Introducción
Actualmente, el género Trichinella está constituido por 10 especies y 3 genotipos, agrupados en el clado encapsulado: T. spiralis, T. nativa, T. britovi, T. murrelli, Trichinella T6, T. nelsoni, Trichinella T8, Trichinella T9, T. patagoniensis. TrichinellaT13; y el clado no encapsulado: T. pseudospiralis, T. papuae, T. zimbabwensis (Pozio y Zarlenga, 2005; Krivokapich et al., 2008; Krivokapich et al., 2012; Sharma et al., 2019; Sharma et al., 2020). Todas las especies son morfológicamente indistinguibles y potencialmente zoonóticas (Pozio et al., 1992; Pozio y Zarlenga, 2013). Trichinella spp. se caracteriza por desarrollar dos generaciones en el mismo hospedador para completar su ciclo de vida, denominado autoheteroxeno (sin fase larvaria libre y con migración larvaria dentro del hospedador). La transmisión ocurre únicamente por ingestión de tejido muscular infectado. A diferencia de la mayoría de los nematodes parásitos, la forma infectante es el primer estadio inmaduro o L1 que se distribuyen en un amplio rango de hospedadores de hábitos carnívoros, carroñeros y caníbales, que incluye mamíferos, aves y reptiles. El ciclo de vida de Trichinella spp. es idéntico en todos los hospedadores y comprende una fase intestinal, una fase de diseminación y una fase muscular. (Gottstein et al., 2009; Pozio, 2007, 2018). La ubicación final de las L1 infectivas está relacionada con el nivel de irrigación y actividad del músculo, de modo que los músculos esqueléticos que tienen actividad son los más altamente parasitados: diafragma, lengua, maseteros e intercostales. Entre los potenciales hospedadores se conforma un ciclo doméstico (rural o urbano) y uno silvestre con posible retroalimentación constante entre ambos. Las especies que coexisten en los alrededores o junto a sistemas de producción de cerdos cumplen un rol fundamental en la persistencia de la parasitosis (Pozio, 2014).
Trichinella spiralis se encuentra dentro de los diez primeros parásitos transmitidos por alimentos de acuerdo a la Food and Agricultural Organization of the United Nations (FAO, 2014). A pesar de que se ha registrado un aumento en el número de casos de triqui-nelosis por consumo de especies cinegéticas, la carne de porcinos domésticos y sus subproductos aún se consideran la principal fuente de Trichinella spp. (Murrell y Pozio, 2011). Hasta el presente, en América del Sur, se han hallado y registrado cuatro especies: T. spiralis, T. patagoniensis, T. britovi y T. pseudospiralis (Krivokapich et al., 2012, 2015, 2019) (Tabla 1), tres de las cuales han sido halladas en cerdos domésticos y productos porcinos en Argentina. Mientras que T. patagoniensis es la única especie endémica hallada en la región Neotropical con registros, hasta el momento, solo en pumas (Puma concolor) (Krivokapich et al., 2012).
El único método válido para el diagnóstico de la infección con Trichinella spp. en carne fresca es la técnica de digestión artificial (DA), que implica la digestión in vitro de tejido muscular estriado con ácido clorhídrico y pepsina, seguida de la visualización microscópica y la cuantificación de larvas L1. Un resultado negativo por digestión artificial, permite el consumo seguro de carne y la elaboración de derivados sin cocción previa (Gamble et al., 2000; Gottstein et al., 2009).
En el valle inferior del río Negro, noreste de la Patagonia argentina, el ecosistema natural se encuentra fragmentado por sistemas agrícolas y ganaderos que conforman en conjunto un paisaje heterogéneo. Los sistemas de producción porcina presentan un nivel tecnológico de bajo a medio, al igual que el 78% de la producción de cerdos en la provincia de Río Negro (Villegas Nigra y Miñón, 2018). Desde el año 2017 el funcionamiento del Matadero Social de San Javier ha permitido a productores acceder a una faena segura que brinde además garantías al consumidor, y cerrar la cadena productiva con la comercialización de la carne en las localidades de San Javier y Viedma. El establecimiento fue concebido como un proyecto social, cuyos beneficiarios directos fueron los pequeños productores. El objetivo del presente trabajo fue evaluar la presencia de larvas L1 de Trichinella spp. en porcinos domésticos procedentes de criaderos de pequeña y mediana escala, en el valle inferior del río Negro, Patagonia noreste de Argentina.
