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Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.46 Rosario jul. 2023

 

Artículos

La juventud de un viejo partido. Sentidos de lo juvenil y relaciones intergeneracionales en la Unión Cívica Radical

The Youth of an Old Party. Meanings of Youth and Intergenerational Relations within the Unión Cívica Radical Party

Juan Rafael Grandinetti1 

1 Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, Argentina, y becario postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en la Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.

Resumen

Este artículo estudia los sentidos y usos partidarios de la juventud como categoría política en la Unión Cívica Radical de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En primer lugar, aborda la juventud como principio de legitimación político-moral. Muestra que la militancia juvenil de este partido tradicional se presenta como la encargada de velar por la consistencia programática e identitaria del partido, en tanto heredera de sus “valores históricos”. Así, esta militancia cultiva la imagen de una juventud “crítica” y “rebelde”, capaz de alzar la voz ante la dirigencia del partido. En segundo lugar, el artículo aborda la juventud en su dimensión organizacional, como principio a partir del cual se distribuye el trabajo político y el poder entre generaciones. Al respecto, muestra que las estructuras del partido local y sus dinámicas de competencia interna fijan fuertes constricciones al momento de traducir los atributos político-morales de la juventud en prácticas políticas concretas. Los resultados presentados se basan en un trabajo de campo desarrollado entre 2017 y 2018, en el que se utilizaron métodos de recolección de datos cualitativos tales como entrevistas en profundidad, observaciones de campo y análisis de contenido de documentos y páginas web de la organización.

Palabras clave: juventudes; militancia; partidos políticos; radicalismo argentino

Abstract

This article studies the meanings and party uses of the youth as a political category in the Unión Cívica Radical from the City of Buenos Aires. First, it addresses youth as a principle for political and moral legitimization. It shows that youth activists of this traditional party present themselves as the ones in charge of watching over the programmatic and identity consistency of the party, as heirs of its ‘historical values’. Thus, these activists cultivate the image of a ‘critical’ and ‘rebellious’ youth, capable of raising its voice before the party's leadership. Secondly, the article addresses youth in its organizational dimension, as a principle on the basis of which political work and power are distributed among generations. In this regard, it shows that local party structure and its internal competition dynamics set strong constraints when translating the political and moral attributes of youth into actual political practices. The findings are based on fieldwork conducted between 2017 and 2018 using qualitative research methods such as in-depth interviews, direct observations in party events, and documents and web pages content analysis.

Keywords: youth; activism; political parties; Argentine radicalismo

Introducción

Durante la década pasada, asistimos en Argentina a un proceso de revitalización y visibilización pública de las organizaciones partidarias juveniles. La apelación discursiva a la juventud por parte de la dirigencia política, en especial en el último lustro de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, fue acompañada de esfuerzos por reclutar y movilizar militantes juveniles en todo el arco partidario. Sin embargo, más allá de los vaivenes de la participación juvenil y de su visibilidad en el espacio público, los partidos políticos han contado históricamente con organizaciones juveniles y han hecho diversos usos políticos de lo juvenil.

En este artículo, estudiaremos los sentidos y usos partidarios de la juventud como categoría movilizada políticamente en la Argentina reciente, a partir del caso de la militancia juvenil más longeva de la política partidaria argentina: la Juventud Radical (JR), organización juvenil de la Unión Cívica Radical (UCR). Se trata de un caso poco abordado por la literatura especializada y que escapa a la “novedad” de las militancias juveniles (kirchneristas o del PRO) más atendidas en los últimos años, como veremos a continuación.

Proponemos estudiar los modos en los que la juventud es construida como categoría por los mismos agentes en sus organizaciones partidarias. Entendemos la juventud como un principio para la conformación de grupos en base a criterios etarios cuya definición es relacional y está sujeta a disputas. En el ámbito partidario -que ocupará nuestro interés aquí- se trata, en primer lugar, de un principio a partir del cual se conforman organizaciones internas definidas como juveniles, y se distribuye el poder y el trabajo político en el partido a partir de la edad de sus miembros. La juventud es, en consecuencia, un modo de estructurar y regular las interacciones entre los agentes definidos como jóvenes y adultos (Bargel, 2009; Kropff, 2009). Se trata de un criterio -más o menos institucionalizado- que delimita la “edad social” (Bourdieu, 2008) de los miembros de la organización, esto es, la edad en la que se pueden asumir ciertos roles, ejercerse ciertas formas de poder y tomarse ciertas decisiones. Las organizaciones juveniles ofrecen, a su vez, espacios de sociabilidad en los que los militantes más jóvenes encuentran pares generacionales con quienes interactuar y establecer lazos. Ofrecen un ámbito específico en el que recibir a los recién llegados, de modo de socializarlos en la cultura política del partido y contribuir al desarrollo de un compromiso y una identidad partidaria, así como una estructura interna en la que los nuevos militantes pueden iniciar una carrera dentro del partido (Bruter y Harrison, 2009; Cross y Young, 2008; Hooghe, Stolle y Stouthuysen, 2004).

En segundo lugar, se trata de un atributo dotado de sentido por los mismos agentes así definidos como jóvenes, movilizado para presentarse públicamente y legitimar su acción política hacia dentro y fuera del partido. Así, las definiciones de la juventud y sus connotaciones político-morales pueden ser comprendidas como el resultado tanto de las relaciones intergeneracionales dentro del partido como de las disputas con otros grupos políticos en torno a las propiedades legítimas -e ilegítimas- de la juventud y de la participación política juvenil.

