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Boletín de estudios geográficos

versión On-line ISSN 2525-1813

Bol. estud. geogr.  no.115 Mendoza jun. 2021  Epub 19-Jun-2023

 

Reseñas y críticas bibliográficas

“Nosotros creamos el Delta”. Habitar, forestar y conservar un humedal. Cynthia Pizarro, (Coord.), 2019, Buenos Aires, Ediciones CICCUS

Mariana Arzeno1 

1Instituto de Geografía de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Grupo de Estudios Geografías Emergentes. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET). Argentina. mariana.arzeno@gmail.com

Pizarro, Cynthia. 2019. “Nosotros creamos el Delta”. Habitar, forestar y conservar un humedal. Buenos Aires: Ediciones CICCUS,

En estas líneas quiero compartir algunas reflexiones que surgen de la lectura del libro “Nosotros creamos el Delta”. Habitar, forestar y conservar un humedal, coordinado por Cynthia Pizarro. Se trata de una compilación de artículos que exponen resultados de un proyecto de investigación de largo alcance desarrollado en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, en el marco de la Cátedra de Extensión y Sociología Rurales.

Entre las distintas formas en que me han interpelado los temas y cuestiones que se presentan a lo largo de sus páginas que iré desarrollando en esta reseña; quisiera comenzar por la frase que identifica el título de la obra: “Nosotros creamos el Delta”, porque en sí misma condensa varias discusiones que luego van a ser desplegadas en los distintos capítulos que componen el libro. Esa frase nos habla del Delta, en primer lugar, como un espacio socialmente producido. Por otro lado, nos adelanta una discusión que involucra la cuestión de la identidad de aquellos que tuvieron o sienten que tuvieron un rol clave en esa producción. También nos sugiere la existencia de conflictos y resistencias en torno a eso. Todos estos componentes que están en el análisis que se realiza en el libro podemos enmarcarlo dentro de la idea de producción del espacio.

Pensarlo en estos términos me lleva a recuperar una conceptualización clásica y ampliamente discutida entre los geógrafos que es la de Lefebvre (2013). La producción del espacio fue pensada por el filósofo francés como un proceso complejo que tiene distintas instancias que podemos reconocer en el libro: la producción de la materialidad, que es un proceso social pero en el que también intervienen dinámicas naturales; la representación del espacio, vinculada a cómo los actores lo piensan y proyectan, que incide luego en la materialidad producida. Y un tercer elemento que tiene que ver con el espacio vivido que está atravesado por esas otras dimensiones, el espacio de los habitantes, que producen cotidianamente el Delta. Sin adentrarme en un análisis exhaustivo de cada uno de los capítulos que componen el libro, me interesa hacer referencia a algunos ejes que pueden aportar una síntesis representativa de las discusiones que propone.

Una primera cuestión tiene que ver con la dinámica natural y su rol en la producción del espacio del Delta y en la conformación de una identidad isleña. Ya en el primer capítulo Transformaciones productivas e institucionales en el Delta Inferior del río Paraná. Del ocaso de la fruticultura a la Zona Núcleo Forestal , Carlos Moreira realiza un análisis histórico productivo e institucional del área de estudio y en ese recorrido nos habla de los pulsos naturales que fueron marcando la producción del espacio en el período analizado, vinculados con la dinámica del agua, las crecidas, las inundaciones. De hecho, parte de la periodización que construye, recupera estos eventos que marcaron a lo largo del tiempo la producción y la dinámica demográfica del Delta, dejando planteado un escenario que luego se va abriendo y profundizando en distintos aspectos y desde distintas perspectivas teóricas en los capítulos sucesivos. La cuestión de la dinámica natural reaparece más adelante en el libro en el capítulo Vivir (después de) la inundación de “la isla”. Las experiencias de “su” paisaje de los habitantes de la Zona Núcleo Forestal , donde Cynthia Pizarro y Damián Ortiz analizan cómo se construye una identidad a partir de ella. Queda claro que el ser isleño es parte de la identidad de esta población que además nutre en gran medida ese “nosotros creamos el Delta”: alude al esfuerzo y al trabajo acumulado que resulta de lidiar con esa dinámica natural, tratar de regularla, de dominarla. Obviamente eso no es algo que hayan hecho los pobladores por sí solos, acá también intervinieron políticas estatales, pero ha habido, al menos desde su percepción, un esfuerzo de trabajo en convertir el Delta en una zona habitable y productiva. Y la convivencia en esta dinámica tan particular, como se expresa en uno de los capítulos, “se hace cuerpo” en los isleños, lo cual da cuenta de cómo intervino e interviene también en la producción del espacio.

