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Relaciones internacionales

versión On-line ISSN 2314-2766

Relac. int. vol.32 no.64 La Plata jun. 2023

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/23142766e163 

Estudios

La resignificación de la Nakba

Resignifying the Nakba

Pedro Brieger1  *

1Universidad de Buenos Aires (UBA)

Resumen

Después de la expulsión de su territorio en 1948 los palestinos se convirtieron en refugiados que añoraban retornar a sus tierras. La negación y el trauma de la catástrofe vivida impidió que durante varias décadas pudieran encontrar conceptos que permitieran comprender lo sucedido hasta la apropiación de la palabra Nakba (catástrofe) resignificada y convertida en concepto político aceptado internacionalmente.

Palabras clave Nakba; memoria; catástrofe; Palestina, 1948; expulsión; refugiados

Abstract

After being expulsed from their territory in 1948, the Palestinians became refugees, yearning to return to their lands. The denial and trauma of the catastrophe they experienced prevented them for decades from finding concepts that may allow them to understand what had happened, until they appropriated the word Nakba (catastrophe), which was resignified and turned into an internationally accepted political concept.

Keywords Nakba; memory; catastrophe; Palestine; 1948; expulsion; refugees

1. Introducción

El 22 de noviembre de 2022 la Asamblea General de Naciones Unidas le pidió a la División de la Secretaría de los Derechos Humanos de los Palestinos que le “dedique las actividades de 2023 a conmemorar el 75 aniversario de la Nakba”; esto es, la catástrofe sufrida por la población palestina al ser destruida su sociedad con la creación del Estado de Israel en 1948. Este pedido oficial reconoce la expulsión de más de medio millón de palestinos de su propia tierra en el proceso de la creación de Israel luego de que las Naciones Unidas, en 1947 -a través de la resolución 181[1]- propusieron dividir en dos Estados el territorio de Palestina bajo el mandato británico y luego reconocieron al Estado de Israel.

En ese momento el mundo celebró la creación del Estado judío como respuesta al genocidio perpetrado contra los judíos por el nazismo. Muy pocos fuera del mundo árabe prestaron atención a la expulsión de centenares de miles de personas de sus hogares. Hasta tal punto esto es así, que tuvieron que pasar décadas hasta que la palabra “Nakba” reapareciera asociada como concepto político a la catástrofe sufrida por los palestinos. A pesar de que el sirio Constantin Zureik en 1948 utilizara la palabra “Nakba” en un libro, su utilización pública fue efímera hasta fines de la década de los ochenta del siglo pasado. La palabra Nakba -hoy tan conocida y utilizada- no fue parte de la narrativa política palestina, ni siquiera de sus principales dirigentes durante casi cuarenta años. Esto no significa que se desconociera la catástrofe, más bien todo lo contrario. Solo que la palabra como tal, con su significado político, no aparecía en los documentos y discursos palestinos aunque fuera utilizada aquí y allá como parte de la memoria colectiva.

Por este motivo es interesante tratar de comprender por qué la palabra Nakba casi no fue empleada durante décadas y por qué reapareció hasta convertirse en un concepto político en sí mismo, utilizándose el original en árabe sin traducción en todos los idiomas, incluso en hebreo.

2. La importancia de las palabras

Las palabras dan cuenta de intereses políticos en cualquier conflicto y de manera muy particular en el palestino-israelí. La inclusión o exclusión de una palabra en el discurso cotidiano, político o mediático no queda librada al azar. Una de las características de este conflicto es la batalla mediática y propagandística. Cada palabra forma parte de un juego dialéctico que busca imponer una narrativa dentro de su propio pueblo y en los medios masivos de comunicación. La utilización, repetición e internacionalización de un concepto puede tener connotación positiva o negativa. Tal vez el caso más conocido sea el de la palabra “apartheid” en su idioma original (afrikáans) entendida a nivel mundial como sinónimo de exclusión y segregación, ya no solo respecto de la población negra de Sudáfrica. La revuelta palestina de 1987 en los territorios que Israel ocupa desde 1967 -conocida como intifada- permitió por primera vez en la historia del conflicto israelí-palestino que penetrara una palabra en árabe en los medios de comunicación internacionales, y mismo dentro de Israel, sin connotación peyorativa.

