Introducción
Tanto el área cordillerana del noroeste de Santa Cruz como el sector central del Macizo del Deseado han sido ampliamente estudiados a lo largo de las últimas décadas (e.g.Ascheroet al. 1992/1993a, 1993b, 1999, 2005, 2007; Cardich 1987; Cardich y Paunero 1991/1992; Cassiodoroet al. 2000; García Guraiebet al. 2015; Goñi 2010; Goñi 2000/2002, 2010; Gradin y Aguerre 1994; Gradinet al. 1979; Hermoet al. 2020; MengoniGoñalonset al. 2019; Miottiet al. 2015; Pauneroet al. 2017; Sacchiet al. 2018; Silveira 1979; Tessoneet al. 2020; Yacobaccio y Guraieb 1994). Sin embargo, entre estos dos espacios de la provincia hay un vasto territorio carente de estudios arqueológicos o estos son aún muy limitados (Belardiet al. 2006; Civalero 2016; Sacchi 2013). En este contexto, es particularmente relevante el área de Cerro Bayo (Figura 1). Esta zona, desde el punto de vista geográfico, puede ser pensada como un espacio de conexión entre el sector central del Macizo del Deseado y la zona lacustre Cordillerana.
Además, se encuentra en cercanías a dos áreas de gran relevancia arqueológica regional. Por un lado, aproximadamente a 50 km hacia el norte se encuentra la cuenca del Río Pinturas, donde las ocupaciones humanas alcanzan los ca. 9400/9300 años AP en Cueva Grande de Arroyo Feo 1 (AF1) y Cueva de las Manos (ARP1) (Alonso et al. 1984/1985; Gradinet al. 1976,1979; Pérez 2003). Particularmente en este último sitio los trabajos llevados a cabo permitieron establecer una cronología relativa para los motivos rupestres a nivel regional (Aschero 1981/1982; Aschero e Isasmendi 2018; Ascheroet al. 2019; Gradin 1987; Gradinet al. 1976, 1979). Por otro lado, aproximadamente a 70 km al suroeste se halla Pampa del Asador, fuente de obsidiana ampliamente utilizada en la región, con evidencias de aprovechamiento desde el Holoceno temprano (Aguerre 2003; Civalero 2000; Civalero y Aschero 2003; Civalero y Franco 2003; Durán et al. 2003; Espinosa y Goñi 1999; Franco et al. 2014; Gómez Otero y Stern 2005; Stern 1999).
El objetivo de este trabajo es presentar los primeros resultados de los análisis del material lítico, arqueofaunístico, arte rupestre, cerámica y materiales de origen industrial provenientes del sitio Cerro Bayo 2 (By2) para posteriormente contrastarlos con la información disponible en otras áreas cercanas. La naturaleza preliminar de estos datos responde a que únicamente se ha realizado una campaña y durante la misma no se alcanzó la roca de base. Es importante destacar que aún no se cuenta con fechados radiocarbónicos debido a la ausencia de material que cumplieran con la integridad suficiente para obtener dataciones confiables con métodos radiocarbónicos convencionales. Sin embargo, consideramos que dada la escasez de información para esta zona los resultados generados serán de utilidad para otros grupos de investigación.
Este estudio se enmarca dentro de los trabajos que ha realizado el equipo de investigación en la región centro oeste de Santa Cruz (e.g.Aschero 1981/1982, 1996; Ascheroet al. 1992/1993, 2005, 2019; Bozzuto 2011; Civalero 2000; Civalero y De Nigris 2005; De Nigris 2004; Sacchiet al. 2018). Algunos de sus objetivos principales han sido entender los procesos de poblamiento y la interacción de los grupos cazadores-recolectores entre los ambientes cordilleranos (cuencas lago Pueyrredón-Cochrane y Burmeister) y el área del alto Río Pinturas. Teniendo en cuenta este panorama, el sector de Cerro Bayo habría formado parte de los circuitos de movilidad de las poblaciones humanas que ocuparon esta región de Patagonia centro-meridional.
Cerro Bayo 2 y sus alrededores
By2 (47°39'1.25" S y 70°29'14.32" W) es un pequeño alero de 11 m de largo por 4 m de profundidad con orientación norte y un alto potencial estratigráfico. En él se pudo identificar arte rupestre y hallazgos aislados a nivel superficial. El alero está ubicado a 525 m s.n.m. y, junto con Cerro Bayo 3 (By3) y Cerro Bayo 4 (By4), forman un complejo de sitios con arte rupestre (Aschero 1996), localizados sobre la margen sur de una laguna estacional. Esta es la más elevada de un conjunto de tres cuerpos lagunares encadenados, con un declive sur-norte. Cabe destacar que estos espejos de agua son de carácter endorreico y dada su estacionalidad, la presencia de agua en ellos sólo ocurre en los momentos de mayores precipitaciones. Resulta relevante mencionar que este alero, dadas las características de su emplazamiento, permite tener una gran amplitud visual del entorno circundante, incluyendo las márgenes de las lagunas, que pudieron actuar como un foco de atracción para presas (Figura 2).
