presenta parte de su vida privada, como el capítulo “El amor en tiempos difíciles” donde le dedica un memorial a Norah (Augusta La Torre) su primera mujer y una carta de declaración de amor a su actual pareja, la camarada Miriam, con un tono poético y un discurso altamente estetizado. También, encontramos trazos de una vida política (pública) desde el detalle de lo íntimo de modo complejizado puesto que la intimidad del líder es descripta en tercera persona por la compiladora, quien funciona como una biógrafa, cautiva en iguales condiciones: “completamente incomunicados y en aislamiento absoluto por casi un año (…) en indefección [indefensión] total” (Iparraguirre: 16). Esta frase alude a la angustia del ámbito de lo íntimo, tanto del líder como de su mujer, yuxtapuesto con nociones que apelan a ambos y al grupo también: “nos sentenció a cadena perpetua” (Iparraguirre: 15), “nosotros los marxistas sabemos” (Iparraguirre: 14). Si bien este apartado aparece firmado por ella, es un claro ejercicio de defensa que atañe a Guzmán. De este modo, Iparraguirre parece un ente ventrílocuo: “esta compilación responde a mi decisión de defender los derechos que como ciudadano le corresponden al doctor Abimael Guzmán Reinoso (…) por el fin de su aislamiento, (…) así como por el cierre definitivo del Penal Militar Base Naval Callao donde lo han sepultado vivo. (…) Nuestra posición es buscar una solución política” (Iparraguirre: 17). El líder senderista e Iparraguirre salen de la primera persona singular de la autobiografía. Esos corrimientos también los encontramos cuando se deja la trascripción del relato biográfico sobre Guzmán en manos del escritor Miguel Gutiérrez.7 Es decir, se vuelve a confiar en el poder del discurso literario para contar una vida.

El capítulo uno, “Los comienzos”, plantea los primeros pasos de la personalidad política con la biografía escrita por Miguel Gutiérrez. Esta estrategia complejiza el recurso de dar cuenta de la vida propia, pues, la mirada recursiva al interior del sujeto deja en manos del escritor quien lo describe como una estudiante brillante y explica esa trayectoria vital como aventura del pensamiento. No obstante, el afán de veracidad aflora como en el laboratorio aludido por Aira y se intenta, por medio de materiales fidedignos, volver creíble lo narrado por Gutiérrez. De este modo, a ese apartado más biográfico (que autobiográfico) le sigue la fotocopia de la partida de nacimiento y unos manuscritos, escritos de puño y letra propia de Guzmán quien asume la primera persona del singular para contar partes de su vida. Esto presenta una mezcla, una reconstrucción por medio del material que aparece tipeado y el manuscrito, escaneado. Los tonos de sus apuntes autobiográficos se explican solo en función de una voluntad mayor rectora del texto, es decir que piensa a dicho sujeto en el contexto de sus acciones de guerra: “ubicamos y comprendemos nuestras vidas y derroteros dentro de las luchas por la causa a la que servimos” (27). La autoperfilación vuelve sobre la primera persona del plural como una forma de desmarcarse en las luchas revolucionarias. A la luz de estos manuscritos vemos que se resemantiza la idea del puño y la letra del título como remisión a la lucha revolucionaria, pero también, a la materialidad de la escritura: prolija, con un trazo metódico, evidencia -incluso sin leer el contenido, sólo atendiendo a la disposición gráfica- orden y meticulosidad en el trazo, una vida y una letra, es decir, un trazo que con firmeza y seguridad forjó un destino político. Esas oscilaciones en los modos de autodefinirse permiten cuestionar hasta qué punto Guzmán es autor del texto y narrador de su experiencia vital. Del mismo modo, cabe preguntarse qué implicancias tiene la figura de la compiladora y el circuito editorial en las decisiones de armado textual y en la figuración del líder.

En tal sentido, pueden revisarse los roles principales y secundarios asumidos por cada uno. En la “Introducción” del estudio Autobiografía como autofiguración. Estrategias discursivas del Yo y cuestiones de género (2007) de José Amícola, se revisan las concepciones sobre la autobiografía y los géneros del yo desde los críticos fundadores, como Lejeune, por ejemplo. Amícola cuestiona el pacto autobiográfico pues presenta una mirada simplificadora -agregamos, demasiado taxonómica- que desconoce la complejidad de la figura del autor, es decir, no concibe al autor como una entidad problemática. Si bien el texto de este investigador -ineludible en los estudios sobre el género autobiográfico- excede esta cuestión, nos resulta operativa la reflexión en torno a la complejidad del autor, especialmente en el caso aquí abordado. En su estudio posterior, “Autoficción, una polémica literaria vista desde los márgenes (Borges, Gombrowicz, Copi, Aira)” vemos cómo Amícola señala un elemento clave para pensar en estas entidades complejas. Se destaca que la autoficción moderna -la idea podría perfectamente pensarse en esta obra sin ser ella una novela de autoficción- presenta un mecanismo especular por el que se produce un reflejo (sesgado) del autor o del libro dentro del libro, lo cual deviene fabulación y refabulación del yo autorial, sobre una base vital, recuerdo de la técnica pictórica del Renacimiento y el Barroco llamada in figura. En ella, los pintores aparecían en el lienzo ocupando un margen del cuadro, pero travestidos en personajes afines al tema pintado (2008: 189). Este proceso puede producir movimientos, contrarios: alguien introyecta la fábula en su propia vida o proyecta un yo dentro de la fábula y, de este modo, crea una imagen o mitología de su persona (2008: 186). En el caso de Guzmán, vemos cómo, desde la inmovilidad de la prisión ocupa, por momentos, un espacio marginal en el cuadro diseñado por Iparraguirre y se convierte así, en una fábula dentro de otra fábula. O mejor, por medio de un protagonismo pergeñado por la compiladora, muta en el mito que de él quieren construir los camaradas ortodoxos: un líder dador de su vida por la revolución desde la teoría, pero culpado y detenido injustamente.