Aunque la palabra en árabe significa “sacudimiento” o sacarse algo molesto de los hombros, se la identificó -y en cierta medida legitimó- como una lucha pacífica frente al poderoso ejército israelí.

Antes, la palabra árabe fedayín (combatientes) se había hecho conocida internacionalmente, pero solo la reivindicaban quienes apoyaban la lucha de los combatientes de la llamada “resistencia palestina”. También la expresión naksa (derrota/revés) forma parte del acervo cultural palestino para conmemorar la guerra de junio 1967 cuando el ejército israelí ocupó Cisjordania, la franja de Gaza y el Golán sirio, aunque la expresión no tuvo ni tiene la trascendencia de otras fuera del mundo árabe.

Hasta 1987 las expresiones utilizadas en la mayoría de los medios de comunicación occidentales mostraban la influencia de la versión israelí de los hechos. Un ejemplo de ello es la guerra de 1973 que pasó a ser conocida como la guerra de “Iom Kippur” siendo que los árabes por lo general la denominan la “Guerra de Octubre” o de “Ramadán”.

En lo específico, respecto de lo sucedido en 1948, la difusión de la versión israelí de la historia ha logrado que se identificara al año como el de la “Independencia del Estado de Israel” negando el proceso de destrucción de la sociedad palestina preexistente. El silencio provocado por el trauma y la imposibilidad de dimensionar la magnitud de la catástrofe adquirió la estructura de lo cotidiano en la primera generación de palestinos y palestinas. Sin embargo, la transmisión oral, la poesía, las narraciones sobre la tierra perdida, las investigaciones realizadas por intelectuales palestinos y la aparición y difusión de la palabra árabe nakba como sinónimo de la catástrofe que sufrió el pueblo palestino en 1948 ya han logrado que se cuestione cada día más la versión difundida por el Estado de Israel.

3. El debate sobre 1948

La expulsión de la mayoría de los palestinos de su territorio de origen es innegable desde el punto de vista histórico-fáctico y está ampliamente documentada. Solo para citar algunos de los principales referentes israelíes se puede mencionar una carta del primer ministro israelí David Ben Gurion a su hijo donde le expresaba estar convencido de que los palestinos no se irían voluntariamente. Allí fue contundente: “Debemos expulsar a los árabes y tomar sus lugares” (Masalha, 2008; p. 71). Con una lógica similar Yosef Weitz -Director Departamental de Tierras del Fondo Nacional Judío (FNJ)- expresó “entre nosotros debe quedar claro que no hay espacio para ambos pueblos en este país” (Masalha, 2008; p. 130). Desde ya que los palestinos no estaban preparados para abandonar su tierra y menos para ser expulsados de forma masiva. La mayoría pensó que regresaría, por eso conservaron incluso las llaves de sus hogares, pero no pudo hacerlo (Brieger, 2010). La expulsión comenzó antes del fin del mandato británico, pero desde junio de 1948 la destrucción de poblados árabes se implementó como política oficial. “El 5 de junio Weitz se reunió en Tel Aviv con Ben Gurion, ya como primer ministro, para presentarle un memorando titulado “Transferencia Retrospectiva”. Allí se llamaba a evitar el retorno de los árabes a sus hogares destruyendo sus aldeas durante las operaciones militares y asentar a judíos en los pueblos y las aldeas árabes (Masalha, 2008; p. 184).

La evidencia proporcionada por los propios archivos del movimiento sionista demuestra una línea de pensamiento similar entre los diferentes dirigentes judíos que consideraba necesaria la expulsión de los palestinos. Por lo tanto, el daño producido a los palestinos no fue accidental ni propio de la contingencia de la guerra de 1948.