Dentro del nutrido campo de estudios sobre militancias partidarias juveniles en la Argentina de los últimos años, algunos trabajos se han preguntado por los usos y sentidos de la juventud. Un primer grupo se ha interesado en los sentidos atribuidos a la juventud por la dirigencia partidaria. Larrondo (2013) indaga en los sentidos que adquiere la juventud en discursos de funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner dirigidos a jóvenes militantes. Evidencia la producción discursiva de una “generación del bicentenario” asociada a un compromiso con la transformación social que se enuncia en continuidad con las luchas de la juventud peronista de los años setenta. Desde una perspectiva analítica similar, Flax (2014) estudia un discurso de Cristina Kirchner dirigido a jóvenes militantes, y también rescata la idea de la “generación del bicentenario” como heredera de la generación política de los setenta. Vázquez (2013), por su parte, estudia cómo se construye desde el kirchnerismo la narrativa del regreso de los jóvenes a la política y se consagra la juventud como una “causa militante”. González (2017), por último, analiza la construcción discursiva que realiza Mauricio Macri acerca de la juventud y su vínculo con la política. Resalta la centralidad que adquieren las figuras del emprendedor y del voluntario en sus discursos. Un segundo grupo de trabajos se ha interesado por los sentidos atribuidos desde el periodismo a la militancia juvenil kirchnerista. Flax (2013) compara las representaciones de la militancia juvenil kirchnerista en un medio opositor y otro oficialista a partir de la cobertura de un acto de Cristina Kirchner en 2011. Rocca Rivarola (2014) analiza las representaciones de la militancia de La Cámpora en dos libros periodísticos que presentan lecturas contrapuestas para públicos contrapuestos. Cozachcow (2015a), por su parte, estudia los modos en los que la militancia juvenil de La Cámpora es representada en tres medios de comunicación opositores al gobierno de Cristina Kirchner. Un tercer grupo de trabajos ha hecho foco en los modos en que la juventud es dotada de sentido y utilizada por la misma militancia juvenil. Vázquez y Vommaro (2012) estudian los sentidos que adquiere la juventud para la militancia de La Cámpora. En sintonía con otros trabajos posteriores, muestran que las juventudes de esta agrupación trazan continuidades con la militancia peronista de la generación de los setenta y discontinuidades respecto del peronismo de la década de 1990 y la “apatía juvenil” que habría imperado durante aquellos años. Chaves, Galimberti y Mutuverría (2016) y Mutuverría (2017) estudian militancias juveniles del peronismo y su relación con el Estado durante el kirchnerismo. Señalan que para estas militancias juveniles su inserción en el Estado se asocia con la construcción de un “Estado activo” contra el “Estado bobo” encarnado por las generaciones anteriores que trabajan en la gestión pública. Longa (2018a) estudia la juventud del Movimiento Evita. Presenta algunos puntos de contacto respecto de otros estudios sobre juventudes kirchneristas, pero muestra también cómo esta militancia juvenil del peronismo se presenta a sí misma desde una cierta exterioridad y autonomía en relación con el Estado y sus recursos. En un trabajo anterior (Grandinetti, 2015), llevamos la mirada más allá del peronismo y estudiamos los sentidos que adquiere la juventud en el PRO. Mostramos que en este partido la juventud se asocia con una serie de atributos ligados a la “nueva política”: la renovación del personal político, así como la superación del pasado y de las ideologías. Cozachcow (2015b), asimismo, destaca también la subordinación generacional de la juventud en el PRO a la dirigencia adulta a partir de la noción del “joven de”, al mismo tiempo que muestra las oportunidades que se abren para la dirigencia juvenil en el acceso a cargos públicos y puestos en listas electorales. En ese mismo trabajo, estudia, además, la juventud del Partido Socialista en Argentina, y muestra cómo la puesta en escena de un “diálogo intergeneracional” forma parte de la cultura organizacional del partido, al mismo tiempo que militantes establecidos y nuevos se disputan los sentidos del “deber ser” del militante socialista. En otra publicación, Núñez y Cozachcow (2016) analizan el estilo festivo de las performances públicas de la juventud del PRO porteño en tiempos de campaña. Un trabajo más reciente de Longa (2018b) estudia militantes de La Generación -una agrupación juvenil del PRO- que trabajaron en la gestión estatal durante la presidencia de Macri y sus presentaciones de sí como encargados de volver más eficiente y moderno el Estado.

Al abordar el caso de la militancia juvenil del radicalismo en la CABA (un partido tradicional sobreviviente de una larga decadencia electoral, con más de dos décadas fuera del gobierno nacional y local, pero con la organización juvenil más institucionalizada y antigua de la política argentina) buscamos contribuir al conocimiento de los diversos sentidos y usos de la juventud en la política partidaria argentina: ¿qué significa ser joven en el radicalismo?, ¿de qué modos la juventud es movilizada como categoría política en este partido tradicional?, ¿qué usos partidarios se hacen de ella?, ¿qué sentidos le dan las y los militantes de la JR a la juventud y a su participación política?, ¿cómo disputan estos sentidos con otras juventudes partidarias?, ¿cómo son las relaciones de la militancia juvenil con las generaciones mayores del partido?

Los resultados que presentaremos aquí se basan en un trabajo de campo llevado a cabo entre 2017 y 2018 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Realizamos veintiún entrevistas en profundidad semiestructuradas a militantes juveniles del radicalismo porteño que ocupaban o habían ocupado algún tipo de cargo en el partido, su organización juvenil o universitaria (ver Tabla 1 en Anexo). Por otra parte, hicimos decenas de observaciones directas en comités barriales, actos de campaña, charlas y otras actividades partidarias. Adicionalmente, relevamos y analizamos documentos internos y de campaña, así como páginas de Facebook de la JR, las agrupaciones estudiantiles del partido y otras organizaciones ligadas a la UCR en el distrito.

El artículo está organizado del siguiente modo. En la próxima sección, presentamos un breve itinerario histórico de la JR desde sus orígenes a comienzos del siglo pasado hasta nuestros días. En una segunda sección, nos ocupamos de los sentidos que adquiere la juventud en el radicalismo, así como de sus usos para la legitimación y presentación de sí de su militancia juvenil. En una tercera sección, abordamos tanto la dimensión organizacional de la juventud en este partido como las relaciones y tensiones intergeneracionales de su vida interna.

La Juventud Radical: desde sus orígenes a la actualidad

Si bien la JR no existirá como tal hasta mediados de la década de 1930, la dimensión generacional estuvo presente en los orígenes mismos de lo que, años después, sería la UCR. En 1889, dos años antes de la fundación de la UCR, un grupo de jóvenes opositores al gobierno de Miguel Juárez Celman crearía la Unión Cívica de la Juventud, antecedente de la Unión Cívica, de la que se desprendería la UCR, luego de la ruptura entre Bartolomé Mitre y Leandro N. Alem en 1891 (Beltrán, 2013; Giménez, 2013a).

Sin embargo, la JR comenzó a conformarse como grupo partidario luego del golpe de Estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen en 1930. Previamente, existían en el radicalismo distintos grupos juveniles, integrados generalmente por militantes que participaban, al mismo tiempo, del movimiento estudiantil reformista. Ya en 1918, Yrigoyen había apoyado los movimientos reformistas iniciados en Córdoba (Chiroleu, 2000; Horowitz, 2008). Había recibido a los dirigentes estudiantiles de la recién creada Federación Universitaria Argentina (FUA) y había nombrado a su ministro de Educación, José Salinas, como interventor de la Universidad Nacional de Córdoba (Beltrán, 2013). Las reformas en dicha universidad, la creación de la Universidad Nacional del Litoral y la nacionalización de la Universidad de Tucumán de acuerdo con los principios reformistas darían lugar a los primeros vínculos entre el yrigoyenismo y el reformismo, que se consolidarían luego del golpe (Giménez, 2013b). Si bien el movimiento reformista fue en sus orígenes apartidario y heterogéneo en las afiliaciones políticas de sus integrantes, algunos jóvenes militantes radicales formaron parte de sus filas, como Arturo Illia o Gabriel del Mazo, mientras que otros, como Arturo Frondizi o Moisés Lebensohn, se incorporaron a la UCR luego del golpe de José Félix Uriburu.

La relación tensa del movimiento estudiantil con el segundo presidente radical, Marcelo T. de Alvear, luego de que llevara a cabo una contrarreforma universitaria en 1923, contribuyó a estrechar los vínculos del reformismo con el ala yrigoyenista del partido. Luego del golpe, y ante un gobierno que avanzaba contra las reformas iniciadas una década antes, muchos dirigentes estudiantiles reformistas se acercaron a los partidos políticos, principalmente a la UCR y al Partido Socialista. En el radicalismo, un partido en crisis pero con una sólida organización nacional y un fuerte enraizamiento en los sectores medios urbanos, encontraron un espacio desde el cual hacer política y defender el ideario reformista universitario (Giménez, 2013b).

