Introducción
Nuestra Señora del Carmen de Patagones fue fundada el 22 de abril de 1779 frente a una llanura sobre la margen sur del río Negro, por una expedición española al mando de Francisco de Viedma.1 Unos meses después, debido a una gran inundación, el establecimiento formado alrededor de una fortificación militar fue trasladado a la margen norte, donde hoy se encuentra la ciudad así denominada,2 mientras que en el lugar de la fundación original, zona inundable más fértil pero menos protegida por el fuerte -llamada primero Patagones del sud, a partir de la década de 1850, Mercedes de Patagones y finalmente a fines de 1870, Viedma-, los vecinos establecieron explotaciones agrícolas y ganaderas (Bustos, 1993).
Los primeros colonos provinieron del reino de Galicia y más tarde arribaron migrantes de la provincia española de León (García Enciso, 1972: 15-16). Además, el fuerte se erigió en presidio para la reclusión de presos enviados desde Buenos Aires. Los desterrados -que, además de los convictos, incluían a jóvenes indisciplinados enviados por sus padres para que se corrijan- fueron un factor esencial en el proceso de expansión ganadera, ya que de allí salieron los peones de las estancias y los saladeros (Bustos, 1993).
Durante la década de 1820 el gobierno central estimuló la llegada de nuevos pobladores a Patagones, estableciéndose que quienes quisieran habitar el lugar recibirían un solar en la planta urbana y una suerte de chacra o estancia en el lugar que eligiese. Así se produjo el ingreso de nuevos habitantes, como los comerciantes llegados desde Buenos Aires, Manuel Álvarez y Agustín Murgiondo (Álvarez, 2006).
La temprana articulación de intereses con los indígenas de la región Norpatagónica disminuyó la vulnerabilidad del establecimiento y contribuyó a formar un mercado de artículos, como ponchos, plumas, cueros y pieles de animales patagónicos, que se exportaban junto a la sal, el trigo, los cueros, productos de los saladeros y jamones. Las partidas indígenas se asentaban cerca del fuerte y una vez establecidas comenzaban la circulación de personas y los intercambios. Tanto la temprana explotación de las salinas, como el desarrollo agrícola-ganadero hubieran sido imposibles sin acuerdos con los grupos indígenas que dominaban el territorio Norpatagónico (Davies Lenoble, 2009 y 2017; Alioto, 2011).
Esta situación de relativa tranquilidad se vio alterada por el conflicto bélico que, entre 1825 y 1828, enfrentó a las Provincias Unidas del Río de la Plata con el imperio del Brasil por el control del territorio de la llamada Banda Oriental -hoy Uruguay. La guerra provocó un importante cambio socio-económico en Carmen de Patagones, por la acción de naves corsarias enroladas en la marina nacional de acuerdo al reglamento de corso de 1816-1817.3 Los corsarios operaban desde el río Negro, pues el puerto de Buenos Aires estaba bloqueado por las fuerzas brasileñas, y derivaban sus “presas” -compuestas tanto por barcos “negreros” como mercantes brasileños- hacia el poblado ubicado en las orillas de ese río, brindando de esta manera un gran impulso a la actividad comercial del lugar (García Enciso, 1972).
Una de estas presas fue el bergantín San José Diligenti -buque brasileño dedicado al comercio esclavista- que capturado por el corsario nacional Lavalleja arribó a Carmen de Patagones en enero de 1826 con una “carga” de 374 africanos esclavizados, en un poblado que contaba para entonces con solo 800 habitantes(Martínez de Gorla, 2003). El índice de masculinidad entre ellos era del 80% y la edad promedio de catorce años (Cassano, 2013).
Estos africanos fueron integrados a la sociedad de Patagones mediante dos mecanismos, instrumentados por sendos decretos del presidente Bernardino Rivadavia.4 Por un lado, los jóvenes más aptos para el servicio militar fueron destinados a las armas en condición de libertos;5 por el otro, las mujeres y los niños fueron distribuidos con el mismo estatus jurídico entre los vecinos mediante contratos de patronato6 (Martínez de Gorla, 2003, Cassano, 2013).
Durante la guerra con el Brasil también llegaron a Patagones hombres afro7 que no venían como parte de una reciente captura y carga de africanos esclavizados sino como tripulación, ya sea de los buques que se dedicaban a la trata esclavista o de los barcos mercantes que conformaban la mayoría de las presas de los corsarios. También podrían formar parte de estas embarcaciones, y ser “liberados” por la acción corsaria, otros hombres y mujeres registrados en fuentes parroquiales y/o administrativas -por ejemplo con contratos de patronato- como de nación africana o brasileña,8 que viajaban en alguna “presa” capturada, probablemente por ser propiedad de algún pasajero o porque eran trasladados por un comerciante esclavista de un lugar a otro del Brasil.
El destino de los tripulantes y de estos últimos -independientemente del estatus jurídico de libres o libertos que se les atribuyera-,9 al igual que el de los libertos arribados en 1826 estuvo en las armas o en el servicio personal con los vecinos locales, instrumentado mediante contratos de patronato (Cassano, 2013, 2020).
Otros hombres afro provenientes de Brasil son identificados en las fuentes como “negros y morenos prisioneros de guerra”, algunos de los cuales permanecieron en Patagones tras la frustrada invasión brasileña iniciada en febrero de 1827. Los brasileños atacaron el lugar por mar y tierra, como represalia por la acción corsaria, pero fueron totalmente derrotados en la batalla del Cerro de la Caballada, el 7 de marzo de dicho año (García Enciso, 1972).
Finalizadas las hostilidades con el imperio de Brasil, y ya sin la intensidad del período bélico, a través de diferentes oleadas continuarían llegando africanos y afrodescendientes al poblado. En el ámbito militar por ejemplo, tras la expedición punitiva de Juan Manuel de Rosas contra las poblaciones indígenas que se encontraban al sur del río Colorado en 1833-1834, observamos la presencia de nuevos africanos y afrodescendientes en la guarnición local.10 Otros afrodescendientes llegaron allí como consecuencia de movimientos de familias poderosas que tenían esclavizados o libertos entre su personal de servicio.11
La posibilidad de analizar una fuente estadística de fines de la década de 1880, el Registro municipal de Carmen de Patagones que identifica calle por calle las viviendas de esta localidad y los residentes de cada una de ellas nos interpeló en relación con temas no tratados hasta ahora. ¿Cómo y con quién/es residían los africanos y afrodescendientes de Patagones?, ¿qué tipo de relaciones existían hacia adentro de cada hogar y unidad doméstica donde se encontraran?, ¿qué tipo de familia conformaban?, ¿vivían juntas/os en algún espacio circunscripto?
Para responder a estas preguntas en primer lugar describiremos las características de las fuentes utilizadas y luego el marco teórico-metodológico empleado, pues nos permitió identificar tanto los hogares con residentes afro según el tipo de jefatura hogareña -afro/no afro-, como los vínculos familiares entre el jefe/a de hogar y los corresidentes. Posteriormente, presentaremos los datos definiendo la tipología de los hogares con corresidencia afro y su interpretación. Finalmente, indagaremos sobre la posible existencia de un “barrio negro o del tambor” a través de la información que surge del registro aludido y del plano del partido de Patagones de 1888.
Antecedentes
Desde el trabajo pionero de Martínez de Gorla (2003), enfocado en el estatus jurídico, origen étnico y grados de asimilación de la población afro Norpatagónica, desde su arribo a la región en el siglo XVIII hasta la mitad del siglo XIX, diferentes investigaciones han procurado reconstruir las características sociales y económicas de dicha población en los últimos años.
