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Estudios de historia de España

versión On-line ISSN 2469-0961

Estud. hist. Esp. vol.19 no.2 CABA dic. 2017

 

RESEÑAS

ANDREA MARIANA NAVARRO, Ciudades de Andalucía: paisajes e imágenes. Siglos XIII-XVII, Madrid, Comité Español de Ciencias Históricas-Dyckinson, 2017, 402 págs, ISBN: 978-84-9148-242-0.

 

En los últimos años, la historia urbana se ha enriquecido gracias a los aportes de los historiadores culturales. En ese sentido, la introducción de la perspectiva cultural en los estudios históricos urbanos ha venido a reactualizar un campo temático, otrora bastante transitado, aportando nuevas y valiosas contribuciones.  En este libro, la doctora en Historia Andrea M. Navarro se inserta en esta perspectiva cultural renovada de la historia urbana y se aboca al estudio de la construcción de las imágenes de las ciudades de realengo y de sus territorios en la región andaluza, en una cronología que discurre entre los siglos XIII y XVII. La curiosidad, pericia y versatilidad de Navarro la han llevado a sustentar sus hipótesis de trabajo echando mano de un corpus documental variado. A lo largo de las cuatrocientas páginas que componen el texto, recuperan la voz los hombres y mujeres que vivieron y/o transitaron por aquellas plazas, calles, puentes, caminos, mercados, prados, grutas, cuevas y ríos. El análisis textual, la autora lo complementa con un amplio repertorio de representaciones estéticas a través de las cuáles accede al universo de las identidades culturales.

Navarro demuestra que todos los personajes del mundo citadino – habitantes y ciudadanos, gobernadores, cronistas, historiadores, viajeros, nobles, eclesiásticos, artistas, intelectuales –  produjeron imágenes mentales, culturales y subjetivas en torno a las ciudades y territorios constitutivos de los reinos de Sevilla, Jaén y Córdoba. Esto se pone de manifiesto en la interpretación de las capacidades sensoriales, en el sistema de valores sociales, en las miradas, en los sentimientos, pensamientos, intereses, en las experiencias, vivencias, representaciones e imaginarios que las moldearon (p. 11). En consecuencia, la historiadora distingue los elementos que configuraron la ciudad real y los de la ciudad imaginada. A su vez, analiza los procesos de transformación de la ciudad medieval a la ciudad moderna. En la temprana modernidad, se produjo la sustitución de la concepción urbanística de estilo hispano musulmán que había caracterizado a los siglos medievales y se abrió paso a la ciudad moderna. Este proceso fue posible gracias al contexto de paz, al florecimiento de las economías locales, a la expansión demográfica y a las nuevas influentes culturales que ejercieron su impronta sobre el espacio.

El libro se organiza en tres partes: el espacio exterior de las ciudades, el espacio urbano intramuros y cultura religiosa e identidad urbana. De esta manera, como advierte oportunamente  la autora en la introducción, la estructura del libro sigue el  itinerario propio de un viajero de la época que va desde el exterior hacia el interior del espacio amurallado para adentrarse, finalmente, en el universo religioso y el mundo de las identidades urbanas de las ciudades. En la parte final del libro y tras una extensa y completa conclusión en donde se resumen los puntos principales del trabajo de investigación, Navarro discrimina las fuentes utilizadas, distinguiendo entre aquellas inéditas y las que se encuentran editadas, y pone a disposición del lector un amplio repertorio bibliográfico en donde se percibe el fuerte peso que la historiografía española ha tenido en la producción del texto.

