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Revista de historia americana y argentina

versión On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.49 no.1 Mendoza jul. 2014

 

CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA

Beatriz Conte de Fornés. Gabriel García Moreno: La Historia y la Historiografía. Mendoza, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras (Universidad Nacional de Cuyo), 2013, 396p. ISBN 978-987-27766-7-1

 

Gabriel Enrique Peralta
Universidad Nacional de Cuyo

 

Desde el punto de vista temático la presente obra se centra en uno de los actores decisores centrales de la segunda mitad del siglo XIX en la nación denominada Ecuador (para ese momento en proceso de estadualización). La referencia es a Gabriel García Moreno. En términos de análisis institucional, ocupó la Presidencia de Ecuador en dos períodos. Su impacto político general abarca desde 1860 a 1875. Desde el punto de vista estructural, la unidad política que le tocó dirigir a Gabriel García Moreno presentaba elevadas tensiones relativas. La más importante de ellas fue la necesidad de construir un Estado a partir de una Nación independiente. Sin embargo tal construcción carecía de relativas precondiciones favorables. Para ser histórica, e historiográficamente precisos, tales dificultades no eran exclusivas de Ecuador. De modo sincrónico, en el resto de Hispanoamérica se detectan tensiones similares con las evidentes (aunque no despreciables) variantes regionales. Incluso, ampliando la perspectiva, se trata de una dinámica que afecta a buena parte de la Civilización Occidental, claro que en tal caso, los matices sectoriales presentan otra envergadura.
Sobre tal contexto estructural opera la tendencia funcional del actor central particular. Las peculiaridades personales han generado polémicas posteriores a su muerte. Claro que, como ocurre en ocasiones, tales polémicas están condicionadas por factores ideológicos, intereses económicos o sesgos culturales posteriores demasiado teñidos de anacronismo. Tal situación no es necesariamente inconveniente, siendo incluso deseable, a menos que la actividad teñida de prejuicios sea la misma historiografía. A diferencia de lo que pretenden discursos posmodernos (suponiendo que tal concepto designe algo existente), las ciencias sociales deben, dada la complejidad de su objeto de estudio, interponer mayores cuidados y herramientas analíticas en el tratamiento del objeto de estudio. El presente libro se ocupa justamente de un abordaje desde la historiografía científica y evita muy saludablemente el ensayo literario sobre objetos históricos tan de moda entre periodistas a izquierdas y derechas. El rasgo que mayormente lo coloca en el campo de la ciencia es la validación intersubjetiva. Es decir, el sustento en fuentes diversas y múltiples para evitar miradas unívocas.
Beatriz Conte de Fornés es Licenciada y Doctora en Historia y se desempeña como Profesora Titular efectiva en las cátedras de Historia Americana Contemporánea y Problemática de la Historia Americana del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras perteneciente a la Universidad Nacional de Cuyo. Realiza y dirige investigaciones de la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado en el contexto del Programa de incentivos a docentes-investigadores. Ha dictado numerosos cursos y conferencias en su especialidad. Asimismo ha publicado artículos científicos y libros como: La Independencia hispanoamericana. Del fidelismo al separatismo. Se desempeña en la actualidad como Directora del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad Nacional de Cuyo.
La presente obra representa un singular aporte por su combinación de enfoques. Plantea aspectos estructurales, funcionales y biográficos en dosis oportunas. Bajo el calificativo de oportunas se pretende resaltar la interacción relativa y variable de cuatro niveles de análisis. En primer término, el nivel histórico disciplinar; como segunda noción, su desprendimiento historiográfico. En un tercer nivel se ubica el discurso historiográfico específico. Como cuarta categoría se recurre al historiador en su contexto relativo de espacio tiempo sin desatender las particularidades concretas de su trabajo. La dosificación de los cuatro niveles en el trayecto de la obra, la ubica en el contexto de las Nuevas historiografías. La ventaja de tal decisión está dada por el reconocimiento del pasado humano como entidad realmente operativa pero que debe conocerse desde un presente con el "ruido de radio" de época actual. Es decir, del mismo modo que la radiación cósmica de fondo es el indicio remanente del Big Bang, las fuentes históricas y los discursos en ellas contenidos informan sobre una realidad cuya operatividad no detectamos de modo directo, aunque sus remanentes no han desaparecido del todo y las consecuencias relativas continúan desplegándose en el presente del historiador.
