Estado actual del conocimiento
La inactividad física se ha convertido en uno de los factores de riesgo más importante en el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNTs) a nivel mundial1. La prevalencia de alto sedentarismo oscila entre 60 y 71% en todo el mundo2.
Ser inactivo es definido como < 150 min de sus niveles de actividad física (AF) de intensidad moderada o vigorosa a la semana o su equivalente a realizar < 600 Metabolic-energy-equivalents [METs]/minuto/semana. Existen dife rentes cuestionarios para detectar el sedentarismo dentro de las consultas de atención primaria, como por ejemplo el cuestionario Internacional de actividad física (IPAQ)3.
Se ha consolidado como un importante factor de riesgo vinculado al 6 al 10 % del desarrollo de obesidad, diabetes mellitus tipo 2 (DMT2), hipertensión arterial (HTA), síndrome metabólico, enfermedades cardiovas culares (ECVs), cáncer de mama y colon y mortalidad4-7. Podríamos incluir también el beneficio de la actividad física para la prevención de las caídas y la osteoporosis; disminuye la depresión, trastornos de ansiedad, mejoría de la calidad de sueño, la memoria y la sensación general de bienestar8.
En la práctica, incluye actividades como estar sentado, ver televisión, conducir, entre otras9. Se estima a nivel global que entre el 55% y el 70% de las actividades que se realizan diariamente (sin considerar el tiempo destinado a dormir) son de tipo sedentarias4,10,11.
Se calcula que 9% de las muertes prematuras están asociadas con la inactividad física, esto equivale a 5.3 millones de muertes por año12. Por otra parte, a nivel económico, el costo asociado a la inactividad física fue de 53.8 mil millones de dólares (53.8 billion) en el año 2013 en el mundo13.
Finalmente, a pesar de que existe suficiente evidencia científica que confirma los beneficios de la práctica regular de AF, actualmente 31.1% de la población adulta a nivel mundial no cumple con las recomendaciones mínimas de AF1,14.
La actividad física regular (AF) y el entrenamiento físico (ET) inducen una amplia gama de adaptaciones fisiológicas directas e indirectas y beneficios pleiotrópicos para la salud humana general y cardiovascular15.
Riesgos
El aumento del tiempo destinado a actividades sedenta rias se correlaciona con un incremento en los factores de riesgo cardiovascular y metabólicos. Este efecto es inde pendiente de factores socio-demográficos, alimentación, índice de masa corporal (IMC) y actividad física pues no estaría modulado por una mayor ingesta calórica, sino por un gasto energético reducido.
Esto se debería al excesivo tiempo destinado a ac tividades sedentes, cuyo gasto energético es menor a 1.5 kcal/kg/h16.
• Existe una relación inversa entre actividad física y obesidad, DMT2, HTA y síndrome metabólico12,14,17.
• Existe una relación lineal entre el comportamiento sedentario y el riesgo de hipertensión arterial18.
• Existe una relación lineal entre el comportamiento sedentario y mayores probabilidades de presentar un síndrome metabólico19,20.
• Existe una relación lineal entre el comportamiento sedentario y el riego de desarrollar DMT2, independiente de las características demográficas de edad, sexo, raza/ etnicidad y nivel socioeconómico7,21-23. Los mayores efectos nocivos del sedentarismo fueron observados en marcadores de diabetes mellitus, incluyendo, glucemia, insulina y marcadores de resistencia a la insulina24.
• La actividad física regular impacta significativamente en el estado cardio metabólico de pacientes con DMT2 al reducir la hiperglucemia durante el día, por lo que se recomienda, incluso, en los períodos posprandiales25.
• Cada hora adicional de conductas sedentarias por día se asocia con un aumento de 0,06 mmHg para la presión arterial sistólica (PAS) y 0,20 mmHg para presión arterial diastólica PAD. Este tiempo dedicado a comportamientos sedentarios para la presión arterial es similar a la asocia ción con enfermedad cardiovascular12.
• Existe una relación lineal entre el comportamiento sedentario y mayores probabilidades de presentar enfer medad cardiovascular (ECV) fatal y no fatal26-29. La aso ciación entre el comportamiento sedentario y la incidencia de ECV no parece verse alterada de manera apreciable por la inclusión del IMC como covariable27.
• Diversos estudios prospectivos de cohortes han mostrado asociaciones significativas entre el comporta miento sedentario y el riesgo de mortalidad. Las muertes por todas las causas, las ECV y el cáncer y otras causas de mortalidad se relacionaron significativamente con la actividad sedentaria30-32.
Recomendaciones
Las intervenciones deben estar orientadas en reducir el tiempo sedentario; para lograrlo, una intervención debe centrarse específicamente en el comportamiento en lugar de intentar que la reducción del comportamien to sedentario sea un efecto remanente del aumento de la actividad física33,34. Las mismas deberían centrase principalmente en aquellos entornos más asociados con el comportamiento sedentario: ver televisión y el lugar de trabajo (permanencia prolongada en posición sentada)35.
En cuanto a lo anterior, existen muchas intervenciones en el lugar de trabajo que han utilizado estaciones de trabajo que permiten la actividad para reducir el compor tamiento sedentario al permitir que los trabajadores de oficina se paren, caminen o pedaleen mientras trabajan en su computadora habitual y otras tareas laborales en el escritorio; la instalación de tales estaciones de trabajo puede conducir a reducciones sustanciales en el tiempo sedentario36.
En cuanto a la actividad física regular, las recomen daciones tanto para adultos de 18 a más de 65 años para modificar el comportamiento sedentario es realizar actividades físicas aeróbicas moderadas durante al me nos 150 a 300 minutos; o actividades físicas aeróbicas intensas durante al menos 75 a 150 minutos; o una combinación equivalente de actividades moderadas e intensas a lo largo de la semana; también deberían rea lizar actividades de fortalecimiento muscular moderadas o más intensas que ejerciten todos los grupos musculares principales durante dos o más días a la semana, ya que tales actividades aportan beneficios adicionales para la salud. En el caso de los adultos mayores, como parte de su actividad física semanal, deberían realizar actividades físicas variadas y con diversos componentes, que hagan hincapié en el equilibrio funcional y en un entrenamiento de la fuerza muscular moderado o de mayor intensidad, tres o más días a la semana, para mejorar la capacidad funcional y prevenir las caídas.
Finalmente, para obtener beneficios adicionales para la salud se recomienda prolongar la actividad física aeróbica moderada más allá de 300 minutos; o realizar actividades físicas aeróbicas intensas durante más de 150 minutos; o una combinación equivalente de actividades moderadas e intensas a lo largo de la semana37.