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CELEHIS (Mar del Plata)

versión On-line ISSN 2313-9463

CELEHIS  no.43 Mar del Plata jun. 2022

 

Artículos

Notas sobre la lectura/escritura en el continuo-Jitrik

Notes on Reading/Writing in the continuum-Jitrik

Aymará de Llano1 

1 Ce.Le.His., Universidad Nacional de Mar del Plata

RESUMEN

La noción de trabajo crítico, acuñada por Jitrik en “Escritura y trabajo crítico: una perspectiva productiva para la textualidad latinoamericana” de 1982, ha sido recuperada y reformulada en textos posteriores que ampliaron conceptualmente la primera versión. En sus ensayos recientes, publicados en 2021, se indagarán los modos en que opera para contribuir con la idea de un continuo en su obra. Para ello, se analizarán Lógica en riesgo y Ensayos sencillos y, desde ellos, se entablarán relaciones con otras publicaciones del autor, en especial, con aquellas referidas a la escritura y la lectura en forma central. Además, se estudiará la novela La vuelta incompleta (2021) en relación estricta con las escenas de escritura/lectura, ligadas con la función narrador en particular.

PALABRAS CLAVE: Lectura; escritura; crítica literaria; Noé Jitrik

ABSTRACT

The notion of critical work, coined by Jitrik in “Escritura y trabajocrítico: unaperspectivaproductiva para la textualidadlatinoamericana” of 1982, it has been recovered and reformulated in subsequent texts that conceptually expanded the first version. In his recent essays, published in 2021, the ways in which he operates to the idea of ​​a continuum will be investigated in his works. Also, Lógicaenriesgo and Ensayossencillos will be analysed and the relationships will be established with other publications by the author, especially those related to writing and reading. In addition, the novel La vueltaincompleta (2021) will be studied in strict relation to the writing/reading scenes, linked to the narrator function in particular.

KEYWORDS: Reading; Writing; Literary Criticism; NoéJitrik

Leer a Noé Jitrik nos ofrece la posibilidad de recuperar su escritura anterior o la peripecia de ingresar en su mundo escriturario futuro, a esa contingencia me refiero al enunciarlo como continuo-Jitrik. La intención en este trabajo es tomar la noción de trabajo crítico acuñada por Jitrik en “Escritura y trabajo crítico: una perspectiva productiva para la textualidad latinoamericana” de 1982 que, luego, ha reescrito y/o reformulado en textos posteriores que fueron enriqueciendo, ampliando y ejercitando ese concepto sobre la escritura, que deriva de sus conceptualizaciones sobre la producción social y, dentro de ella, la producción de textos (siempre reformuladas hasta el presente). Es relevante tomar esa noción y ver cómo opera en sus últimos textos publicados en 2021, me refiero a Lógica en riesgo y Ensayos sencillos y, desde ellos, estableceré relaciones con otras publicaciones del autor, en especial, aquellas vinculadas a la escritura y la lectura como problemáticas centrales. Hablar de una sin referirse a la otra no es una opción para Jitrik, aunque las separa como mecanismo arbitrario desde el cual hace hincapié en ambas caras o polos complementarios de la misma práctica, necesaria y humanamente distribuida en dos actividades. Resalto estos conceptos (práctica, actividad) porque son núcleos semánticos centrales para comprender la concepción que el escritor tiene acerca de la lectura y la escritura, de su complementariedad, no opuesta, así como de su inter-vinculación o solidaridad; en su artículo “La lectura y la escritura en su entrecruzamiento” los trabaja como un continuo. Esta modalidad va a continuar a lo largo de los años poniendo el peso tanto en una como en otra pero nunca dejando de re-implicarlas entre sí. Por ejemplo, en Fantasmas del saber (2017) se centra en su historia de lectura ydesarrolla con esmero una idea fuerte, la de la lectura como actividad, como hacer, hasta con consecuencias físicas: “si leer no problematiza, con la cuota de extrañeza e incomodidad que a veces comporta, no es leer realmente, en la medida, por otra parte, que todas las lecturas proponen, sugieren o imponen algún cambio” (79).1 Esta cuestión ya aparece muy trabajada también en la escritura y, especialmente sistematizada, en Los grados de la escritura (2000). Concebir la lectura y la escritura de este modo lo lleva a observar la escritura como producto/producción de esa práctica y/o actividad, homologándola (también diferenciándola) con otros mecanismos de producción social. Desde ese razonamiento se vincula con la noción de trabajo y, cuando ese trabajo es el de la crítica, se habla de trabajo crítico, desarrollado in extenso en el artículo citado del año 1982.