El núcleo de análisis encuentra anclaje en las perspectivas historiográficas que, respecto de Gabriel García Moreno, han trabajado historiadores como Alfonso Berthe; Manuel Gálvez; Benjamín Carrión, Pilar Ponce, Marie-Danielle Demélas e Yves Saint Geours. Asimismo se diferencian las interpretaciones finiseculares de aquellas que se enmarcan en perspectivas temporales previas. El desafío es complejísimo y ha sido resuelto exitosamente. A lo largo de un relato coherente articulado en siete campos (Introducción; Cinco capítulos y Consideraciones Historiográficas Finales) se logra iluminar un objeto de estudio dinámico y complejo mediante los siguientes filtros: 1) La perspectiva tiempo-espacio presente desde la que se interpreta la mirada de otro historiador para luego, superado tal obstáculo, proceder al examen del objeto estudiado ya condicionado por dicha mirada. 2) Se comparan las diversas miradas historiográficas. 3) Se contemplan miradas historiográficas que registran aspectos diversos de la realidad biográfica analizada. En tal sentido se relaciona la actuación de Gabriel García Moreno con respecto a la estructura estadual en tensión con el cristianismo y el orden cristiano. Recurriendo a otra perspectiva se analiza la permanencia en el poder. Lo anterior se complementa con las tensiones entre Modernidad, Proyectos políticos y análisis historiográficos. Como desprendimiento de dicha instancia el relato estudia las sinuosas relaciones entre autoritarismo y modernización. Se incorporan también, las miradas historiográficas europeas en la relación concreta de república y catolicismo. 4) A modo de síntesis se realizan consideraciones historiográficas finales, instancia en la que se da forma final y sintética al trabajo historiográfico efectuado.
Los cuatro ejes desplegados se sostienen en las sólidas bases establecidas en el Capítulo I. Dicho capítulo comprende los elementos estructurales que sustentan parte de la trayectoria histórica de Ecuador. Se estudian los agrupamientos humanos previos al poblamiento europeo, tanto desde la perspectiva del poblamiento inicial como de las trayectorias posteriores y la relación expansiva incaica. Luego se adentra en la etapa europea hispánica en la que se detalla la corriente central de ocupación y las entidades administrativas erigidas por los españoles para gestionar recursos.
El capítulo I se ocupa luego de la etapa independentista, explorando los antecedentes a nivel de latencias y los momentos en que se tornan operativos. En tal análisis se combinan las diferencias conceptuales entre Revolución e Independencia pero aplicados al caso específico. A continuación se profundiza en la etapa de dependencia colombiana o pertenencia a la entidad denominada Gran Colombia. Luego se aborda la etapa republicana momento en que inicia un proceso nacional que podemos calificar como específicamente ecuatoriano. En la obra se lo designa como etapa floreana por el General Juan José Flores, actor central al que puede calificárselo como primer presidente de Ecuador. Luego se aborda la etapa denominada marcismo que inicia con la revolución del 6 de marzo de 1845 en contra del gobierno de Flores. En este punto final del desarrollo del capítulo I se detectan con claridad dos situaciones importantes, una estructural y general con epifenómeno en Ecuador y otra de tipo biográfica que crea una constelación con la precedente. En términos generales digamos que Ecuador se ve impactado por los flujos y reflujos liberales que afectaron a Hispanoamérica durante el siglo XIX. Conectado con ello, comienza a transformarse en un actor de peso político Gabriel García Moreno. Afianzar el proto-Estado ecuatoriano e instaurar un modelo liberal republicano con estabilidad serán los desafíos que afrontará el Presidente en cuestión. El resto de la obra intenta explicar las diversas interpretaciones historiográficas respecto del modo, intensidad, velocidad, contradicción, fracaso y éxito con que el denominado régimen garciano operará.