En ese sentido, se trataron temáticas como las referidas a los procesos de militarización y desmilitarización y las prácticas religiosas de africanos y afrodescendientes Norpatagónicos durante el siglo XIX (Cassano, 2013, 2016, 2020). Desde el campo de la lingüística, y como resultado de un minucioso trabajo etnográfico, Adriana Araque (2009) registró vestigios del habla kikongo -lengua de origen bantú- en Carmen de Patagones y su pervivencia. Por su parte, se identificaron diferentes estrategias de parentesco seguidas por los africanos y afrodescendientes de esta región entre las décadas de 1830 y 1870, distinguiendo especialmente la relevancia del compadrazgo, los matrimonios tanto endogámicos como exogámicos y las uniones de hecho (Cassano, 2022).
En relación a la estrategia teórico-metodológica seguida en esta investigación, destacamos los trabajos socio-demográficos de Canedo y Mateo (2020) para la campaña bonaerense y de Redi (2011) para la ciudad de Buenos Aires. Los primeros autores efectuaron un análisis comparativo entre las localidades de San Nicolás de los Arroyos y Lobos, de acuerdo a los datos que entrega el padrón provincial de 1815; mientras Redi compara el padrón de 1833 con el censo municipal de 1855.
Ambas investigaciones, apelan a las clasificaciones desarrolladas por el Grupo de Cambridge (Laslett, 1972; Hammel & Laslett, 1974) en relación con los tipos de hogares registrados en censos y padrones y las estructuras familiares allí presentes. Analizar tipos de hogares, estructuras familiares, y ocupacionales, ha sido el objetivo de ambos trabajos. En ese sentido, Canedo y Mateo reconocen el riesgo que supone una fuente única como base para hacer afirmaciones sobre las características de una población. Sin embargo, sostienen que si bien un único censo puede ser muy sensible a la coyuntura, la sistematización de información que aporta el documento estadístico analizado se realiza en función de las características del proceso de “larga duración” de la colonización de la campaña de Buenos Aires (Canedo y Mateo, 2020: 41).
Fuentes y metodología
La construcción de un exhaustivo corpus documental conformado por fuentes judiciales, estadísticas y parroquiales, posibilitó identificar a todos los individuos y familias afro empadronados en el Registro municipal levantado en Patagones en 1887, registrar cada unidad doméstica y clasificar los tipos de hogar en los que residiera, al menos, un africano o afrodescendiente y distinguir en tal conjunto aquellos hogares con jefe de hogar afro.
A través de los expedientes judiciales, accedimos a testimonios de pobladores afro aunque, como señala María Bjerg, estos tienen el sesgo de ser oficiales, formalizados y escritos en tercera persona (Bjerg, 2018: 46). Esta fuente, nos aportó información valiosa sobre la vida de las personas en su propia voz, a través de sus declaraciones como acusados, víctimas o testigos, aunque es menester detenerse en las motivaciones de cada uno de ellos a fin de no sacar conclusiones apresuradas.
Las fuentes parroquiales -actas de bautismo, matrimonio y defunción de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen de Patagones (INSCP)- por su parte, sistematizadas a partir de su recopilación tanto en el Archivo del Museo Histórico Regional Emma Nozzi (MHREN), como en el sitio online www.familysearch.org, nos permitieron establecer la genealogía de las personas afro, pasando por todas las etapas de su vida, -nacimiento/bautismo, matrimonio/ hijos, muerte. Esta metodología, favoreció la identificación y el registro de esta población independientemente de algunas categorías sociales clasificatorias -como “pardos” o “trigueños”- utilizadas por párrocos y censistas, que poseen carácter polisémico y pueden ser asignadas tanto a individuos afro como a indígenas o descendientes de estos.
También utilizamos documentos estadísticos, como registros locales, y censos nacionales, y podemos dividirlos entre aquellos que presentan cédulas con listas nominativas contiguas y los que avanzan sobre la identificación de cada unidad habitacional y del grupo doméstico que reside en él. Entre los primeros hemos trabajado el padrón de habitantes de 1838 -levantado luego de la expedición de Rosas contra las poblaciones indígenas que habitaban al sur del río Colorado-, el cuadro estadístico de 1866 -realizado durante la guerra de la Triple Alianza-12 y los censos nacionales de 1869 -levantado cerca de la finalización de dicho conflicto bélico- y 1895 -efectuado dos años después de la revolución radical de 1893.13
En los dos primeros documentos estadísticos se clasifica socio-étnica o socio-racialmente a los empadronados, aunque solo el padrón de Patagones de 1866 es exhaustivo en la descripción de las posesiones de bienes muebles semovientes -ganado- e inmuebles -cantidad de casas y tipo, así como chacras, quintas, estancias- de sus habitantes. La cuestión étnica o racial está ausente en las cédulas censales de los dos censos nacionales, construidos a partir del eje clasificatorio binario argentino/extranjero. Estos dos últimos censos, por su parte, son más confiables y precisos que los anteriores en el relevamiento de los habitantes y de su alfabetización. Ambas fuentes estadísticas registraron también: nación de origen, ocupación y estado civil. El censo nacional de 1869 se ocupó además de cuestiones referidas a la informalidad en las relaciones de parentesco, como la identificación de mancebas, y a problemas de salud de los empadronados.
Dentro del segundo tipo de registros estadísticos utilizamos, en primer lugar, el Padrón General de 1854 -levantado cuando Buenos Aires era un estado segregado de la Confederación Argentina-, importante por su rigurosidad en cuanto a la estimación del número de habitantes y por la identificación de las unidades domésticas a través del empleo, por parte de los empadronadores, de llaves o corchetes, más allá de la contigüidad de los nombres, incluyendo en las mismas tanto familiares como agregados. Las variables empleadas aluden a los nombres de los individuos, la nación de origen, el lugar de nacimiento, la clasificación socio-étnica y/o socio-racial de sus habitantes, las propiedades agrícolas o urbanas, la posesión de ganado y la ocupación laboral.
En segundo lugar, la principal fuente utilizada para este trabajo es el Registro municipal de Carmen de Patagones de 1887. Nos introduciremos entonces en el marco legal, formato, contenido, alcances y posibilidades que ofrece este documento, para responder las preguntas formuladas en la introducción.
El Registro municipal de 1887
El documento estadístico aludido se destaca por la metodología censal aplicada consistente en registrar, calle por calle, todas las viviendas y a sus corresidentes. Informa también sobre el carácter en que se habita la casa -de propiedad o inquilinato-, la ocupación de los integrantes del hogar, el alfabetismo y la asistencia escolar de los menores de quince años.14 Al contrario de los padrones locales de 1854 y 1866, el Registro municipal de 1887 no contiene clasificaciones basadas en categorías socio-raciales,15 aunque sí distingue a la población indígena -clasificada como “indios” o “indígenas”.
El registro municipal de Patagones se enmarca en lo dispuesto por la ley orgánica de las municipalidades de 1876, la cual estipulaba el levantamiento de registros de vecindad para la ciudad de Buenos Aires y que avanzada la década de 1880 debía ser hecho cada dos años en todos los partidos bonaerenses, sin perjuicio de las rectificaciones que pudieran realizarse en el tiempo intermedio de oficio o a pedido de las partes. El documento se encuentra en una carpeta del Juzgado de paz y también esta digitalizado por el personal del archivo del MHREN. Las cédulas del registro se encontraban dispersas y mezcladas -incluso algunas sin fecha-, lo que demandó un trabajo de ordenamiento y organización por parte de historiadores y personal técnico del Museo (Bustos y Dam, 2012). Si bien el formato del censo estaba estandarizado, el espacio dispuesto en observaciones permitía agregar datos -a criterio o según el conocimiento del empadronador-, y también dejar constancia -como si fuese una adenda- de las novedades producidas en el tiempo que pasaba entre registro y registro -por ejemplo, si una familia se mudaba a otra dirección.