Claramente, otra dimensión que cobra relevancia es la política, no solo asociada a lo estatal sino también, como veremos más adelante, a las resistencias, cuestiones que están muy bien expresadas y trabajadas en varias partes del libro.

El capítulo Idearios históricos y referenciales de política para el desarrollo de la forestación en el Delta Inferior del Paraná de Beatriz Nussbaumer y Sebastián Fernández, por ejemplo, focaliza en la política de promoción forestal. El enfoque teórico-metodológico del que parten los autores (que recupera la noción de referencial de las políticas, es decir, la cosmovisión que las políticas contienen, la imagen de la realidad que construyen y cómo moldean las acciones, diagnósticos e instrumentos de intervención) permite desmenuzar el proceso de producción de una política pública a lo largo del tiempo. Así el artículo muestra, a partir de la reconstrucción histórica de las regulaciones e instrumentos dirigidos al sector de la producción forestal, los distintos supuestos en los que se han basado las políticas de promoción y que han ido marcando sus formas de intervención concretas. También permite ver cómo esos instrumentos se han ido ajustando en función de las disputas y tensiones con los grupos de intereses que han ido cobrando relevancia en las instancias de negociaciones del estado. Todo lo cual condujo a la actual configuración socioproductiva, donde se torna evidente no solo la dominancia de la actividad forestal por sobre otras actividades, sino además una fuerte concentración de la propia actividad, en manos de actores empresariales que además tienen un rol central en la propia política pública.

La dimensión política de la producción del Delta, en este caso centrada en la cuestión normativa, también la vemos claramente en el capítulo De “islas” a “humedales”: una exploración sobre los giros normativos en el Delta Inferior del río Paraná de Hortensia Castro, Patricio Straccia y María Ximena Arqueros. Aquí los autores muestran cómo a lo largo del tiempo estas normativas fueron prescribiendo las distintas formas de apropiación y usos del espacio, los distintos proyectos políticos que vehiculizaron y el orden que buscaron promover. Un aspecto que nos permite pensar este análisis es que si los isleños pueden decir “nosotros creamos el Delta”, hoy en día las organizaciones ambientalistas pueden decir “nosotros creamos un humedal”. Creo que el capítulo muestra con claridad ese pasaje de ser “islas” habitables y productivas a ser un “humedal” en peligro de extinción, con todo lo que implica en términos de cómo se empieza a pensar ese espacio desde su definición como tal. Como bien se aclara en el texto, estas distintas instancias de la producción del espacio del Delta no se fueron superando unas a otras sino que se fueron superponiendo, lo cual explica las tensiones socio-espaciales que hoy caracterizan el área.

Justamente estas tensiones reaparecen en otras partes del libro. En el capítulo La producción de políticas preservacionistas. Disputas en la ZNF en torno al proyecto de “ley de humedales” de Patricio Straccia, Julián Monkes y Carlos Cowan Ros, se aborda la arena de disputa y posicionamientos que se generan en torno a la posible sanción de esa ley nacional, que tiene incidencias en el área de estudio. El análisis de los autores nos permite ver cómo, por ejemplo, la sola existencia de un proyecto de ley sobre este tema generó automáticamente un aglutinamiento de los actores productivos de la zona aún en sus diferencias. También expone cómo activó una identidad local frente a organizaciones ambientalistas “de nombre extranjero”, que parecen no conocer “lo que es realmente el Delta” y que vienen a decirle al isleño “cómo lo tiene que cuidar” o a cuestionar su presencia en un Delta “que nosotros creamos” (p. 122-124). Este proyecto de ley generó en una primera instancia esta unión defensiva de los actores locales frente a un enemigo externo. Pero también en la deriva de este proyecto de ley, el análisis muestra cómo las diferencias que existen en el Delta afloran en estos contextos de tensión. Y aquí lo que queda visible claramente es cómo los productores capitalizados que tienen más posibilidades, una dotación de capitales diversos, entre ellos políticos, terminan adoptando el discurso ambientalista, aunque resignificado en función de sus intereses. Un discurso que pueden materializar a través de prácticas amigables con el ambiente que a la larga y ante un escenario de posible sanción de esta ley les dé mayor legitimidad y poder de negociación en la formulación de una ley de humedales. Algo que no pueden hacer los pequeños productores, que tienen menos posibilidades de participar en esas instancias, lo cual expone las tensiones y diferencias que hay internamente.