Desde el punto de vista fitogeográfico, el área pertenece a la provincia patagónica, distrito central, con vegetación típica de estepa arbustiva baja (Cabrera 1976; Oyarzabal et al. 2018). Las especies dominantes son coirón (Stipasp. y Festucasp.), mata guanaco (Anarthrophyllum desiderátum), neneo (Mulinumspinosum), mata negra (Mulguraeatridens), calafate (Berberismicrophylla) y algunos molles aislados (Schinuspolygamus). El clima de la región es frío árido de transición y las temperaturas máximas y mínimas absolutas oscilan entre 35 °C y -30°C (Coronatoet al. 2017). La media anual de precipitaciones es menor a los 200 mm, con predominancia en la estación invernal. En cuanto al aspecto geológico, los rasgos orográficos más destacados son, al oeste la parte distal de la meseta del Portezuelo, con una altura de 750 m s.n.m., y al norte el Cerro Bayo, con una altura de 837 m s.n.m. (Panza et al. 2001; Belardiet al. 2006). La Meseta del Portezuelo forma parte de una colada de Basalto Strobel (Basalto Belgrano), mientras que el Cerro Bayo y sus alrededores pertenecen a la Formación ChonAike, con presencia de ignimbritas, riolitas y tobas.
Asimismo, entre los cuerpos lagunares y la meseta del Portezuelo existe un remanente de depósitos glacifluviales. Estas acumulaciones caóticas de gravas, arenas y limos de composición variada, estarían vinculadas con los sistemas morrénicosproglaciarios correspondientes al segundo estadio o Daniglacial de las cuencas de los actuales lagos Belgrano y Burmeister (Caldenius 1932; Panza et al. 2001). En los bordes erosionados de estas acumulaciones morrénicas se detectó la presencia de materias primas líticas de buena, muy buena y excelente calidad para la talla, entre las que se destacan sílices, basaltos y obsidiana negra. Este sector remanente de acumulaciones glacifluviales constituiría el extremo noreste de la dispersión aluvial de Pampa de la Chispa y sus obsidianas corresponden geoquímicamente al tipo Pampa del Asador (Belardiet al. 2006). A diferencia de los nódulos hallados en cercanías del Cerro Pampa, estos no superan los 6 cm. Por último, en las zonas cercanas de Laguna de los Cisnes y en cercanías de la estancia La Flora han sido identificadas fuentes de materias primas de buena y muy buena calidad para la talla, principalmente rocas silíceas (MengoniGoñalons 1987; Sacchi 2013).
Materiales y Método
Materiales
Se plantearon en el sector este del alero siete cuadrículas de 1x1 m, con excepción de la cuadrícula K3 que, dada su cercanía con la pared, ocupa una superficie menor (Figura 3). Las cuadrículas se ubican en la parte interna del alero, salvo I1 y J1 que están fuera de la línea de goteo. La apertura de la excavación en este sector fue motivada por presentar condiciones de mayor reparo y menor perturbación. A su vez, en esta zona se identificó tizne en el techo y motivos rupestres en las paredes más cercanas. La presencia de grandes bloques caídos en el talud hace suponer que las dimensiones del sitio eran mayores y su línea de goteo se encontraba por fuera de su ubicación actual. Para el caso de los restos faunísticos y los desechos de talla, dada su frecuencia, se conformó una muestra del 14,3 % de las cuadrículas mediante un muestreo aleatorio simple por capa. El resto de los artefactos líticos, los fragmentos cerámicos y los materiales industriales fueron analizados en su totalidad.
Método
Las excavaciones se llevaron a cabo a partir de cuadrículas de 1x1 m, diferenciando estratos naturales sobre la base del color, la textura y la granulometría de los sedimentos. Éstos fueron numerados e identificados en capas a partir de 0 desde la superficie hacia la base de la excavación. Todos los materiales fueron mapeados en hoja milimetrada, registrando las relaciones espaciales a partir de dos datums correlacionados. Asimismo, tanto los rasgos naturales como antrópicos, y los hallazgos contenidos en ellos, se mantuvieron separados del resto de los materiales de la capa que los contenía para su análisis individual en laboratorio. Tal es el caso de los fogones o las cuevas de animales con hábitos fosoriales. Por último, el sedimento recuperado de cada capa o rasgo fue tamizado en zaranda de 2 x 2 mm.
Los análisis tecno-morfológicos de los conjuntos líticos se realizaron siguiendo los lineamientos metodológicos propuestos por Aschero (1975, 1983), teniendo en cuenta las clases tipológicas (Aschero y Hocsman 2004). Se clasificaron los instrumentos formatizados, los filos naturales con rastros complementarios, los núcleos y los desechos de talla. Asimismo, se discriminaron litosmodificados por uso como artefactos de molienda y percutores. En el caso de los desechos de talla, a fin de no sobredimensionar la muestra, sólo se analizaron las frecuencias de materias primas de aquellos enteros o fracturados con talón. Para el resto de las clases tipológicas se tomaron las variables estado de la pieza (entera o fracturada), grupo tipológico, forma base, materia prima y dimensiones absolutas (ancho, largo y espesor).