Operativamente el registro posee 457 cédulas16 contabilizándose 2.697 habitantes en total, perteneciendo 2.072 al sector urbano y 625 al sector rural. Hemos individualizado en el registro a 261 personas africanas o afrodescendientes que representaban el 9,68 % de la población total. Las cédulas censales están divididas entre aquellas correspondientes al ejido urbano -cuartel 1 con registro calle por calle- y las propias del sector rural (incluyendo los cuarteles nos 2 al 4, con mención de estancias, haciendas, comercios y a veces también vivienda. Los datos recolectados sobre las personas incluyen: lugar de nacimiento, ocupación y grado de alfabetización.17 De las viviendas se registraba el nombre del propietario, si estaban en propiedad o alquiler, la cantidad de cuartos y, de corresponder, la actividad que allí se desarrollaba.
Marco teórico-metodológico
Elegimos como estrategia teórico-metodológica seguir la clasificación propuesta por el Grupo de Cambridge (Laslett, 1972; Hammel & Laslett, 1974), por su alto potencial comparativo y la posibilidad de adaptarla a realidades y tiempos distintos, como es nuestro caso: un poblado de la frontera sur de la provincia de Buenos Aires a fines del siglo XIX.
A mediados de la década de 1960 un grupo de historiadores demográficos, el llamado Grupo de Cambridge para la historia de la población y la estructura social, dirigido por Peter Laslett, se abocó al estudio del tamaño y la estructura familiar europea en colaboración con antropólogos como Jack Goody y Eugene Hammel. Decidimos trabajar específicamente sobre un artículo de 1974, escrito en coautoría por Laslett y Hammel, pues en el mismo se explicita más claramente la estrategia teórico-metodológica seguida por este grupo.
En dicho trabajo, los autores toman como unidad de análisis lo que se denomina household o grupo doméstico mínimo (minimal domestic group), concepto que excede los límites de la familia; es decir, que se refiere a la existencia de un grupo de individuos unidos por lazos de consanguinidad y alianza, ya que abarca también la corresidencia y la realización de tareas comunes relacionadas con la reproducción material y biológica del grupo doméstico. Por esa razón los “sirvientes” debían ser considerados parte del grupo doméstico del jefe de hogar, a diferencia de aquellos familiares consanguíneos de este último que vivieran en otro hogar aunque su ubicación fuera vecina (Hammel & Laslett, 1974: 77-78).
Hammel y Laslett distinguen entre el household, definido por la presencia central de cónyuges y su descendencia, a los que se añaden otros parientes y los sirvientes siempre y cuando sean corresidentes, y el houseful, que es una especie de household o grupo doméstico ampliado donde podrían incluirse invitados, inquilinos, visitantes y huéspedes -colectivo social que denominan “inmates”- (Hammel & Laslett, 1974: 78). Posteriormente estos autores desarrollan una clasificación que podemos definir como “tipología de hogares”, basada en el tipo de estructura familiar registrada en los households individualizados en diferentes documentos estadísticos y que consta de seis tipos de hogares, a saber:
1) Hogares solitarios -individuos viudos o solteros que residen solos-; 2) Hogares sin familia -hogares conformados por dos o más personas no emparentadas por vínculos conyugales o filiales, por ejemplo: hermanos, primos o amigos que viven juntos, abuelos con nietos, personas no evidentemente emparentadas-; 3) Hogares con familia simple o nuclear -aquellos donde reside la pareja sola, o bien uno o ambos progenitores con hijos naturales o legítimos, de ambos o de uno solo de ellos-; 4) Hogares con familia extensa -se encuentra presente en el hogar, la familia nuclear más otros familiares ascendentes, descendentes, colaterales o una combinación de ascendentes y colaterales-; 5) Hogares con familia múltiple -residen en el hogar varias familias emparentadas a partir de un tronco común, como podría ser el jefe de hogar residiendo con su mujer más uno o más de sus hijos con sus respectivas esposas o varios hermanos casados que residen juntos (frérèche)-; 6) Hogares sin estructura indeterminada -los indicios de parentesco son insuficientes para determinar qué estructura familiar podría describirlo- (Hammel & Laslett 1974: 96-97).
Aplicando esta estrategia teórico-metodológica al registro bajo análisis, en primer lugar procedimos a identificar las viviendas registradas en el censo, donde al menos residía un africano o afrodescendiente, para después determinar cuántos grupos domésticos había en cada una de ellas -conformando uno o más hogares. La siguiente cédula censal (Imagen 1) nos ayuda a graficar este proceso.
![](/img/revistas/memoam/v31n2//1851-3751-memoam-31-02-164-gf1.jpg)
Imagen 1 Cédula censal vivienda propiedad de Máxima Crespo en la calle General Roca nº 121. MHREN, Juzgado de Paz. Registro municipal de Carmen de Patagones de 1887
La imagen muestra el registro de una vivienda, propiedad de Máxima Crespo, aunque habitada por dos hogares diferentes -la dueña y las residentes son todas afrodescendientes. Uno compuesto por la familia nuclear de Pascuala Gaite y su hija María -tipo 3 del Grupo de Cambridge-, el otro por una persona sola, Bernardina Figueroa -tipo 1 del Grupo de Cambridge.
Pascuala y Bernardina no tenían ningún parentesco entre si y solo se relacionaban indirectamente, por su vínculo con Máxima Crespo. Bernardina tuvo un hijo y una hija naturales con Eusebio, uno de los hijos de Máxima,18 mientras que la madre de esta última, Petrona, junto al esposo de Máxima, Segundino Crespo, fueron padrinos de una hermana de Pascuala.19 Este hecho, sumado a la intención del empadronador de dejar varios espacios entre las familias nos llevó a considerarlos hogares separados, aunque -en principio-las residentes no fueran inquilinas de la propietaria sino ocupantes de la vivienda en virtud del posible lazo afectivo que tenían con ella.
Posteriormente y a fin de distinguir el tipo de relaciones de parentesco existentes hacia dentro de cada household identificamos a cada jefe/jefa de hogar, ya que el vínculo parental se determina en relación con éste. Aunque ese lugar suele ser reservado al padre de familia nosotros, a partir de la oportunidad que nos da el registro de 1887 de registrar el o la propietario/a de la vivienda, tomamos el siguiente criterio metodológico a fin de identificarlo.
Como primera opción, elegimos para ese rol a la persona cuya posición económica, de acuerdo a la ocupación informada en el censo -estanciero/a, hacendado/a, comerciante, propietario/a de otra vivienda- evidenciaba su jefatura de hogar. Cuando las ocupaciones registradas no indicaban diferenciación económica entre los integrantes del hogar, consideramos al propietario/a residente como jefe/a del mismo. En estos casos, el empadronador ubicaba al propietario como la primera persona registrada del hogar, por lo que entendemos que este sitial estaría reservado generalmente a los jefes/as de hogar.
En aquellas situaciones, cuando ni por diferenciación económica, ni por propiedad de la vivienda se pudiera identificar quién ocupaba la jefatura hogareña, tomamos como ejerciendo ese rol al primer empadronado/a de la cédula, siempre y cuando se pudiera determinar la relación entre este y los demás integrantes del grupo doméstico. Utilizando este criterio metodológico procuramos identificar correctamente al jefe/jefa de hogar, en estadísticas censales en las que en su formato no se aclara específicamente -sea por conocimiento del empadronador o por declaración de los corresidentes- quiénes son los mismos.
De todas maneras, teniendo en cuenta las diferentes estrategias de parentesco seguidas por los africanos y afrodescendientes de Patagones que -como vimos en la introducción- implicaron de manera relevante el compadrazgo, los matrimonios endogámicos y exogámicos y las uniones de hecho, decidimos determinar las relaciones de parentesco al interior de cada grupo doméstico, no solo en relación con cada jefe/a de hogar sino también con su esposo/a o pareja para evitar tomar como extraños a la familia a parientes simbólicos del esposo o esposa del jefe/a de hogar.
