PUNTOS CLAVE
Conocimiento actual
• La prevalencia de diabetes mellitus se encuentra en aumento en todo el mundo. Las formas gestacional y pre-gestacional se asocian a peores resultados perinatológicos, a prematurez, macrosomía y a un espectro amplio de malformaciones asociadas que incluyen el sistema nervioso central.
Contribución del artículo al conocimiento actual
• Los hijos de madres con diabetes pueden presentar, además, efectos a largo plazo en el neurodesarrollo. Estos abarcan un espectro de alteraciones que incluye trastornos del aprendizaje, por déficit de atención e hiperactividad y del espectro autista. La revisión aborda las asociaciones descriptas por la bibliografía reciente, los mecanismos etiopatogénicos propuestos y las implicancias preventivas en el pronóstico educacional y ocupacional.
En la actualidad, se estima que casi 500 millones de personas en el mundo presentan diabetes mellitus (DM), lo que representa alrededor del 9% de la población entre 20 y 79 años. Su prevalencia se encuentra en aumento, previéndose un número cercano a los 700 millones para 20451.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, la hiperglucemia o diabetes en el embarazo (DE) se clasifica como diabetes mellitus gestacional (DMG), diagnosticada durante el embarazo, o diabetes mellitus pregestacional (DMPG)2,3. Alrededor de un 75% a 90% de las hiperglucemias de embarazo son DMG, y del porcentaje restante, más de la mitad de los diagnósticos, a pesar de tratarse de DMPG, se realizan al comienzo de la gestación4.
Para el diagnóstico en esta etapa, se recomienda la realización de una prueba de sobrecarga de glucosa entre las semanas 24° y 28° de la gestación, o más tempranamente en mujeres de alto riesgo5. A pesar de esto, existen diferentes criterios diagnósticos, lo que dificulta la comparación en los estudios. Independientemente de estas diferencias, el Atlas de la Federación Internacional de Diabetes del año 2019 calcula que un 15.8% de los nacidos vivos ha estado expuesto a diabetes materna durante su gestación, lo que resulta en 20 400 000 niños1.
Cualquiera sea el tipo de diabetes durante el embarazo, todas se asocian a peores resultados perinatológicos. Aun los valores de hiperglucemia limítrofes durante esta etapa, presentan mayor asociación con nacimiento pretérmino y macrosomía6.
En países en desarrollo la frecuencia de defectos congénitos y la morbi-mortalidad materno-fetal continúan siendo elevados debido al inadecuado control de la mujer en edad fértil, a que dos tercios de los embarazos en madres con diabetes no son planificados y la mayoría de éstas no realiza controles pre-concepcionales7,8. Por otro lado, el aumento de la prevalencia de obesidad y diabetes tipo 2 y la edad materna avanzada en el mundo industrializado, convierten al embarazo de “madre diabética” en un desafío para la salud pública.
La DE se asocia a un aumento en la frecuencia de abortos espontáneos, muerte intraútero, retraso de crecimiento intrauterino, asfixia perinatal y anomalías congénitas9. El espectro de malformaciones es amplio, e incluye el compromiso cardíaco, el de las estructuras cráneofaciales, del sistema nervioso central, gastrointestinal, músculo-esquelético y urogenital10. Estos efectos nocivos se relacionan directamente con los niveles de glucemia y de hemoglobina glicosilada, por lo que su frecuencia se reduce significativamente con el tratamiento apropiado de la embarazada con diabetes, sobre todo a través del control glucémico adecuado en estadios tempranos de la gestación11.
El incremento de la supervivencia de los niños en el período perinatal ha permitido, en la última década, conocer los efectos de la diabetes materna en la salud de los hijos a largo plazo, sobre todo, los relacionados con la nutrición, la composición corporal y el metabolismo12,13.
Mucho menos numerosos y concluyentes, han sido los estudios que abordan el efecto a largo plazo de la DE en el neurodesarrollo de los niños14, el que puede tener un efecto directo sobre el pronóstico educacional y ocupa cional. Es a este último efecto al que nos referiremos en el presente trabajo.