Su trabajo crítico

Lectura, escritura, corrección, reescritura, traslado, traducción son núcleos proliferantes que señalan una cadena incesante que aparece al leer los ensayos de Jitrik. Se podrían alterar y enumerar en otro orden, eso no afecta porque el paradigma de pensamiento no obedece a una lógica progresiva. Esos conceptos aparecen aquí, allá, en un libro u otro pero se reiteran, se reescriben, se interpelan, se profundizan o se despliegan formando parte de un gran nudo gordiano que Jitrik va desatando y destrabando mientras abordamos diferentes textos y siempre se trata de la escritura, corrección, reescritura, traslado, lectura, traducción y sus derivas, hacia dónde va o viene según sea desde dónde se mire, se lea o se reescriba. Se trata de un movimiento constante entre los conceptos que generan una corriente de semiosis de modo que se van entrelazando y operan solidariamente entre sí. No me interesa reordenar, quiero transparentar un repiqueteo de conceptos que incitan a percibir esa incesancia, en la que hay productividad, hay proliferación, surge lo no concluido y nuevos modos de pensar la escritura, de trabajar un texto, como lo que no cesa, lo que produce reverberación y lo más provocativo: la pasión por la escritura, que es lo mínimo que debe sentir el crítico por su actividad, además de la pasión “recluida y arcaizada” (“Escritura y trabajo crítico…”, 268) del texto estudiado.

Noé Jitrik dice que la historia del arte nos hace visualizar épocas de mayor representación mimética y otras de distorsión, sin embargo, en toda distorsión hay restos de representación. En sus ensayos también la hay. Es frecuente que inicie los ensayos recientes con una escena breve recordando un encuentro, una conversación, un viaje, un escenario; empieza narrándolo y luego provoca el giro discursivo hacia el problema que le interesa desarrollar. Esa representación nos ubica en una escena previa a su escritura, momentos anteriores al acto de escribir en donde, lo que luego será materia de la escritura, se está nutriendo, creciendo, armando, como núcleo que posteriormente podremos leer y que, a primera vista, no siempre tiene demasiada relación directa con el modo de iniciar ese texto. No me refiero solo al tema o historia, quizá eso sea lo más obvio, sino a un modo de producción, al “trabajo crítico”, concepto que Noé acuñó tempranamente y que conocí en un ensayo de 1982, como ya ha sido mencionado. En “Previsiones”, especie de presentación que inicia sus Ensayos sencillos (2021), explica que la formulación de estos ensayos ocurrió en plena pandemia, recuperando notas acumuladas durante veinte años y reescritas posteriormente. Las frases escritura tentativa o simples tentativas, además de su declarado distanciamiento de un ensayo monumental a lo Martínez Estrada (distancia explícita), lo ubican en un tipo discursivo breve. Mientras que los principios son atrapantes por lo anecdótico, los desarrollos suelen ser densos, intrincados, con idas y vueltas entre figuras literarias, ideas filosóficas, acercamientos psicoanalíticos y muchos otros nudos proliferantes de sentido, todo eso articulado con una sintaxis expansiva y compleja. La ubicación en una escena de escritura resulta atractiva y se representa, mientras se lee a Jitrik, como el previo de esa mano de la que habla Noé en Lógica en riesgo, interviene en las bibliotecas sobre las que también escribe y, por supuesto, se vincula con el saber de qué (escribir) y el saber qué (escribir) del escritor hasta donde llega esa memoria que la mano plasma materialmente; son saberes desarrollados en textos anteriores, por ejemplo en Los grados de la escritura. Las frases, escritura tentativa y simples tentativas, son autorreferencias con las que inicia Ensayos sencillos, que lo ubican en un tipo discursivo breve, surgen con la intención de serlo pero con la densidad acumulada en otros textos. La brevedad de cada apartado se hizo frecuente en los últimos trabajos.