Lo novedoso, es que en los últimos años, producto de varios estudios historiográficos y su uso en los medios de comunicación el concepto nakba reapareció y ya es parte de la narrativa del conflicto palestino-israelí.

Los estudios sobre la Nakba palestina se han multiplicado desde la década de 1980 y se centraron en relatos orales que han contribuido a destruir el mito israelí de la “huida de los árabes”. Esto se debe también gracias a la desclasificación de archivos y documentos de la guerra de 1948 por parte del Reino Unido e Israel, lo que favoreció el debate académico al respecto de lo acontecido en Palestina. El trabajo de Rosemary Esber “Reescribir la historia de 1948: una revisión del nacimiento de la cuestión de los palestinos refugiados” publicado en 2004 describió la situación: “Las investigaciones de Nazzal y de Morris han sido los estudios más detallados y sistemáticos que trataron de explicar las causas del éxodo palestino de 1948 (…) pero los resultados de la evaluación de la documentación, ampliada por las historias orales de aquellos que vivieron la expulsión da cuenta que “el 94% de la población palestina fue desplazada (…) expulsada por la violencia y el ataque directo de las fuerzas sionistas” (Esber, 2006).

Después de la creación del Estado de Israel la primera tendencia de muchas familias palestinas fue la de permanecer en lugares cercanos aguardando el momento para retornar. Sin embargo, no se les permitió regresar a sus tierras y luego de décadas de exilio forzado la mayoría se dispersó en numerosos países, mientras que una minoría logró quedarse dentro de los límites del nuevo Estado de Israel. No obstante, los vínculos familiares y de amistad entre los habitantes de las mismas aldeas o campamentos se hicieron fundamentales y posibilitaron la cohesión necesaria para mantener la identidad y fortalecer la memoria colectiva palestina en la que la vivencia y el recuerdo de la Nakba como relato histórico-identitario adquirió un rol relevante. En consecuencia, la fuerza de la memoria colectiva integró a posteriori, cuarenta años después, el concepto de nakba, que pasó de ser un relato vivencial a formar parte del discurso político de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Esto fue así a pesar de la construcción historiográfica y discursiva israelí para invisibilizar lo sucedido y sus efectos, esto es, la expulsión, el éxodo o la limpieza étnica.

4. El origen de la nakba como concepto político

El investigador sirio, Constantine Zurayk fue el primero en utilizar el concepto “nakba” sobre lo sucedido en 1948 en su libro “Ma´na al Nakba” (el significado del desastre) publicado en árabe en agosto de 1948 y luego en inglés en 1956 gracias a la traducción de Richard Bayly Winder del Departamento de Lenguas Orientales de la Universidad de Princeton en los Estados Unidos. Como suele suceder en muchos idiomas Zurayk tomó una palabra aplicada a desgracias o calamidades para darle contenido social (Cobos Alfaro, 2011), aunque su libro no tuvo gran difusión en su momento por fuera del círculo de algunos intelectuales árabes. Tampoco se convirtió en la “versión oficial” del relato palestino de lo sucedido en 1948 porque el objetivo de Zurayk era comprender la magnitud de la catástrofe que implicaba para el mundo árabe la creación del Estado de Israel desde la geopolítica regional. Para su análisis la “cuestión palestina” era secundaria, así como el desplazamiento poblacional que se había producido, aunque no deja de mencionarlo. Su libro es un texto de análisis crítico hacia los líderes de los países árabes durante el proceso de creación del Estado de Israel. En la misma línea estuvieron otras obras de la época, como las de Musa al-Alami, Muhammad Nimr al_khatib, Muhammad Nimr al-Hawwari o la del historiador palestino Arif Al Arif que utilizó el término en su monumental obra Al-Nakba: nakbat Bayt al-Maqdis wa-l-firdaws al-mafqud, 1947-1952 (El desastre: el desastre de Jerusalén y el paraíso perdido, 1947-1952)” (Masalha, 2011). Como bien lo señala Adel Manna los primeros trabajos escritos después de 1948 fueron importantes contribuciones a la comprensión árabe del evento traumático y las condiciones para sobrellevar sus resultados pero donde la cuestión palestina pasaba a segundo plano (Manna, 2013).