Una vez definida la estructura familiar de cada hogar con residentes afro, registramos y clasificamos aparte, como agregados, a quienes integraban el grupo doméstico sin ser parientes consanguíneos o por afinidad del jefe de hogar o su cónyuge o pareja. Dentro de esta categoría, diferenciamos a quienes residían en un hogar como parte de una alianza entre familias, como las generadas por el parentesco simbólico -ahijados/a, compadres, comadres-, de quienes estaban afectados por una relación de tipo laboral o de servicio personal con el jefe/a de hogar y/o su conyugue/pareja, ya sean tareas remuneradas -peones, jornaleros-20 o no -sirvientes, huérfanos u otros menores no clasificados. No consideramos como parte de la “alianza entre familias”, por razones obvias, a los niños indígenas capturados como “botín de guerra” en la campaña que realizó el ejército nacional entre 1879 y 1885 y que procuró el exterminio de las poblaciones indígenas existentes al sur del río Colorado. Estos menores residían en Patagones en hogares de vecinos de la elite local y los jefes/as de hogar solían ser sus padrinos. El Registro municipal de 1887 refleja cabalmente esta situación, pues fue levantado pocos años después de finalizada la incursión militar (Bustos y Dam, 2012). En los casos que detectamos a estos niños indígenas, los registramos como “agregados no parientes”.
Por último, siguiendo a Hammel y Laslett (1974), decidimos registrar a los sirvientes junto al resto de agregados aunque pertenezcan al household, pues no integran la familia parental y lo que pretendemos en este trabajo es comparar estructuras familiares a través de la tipología de hogares que la escuela de Cambridge desarrolla (Laslett, 1972; Hammel & Laslett, 1974).21
La triangulación de las fuentes que componen nuestro corpus nos permitió distinguir qué tipo de vínculo tenían los agregados que integraban cada household con el jefe/a de hogar y/o su cónyuge o pareja, aunque dicho dato no surgiera del registro censal. Hablamos tanto de cónyuges como de parejas, ya que entre la población afro registramos los matrimonios y las uniones de hecho, las que definimos tanto por la cohabitación registrada en algún documento estadístico, como por la existencia de más de un hijo entre las partes, ya que consideramos que tener más de un hijo/a con otra persona configura una relación estable, no circunstancial, lo que amerita ser clasificada como consensual, más allá de que podamos registrar, o no, cohabitación entre las partes.
Jefes y jefas de hogar de los households habitados por africanos y afrodescendientes
A partir de ahora procederemos a la presentación de los datos y a su interpretación; en el Cuadro 1 registramos la cantidad de hogares en los que reside, al menos, un afrodescendiente y el tipo de jefatura -afro o no afro- que ostentan dichos hogares o households. Presentamos los datos en relación a la existencia o no de vínculo parental conyugal -o de pareja- y/o filial entre el jefe de hogar y los residentes de cada uno de estos hogares, a fin de identificar matrimonios o uniones mixtas -afro/no afro o viceversa.
Cuadro 1. Jefatura de hogar afro y no afro, según género, en hogares habitados por al menos un africano o afrodescendiente, con identificación de vínculo conyugal y/o filial entre el jefe de hogar y los corresidentes. Fuente: elaboración propia en base a datos del Registro municipal de Carmen de Patagones de1887 (MHREN, Juzgado de Paz)
Hogares con corresidentes afro | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Cónyuge/Pareja y/o descendencia | Hombre | Mujer | Total | ||||
n | % | n | % | ||||
Jefatura | Afro | Afro | 12 | 18,2 | 12 | 18,2 | 24 |
No afro | 2 | 3,0 | 1 | 1,5 | 3 | ||
Sin | 3 | 4,5 | 1 | 1,5 | 4 | ||
No afro | Afro | 16 | 24,2 | 1 | 1,5 | 17 | |
No afro | 10 | 15,1 | 2 | 1,5 | 10 | ||
Sin | 4 | 6,1 | 2 | 3,0 | 6 | ||
Total | 47 | 19 | 66 |
En primer lugar, observamos que de 66 households donde al menos reside un afrodescendiente, 56 de ellos, es decir el 85% presenta vínculos conyugales o de pareja y/o filiales entre el jefe de hogar y los corresidentes. El 15% restante corresponde a diez hogares de los denominados sin núcleo familiar; es decir, hogares compuestos por solitarios, hogares sin estructura familiar, u hogares sin estructura determinada. Estos 56 hogares se dividen en veintisiete con jefatura afro y veintinueve con jefatura no afro. Las mayores diferencias aparecen al observar la representación por género. Así de los veintisiete households con jefatura afro, catorce tienen jefe de hogar masculino y trece femenino (52% a 48%), mientras que en los hogares con jefatura no afro la diferencia es significativa, registramos veintisiete jefaturas masculinas y solo dos femeninas (93% a 7%).
En relación con estos datos, consideramos determinante la presencia de mujeres viudas entre las mujeres afro jefas de hogar: ocho de trece, el 61 %. Este último porcentaje estaría relacionado con el elevado índice de masculinidad entre la población afro de Patagones, que entre 1830 y 1860 facilitó los matrimonios entre hombres africanos adultos y mujeres afrodescendientes jóvenes (Cassano, 2022), ya que los primeros probablemente fallecieran antes que sus esposas o parejas. De todas maneras, también registramos jefas de hogar afro -en todos los casos se trata de afrodescendientes- “en vida” de sus cónyuges o parejas.
Petrona Crespo, por ejemplo, unida de hecho al criollo Ramón Sosa, residía en la casa de Ricardo Crespo como jefa de un hogar compuesto además por dos hijos que tenían el apellido de su pareja.22 Concepción Moreyra (lavandera), por su parte, fue registrada como la propietaria de la vivienda en la que residía junto a su medio hermano, Donato Rivas (sin ocupación registrada), su pareja Leonardo Crespo (jornalero), ambos afrodescendientes y los cinco hijos habidos con éste último. Además, Concepción estaba empadronada en el primer lugar de la cédula censal correspondiente.
Tenemos también el caso de Manuela Pintos, unida de hecho a José Moreyra, sin ocupación registrada para ambos, aunque Manuela estaba empadronada en primer lugar en la cédula censal correspondiente a la vivienda que compartían y que pertenecía a A. Velázquez. El grupo doméstico estaba integrado por Manuela, José y los tres hijos de ambos.
Teresa Molina, por su parte, casada desde 1873 con el italiano Vicente Codoña,23 según el registro municipal vivía en la casa propiedad de su marido aunque pareciera estar separada de hecho del mismo,24 ya que el grupo doméstico que la tenía como jefa de hogar estaba compuesto por dos hijos legítimos habidos con Vicente, más otros dos hijos ilegítimos habidos después del matrimonio, con José del Prato también italiano.25
Otra cuestión que aparece nítidamente al analizar los datos de este cuadro es la referida a la condición socio-racial de la pareja y/o los hijos del jefe de hogar, dependiendo si este último es afro o no afro -considerando siempre los hogares donde registramos la presencia de los primeros. Nos referimos específicamente a las elecciones de los hombres, ya que los casos de mujeres jefas de hogar no afro son solo dos. Observamos que, de catorce hombres afro jefes de hogar, doce (86%) tenían mujer y/o hijos afro; es decir, de la misma condición socio-racial, mientras que entre los veinticinco hombres jefes de hogar no afro, dieciséis (64%).contaban con pareja y/o hijos afro.
Entendemos que los matrimonios y uniones de hecho exogámicas, entre afrodescendientes -todas mujeres- y criollos, extranjeros o indígenas, producidas en Patagones (Cassano, 2022) explican el elevado porcentaje correspondiente a hogares con jefatura no afro, pero con conyugue/pareja y/o descendientes afro, conformando familias afro una vez que la pareja tiene descendencia -aunque con un integrante no afro. El 36% restante corresponde a households cuyo jefe de hogar es también no afro, pero el o los corresidentes afro que integran ese grupo doméstico no tienen relación de parentesco con quien ejerce la jefatura hogareña, estando allí presentes en virtud de relaciones de servicios personales, o laborales.