En el caso de los restos faunísticos se siguieron los criterios generales propuestos por Lyman (1994), MengoniGoñalons (1999) y De Nigris (2004). Para estimar la abundancia taxonómica se empleó el NISP y el MNI (Binford 1978; Klein y Cruz Uribe 1984; Lyman 2008). Para la estimación del MNI se tuvo en cuenta la lateralidad y el estado de fusión de cada elemento óseo (Grayson 1984; Lyman 1994; MengoniGoñalons 1999). Las medidas de abundancia anatómica empleadas fueron el MNE, MAU y MAU% (Binford 1984). Durante el cálculo del MNE se optó por el criterio de zonas diagnósticas complementado con la consideración de la fracción (MengoniGoñalons 1999). Por otro lado, se identificaron las modificaciones en la superficie de los huesos a fin de poder evaluar los agentes y/o procesos involucrados en la formación y transformación de los conjuntos. A tal fin, se contempló el análisis de las modificaciones vinculadas a las actividades de procesamiento, consumo y/o descarte -corte, raspado, machado, percusión, fracturas intencionales y termoalteración- (e.g.Binford 1981; Gifford-González 1989; White 1992). Del mismo modo, se relevaron las alteraciones asociadas a la acción de procesos y agentes no humanos, tales como roedores, carnívoros, raíces, pisoteo y meteorización (e.g.Behrensmeyer 1978; Binford 1981; Bunn 1981). Las modificaciones óseas fueron examinadas tanto a ojo desnudo como con lupa de bajos aumentos (10X y 20X). En el caso de los especímenes de guanaco (Lama guanicoe), al contar con cronogramas de desarrollo ontogénico confiables, se estimó la edad de muerte a partir de la secuencia de erupción y desgaste de las piezas dentales o del estado de fusión de los elementos óseos (Kaufmann 2009, Kaufmannet al. 2017). A su vez, se estimaron los valores de índice de densidad mineral ósea. En el caso del guanaco se utilizaron los valores obtenidos por Elkin (1995) y para la oveja (Ovisaries) el propuesto por Lyman (1994). Posteriormente, se correlacionaron dichos índices con el MAU% empleando el método estadístico de Rho de Spearman para evaluar la magnitud de los procesos densitodependientes.
El material cerámico fue abordado macroscópicamente, tomando en consideración la propuesta de Rye (1981), Ortonet al. (1997) y la Primera Convención Nacional de Antropología (1966). Para ello, se tuvo en cuenta la técnica de manufactura, atmósfera de cocción, grado de compactación de la pasta, tipo de inclusiones, tratamiento de la superficie y técnica decorativa.
Finalmente, para el relevamiento de arte rupestre se siguieron variables consignadas en una ficha predeterminada por Aschero, controles de color con tabla Munsell (MunsellSoil Chart 1994) y un especial control de las superposiciones existentes. El relevamiento se realizó mediante fotografías, que luego en laboratorio fueron procesadas mediante el software DStretch (Harman 2008) con el objetivo de optimizar la identificación, medición y conteo de los motivos. Se hizo especial hincapié en las distintas relaciones con los estilos rupestres determinados en el Área de Río Pinturas (Aschero 2012 y 2018; Gradinet al.1979).
Resultados
La excavación
La superficie total excavada fue de aproximadamente 7 m2, llegando en algunos casos a una profundidad de 54 cm desde el nivel superficial. La excavación arrojó hasta el momento una secuencia estratigráfica compuesta por seis capas con características que sugieren cierta complejidad en la integridad del sitio, no logrando alcanzar la roca de caja. Sobre todo en los primeros niveles se detectó la presencia de raíces gruesas de calafate que perturbaron las evidencias arqueológicas en estratigrafía, que podrían haber alterado su posición y profundidad original y/o la preservación de los materiales. Esta situación dificultó la separación de los primeros niveles de excavación. Por otro lado, en la cuadrícula J2 se hallaron cuatro fogones superpuestos entre las capas 1 y 4. Posiblemente esta redundancia en el uso del espacio se deba al reparo que ofrece este sector del alero. Por último, en todas las cuadrículas, y a partir de la base de capa 4, se detectaron rocas de gran tamaño. Estos bloques apoyaban en capa 5 y por tratarse de la misma roca del alero, podrían corresponder a un episodio de derrumbe.