Fue contra el liderazgo de Alvear que comenzaron a articularse los grupos que conformarían las primeras juventudes del radicalismo en los años treinta. A solo dos meses del golpe, algunos de estos grupos convocaron a una Asamblea de la Juventud, presidida por Ernesto Laclau. Los sectores juveniles del radicalismo, aun cuando carecían de organicidad y de homogeneidad, se articularon en un primer momento contra la dirigencia partidaria por su quietud ante el golpe. Cuando el alvearismo, al mando del partido, decidió terminar el período de abstencionismo electoral en 1935, muchos de estos grupos alzaron también su voz.

En 1938 se celebró el primer Congreso Nacional de la Juventud Radical en la ciudad de Córdoba, con representantes de las doce provincias y de la Capital Federal. Estos congresos nacionales se repetirían anualmente, junto con otros provinciales y municipales, lo cual dio una mayor institucionalidad a la JR, incluso cuando no era todavía reconocida oficialmente en el partido (Giménez, 2012). Las agrupaciones juveniles nacidas en los años treinta, como el grupo bonaerense liderado por Lebensohn, la Juventud Radical de Izquierda por la que haría su paso Frondizi o la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), se caracterizaron por introducir demandas programáticas en un partido que consideraban dominado por la maquinaria antes que por las ideas. Hacia mediados de los años cuarenta, algunos de estos grupos, como FORJA, se irían al peronismo, mientras que otros confluirían en el Movimiento de Intransigencia y Renovación (Giménez, 2011).

Si bien la JR se constituyó como rama juvenil del partido durante el primer peronismo, luego de la división partidaria de 1957, la agrupación se dispersó y dejó de tener un funcionamiento orgánico (Fernández, 2017). Fue recién luego del golpe a Illia, en 1966, que las juventudes del radicalismo lograron reorganizarse a nivel nacional, lo que se plasmó en la conformación de la Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical (JCN) en 1968, espacio que protagonizó la interna radical de los años setenta en alianza con el sector de Raúl Alfonsín y contra el liderazgo de Ricardo Balbín (Altamirano, 1987; Benítez, 2010; Fernández, 2017; Rius, 2015).

Los sectores liderados por Alfonsín y la JCN confluyeron en el Movimiento de Renovación y Cambio en 1972. Algunos de los elementos ideológicos innovadores del alfonsinismo, como la articulación entre democracia formal y justicia social (Fernández, 2010), así como muchos de los funcionarios que integraron su gobierno, provinieron de la JCN. Fue también desde la JCN que la agrupación Franja Morada se constituyó en el brazo universitario del radicalismo en 1971 (Beltrán, 2013; De Luca, 2019). En 1973, la JCN conformó, junto a otras juventudes partidarias, el espacio Juventudes Políticas Argentinas, que abandonó luego del pase a la clandestinidad de la agrupación peronista Montoneros en 1974. Aunque replegada por la represión, la JR continuó su funcionamiento durante la dictadura cívico-militar iniciada en 1976, emitió diversos comunicados y boletines y, a partir de finales de los años setenta, comenzó a organizar reuniones y seminarios (Fernández, 2010).

En 1982 se disolvió la JCN y la JR fue oficialmente reconocida como la organización juvenil del radicalismo, con sus representantes en los órganos de conducción del partido (Beltrán, 2013; Fernández, 2017). Aun con la JCN disuelta, sus principales dirigentes protagonizaron la interna radical y la política nacional de los años ochenta y noventa. Para la juventud radical porteña, estas décadas estuvieron signadas por la hegemonía de la Franja Morada en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Mientras otras agrupaciones estudiantiles del peronismo y de la izquierda sufrieron una feroz represión y dejaron de existir o llegaron sumamente debilitadas a la transición democrática, el radicalismo universitario había mantenido su agrupación y la conducción de la FUA, que no dejó de funcionar durante la dictadura (Seia, 2018). Así, impulsado por el triunfo de Alfonsín en 1983, el radicalismo de la UBA logró dominar los centros de estudiantes y los claustros estudiantiles de gran parte de las facultades, con un cierto desgaste hacia finales de los años ochenta, que dio lugar a algunas derrotas en manos de la agrupación de centroderecha UPAU (Arriondo, 2011; Beltrán, 2013; Blanco y Vommaro, 2018; Yann, 2017).

El radicalismo mostraría signos de debilitamiento electoral desde los años noventa (Lupu, 2016; Obradovich, 2016; Prats, 2019; Zelaznik, 2013). Sin embargo, ganaría las primeras elecciones por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 1996, y tres años después llegaría a la presidencia en alianza con el FREPASO (Ollier, 2001). La crisis de finales de 2001 -que desencadenó la renuncia del presidente radical Fernando de la Rúa- llevó al colapso al partido y a su juventud, que se replegó en la universidad. Desde allí se conformó, en 2003, una agrupación interna denominada Cantera Popular, que logró hacerse, años después, con la conducción de la JR a nivel nacional, y de la UCR porteña y su juventud. En la actualidad, este sector -nacido entre las filas de la Franja Morada de la Facultad de Ciencias Económicas, rebautizada como Nuevo Espacio luego de 2001, y apadrinado por viejos dirigentes como Enrique “Coti” Nosiglia- conforma la línea mayoritaria del radicalismo porteño y de su organización juvenil (Grandinetti, 2021b). El espacio minoritario de la JR porteña se nuclea en torno a la agrupación Franja Morada de la Facultad de Derecho y a con redes informales de comités barriales no alineados con el oficialismo partidario del distrito (Grandinetti, 2021a).

En un partido que ha contenido y contiene diversas tendencias ideológicas, desde el conservadurismo hasta el progresismo, la militancia de la JR de la Ciudad de Buenos Aires tiende a percibirse y presentarse como “socialdemócrata”1, en sintonía con la tradición fundada por Alfonsín (Grandinetti, 2020). Entre 1977 y 2016, la JR integró la International Union of Socialist Youth (IUSY), una unión internacional de juventudes partidarias socialdemócratas. Sin embargo, su membresía fue suspendida por su participación en la coalición de centroderecha Cambiemos junto al PRO, que gobernó el país entre 2015 y 2019.

¿Qué significa ser joven? Formas de legitimación y presentación de sí de la militancia juvenil radical de la Ciudad de Buenos Aires

Alejada de la narrativa de lo juvenil como novedad o ruptura con el pasado (Grandinetti, 2015), la juventud del radicalismo se presenta a sí misma como heredera de una serie de “valores” partidarios históricos, cuya misión es conservar y recrear, muchas veces contra el pragmatismo de la dirigencia del partido. Ser joven en el radicalismo supone, en la presentación de sí de sus militantes, una posición de relativa autonomía que los convierte en guardianes de un legado frente a una dirigencia partidaria más propensa a privilegiar la supervivencia coyuntural del partido antes que su identidad y valores, que asocian, sobre todo, a la transición democrática alfonsinista, a la socialdemocracia y a la tradición reformista del movimiento estudiantil argentino.