Alteraciones del desarrollo en niños expuestos a diabetes materna durante la gestación
Ya en 1969, Schulte y col15, informaron alteraciones fun cionales del neurodesarrollo en los primeros cinco años de vida de hijos de mujeres con DE. Estudios posteriores tuvieron resultados controvertidos16-21, en un momento en el que aún era frecuente la asociación de DE con anoma lías congénitas y complicaciones perinatales, asociadas con diferentes grados de alteración del neurodesarrollo.
Varias décadas después, con el avance en la prevención, el seguimiento y el tratamiento de la DE, se produjo una importante reducción en la frecuencia de estas complicaciones comenzando a reportarse el aumento de la prevalencia de trastornos del neurodesarrollo. Para su análisis, utilizaremos la clasificación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-V22, agrupando a los mismos, desde el punto de vista clínico en tres grupos principales:
a. Trastorno del aprendizaje, definido como dificultad en el aprendizaje y en la utilización de las aptitudes académicas, y trastorno del desarrollo intelectual, entendido como deficiencia de las funciones intelectuales y del comportamiento adaptativo.
b. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, definido como patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo.
c. Trastornos del espectro autista, que el DSM-V define como deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social en diversos contextos, con patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.
Asociación de diabetes materna con trastornos del aprendizaje y del desarrollo intelectual
En el año 1998, Ornoy publicó el primero de una serie de estudios de casos y controles realizados en Israel, en el que compararon un grupo de niños preescolares con antecedente de DE con un grupo control, encontrando en los primeros menor rendimiento en las pruebas de motricidad fina y gruesa, con correlación inversa con el valor de hemoglobina glicosilada (HbA1C) materna, sin distinguir el tipo de DE23. Un año después, focaliza su atención en la DMG, analizando las funciones cognitivas de niños entre los 6 y 9 años con antecedente de expo sición a DMG diagnosticada en el segundo trimestre de embarazo. Los hallazgos confirman un menor rendimiento en pruebas cognitivas y en motricidad fina y gruesa, sobre todo en los más pequeños, con una tendencia a disminuir la significancia estadística al aumentar la edad de los niños24. En 2001, con el objetivo de diferenciar los efectos de la DMPG y la DMG, publica la evaluación en dos grupos de niños entre 5 y 8 años y entre 9 y 12 años, estratificados de acuerdo al tipo de DE. Aunque refieren en ambos grupos una alteración de la motricidad fina y gruesa, solo los hijos de madres con DMG presentaron un menor cociente intelectual que los controles de ambos grupos etarios estudiados25.
A mediados del 2000 se publicaron varios análisis de cohortes poblacionales, que aumentan el número de casos analizados. En 2007, Dahlquist y Källén publicaron un estudio realizado en Suecia, basado en un registro nacional de más de 1 300 000 niños, en el que analiza ron un subgrupo de 6397 hijos de madres con DE, sin diagnóstico específico de la misma. Los mismos presen taron un aumento del 25% del riesgo de no completar la escolaridad obligatoria, mayor en varones (OR 1.32) que en mujeres (OR 1.17), menor puntaje promedio escolar, menor rendimiento en actividad física, sueco, inglés y matemáticas y un descenso del 30% en la posibilidad de acceder a cursos avanzados, en inglés y matemáticas26.
En el mismo año, el grupo danés de Nielsen y Peder sen, analizó la persistencia de estas alteraciones a lo largo del tiempo evaluando 295 jóvenes de 18 a 20 años de edad expuestos a DE comparados con 870 controles, en el ingreso al servicio militar obligatorio. Los primeros se encuentran más frecuentemente en el grupo exceptuado de realizar la conscripción, por diagnósticos incluidos dentro de las categorías “alteraciones psiquiátricas y del comportamiento” y “alteraciones neurológicas” de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades CIE1027. El estudio informó además diferencias leves de cociente intelectual, que se amplían si la HbA1C materna fue mayor a 7%, disminuyendo un 2.6% por cada punto que aumenta la HbA1C. Esta diferencia desaparece si la madre presentó valores de HbA1C menores a 7%28.