Material lítico
Se analizaron 400 artefactos, que incluyen los instrumentos formatizados (n= 84), los litos modificados por uso (n= 18), los filos naturales con rastros complementarios (n= 6), los núcleos (n= 2) y los desechos de talla (n= 290) (Tabla 1). Dadas las comparaciones macroscópicas sobre muestras litológicas de referencia, el aprovisionamiento de materias primas parecería estar circunscripto a las cuencas lagunares cercanas al alero, y a las zonas de escorrentía que bajan de las acumulaciones aluviales antes mencionadas. Entre las materias primas líticas utilizadas para la confección de instrumentos, se destaca el uso de obsidiana y rocas silíceas, que en conjunto representan el 81% de la muestra (n= 68). Sin embargo, su uso no fue constante a través del tiempo. En este sentido, se observa un predominio de la obsidiana en las capas superiores, en detrimento de las rocas silíceas. Por el contrario, a medida que se profundizó la excavación, la tendencia en el predominio de estas últimas se fue consolidando. (Figura 4a). En el caso de los desechos de talla, el 79 % (n= 229) corresponden a obsidiana, el 17,2 % (n= 50) a rocas silíceas, el 2,4 %(n= 7) a basalto y el 1,4 %(n= 4) a otras rocas. Aunque no tan marcado como en los instrumentos formatizados, se repite la misma tendencia de uso de materias primas, aunque con un amplio dominio de la obsidiana en todos los niveles (Figura 4b).
Del total de instrumentos formatizados, los grupos tipológicos más representados fueron las puntas de proyectil con un 22,6 %, seguido por los raspadores con un 21,4 % y, en menor medida, las raederas con un 13,1 %. La totalidad de las puntas de proyectil (n=19) provienen de las capas 0 a 4 y, con excepción de dos preformas, todas son pedunculadas. El 78,9 % (n=15) están fracturadas y la gran mayoría de éstas fueron confeccionadas sobre obsidiana negra (n=16).
Por otro lado, los tamaños promedio de raspadores y raederas mostraron tendencias diferentes a lo largo de la secuencia estratigráfica (Figura 5). Se pudo observar la presencia de instrumentos de mayores di-mensiones en las capas inferiores en comparación con las capas superiores, en las cuales los volúmenes de éstos disminuyen manifiestamente (Figura 6). Cabe señalar que esta tendencia es bien marcada en el largo de las raederas. No obstante, dado el tamaño y estado de fragmentación de la muestra, ésta es aún escasa para ser concluyente.
Con respecto a los artefactos de molienda (molinos y manos de molino), siguiendo las tendencias ya mencionadas para los otros artefactos, su distribución en las capas no fue constante. El 46,2 % (n= 6) se concentró en las capas 5 y 6 (Tabla 1). Sin embargo, en la capa 2 se hallaron tres fragmentos de molino con características extremadamente similares, lo que hace suponer que podrían haber formado parte de una misma pieza. De ser así, el porcentaje de instrumentos de molienda en las capas inferiores ascendería a un 54,5 %. En cuanto a los núcleos, se hallaron únicamente dos, bipolares, de obsidiana y pertenecientes a capa 2. Posiblemente la utilización de esta técnica se deba al tamaño pequeño de los nódulos de esta materia prima. Por último, los percutores identificados no estaban formatizados, siendo su forma base guijarros de sección circular, oval y plana, con presencia de rastros complementarios. A diferencia de las tendencias hasta aquí mencionadas, y al igual que los filos naturales con rastros complementarios, nose identificó ningún patrón en su distribución.
Restos arquefaunísticos
El análisis faunístico pertenece a una muestra, previamente descripta, correspondiente a las seis capas excavadas, conformada por un total de 329 especímenes. En toda la secuencia se pudo observar una baja diversidad taxonómica, donde L. guanicoe es la especie predominante, a excepción de la capa 1 donde domina Ovisaries, estimándose para ambas especies un MNI de uno en cada una de las capas (Tabla 2). Por otro lado, se identificaron elementos óseos de ave. El fragmento recuperado en capa 3 no pudo determinarse a nivel de especie y corresponde a una diáfisis de hueso largo. En tanto, dos especímenes fueron asignados a choique (Pterocnemiapennata) en las capas 5 y 6. El resto de los especímenes fueron asignados como mamíferos de distinto tamaño que, debido a la fragmentación y a la ausencia de características diagnósticas, hicieron imposible una determinación más específica. A fines prácticos, la abundancia anatómica solamente se consideró para el guanaco y la oveja por ser las especies con mayor representación. Si bien la muestra analizada hasta el momento es pequeña se pudieron hacer algunas apreciaciones respecto al aprovechamiento de estas presas.
En el caso del guanaco el esqueleto apendicular predomina en todas las capas siendo las extremidades superiores (húmero y fémur), medias (radioulna y tibia) e inferiores (metapodios) las que registran mayor frecuencia (Figura 7). En tanto, el calcáneo y las falanges son las unidades anatómicas menos representadas. En el esqueleto axial domina la región de la cabeza, mientras que el costillar es el menos representado. Para la oveja el panorama dista un poco de la presa anterior. En capa 1 y 2 el esqueleto apendicular tiene mayor preponderancia. Sin embargo, en este punto es necesario tener en cuenta que los restos de O. ariesrecuperados en las capas 2 y 3 pudieron haber migrado desde la unidad estratigráfica 1 donde se registra la mayor frecuencia de esta especie.
