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Recial

versión On-line ISSN 2718-658X

Recial vol.13 no.22 Córdoba dic. 2022  Epub 08-Dic-2022

http://dx.doi.org/10.53971/2718.658x.v13.n22.39631 

Reseñas

Claves de una práctica compositiva modélica

1 Universidad Nacional de Córdoba

2 IDH, CONICET, jabracam@gmail.com

Balderston, D.. 2021. El método Borges. 347p. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ampersand,

A partir de vestigios, indicios y huellas en más de 180 manuscritos y documentos primarios, Daniel Balderston, uno de los principales especialistas del mundo en la obra de Borges, recompone aquí el proceso que llevó al escritor argentino a construir sus poemas, cuentos y ensayos.

Este libro, El método Borges, es el resultado de una investigación que le llevó a su autor más de cuarenta años, y que el mismo considera su obra central, su texto culminante acerca de la obra del escritor de Ficciones, y su mejor logro en su extensa producción crítica. Desde ya, nos invita a prestar atención, a revisar cuidadosamente el presente libro, en función no solo de su relevancia intrínseca como texto y como aporte crítico, sino porque además estamos hablando de un trabajo que el autor considera culminación de su carrera, y en este sentido debemos pensar que Balderston -y por hablar únicamente de textos referidos a Borges- es autor de ensayos de referencia como son El precursor velado. Robert Louis Stevenson en la obra de Borges (1985), ¿Fuera de contexto? Referencialidad histórica y expresión de la realidad en Borges (1993), Borges, realidades y simulacros (2000) e Innumerables relaciones: cómo leer con Borges (2010). Entonces es cuando pregunto, e invito a preguntarnos: ¿Cuál es la profunda novedad y singularidad que este El método Borges viene a aportar a la crítica en torno al corpus del autor de Evaristo Carriego? ¿En qué basa su rigurosa e innovadora exploración de los textos de Jorge Luis Borges, escritura que, por otra parte, y más allá de la abundante bibliografía existente sobre sus características, jamás deja de sorprendernos por las novedades y hallazgos que nos depara?

Una de las características centrales y abarcadoras que nos permite abordar y pensar la relevancia de este trabajo es que aquí, en términos muy concretos, Balderston acerca a la mesa, ante nuestros ojos, materiales y procesos que manifiestan, que revelan, el laboratorio de escritura de Borges. Y lo hace desde perspectivas y marcos críticos y teóricos altamente pertinentes y sólidos, pero sobre todo reconstruyendo procesos compositivos a partir de rigurosa documentación y evidencia tangible.

Las preguntas iniciales de Balderston resultan orientadoras del eje estructurante de su texto:

Suele afirmarse que Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986) fue el mayor lector de toda la literatura mundial, ya que su obra contiene (y a veces oculta) cientos de miles de alusiones a obras muy o poco conocidas, en diversas lenguas y acerca de los temas más dispares… ¿Cómo utilizaba exactamente sus lecturas en su propia obra? ¿Y cómo evolucionó su propia obra a través de sus lecturas y relecturas?… Es importante comprender el funcionamiento del proceso creativo; en este sentido, es necesario examinar los marginalia, los esquemas y los borradores para reconstruir los pasos que sigue un escritor. Es lo que en Francia se conoce como critique génétique; en este libro emplearé sus técnicas para entender el proceso creativo de Borges. (Balderston, 2021, p. 11).

A la sazón El método Borges, abordando el caso paradigmático de la obra del escritor de El Aleph a la luz de la puesta en práctica del método de crítica genética, al ser este contrastado aquí manifiesta sus posibilidades y aportes para examinar además dos de las operaciones decisivas de la cultura: la lectura y la escritura, en tanto procesos perceptibles, prácticos, simbólicos, imaginarios y de conocimiento y, por cierto, corporales y afectivos. Así, luego, este libro de Balderston revisa y aporta conceptualizaciones a distintos momentos de aquel proceso, a partir de diferentes textos, de distintas épocas de Borges, sobre cuya poética autorial el presente trabajo contribuye a repensar.