Le interesa despejar conceptualmente los modos en que lo imprevisible de la cotidianeidad puede intervenir en un diálogo transformándolo en la verdadera conversación (por ingenioso o por surgir como una ocurrencia inesperada), por ejemplo, desplegando recorridos teóricos. O, desde y mediante la metonimia de la mano escribiente, se explaya sobre los modos en que la herramienta ejecutora forja una retórica: “Esa memoria de la mano es la puerta de salida de las pulsiones que alteran la intención y que, junto con ellas, le dan sentido a la escritura” (Lógica en riesgo, 139). Hay un entre-tiempo recorrido desde la pululación de esos saberes previos y la concreción que compone la mano y, en ese acto, se plasma en escritura; durante ese lapso transcurrido crece el sentido.

Los textos de Jitrik sorprenden, de repente nos distrae con los materiales de la escultura, nombra al mimbre, mármol, piedra, madera o desechos, sin embargo, va más allá de todos ellos porque sigue pensando en escritura, en la materia de la escritura, de la palabra, un secreto de la materia que nunca deja de ser misterioso y, aunque no resuelve lo enigmático, lo merodea, lo circunda, lo asedia y, en ese ir y venir, nos va dejando ideas sobre, desde y en la escritura. El ritmo de sus ensayos va desgajando las diferentes capas de los núcleos semánticos densos, mientras se avanza en el desbrozamiento de cada uno: de ese modo va surgiendo el significado teórico. Se podría hacer un recorrido intertextual entre sus prolíficas publicaciones, no solo por lo ya mencionado respecto de la incesancia de desarrollos teóricos enriquecidos en cada texto, sino por ejemplo: Fantasmas del saber (lo que queda de la lectura) (2017) remite -por el título de tapa y ciertos desarrollos teóricos- a Fantasmas semióticos: concentrados (2007) y también -por el paréntesis explicativo del título- a sus textos teóricos sobre la lectura: Cuando leer es hacer (1987), “La escritura y la lectura en su entrecruzamiento” (1989) -artículo publicado en la revista SyC y ulteriormente retomado en Los grados de la escritura (2000)- y también a Lectura y cultura (1990). Y así podríamos seguir formando redes entre sus diferentes textos como apartados de una obra que continúa entre uno y otro de sus libros publicados o como continuo entre la crítica, la teoría y la ficción; la deriva se fue multiplicando en el tiempo, más enriquecida, más profunda.

La crítica literaria

Como vimos, la escritura de la crítica literaria también es motivo de sus preocupaciones como no podía ser de otro modo. Busca en las fisuras de la homogeneidad, desde donde surge la “sutil malla de la escritura”; desde ese lugar, la crítica literaria empieza a hacer un trabajo semiótico (Lógica en riesgo, 132). Para ello, necesita de la lectura y la interpretación, dos conceptos centrales para la crítica literaria, dos entidades de diferente carácter: la lectura es una relación; la interpretación es un sistema, aunque estén implicadas entre sí. En el sistema de interpretación, el sujeto tiene algo que decir, traduce un significado, una emoción, un pensamiento, un rechazo o una opinión, de modo tal que las primeras relaciones básicas de la lectura se complejizan e integran en la etapa interpretativa (Ensayos sencillos, 63-68). Cuando lectura e interpretación se retiran, ceden su lugar, en ese momento surge otro texto, el de la crítica. Pero esa práctica de escritura que es la crítica literaria debe hacerse preguntas tanto sobre el objeto que estudia como sobre sí misma (“Escritura y trabajo critico…”, 255); esto abre una dimensión identitaria diferente para la crítica en cuanto adviene la densidad de la propia escritura, no siempre atendida, ubicada por los mismos críticos, en un lugar dependiente.