En relación a la estimación etaria de L. guanicoese pudo determinar, a partir del estadio de fusión ósea, que los individuos identificados en las capas 2, 4, 5 y 6 eran adultos mayores a 48 meses. La presencia en capa 3 de incisivos deciduos (I2 e I3) compatibles con una categoría de desgaste avanzado (3d) y raíces cerradas, junto con un incisivo permanente (I1) que presenta la raíz abierta y con la cara oclusal cubierta de esmalte (1p), permitió establecer una edad de muerte entre 19-30 meses para el individuo recuperado. En tanto, la identificación de elementos óseos de O. aries que no han finalizado el proceso de fusión indican que se trata de un ejemplar inmaduro.
Las modificaciones de origen antrópico se encuentran presentes en todas las capas (Tabla 3). Las marcas de corte son las más abundantes y están asociadas principalmente a la remoción de tejidos blandos, salvo en capa 1 donde fue posible identificar actividades de cuereo (metapodio distal y falange) y en capa 4 de evisceración (cara ventral del cuerpo vertebral). Siguen en orden de importancia las marcas de percusión (hoyos y estrías) que llegan en la capa 5 al 17,4 % y, en porcentajes menores, por el raspado y el machacado. En cuanto a la termoalteraciónse registraron valores que oscilan entre 9,1 y 41,4%. Este último valor se registró en la capa 1 donde los especímenes termoalterados se encuentran mayoritariamente carbonizados. Destacan particularmente dos modificaciones en el ejemplar de O. aries. Una de ellas se trata de una depresión en el sector temporal derecho que podría vincularse a la causa de muerte (Figura 7). Otra cuestión llamativa es una marca de procesamiento que presenta una morfología acorde a un instrumento de metal (Figura 8). Al considerar las modificaciones generadas por otros agentes y/o procesos se identificaron cuatro alteraciones postdepositacionales: meteorización, acción de roedores, carnívoros y raíces (Tabla 3). La meteorización fue registrada en todas las unidades estratigráficas y sus valores oscilan entre un 25 % y un 43,8 %, presentando una distribución entre los estadios 1 a 4 (sensuBehrensmeyer 1978). Los conjuntos más afectados fueron los de capa 3, 4 y 5 donde parte de los especímenes exhiben características atribuibles a los estadios 3 y 4 (Tabla 3). En este sentido, los patrones de distribución de los restos en distintos estadios dan cuenta de la existencia de condiciones heterogéneas de enterramiento y exposición de los materiales. A pesar de la notoria alteración causada porla meteorización en estos conjuntos pudieron observarse marcas de procesamiento debido a que el alcance de las modificaciones afectósolamenteparte de lasuperficie ósea o bien por la extensión de las marcas antrópicas que permitían, aún en ese estado de perturbación, su identificación. En tanto, la acción de roedores, carnívoros y raíces se manifestaron en porcentajes muy bajos y no habrían generado en ningún caso daños significativos que pudieran alterar la integridad de la muestra. Sin embargo, como consecuencia de la frecuencia elevada de meteorización registrada en algunas capas no se descarta que el rol de estos agentes en la conformación y/o transformación de los conjuntos haya sido parcialmente enmascarado.
En todos los casos la covariación entre el MAU% y los índices de densidad ósea arrojaron valores bajos a moderados y estadísticamente no significativos (p < 0.05), indicando que el rol de los procesos densitodependientes no parece haber afectado de manera sustancial a la muestra. Estos valores, en conjunto con las frecuencias de modificaciones, podrían indicar que la destrucción ósea correspondería en parte con la explotación humana de las carcasas. Sin embargo, los perfiles de meteorización detectados ameritan, en un futuro, una evaluación en profundidad de los procesos tafonómicos que tuvieron lugar en By2.
Cerámica
By2 cuenta con muy escaso material cerámico. Se hallaron únicamente dos tiestos: uno en estratigrafía, en la cuadrícula H2, y el otro en superficie, en el talud del alero (Figura 8). Este último es un fragmento de borde con un espesor de 5 mm y un antiplástico de variado tamaño, con pequeños granos de rocas de cuarzo que llegan hasta los 2 mm. El otro fragmento pertenece a capa 2 y, dado sus dimensiones, no se pudo identificar en él ningún signo diagnóstico. Tiene un espesor de 4mm y un antiplástico también poco seleccionado. Ambos tiestos presentan una cocción oxidante, pasta porosa y carecen de decoración. Estas características se corresponden con el escaso material cerámico registrado regionalmente, y las mismas implicarían una baja inversión en su producción (e.g.Aragone y Cassiodoro 2005; Cassiodoro y Tchilinguirian 2007; Cassiodoro y Tessone 2014; Chaileet al.2019; Ciriglianoet al. 2019; Goñiet al. 2010; Gradinet al. 1976, 2000; Gradin y Aguerre 1991; Rindelet al. 2007; Sacchiet al. 2021).