En el capítulo II se contextualiza historiográficamente los impulsos intelectuales de Berthe. En esta reseña lo señalaremos como un hombre de la iglesia que escribe o un literato católico conservador ya que poco de lo expuesto por Berthe responde a pautas mínimas de algo que pueda denominarse historiografía u otro tipo de ciencia. En este caso sería el pionero (aunque en la obra hay referencias a autores previos) de las biografías sobre Gabriel García Moreno. El capítulo avanza, por fortuna para la ciencia, sobre la explicación de los patrones generales que marcan una historia providencialista. En ese punto queda clara la visión que Berthe asigna al accionar de Gabriel García Moreno como hombre político cristiano en un mundo liberal y profano. El análisis continúa bajo el apartado de El Héroe Cristiano en donde se despliegan rasgos interesantes de la personalidad de García Moreno, claro que bajo la perspectiva providencialista. Luego se procede al análisis de Dos Concepciones Antagónicas. Allí queda explícito el conservadorismo de Berthe y en tal proceso se cumple lo previsto por la autora, es decir, a través de las variables contextuales (en este caso la limitante mental de Berthe) históricas e historiográficas, iluminar (en sentido científico, es decir, aplicar fotones a un sector carente de ellos) un objeto biográfico-histórico aun partiendo de la ignorancia de Berthe. Lo anterior se constata en el apartado La Construcción del Estado Cristiano en donde la autora deja en evidencia que a Berthe no le inquietan las sinuosas trayectorias de la construcción política estadual ecuatoriana, sino más bien buscar un héroe cristiano moralizante.
En el capítulo III se aborda la perspectiva de Manuel Gálvez, un literato católico argentino que gustaba de escribir biografías de católicos como Juan Manuel de Rosas o Hipólito Irigoyen. Se detecta en Gálvez a un individuo que, por contexto y época, es relativamente más sofisticado que Berthe. Sin embargo su nacionalismo, tendencias literarias (por muy realistas que sean), catolicismo y pertenencia a una de las generaciones más ingenuas de la vida argentina, hacen que su perspectiva sobre Gabriel García Moreno deban ser matizadas. Digamos en favor de Gálvez que su obra es muy prolífica y sin duda un referente de la literatura argentina del siglo XX. En tal sentido, el volumen de datos que manejaba era inmenso. Su formación y viajes le dan un panorama interesante. Pero Gálvez presentaba otros problemas contextuales que explican su elección por realizar la biografía de Moreno. Se ha arrepentido (el vocablo no es casual) de dos rasgos de su formación: el europeísmo y el anticlericalismo liberal. De allí su gusto por los caudillos y una épica de unión hispanoamericana desde la literatura.
Gálvez estudió a García Moreno porque debía estudiar a hombres de nuestros pueblos que son buenos y románticos. Debían dejarse de lado los malignos modelos de Europa y América Anglosajona, las dos mayores amenazas a la joven y pura Hispanoamérica. La historiadora deja muy claro que, en las razones que expone Gálvez para escribir la biografía, ya están presentes las motivaciones revisionistas de esa etapa historiografía argentina. Luego de presentar claramente el contexto argentino que explica el revisionismo se deja entrever en Hacia la Santidad que Gálvez no escapa al vicio religioso de Berthe al considerar a García Moreno como Sobrenatural.
Más adelante en el apartado denominado Un Fragoso Camino, Gálvez combina la trayectoria vital/individual de García Moreno y la del agrupamiento humano denominado Ecuador. Utilizando una cronología lineal y ordenada explica (aunque, describe es el vocablo más pertinente) el sinuoso transitar político de Ecuador, señalando dos etapas previas (floreana: 1830 - 1845 y marciana hasta 1860). Por lo expresado hasta aquí respecto de Gálvez no resulta demasiado sorprendente su tendencia contra-empírica a ver en la Masonería el vehículo de difusión del Liberalismo ecuatoriano para 1857. Señala Gálvez las dificultades estructurales y tensiones más importantes que debe afrontar Gabriel García Moreno. En el apartado, El Orden Cristiano se observan los vicios antiliberales y católicos de Gálvez. Llega incluso a juzgar la figura de Moreno como apartada temporalmente del catolicismo, sobre todo cuando debe explicar los aspectos más escabrosos de su biografía.
En el capítulo IV llegamos a un compatriota de Gabriel García Moreno. La referencia es a Benjamín Carrión. Se observa en su producción, mayor coherencia (tampoco completa) entre su formación de abogado y los cargos que desempeñó en Europa y América. Carrión escribirá sobre Gabriel García Moreno en un contexto de Guerra fría. Presenta una característica interesante per se y más destacable aun cuando se comparan sus análisis con los de Gálvez y, casi obsta mencionarlo, los de Berthe. La característica en cuestión es una relativa falta de intensidad subjetiva respecto de su patria ecuatoriana. Independientemente de que tal rasgo tenga mucho de contextual, no deja de ser una ventaja para la actividad historiográfica científica. Considerando que hasta de Gálvez y Berthe se pueden rescatar aspectos positivos, digamos además, en favor de los dos primeros, que Carrión contó con una ventaja estructural, es decir, casi medio siglo de avance de la ciencia historiográfica (y cualquier avance relativo, por menor que sea, en el contexto científico del siglo XX es muy considerable).