Otro aspecto de la dimensión política de la producción del espacio, pensando ahora lo político en términos más amplios, tiene que ver con las resistencias, que no siempre aluden a conflictos explícitos entre actores, sino que son parte de una política del habitar (Lefebvre, 2013; Pérez Ahumada, 2015). Encontramos a lo largo del libro un relato que nos indica una persistente emigración de población que debemos situar en un doble contexto. Por un lado, un contexto productivo con la forestación como actividad hoy dominante, que es cada más concentrada y de alguna manera expulsiva de población. Y por otro lado, un contexto ambiental y de políticas ambientales que también resulta expulsivo, al cuestionar la presencia de pobladores en el Delta. Entonces es en ese contexto donde una resistencia se hace visible, porque habitar el Delta es también parte de la política pasada y presente de los pobladores, hay una política del habitar que se hace presente y tiene distintas manifestaciones.

Esto se torna visible en la manera en que los isleños se apropian del discurso ambientalista y lo resignifican y discuten. También cuando rescatan sus saberes locales para poner en duda y en cuestión algunas prescripciones de ese discurso que busca de alguna manera “borrarlos” como sujetos presentes en el Delta. El capítulo Saberes locales sobre la flora y la fauna. Resignificaciones del discurso preservacionista sobre la biodiversidad en la Zona Núcleo Forestal de Cynthia Pizarro, Laura Dayan y Esteban Maestripieri, al analizar las tensiones entre los saberes locales y el discurso científico, da muestras claras de esta cuestión. Un aspecto que podemos destacar de esa discusión es que nos habilita a pensar la producción de naturaleza como una dimensión específica (y en este caso además conflictiva) de la producción del espacio. Esto queda expresado por un lado en los usos y relaciones complejos de la población con la naturaleza y en la tensión que muestran entre qué es lo natural del Delta y qué no lo es. También podemos verlo expresado en la manera en que los pobladores cuestionan aquello que el discurso ambientalista define como autóctono del Delta, por ejemplo poniendo en cuestión si el ciervo que predomina en la zona es autóctono o no y por qué hay que protegerlo. Por último, también exponen cómo este discurso atenta contra ciertas prácticas que están incorporadas: el hecho de cazar porque hay animales silvestres que son comestibles o el hecho de adoptar un animal silvestre y criarlo como doméstico, todo lo cual entra en tensión con la prohibición de cazar o criar un animal silvestre. A lo largo de estas páginas queda expuesta claramente la disputa por definir qué es naturaleza o qué podemos llamar naturaleza en este contexto y qué es lo que tenemos que conservar, quiénes deben hacerlo y por qué. En este sentido considero que hay una resistencia de la población local bastante clara; una resistencia que es política, porque lo que está exponiendo es, siguiendo a Rancière (1996) un disenso que cuestiona la legitimidad de la distribución jerárquica de voces, de posiciones y visibilidades autorizadas para decidir cómo producir y gestionar el Delta.

Otro plano en el cual la cuestión de las resistencias aparece claramente expresada en el libro tiene que ver con el accionar de las organizaciones locales. El capítulo Habitar la isla entre la investigación y la extensión. Crónica del proyecto de extensión realizado junto a la Asociación Civil Isleños Unidos II de Damián Ortiz y Julián Monkes reflexiona sobre una experiencia de extensión universitaria que tuvo por finalidad visibilizar el accionar de una de las organizaciones de mayor antigüedad en la zona y también la identidad isleña. A través de talleres participativos se reconstruyó la historia de la asociación, sus principales hitos y logros, lo cual permitió conocer el importante accionar que tuvo a lo largo del tiempo en pos de mejorar las condiciones de habitabilidad en las islas.