Tipología de hogares con presencia afro en Carmen de Patagones según el Registro municipal de 1887
A continuación, presentamos los datos obtenidos del registro municipal de Patagones de 1887 y su clasificación siguiendo la tipología desarrollada por el Grupo de Cambridge, de acuerdo a lo explicitado en el apartado teórico-metodológico. Analizaremos por separado el sector urbano y el sector rural, en virtud de las diferencias que hemos encontrado en el tipo de hogar que predomina en cada uno de estos espacios y las diferentes actividades productivas que se desarrollan en ellos.
Para simplificar el análisis, tomando a Rodríguez Jaume y Martín Moreno (2008), optamos por separar aquellos tipos hogareños con núcleo familiar -tipos 3, 4 y 5 de la clasificación de Hammel y Laslett (1974)- de los que no lo tienen -tipos 1, 2 y 6. Por su parte, siguiendo a Küffer et al. (2009), bajo la categoría de tipo de hogar complejo agrupamos aquellos hogares cuya estructura responde a familias extensas y familias múltiples -tipos 4 y 5 del Grupo de Cambridge-, por su similitud y el escaso número de estas últimas. Los resultados pueden observarse en los siguientes cuadros comenzando con el sector urbano (Imagen 2) y continuando con el sector rural (Imagen 3).
![](/img/revistas/memoam/v31n2//1851-3751-memoam-31-02-164-gf2.jpg)
Imagen 2 Sector urbano. Tipología de hogares con presencia afro: distribución y porcentajes de acuerdo al Registro municipal de Carmen de Patagones de 1887 (MHREN, Juzgado de Paz). Fuente: elaboración propia de acuerdo a la clasificación del Grupo de Cambridge y su adaptación al contexto local
En primer lugar, percibimos que el tipo de hogar con estructura de familia nuclear simple es predominante en los households de ambas jefaturas, aunque en los hogares con jefatura no afro la disparidad con respecto a otras variantes es mucho más significativa (69,23%). Si comparamos porcentajes de hogares con tipología compleja en ambas variantes, encontramos un 33% de households de esta clase en los hogares con jefe/a de hogar afro, mientras que en los hogares con jefe/a de hogar no afro el mismo desciende al 15,38%. El predominio de la familia nuclear en los hogares de jefatura no afro del sector urbano se da tanto en aquellos households donde la presencia afro está relacionada con el parentesco -por ejemplo, esposa e hijos de un jefe de hogar no afro-, como en aquellos hogares donde ese parentesco no existe -por ejemplo, el caso de huérfanos afrodescendientes residentes en el hogar.
En los households de jefatura hogareña afro compuestos por familias extensas era habitual registrar, junto al núcleo familiar, la presencia de hermanos/as, medio hermanos/as, cuñados/as, madre o padre viudo y/o sobrinos, de lo que podría deducirse que en la población de origen africano los lazos familiares serían más fuertes, y/o se tendría una idea de familia que excedía los vínculos filiales.26
En relación con los agregados, observamos que en los hogares con jefe de hogar afro en su mayoría estaban relacionados con el jefe/a de hogar por parentesco ritual -de seis hogares con agregados, cuatro son por vínculos de parentesco simbólico con el jefe/a de hogar y/o su cónyuge o pareja-, mientras que en los hogares con jefatura hogareña no afro, los agregados se relacionan predominantemente con el jefe/a de hogar por vínculos que no respondían a ningún tipo de parentesco -de diez hogares con agregados, nueve no tienen ningún tipo de parentesco con el jefe/a de hogar y/o su cónyuge o pareja.
Los dos households de jefatura afro identificados en el registro municipal, con agregados sin ningún tipo de parentesco con el jefe de hogar, eran los siguientes: el primero era un hogar de tipología sin estructura familiar -tipo 2 del Grupo de Cambridge-, cuya jefatura ejercía Andrés Gomez -afrodescendiente propietario de la vivienda-, quien residía junto a su primo Evaristo Soto (afrodescendiente) y otros dos individuos no emparentados con ellos, Francisco Gaite (afrodescendiente) y Gregorio Mansilla (criollo), los cuatro de ocupación jornaleros. El segundo, era un hogar de tipología de familia simple -tipo 3 de la clasificación del Grupo de Cambridge- donde identificamos como jefe de hogar a Teodoro Crespo de 33 años -afrodescendiente, de ocupación jornalero, registrado como propietario de la vivienda-, quien residía junto a su madre, la africana María García. En el mismo hogar residían los hermanos afrodescendientes, Antonio y Cornelio Parra, jornaleros de veintiocho y veintidós años respectivamente, sin que hubiera vínculo parental consanguíneo o simbólico entre estos últimos y los primeros.
En este caso, el examen de otro tipo de fuentes nos permitió precisar con más detalle la relación entre las partes. Al consultar el expediente judicial iniciado en 1892 contra Antonio Parra por enajenación mental, registramos la declaración de Cornelio Parra, quien respondiendo a la pregunta sobre cuándo habían comenzado ciertas conductas inapropiadas de su hermano Antonio,27 afirmó que: “con la muerte de Teodoro Crespo, con quien eran grandes amigos, e incluso vivían juntos”.28
Como mencionáramos precedentemente, en los hogares con jefatura no afro del sector urbano se destaca la presencia de agregados no parientes, predominando entre ellos aquellos que podríamos categorizar como criados o sirvientes, aunque no estuvieran clasificados como tales sino como “huérfanos”, o directamente figurasen sin clasificación. Decimos esto pues en su mayoría se trata de niños y jóvenes afro y/o indígenas que residían con criollos o extranjeros, que podrían ser sus tutores o guardadores de acuerdo a lo que surge del registro municipal.
La única excepción en el sector urbano al patrón de ausencia de parentesco simbólico en los hogares donde residía algún individuo o familia afro, pero la jefatura hogareña era no afro, corresponde a un hogar de tipología compleja (familia extensa), donde la jefa de hogar era la indígena cristiana -en el registro municipal de 1887 es registrada como argentina-, Zenona Guerrero,29 viuda del africano Justo Moreyra, quien según dicho registro residía junto a sus hijos y nietos afrodescendientes y una ahijada también afrodescendiente llamada Bernabela Almeyda,30 en una vivienda de su propiedad -la ocupación registrada de Zenona era la de “Propietaria”.
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Imagen 3 Sector rural. Tipología de hogares con presencia afro: distribución y porcentajes de acuerdo al Registro municipal de Carmen de Patagones de 1887 (MHREN, Juzgado de Paz). Fuente: elaboración propia de acuerdo a la clasificación del Grupo de Cambridge y su adaptación al contexto local
El primer dato que surge de este cuadro es la menor cantidad de hogares analizados, en relación al sector urbano. Entendemos que esto tiene que ver con la falta de exhaustividad del registro con relación al sector rural, que señalaran Bustos y Dam (2012). En segundo lugar, la cantidad de hogares con jefatura no afro es levemente mayor, lo que está relacionado con la mayor presencia afro en el sector urbano. Por su parte, registramos similar cantidad de hogares con tipología simple (familias nucleares) y complejas (familias extendidas y múltiples), entre aquellos households, con jefatura de hogar afro y no afro.
Entendemos que esto puede deberse al tipo de trabajo intensivo que se practica en el sector rural, donde se necesitan varios “brazos” para trabajar la tierra o cuidar el ganado -sea de familiares, como de no parientes. Observamos también la ausencia de parientes simbólicos en casi todos los tipos hogareños, de ambas jefaturas, salvo un único caso de tipología de hogar con familia extensa, de jefatura no afro.