Arte rupestre
Como se mencionó, By2 constituye junto con By3 y By4 un Complejo de sitios con arte rupetres.El sitio By3 es un gran alero con pinturas y grabados y By4 un pequeño reparo con escasos negativos de manos en rojo. Dado que By2 está tabicado por la roca de caja en dos sectores, a los fines prácticos del análisis del arte rupestre se lo dividió en dos sectores: By2-A y By2-B. By2-A al oeste, es el sector de mayores dimensiones que ha sido excavado. By2-B al este, es un pequeño sector con un estrecho reparo y de acceso restringido por la altura del techo y la acumulación de sedimentos. Ambos tienen pinturas rupestres y By2-A suma unos pocos grabados y algunos graffitti rayados, de data no conocida. La cercanía de estos tres sitios y la complementariedad de los estilos rupestres que allí se muestran, se asemeja al caso de Cueva de las Manos, Cerro Casa de Piedra y Cerro de los Indios (Aschero 2018). La complementariedad de la secuencia estilística distribuida en estos tres sitios del Complejo de sitios con arte rupestre se sintetiza en la Tabla 4.
La presencia del estilo Charcamata (Aschero e Isasmendi 2018) en By2-A se refiere a una representación de guanaco con el patrón característico de las patas unidas en el muslo y separadas en los extremos (pata “breech” en Gradinet al. 1976 y 1979) sumando la prominencia de la panza, su asociación con negativos de manos y alineaciones de trazos verticales de la misma coloración rojo carmín. Sobre estos últimos hay superposiciones en negro y rojo-bermellón (Figura 10a, 10c y 10d).
Este uso de conjuntos y series cromáticas, repite lo que es usual en los Complejos de sitios con arte rupestre antes mencionados y en otros como Cueva Grande de Arroyo Feo y Charcamata II, en Río Pinturas (Aschero 2018). Por esta razón y algunas superposiciones registradas, vinculamos los negativos de manos de By4 y By3, aislados, en blanco, rojo oscuro y rojo carmín, en contemporaneidad a los estilos de Escenas A5 y Charcamata. En By2 hay superposiciones de negativos de manos negras sobre rojo oscuro y este sobre pintura blanca (Figura 10c).
Un punto interesante es el cambio de coloración y el patrón de representaciones humanas en la serie blanca del estilo A5 en By2 y de la serie rojo oscura de By3 (Figura 9 a y b). Aparte del hecho que también pudo haberse utilizado para diferenciar las representaciones de la tonalidad-base del soporte (respectivamente más oscuro y más claro en uno y otro caso), la estrecha relación de estas representaciones de By3 en forma y color con las relevadas por Gradin y Aguerre en Ea. La Evelina, al suroeste de la Altiplanicie central (Gradin y Aguerre 1983) sugiere una relación cronológica entre ellas. Ésta sería, probablemente, más tardía que las series blancas datadas entre ca.7.700 años AP en Cueva de las Manos e inmediatamente previa al evento volcánico H1 del volcán Hudson, fechado en ca. 6800 años AP (Sternet al. 2016). Por otra parte, la presencia de guanacos en rojo oscuro observados en el sur del macizo del deseado, en aleros de la Ea. La María (observaciones personales en Ea. La María de Aschero 2010) correspondería al patrón A5 (Aschero2018). Se sugiere que estas series podrían ser posteriores a las blancas y estar vinculadas con el reingreso al este y sureste del Pinturas de poblaciones migradas en tiempos de la erupción previamente mencionada.
Materiales de origen industrial
El escaso material de origen industrial que se recuperó fue de capa 3. Se trata de un papel de aluminio y una tapa de lata de tabaco. Esta última fue analizada por el equipo de ingeniería de materiales de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (Pichipil 2019). Los análisis establecieron que el material metálico estaba elaborado principalmente por aluminio (hojalata). Esta materia prima comenzó a utilizarse para la confección de latas de tabaco hacia mitad del siglo XIX. Debido al deterioro que presentaba el papel de aluminio, no llegaron a alguna conclusión. Llama la atención la ausencia de otros tipos de materiales usualmente hallados en estos contextos, como fragmentos de vidrio o gres, o incluso artefactos confeccionados sobre ellos (e.g.Belardiet al. 2013; Casanueva et al. 2019; Nuevo Delaunay 2007, 2012; Nuevo Delaunayet al. 2017).
Discusión y conclusiones
Como hemos mencionado previamente, el sitio actualmente no posee una secuencia cronológica absoluta basada en fechados radiocarbónicos. No obstante, se pudieron realizar acercamientos cronológicos relativos sobre la base de los materiales recuperados, las tecnologías utilizadas para su elaboración, el tipo de fauna explotada y el arte rupestre.