Esta generación de la JR, que ingresa a un partido debilitado electoralmente luego de la crisis de 2001 y con una limitada capacidad para distribuir incentivos selectivos (Panebianco, 1988) entre sus militantes, dada su inserción débil y periférica en el Estado nacional y local, hace de la carencia una virtud. Estar “en el llano” y, por lo tanto, ser menos dependientes de la distribución de puestos públicos, les permitiría, según sus narrativas, asumir una posición crítica y, por momentos, “díscola” o “rebelde” respecto del partido y sus dirigentes. Así, en línea con el ideal de un partido “democrático” y “horizontal” que suelen evocar, los jóvenes radicales se presentan como capaces de alzar la voz para velar por la consistencia identitaria del partido.2 Así lo explica uno de nuestros entrevistados:

Esa es la mejor parte de la juventud política: la distancia con el poder hace que uno critique más al poder, cuando se va acercando generalmente genera lo contrario, por eso el radicalismo tiene una Juventud Radical, el objetivo principal de la Juventud Radical, siempre, histórico, cuando [Moisés] Lebensohn la formó, era que gente no está cerca del poder pueda criticar a los que están en el poder (Fermín3, JR).4

Esta presentación de sí se sostiene no solo en relación con la dirigencia adulta del partido, sino también en oposición a otras juventudes partidarias: por lado, la juventud kirchnerista, representada paradigmáticamente por La Cámpora, a la que describen como una militancia verticalista que obedece de forma acrítica a Cristina Kirchner y que se formó al calor del poder y los cargos públicos; por otro lado, la juventud del PRO, socia en la coalición Cambiemos, generalmente caracterizada por los militantes de la JR como una militancia de empleados públicos, de militantes “rentados” que no desarrollan actividades políticas por fuera de sus trabajos en el Estado. Así, la idea de una juventud “crítica” se asocia en la JR tanto con la lejanía respecto del poder -y, con ella, a una menor dependencia de la dirigencia partidaria- como con una militancia movilizada por “valores” antes que por líderes o puestos estatales.

Para sustentar esta presentación de sí, la militancia radical moviliza una serie de pruebas vinculadas con el pasado reciente y la actualidad de la organización. La imagen de una juventud partidaria que salió a las calles contra los recortes presupuestarios en la universidad pública durante el gobierno de Fernando de la Rúa, un gobierno de su propio partido, para sostener una de las insignias históricas de su militancia, es presentada por esta generación como la prueba más acabada de este espíritu crítico y de la juventud como quien sostiene y defiende los legados del partido, aun con costos elevados para la organización partidaria y su gobierno:

Cuando fue la crisis del 2001, esto es algo que reivindico mucho, por eso milito en el radicalismo y no en otra fuerza política, (…) López Murphy asume como ministro de Economía y quiere hacer el recorte en la educación. La primera agrupación política que salió a las calles fue la Franja Morada, a pesar de ser su propio gobierno, y lo lograron bajar a López Murphy. Entonces, yo en eso siempre hago una diferenciación entre lo que es la Franja o la Juventud Radical y lo que es La Cámpora o la JP [Juventud Peronista], que los chabones tienen una obediencia ciega, y nosotros somos más críticos, incluso de lo que deberíamos ser, a veces, cuando somos gestión (Sergio, JR).5

Más cerca en el tiempo, la existencia de una agenda propia de reivindicaciones, como la legalización del aborto o de la marihuana, es presentada también como prueba de una juventud crítica que presiona a la dirigencia partidaria para defender ciertas políticas fundamentadas en valores históricos de la UCR. El caso de la posición de la JR ante el tratamiento del proyecto de ley para la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo durante 2018 es paradigmático de esta presentación de sí de la juventud partidaria como, al mismo tiempo, crítica de la dirigencia y guardiana de los valores históricos del partido. En este sentido, la JR buscó enmarcar la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo dentro de ciertas banderas históricas del partido, para lo cual recurrió a figuras como Raúl Alfonsín, Florentina Gómez Miranda, María Teresa Morini o Elvira Rawson; a conquistas de derechos impulsadas por el radicalismo a lo largo de su siglo de existencia, como la patria potestad compartida, el divorcio vincular, el artículo 14 bis de la Constitución Nacional o el “sufragio universal”; y a valores atribuidos por ellos a la cultura radical, como la libertad, la igualdad, la democracia, el laicismo y los Derechos Humanos. De este modo, a través de dos cartas a sus legisladores nacionales, una conferencia de prensa y la toma del edificio del Comité Nacional, al que vistieron con banderas verdes durante el debate en el Senado, la JR exigió a sus propios representantes en el Congreso coherencia con la historia y los valores del partido, encarnados en la voz de sus bases militantes juveniles. Citamos aquí algunos pasajes de los comunicados de la juventud del partido, dirigidos a las y los integrantes de los bloques radicales de ambas cámaras:

Permítannos hablarles en especial a aquellos radicales que aun en pleno Siglo XXI siguen sosteniendo posicionamientos arcaicos. Sean consecuentes con ese radicalismo que es defensor de los derechos humanos, de los derechos de las mujeres. No pueden hacer caso omiso a las palabras de Raúl Alfonsín, que por aquellos años dijo que el aborto no tenía que ser resuelto con la penalización, si no con el acompañamiento del Estado. Tampoco podemos dejar de mencionar a Florentina Gómez Miranda una de las primeras mujeres radicales que presentó proyectos en este congreso por la conquista de nuevos derechos. (...) Nosotros como parte de toda esa generación queremos pedirles a todos y todas, los y las legisladores de nuestro partido que escuchen a los jóvenes, que se hagan eco de este llamado, un llamado por la libertad, por la igualdad y por los derechos humanos.6 Tenemos la inmensa responsabilidad de representar a los jóvenes que en este país han elegido un partido liberal, democrático, progresista y profundamente laico; el partido de la Revolución del Parque, el que se rebela ante la injusticia y las desigualdades. (...) Abrazamos desde los primeros años de nuestra juventud un partido que siempre ha sido el de la defensa de los derechos civiles, el de la salud pública, el de las mujeres que luchan. (...) Conservamos las esperanzas de que en estos últimos días decisivos, quienes representan las ideas del radicalismo en el Congreso de la Nación no desoigan a la militancia partidaria.7

La juventud del radicalismo no solo se presenta como heredera y guardiana de los valores históricos del partido y con capacidad crítica para disentir con sus dirigentes, sino también como la encargada de aggiornar las prácticas del partido, aquellas formas que, a su juicio, han quedado obsoletas y no son eficaces para interpelar a la ciudadanía en general y, más específicamente, a otros jóvenes.