Dada la magnitud de la nakba y la destrucción de toda una sociedad -desde sus instituciones existentes hasta los muros de sus hogares- los palestinos, en un primer momento, no escribieron su propia historia. Los afectados transmitieron la experiencia de lo sucedido de generación en generación por vía oral sin la imperiosa necesidad de encontrar una definición exacta de lo sucedido.

5. La negación

Suele afirmarse que la historia la escriben los que ganan y en este caso se confirma la regla. Los creadores del Estado de Israel negaron sistemáticamente la expulsión de la población palestina y los medios de comunicación occidentales -los más influyentes a escala mundial- se encargaron de retransmitir la versión israelí que los palestinos se fugaron por órdenes de los países árabes y que no existió expulsión de ningún tipo. Sin embargo, numerosos investigadores han refutado esta versión de las “supuestas órdenes”. El historiador Walid Khalidi, uno de los fundadores del Instituto de Estudios Palestinos de Beirut, asegura que “el 15 de mayo la Agencia Noticiosa Árabe informa que las radios árabes anunciaron tres declaraciones del alto comité. La primera urge a los miembros del Consejo Musulmán Supremo, los funcionarios de las cortes y los Waqfs musulmanes, los imanes y los servidores de las mezquitas que continúen sus deberes, la segunda declaración solicita a los funcionarios del departamento de la cárcel que continúen sus tareas, la tercera solicita a todos los funcionarios árabes que permanezcan en sus puestos. Seguramente esta es una manera muy extraña de ordenar la evacuación del país”.

El principal obstáculo para la creación y mantenimiento del Estado judío en Palestina era -y sigue siendo varias décadas después- la presencia de una población autóctona que continúa apegada a su tierra. La negación de la nakba -en consecuencia- está en estrecha relación con la negación de Palestina y de los palestinos por parte de los diferentes gobiernos israelíes. El empeño en negar la expulsión y el despojo reside en que "si esta es Palestina y no la tierra de Israel, entonces ustedes son conquistadores y no labradores de la tierra; ustedes son invasores. Si esta es Palestina, entonces pertenece al pueblo que vivía acá antes de que ustedes llegaran". El historiador judío-francés Maxime Rodinson solía decir que contrarrestar el armado de la propaganda israelí no era una tarea sencilla: “Cuando empecé a publicar mis textos prácticamente ninguna otra voz socavaba el consenso de la opinión occidental. Las tesis israelíes eran casi universalmente reconocidas como que expresaban la “verdad”, la realidad objetiva. Ningún editor se atrevía a publicar un libro que las pusiera en duda, ningún diario autorizaba artículos contrarios a esta versión de los hechos”.

El paradigma propagandístico proisraelí fue cuestionado por numerosos investigadores palestinos. Sin embargo, la irrupción de los “nuevos historiadores” israelíes marcó un punto de inflexión y posibilitó el cuestionamiento de la versión oficial israelí y esto, a su vez, tuvo un impacto en el imaginario colectivo europeo y norteamericano" (Brieger, 1999). Ya no eran solo los palestinos quienes argumentaban que habían sido expulsados, también lo planteaban académicos israelíes que interpelaban a su sociedad y al discurso oficial, poniendo de manifiesto la paradoja de un movimiento que afirma ejercer la liberación nacional pero lo hace a expensas de otro pueblo.