En 2012, el grupo de Fraser, publicó resultados de la cohorte de Avon, en una población de 8515 mujeres, encontrando un 0.3% de DMPG, un 0.4% de DMG y un 3.1% de mujeres con glucosuria positiva en los contro les de embarazo, muchas de las cuales probablemente fueron DMG, no diagnosticadas en un período anterior al estudio universal de las mujeres embarazadas. Aunque inicialmente comunican una asociación de los tres grupos con menores puntajes en la evaluación neurocognitiva, el ajuste posterior por posibles mediadores y confundidores sugiere que, solo la DMG se asocia con menor cociente intelectual total y verbal a los 4 y a los 8 años y con menor nivel educativo a los 16 años, confirmando la persistencia en el tiempo del efecto sobre el neurodesarrollo29.
En el año 2016, se publicó el análisis de dos cohortes prospectivas. La de Kai, con el GUSTO Study Group, se planteó como objetivo analizar la relación entre DMG, niveles de glucemia durante la gestación y funciones cognitivas en los primeros 2 años de vida. Analizaron 473 sujetos con mediciones electrofisiológicas a los 6, 18 y 24 meses de vida. Su principal hallazgo fue la disminución de los niveles de atención a los 6 y 18 meses de vida y del coeficiente de desarrollo a los 2 años, relacionadas inver samente con las concentraciones de glucemia materna durante el embarazo30. La segunda es la cohorte danesa del EPICOM Study (EPIgenetic, genetic and environmental effects on COgnitive and Metabolic functions in offspring of mothers with type 1 diabetes), que analizó las conse cuencias neurocognitivas a largo plazo, en este caso de la DMPG tipo 1 materna. Un grupo de 278 adolescentes fueron estudiados entre los 13 y 19 años de vida, encon trándose una disminución en el rendimiento de variables predictoras de aprendizaje: coeficiente intelectual total, inteligencia verbal y no verbal y memoria. Dado que no se encuentra asociación de las alteraciones con los valores de HbA1C materna, los autores plantearon, por primera vez, la importancia de las fluctuaciones glucémicas, más que el promedio de glucemias, como predictoras de las alteraciones neurocognitivas31.
En el mismo año, Adane publicó una revisión sistemá tica en la que incluyó 14 estudios realizados entre 1969 y 2015, la mayoría cohortes prospectivas, concluyendo que tanto la DMPG como la DMG alteran el desarrollo cognitivo y del lenguaje en los niños pequeños, des apareciendo esta relación con el tiempo. Los autores plantearon dos hipótesis para este último hallazgo: el efecto de la DE podría ser reversible a medida que otros factores favorecen el desarrollo posterior o actúan como confundidores, disminuyendo la significancia estadística de la asociación32.
En 2019 una revisión sistemática que incluyó 19 artículos, analizando 18 681 niños expuestos a DMPG y más de 2 millones de controles, encuentra una aso ciación negativa de la DMPG tipo1, con una media de diferencia de -3.07 en el coeficiente intelectual de los hijos33.
Más recientemente, en 2020, el grupo finlandés de Kong, en una cohorte prospectiva de 649 043 nacidos vivos entre 2004 y 2014, encontró una prevalencia de alteraciones del neurodesarrollo del 5.39%. La obesidad materna preconcepcional se asoció con riesgo de tras torno del desarrollo intelectual con un OR de 1.56, que aumentó a OR 3.2 si se sumaba a DMPG tipo 2 y a OR 3.64 asociada a DMPG tipo 134.
Hasta el momento, aunque todos los tipos de DE muestran asociación a trastornos del desarrollo intelectual y/o el rendimiento escolar, los estudios que comparan específicamente el efecto de los 2 tipos de DE, vienen remarcando la preponderancia de la DMG por sobre la DMPG como factor de riesgo para alteraciones de las funciones cognitivas. Esto podría estar relacionado con el comienzo de la primera en el segundo trimestre del embarazo35, momento en el que se producen eventos mayores del desarrollo de la corteza cerebral. La misma, además, se asocia frecuentemente a obesidad materna pregestacional, constituyendo una de sus posibles com plicaciones. Esta última ha demostrado ser, per se, un factor de riesgo para alteraciones del neurodesarrollo de los niños36. Por otro lado, los estudios que analizan la DE asociada a obesidad, encuentran un efecto potenciador del riesgo para el neurodesarrollo conferido por obesidad materna, de todos los tipos de diabetes, mayor en el caso de DMPG tipo 1. Es probable que los mecanismos implicados en este caso sean diferentes y actúen sinér gicamente, amplificando el riesgo.