Así, se produce cierta tensión entre el discurso nostálgico que domina al partido -sobre el pasado dorado de la transición democrática- y la necesidad pragmática de una adaptación de las prácticas de militancia a los nuevos tiempos, en los que el radicalismo local se encuentra en una situación de mayor debilidad electoral y en los que el vínculo de la ciudadanía con la política partidaria es más lábil. Los jóvenes del partido, en tanto nacieron ya en democracia y no experimentaron la épica alfonsinista como parte de su propia biografía, estarían, según sus narrativas, en mejores condiciones para recuperar esa historia de un modo menos nostálgico, y podrían adaptar los símbolos y valores del pasado a la realidad de las nuevas generaciones. Así lo explica uno de los militantes de la JR con quien conversamos:

Yo quiero salir un poco de la nostalgia, pero tenemos que generar un relato propio de los jóvenes dentro del partido, unificado, que nos permita ir a pedir con más fuerza lugares en el partido, lugares en las candidaturas. (...) Veo una cosa muy nostálgica, en algunos casos la veo mal, porque los ochenta no van a volver, porque ya pasó, porque fueron otras épocas y era otro mundo, no se había caído el muro de Berlín, por empezar, y era otra economía y era otra cosa, y en ese punto no me parece bien la nostalgia, pero me parece bien reivindicar a Alfonsín, para mí Alfonsín es atemporal. (…) Esa nostalgia la veo bien, me parece una buena forma de no perder los principios, las ideas, o sea, que hay mucha nostalgia en el radicalismo, hay tipos que vivieron sus momentos de gloria en los ochenta, tipos que hoy tienen sesenta años, cincuenta, que en los ochenta tuvieron sus primeras novias y las consiguieron gracias al partido, porque militaban en una comuna, y nada, la vida de ellos pasó por ahí, y vos te juntás a hablar con ellos y de lo único que hablan es de eso (Francisco, JR).8

Mientras los valores del partido, su identidad y sus símbolos son presentados por la militancia como algo vigente y que merece ser defendido, las prácticas más tradicionales de la militancia radical tienen, para su juventud -en palabras de una militante entrevistada- “olor a naftalina”.9 La introducción de nuevas tecnologías, entonces, es el aporte generacional que la JR estaría en condiciones de hacer para renovar las formas de militar en el radicalismo y, de ese modo, llegar a otros jóvenes:

Tenemos que avanzar en la utilización de las nuevas tecnologías, si bien desde nuestra identidad, que eso nunca hay que cambiar, pero reformular políticamente a quién queremos representar, qué es lo que somos, cuáles son nuestros objetivos. (…) En eso tenemos que tener un rol importante los jóvenes, los jóvenes tenemos que incidir en esos cambios, en la reformulación de la propuesta política del radicalismo (Gastón, JR).10

Para mí eso de producir documentos, cuestiones así, son inútiles, porque no la lee nadie, o sí, alguien la lee en Facebook o en Twitter, pero mucho no sirve para mí, como que se tiene que modernizar un poco más en ese sentido la Juventud, dejar de hacer esas cosas y darle un perfil más innovador, como tiene el PRO, como tienen otros partidos (Claudio, JR).11

La juventud por fuera del partido, a la que les toca interpelar como militantes juveniles, la conciben como despolitizada y difícil de movilizar desde las formas más tradicionales de la política. El radicalismo tendría, desde la mirada de sus militantes juveniles, dificultades para salir de su círculo interno y hablarle a una generación que lo percibe como un partido “viejo”, que no le ofrece ni un discurso atractivo ni acceso a cargos públicos. Así, una minoría de jóvenes más politizados estaría ya perdida para el radicalismo porque el kirchnerismo supo construir un “relato” que sabe interpelarla, al valerse de la bandera de los Derechos Humanos que la militancia radical considera propia pero sabe perdida. La juventud menos interesada en la política, en cambio, sería más afín al PRO, que maneja con mayor destreza las nuevas formas de comunicación política, y que puede ofrecer a jóvenes profesionales mejores oportunidades laborales y políticas. Así nos comentan estas dificultades en nuestras entrevistas:

Yo creo que ideológicamente para la juventud el partido no es apetecible, no es un partido que hoy en día llame a los jóvenes a entrar al partido, si no es más por una pertenencia familiar o una propuesta de trabajo en un lugar público del gobierno. Yo entiendo que hoy ideológicamente, lamentablemente, el partido no es seductor para los jóvenes, y tampoco tenemos tanta facilidad para hacer un discurso que seduzca a los jóvenes (Fermín, JR).

El kirchnerismo supo construir un discurso y un relato muy ameno hacia el grupo joven, en los Derechos Humanos… que también fue una responsabilidad del radicalismo. El radicalismo por ahí es más antipático para los jóvenes, por ahí pensás en el radicalismo y pensás en un grupo de viejos tratando de dominar el mundo, entonces eso también es una responsabilidad discursiva del radicalismo, de cómo el partido que priorizó a la democracia, que hizo el juicio a las Juntas, que hizo el Nunca Más, no tiene la bandera de los Derechos Humanos (Nancy, JR).12

Así, con excepción de los jóvenes de familias radicales, a quienes pueden interpelar y reclutar con mayor facilidad desde la simbología del partido, la juventud como objetivo electoral y de reclutamiento les exige innovar los repertorios. Una de sus estrategias consiste en la apertura de asociaciones civiles que realizan trabajos de voluntariado solidario sin una identificación explícita con la UCR, de modo de acercar jóvenes -generalmente provenientes de la UBA, a través de Franja Morada- reluctantes a la participación partidaria (Grandinetti, 2021a). La candidatura de Martín Lousteau, un dirigente relativamente joven y no proveniente del partido, también ha sido, según relatan los militantes, una forma eficaz de despertar interés en jóvenes que de otro modo no hubieran votado al radicalismo. La producción de una agenda juvenil propia, por otra parte, no solo está orientada a incidir en la dirigencia partidaria, como hemos visto, sino que busca también actualizar las propuestas del partido, al remitirlas a valores y figuras históricas del radicalismo. Así, la militancia juvenil de la UCR participa de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, se moviliza por la legalización del consumo de marihuana, participa de las Marchas del Orgullo LGBTIQ+, de las movilizaciones Ni Una Menos contra la violencia de género, del Encuentro Nacional de Mujeres, o realiza actividades sobre cuidado del medioambiente, todas ellas cuestiones que no forman parte de la agenda histórica del partido, pero que la militancia juvenil busca articular con sus antiguas reivindicaciones y luchas.

Ser joven en un partido envejecido. Relaciones intergeneracionales y poder en el radicalismo porteño

Como argumentamos en la sección anterior, la militancia de la JR se presenta a sí misma como heredera y defensora de los “valores” históricos y la identidad radical, hacia adentro y hacia fuera del partido. Como hemos señalado también, este resguardo y recreación de los valores, esta aptitud para la crítica, se vinculaba con la ausencia de compromisos con el poder, tanto del Estado como de la dirigencia partidaria. Se trata de una juventud que se presenta a sí misma como “en el llano” y capaz de disentir con la dirigencia para resguardar la identidad radical y sus banderas históricas. Sin embargo, los sentidos políticos y morales atribuidos a la juventud como principio de legitimación y presentación de sí no se corresponden necesariamente con los modos en los que la juventud funciona como principio para la división del trabajo político dentro del partido, que regula las relaciones entre las distintas generaciones que interactúan y disputan poder en su interior.