6. Los palestinos y su propia historia

Como suele suceder ante un hecho traumático colectivo hay que esperar un recambio generacional para comenzar a reconstruir de manera ordenada la propia historia. En un primer momento el objetivo de algunos intelectuales palestinos fue tratar de refutar la versión israelí de los hechos, más que narrar su propia historia. Es posible pensar que el efecto del impacto provocado por la destrucción de su sociedad implicara la ausencia de la palabra nakba en el discurso mediático o académico. La catástrofe como tal, aun sin utilizar la palabra nakba, siempre estuvo presente. Como señala Diana Allan, “En los 1950s y a comienzos de los 1960s se emplearon otros términos más eufemísticos para describir los eventos de 1948, entre ellos, al-ightisab (la violación), al-ahdath (los eventos), al-hijra (el éxodo), lamma sharna wa tlana (cuando ennegrecimos nuestros rostros y partimos) (Allan, 2017). Como la sociedad palestina había sido destruida, las familias palestinas se abocaron a la tarea de sobrevivir a la espera de la liberación de sus tierras con ayuda de los países árabes que les permitiera retornar a sus hogares; lo que no sucedió.

Recién en la década del sesenta del siglo pasado la aparición de la OLP como fuerza organizadora de los palestinos y la producción de numerosos intelectuales palestinos permitió una aproximación a lo sucedido en 1948. Es interesante que en esa época, cuando se mencionaba la expulsión de 1948, en numerosos documentos palestinos difundidos por el mundo se utilizaban palabras como masacre, ocupación, expulsión y se insistía en la desposesión de la mayoría de los habitantes originarios de Palestina sin recurrir a la palabra nakba. Esto se puede comprobar revisando documentos y declaraciones políticas de los principales referentes palestinos, incluido el propio Iasser Arafat. Es más, en el primer gran documento de principios de la OLP -la famosa Carta Nacional Palestina de 1964- la palabra nakba no es mencionada ni una sola vez. El 13 de noviembre de 1974 Iasser Arafat apareció ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Después de citar diferentes luchas de pueblos del Tercer Mundo, Arafat se remonta al surgimiento de la cuestión palestina en el siglo XIX con la aparición de lo que denomina “invasión judía de 1881 y a la presencia de 1.250.000 palestinos en 1947”. Allí dice que el movimiento sionista “ocupó el 81% del área total de palestina expulsando a un millón de árabes y ocupando 524 ciudades y pueblos, destruyendo completamente 385 en ese proceso (…) La raíz de la cuestión palestina está aquí (…) Es la de un pueblo expulsado de su patria, dispersado y viviendo mayormente en el exilio y en campamentos de refugiados (…) miles de nuestro pueblo fueron asesinados en sus propios pueblos y ciudades, decenas de miles fueron obligados a abandonar sus casas y la tierra de sus padres a punta de pistola (…) nadie que haya sido testigo de la catástrofe podrá olvidar su experiencia”. El discurso de Arafat en Naciones Unidas es en árabe y en la transcripción inglesa la palabra catástrofe aparece en tres oportunidades. Sin embargo, no se utiliza “nakba” como sinónimo de catástrofe pues en 1974 esta palabra como concepto no se había incorporado al lenguaje político, ni siquiera entre los palestinos. Si se toma el trabajo de buscar la palabra nakba en el Journal of Palestine Studies, la prestigiosa revista política y académica dirigida por Rashid Khalidi que nació en 1971, se podrá encontrar casi 600 artículos que la mencionan, sin embargo casi todos son desde la década de 1990 en adelante. Esto quiere decir que, aunque la palabra nakba fuera utilizada en lenguaje cotidiano de muchas familias no formaba parte del discurso político.