Aunque en el sector rural no registramos parientes simbólicos residiendo en los hogares con jefatura de hogar afro, en uno de ellos existe mayor complejidad. Se trata del hogar cuya jefatura ostentaba la africana Juana Chonga, donde residían el hijo de Juana, llamado Basiliano, con su mujer Antonia Rojas -afrodescendiente- y también Alberto Pinta, afrodescendiente de veintidós años, sin ocupación registrada en el censo.31
Aun cuando Alberto no tiene relación directa de parentesco simbólico con la familia con la que reside, su familia materna sí la ha tenido ya que María Oporto, tía abuela de Alberto, fue madrina de Apolinario Rojas, padre de Antonia.32 Entendemos al parentesco simbólico como una relación que genera y cimienta lazos entre familias y no solo entre individuos.
El único hogar del sector rural con jefatura afro que clasificamos dentro de la tipología “sin estructura familiar” -tipo 2 del Grupo de Cambridge- era uno ubicado en un paraje denominado Santa Rita, donde residían los afrodescendientes Aniceto Parra -medianero-, a quien consideramos jefe de hogar por ser el primer empadronado en la cédula respectiva y por su ocupación,33 y quienes parecían ser sus hermanos o medio hermanos, Silverio y José Parra -trabajadores mensuales-, siendo corresidente también Jacinto Ara de origen chileno -sin ocupación registrada. Este caso, nos permite también efectuar una decisión metodológica. Si encontramos un africano o afrodescendiente censado dos veces,34 tomamos como su hogar aquel en que es jefe de hogar; si en ambos hogares es jefe, tomamos como su residencia la urbana donde habita con su familia y no la rural.
En cuanto a los agregados sin ningún vínculo de parentesco -sea biológico, por afinidad o simbólico- y con el jefe/a de hogar o su cónyuge, las categorías que detectamos registradas en el sector urbano y en el sector rural son las que detallamos en el cuadro presentado a continuación, distinguiendo entre aquellos registrados en hogares con jefatura afro o no afro (Imagen 4). Debe tenerse en cuenta que en aquellos casos correspondientes a menores de edad, lo más habitual en el registro era individualizar a los niños/as indígenas y al resto de los menores, clasificarlos como huérfanos o solo registrarlos con su nombre -fueron categorizados como “sin clasificación” en el cuadro precedente.
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Imagen 4 Cantidad y tipo de agregados, según clasificación censal, en hogares con jefatura afro y no afro, sectores urbano y rural. Fuente: elaboración propia en base a los datos del Registro municipal de Carmen de Patagones de 1887 (MHREN, Juzgado de Paz)
Como se desprende del cuadro, en los hogares con jefatura de hogar no afro los agregados no parientes estaban presentes de manera equilibrada en los sectores urbano y rural, mientras que en el caso de los hogares afro, la diferencia es significativa a favor del sector rural -catorce a cuatro. Tengamos presente que en este cuadro, a diferencia de los anteriores, se registra la cantidad total de agregados por sector y jefatura, independientemente de la tipología hogareña de cada household. En ese sentido, podemos decir que los catorce agregados no parientes identificados en los hogares con jefatura afro del sector rural residían en solo seis hogares diferentes.
Entendemos que estos datos reflejan, como mencionáramos anteriormente, las diferentes actividades sociales y/o productivas desarrolladas en ambos sectores y, por ende, las diferentes características que poseían las viviendas y los hogares que allí se registraban. Viviendas familiares y algunos comercios en la urbanidad, estancias, haciendas, curtiembres, salinas y galpones, en el ámbito rural.
Consideramos que en el sector urbano, el deseo de los jefes de hogar no afro de tener en sus hogares huérfanos u otros menores vulnerables -destacándose los afrodescendientes e indígenas entre ellos- para que cumplan allí tareas de servicio personal, es la causa principal de la diferencia con los hogares con jefes/as de hogar afro, más propensos estos últimos -y/o sus parejas- a las relaciones simbólicas con los agregados que residían con ellos. Esto no implica que estos menores no tuvieran que cumplir también con la realización de tareas hogareñas, o que siempre estuvieran a gusto con los tratos recibidos, pero en estos casos la génesis del vínculo estaba basada en relaciones de alianza y no de subordinación.
Siguiendo con los datos recabados en el registro municipal observamos que en el sector rural, por el contrario, los agregados están relacionados con tareas laborales pagas efectuadas por jóvenes y adultos, y en estos casos sus servicios están demandados, tanto por los jefes de hogar afro como no afro -en este sector, todos los jefes de hogar son hombres. Entre los afrodescendientes propietarios o encargados de estancias o haciendas se destacan los hermanos Pinta, Vicente y Venancio,35 ambos eran encargados de emprendimientos rurales cuyos dueños fueron criollos o extranjeros. El primero era el encargado de la curtiembre de los hermanos Galzusta (españoles) y lo registramos como jefe de hogar por tener el cargo de encargado, no aparecer en la cédula censal los dueños de la curtiembre -José Galzusta, estaba registrado en el sector urbano- y estar primero en la lista nominativa de la cédula censal respectiva. En dicho hogar residía con su mujer, su hijo y dos hermanos. Allí residían también, un hombre de nacionalidad vasca y de ocupación “ovejero” y dos “trabajadores mensuales argentinos”. Por su parte Venancio era el encargado -clasificado como encargado/ jornalero-, de la estancia del criollo Celedonio Miguel -registrado en el sector urbano. También fue el primero registrado en la cédula respectiva, residía allí junto a sus cuatro hijos y cuatro indígenas mayores de edad, de ocupación jornaleros.36
Ocupación del espacio y redes de parentesco. El “barrio de los negros” o “del tambor”
En este apartado indagamos sobre la existencia de un barrio de Patagones donde residiría su población afro, cotejando los datos por nosotros recabados con aquellos brindados por la historiografía y los que son producto del reconocimiento y visibilización de un barrio llamado “del tambor”, por las autoridades del gobierno municipal local. Trabajamos para ello con el registro municipal de Patagones de 1887 y el plano del partido de Patagones de 1888, lo que nos permitió ubicar con rigurosidad las calles donde, para esa época, se encontraban la mayoría de los hogares habitados por la población afro pese al deterioro de este último documento. Asimismo, a través de la comparación de estas fuentes con las que integran nuestro corpus documental determinamos quiénes residían en estos hogares y las relaciones de parentesco entre sus integrantes.
La cuestión sobre la existencia de un “barrio negro” en Patagones tiene como antecedente la observación del explorador y oficial de la marina inglesa George Musters, quien al visitar Patagones en 1870 sostuvo:
Los negros son los descendientes de una importación de esclavos, hecha cuando la trata de negros era un tráfico legal para el gobernador, un francés llamado Viba,37 patrón de Casimiro, que parece haber tenido la idea de emplearlos en el cultivo de las tierras fiscales. Todos viven juntos en un barrio de la ciudad, excepto, naturalmente, los que se colocan como sirvientes y conservan muchas viejas tradiciones y costumbres (Musters, [1871] 1914: 336).
Además, dentro de los estudios históricos, el arquitecto De Paula (1991) señaló la existencia de un “barrio de los morenos”, ubicado 300 metros al noroeste de la plaza 7 de marzo, comenzando en la intersección de las calles Mitre y Fagnano. Habitaban allí “varias familias ´de color´, en una cuadra alargada, de parcelas estrechas con fondos orientados al sudoeste, es decir hacia el río” (De Paula, 1991: 2).38
Posteriormente, como parte del reconocimiento a la población de origen africano de Patagones, y luego de que un estudio de arqueología histórica (Murgo y Casanueva, 2008) relevara el lugar donde se encontraban los piletones en el que las lavanderas afro practicaban su oficio se delimitó, a través de una normativa municipal, el barrio denominado “del tambor”, donde habitaría esta población. Así se declara que el área constituye:
[…] un sector urbano en el que vivieron pobladores de origen africano donde hasta finales del siglo XIX, los descendientes de esclavos y libertos se reunían para realizar candombes y fiestas comunitarias […] y que en los fondos de las parcelas de este barrio, orientadas al río, practicaban el oficio de la lavandería muchas africanas y afroargentinas.39
La zona de los piletones se ha demarcado de forma explícita en la intersección de las actuales calles Fagnano y Mitre40 mediante cartelería alusiva, en la que se explica que los afrodescendientes realizaban celebraciones allí hasta el siglo XIX, por lo que -continúa diciendo la ordenanza-, “constituyó un centro de transmisión de la cultura africana, sus costumbres y sus lenguas”. No obstante, Aylen Enrique señala que más allá de esta mención:
[…] el énfasis está puesto en los restos materiales y no se presentan más referencias en otros sitios de la ciudad que permitan contextualizarlas o profundizar en ellas [...] Por último, el barrio tampoco ha sido marcado con nombres de calle específicos que aludan directamente a él y que permitan identificarlo o delimitarlo; por lo que se envuelve a los protagonistas de antaño con cierto manto de anonimato impenetrable (Enrique, 2018: 132).