Por otro lado, le preocupa el efecto producido por los textos, ante lo cual, Jitrik vislumbra un más allá y lo define como el espacio de la crítica (178). Le surgen diferentes problemas que van siendo trabajados y revelados en el mismo discurrir de su escritura. Las preguntas generan otras, son provocativas y entramos, así, en su modo de escribir. Sin embargo, su discurso no es el de quien dicta soluciones, más bien el que nos reubica en ejes de discusión, en situación de inferencia o, más bien, lo que nos lleva a planteos cuestionadores con la intención de dejarnos sentir ante la escritura y, así, poder trazar un recorrido homólogo ya sea en ficción o fuera de ella.

Como hemos visto, sus ensayos siguen una línea desde la previa, de ahí que una conversación pueda ser una iluminación, una luz que interviene en los momentos precedentes a la escritura hasta meterse en ella y en el más allá del producto. Por ejemplo, tanto en la vida pública como en la privada, el hecho de comprender lo que significa entrar en una de las bibliotecas (necesaria, obligatoria y voluntaria, según su propia clasificación) y haber logrado el reconocimiento como escritor. Asimismo resulta atractivo pensar en que las ideas escritas, que han significado ser reveladoras para las civilizaciones, han partido de las vísceras, según refiere Jitrik, desde el corazón, plexo, hígado; todos son los lugares físicos de las pasiones, que inciden tanto en quienes formulan (escriben), como en quienes reciben (leen). La pasión siempre está intermediando en esa incesancia, concepto al que se refiere con asiduidad, pensando también en la repetición.

La vuelta incompleta, novela

La vuelta incompleta es la novela del prolífico escritor en estudio publicada igualmente en 2021. No es frecuente trabajar textos narrativos de ficción en el mismo artículo que versa sobre ensayo o textos críticos del mismo autor. Noé Jitrik me impone esta necesidad, no solo por haber aparecido en el mismo año, sino por la relación que se puede establecer entre los conceptos desarrollados en los dos textos ensayísticos sobre lectura/escritura y su novela; también me asiste y habilita la idea de continuo entre los diferentes géneros (si cabe esta caracterización) o registros en su obra. Este ejercicio de escritura, el mío, respeta (hasta donde puedo sin que deje de ser inteligible) la relación libre que va surgiendo entre los textos del continuo-Jitrik. Apunto algunas de esas posibles entradas.

En primer término debemos describir una situación que surge en algunos capítulos de la novela, cuando emergen escenas de escritura. Se relatan episodios acerca de las vicisitudes de un narrador-segundo, en la voz de otro narrador-primero o meta-narrador, quien explica los inconvenientes padecidos por aquel narrador para plasmar sus saberes previos en escritura (nociones descriptas en ensayos sobre escritura: el escritor, poseyendo los saberes indispensables, los debe poner en acto de escritura).2 Desde el comienzo se presenta al narrador testigo presente y atento a lo que acaece con ese personaje (narrador segundo), aunque sabe únicamente lo que ve, no conoce la historia anterior. Se lo caracteriza como “un ser, si así puede ser considerado, virtual pero imprescindible, eterno, nacido con la narración misma en tiempos remotos y siempre activo” (9). Esto se nos impone como sorprendente porque uno de los primeros dilemas es lo conjeturado por ese narrador primero, que conoce y relata las dificultades de quien está por narrar la historia del personaje-escritor (narrador segundo) envenenado con una sopa y así dará comienzo al relato policial ubicado en la época de la dictadura argentina. Asimismo, y para quienes venimos leyendo a Jitrik, nos resuena otro texto temprano, El no existente caballero, subtitulado La idea de personaje y su evolución en la narrativa latinoamericana, publicado en 1975 en Buenos Aires. Allí, el narrador está presentado como “ese intermediario del autor, ese representante irreal en el mundo irreal de la narración de un ente real” (87). Claro es que, en la construcción del personaje, el narrador opera permanentemente y Jitrik ya le daba corporeidad, aunque adjetivada como irreal, en aquel trabajo. Insisto en la remisión constante de un texto a otro aunque hayan pasado más de cuarenta años, el pensamiento fue perfilando nuevos modos de un “eso-ahí velado” (13), frase acuñada por Ignacio Uranga en el prólogo a Lógica en riesgo: “Su operatoria es un volver a ver y un volver a escribir (…) a la manera (…) de flujo incesante (…) del despliegue, y de la repetición de algo otro, de lo mismo-otro” (13). Todos los lectores de Jitrik confluimos en resaltar esa particularidad de su escritura, en esa necesidad de develar el “eso-ahí” que lo va haciendo texto a texto.

