Introducción
Las caídas son comunes entre los adultos mayores y pueden generar consecuencias graves.1 Se ha reportado que entre un 30% y un 60% de la población adulta mayor presenta al menos una caída por año y aproximadamente la mitad de ellos experimentan múltiples caídas.2,3,4,5,6,7 Las tasas de incidencia de caídas para las poblaciones mayores, que viven en una comunidad, oscilan entre el 0,2 y 1,6 por persona por año.2 Las mismas se relacionan con un deterioro del funcionamiento general del adulto mayor, asociándolo a una admisión temprana en los hogares de residencia de ancianos.8,9,10 Además, las caídas representan el 70% de las muertes accidentales en personas mayores de 75 años y constituyen la quinta causa de muerte en los adultos mayores, antecedida por enfermedades cardiovasculares, cáncer, accidentes cerebrovasculares y enfermedades pulmonares.11,12 Estas inquietantes estadísticas aumentan conforme aumenta la edad en ambos sexos en todos los grupos étnicos.13,14
Según la organización mundial de la salud15, cada año se producen alrededor de 37,3 millones de caídas, cuya gravedad requiere atención médica. Además, el 25% de las caídas causan lesiones serias, como fracturas y lesiones cerebrales traumáticas.7 Atenuar el riesgo de caídas en adultos mayores debería considerarse un objetivo primordial de la salud pública, debido a que el impacto de la prevención eficaz en los residentes mayores de la comunidad podría reducir las lesiones graves y disminuir las consultas en los departamentos de emergencias, las hospitalizaciones, las admisiones en residencias de adultos mayores y el deterioro funcional.16
Con tal fin, la Sociedad Americana de Geriatría junto con la Sociedad Británica de Geriatría y el panel de la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos de Prevención de Caídas17) recomiendan que todas las personas mayores que estén bajo el cuidado de cualquier profesional de la salud (o de sus cuidadores) deben ser interrogadas por la posibilidad de un antecedente de, al menos, una caída durante el último año. Ante una respuesta afirmativa, se recomienda que toda persona con un antecedente de caída debería ser evaluada para valorar la dificultad y/o inestabilidad en la acción de levantarse de una silla sin ayuda de sus brazos, caminar 3 metros, girar, volver y sentarse. Esta evaluación fue descripta originalmente como Get Up and Go Test (prueba de levantarse y caminar) creada por Mathias18 en 1986. La misma presentaba como objetivo la valoración de las habilidades de movilidad básica de manera rápida y práctica. Desafortunadamente, el sistema de puntuación de la prueba es operador dependiente por lo que se considera, en la actualidad, como impreciso. En 1991, Diane Podsiadlo y Sandra Richardson19 modificaron la prueba y crearon el Timed Up And Go (TUG, prueba cronometrada de levantarse y caminar) donde la variable a registrar es el tiempo que tarda el sujeto en realizar dicha acción.
Actualmente, el TUG es una de las herramientas más utilizadas para determinar el riesgo de caídas de un sujeto debido a que no requiere de un equipamiento específico, es fácil de administrar y confiable. El mismo presenta diferentes valores de corte para una amplia variedad de poblaciones, como en pacientes con Párkinson20, ACV21), amputaciones22, artrosis de cadera23, desórdenes vestibulares24,25, adultos mayores26, entre otros. Además, existen variaciones del test, pudiéndose realizar con tarea dual27, con tarea manual28 y con tarea cognitiva29.
Internacionalmente, se recomienda que cualquier persona que haya registrado riesgo de caídas, posea una intervención multifactorial para su prevención. Esto es considerado uno de los abordajes necesarios en los programas de entrenamiento y/o rehabilitación fisioterapéutica del equilibrio, la marcha y la fuerza.16,30 Dentro de un equipo de salud, dichas actividades son de incumbencia kinesiológica, por lo que la comprensión profunda y la valoración del riesgo de caídas debe considerarse de vital importancia.
El objetivo del presente paso a paso es describir el TUG utilizado para evaluar el riesgo de caídas de los adultos mayores.