Entrando ya en nuestro análisis, la revisión del registro en estudio nos permitió distinguir que la mayor parte de las familias e individuos afro de Carmen de Patagones residían en las calles 7 de marzo y General Roca (hoy Mitre). En la calle General Roca residían 476 personas, 75 de las cuales eran afro (15,76%), y en la calle 7 de marzo residían 222 personas, 45 de las cuales eran afro (20,27%). En la calle Rivadavia no residían afrodescendientes y en la calle río Negro solo siete, aunque en principio no residirían dentro del área recién delimitada. En la calle Mercedes, arteria paralela a la calle río Negro, se registraron solo diez habitantes, seis de ellos afrodescendientes -en la propiedad de Zenona Moreyra, mencionada anteriormente.
En las calles perpendiculares al río, como son estas últimas, habitaba poca gente, suponemos por las dificultades de construir en las laderas de la barranca que caracteriza al poblado. Además, del examen de las fuentes parroquiales surgió la mención al “barrio de los negros” y a la “calle de los negros”, en relación a los moradores de estas arterias.41
Con estos datos y avanzando ya sobre el plano del partido de Patagones de 188842 observamos que un importante número de familias de origen africano residieron en hogares ubicados en un espacio que corre desde el bajo -calle General Roca, hoy Bartolomé Mitre- hacia el alto del poblado -calle 7 de marzo- formando una especie de cuadrado delimitado por las calles Bernardino Rivadavia y Río Negro -hoy Fagnano.43 En la siguiente foto del plano aludido (Imagen 5) observamos las propiedades ubicadas sobre General Roca, entre estas dos últimas arterias.
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Imagen 5 Viviendas de africanos y afrodescendientes ubicadas de manera contigua sobre la calle General Roca (ver bajo la lupa, foto intervenida por el autor). MHREN, Juzgado de Paz, mapoteca. Plano del partido de Carmen de Patagones de 1888
En la imagen precedente, se pueden visualizar varias casas ubicadas de manera contigua, donde residían familias de africanos y afrodescendientes. Las viviendas estaban sobre la calle General Roca, arteria que no puede identificarse en esta parte del plano pero es la segunda paralela a la costa, subiendo desde el río hacia la parte alta del poblado.
La primera arteria paralela a la costa es, como se ve en el documento aludido, la calle Estados Unidos de Sicilia y Calabria, poblada mayormente por italianos y fue erosionada por las aguas del río Negro hasta desaparecer a principios del siglo XX.44
Volviendo a la calle General Roca, en la imagen precedente y comenzando por Carmen Suarez de norte a sur podemos observar contiguamente las propiedades -el plano consigna los propietarios de los inmuebles, por eso incluye personas ya fallecidas- de María Crespo (García de Crespo),45 Petrona Roche (hacia la derecha), Emilio Crespo, Pedro Alfaro, Felipe Lapatria, Máxima Crespo, Pedro Alfaro (tiene dos casas), Adolfo Crespo, María Concepción Rivas, Adolfo Crespo (dos casas),46 Magdalena Moreyra de Rivas. El antiguo sargento Felipe Lapatria, María García y Adolfo Crespo eran africanos y el resto afrodescendientes. Este sector, como podemos observar en otra foto del mismo documento (Imagen 6), está delimitado -si nos paramos sobre la costa mirando hacia el fuerte- al oeste por la calle Bernardino Rivadavia y al este por la calle Río Negro -hoy Fagnano-, que en el plano analizado no llega a identificarse aunque puede verse la primer calle que corre paralela a esta hacia el oeste, denominada Mercedes -hoy Garibaldi-, vía que no llega hasta la costa como las dos anteriores sino que choca con otra calle, denominada Comandante Olivera, la cual corre paralela al río.
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Imagen 6 Identificación de las calles que delimitan el espacio ocupado por las viviendas con propietarios afro, ubicadas en las arterias General Roca y 7 de marzo (arriba y a la derecha de la lupa, foto intervenida por el autor). MHREN, Juzgado de paz, mapoteca. Plano del partido de Carmen de Patagones de 1888
Del registro censal de 1887 surge que la numeración de las viviendas ubicadas en la calle general Roca, propiedad de los pobladores afro recién identificados en el plano del partido de Patagones de 1888, va del nº 138 -casa de Petrona Roche- al nº 107 -casa de Magdalena Rivas. El deterioro de este último documento nos impide ver a qué distancia se encuentran las viviendas de los otros/as africanos y afrodescendientes que residían en esta calle según el registro aludido, pero la numeración de las viviendas nos ayuda a demostrar su ubicación. Máxima Crespo, por ejemplo, tendría otra propiedad dentro de esta área, ya que la misma está ubicada en el nº 105 de General Roca,47 mientras que el hogar formado por el italiano Pablo Martello y la afrodescendiente Juliana Sánchez estaría muy cerca, ya que la vivienda lleva el n° 99.48 En el área que delimitamos residiría también la familia del afrodescendiente Antonio Palma -descendiente del antiguo soldado africano Augusto Lapatria-, ya que si bien la numeración de su vivienda no ha sido consignada en el registro, en el padrón levantado dos años más tarde la misma aparece identificada en la calle General Roca con el número 115.49
En cuanto a la calle 7 de marzo, el deterioro del plano de 188850 y la falta de numeración en el registro municipal de la mayoría de las viviendas donde residían africanos y afrodescendientes, nos impedían ubicarlas sobre el mismo, aunque algunos indicios nos daban a entender que la mayor parte de estas propiedades estarían a la altura aproximada de aquellas pertenecientes a pobladores afro, ubicadas en la calle General Roca.
Sabíamos, por ejemplo, -como ya mencionáramos anteriormente- que lo consignado en fuentes parroquiales como “barrio o calle del tambor” incluía tanto la calle General Roca como la calle 7 de marzo. Conocíamos también que en el único caso en que el registro municipal de 1887 identificaba la numeración de la vivienda de un propietario/residente afro de esta última calle (Pablo Olivera),51 lo hacía con el número 80.
Revisando nuevamente el documento de marras logramos confirmar nuestras sospechas. Como vemos en la siguiente foto del plano de 1888 (Imagen 7), las propiedades registradas como de Pablo Olivera y de Justo Moreyra, padre ya fallecido de Concepción Moreyra,52 quien residía en la calle 7 de marzo sin número -con su pareja Leonardo Crespo, un medio hermano y los cinco hijos de su unión con el primero-,53 estaban ubicadas en esta última arteria casi esquina Mercedes, por consiguiente dentro de la zona delimitada por nosotros.