En una Conferencia sobre Palestina realizada por Naciones Unidas en Ginebra entre el 29 de agosto y el 7 septiembre de 1983 un grupo de reconocidos intelectuales presentó lo que denominaron “Perfil del pueblo palestino”. Allí, Edward Said, Ibrahim Abu-Lughod, Janet Abu-Lughod, Muhamad Hallaj y Elia Zureik contaron la historia de su pueblo: “La situación actual del pueblo palestino tiene sus raíces en un acontecimiento histórico concreto: el desmembramiento de Palestina en mayo de 1948. El surgimiento de Israel entonces en una porción de Palestina tuvo dos consecuencias: primero los palestinos fueron expulsados (…) segundo, se produjo la incorporación jurídica y administrativa de las áreas restantes de Palestina por parte de Jordania y Egipto (…) Ambas partes fueron ocupadas por Israel en 1967. Así, toda el área de la Palestina del mandato está ahora controlada exclusivamente por Israel”. En este trabajo se menciona el desmantelamiento de la sociedad palestina y los preparativos para la eliminación de los palestinos, pero la palabra nakba como tal tampoco aparece. En noviembre de 1988 el Consejo Nacional Palestino sesionó y formalmente proclamó la independencia de Palestina. En el documento aprobado se hace alusión a las expulsiones de 1948 pero tampoco aparece la palabra nakba[2]. Un mes después Arafat se dirigió a las Naciones Unidas en la ciudad de Ginebra para declarar la independencia del Estado de Palestina y la palabra nakba tampoco figuró ni una vez. Para la misma época nació el Movimiento de Resistencia Islámico (HAMAS) que publicó su primera plataforma pública en agosto de 1988 sin que apareciera la palabra nakba. Tuvieron que pasar varios años hasta que la nakba apareciera en su página oficial como un apartado para explicar lo sucedido en 1948.[3]

En líneas generales podemos afirmar que, hasta la década del noventa del siglo pasado no se utilizó de manera pública y recurrente la expresión nakba como concepto político.

7. Reaparición pública y mediática del concepto Nakba

Numerosos investigadores palestinos -entre ellos los reconocidos Walid Khalidi o Salman Abu Sitta- se dedicaron a revelar la planificación y expulsión de los palestinos de su tierra. Sin embargo, la aparición de los llamados “nuevos historiadores” israelíes permitió que grandes medios e intelectuales europeos y estadounidenses se hicieran eco de la nueva “versión” de la historia. Si hasta ese entonces la narrativa palestina era considerada “propaganda” frente a la “verdad” israelí, una vez que los “nuevos historiadores” difundieron sus investigaciones ya no se podía ignorar que había otra historia porque en el seno de la misma sociedad israelí aparecieron académicos que cuestionaron de manera documentada y contundente la reiterada narrativa israelí. A través de sus textos Simha Flapan en “The Birth of Israel: Myths and Realities”, Benny Morris en “The Birth of the Palestinian Refugee Problem, 1947-1949”, Ilan Pappé en “Britain and the Arab-Israeli Conflict, 1948-1951”, Baruch Kimmerling & Joel Migdal en “The Palestinian People” y Avi Shlaim en “Collusion across the Jordan” -sólo para citar algunos- cuestionaron la versión israelí de la historia y reconocieron que se había concretado la expulsión masiva de la población palestina. Es interesante notar que -si bien sus textos daban cuenta de lo sucedido en el período 1947-1949,- también ellos tardaron en incorporar la palabra nakba como concepto asociado a la catástrofe de 1948.

En 1988 Benny Morris publicó el artículo “The new historiography: Israel confronts its past” en la revista judía Tikkun de los Estados Unidos donde explica la aparición de los nuevos historiadores que cuestionaban la historia oficial. Sin embargo, al analizar la expulsión de la población palestina no utiliza la palabra nakba sino “éxodo”. En el índice analítico del libro citado de Pappé publicado en 1994 tampoco aparece la palabra nakba aunque varios años después él mismo se convirtiera en uno de los autores más prolíficos en utilizarla para explicar la expulsión de la población palestina en 1948.

La socióloga Ronit Lentin, en su libro Co-memory and Melancholia: Israelis Memorialising the Palestinian Nakba también intentó rastrear la utilización del concepto nakba y encontró que el primer trabajo académico en hebreo que utiliza la expresión nakba fue escrito por Baruj Kimmerling en 1999. Sin embargo, Kimmerling & Migdal publican su libro en 2003 y utilizan la expresión Jil al-Nakba (la generación del desastre) para explicar la experiencia del exilio aunque sin darle mayor importancia al concepto nakba en sí mismo. Es más, le dedican el capítulo El significado del desastre al proceso de expulsión palestina entre 1947 y 1948 utilizando el mismo título del libro de Zurayk, aunque no citan al intelectual sirio en todo el libro.