En el apartado La Lucha Contra la Dictadura se entrecruzan el momento de ascenso de autoritarismos en la región con el momento en que Carrión acelera la conclusión de la biografía de García Moreno. En algunos conceptos vertidos se evidencia cierta tendencia sofisticada que responde al liberalismo y se opone a los autoritarismos y propone estudiar a los tiranos para aprender de ellos, tal actitud es típica de los revisionistas si es que dicho término significa algo más que sobreactuar un rasgo normal en historiografía científica.
En el apartado Ni ángel ni demonio, el hombre, Carrión parece dar marcha atrás con cierto romanticismo y, alejándose de la investigación erudita, realiza una biografía más de tipo ensayística. La autora describe en este apartado la estructura organizativa de la obra de Carrión y explica el tipo de relato que utiliza. Tal descripción lleva a pensar que Carrión escribía más como periodista aficionado e interesado que como historiador profesional que se ajusta al aparato crítico y a la regla fundamental de los mecanismos de autocontrol. Con el título La historia al servicio de la libertad de la patria, resalta la afirmación: la historia fría es la muerte de la Historia saltan a la vista por lo menos tres aspectos técnicamente débiles en Carrión. En primer lugar, la falta de diferenciación suficiente (ya que con mayúsculas y minúsculas no alcanza) entre historia (objeto de estudio) e historiografía (ciencia empírica social). En segundo lugar la perspectiva romántica e ideológica de la actividad historiográfica en tanto transformadora de la realidad. En tercer lugar y relacionado con lo anterior, las limitantes del sistema en que se desempeña el historiador ya que la objetividad científica es un producto sistémico e individual. En todo caso, el modo en que la autora expone los elementos de juicio de Carrión, permite detectar las tensiones individuo/estructura. Carrión está demasiado condicionado por su presente como ser objetivo respecto de Gabriel García Moreno y aun entendiendo el condicionamiento estructural tal como lo hemos explicitado, queda pendiente una reflexión historiográfica sobre el modo en que muchos (demasiados) historiadores hispanoamericanos se acercan a su objeto de estudio.
A continuación, bajo el título de El surgimiento de Ecuador la autora, que ya ha sentado las bases de los condicionamientos polares historiográficos de Benjamín Carrión, lleva a cabo la difícil tarea de desentrañar la biografía de García Moreno caprichosamente utilizada por Carrión para explicar la trayectoria de Ecuador. Luego, bajo el título El santo del patíbulo analiza otras combinaciones que confirman los juicios previos. Se muestra claramente como procede Benjamín Carrión en su comprensión del edificio político de García Moreno. En este caso enfocándose en su personalidad. Aquí aparecen elementos que confirman todos clichés de tantos historiadores hispanoamericanos de mediados del siglo XX. Uno de ellos está dado por la idea de humanizar las figuras que la historiografía clásica ha mecanizado. Eso es lo que intenta Benjamín Carrión en su biografía. Nuevamente, el modo en que la autora coloca los elementos operativos, permite detectar errores de Carrión. En su intención de humanizar sólo hay intelectualización sin evidencia de rasgos adquiridos o heredados por García Moreno en sus primeros quince años de vida. Para Carrión allí se forjan los rasgos más importantes de personalidad. Ello explicaría el modo en que condujo García Moreno Ecuador al momento de presidirlo. Se detecta una veta psicoanalítica y determinista en Carrión y un clásico intento literario irracional por ver lo que él desea ver, dónde lo desea ver y para lo que desea verlo. Carrión parece tomar ciertas decisiones, primero, que su presente es perverso y dictatorial; en segundo lugar, juzga que escribir es una forma de lucha. Finalmente en La dictadura perpetua, la autora reconstruye la conformación del orden político garciano elaborada por Benjamín Carrión. Tal reconstrucción se desprende de la lógica que estructura Carrión, a saber, la obtención y conservación del poder por parte de García Moreno mediante una dictadura. Para ello, la etapa general que se abarca va de 1845 a 1875, con una coyuntura o quiebre en 1860. De ese modo se estructura el relato bajo los títulos: La búsqueda del poder: el odio al general Flores; Oposición al General Urbina; Líder de la reacción conservadora; El poder; La tiranía teocrática; El Obispo de Afuera; El despotismo teocrático; y El tiranicidio.