Materiales a utilizar
Los materiales necesarios para realizar el test son:
una silla de 45 cm de altura aproximadamente, que posea respaldo y apoyabrazos
un cronómetro
un espacio de al menos 4 metros por delante de la silla
una línea en el suelo que determine la distancia de 3 metros (Figura 1)
Procedimiento
Para el presente paso a paso utilizaremos la versión del test descripta por Shumway-Cook et al.26 quienes, en el año 2000, determinaron los valores utilizados en la actualidad para definir el riesgo de caídas de un adulto mayor. La principal diferencia de dicha versión con otras es que se evalúa a la mayor velocidad segura en la que el participante pueda ejecutar la acción sin correr. El valor de corte es de 13,5 segundos. Cualquier valor que se encuentre por arriba de dicho tiempo determina un riesgo de caídas con una sensibilidad del 80%, una especificidad del 100% y una predicción general del 90%.
El TUG mide el tiempo, en segundos, que tarda un individuo en levantarse de una silla estándar, caminar una distancia de 3 metros, girar, caminar de regreso a la silla y sentarse nuevamente. En el caso de que el sujeto utilice habitualmente un dispositivo de ayuda para la marcha (bastón, trípode o andador) debe emplearlo durante la evaluación. El test se realiza con calzado y el evaluador no debe brindar asistencia física. El cronómetro inicia cuando el evaluador indica “Ya” para que el sujeto se levante de la silla, y finaliza cuando éste se apoya en el respaldo de la misma. Inicialmente, se realiza un ensayo sin registro del tiempo, para que el sujeto se familiarice con la tarea y se realicen las correcciones que sean necesarias.
Se debe instruir verbalmente al sujeto para que ejecute la evaluación a la mayor velocidad que alcance en la que se sienta seguro, sin correr. El test inicia y finaliza con el sujeto en sedestación apoyando su espalda en el respaldo de la silla (Figura 2).
Es aconsejable acompañar al sujeto en todo el recorrido para garantizar su seguridad. Dicho acompañamiento debe ser por detrás y a un costado. El objetivo de dicha indicación es evitar que la velocidad del evaluador afecte el desempeño del participante (Figuras 3 y 4).
A continuación, se describirá el paso a paso para realizar el TUG:
El evaluador da la orden “Ya” y se inicia el cronómetro. Al momento de iniciar, el sujeto debe estar en sedestación con la espalda apoyada en la silla. Se recomienda evitar palabras que antecedan a la señal de orden y le permitan al sujeto predecir dicho momento, ya que el tiempo de reacción se encuentra estipulado en los valores del test. Por lo tanto, deberían evitarse las siguientes frases: “Listo, preparado, ya” o “¿Listo? Ya”.
El sujeto se levanta de la silla. De ser posible, el sujeto debe ejecutar la acción solicitada sin la ayuda de sus miembros superiores. Si es un usuario de ayuda marcha, puede utilizarla para la realización de la transferencia. De utilizar un andador, el mismo deberá estar por delante del sujeto.
Camina 3 metros hasta la línea de demarcación del suelo (Figura 3). El evaluador debe asegurarse de que el sujeto supere la marca antes de realizar el paso siguiente.
Gira 180° (Figura 4). Es recomendado que el evaluador se posicione por detrás y a un costado del sujeto para garantizar la seguridad del mismo.
Camina los 3 metros de regreso a la silla.
Gira y se sienta.
El evaluador detiene el cronómetro cuando el sujeto se apoya en el respaldo.
Conclusión
El TUG es una de las herramientas más utilizadas para valorar el riesgo de caídas en los adultos mayores, dado que es fácil de implementar y confiable. Su correcta administración es indispensable para un adecuado registro de los resultados. Los mismos permiten cuantificar y confirmar el riesgo de caídas para una rápida intervención. Además, la información obtenida puede ser utilizada para mensurar la evolución de un paciente y adecuar las actuaciones a lo que éste requiera. Por todo lo expresado, el adecuado empleo del TUG proporciona al kinesiólogo una herramienta imprescindible en su práctica clínica para la atención de adultos mayores.