Asociación de diabetes materna y trastorno por déficit de atención e hiperactividad
En el año 2012, Nomura publicó los resultados de una cohorte de niños menores de 6 años, en Nueva York, encontrando que tanto la DE como el bajo nivel socioecónomico, se asociaban en forma independien te con un aumento del doble del riesgo de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). En el estudio, la asociación de ambas variables aumentó el riesgo 14 veces, resaltando así la importancia de la interacción entre factores prenatales y socio-ambientales37.
Analizando más específicamente la DMPG tipo 1, Damm, publicó en 2017 un segundo análisis de la cohorte prospectiva danesa del EPICOM, en el que 269 adoles centes expuestos a DMPG tipo 1 fueron comparados con 293 controles. Aunque inicialmente no encontraron diferencias significativas en la evaluación funcional, un análisis posterior les permitió encontrar diferencias en el uso de medicación para TDAH justificando el hallazgo inicial38.
Un año después Sundquist analizó una cohorte retros pectiva sueca de 15 615 individuos de 25 años nacidos con padres con diabetes tipo 1, comparados con 1 380 829 controles, informando un aumento significativo del riesgo de TDAH (OR 1.35), mayor para DMPG tipo 1, que persistía cuando era controlado por otras complicaciones perinatales asociadas a la misma39.
En el mismo año, Kong, comunicó en la cohorte fin landesa, la asociación de obesidad materna con TDAH en hijos (HR1.88) que aumentó exponencialmente si se asociaba a DMPG (HR 6)40. Un análisis posterior del mismo grupo, encontró que dicha asociación era mayor con DMPG tipo 1 que tipo 234.
En 2019, el meta-análisis de Yamamoto confirmó el aumento del riesgo para TDAH conferido por la DMPG tanto tipo 1 como tipo 233.
En conjunto, la evidencia muestra que la asociación de DMPG con TDAH es mayor que la de DMG y que otros factores biológicos y sociales, como la obesidad o la pobreza, potencian el mismo. El TDAH es un trastor no con etiología múltiple, en el que la combinación de factores genéticos, neurológicos y ambientales contri buyen tanto en su etiopatogenia como en sus diferentes manifestaciones41. Diferentes estudios encontraron va riantes genéticas predictivas42, alteraciones de vías de neurotransmisión43, fenómenos de deleción y duplicación en la transcripción genética44, alteraciones secundarias a tóxicos ambientales45 y a adversidad psicosocial46. En este contexto, la multiplicidad en los hallazgos refuerza la idea de multicausalidad y variabilidad fenotípica del TDAH.
Asociación de diabetes materna y trastornos del espectro autista
En el año 2012, el grupo del estudio CHARGE (Chil dhood Autism Risks from Genetics and the Environ ment) encontró asociación de DE con trastornos del espectro autista (TEA) y alteración de los aprendizajes tempranos y lenguaje expresivo, en niños de 24 a 60 meses47.
En 2014, el meta-análisis de Xu confirmó dicho ha llazgo, tanto para DMPG como para DMG. El RR de TEA en hijos de madres con diabetes resultó en 1.48 cuando los autores analizaron los datos de cohortes y de 1.72 al analizar las publicaciones de casos y controles48.
Un año después, Xiang publicó resultados de una cohorte retrospectiva en California de 322 323 niños, entre los que se encontraban 3388 con diagnóstico de TEA. Coincidiendo con el estudio anterior, los autores comunicaron un aumento del riesgo, tanto para DMPG (RR 1.52) como para DMG diagnosticada antes de la semana 26 de embarazo (RR 1.63), persistiendo solo esta última asociación al ajustar por otras variables so cioeconómicas confundidoras49. Más tarde, en 2019, Jo analizó en la misma cohorte, la interacción de DE y polu ción ambiental. Esta última se asoció con afectación del neurodesarrollo, en todos los trimestres de gestación. La DMG diagnosticada antes de la semana 24 de embarazo aumentó la susceptibilidad a la polución, específicamente asociada con O3, con un RR de 1.550.