De allí, de acuerdo con lo antes señalado, el esquema de capítulos, que manifiesta aquel proceso de escritura. Aludo, sucintamente, a cada capítulo, para, a la vez, sugerir sus interacciones y pasajes -a nivel de teoría y método de lectura- que, en el otro plano que me interesa subrayar, precisa aspectos clave del proceso de conformación de la poética borgiana. Así, por cierto, está el arranque del análisis que se expone, en el capítulo “1. Lecturas”. En este sentido, El método Borges, parece plasmar muy aproximadamente su momento de exposición -esto que tenemos frente a nuestros ojos, este texto material que leemos- a lo que podríamos imaginar como los sucesivos pasos del momento de investigación que ha generado el presente libro. Si bien en mi lectura, según lo que este texto balderstoniano expone en su desarrollo, el centro del proceso de escritura de Borges termina siendo el momento de escritura de los “Cuadernos” -el capítulo 3-; el capítulo donde se pondera la gravitación de las “Lecturas” como generadoras de la escritura en Borges resulta, desde ya y más tratándose de una radical poética de lector como es la borgiana, capital y estratégico. Leemos: “Una de las características más singulares de los manuscritos de Borges, sobre todo los de sus ensayos y conferencias, es la profusión de referencias bibliográficas en el margen izquierdo de las hojas” (Balderston, 2021, p. 31); constatación que permite luego reconstruir el riguroso sistema de lecturas que, transformado en el proceso del escribir, resulta la base de generación e invención textual en la poética aquí objeto de reflexión. El crítico genetista que explora desde esta base, desde este fundamento, toma en cuenta la diversidad y pertinencia de decisivos antecedentes críticos para cada una de las etapas del método de escribir de Borges que reconstruye.

Por caso, al trabajar la incidencia de las lecturas, El método Borges rescata antecedentes insoslayables como Borges, libros y lecturas (2010) de Laura Rosato y Germán Álvarez, y esta mención clave vale la pena remarcarse porque, a partir de aquellos antecedentes y más con lo que Balderston detalla en estas páginas, queda aún más claro que

el sistema de trabajo de Borges era el siguiente: cuando leía un libro apuntaba la referencia al número de página y unas pocas palabras de la cita en la lengua original, o una breve paráfrasis en algunos casos, y cuando luego quería incorporar la cita en alguno de sus textos, la verificaba para mayor exactitud entes de glosarla o de verterla al español. (Balderston, 2021, pp. 32).

La descripción detallada y los matices al describir ese “sistema” son varios, pero subrayo en este capítulo estratégico de El método Borges un par de ejemplos y aspectos dispares y clave para las argumentaciones y demostraciones de Balderston durante el resto del texto. En un caso, parte de analizar el incipit que es comienzo textual de “Sobre el Vathek de William Beckford”, un ensayo de Otras inquisiciones (1952) que, en general, resulta poco abordado por la crítica. Balderston, para reordenar en función del examen genético, constata y enfatiza lo siguiente: “Wilde atribuye la siguiente broma a Carlyle: una biografía de Miguel Ángel que omitiera toda mención de las obras de Miguel Ángel”, y continúa:

Rosato y Álvarez nos ayudan a encontrar la fuente exacta: señalan que Borges escribió en la guarda posterior de su ejemplar de la edición de The Essays of Oscar Wilde, publicada por Boni en 1935, la siguiente anotación: “Carlyle once… (373)”. (2021, p. 33).