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Imagen 7 Propiedades de Pablo Olivera y Justo Moreyra en la calle 7de marzo, esquina Mercedes (identificadas por el contorno amarillo, foto editada por el autor). MHREN, Juzgado de paz, mapoteca. Plano del partido de Carmen de Patagones de 1888
Por su parte, la íntima relación familiar -consanguineidad en primer grado-, entre integrantes de algunas de las familias que residían en estas dos arterias nos hace pensar que las propiedades donde residían también estaban ubicadas en el mismo espacio, que a esta altura ya podemos referir como “barrio afro” aunque falte la numeración de sus domicilios.54
Hablamos de barrio afro porque esta importante concentración de personas de origen africano, conectadas por lazos de parentesco biológico y/o simbólico en un espacio delimitado, podría conformar con el tiempo una vecindad; es decir, una “localidad con su propia sensibilidad, sus tradiciones y su historia particular” (Park, 1999: 52).55
Estos lazos son los que unieron al antiguo sargento Felipe Lapatria y su mujer María Ibañez con Petrona Roche -hija de la africana María del Carmen Roche-56 y su familia. Petrona tuvo diez hijos -con tres hombres distintos, todos africanos-; nueve de ellos tuvieron como padrino a Felipe -siete con su mujer María Ibañez como madrina, los otros dos con María García, también africana y residente en la calle General Roca).57 Otro ejemplo de estos vínculos son los que unieron a las familias Crespo, Rivas y Araque, encabezadas por africanos libertos arribados a Patagones en el buque negrero San José Diligente en 1826 (Cassano, 2013).
A modo de ejemplo, Bernardino Rivas y su mujer Micaela fueron padrinos de tres hijos de Adolfo Crespo y su mujer Carmen Crespo -ellos eran Bernardino, Eleuterio y Concepción-, mientras que estos últimos fueron padrinos de Fabián, hijo de los primeros.58 Bernardino y Micaela también apadrinaron a dos hijos del matrimonio entre Joaquín Araque y Magdalena Moreyra -Hipólito y Concepción-. Fallecido Joaquín, Magdalena contrajo matrimonio en segundas nupcias con Fabián Rivas, siendo testigos del casamiento Adolfo y Carmen Crespo.59
Consideramos que en el barrio afro residían -contando los residentes identificados en el plano de 1888 y los que el registro municipal de 1887 ubica en esa zona, más los que indicios concretos de consanguineidad en primer grado, testimonio de defunciones, referencia a domicilio en el “barrio o calle de los negros” ubican allí- al menos 84 personas africanas y/o afrodescendientes. Decimos al menos por la existencia de propiedades donde residían pobladores afro ubicadas en calles que, en alguna parte de su recorrido, pasaban por el área delimitada como barrio afro pero cuya ubicación exacta no fue posible registrar en el plano referido.
Por último, en el plano catastral que obra en el sitio de la municipalidad de Patagones60 y que acompañamos a continuación (Imagen 8) puede verse el casco histórico de Patagones, con sus calles principales y las manzanas en que está dividido, bien delimitadas. De acuerdo a la investigación aquí desarrollada, las familias e individuos afro que hemos identificado en este trabajo habrían residido en propiedades ubicadas en las actuales manzanas 279 (parte alta),61 270, 258 y 259.62
Conclusiones
El Registro municipal de Carmen de Patagones de 1887, analizado en conjunto con otras fuentes estadísticas, judiciales y parroquiales del siglo XIX, nos permitió identificar el tipo de familias que integraban los hogares donde residían africanos y/o afrodescendientes, las relaciones de parentesco hacia dentro de estas familias y la clase o tipo de agregados domésticos que allí se encontraban. Una primera observación nos llevó a concluir que en los hogares con jefaturas de hogar afro, el rol de jefe de hogar era ocupado tanto por hombres como por mujeres. Entendimos el predominio de mujeres viudas entre estas jefas de hogar como consecuencia del elevado índice de masculinidad que, al menos durante la primera mitad del siglo XIX, se mantuvo entre la población afro, favoreciendo la viudez temprana de estas últimas.
Otra aproximación, esta vez a la composición de las familias africanas y afrodescendientes residentes en Patagones, nos llevó a concluir que en el sector urbano la cantidad de familias extensas, tanto en términos absolutos como relativos, era mayor en los households con jefatura afro que en aquellos households con jefes de hogar no afro. En el sector rural, por el contrario, estas diferencias se desdibujan, posiblemente por la clase de actividades que allí se realizaban. En el caso de los agregados observamos que en el sector urbano, en los hogares con jefatura afro, predomina el parentesco simbólico entre los primeros y el jefe/a de hogar y/o su pareja, mientras que en aquellos con jefatura no afro los agregados parecían estar sujetos a relaciones verticales basadas en el servicio personal, especialmente cuando se trata de menores. En el sector rural en cambio, el tipo de agregado respondía a la necesidad de trabajadores para las tareas propias de ese ámbito, tanto en los hogares con jefatura afro como en los de jefatura no afro.
Una observación final de este análisis es que una buena cantidad de familias afro, atravesadas por relaciones de parentesco consanguíneo y simbólico, decidió vivir en un espacio circunscripto entre dos calles paralelas al río Negro y otras dos perpendiculares al mismo. Estas familias estaban unidas por lazos de parentesco, tanto consanguíneos como por afinidad y simbólicos, cuestión que podría favorecer la construcción de redes sociales cimentadas en lazos afectivos que trascendían los implicados en la familia nuclear.
El tipo de análisis presentado en este artículo ha recibido críticas por cuanto representaría solo una foto en la vida de las diferentes familias, ya que la tipología familiar suele cambiar con el devenir histórico.63 Por nuestra parte, entendemos que todo trabajo que analice estadísticas adolece de la misma limitación, salvo que su metodología implique el análisis de diversos censos durante varias décadas.
Para que nuestro trabajo sea lo más representativo posible hemos contrastado y complementado la información sistematizada en el registro municipal de 1887 con fuentes estadísticas, como el censo nacional de 1895, fuentes parroquiales, un plano del partido de patagones de 1888 y documentos de tipo cualitativo, como los expedientes judiciales. Además, consideramos que en virtud del tipo y la cantidad de información que brinda el registro bajo estudio este trabajo representa una imagen concreta de la tipología familiar afro a fines del siglo XIX y lo entendemos como un insumo para futuras investigaciones que pretendan comparar dicho registro con otros del mismo tenor y que procuren analizar los cambios en las estructuras familiares a lo largo del tiempo.También expresa un primer intento por delimitar, de manera concisa, la ubicación de un barrio afro en Patagones, identificando a sus residentes.
Fuentes documentales citadas
Archivo General de la Nación (AGN), Sala X. Leg. 25-6-2, Padrón de habitantes de Patagones de 1838.
Museo Histórico Regional Emma Nozzi (MHREN)
MHREN, Juzgado de Paz. Registro municipal de Carmen de Patagones de 1887.
MHREN, Juzgado de Paz. Registro municipal de Carmen de Patagones de 1889.
MHREN, Juzgado de Paz. Fuentes Parroquiales de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen de Patagones (INSCP) período 1830-1870.
MHREN, Juzgado de Paz, Letra A, N° 49. Padrón del Sud del Río Negro 1854. Padrón general de Patagones en el año 1854.
MHREN, Juzgado de Paz. Planillas estadísticas. Bernabé A García Juez. Cuadro estadístico de Patagones 1866. Comisión de los señores municipales Dn. Vicente Dasso y Dn. Mariano Larrazabal.
MHREN, Juzgado de Paz. Expediente penal N° 26/1892.
MHREN, Juzgado de Paz, mapoteca. Plano del partido de Patagones de 1888.
Censos Nacionales de 1869 y 1895. Disponible en: https://www.familysearch.org
Fuentes Parroquiales de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen de Patagones (INSCP) período 1850-1895. Disponible en: https://www.familysearch.org
Municipio de Patagones. Poblado Histórico Nacional. Disponible en: https://patagones.gob.ar/es/poblado-historico-nacional
Ordenanza municipal N( 216, 16 de abril de 2008. Barrio negro, piletones y vestigios de la cultura africana en Carmen de Patagones. Honorable Concejo Deliberante de Carmen de Patagones. Disponible en: https://digestopatagones.aplicacionesonline.com.ar/principalview.php?id_norma=1934. Consultada el 20 de junio de 2023.
Registro Nacional, Libro II, Pág. 60/61. Disponible en: https://es.wikisource.org