En 2016, Li publicó resultados de la cohorte prospecti va de Boston, analizando 2734 niños seguidos durante 6 años, entre los que se diagnosticó TEA a 102 de ellos. En este grupo se encontró que la coexistencia de obesidad y DE aumentaba el riesgo de TEA, tanto para DMG (RR 3.04) como para DMPG (RR 3.91)51.
Esta misma asociación fue abordada en el mismo año por Connolly en un estudio retrospectivo que analizó historias clínicas del Hospital Pediátrico de Cincinnati, informando un RR de 1.5 para obesidad materna, que aumentó a 2 cuando ésta se asociaba con DMG52.
También en 2016, Sacks realizó un estudio poblacional de cohorte en Israel que analizó 231 271 niños con un 5.4% expuestos a DMG, estratificando a las madres entre las que recibieron tratamiento solo con dieta y ejercicio (4.3%) y las que requirieron insulina o hipoglucemiantes orales (1.1%). La exposición a DMG aumenta el riesgo para TEA con un OR de 4.4 y éste se relaciona con la gravedad de la diabetes materna, por lo que los autores hablaron de un efecto de dosis respuesta53.
La revisión sistemática de Yamamoto, hizo un análisis específico de la relación de DMPG y TEA, encontrando un aumento del riesgo para TEA de 1.36, similar para la diabetes tipo 1 y tipo 233.
Las variaciones en los hallazgos de los estudios mencionados, podrían estar explicadas por la hetero geneidad fenotípica del TEA, en la que, en individuos genéticamente susceptibles, se combinan factores de riesgo medio ambientales que generan un punto de umbral que determina la aparición de una disfunción durante períodos críticos del desarrollo del sistema ner vioso central, con tres ventanas biológicas del desarrollo cerebral: el período preconcepcional, el concepcional y el período posnatal temprano54.
Mecanismos etiopatogénicos propuestos
Aunque numerosos estudios de cohorte han encontrado asociación entre DE y alteraciones neurocognitivas y psiquiátricas en los hijos, el conocimiento de los meca nismos causales subyacentes aún no ha sido totalmente aclarado24,55. Excluyendo los efectos cognitivos asociados al impacto de las complicaciones perinatales, la afectación del neurodesarrollo parece estar asociada a diferentes efectos producidos por la hiperglucemia en períodos tempranos de la gestación y el desarrollo (Tabla 1). Nin guno de estos, actuando independientemente o en forma combinada, tiene un efecto particular a largo plazo, sino que predisponen a una variedad de alteraciones cere brales, cuya especificidad diagnóstica es dependiente del contexto genético y ambiental56. Entre los descriptos, se encuentran:
Hipoxia fetal
La exposición fetal a diferentes grados de hipoxia se asocia a trastornos en el neurodesarrollo57. Se han de mostrado tres regiones cerebrales especialmente vulne rables a la misma: los ganglios basales, el hipocampo y los ventrículos laterales. En personas con autismo, estas regiones pueden presentar cambios no solo funcionales, sino anatómicos58,59. El estado hiperglucémico/hiperinsu linémico durante la gestación provoca un aumento de la tasa metabólica fetal, con un aumento del consumo de oxígeno que puede exceder los límites fisiológicos pro vocando hipoxia relativa. El aumento de la demanda de los tejidos provoca un incremento de la concentración de hemoglobina y del número de glóbulos rojos fetales, que puede alcanzar valores de policitemia con aumento de la viscosidad e isquemia secundaria de algunos órganos60. Por otro lado, el aumento de la hematopoyesis requiere un incremento de la disponibilidad de hierro, con utiliza ción de los depósitos del mismo en otros órganos como el cerebro, con alteraciones estructurales y funcionales secundarias al déficit, sobre todo en la vía dopaminérgica y la mielinización61.
Estrés oxidativo con aumento de radicales libres
Diferentes estudios encuentran una asociación entre marcadores de estrés oxidativo con aumento de radicales libres y autismo. Se describen el aumento de los niveles urinarios de marcadores de peroxidación lipídica62 y la disminución de los niveles de ceruloplasmina y transfe rrina plasmáticos, en niños con TEA63.