Y allí el crítico nos reenvía a la figura 23 que se incluye en este libro. Cita textual la anterior que resulta indicativa en varios aspectos. Por una parte, si Borges llevó a sus máximas posibilidades el trabajo con el detalle textual microscópico, en El método Borges el crítico asume el desafío -y lo realiza- de revisar el proceso desde lo minúsculo subyacente en esa poética de lo textual microscópico que resulta la elaboración, desde la lectura, de la escritura borgiana. Y esa reconstrucción y proceso con lo microscópico, al revisar el ensayo sobre el Vathek, permite confrontar y contrastar la diversidad de biografías de Beckford -pero también con ellas las de Carlyle y las de Wilde- cuyas lecturas transformadas gravitan en el mentado ensayo borgiano. Dicha reconstrucción minuciosa, en este caso a Balderston le posibilita ponderar detalles como el de la real incidencia de las ideas estéticas de Wilde en el Borges que escribe aquel ensayo y, además, refutar afirmaciones de otros críticos, como la de Manuel Ferrer en Borges y la nada (1971), acerca de la supuesta “erudición inventada” del autor de Ficciones: al contrario, Balderston aquí reafirma y expande, con mayor escrutinio documental aún, aquello que ya había señalado en The Literary Universe of Jorge Luis Borges (1986), sobre que había relativamente pocas referencias y citas inventadas en la obra de Borges; que en esta, antes bien, existe un cuidado e intensivo trabajo de transformación de referencias y citas realmente existentes. En este primer capítulo, leemos asimismo otros detallados exámenes de textos como “El pudor de la historia” (1952), “La secta del fénix” (1952) y “El hombre en el umbral” (1952), entre otros, pero vale detenerse en las consideraciones realizadas en torno a “Kafka y sus precursores”, por lo que manifiesta en torno a la incidencia de la lectura en la escritura debido sobre todo porque su manuscrito incluye “marginalia, inserciones y tachaduras… nos permiten conocer con cierta precisión las modificaciones realizadas durante el proceso de escritura y reconstruir los nexos perdidos.” (2021, p. 37).

En efecto, en el estudio detallado del proceso de escritura del ensayo en torno a Kafka, Balderston recupera los distintos momentos de las lecturas de Kafka por Borges -esos “nexos perdidos” enfatizados-, remitiéndonos al impacto de sus tempranas lecturas en la atmósfera del expresionismo y a propios textos de Borges que publica en revistas y que evidencian la marcada influencia del escritor checo. La reconstrucción a partir del ensayo “Kafka y sus precursores” prácticamente data, historiando con precisión cada momento, esas lecturas, reescrituras y traducciones diversas que Borges ensaya en torno al corpus kafkiano y que lo lleva a esa escritura del ensayo citado, que luego prácticamente deviene una de los modelos inspiradores de la teoría de la intertextualidad construida como tal desde la década de 1960. El volver sobre los “marginalia, inserciones y tachaduras” de lecturas que están en la base de textos como los antes citados -fechados entre 1951 y 1952- le permiten a Balderston fundamentar algunas apreciaciones como la siguiente:

En ese momento de su carrera Borges ya estaba empezando a perder la vista, y la convergencia del mismo método de trabajo en estos ensayos y cuentos (que antes solía ser bastante distinto) puede deberse a su preocupación por recordar sus fuentes y verificar sus citas. (2021, p. 37).

Si me detuve tanto en “Lecturas” es porque, como vimos al finalizar el anterior párrafo, el trabajo cuidado con el método genético para escrutar con detalle El método Borges de composición escritural, no solamente ilumina con matices sobre ese riguroso y a la vez inventivo proceso, sino que además permite revisar y precisar, desde aquella perspectiva, distintos marcos o contextos de las interacciones entre bios y graphé en el devenir de la propia vida y hacer literario del escritor. Este movimiento, esta dialéctica, resulta una constante a lo largo de El método Borges, como cuando en el capítulo “3. Cuadernos”, el crítico, tras un escrupuloso examen de “El escritor argentino y la tradición”, concluye que: “Lo que Borges tiene en mente aquí, a través de Mill, es la falacia del silogismo ‘el escritor argentino tiene que escribir sobre temas argentinos’, que había formado parte del argumento contra ‘el jardín de senderos que se bifurcan’ cuando fue considerado para el premio nacional de Literatura en 1942, ya que los miembros del jurado decidieron no otorgarle el premio porque el libro no era lo bastante ‘argentino’” (2021, p. 128).

En otras palabras, contrariamente a los prejuicios de aquellos sectores de la crítica y del público en general que suelen reducir el examen genético textual a un método exclusivamente de relevancia intratextual, El método Borges muestra un movimiento muy diferente, abierto a problematizar los marcos y los contextos dinámicos donde se crea, se produce y deviene una obra. Y este movimiento apuntado, el estudio que basa este texto de Balderston lo despliega desde los diversos momentos del proceso de lectura y escritura. A veces, como ocurre en el “Capítulo 2. Apuntes”, el análisis se retrotrae a los Avant-textes: “textos anteriores al borrador inicial de la primera versión del texto”, como el mismo Balderston define. Esto -para subrayar un rasgo destacado del capítulo 2- lo lleva a rastrear diversos apuntes y anotaciones que, todavía mucho tiempo antes, llegan finalmente a plasmarse en ensayos como “La penúltima versión de la realidad” y “El arte narrativo y la magia”. O redescubrir, en tanto texto que desencadena anotaciones clave para el primero de esos ensayos, el libro William Morris de Alfred Noyes, de 1908. Pero, además, al volver sobre los “apuntes”, Balderston afirma lo siguiente sobre Borges: “Los libros son fundamentales en su concepción de la literatura y, sin embargo, son también contingentes y cambiantes. En el ensayo sobre Shaw incluido en Otras inquisiciones expresa esta idea de un modo conciso y memorable:

El libro no es un ente incomunicado: es una relación, es un eje de innumerables relaciones” Sus propios libros están en estado de mutación desde el momento mismo en que empieza a reunir los textos que formarán parte de ellos; los comienzos son sumamente inciertos para Borges. (2021, p. 82).

Esta afirmación subraya ese carácter mutante de los libros, que a su vez matiza -sin contradecirla necesariamente- esa supuesta idea de que la literatura está ligada a esa noción de “eternidad”, tan cara en ciertas reflexiones y visiones borgianas, y que, por otra parte, se complementa con la relevancia de la incertidumbre en el método compositivo del escritor de Evaristo Carriego; incertidumbre ligada al trabajo constante con diversas posibilidades en cada paso de la escritura del autor y que este estudio pone en relieve en el “Capítulo 4. Posibilidades”.

Y aquí me detengo en el “Capítulo 3. Cuadernos”, crucial, según mi visión, en el presente estudio. No es que los demás capítulos sean accesorios, todo lo contrario: en un trabajo exhaustivo que toma como marco teórico y metodológico la crítica genética textual para explorar y recomponer El método Borges de proceso de lectura y escritura, cada uno de los capítulos, materiales, elementos y aspectos cumple una función clave en el examen e interpretación que este texto manifiesta y propone. En esta dirección existe una cuidada articulación entre todos los capítulos, los ya mencionados y los restantes “5. Copias”, “6. Dactiloescritos”, “7. Revisiones” y “8. Fragmentos” y los cinco apéndices documentales; materiales en verdad singulares y relevantes -junto a la serie de fotos de anotaciones de lecturas, esquemas, apuntes, borradores y sucesivas versiones- que conforman otras contribuciones importantes del presente trabajo. Pero vuelvo al “Capítulo 3. Cuadernos” y realizo algunas consideraciones en torno al mismo, ya que allí, según mi lectura, puede estar uno de los centros o instancias cruciales del proceso de lectura y escritura que aquí se pone, desde una base material, en escena. De hecho, el epígrafe del capítulo es una cita de “La doctrina de los ciclos” de Borges que, como ocurre frecuentemente en sus textos, es una alusión a sus cotidianos procesos de escritura: “Lo dijo con palabras que están en sus cuadernos personales” (Borges, 1974, p. 389). Pero, además, y cabe subrayarlo, es en los cuadernos donde se puede apreciar en su mayor expresión esa noción de “laboratorio de escritura”.

De allí el gran lamento del crítico por la pérdida de la mayoría de esos cuadernos:

Durante muchos años los cuadernos de trabajo de Borges estuvieron guardados bajo llave dentro de un armario en el dormitorio de Leonor Acevedo de Borges, en el departamento de Maipú 994. Conozco la ubicación actual de unos veinticinco de esos cuadernos, y he podido consultar varios de ellos con el detenimiento suficiente para describirlos con detalle. Libreros o coleccionistas inescrupulosos, que creyeron (acaso acertadamente) que los manuscritos tendrían más valor por separado que juntos, desmembraron otros. Ese criterio mercantilista significó una pérdida incalculable de investigación, ya que el interés de los cuadernos reside, precisamente, en la secuencia de los textos. (Balderston, 2021, p. 83).