En primer lugar, el total de los materiales de origen industrial y restos de oveja fueron hallados entre la capa 0 y 3. Esto indicaría que estos niveles no pueden corresponder a una fecha anterior al siglo XIX, momento en que se dan los primeros contactos e intercambios en el interior de Patagonia meridional entre los grupos cazadores-recolectores y poblaciones europeas o criollas (Nuevo Delaunay 2007, 2012,2015; Nuevo Delaunayet al. 2017; Sacchi y Saletta 2020; Saletta y Sacchi 2019, entre otros). En este sentido, el ingreso del ganado ovino en la zona se dio recién a fines del siglo XIX (Morris 1990). No obstante, junto con estos materiales se hallaron artefactos asignables al Holoceno tardío, como pequeñas puntas de proyectil de pedúnculo estrecho, instrumentos de módulo pequeño y cerámica (Cassiodoro 2008; Cassiodoroet al. 2020; Ciriglianoet al. 2019; Flores Coni 2018). Es posible que la presencia de ambas materialidades se deba a una incorporación de ciertos productos de origen industrial por parte de las poblaciones originarias de la zona. En esta misma línea, el aprovechamiento de Ovisaries exhibe lesiones que condicen con una forma de ultimar una presa similar a la documentada por Musters (2005[1871]) por parte de las poblaciones tehuelches históricas. Esta consistía en rematar a la presa mediante el golpe de gracia con una boleadora “el método indio consiste en matarlos de un bolazo en la cabeza, pasar luego a otro y así sucesivamente.” Musters (2005: 167 [1871])”, “Se designó a varios para que trajeran la caballada de la cual se eligió un número de yeguas y potrancas que fueron llevadas delante de vistoso toldo; allí se las mato de un bolazo en la cabeza, a fin de no desperdiciar la sangre, que se recogió luego en ollas para cocinarla” (2005:102 [1871]), “En los círculos aparecen con frecuencia pumas a los que se los despacha brevemente asestándoles un golpe en la cabeza con una bola.” Musters (2005: 97 [1871]). Sin embargo, es posible que la integridad de estas capas se haya visto alterada por procesos postdepositacionales. Al respecto, la presencia de raíces gruesas de calafate en estos primeros niveles fue documentado especialmente en las cuadrículas I1 y J1, ambas por fuera de la línea de goteo.
Como se indicó, se hallaron dos fragmentos cerámicos. Esta tecnología ha sido escasamente utilizada en este sector de Santa Cruz, y su cronología está identificada para finales del Holoceno tardío, con mayor presencia hacia los 500 años AP y en adelante (Cassiodoro y Tessone 2014; Ciriglianoet al. 2019). Desde una escala espacial amplia, su uso entre los ríos Deseado y Santa Cruz fue estimado entre ca. 1200 y 100 años AP (e.g.Cassiodoro 2008; Cassiodoro y Tessone 2014; Goñi 2000; Goñiet al. 2000/2002; Gradin 2000; Gradin y Aguerre 1991; Moreno y Videla 2008; Zubimendiet al. 2015). En el noroeste de Santa Cruz, las cronologías más tempranas para este tipo de tecnología fueron halladas en el área de Río Pinturas, con fechas de 1180 ± 85 años AP y 1170 ± 50 años AP (Gradin y Aguerre 1991). Al mismo tiempo, en las cuencas de los lagos Salitroso y Posadas hay contextos con material cerámico entre 960 ± 125 y 240 ± 50 años AP (Cassiodoro y Tessone 2014). No obstante, los tiestos de By2 fueron encontrados uno en superficie y otro en capa 2. Como se señaló previamente, en este nivel, y hasta la capa 3, hay presencia de materiales de origen industrial y restos de oveja, lo que hace suponer que la antigüedad de estos fragmentos, correspondería a momentos post-contacto. Esto sería coherente con los tiempos de mayor presencia de esta tecnología en la región.
Asimismo, la forma y el diseño de los instrumentos líticos también pueden brindarnos algún acercamiento temporal de By2. En los últimos años se ha propuesto que las dimensiones de éstos pueden ser un indicador cronológico relativo (Civalero 2016; Civalero y Nami 2020; Hermoet al. 2020; Vetrisano y Franco 2019). En este sentido, el tamaño de las raederas y los raspadores de las capas inferiores serían similares a lo que Gradinet al. (1976, 1979, 1987) llamaron Nivel Cultural Río Pinturas I, con una cronología temprana que va de ca. 9400 a ca. 7000 años AP. Este ha sido identificado en capa 11 de AF1, capa 6 de ARP1 y capa 5 de Alero El Búho y, al igual que en By2, se ha descripto en estos niveles un predominio en la utilización de rocas silíceas para la confección de instrumentos de gran tamaño sobre lascas y nódulos tabulares. En cambio, la obsidiana y el basalto han tenido un uso más restringido. Estos autores destacan que en estos sitios es muy escasa la proporción de puntas de proyectil por sobre el total de los instrumentos. En la capa 6 de ARP1 únicamente fueron halladas dos sobre un total 250 instrumentos, mientras que en la capa 11 de AF1 y capa 5 del Alero el Búho no fue identificado este grupo tipológico. La similitud en las materias primas, composición y tamaño del instrumental lítico identificado en las capas 5 y 6 de By2 lleva a suponer que éstas podrían corresponder cronológicamente con los niveles inferiores de los sitios del Río Pinturas. Por otro lado, a medida que se transita el Holoceno, los instrumentos de módulo grande tienden a ser reemplazados por útiles de menor tamaño, como los hallados en las capas superiores de la excavación. Es interesante destacar que en sitios de la región del Lago Pueyrredón-Posadas, este cambio en los tamaños de los instrumentos se produce en momentos cercanos a la erupción H1 del volcán Hudson (Ascheroet al. 2019). Este evento volcánico está fechado ca. 6800 años AP y coincide a nivel regional con la ausencia de dataciones en sitios que cuentan con secuencias temporales amplias (Ascheroet al. 2019; MengoniGoñalonset al. 2019). A pesar de ello, hasta el momento, no se detectó la presencia de la erupción H1 en contextos arqueológicos del Macizo del Deseado (Mosquera 2016; Paunero 2018).