Luego del colapso de 2001, ciertas facciones de la UCR porteña lograron refugiarse en la UBA y, desde allí, acumular poder para reconstituir una organización partidaria al borde de la extinción (Grandinetti, 2021b). De este modo, el sector del radicalismo universitario que dominaba la política de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA -rebautizado, luego de 2001, como Nuevo Espacio- logró conformar hacia 2003, en alianza nacional con otros sectores del radicalismo universitario, una línea interna del partido llamada Cantera Popular, que lograría conquistar la conducción de la juventud partidaria, primero y, luego, del partido a nivel distrital. De este modo, la conducción local del partido durante los últimos años tiene sus orígenes en la militancia universitaria y juvenil del radicalismo, por lo que la línea mayoritaria tanto del radicalismo universitario en la UBA como de la juventud y del partido porteño funcionan como una misma facción en las disputas intrapartidarias del nivel distrital y nacional. Esto ha llevado a una colusión de intereses entre la juventud y la dirigencia mayor del partido en la CABA, así como a una mayor subalternidad de la primera respecto de la conducción partidaria local. Este funcionamiento en tándem, bajo el paraguas de la agrupación Cantera Popular, ha sido, según nuestros entrevistados y entrevistadas, uno de los motivos por los que aquella juventud “crítica” y “rebelde” ya no sería capaz de alzar la voz ante la dirigencia como en los viejos tiempos. De este modo lo explican algunos militantes juveniles de la línea interna Cantera Popular:

Hoy [la JR] más que nada es delegada de mayores. Cuando yo empecé a militar éramos más combativos, la conducción de mayores era de otro espacio político y la juventud era del espacio donde milito yo, de la Cantera Popular. Hoy es más o menos lo mismo, entonces tampoco les vamos a hacer mucho lío a los compañeros. Tiene esta cuestión de que nosotros, tal vez por ser el motor militante más activo, podemos solucionarles cosas a los mayores que ellos quizás no tienen estructura para hacerlo, o nos llaman o nos ofrecemos para alguna volanteada o alguna cuestión de difusión (Lisandro, JR).13

Uno como joven no deja de ser militante de una agrupación política [Cantera Popular] que tiene sus posturas tomadas, entonces uno llega como Juventud a determinados cuerpos orgánicos atravesado por decisiones que toman las organizaciones a las que pertenece, entonces, son réplica, lo que se decide en mayores tiene su correlato en Juventud quizás con algún tinte un poco más díscolo, más rebelde o más agresivo si se quiere, pero, en general, no se ven desfasajes. Yo no creo que la Juventud Radical pudiera hoy hacer una marcha contra una medida gubernamental como en 2001, lo veo muy difícil (Pedro, JR).14

De este modo, la juventud partidaria de la Ciudad de Buenos Aires resulta una herramienta de la conducción local del partido para, a través de ella, intervenir de un modo menos moderado en las discusiones nacionales del radicalismo. O bien, actúa como mano de obra disponible en las campañas, para asistir a actos, repartir volantes o realizar el trabajo cotidiano de los comités barriales. No se presentan tan habitualmente, en cambio, conflictos en los que la juventud presione desde abajo a la dirigencia del distrito para forzarla a no torcer el rumbo programático o identitario. Así, la juventud porteña juega, en función de los intereses de la dirigencia adulta del partido local, a ser la cara “rebelde” -como valor asociado a lo juvenil- del radicalismo porteño en las disputas nacionales de la interna de la UCR, antes que a representar el papel de una base militante capaz de alzar públicamente la voz de un modo crítico frente a su propia dirigencia. Esto resulta una fuente de tensiones o frustraciones en muchos militantes juveniles que consideran que el rol de la juventud debe ser -y ha sido históricamente- el de una base militante “crítica”, que actúa lejos de los círculos de poder del partido y vela por su coherencia ideológica.

Por otra parte, la integración del partido a nivel nacional, primero y, más tardíamente, a nivel local, en la coalición electoral y parlamentaria oficialista Cambiemos, en el período 2015-2019, acercó a la militancia radical, después de una década y media, a una mejor -aunque aún periférica y débil- inserción en el Estado. La juventud que se presentaba como “en el llano”, si bien está muy lejos de las oportunidades de inserción en la estructura de la administración pública porteña que tiene la militancia juvenil del PRO, pasa a formar parte del oficialismo.15 Para algunos de nuestros entrevistados y entrevistadas, ese ideal de una juventud alejada del poder estaría en riesgo ante la apertura de oportunidades para hacer una carrera política desde el Estado. Luego de largos períodos lejos de la centralidad del poder, la aparición de algunas oportunidades dentro del oficialismo habría incentivado el perfil más carrerista del militante juvenil radical y opacado su espíritu crítico.16 Con estas palabras nos lo comenta un militante:

No tenemos una Juventud que hoy en día pueda ir a pegar el grito y decir “no me gusta lo que hace el presidente del partido”, sino que lo dicen entre ellos, pero no podemos decirlo porque el presidente [de la JR] depende del laburo que le da tal otro o depende para crecer políticamente de tal intendente o porque lo puso tal o cual dirigente político en ese lugar, y eso hace que no se pueda tener un discurso más, no digo más combativo, más crítico, que muchas veces lo tienen los que están en ese lugar pero no lo pueden decir (Fermín, JR).

La agenda propia de la JR se encuentra limitada a una serie de temáticas percibidas como de interés para las generaciones jóvenes -cuestiones de género, derechos sexuales y reproductivos, consumo de marihuana, ambiente, entre otros- que no afectan las orientaciones programáticas, ni la agenda parlamentaria o las decisiones del partido respecto de sus alianzas o estrategias de campaña. El caso del debate parlamentario sobre la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo en 2018, al que hicimos referencia en el apartado anterior, da cuenta, además, de la escasa efectividad de la presión de la JR sobre la dirigencia partidaria, aun sobre estas temáticas de su agenda. A pesar de las cartas dirigidas a sus legisladores, las conferencias de prensa, la toma del edificio partidario o la presencia en las vigilias y movilizaciones el día de la sesión, los nueve (de doce) senadores y senadoras de la UCR que se habían declarado con anterioridad en contra del proyecto votaron negativamente el día de la sesión.

