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Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.41 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires nov. 2015

 

COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS

María Inés Mudrovcic y Nora Rabotnikof (eds.), En busca del pasado perdido: Temporalidad, historia y memoria, México, Siglo XXI, 2013, 212 pp.

 

El presente trabajo colectivo arroja luces sobre el fenómeno que marcó el último cuarto del siglo XX en el terreno de la reflexión sobre la historia: la “vuelta hacia el pasado”. Desde diferentes perspectivas se intenta dilucidar en qué medida este giro constituye un indicador de cierto malestar cultural.
La obra está organizada en dos partes. En la primera, compuesta por cinco capítulos, se analiza la relación entre el tiempo y la historia. La cuestión central aquí es la pregunta de carácter metahistórico acerca del tiempo propiamente histórico. En la segunda, compuesta por cuatro capítulos, se tratan las implicaciones en el terreno político del llamado “boom memorial”, es decir, la multiplicación de prácticas conmemorativas, el frecuente uso de discursos sobre la memoria en la arena pública y la utilización de la memoria para la construcción de “identidad”.
En el capítulo inicial de la primera parte, Frank Ankersmit (“Tiempo”) se pregunta por el papel que desempeña el tiempo en la historia considerando tres posibles candidatos: el tiempo como categoría trascendental kantiana, el tiempo como cronología y el tiempo de la fenomenología como “tiempo vivido”. Finalmente, el autor muestra que ninguna de ellas representa una categoría constitutiva de la escritura histórica y que el tiempo desempeña, en cambio, un papel negativo en el texto de historia.
A continuación, François Hartog (“El régimen moderno de historicidad puesto a prueba con las dos guerras mundiales”) presenta el concepto de “régimen de historicidad” como una categoría formal construida por el historiador para hacer inteligible las experiencias del pasado y delinea las características específicas del “régimen moderno de historicidad”. A partir de estas consideraciones, el autor pone a prueba esta última categoría frente a las dos guerras mundiales. La cuestión planteada aquí es si se puede conciliar un período marcado por la devastación, como lo fue el período de 1914 a 1945, con un régimen temporal caracterizado por el ideal de progreso.
El trabajo de María Inés Mudrovcic (“Cuando la historia se encuentra con el presente o lo que queda del ‘pasado histórico’”) retoma la categoría de “régimen moderno de historicidad” de Hartog y analiza las tres características principales del pasado histórico propio de este régimen de temporalidad que entra en crisis hacia fines de los años ochenta. Según la autora, este momento constituye un punto de inflexión donde, a partir del giro lingüístico, se pone en duda la noción misma de “pasado histórico” en la que confiaban los historiadores.
En el capítulo siguiente, Edgar Salvadori de Decca (“Historia a contrapelo: sobre vencedores y vencidos”) se ocupa de la concepción de la historia de Walter Benjamin. La importancia del presente en la obra de Benjamin, la idea según la cual el presente del historiador designa las condiciones de generación del discurso histórico, es un elemento que recorre tanto su primera etapa como también la denominada etapa materialista o marxista de la historia. El autor recupera la oposición que opera en Benjamin entre la noción de temporalidad única, lineal y continua con la concepción de una historia marcada por la discontinuidad, para mostrar que no tiene sentido proponer otra interpretación del pasado de la humanidad como en el caso del historicismo y del marxismo. En última instancia, una de las consecuencias centrales de esta idea de la “intensidad del ahora” es la responsabilidad ética y política del historiador. Cerrando la primera parte del libro, Giovanni Levi (“El tiempo, los historiadores y Freud”) sigue la misma línea del trabajo anterior en cuanto se rebela contra la concepción dominante del tiempo homogéneo y continuo. El autor intenta defender una idea del tiempo marcada por la heterogeneidad a partir del análisis del tiempo en la visión freudiana. De esta forma, presenta seis formas alternativas de temporalidad que constituyen para Levi un significativo enriquecimiento de la discusión sobre el tiempo en la historia.
En la segunda parte del libro, titulada “Memoria y política”, Francisco Naishtat (“Centenarios, nación y ruinas”) se propone delinear los cambios que Walter Benjamin realiza a la categoría marxista de “fantasmagoría” a partir de la recepción del psicoanálisis. Luego, el autor aplica la categoría benjaminiana de fantasmagoría al Centenario en la Buenos Aires de 1910, con el propósito de que sea una aplicación fecunda para la historiografía revelando, entre otras cosas, la contradictoriedad que encierra la monumentalidad de la ciudad de Buenos Aires del Centenario.
Rosa E. Belvedresi (“¿Puede la memoria del pasado decir algo sobre el futuro?”) pone en cuestión la noción de futuro incierto y abierto de Koselleck argumentando que la memoria colectiva expresa las prefiguraciones de las expectativas del futuro que son pensables para el grupo social en cuestión. A su vez, sostiene que el futuro imaginado no solo nos permite organizar las experiencias que tenemos como sujetos históricos sino que incluso es inseparable de la capacidad humana de tener experiencias “históricas”.
El trabajo de Manuel Cruz (“El pasado, caballo de Troya en el futuro”) se propone como un análisis crítico del pasaje de un par de categorías a otro: de la dicotomía “vencedores y vencidos” a la de “víctimas y verdugos”. Según el autor, además de la despolitización de las víctimas que conlleva la lógica de esta última dicotomía, no se asume en ella el carácter contingente de construcción histórica. Por otra parte, la noción de víctima disuelve el pluralismo propio de los sujetos históricos en consideración. A través de este trabajo se pretende denunciar la instrumentalización y el uso político estratégico de las víctimas.
El libro se cierra con el agudo trabajo de Nora Rabotnikof (“Herencias intangibles”), donde se trata el problema de la compleja vinculación de experiencias políticas entre diferentes generaciones. La autora analiza tres formas de tematizar esa relación entre experiencias pasadas y prácticas en el presente: la llamada “posmemoria”, las categorías de “espacio de experiencia” y “horizonte de expectativas” y la idea de “mentalidad”. En definitiva, la autora se pregunta en este trabajo por los efectos que producen las diferentes formas de nombrar y tematizar el pasado en nuestro presente y futuro.
Para concluir, pienso que este libro tiene la virtud de presentar un amplio panorama de posturas acerca de una serie de temas que están en el centro de la discusión actual en el ámbito de la filosofía de la historia, a saber, el tiempo, el pasado y la memoria. Esta pluralidad de perspectivas se presenta de manera accesible al público no especializado sin perder de vista la búsqueda del rigor y la precisión conceptual. Estos motivos hacen de este trabajo una referencia sustantiva para todos aquellos que quieran profundizar sus conocimientos acerca de estas problemáticas.

Valeria María Viani
Universidad de Buenos Aires

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