La hiperglucemia provoca disminución en las de fensas antioxidantes celulares del embrión al afectar la gammaglutamil-cisteína sintetasa, enzima que cataliza la síntesis de glutatión reducido64. En este sentido, diversos estudios demuestran aumentos en los niveles de radicales libres como xantina-oxidasa en plasma de cordón umbili cal y tejido placentario de mujeres con diabetes gestacio nal65 o supresión de superóxido-dismutasa-2 en amígdala de crías de animales con DE y en células in vivo66.
Inflamación crónica
La DE se asocia a una inflamación sistémica crónica y moderada67, con elevación de ácidos grasos libres circu lantes68,69. El aumento de la glucemia y la hiperlipidemia causan una sobreproducción de citoquinas proinflamato rias placentarias y una alteración de los mecanismos fisio lógicos de restricción de la transferencia de las mismas desde la madre hacia el feto a través de la placenta70,71. Estas citoquinas inducirían una respuesta proinflamatoria en el sistema nervioso central, en el que la activación de la microglía y las células inmunes locales serían eventos tempranos que podrían posteriormente alterar la libera ción de factores tróficos y la fagocitosis controlada que permiten, en situaciones de normalidad, realizar la poda sináptica y el remodelado de la transmisión neuronal, esenciales para el neuro-desarrollo temprano72. Se pos tula que el aumento de factores inflamatorios prenatales alteraría de forma permanente vías esenciales para el neurodesarrollo, como la serotoninérgica y la dopami nérgica, además de modificar la respuesta de insulina y leptina fetales, con acción directa en el cerebro en formación73. Estudios en animales han comprobado esta hipótesis, con alteración a largo plazo de la sinapsis en hipocampo y afectación cognitiva posterior74.
Alteración de la señalización de insulina con activación de Pl3K/mTOR en neuronas
La plasticidad sináptica, implicada en el origen del TEA, se afecta por receptores metabotrópicos de glutamato (mGluR), acoplados a proteína G para los que el gluta mato es ligando. La misma requiere síntesis proteica en las dendritas y activación de la vía Pl3K/mTOR75.
Esta vía es el principal efector intracelular de las seña les de insulina, cuyo efecto en los receptores presentes en hipocampo, cerebelo y corteza prefrontal ejerce acción regulatoria de la actividad sináptica de esas regiones76. Esta se encuentra hiperactivada en la elevación de la glucosa plasmática fetal secundaria a la hiperglucemia materna, que provoca un aumento de la secreción in sulínica fetal77.
Anomalías genéticas y modificaciones epigenéticas
La regulación adecuada de la expresión génica a través de mecanismos epigenéticos es crítica para el desarrollo de los circuitos neuronales involucrados en el compor tamiento social, el lenguaje y la cognición en humanos. Las anomalías citogenéticas recurrentes comunes en los TEA implican duplicaciones derivadas de la madre como la estudiada en el dominio del cromosoma 15q11-13, una región crítica en la que se encuentra un cluster de genes que codifican las subunidades receptoras del GABA78. Diferentes estudios encuentran que en etapas tempranas del desarrollo, la hiperglucemia puede dañar el ADN y favorecer cambios epigenéticos.
Disfunción inmunológica
Por un lado, diferentes estudios encuentran un aumento de la prevalencia de enfermedades autoinmunes, como diabetes tipo 1 materna, en las familias de niños con TEA. Entre los mecanismos posiblemente asociados se plantea que la autoinmunidad materna constituiría un medio ambiente uterino hostil para el desarrollo o alteraría la autoinmunidad temprana del niño provocando el pasaje de inmunoglobulina G a través de la barrera hematoencefálica79.
Por otro lado, recientes trabajos han demostrado una actividad inmunitaria innata y adaptativa disfuncional en las alteraciones del neurodesarrollo. En niños con TEA se han encontrado niveles atípicos de citoquinas en tejido cerebral, líquido cefalorraquídeo y plasma, que podrían alterar la supervivencia neuronal y su proliferación, contribuyendo a un desarrollo atípico80. La DE materna se asocia a diferencias significativas en la expresión de genes del neurodesarrollo implicados en el patrón y la señalización colinérgica y la inflamación81.
