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Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.44 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2018

 

COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS

Silvia Manzo y Vera Waksman (eds.), ¿Por qué seguir contando historias de la filosofía?: reflexiones sobre la historia y la historiografía de la filosofía, Buenos Aires, Prometeo, 2016, 231 pp.

 

El volumen reúne una serie de trabajos que giran en torno al problema de la transmisión y enseñanza de la filosofía y de su historia. Es un compendio sobre los modos en que se ha narrado la historia de la filosofía, es decir, las formas en que se han configurado los discursos historiográficos centrados en la historia de la filosofía. El libro se estructura en tres partes: la primera, presenta tres artículos que, desde distintos puntos de vista, analizan los problemas teóricos de la historia de las ideas, la historia intelectual, la historia de la ciencia y la historiografía filosófica. La segunda parte ofrece cuatro textos dedicados a revisar diferentes relatos tradicionales de la historia de la filosofía. Por último, se presentan cuatro artículos donde se analizan casos de filósofos que analizan a otros filósofos y que interpretan y reflexionan sobre autores o periodos de la filosofía.

La primera parte se titula “La historiografía de la filosofía y sus relaciones con otros campos historiográficos”. Rosa Belvedresi inaugura este segmento con “¿Historia filosófica o filosofía histórica? Sobre los usos de la historia en la filosofía”, en donde presenta el problema de la relación entre historia y filosofía en el marco de la filosofía de la historia desde dos posiciones filosóficas en tensión. Analiza la historia filosófica en Hegel como el modo de pensar el devenir histórico y sus consecuencias. Este modo de entender la historia determina, a su vez, el modo de comprender la historia de la filosofía. Basándose en Collingwood, a partir de ciertas redefiniciones de algunas de las tesis hege-lianas y mostrando qué puntos tienen en común con este enfoque, Belvedresi propone una filosofía histórica, no reducida a la mera historiografía, para interpretar de manera no doxográfica la historia de la filosofía.

En segundo lugar, Alejandra Mai-hle, en “Historia de las ideas como análisis del discurso y la historia intelectual: una reflexión sobre deslindes y cruces entre ambos campos”, aborda problemas teóricos vinculados a la definición de la disciplina llamada “historia de las ideas”, entendida como análisis del discurso e historia intelectual. Luego, indaga sobre el campo de su recepción, específicamente basada en casos particulares de la cultura latinoamericana, los cuales fueron objeto de análisis antropológico, marcados por una concepción desjerarquizante, multidireccional, autocrítica y desencializante.

Sergio orozco Echeverri cierra esta primera parte con “Extrañeza del pasado: historiografía de la ciencia e historiografía de la filosofía”. El autor parte de la hipótesis sobre el carácter de extrañeza que posee el pasado. Esta hipótesis, formulada por D. Garber y B. Williams con propósitos y fuentes distintas, es discutida y reformulada por orozco con el fin de lograr hacerla plausible, utilizando elementos de la historiografía de la ciencia como caso modélico. El autor propugna y muestra que no es correcto contraponer la filosofía a su historia sino que, por el contrario, es menester comprender la historicidad de los relatos. Posteriormente indicará que las relaciones entre la filosofía y su historia permiten iluminar el problema de la “historia centrada en el presente”.

La segunda parte del libro titulada “Relecturas y revisiones de narrativas clásicas de la historia de la filosofía” comienza con el artículo de Mariel Gia-comone: “La historización de la filosofía medieval a comienzos del siglo XX: discusiones fundacionales y revisión del paradigma historiográfico de Étienne Gilson”, donde da cuenta de las discusiones, a principios de siglo XX, sobre el estatus de la filosofía medieval. La autora se centra en la obra La filosofía de la Edad Media de Gilson, la cual expone y sistematiza la historia del pensamiento filosófico medieval. Giacomone se encarga de derribar las “mitologías gilsonianas” a la luz de las teorías de Q. Skinner, advirtiendo que la mayor limitación de su propuesta historiográ-fica es el reduccionismo que hace de la filosofía medieval a un fenómeno exclusivamente cristiano y occidental, para finalmente advertir y reconocer la pluralidad como marco estructurante del período y su consecuente historiografía, de igual forma que lo hace Alain de Libera.

En “Modos escépticos en la historiografía temprano-moderna”, Silvina Vidal continúa la línea de investigación de la historia del escepticismo en la modernidad iniciada por R. Popkin y Ch. Schmitt, y muestra cómo la recuperación del escepticismo filosófico antiguo estuvo presente en el ámbito de la historiografía ya en el siglo XVI. Para ello, la autora analiza a un grupo de teóricos italianos, denominados ars histórica (F. Robertello, F Patrizi y S. Speroni) quienes, comprometidos con el escepticismo filosófico, defendían el valor epistemológico de la historia. A su vez, este trabajo desafía y propone una revisión de la influyente interpretación de A. Momigliano.

José González Ríos, en “La fortuna de Nicolás de Cusa en la historiografía filosófica moderna”, se propone comprender el horizonte de sentido a partir del cual E. Cassirer interpretó la filosofía moderna, inscribiendo en ella el pensamiento cusano. Según Ríos, Cassirer ofrece, en El problema del conocimiento, una interpretación de Cusa a partir del problema del conocimiento en el marco de la filosofía moderna, considerándolo precursor de esta. Posteriormente en Filosofía de las formas simbólicas, explica Ríos, Cassirer aborda y amplía su lectura de Cusa desde el problema de lo simbólico, en general, —y del lenguaje, en particular— considerándolo como un filósofo que encuentra en el lenguaje una forma simbólica fundamental.