Sobre las manifestaciones rupestres, como se mencionó previamente, en By2 se halló la presencia de escenas asignables al grupo estilístico A5 (Aschero e Isasmendi 2018; Gradinet al. 1979, 1987). Este habría alcanzado una expansión con una amplia distribución hacia el Parque Nacional Perito Moreno y la Altiplanicie al sur del Río Pinturas (Ascheroet al. 2019; Aschero e Isasmendi 2018). Las excavaciones realizadas en Cueva de las Manos en 2015 permitieron inferir una cronología indirecta de este estilo entre ca. 7700 hasta ca. 6800 años AP, coincidente esta última fecha con la erupción H1 del Hudson y el posterior hiato ocupacional ocurrido en la zona (Ascheroet al. 2019). Este estilo se repite entre sitios distanciados a un máximo de 150 km lineales desde Cueva de las Manos y permitirían trazar un primer esquema de movilidad. Los sitios hasta ahora identificados son: Charcamata II (25 km), Piedra Bonita (25 km), Alero Parado (30 km), By2 (56 km) y Cerro Casa de Piedra 5 y 7 (150 km).
La tecnología lítica y los estilos en el arte rupestre sugieren que la ocupación del área se remontaría por lo menos a principios del Holoceno medio. Como se pudo observar en los resultados obtenidos, la variedad de instrumentos, materias primas líticas y tecnologías utilizadas en By2 se fueron modificando a través del tiempo. Esto puede tomarse como un indicador del cambio en el uso del sitio a medida que se transita el Holoceno, que se evidencia por ejemplo en la ausencia de puntas de proyectil en las últimas dos capas (5 y 6). Por el contrario, en los niveles superiores, este fue el grupo tipológico más representado con un alto índice de fractura. La mayoría de estas son de obsidiana, por lo que las variaciones en las frecuencias de materias primas en estas capas estarían asociadas a la funcionalidad del sitio y no a un cambio en las preferencias y/o disponibilidad de este recurso lítico. La composición particular de estos niveles llevaría a pensar la posibilidad de un uso logístico de By2 para los momentos más tardíos (e.g.Goñi 2000, 2010). Estos resultados son coincidentes con lo analizado en el sitio Bajo Laguna 2, a 15 km de distancia. Aquí el elevado porcentaje de puntas de proyectil pedunculadas fracturadas y/o embota-
Agradecimientos: A los evaluadores anónimos por los valiosos aportes que permitieron mejorar el trabajo. A la Municipalidad de Perito Moreno, Museo Gradin y Asociación Identidad por la colaboración constante y buena predisposición durante todas las etapas de investigación. A Valeria Ucedo, Natalia Morrone, Fausto Franzante y Ricardo das, asociadas a desechos de reactivación, llevó a proponer una funcionalidad de actividades limitadas (Sacchi 2013). Al igual que By2, el uso de este sitio estaría vinculado con su emplazamiento, que presenta un gran dominio visual del paisaje circundante cercano a una fuente de agua.
Perspectivas a futuro
Hasta aquí se presentó una síntesis de la información obtenida para By2. El cuerpo de datos presentado constituye un primer acercamiento a una nuevaregión de estudio y brinda indicios sobre la historia ocupacional del área de Cerro Bayo y su posible relación con los desplazamientos desde y hacia el área del Río Pinturas. A partir de la información recuperada se pudo contextualizar el sitio en un marco de discusión regional. A futuro seencararán investigaciones interdisciplinarias que incluyan estudios dirigidos a definir la cronología absoluta de la ocupación del área, condiciones paleoambientales y los procesos de formación del sitio, entre otros.
Vázquez por participar en las tareas de excavación. Al dueño de la Estancia CerroBayo Sr. Jorge Buratovich. A Agustina Papú por la ayuda brindada en la traducción. Este trabajo pudo llevarse a cabo gracias al aporte financiero de CONICET, UBACyT (20020170200085BA) y AGENCIA (PICT 2013/2240).