En el capítulo V se abordan las interpretaciones finiseculares. En primer lugar se contextualiza la Modernidad (o fragmento de ella) posterior a la Guerra Fría y el modo en los grandes cambios globales impactan en Hispanoamérica. Tales cambios, no homogéneos, afectaron a esta parte de occidente, que de por sí, ya presentaba un ritmo diverso. La contextualización se dirige a detectar el modo variable en que la dinámica afectó a los historiadores que, en la década del ochenta abordaron estudios sobre la figura de Gabriel García Moreno. Dicha contextualización se profundiza hasta fines del siglo XX. Ello deja paso al tratamiento de: Los Vaivenes Historiográficos. Bajo este título se enmarca historiográficamente la actividad de tres historiadores que se ocuparon de Gabriel García Moreno, estos son, Pilar Ponce, Marie- Danielle Demélas e Yves Saint-Geours. Con gran acierto la autora señala que los tres quedan enmarcados en el campo de la historiografía científica cuyos rasgos generales señala y compartimos casi plenamente. El rasgo más importante es un fuerte avance de la profesionalización que cristaliza en la menor injerencia de los eventos sistémicos en que se inscribe el historiador. Queda claro que la historiografía ecuatoriana participa de estos avances generales y los análisis, consideraciones y citas de la Nueva historia ecuatoriana que se realizan en el capítulo V representan los sectores más interesantes de la obra. La historiadora Beatriz Conte pasa, dentro del capítulo V, al abordaje de Pilar Ponce García Moreno y el autoritarismo modernizador. En este repaso se detecta un salto significativo en la calidad del contencioso historiográfico respecto de García Moreno. Sin embargo no coincidimos aquí con la noción de que la distancia geográfica y temporal de Ponce represente una ventaja para la objetividad. La historiografía de difusión (aceptando que difusión e historiografía profesional puedan combinarse satisfactoriamente) argentina en el siglo XXI ha demostrado que las distancias tempo-espaciales no son antídoto suficiente contra el oscurantismo disfrazado de progresismo. Tal afirmación aumenta el valor de la producción de Ponce, historiadora cuyo nacimiento y primeros diecinueve años de vida transcurrieron el contexto del franquismo. De haber sido poco profesional hubiese visto en García Moreno el mismo tipo de tirano hispánico malvado o el mismo héroe contra el desorden hispánico que representó Franco aproximadamente un siglo después de García Moreno. Sin embargo ello no ocurre, más por razones de pericia profesional que por las contextuales. Dentro de la descripción se deja sentado que Ponce realiza un paralelismo entre la trayectoria colectiva de Ecuador y la individual de García Moreno. Si bien, por razones del modo en que operan los sistemas nerviosos centrales y sus equivalentes colectivos, tales paralelismos son arriesgados, se trata de un esfuerzo científico por contextualizar una biografía. El análisis pasa luego a las raíces y contexto histórico en que se señalan las sinuosas y contradictorias relaciones entre estructura individual decisora y agrupamiento humano. La revisión pasa luego a la etapa de los exilios y la consolidación de personalidad. El análisis se centra posteriormente en el camino al poder tras la amnistía de 1856, momento en que García Moreno comienza su actuación pública. Esto resulta sistémicamente muy interesante puesto que es la convergencia entre la trayectoria individual y la "estadual" donde se generará la constelación que, en definitiva, es uno de los objetos centrales de la obra que aquí reseñamos. A continuación, el análisis que la autora realiza de la obra de Ponce, se detiene en la primera administración, calificada y titulada como La impotencia de un dictador. La lógica organizativa de la obra lleva luego al análisis de la segunda administración de Gabriel García Moreno, la que es calificada como Apogeo del Personalismo. Continúa Pilar Ponce su análisis mixturando la constelación sistémica que conecta su vida familiar y contactos importantes con la gestión gubernativa y el contexto ecuatoriano. Finalmente la autora refiere (en la página 330) una cita de Ponce, que entiende a García Moreno como un producto de su tiempo, su país y su continente (p.124).