Aún a pesar de esta dificultad y desmembramiento, dispersión y pérdida de cuadernos, el crítico vuelve productivo el estudio de aquellos a los que pudo acceder, algunos de los cuales se reproducen aquí en fragmentos que convierten a su vez a El método Borges en un atractivo montaje de textos e imágenes de materiales documentales muchas veces de imposible acceso. Es así que cuando en el capítulo 3, el crítico estudia el proceso de composición de “Hombre de la esquina rosada” (1933), señala lo significativo de que ese primer cuento policial de Borges, construido en torno a la figura retórica de la elipsis, se halle originalmente en el mismo cuaderno que dos ensayos teóricos sobre la narración que “postulan la elipsis (y “el detalle circunstancial”) como premisas centrales del credo literario de su autor” (2021, p. 84). Vuelvo a enfatizarlo: así redescubrimos -gracias a este aporte crítico- el “laboratorio de la escritura”; pero, como vemos, en acción y pleno despliegue muy concretos. Así, entonces, el examen de Balderston le permite en este caso llegar, por un lado, a esta conclusión: “En suma, antes de “Hombre de la esquina rosada” Borges había probado escribir el cuento tres veces, dos de ellas como una breve pieza en prosa y la restante en verso” (2021, p. 94) (se refiere a los antecedentes “Leyenda policial” y “Hombres pelearon”, pero también a un poema inédito de Borges que este estudio descubre como antecedente del cuento en cuestión). Y, por otra parte, el anterior ejemplo de análisis -en un movimiento metodológico que es común para todos los estudios puntuales que el crítico aquí aborda- le posibilita, a partir del análisis de los diversos antecedentes que desembocan en “Hombre de la esquina rosada”, mostrar el proceso donde se articulan desarrollo de escritura -el método que este libro focaliza- y proceso de selección de procedimientos y rasgos formales y de lengua que van definiendo, en diferentes momentos pero con indudable coherencia, la poética autorial borgiana. De este modo, desde este examen particular, se redescubre cómo Borges se apropia y transforma la idea de Stevenson de que en un relato la acción predomine sobre la descripción o de que se narre sin revelar, omitiendo detalles fundamentales. La riqueza de esta serie de capítulos -y en particular el 3, por lo subrayado- se aprecia en mayor medida cuando desde estas páginas se revisan las dos campañas de redacción de ese libro capital titulado Evaristo Carriego (así como en otro momento se repasa el proceso de escritura de “El escritor argentino y la tradición”), lo cual le permite al crítico concluir que

podemos afirmar que en la etapa que se extiende desde 1925 hasta 1930 Borges resuelve los conflictos surgidos de las relaciones entre lo local y lo global, que sustentará el brillante periodo de madurez desplegado en Ficciones, en El Aleph y en Otras inquisiciones. (2021, p. 97).

Texto crítico que, a partir de interrogantes como “¿Qué nos dicen los manuscritos?”, luego explora rigurosamente su diversidad de respuestas y hallazgos. Trabajo que, haciendo pie en el reordenamiento paciente, logra reconstruir con precisión documental y material ese proceso que define un prototípico laboratorio de escritura, y que, como subrayé, mediante aquel trabajo, hace revisar de singular manera los diversos marcos y coyunturas de escritura, o bien detecta -sincrónica y diacrónicamente- pasajes entre diferentes y sucesivas versiones y procedimientos y aspectos formales y de lengua definidores de una artística autorial. En esta dirección, el presente libro reafirma una perspectiva aguda para revisar la cartografía del corpus borgiano, mediante la cual, incluso, se reabren polémicas y debates suscitados, provocados por ese corpus -las polémicas de Borges con los nacionalistas, o en qué medida hubieran disentido las argumentaciones de “El escritor argentino y la tradición” (1952) con el latinoamericanismo literario de las décadas de 1960 y 1970-. Pero aquí aquellos debates y polémicas se localizan y afincan, con numerosos matices y avatares y, parafraseando a Pierre Menard, en el examen con esmero del “archivo particular” de Borges. Ese diseminado archivo que, desde el inicio de su proyecto crítico, a Balderston lo ha llevado a optimizar su propio método de abordaje y persistente estudio en función de aproximarse a dar cuenta de, por fin, El método Borges.

Referencias bibliográficas

Balderston, D. (2021). El método Borges. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ampersand. [ Links ]

Borges, J. L. (1974). Obras completas. Buenos Aires: Emecé. [ Links ]

Recibido: 18 de Marzo de 2022; Aprobado: 31 de Marzo de 2022

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