La aparición de los “nuevos historiadores” abrió una grieta en los medios de comunicación occidentales e israelíes respecto del relato hegemónico israelí al ser contrastado con documentos del propio ejército israelí. A posteriori, los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993 reinstalaron el debate sobre lo acontecido en 1948 ya que uno de los reclamos planteado por los palestinos fue el retorno de los refugiados. El reconocimiento de la existencia de refugiados implicaba para los Acuerdos el reconocimiento de una expulsión, que –a su vez- se convertía en sinónimo de nakba. Aunque el tema de los refugiados palestinos de 1948 reapareció en el proceso de negociaciones, en la Declaración de Principios del 13 de septiembre de 1993 la palabra refugiados aparece una sola vez y como uno de los tantos temas para ser tratado en el futuro. El hecho de plantear que había que resolver el tema de los refugiados permitió que lo sucedido en 1948 y el derecho al retorno fuera expuesto, solo que -para ese entonces- la versión palestina de la expulsión tenía el respaldo de “los nuevos historiadores” israelíes. Esto explica que, también, para la misma época surgieran diversas organizaciones no gubernamentales y que muchos refugiados internos se unieran y formaran un comité de acción en marzo de 1995 para reafirmar el derecho al retorno de todos los palestinos y que la Asociación para la Defensa de los Derechos de los palestinos (ADRID) se planteara aglutinar los Comités de las aldeas y establecer “marchas en el día de la Nakba”.

En 1998, para conmemorar los cincuenta años de la expulsión de 1948 Arafat declaró el 15 de mayo como “El día de la nakba” convirtiendo en concepto político lo sucedido en 1948. Después de la muerte de Iasser Arafat en 2004 Mahmoud Abbas lo reemplazó al frente de la Autoridad Nacional Palestina y como tal el 29 de noviembre de 2012 habló ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Allí dijo claramente: “El pueblo palestino que milagrosamente se ha recuperado de las cenizas de la nakba de 1948, cuyo objetivo era extinguir su ser y expulsarlos con el fin de arrancar de raíz y eliminar su presencia, hunde sus raíces en las profundidades de la tierra y las profundidades de la historia. En aquellos días oscuros, cuando cientos de miles de palestinos fueron arrancados de sus hogares y desplazados dentro y fuera de su patria, arrojados de su hermoso, acogedor y próspero país a los campamentos de refugiados en una de las campañas más terribles de limpieza étnica y despojo de la historia moderna. Como se puede ver, el concepto nakba ya se había hecho un camino para incorporarse al lenguaje político.

Cabe destacar que la aparición de los nuevos historiadores israelíes, la utilización del término “nakba” por parte de los palestinos y su generalización mediática también influyeron en algunos políticos israelíes. Shlomo Ben Ami, excanciller israelí y doctor en historia por la universidad de Oxford, escribió varios libros sobre el conflicto palestino-israelí. En Israel, entre la guerra y la paz, publicado en 1999 se puede apreciar la línea tradicional israelí en el análisis de lo sucedido en 1948. Sin embargo, en Cicatrices de guerra, heridas de paz, publicado en 2006 reconoce las “atrocidades y masacres cometidas contra la población civil” y utiliza la expresión naqba para explicar la disolución de la comunidad árabe de palestina en 1948” (Ben Ami, 2006).

8. Conclusión

Mientras en Israel se festeja el día de la independencia el 15 de mayo de cada año, y con ello un supuesto regreso de los judíos a su tierra, en Palestina se conmemora la nakba, la expulsión y masacre de miles de palestinos de su propio territorio. Desde 1948 el discurso también ha sido un campo de lucha ya que la negación de la nakba ha funcionado como mecanismo fundamental del sostenimiento del paradigma de la “versión oficial israelí”. Desde la Intifada de 1987 algunos académicos israelíes iniciaron la deconstrucción de esa historia oficial y el paradigma comenzó a agrietarse. En palabras del israelí Eitan Bronstein de la Asociación Zochrot: “Si la Nakba nunca sucedió es imposible que hoy millones de palestinos sean refugiados exigiendo la restitución de sus derechos”.