En el marco de las interpretaciones finiseculares, la autora revisa elaboraciones historiográficas de Marie-Danielle Demelás e Yves Saint-Geours, bajo el título: García Moreno y la República Católica. Un enfoque renovador. Jerusalén y Babilonia: Religión y política en el Ecuador, 1780-1880. Se trata de la producción de los historiadores franceses ya mencionados. Despliegan el análisis de la obra señalando, desde una perspectiva macro, el impacto diferencial que la modernidad ha tenido en Hispanoamérica. Se resalta una originalidad del desenvolvimiento y el sostenimiento de fragmentos completos del antiguo régimen. Para ello juegan con la dicotomía, algo peligrosa para los criterios científicos, entre una ciudad de dios y otra demasiado humana. La perspectiva macro se confirma cuando aseveran que se trata de rasgos de la cultura política sudamericana. Desde allí toman a Ecuador como laboratorio y el caso de Gabriel García Moreno como clave para comprender el intento institucionalizador en el marco de la tensión dinámica de las dos ciudades. La autora muestra como los dos historiadores franceses circunscriben la investigación al siglo XIX haciendo foco en tres momentos: la insurrección de Quito (1809-1812), la derrota del dirigente progresista Vicente Rocafuerte (1835-1843) y la dictadura católica de Gabriel García Moreno (1859-1875). Se explica el modo en que está estructurada internamente la obra y los capítulos conjuntos o individuales de cada historiador. También se señalan sus dimensiones y el contexto institucional en que se produjo, es decir, programas e instituciones que la financiaron.
En conclusión se trata de una obra original respecto de la producción historiográfica americana, ya que, al menos, al momento de escribir la presente reseña y con los conocimientos disponibles, no habría historiadores americanos contemporáneos que se hayan ocupado científicamente de analizar las diferentes interpretaciones sobre Gabriel García Moreno. Una crítica importante a la obra es la extensión dedicada en el capítulo II a la obra de Berthe. Con referencias a lo señero de obra por ser pionera y a los sesgos de una visión europea contemporánea hubiese sido suficiente para un análisis científico. Las opiniones y citas de un conservador católico no implican contribución alguna a un estudio científico. Es poco útil (o al menos discutible) para conocer la modernidad, transitar el camino de sus detractores. Del mismo modo que no puede combinarse científicamente (si religiosamente) la teoría de las especies o el big bang con una intencionalidad creadora; es algo inconveniente definir científicamente la modernidad por lo que opinan actores históricos que sólo citan partes del mito bíblico judeo-cristiano para explicar 1688-1776- 1789 ó 1848.
Un mérito importante de la obra viene dado por la rigurosidad, paciencia y profesionalismo con que se muestran la obra romántico/religiosa de Berthe y la romántico/pre-científica de Gálvez y Carrión (la primera más literaria y por ello menos científica). Ello contrasta fuertemente con los análisis finales de Pilar Ponce, Marie- Danielle Demélas e Yves Saint-Geours. Tal disposición temática favorece el contraste entre ciencia historiográfica impersonal y personalismo/oscurantista/romántico literario y ficcional. A lo último se suma una tendencia incipiente de victimización Hispanoamericana en Gálvez y más aun en Carrión. Ese rasgo no sólo es uno de los aspectos más patéticos de la historiografía en Hispanoamérica sino de todo el subsistema cultural. El libro y su estructura organizativa, dejan abierto el debate sobre los alcances de la ciencia historiográfica. Se trata de un debate epistemológico que afecta, antes que al campo historiográfico, al de la filosofía de la historia. La duda específica es la siguiente: ¿no representa un sesgo religioso pretender mostrar el acierto mediante lo erróneo? ¿No tiene la historiografía científica entidad suficiente como para recurrir a la no científica para que el contraste implique brillo de la segunda? Si bien las respuestas no son definitivas se trata de algunos de los temas centrales de la actividad historiográfica profesional. En tal sentido, resulta muy oportuno el apartado final que bajo el título de: Consideraciones historiográficas finales. Allí se deja una síntesis inteligente de las posturas analizadas y deja abiertos elementos sobre los condicionantes para el conocimiento del pasado.