Materiales y Métodos
Se extrajo el diafragma de porcinos domésticos provenientes de faenas informales (años 2015 y 2016) y porcinos faenados en el Matadero Social de San Javier (2017, 2018 y 2019) (Figura 1). El tejido muscular fue conservado a 4°C hasta su análisis dentro de las 24 horas. Se extrajo 10 gramos de tejido muscular libre de grasa y fascia por individuo. Se conformaron pooles de no más de 10 muestras y se analizaron por el método de DA, de acuerdo a las recomendaciones de la Comisión Internacional de Trichinellosis (Gamble et al., 2000; Gajadhar et al., 2019) y a lo establecido por el Servicio de Sanidad e Inocuidad Agroalimentaria de Argentina (SENASA).
Resultados
Se analizaron un total de 942 porcinos domésticos con resultado negativo a la presencia de larvas L1 de Trichinella spp. El número de animales faenados y analizados por año fue variable y en incremento desde el año 2015 al 2019 (2015: 52; 2016: 73; 2017: 119; 2018: 214 y 2019: 485).
Discusión
La triquinelosis es una enfermedad parasitaria trans-mitida por los alimentos de importancia económica y médica mundial (Gottstein et al., 2009). Su impacto y magnitud suele hacerse evidente ante la aparición de focos y brotes epidémicos. En América del Sur, se han registrado casos de triquinelosis humana con signos y síntomas característicos y/o serología positiva en Argentina, Chile y Bolivia. Pero es en Argentina y Chile donde se registra el mayor número de casos y donde la enfermedad es considerada endémica (Ribicich et al., 2005; 2019). Particularmente en Argentina, la triquinelosis es un importante problema de salud pública debido a las altas tasas de morbilidad que genera (Pasqualetti et al., 2014). La elaboración y consumo de productos tradicionales basados en carne cruda que no requieren cocción (jamón crudo, chorizo, panceta etc.) desempeñan un papel importante en la trasmisión (Gottstein et al., 2009) y generación de brotes estacionales en periodo invernal. Históricamente en la Patagonia noreste, al igual que en el resto de Argentina, el consumo de carne porcina se mantiene por debajo del consumo de carne bovina y aviar. Desde el año 2015 el sector porcino experimenta un marcado incremento en todo el país, no obstante los sistemas de producción en la Patagonia norte continúan siendo principalmente a campo o mixtos (Villegas Nigra y Miñón, 2018).
Si bien la totalidad de los porcinos domésticos ana-lizados en este estudio resultaron negativos, se debe tener presente que sistemas de producción con bajo nivel de confinamiento, permiten potencialmente la retroalimentación de Trichinella spp. desde la fauna silvestre. Recientemente se ha registrado por métodos indirectos la circulación de Trichinella spp. entre jabalíes de vida libre (Sus scrofa) en la Patagonia noreste de Argentina (Winter et al., 2019). Particularmente los jabalíes, podrían ser entonces una potencial entrada de Trichinella spp. a los sistemas de producción situados dentro del área de acción de la población de jabalíes. Además, en el año 2013 fue hallado en la región sur de la Patagonia un cerdo doméstico infectado con T. pseudospiralis. A partir de entonces, se considera que la especie constituye un riesgo zoonótico para los países de la región Neotropical (Krivokapich et al., 2015). Esto contribuye a demostrar que T. pseudospiralis tiene la capacidad de propagarse largas distancias a través de las aves, transmitirse entre roedores y cerdos domésticos y de causar brotes humanos (Hurníková et al., 2004; Pozio y Zarlenga, 2013), e invita a considerar su potencial presencia durante los controles de rutina y de vigilancia.
Mundialmente se reconoce que el rol de las especies silvestres como reservorio de Trichinella y la existencia de un ciclo natural, es independiente del hombre y los animales domésticos (Pozio, 2000). Es decir, a diferencia de otras infecciones por nematodos que involucran a hospedadores silvestres y domésticos, el género Trichinella mantiene su biomasa entre la fauna silvestre (Pozio, 2014). En este sentido, el cambio climático podría tener efectos directos sobre el género al aumentar o disminuir la supervivencia de las larvas L1 en restos de animales muertos y efectos indirectos sobre la biología, abundancia y distribución de las especies que participan en el ciclo natural de Trichinella. Así también, debe considerarse el posible efecto local de la urbanización y la introducción de especies exóticas (Pozio, 2019). En este contexto, no es posible pensar en la erradicación (Pozio, 2014) y ausencia de focos de triquinelosis en países donde la infección ha sido detectada en animales silvestres. Los sistemas de producción de baja escala y familiares, resultan potencialmente los más expuestos a una posible conexión con el ciclo silvestre de Trichinella. Se reconoce además, que los conflictos socioeconómicos resultan en el resurgimiento de la triquinelosis como un grave problema de salud pública (Djordjevic et al., 2003; Cuperlovic et al., 2005). Es necesario entonces garantizar el control veterinario en la faena de porcinos domésticos y presas de caza y sostener acciones de vigilancia, actualización y promoción en relación a la prevención de la triquinelosis.