Cuando, en 2015, se discutió dentro del partido la conformación de una alianza electoral con el PRO, la posición dominante dentro de la JR porteña no era, según nuestros informantes, a favor de esa estrategia aliancista. Sin embargo, la JR de la Ciudad de Buenos Aires no hizo oír su posición en la Convención de Gualeguaychú, en la que se decidió la conformación de Cambiemos, y votó alineada con el resto de la UCR porteña (Grandinetti, 2019). Esto muestra que el margen de la JR para fijar posiciones en contra -o con autonomía- de la dirigencia del partido, para intervenir en temáticas sensibles para la élite partidaria o para incidir sobre el voto de sus parlamentarios es escaso, más allá de que sus militantes cultiven una presentación de sí asociada a su capacidad “crítica” y a su espíritu “díscolo”. Así lo explica un militante que integra una línea minoritaria de la JR, ligada a la Franja Morada de la Facultad de Derecho de la UBA:

Muchas veces, las cuestiones del poder de arriba hace que haya discusiones que no se pueden dar [en la Juventud] y eso nos ha pasado a nosotros [los militantes de la Franja Morada en la Facultad de Derecho], particularmente a nosotros que somos bastante rebeldes en la cuestión de qué discusiones dar, suponete nosotros hemos dado la discusión de Cambiemos sí, Cambiemos no, y la Juventud no la dio esa discusión, no quiso, porque desde arriba se bajó una línea de no darla, entonces, cuando vos tenés un dirigente arriba que no te permite dar determinadas discusiones, me parece que fracasás como Juventud, y un poco eso ha pasado en la Juventud Radical (Francisco, JR).

No solo existe una división de temas de agenda entre la juventud partidaria y la dirigencia mayor, en la que los jóvenes imprimen, en palabras de un entrevistado, un “tinte rebelde” a la agenda del partido pero no participan públicamente de las discusiones que interesan a la élite partidaria, sino que también existe una división del trabajo en la que la organización juvenil asume ciertas tareas específicas. Las militancias juveniles tienen, con frecuencia, la misión electoral de interpelar a los electorados jóvenes, y lo hacen a través de prácticas que implican, a su vez, ciertas definiciones de los intereses y de los vínculos de esta generación con la vida política.

Hacia el interior del partido, y en especial dentro de los comités barriales, la militancia de la JR discute la eficacia de ciertas prácticas tradicionales, como el reparto de cartas en papel, los llamados telefónicos a las casas de los afiliados para invitarlos a actividades en el comité, o el “punteo” del padrón partidario sostenido mediante vínculos cara a cara (Grandinetti, 2021a). Más que una impugnación total de dichas prácticas, la militancia juvenil radical reconoce su relevancia para la vida interna de un partido con un padrón de afiliados envejecido17, pero discute la eficacia de estas prácticas para interpelar a las generaciones más jóvenes, renovar el reclutamiento de afiliados y militantes y lograr el voto de quienes no forman parte de la cultura radical.

El llamado a modernizar las prácticas mediante la introducción de medios digitales y nuevos lenguajes es también un modo solapado de disputarle poder a una vieja militancia con la que conviven cotidianamente en los comités y que domina un saber-hacer y una sociabilidad barrial que la militancia juvenil no posee. En tanto esos saberes todavía son sumamente relevantes en el juego interno del partido, la militancia juvenil debe aprender el oficio al mismo tiempo que intenta hacer valer su aporte generacional en un partido que dirime sus internas mediante el voto de los afiliados y -dado que esos afiliados se renuevan cada vez más lentamente18- tiende a garantizar la reproducción de viejas formas de militancia. Esto produce cierta inercia en la organización y en sus prácticas, que ubica a las generaciones más jóvenes de militantes en una posición de inferioridad en tanto sus intentos de transformar los repertorios establecidos encuentran fuertes resistencias.

Aun así, también es cierto que la militancia juvenil cuenta en la UCR con una estructura formal que le garantiza una relativa autonomía respecto de la dirigencia mayor y le asegura cargos propios dentro de la conducción del partido. En el caso de la UCR porteña, la JR cuenta con cinco delegados propios entre los treinta y cuatro que componen su máximo órgano de conducción, la Convención de la Ciudad de Buenos Aires. Si se le suman los otros tres delegados designados por la Franja Morada Regional Buenos Aires -que incluye a todas las agrupaciones del radicalismo universitario de CABA-, los sectores juveniles y universitarios del partido tienen un 23,5% de representación en la Convención. El órgano ejecutivo del partido es la Mesa Directiva, compuesta por un presidente, dos vicepresidentes y otros diez integrantes, de los cuales uno es designado por la JR. El nivel más bajo de la burocracia partidaria lo componen los comités comunales, cuyas comisiones ejecutivas cuentan con un secretario de Juventud. Por otra parte, la carta orgánica del partido establece que, dentro del presupuesto anual elaborado por la Mesa Directiva, una partida debe estar destinada a garantizar el funcionamiento de la JR en el distrito. Los afiliados de entre 16 y 30 años, además de votar en las elecciones internas generales del partido, eligen a las autoridades de su Juventud. Mediante el voto directo, se eligen los delegados que designarán a la Mesa Directiva de la JR y a los cinco delegados que integrarán la Mesa Directiva del partido a nivel distrital.

La presencia de representantes de la JR con voz y voto en los órganos de conducción del partido, establecida en su carta orgánica, otorga a su militancia juvenil una vía de acceso a la burocracia partidaria y una incidencia -al menos formal- en la toma de decisiones con la que no cuentan otras generaciones de militantes dentro del partido, ni militantes juveniles de otros partidos políticos argentinos. Esta estructura de cargos internos funciona, a su vez, como un incentivo de estatus (Panebianco, 1988), es decir, como una retribución simbólica que, ante la escasez de puestos disponibles en el Estado, provee cargos partidarios que permiten ganar notoriedad e incidencia interna. Es, por otra parte, en las filas de la JR o del radicalismo universitario que los dirigentes de la UCR suelen iniciar sus carreras políticas (De Luca, 2019; Prats, 2019). Si bien el partido local ha seleccionado candidatos extrapartidarios en los últimos años, los ingresos al partido fuera del cursus honorum típico iniciado en la JR o la Franja Morada han sido poco frecuentes, lo que le otorga a su organización juvenil y a la militancia en ella un valor adicional, y la convierte en el paso inicial casi obligado para ascender dentro de este partido.

Conclusiones

Como hemos argumentado en las páginas previas, la militancia de la JR se vale de lo juvenil para producir una presentación de sí a partir de la cual legitima política y moralmente su participación dentro el partido y su militancia en general. Cerca de las narrativas históricas de esta juventud partidaria -formada como organización en oposición a la dirigencia partidaria luego del golpe a Yrigoyen en 1930-, esta generación de militantes que ingresa al partido luego de la crisis de 2001, en una etapa de decadencia electoral y acceso periférico al Estado local y nacional, hace de la carencia una virtud. Estar “en el llano” y “lejos del poder”, según sus narrativas, les daría una posición de menor dependencia frente a la distribución de cargos en manos de la dirigencia para alzarse como guardianes de los “valores” y la identidad radical. Así, esta juventud cultiva una presentación de sí “díscola” y “rebelde”, al tiempo que moviliza diversas pruebas de su impronta “crítica” y defensora de la coherencia programática del partido: desde las movilizaciones contra los recortes presupuestarios a la educación durante el gobierno de De la Rúa en 2001, hasta las presiones a sus legisladores nacionales durante el debate por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo en 2018. Esta presentación de sí como una juventud “crítica” y movilizada por “valores” le sirve para impugnar, además, a otras juventudes partidarias más visibles en el espacio público (kirchneristas y del PRO), a las que consideran rentadas, personalistas y verticalistas. Aun con la misión de preservar la identidad radical, el aporte específico de esta generación de militantes radicales sería modernizar aquellas prácticas tradicionales arraigadas en el partido, a las que consideran obsoletas e ineficaces para interpelar a un votante desfidelizado y distante de los partidos políticos. Así, su papel como juventud sería innovar las prácticas a través de la inclusión de nuevas tecnologías y repertorios para seducir a un electorado joven que perciben poco atraído por la vida de los comités y las antiguas liturgias radicales.