En el primer capítulo de la novela, nos encontramos con la siguiente frase haciendo referencia a la construcción de la primera escena del relato policial que siempre es impactante y decisiva: “muchos relatos se desencadenan a partir de una escena, esto parece ser una ley narrativa, aunque hay muchos que prescinden de escenas y eligen otros modos de comenzar: esta escena tenía lo suyo” (11). Este es ese narrador primero habilitado a reflexionar acerca del comienzo de la escritura del policial en esa “escena primera” (20) que tanto “se esfuerza por constituir” (16) el narrador segundo. Asistimos de ese modo, como lectores, a las conjeturas sobre cómo iniciar un relato, sus componentes, los imprevistos, las soluciones o los resultados, mientras en simultáneo se va desarrollando la escena del muerto que no era tal, era un desmayado, producto de una sustancia narcótica quien va despertando al llegar otro personaje y desesperando porque advierte que falta un informe. De tal modo que el narrador reflexivo (primero) nos hace partícipes de la cocina de su escritura, construyendo a otro narrador del relato policial (segundo) que cuenta esa historia en la que, además, su personaje envenenado es también un escritor perturbado por las dificultades e interrupciones vividas para escribir su novela. Se agrega a estas escenas de escritura, información sobre el personaje escritor, que ya ha publicado dos novelas, cuyos títulos aparecen y verificamos como apócrifos e inexistentes: El silencio de las rocas y El cinturón de Eurídice. Se trata de un escritor con poco éxito, o casi nulo, profesor de Literatura que trabaja de periodista como sostén de su vida, labor que lo lleva a politizarse y querer comprometerse con un periodismo independiente.

Volvemos al redil de la construcción del relato o de los narradores, desde donde observamos la manipulación de cajas chinas, mamuschkas o, desde la cultura latinoamericana, retablos, cajones de memorias acumuladas, uno dentro del otro o trabajos en espejo que se expresan en la incesancia de la escritura. Estamos ante escenas y meta-escenas de escritura que también multiplican las escenas de lectura implícita que conlleva La vuelta incompleta. Se despliegan tanto problemáticas inherentes a la construcción del relato en tanto estructura y/o caracterización de personajes cuanto ideas en torno a la literatura o a un tipo de literatura, aunque hablando del periodismo: “un deseo de no perder nunca una soltura particular y un lenguaje que se apartara de lo aceptable para alcanzar la altura de un texto que perdurara más allá de la función que debía cumplir satisfaciendo el pedido” (43). Sabemos que Jitrik trabaja la escritura en amplios espectros, desdoblada en múltiples registros, el personaje escritor, que trabaja como periodista, debe escribir sobre los vuelos de la muerte ocurridos durante la dictadura militar en Argentina, excusa que toma el narrador reflexivo para elucubrar acerca de las dificultades del comienzo del artículo o cómo encarar el tema: “¿cómo escribir semejante cosa (…) el momento en que se abre la puerta del avión y caen los anestesiados cuerpos como bolsas?” (43). Muy efectiva estrategia para diferir la entrada en el tema, que además es motivo de esta novela, de tal forma que entra por debajo o en modo emergente de otro problema menos trágico pero acuciante y apremiante como resulta ser la escritura.

De manera constante, a lo largo de la novela se alude a un texto ausente, el informe: texto robado del departamento mientras el personaje estaba desmayado. No se puede leer pero ha sido escrito y, aparentemente, terminado: “No se puede saber puesto que la narración empieza cuando el informe ya está redactado y por añadidura desaparecido…” (120). Entonces, se desenvuelve un enigma, ya que su contenido no se devela, ni siquiera el narrador meta-narrativo lo describe, aunque se atisba un contenido posible ya que a partir de esa información se podría contribuir a la caída de un gobierno, contenido sociopolítico. Se advierte otra escena fuerte de escritura ausente o, mejor, omitida, que irrumpe inquietando la lectura e incide, con efectividad, en el suspenso del policial. La falta de explicitación del contenido, la referencia parcial a la contundencia que pudiera haber tenido se fortalecen hacia el final del relato cuando se entreteje el asesinato del escribiente: ahí el poder de la escritura fulgura en pura potencia.