El material presenta distintos modos de mitificar al líder senderista y, a la vez, señalar los padecimientos de éste en la prisión. Un ejemplo de esto lo presenta el apartado “Un triunfo de envergadura” donde leemos las demandas presentadas por los abogados del protagonista, así como la de familiares de presos políticos también, desaparecidos y asesinados cuando fueron a reclamar en cuarteles militares y centros policiales. A la crítica por la inconstitucionalidad del aislamiento e incomunicación de los presos se suma una voz, mediada por el discurso jurídico, pero que remite a la figura de Guzmán. En los enredos de las familias víctimas de abusos, quienes reclaman hallar a sus allegados, Guzmán se constituye como un ser fantasmal, que aparece y desaparece de la escena textual, de la que debería ser el protagonista.

Su voz deja lugar a reclamos de terceros judicializados y se yuxtapone con un discurso otro, como fuera de foco o puesto en otro plano. Su declaración instructiva en primera persona busca perfilarlo como el responsable de la guerra popular, aunque señala, y es ahí donde la declaración cobra mayor interés, que la lucha llevada a cabo por el partido dirigido por él no es una disputa terrorista. La cuestión terminológica -guerra, terrorismo, conflicto- aún hoy sigue generando disputas en el postconflicto y nos ofrece una clave para pensar en los mecanismos del yo proyectados hacia el afuera, en otras palabras, la escena polarizada del año 2007 es a quien se dirige este personaje. Guzmán vuelve a asumir la voz protagónica y pide un tribunal de la Justicia Penal y, así, vuelve a focalizarse como centro de interés del texto. En paralelo, el texto señala las incapacidades y decisiones antidemocráticas de Fujimori, tales como la exhibición en la jaula antes mencionada. Su tono en estos fragmentos recuerda al discurso jurídico, (él fue estudiante de abogacía) con frases verbales tales como: “permítaseme” o bien la referencia a distintos artículos de la ley que lo ampara o, según él, violada. De esta manera, víctima, actor principal de la revolución peruana, abogado de sí mismo y espectador de las injusticias padecidas por otros presos políticos, Guzmán se vuelve una voz compleja, poco clara. Podríamos incluso, apropiarnos de uno de los estigmas peyorativos más usados en torno a su persona: se vuelve una voz monstruosa, ya no en términos de malicia o perversidad como señalan los antisenderistas sino, en la acepción del término que remite a la desproporción y lo desviado (si pensamos en esa voz que se presenta y se borra). También, podríamos tomar la definición musical sobre lo monstruoso asociado, asimismo, al efecto de lectura generado: la perfilación del yo de Guzmán, como un conjunto de versos sin sentido. El sujeto de la enunciación reclama que desde su detención no haya podido responder a las difamaciones mediáticas en su contra ni señalar la importancia de la opinión pública independientemente del juzgamiento. A estos reclamos le siguen antecedentes legales, una tarea de rastreo y subrayado de principios, leyes penales y definiciones del bien jurídico, es decir, que esta parte evidencia un trabajo de autodefensa que lo reposiciona como un yo protagonista/narrador, pero también como referente de los pedidos judiciales y un crítico de los archivos de la justicia.

Ya no podemos encontrar al “Presidente Gonzalo” en la tercera persona singular usada por otros autores ni en los pasajes donde se esconde su voz. Así, las oscilaciones pronominales, los reclamos jurídicos de terceros y el hecho de dejar en manos de otro el armado de su obra desdibujan la figura del líder de Sendero Luminoso y presentan cierta dificultad en el texto. Con la excepción de unos pocos escritores hegemónicos (como Alonso Cueto, Mario Vargas Llosa, Julio Ortega, entre otros), los militantes peruanos vinculados con el conflicto armado, son parte de un sistema literario informal, clandestino en numerosas oportunidades. Así como los autores reconocidos gozan de casas editoriales prestigiosas con conexiones internacionales, publicidad y la venta de sus obras en el país y en el extranjero, los otros pagan los gastos de publicación y su circulación es restringida. Si bien en el caso del texto de Guzmán se agotaron los mil ejemplares rápidamente y comenzaron a aparecer copias ilegales en las calles, no hubo grandes posibilidades de visibilización y comercialización del texto (Cox 2013), lo que lo vuelve aún más raro y hermético.