Implicancias preventivas para el neurodesarrollo
La epidemia global de diabetes y obesidad, tiene implican cias a largo plazo sobre la salud de la población. Los niños nacidos de madres con DE presentan un aumento del riesgo para condiciones que afectan el neurodesarrollo, con efectos a largo plazo. Los períodos peri-concepcional, prenatal y postnatal temprano deberían abordarse con estrategias preventivas que brinden la oportunidad de modificar trayectorias anómalas del desarrollo del sistema nervioso central.
Dado que los mecanismos descriptos en la etiopato genia son múltiples y poco específicos, la prevención de la afectación del neurodesarrollo en los hijos de madres con DE, continúa basándose en recomendaciones ge nerales (Tabla 2).
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Tabla 2 Resumen de las principales recomendaciones de la Asociación Americana de Diabetes para el manejo de la diabetes durante el embarazo
El sobrepeso y la obesidad materna son fuertes predic tores de diabetes gestacional y se relacionan además, en forma independiente con alteraciones del neurodesarrollo, por lo que, el apoyo para el mantenimiento de una nutrición y estilo de vida saludable de las mujeres desde su nacimiento y más aún en su edad fértil y la normalización del peso de la mujer antes de la concepción, resulta central, para favorecer medidas de prevención primaria y secundaria.
Una vez presente la diabetes en las mujeres, el control glucémico pre y peri concepcional constituye la principal medida preventiva para evitar alteraciones en el desarrollo neurocognitivo de los niños. La Federación Internacional de Diabetes establece un valor de HbA1C menor a 6.5% como objetivo preconcepcional general o menor a 7% si la paciente se encuentra en tratamiento con insulina, mientras que desaconseja activamente el embarazo con valores mayores a 8%82. En el mismo sentido, las guías de la Asociación Americana de Diabetes83 y las guías NICE del Reino Unido coinciden en niveles de hemoglobina gli cosilada por debajo de 6.5% como el nivel de menor riesgo reproductivo y las guías NICE sugieren contraindicar el embarazo con valores por encima de 10%84.
Durante la gestación, se aconseja mantener estric to control glucémico, con valores basales de glucosa plasmática hasta 95 mg/dl, menores a 140 mg/dl a los 60 minutos postprandiales y menores a 120 mg/dl a los 120 minutos post ingesta. Se aconseja además un valor de HbA1C durante el embarazo menor a 6%, que podría aumentarse a 7% en caso de hipoglucemias reiteradas83.
Luego del nacimiento, la lactancia materna debe ser estimulada e iniciada lo antes posible, en el recién nacido de madres con diabetes, dado que además de sus efectos metabólicos positivos85, ésta ha demostrado producir efec tos promotores del desarrollo cerebral y de las funciones neurocognitivas a corto, mediano y largo plazo86,87.
Aun si no se lograran todos los objetivos enumerados, es fundamental recordar que los efectos negativos de un ambiente intrauterino inadecuado, pueden disminuir a medida que los niños crecen y se desarrollan en ám bitos que permiten cuidados apropiados promotores de trayectorias cognitivas normales88. El medio ambiente familiar y escolar en los primeros años de vida convierten en potencialmente reversibles los efectos de la diabetes materna durante el embarazo.
En conclusión, el conocimiento de la asociación entre diabetes materna y afectación del neurodesarrollo debería estimular una planificación adecuada de acciones de salud pública, a lo largo de la vida de las personas, resultando particularmente críticas en medios socio-económicos vulnerables.
Se calcula que un 20 a 50% de las mujeres que tuvie ron DMG, presentará diabetes en futuros embarazos y diabetes tipo 2 dentro de los 5 a 10 años post parto89. El equipo de salud que atiende a las mujeres en esta etapa debería recomendar su tratamiento y seguimiento, con el objetivo de prevenir el desarrollo de la diabetes tipo 2, especialmente si planean un nuevo embarazo. Informar adecuadamente a las madres con diabetes acerca de la relación entre los niveles elevados de glucemia durante períodos críticos de desarrollo cerebral y alteraciones del neurodesarrollo, estimularía un mejor autocuidado. Por úl timo, la interacción entre equipos obstétricos y pediátricos promovería la identificación temprana y oportuna de niños expuestos a DE, como grupo de riesgo para alteraciones del neurodesarrollo, organizando un seguimiento adecua do para planear, según corresponda, apoyos generales y específicos orientados a estas dificultades.