Los intentos políticos de cosificar la nakba y convertirla en un acontecimiento pasado que se conmemora anualmente con gran simbolismo están condenados al fracaso puesto que la memoria ha sido siempre un componente fundamental en la resistencia palestina. Los palestinos y palestinas insisten en nombrar a su país, a sus ciudades y sus pueblos con sus nombres originales y con ello fortalecen una memoria colectiva que Israel se ha empeñado en hacer desaparecer y borrar incluso materialmente.

El concepto de nakba no ha hallado traducciones a otros idiomas que consigan abarcar todos los matices de su significado en el árabe original. La nakba no guarda relación solo a un aspecto puramente epistemológico sino que abarca aspectos de lo cultural, ideológico, político, comunicacional y hasta mediático. En consecuencia, la nakba no solo remite a los aspectos de la destrucción de toda Palestina y la expulsión de sus habitantes originarios que, si bien resistieron, no lograron evitar la expulsión masiva y las masacres en 1948. Es un proceso que continúa hasta el día de hoy.

La aparición de la expresión nakba en los medios masivos de comunicación puede ser considerado un éxito político y mediático para los palestinos. Estos han logrado, que ahora, cuando se conmemora un aniversario de la fundación del Estado de Israel los medios masivos de comunicación se vean obligados a explicar la catástrofe sufrida por los palestinos utilizando la palabra nakba en árabe. Ya no es solo una catástrofe como tantas otras, es “la” nakba, con todo el peso que implica emplear la palabra en árabe. El dominio del discurso y los espacios mediáticos son fundamentales en el conflicto palestino-israelí. Según las palabras del investigador palestino Amjad Alqasis también se hace imperativo el dominio del propio discurso palestino. “Esto –sostiene- podría lograrse mediante la introducción y el establecimiento de nuestro propio lenguaje y terminología”. Israel ha dominado esos espacios de lenguaje a nivel internacional durante décadas. No obstante, la nakba se ha convertido en un proceso que continúa y provoca prácticas de resistencia diversas que han impulsado que el Estado de Israel incluso legisle sobre ella prohibiendo la conmemoración de esta fecha.

La utilización de las palabras como intifada y nakba lo que hacen es reflejar cambios que van desde la reapropiación de la identidad original hasta su reconfiguración en el ámbito de los medios masivos de comunicación, lo que –a su vez- tiene un impacto en el propio conflicto palestino-israelí.

El gran cambio respecto de años anteriores radica en que los palestinos ya no aparecen como meros “refugiados” producto de la “perversidad” árabe que los instó a abandonar Palestina como rezaba la versión israelí sino que aparecen como víctimas de la expulsión de su territorio. La legitimidad obtenida en el ámbito mediático también se traslada a lo político y le da mayor sustento a la lucha por sus derechos, sean éstos para la construcción de un Estado independiente o la continuidad del reclamo del retorno a la tierra de los refugiados expulsados en 1948. Y la palabra nakba, que dio un salto de lo personal a lo político, fue clave para esta transformación.

9. Referencias

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Notas

1Resolución 181, Asamblea General de las Naciones Unidas, A/RES/181(II), Futuro gobierno de Palestina, segunda sesión, págs. 131-135.

2Declaración de independencia del Consejo Nacional Palestino.

3Definición de NABKA dada por Hamás. Disponible en https://hamas.ps/en/page/4/Nakba

Recibido: 09 de Marzo de 2023; Aprobado: 17 de Mayo de 2023; : 19 de Mayo de 2023

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Licenciado en Sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesor titular de la materia “Sociología de Medio Oriente” en la carrera de sociología de la UBA y autor de varios libros sobre temas de Medio Oriente.

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