Finalmente, ciframos en la inquietante descripción de Roncagliolo una metáfora del destino del texto de Guzmán, tal vez entregado al olvido, al prejuicio o la incomprensión. Su discurso, infranqueable en cierto punto, en tanto parece imposible asir al líder en algunos pasajes, ya que se genera un pacto de lectura complejo. Al salir al exterior publicado, esa voz autoral se encuentra, también, con muros: el público condicionado por los medios de comunicación, el temor del pueblo peruano o lo que es peor, la peligrosa amnesia sumado a una crítica que buscará en esos manuscritos más detalles escabrosos que puedan sumarse a la foto de su captura. La autoperfilación oscilante, escurridiza de Guzmán permite conjeturar que, una vez enjaulado el cuerpo, no puede apresarse la voz ni las ideas.

* María Emilia Artigas es Profesora en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata y Becaria Doctoral de CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnica- Argentina). Cursa su Doctorado en Letras en la UNMdP, donde también desarrolla tareas de investigación y docencia. Es miembro del CELEHIS (Centro de Letras Hispanoamericanas) y participa en proyectos de investigación en dicha institución, además, forma parte del Grupo de Estudios Andinos del Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Actualmente, su investigación está abocada a la memoria, el testimonio y la autobiografía en la literatura peruana del post conflicto y estudia autores tales como Lurgio Gavilán Sánchez y José Carlos Agüero. Publicó artículos en revistas científicas tales como Zama (UBA). Contacto: meartigas@hotmail.com

Bibliografía

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1 Este artículo se terminó de escribir y corregir en agosto de 2021. Posteriormente, el 11 de septiembre, falleció Abimael Guzmán, a horas de cumplirse los 29 años de su captura. Hubo disputas por la entrega de sus restos a familiares en los días siguientes a su deceso.

2Otro ejemplo de censura la padeció el cineasta Federico García Hurtado, director del Centro Cultural de San Marcos, quien fue forzado a renunciar a su puesto por haber concurrido a la presentación del libro. Para conocer más detalles ver el ensayo: “Narrativas “desde adentro” en la guerra interna peruana: presentación y balance” de Mark Cox en el volumen colaborativo del 2013, Memorias en tinta. Ensayos sobre la representación de la violencia política en Argentina, Chile y Perú.

3Circulan en internet algunos portales con textos firmados por “El presidente Gonzalo” o por “Camarada Miriam” y fechados entre los años 1994/5 en el Penal Militar Base Naval del Callao. Como todo texto digital que no pertenece a un sitio confiable, no puede corroborarse que sea fidedigno. Pueden leerse los textos tanto de Guzmán como de Iparraguirre, cuyo contenido evidencia una estrecha relación con lo que encontramos en De puño y letra, en: http://www.pagina-libre.org/MPP-A/Textos/PCP1995/Sellamiento.html o bien en la página “Movimiento Popular Perú-Alemania” en el siguiente link: http://www.pagina-libre.org/MPP-A/PCP.html. (Consultados ambos el 28/6/2020)

4Así como se asocia a distintos líderes de guerrillas con espacios abiertos y se los describe como figuras errantes, la trayectoria de Guzmán fue sedentaria y claustrofóbica. En los ´70 nunca pronunció un discurso en un lugar abierto, sino que se movió dentro de la célula, el círculo de estudios y el auditorio en el interior de la universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Una vez iniciado el conflicto (17 de mayo de 1980) vivió en la clandestinidad leyendo y escribiendo (Degregori 2011: 111).

5Cabe señalar que para el año de publicación de la obra de Guzmán también se conforma el MOVADEF (Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales) el cual pide la liberación de los presos políticos y muestra solidaridad, así como compromiso de lucha por la libertad de los prisioneros y revolucionarios del Perú. Piden, asimismo, la amnistía del líder senderista. Se presume que este movimiento puede estar dirigido por el mismo Abimael Guzmán. Para un estudio detallado de los comportamientos de Guzmán y los pactos de pacificación con Fujimori ver “Los años que vivimos en peligro” en Qué difícil es ser Dios. El partido comunista del Perú- Sendero Luminoso y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-2000 de Carlos Iván Degregori.

6En esa línea, puede revisarse la propuesta de Elizabeth Bruss en su artículo: “Actos literarios” compilado en el dossier que contiene el trabajo de Weintraub, como mecanismos de autoimaginarse y autoevaluarse.

7Miguel Gutiérrez escribió La generación del 50: un mundo dividido, en1988. En dicha obra registra apuntes biográficos sobre Abimael Guzmán. La recepción del texto generó muchas críticas por presentar una perspectiva marxista-maoísta empleada en los análisis y los elogios ofrecidos al líder senderista. Gutiérrez también es autor de La violencia del tiempo, de 1991, novela que narra la vida de cinco generaciones familiares de Piura en las cuales se refiere, inevitablemente, al conflicto armado (1980-2000).

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