La pandemia por COVID-19 ha tenido repercusión en muchos aspectos de la salud infantil y en la de los adolescentes. La tuberculosis, una enfermedad para muchos olvidada, refleja un aspecto más de ese impacto. En el año 2020, la mayor parte de los recursos sanitarios fueron destinados a combatir la pandemia y el acceso a la prevención y atención de la tuberculosis se redujo.1
Muchas personas enfermas de tuberculosis no pudieron ser atendidas oportunamente debido a las medidas de confinamiento que se habían tomado o por el miedo a exponerse al SARS-CoV-2. Las notificaciones a nivel mundial cayeron un 18 % en comparación con el año 2019 y el número de muertes por tuberculosis aumentó en todas las edades. La disminución de los casos detectados fue mayor en pediatría, con una caída del 24 % en el grupo de 0 a 14 años, más evidente en los niños menores de 5 años. También se produjeron más interrupciones de tratamiento y pérdidas en el seguimiento.1,2
El monitoreo de la recuperación de la detección de enfermos de tuberculosis después de la emergencia sanitaria se realiza comparando los casos reportados en 2019 con los notificados posteriormente. En Argentina, según el Boletín 2023 del Programa Nacional de Control de la
Tuberculosis (PNCT) del Ministerio de Salud, en el año 2021 se reportaron 12 569 casos de tuberculosis, una tasa de 27,4 por 100 000 habitantes, ligeramente menor a la de 2019 (28,2 por 100 000).3
Los casos incidentes de tuberculosis en menores de 15 años en Argentina en 2021 fueron un 16,4 % menos que en 2019; especialmente hubo una falta de recuperación en la detección de casos en los menores de 5 años (Figura 1).3 Los lactantes y niños pequeños tienen más riesgo de rápida progresión de la enfermedad y de presentar formas graves de tuberculosis pulmonar y extrapulmonar, con mayor morbimortalidad que a otras edades. El diagnóstico de tuberculosis en esta etapa de la vida suele ser más difícil, ya que se manifiesta con síntomas inespecíficos, comunes a otras enfermedades. Si no se piensa en tuberculosis y se la incluye como posible diagnóstico, muchos casos llegan a la consulta con cuadros graves, incluso pueden fallecer sin que se llegue a conocer la causa. Por esa razón es preocupante la falta de recuperación detectada en el número de casos notificados al PNCT.
Por otro lado, la tuberculosis en los adolescentes, fuente de transmisión activa de la enfermedad en la comunidad, se ha convertido en un problema sanitario a nivel mundial.2
Figura 1: Variación porcentual de la notificación de casos de tuberculosis entre 2019 y 2021 por grupos de edad en niños, niñas y adolescentes3
En Argentina, la tendencia al aumento de los casos reportados se sostiene desde 2010 y, en comparación con 2019, la tuberculosis en adolescentes de 15 a 19 años presentó uno de los mayores aumentos en la notificación, que alcanzó el 13,6 % (1078 casos en 2019 y 1225 en 2021).3
En conclusión, la pandemia por COVID-19 ha tenido un marcado impacto negativo en el control de la tuberculosis en estos grupos vulnerables, afectados además por la situación económica y social. El subregistro y la subdetección de la tuberculosis en los menores de 5 años, y la falta de control de esta enfermedad en adolescentes exponen la necesidad de concientizar sobre el problema, lograr más efectividad en la detección y diagnóstico oportuno de la tuberculosis en las consultas pediátricas y de adolescentes, en sistematizar el estudio de los contactos de personas enfermas de tuberculosis, y en favorecer el cumplimiento de las medidas de prevención y tratamiento.
Agradecimiento
Al equipo del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Dr. Emilio Coni por el informe y análisis periódico de los casos de tuberculosis pediátrica y del adolescente reportados al Sistema Nacional de Vigilancia en Salud.