En la primera parte titulada "el espacio exterior de las ciudades", la autora indica que tras el avance reconquistador del siglo XIII, las relaciones entre campo-ciudad se volvieron más estrechas con el objeto de garantizar la defensa de la frontera y asegurar la repoblación. En este contexto, las ciudades capitales de los tres reinos andaluces – Sevilla, Jaén y Córdoba – asumieron una serie de  funciones ordenadoras de los entornos rurales que, tras en el transcurso de los convulsionados siglos bajomedievales, se volvieron más difusas. Sin embargo, en la construcción de las imágenes y representaciones de las ciudades el espacio rural fue un referente que siempre estuvo presente. Los escritores nos han transmitido una imagen idealizada inscripta en el tópico del locus amoenus para definir los elementos esenciales de aquellos entornos rurales. Para Navarro, los escritores construyeron sus representaciones basándose en testimonios literarios grecolatinos para legitimar las pretensiones del momento que tenían las ciudades y elevarlas en su rango. La autoridad que tenía por entonces la tradición antigua explica porque las imágenes de los escritores se impusieron por sobre la de las historiadores. Sobre estos últimos, la autora nos invita a reflexionar sobre las intencionalidades de sus escritos historiográficos en el marco de los conflictos entre la corona, la nobleza y las ciudades. Las historias urbanas se integraron a las pautas retóricas del género de las laudes civitatis; por lo tanto el contenido y los temas que trataron insistieron en la bonanza del espacio agrario andaluz, la riqueza de los cursos fluviales y la magnificencia de sus castillos y fortalezas hasta el siglo XVII.  

La segunda parte "El espacio intramuros", la más breve de la obra, nos introduce en el mundo de las visiones tópicas de la loa urbana y las visiones con visos de verosimilitud. En ambos casos, y salvo excepciones particulares, se resaltaron las cualidades de las ciudades y territorios por sobre cualquier aspecto negativo. No obstante, la autora se explaya en el estudio de la excepcionalidad y encuentra que fueron las autoridades concejiles quienes superior señalar los problemas y carencias de las urbes. En esta sección, Navarro nos llama la atención sobre la importancia de distinguir las diferencias entre unas ciudades y otras a través y nos advierte sobre el sentido de la jerarquización. ¿Por qué Sevilla fue la más importante de todas las ciudades andaluzas? ¿Cómo incidió en ello su condición portuaria y comercial? ¿Por qué Córdoba tuvo una posición claramente distinta a Sevilla y Jaén con respecto al pasado histórico vinculado a la dominación musulmana? ¿Cuáles fueron las distintas medidas que tomaron las autoridades públicas para el mejoramiento urbano y qué intereses perseguían? Son algunas de las tantas preguntan a las cuales Navarro responde en esta sección.

En la última parte, "Cultura religiosa e identidad urbana" se nos presenta una pintura de las iglesias, conventos, monasterios, ermitas y santuarios más destacados del paisaje urbano de Andalucía. A través de la arquitectura religiosa, se creó una determinada imagen de las ciudades que subrayaba el carácter cristiano unificado de un extenso espacio geográfico. Al mismo tiempo, explica Navarro, las solidaridades urbanas se expresaron en nuevas formas asociativas que dieron lugar a diversos organismos confraternales y a instituciones religiosas-asistenciales que se asociaron a determinados usos sociales del espacio. De esta forma, la historiadora toma partido en el debate sobre la pobreza en los albores del mundo moderno. Para Navarro, las premisas ideológicas tradicionales de la pobreza mantuvieron su vigencia hasta el siglo XVII. En las fuentes estudiadas, la autora no encuentra una actitud de hostilidad hacia los sectores marginados.  Por el contario, afirma que la función escatológica del pobre – movilizador de la caridad – continuó teniendo una importancia esencial en aquella sociedad.  Las ciudades andaluzas que ofrecían asistencia a sus pobres fueron revalorizadas como grandes portadoras de virtud cristiana. En este marco, la autora estudia el sentido múltiple que adquirieron las prácticas de distribución de limosnas y donaciones entendidas en su sentido expiatorio pero también como expresión de la exteriorización del prestigio social de los dadores. Otro aspecto esencial estudiado por Navarro es la posesión de reliquias e imágenes santas que confirieron mayor sacralidad a las urbes. La especialista sostiene que dichos elementos religiosos sirvieron a los fines de jerarquización de las ciudades y sus territorios transformándolos en lugares centrales de culto.

En suma, el trabajo de Andrea Navarro nos invita a transitar el mundo de las imágenes y de los paisajes de las urbes andaluzas y sus territorios a través de los testimonios discursivos y estéticos de hombres y mujeres que vivieron y/o transitaron estos entornos urbanos y rurales en el devenir de los siglos XIII y XVII. Estimamos que la lectura de este libro será de utilidad para los especialistas en historia urbana, a la vez que interesará a los alumnos universitarios de historia por reactualizar tópicos fundamentales de la historia de Andalucía y proponer nuevos enfoques con una enorme potencialidad futura.

Ezequiel Borgognoni

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