Coda

Blanchot dice en El libro que vendrá: “cada quien escribiría conforme a sí mismo al querer distinguirse de todos” (229). No me interesa tanto la noción de estilo personal subyacente en esta cita, sino la imagen de ser humano habitando en manada aunque queriendo sellar su individualidad. Y en ese aspecto, entonces, la escritura cobra otro sentido, como práctica o actividad privilegiada del hombre que solo se personaliza ejecutándola. Si seguimos esa senda de sentidos, “La escritura es el conjunto de ritos, el ceremonial evidente o discreto por donde (…) se anuncia ese acontecimiento según el cual lo que se escribe pertenece a la literatura, el que lo lee, lee literatura” (Blanchot: 230). Esta maravillosa idea de la escritura como ceremonia está presente en Jitrik cuando propone apasionarse, apelar a los saberes, sin olvidar la pasión. La escena se relaciona, así, con la aventura de escribir en reciprocidad con el misterio, experimentando la escritura/lectura desde donde el escritor recorre la práctica de la creación.

Referencias bibliográficas

Blanchot, Maurice (1969) [1959]. El libro que vendrá. Caracas: Monte Avila Editores. [ Links ]

Jitrik, Noé (1975). El no existente caballero. La idea del personaje y su evolución en la narrativa latinoamericana. Buenos Aires: ediciones Megápolis. [ Links ]

Jitrik, Noé (1982). “Escritura y trabajo crítico: una perspectiva productiva para la textualidad latinoamericana”. Acta poética, 4/5. 253-274. [ Links ]

Jitrik, Noé (1987). Cuando leer es hacer. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral. [ Links ]

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Jitrik, Noé (2000). Los grados de la escritura. Buenos Aires: Ediciones Manantial. [ Links ]

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Jitrik, Noé (2010). Verde es toda teoría: literatura, semiótica, psicoanálisis, lingüística. Buenos Aires: Liber Editores. [ Links ]

Jitrik, Noé (2017). Fantasmas del saber (Lo que queda de la lectura). CABA: Ampersand. [ Links ]

Jitrik, Noé (2021a). Lógica en riesgo. Ensayos heterodoxos. CABA: VS Editores. [ Links ]

Jitrik, Noé (2021b). Ensayos sencillos. Buenos Aires: 17grises editores. [ Links ]

Jitrik, Noé (2021c). La vuelta incompleta. CABA: InterZona. [ Links ]

Jitrik, Noé (2021d). De los ensayos sencillos a una lógica en riesgo. Conversatorio con el autor organizado por Francisco Aiello y Aymará de Llano. CELEHIS, UNMdP. 19 de agosto de 2021. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=4lYmiM510CALinks ]

Llano, Aymará de (2017). “Cuando leer es hacer”. Reseñas/CeLeHis, Año 4, Núm. 10, agosto-noviembre. 3-5. [ Links ]

1Este texto es ejemplo de un modo en que lo autobiográfico rebasa los límites de las historias de vida individual y opera tanto desde la teoría de la lectura y la escritura cuanto como discurso crítico de la literatura referida. La Colección Lectores de la Editorial Ampersand ha invitado a escritores y ensayistas a publicar la versión autobiográfica de su historia de lectura. En Fantasmas del saber (lo que queda de la lectura), Jitrik hace su ejercicio, el que decido incluir en el continuo de textos que trabajamos.

2Esta decisión de denominar narrador primero y segundo (reflexivo o meta-narrativo) fue tomada con el objetivo de clarificar mi escritura. Puede ser cuestionada por parecer un tipo de denominación tradicional y hasta impertinente para la escritura de Jitrik, que rompe con categorías prefiguradas, en especial en esta novela. Por otro lado, en la mayor parte del relato, los narradores se funden en una sola voz y no podemos discriminar si es aquel testigo que solo conoce la historia a partir del desmayo del personaje en las primeras líneas o el narrador reflexivo, quien concibe las escenas de escritura/lectura. Además, advierto que he tomado la función narrador porque es como aparece en el texto.

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