Y esta cuestión también aparece con centralidad en el capítulo Mujeres sobre el agua. Roles y espacios de género en la ZNF y prácticas de resistencia territorial de socias de la organización Isleños Unidos II de Gimena Camarero, donde se pone el foco en el rol de las mujeres en la vida social y productiva del Delta pero también en el espacio político. En relación con esto lo que podemos observar es una doble resistencia: por un lado aquella que con sus acciones encaminan grupos de mujeres que actúan en distintas organizaciones y que se orientan a mejorar las condiciones de vida, a generar oportunidades, a tratar de lograr que la gente quiera y pueda volver al Delta o seguir viviendo en él. Y por otro lado, una resistencia de las mujeres dentro de un modelo patriarcal que ponen en discusión a partir de su participación en algunos espacios organizativos y políticos donde resignifican y cuestionan los roles de género que le son asignados.

Por último quisiera destacar dos cuestiones más en relación al contenido del libro y sus aportes. Por un lado, nos brinda una “caja de herramientas” analíticas para abordar distintas cuestiones que pueden ser aplicables a otros estudios de caso. Entre ellas me interesa destacar: diversos criterios de periodización como estrategia metodológica; diferentes perspectivas para abordar la complejidad de la arena estatal y de la producción de políticas públicas, así como los espacios donde lo estatal se entrelaza con las acciones de diversos actores en escena, dando forma a esos márgenes en la definición de políticas; herramientas para poder leer las normativas en clave de los proyectos políticos que vehiculizan y cómo eso se traduce en formas de apropiación del espacio; herramientas para ver los supuestos que contienen esas políticas y cómo son reproducidos por distintos grupos de interés que terminan volviéndose claves en su producción; elementos para abordar la dimensión discursiva de los procesos políticos que se activan en torno a situaciones de tensión y para abordar la dimensión de género que atraviesa la vida política, económica y social.

La otra cuestión que destaco es que si bien cada capítulo es autónomo, es decir, tiene su enfoque teórico-metodológico que orientó ciertas preguntas, trayectorias de indagación y abordó una dimensión específica de la producción del Delta y las tensiones actuales, el libro en sí funciona como una unidad. En su recorrido el lector puede ir sumando elementos de análisis, de comprensión y de profundización de un caso desde distintas aristas, lo cual es fruto, en definitiva, del trabajo colectivo realizado en el marco de un proyecto de investigación de varios años.

Bibliografía

Lefebvre, H. (2013 [1974]). La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing Libros. [ Links ]

Pérez Ahumada, M. (2015). Ciudadanía Urbana y Derecho a la Ciudad: Hacia una Política del Habitar. En: I. Gasic; A. Narvaez & R. Quiroz (Comps) Reapropiaciones de Henri Lefebvre: Crítica, Espacio y Sociedad Urbana (pp. 10-39). Santiago de Chile: Triangulo. [ Links ]

Pizarro, C. Coord. (2019). “Nosotros creamos el Delta”. Habitar, forestar y conservar un humedal. Buenos Aires: Ciccus. [ Links ]

Rancière, J. (1996). El desacuerdo. Política y filosofía. Buenos Aires: Nueva Visión. [ Links ]

Mariana Arzeno Es Licenciada y Doctora en Geografía por la Universidad de Buenos Aires. Es Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede en el Instituto de Geografía de la UBA, donde coordina el Grupo de Estudios Geografías Emergentes: políticas, conflicto y alternativas socio-espaciales. Sus líneas de investigación se enmarcan dentro del campo de la geografía política y rural y focalizan en la espacialidad de los procesos políticos y resistencias en torno al acceso a la tierra, al ordenamiento y a la producción / consumo de alimentos tanto en áreas rurales como urbanas de Argentina, siendo directora de proyectos de investigación grupales sobre esos temas, entre otros. También es docente de grado y posgrado en la Universidad de Buenos Aires y dicta cursos de posgrado en varias universidades nacionales de Argentina. Cuenta con diversas publicaciones en revistas científicas nacionales e internacionales, capítulos y coordinación de libros. Es directora de tesis de doctorado, maestría y licenciatura, así como de becas doctorales y postdoctorales.

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