Por su parte, Fernando Bahr, en “Jonathan Israel y la revisión de la historiografía moderna desde el concepto de Ilustración radical”, ofrece un resumen del recorrido intelectual de la obra de Israel. Bahr analiza el problema que conlleva la distinción teórica propuesta por Israel entre “Ilustración radical” e “Ilustración moderna”, en tanto puede resultar una suerte de corset impuesto a la historia de la filosofía moderna y producir la pérdida de ciertos matices fundamentales. Para mostrar su hipótesis, analiza las obras de Bayle y Voltaire a la luz de la tesis de Israel.

En “Empirismo y racionalismo modernos: la historia de una disputa”, Sofía Calvente analiza en qué consiste el relato de la modernidad filosófica considerado canónico de los siglos XVII y XVIII, en donde las categorías de empirismo y racionalismo han dividido y estructurado las teorías filosóficas del período. La autora advierte sobre los límites difusos entre ambas corrientes. A su vez, Calvente repara en los orígenes, sesgos y limitaciones de este discurso canonizado y canonizante. En último lugar, revisa dos de las fuentes que suelen ser representativas y originarias de esta división: las historias de la filosofía moderna de Russell y de Copleston, para luego realizar un balance general sobre las virtudes y limitaciones de tal paradigma.

La tercera y última parte del presente compendio se denomina: “Filósofos historiadores-Historiadores filósofos”. El primer artículo se titula “Los platónicos de Cambridge como historiadores de la filosofía: el caso de Ralph Cudworth”. La autora, Natalia Strok, hace una presentación general de este conjunto de pensadores denominados “Los platónicos de Cambridge”, de sus teorías filosóficas, apoyadas en conceptos teológicos, y sus posiciones políticas. Luego reconstruye el trasfondo conceptual de la historia de la filosofía de Cud-worth. Se detiene, Strok, en la obra The True Intelectual System of the Universe de Cudworth, donde este presenta su filosofía de la historia y los distintos tipos de ateísmo. La hipótesis de la autora es que Cudworth tiene por objetivo discutir con su propio presente a través y basándose en textos de la Antigüedad, para demostrar la falsedad de la filosofía de su tiempo, realizando así un acto apologético.

Miguel Saralegui, en “De la historia erudita a la historia filosófica: la evolución de la historiografía en Marcelino Menéndez y Pelayo”, se propone estudiar las reflexiones de Menéndez Pelayo sobre la estructura o naturaleza de la historia de la filosofía, algo que arroja luz acerca de la postura del español sobre su historiografía intelectual y sus doctrinas filosóficas. Para ello, Sara-legui muestra que el modo de entender la historia de la filosofía en Menéndez Pelayo no fue constante, sino que realizó un pasaje desde su propuesta de una historia erudita como único modelo válido para estudiar la historia de la filosofía, hacia una concepción filosófica de la historia de la filosofía. Para demostrarlo, Saralegui analiza La ciencia española y La filosofía platónica en España.

En “Análisis historiográfico de uno de los primeros relatos de Historia de la Filosofía en Argentina: el caso de Corio-lano Alberini” de Verónica Bethencourt, se analiza la propuesta de Alberini sobre la denominada historia del espíritu argentino, la cual avanza en niveles de precisión respecto de la historiografía de A. Korn. El objetivo del artículo es dar cuenta de los aspectos metodológicos de la propuesta historiográfica de Alberini, quien elabora un relato posible de la filosofía en Argentina trazando los límites y condiciones de una historia de las ideas, las cuales, a través del tiempo, conformaron el espíritu de la Nación. Bethencourt señala que el trabajo del filósofo debe leerse dentro del marco de la incipiente profesionalización y autonomía de la actividad filosófica nacional y de su posición activa en contra del positivismo hegemónico.

Por último, la presente compilación concluye con un artículo de Elías Palti titulado “Deus sive Subjectum”, donde el autor critica la mutilación a la que se vio sometido el concepto de filosofía de la historia en Foucault, a la luz de la lectura de Deleuze, quien advierte la larga duración de los escritos de aquel, a partir del concepto de “proceso de subjeti-vación”. Palti reconstruye la historia de la filosofía de ambos autores advirtiendo las limitaciones de la lectura deleuziana de la obra de Foucault. Finalmente revela los problemas que enfrenta, en general, el pensamiento para articular una perspectiva de la historia de la filosofía que resulte consistente. Los problemas son resueltos satisfactoriamente por el planteo foucaultiano, en tanto trasciende el plano de la filosofía, para ir hacia las condiciones de posibilidad propia de la producción de los discursos, dando cuenta, de esta manera, del pasaje de la filosofía hacia la metafilosofía.

Para concluir, el texto reúne una serie de trabajos que, con rigor intelectual y desde diferentes enfoques, abordan el vínculo entre la filosofía y su historia. Resulta una lectura recomendable no solo para los especialistas en la historia de la filosofía y la filosofía de la historia, sino también para todos aquellos interesados en la disciplina y su transmisión.

 

PAULA FLORENCIA MAZZUCA

UBA

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