Sin embargo, esta presentación de sí que los legitima en tanto jóvenes militantes encuentra sus límites en la estructura formal de la organización y en la dinámica de la vida interna del partido. Por un lado, las reglas formales de la competencia intrapartidaria a través del voto de los afiliados a nivel comunal se conjugan con el envejecimiento y la lenta renovación generacional del padrón, lo cual garantiza la persistencia de prácticas de militancia tradicionales sostenidas por las generaciones más viejas del partido, poco abiertas a las innovaciones pretendidas por su juventud militante. Por el otro lado, la dinámica de la competencia entre líneas partidarias luego del colapso de 2001 y la posterior reconstitución de la vida interna de la organización local ubica a la JR de la Ciudad de Buenos Aires como subsidiaria de una agrupación interna nacional que conduce el partido local y disputa su conducción nacional (Grandinetti, 2020). Esto, según reconocen los mismos entrevistados y entrevistadas, le otorga un escaso margen a la juventud del partido para la crítica pública y la “rebeldía” frente a la dirigencia partidaria local, con la que en la Ciudad de Buenos Aires conforma un mismo bloque interno. Asimismo, le confiere como una escasa eficacia para imponer posiciones de su propia agenda e incidir en decisiones que escapan a los asuntos considerados dentro del partido como juveniles o de interés para la generación joven. De este modo, los atributos político-morales de la juventud como principio de legitimación en el radicalismo porteño se trastocan al traducirse en prácticas concretas y colisionan con imperativos organizacionales que la exceden. Al mismo tiempo, es gracias a esas instituciones formales e informales de la organización partidaria -presencia con voz y voto en la conducción partidaria y un cursus honorum que ubica a la militancia juvenil o universitaria como un paso inicial casi ineludible en las carreras políticas de los radicales- que la JR adquiere su relevancia en la vida interna del partido y ofrece incentivos a su militancia para participar de dicho espacio, aun en tiempos de relativa carestía de recursos y poca visibilidad pública.

Hasta qué punto las dinámicas intergeneracionales que hemos estudiado en la UCR se presentan de modos análogos en otros partidos tradicionales con juventudes orgánicas abre una interesante agenda de investigación para este campo de estudios. Las tensiones entre la reproducción de las tradiciones partidarias, las estructuras jerarquizadas y los atributos político-morales asignados habitualmente a lo juvenil -rebeldía, innovación, renovación, flexibilidad, entre otros- son un rasgo que, podemos presumir a partir de otros estudios (Bargel, 2009; Cozachcow, 2015b; Weber, 2017), no se limita al caso aquí examinado. Por otra parte, el carácter subalterno de las ramas juveniles convive muchas veces -en partidos como el radical- con un nivel considerable de institucionalización dentro de sus estructuras organizativas. Aun cuando esto les otorga cierto grado de autonomía frente a la dirigencia adulta, constriñe los márgenes para llevar a la práctica aquellos ideales de rebeldía o innovación que suelen funcionar como principios de legitimación de las militancias juveniles. Nuevos estudios de caso en perspectiva comparada podrían orientar hipótesis de alcance más amplio acerca de la relación entre los atributos organizativos de los partidos -longevidad, grado de institucionalización, estructura formal, entre otros-, los vínculos entre sus generaciones, y los usos y sentidos de la juventud en ellos.

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Anexo

Tabla 1 Información sobre los/as entrevistados/as 

Nombre asignado Edad Fecha de entrevista Año de entrada Cargo interno Agrupación interna Militancia universitaria Carrera Lugar de trabajo Comuna donde milita
Alberto 28 24/07/17 2009 Secretario comunal JR Cantera Popular Ciencia Política (UBA) Gobierno CABA 3
Ana 27 31/09/17 2013 Delegada por la JR en la Convención CABA Cantera Popular No Ciencia Política (UCA) Legislatura CABA 13
Claudio 22 01/09/17 2013 Mesa Directiva JR CABA Cantera Popular No Economía (UBA) Auditoría General de la CABA 13
Fabricio 27 27/11/17 2004 Referente FM Derecho Franja Morada Derecho (UBA) Estudio Jurídico 3
Fermín 29 10/07/17 2007 Mesa Directiva JR CABA Franja Morada Derecho (UBA) Consejo de la Magistratura 2 y 3
Francisco 27 18/12/17 2008 Referente FM Derecho Franja Morada Derecho (UBA) Sin datos 3
Gastón 29 13/12/17 2006 Referente FM Derecho Franja Morada Derecho (UBA) UBA 2
Isabel 28 09/01/18 2011 Mesa Directiva JR CABA Franja Morada Trabajo Social (UBA) Gobierno CABA 2
José 22 12/12/17 2010 Referente FM Derecho Franja Morada Derecho (UBA) ONG 6
Lautaro 23 22/11/17 2009 Autoridad FM-Regional Buenos Aires Cantera Popular Derecho (UBA) Legislatura CABA 11
Leonardo 37 17/06/17 2001 Expresidente JR CABA Cantera Popular Administración (UBA) Legislatura CABA (cargo electivo) 2
Lisandro 29 14/12/17 2008 Representante de la JR en la Mesa Directiva de UCR CABA Cantera Popular No Derecho (UBA) UBA 14
Lucrecia 24 08/08/17 2012 Mesa Directiva JR CABA Franja Morada Arquitectura (UBA) No trabaja 14
Malena 22 24/09/17 2013 Secretaria comunal de la JR Cantera Popular No Antropología (UBA) Legislatura CABA 13
Maximiliano 31 10/09/17 2001 Mesa Directiva JR CABA Pampillón / Cambio Pluralista No Derecho (UBA) Consejo de la Magistratura y UBA 15
Nahuel 28 07/11/17 2009 Secretario comunal de la JR Franja Morada / Pampillón Derecho (UBA) Consejo de la Magistratura 15
Nancy 24 14/12/17 2010 Mesa Directiva JR CABA Cantera Popular Derecho (UBA) Defensoría del Pueblo 5
Omar 23 04/12/17 2009 Referente Derecho UBA Cantera Popular Derecho (UBA) UBA 11
Pedro 24 09/11/17 2009 Mesa Directiva JR CABA Abogados Pluralistas No Derecho (UBA) Ministerio Público de la Defensa 14
Rafael 24 11/12/17 2010 Mesa Directiva JR CABA Cantera Popular No Economía (UBA) Auditoría General de la CABA 2
Sergio 30 10/07/17 2008 Mesa Directiva JR CABA Cantera Popular Derecho (UBA) Auditoría General de la Nación 3

Recibido: 10 de Febrero de 2022; Aprobado: 31 de Octubre de 2022

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